29 de julio de 2007

Medicina milagrosa y agua perfumada

La Historia resulta especialmente interesante cuando se refiere a la vida diaria de las personas de tiempos pasados, y llega a ser fascinante cuando muestra a las personalidades famosas en la época real de su vida. El desarrollo del Agua de Colonia (apreciada por su condición de medicina milagrosa y agua pefumada), queda reflejado, en sus primeros cien años, en los datos familiares de los Farina, un entretenido y a veces enmarañado desfile de personajes, mientras que al comienzo de la época industrial aparecen sus representantes más importantes en la familia Mülhens. En su historia se entretejen muchas relaciones curiosas y distintos factores desconocidos, poniendo en claro la imagen de aquella época de una forma distinta a la habitual y que muchas veces nos recuerda a Gabriel García Márquez en alguna de sus inmortales novelas.
La época barroca representa la música, la arquitectura y la poesía. Las ciudades de Europa hacia fines del siglo XVII no disponían de alumbrado público con lámparas de aceite ni de agua corriente, y las condiciones higiénicas de las ciudades importantes no eran mejores que las de cualquier pueblecito rural. Los hombres de ciencia que se ocupaban de la medicina, creían que los culpables de las enfermedades que asolaban a la población eran los miasmas, es decir, materias en suspensión procedentes del suelo y que se movían con el aire. Como es de suponer, los productos destinados a sanar a los enfermos estaban en consonancia con esta falta de conocimientos. Los extractos de plantas que expendían las farmacias se aplicaban según la más pura tradición alquimista, y los enfermos creían en sus fuerzas milagrosas porque apenas disponían de eso para luchar contra las numerosas enfermedades de aquellos tiempos.


Giovanni Paolo Feminis era un italiano que había vivido algunos años en Maguncia y que se trasladó nuevamente a esa ciudad en el año 1694 para hacerse cargo del negocio de su tía Catalina. Era una tienda dedicada a “artículos franceses”, es decir, botones, plumas, pelucas, artículos de seda, y también cosméticos y medicinas. Parece que Feminis se dedicó con especial interés a éstas últimas, ya que poco después sacó al mercado su Eau Admirable. Se trataba de una mezcla de aceites esenciales de distintas plantas cítricas diluidos en alcohol de alta graduación y de un “remedio universal” de aquella época conocido como aqua perlata, oleum philosophorum, eau de la reine d’Hongrie u otros nombres similares. El efecto de esta agua milagrosa era indefinido. Por ejemplo, Feminis respondió en 1714 a una consulta de una de sus clientas de Maastricht que “todo el que compra el agua sabe para qué la va a utilizar”. Por otra parte, se ocupó de extender la leyenda de que, durante su traslado de Maguncia a Colonia, había conocido a un monje oriental que estaba enfermo, a quien había cuidado hasta su muerte; éste, en agradecimiento, le había confiado la fórmula secreta del Eau Admirable. Existe otra versión que parece menos verosímil, según la cual unos médicos militares ingleses trasladados a la India, habían desarrollado una bebida alcohólica a base de hierbas y esencias para combatir la disentería, y que uno de estos médicos le habría traspasado la fórmula a Feminis. Sea como sea, el Agua Milagrosa parece haber tenido un gran éxito, ya que Feminis ganó con ella una fortuna: legó a la comunidad italiana en la que había nacido 60.000 liras para construir una iglesia nueva y 200 coronas dobles francesas para una escuela. Existe todavía hoy en Santa María Maggiore, un cuadro que representa este hecho. A su muerte, en el año 1736, fue enterrado en la iglesia St. Laurenz como ciudadano ilustre de la ciudad de Colonia.
Puede ser que Colonia, en su calidad de Ciudad Santa junto a Jerusalén y Roma, influyera sobre Italia; también puede ser que el floreciente comercio a lo largo del río Rhin y la proximidad de los Países Bajos llamara la atención a los italianos. De cualquier forma, muchos ciudadanos italianos se trasladaron en el siglo XVII a Colonia, donde sus antepasados romanos habían residido.
Muchos de estos emigrantes se llamaban Farina, lo cual no es de extrañar ante la abundancia de este apellido en su patria, aunque éste hecho complica algo la historia del Agua de Colonia. El primer Farina fue Juan María, que llegó a Maastricht en 1687 y alcanzó considerable éxito como comerciante. En 1708 acogió en su negocio a su sobrino del mismo nombre, que procedía de Santa María Maggiore (lo mismo que Feminis) y le asignó las zonas de Cleve, Colonia y Münster. Su hermano Juan Bautista, y por lo tanto también un sobrino del primer Farina, había fundado en Colonia la empresa “Farina & Co.” con su cuñado Baltasar Borgnis. Comerciaba con artículos elegantes y de seda, y su negocio “Haus zur Stadt Brüssel” estaba situado en la calle Grosse Budengasse. El mal funcionamiento del negocio en la sucursal de Maastricht hizo que Juan María se trasladara a Colonia, separándose de su tío e intentando una nueva vida junto a su hermano Juan Bautista en 1714. Al negocio se les asoció un tercer hermano, Carlos Jerónimo Farina, pero la sociedad no prosperó, ya que en 1717 éste abandonó la empresa, se trasladó a Düsseldorf y creó la “Düsseldorfer Farina Linie”, que más tarde fue el origen de varios elaboradores de Agua de Colonia. Un año después, se separó también el cuñado Borgnis de la sociedad, y los dos hermanos restantes (Juan María y Juan Bautista) desarrollaron su negocio con el nombre de “Fratelli Farina”, en forma de tienda de pequeños artículos de consumo.
En al actualidad no se sabe todavía si Feminis estaba emparentado o tenía sólo una buena amistad con los Farina. La fórmula del Eau Admirable de Feminis no se encontró jamás, aunque cuenta el saber popular que Feminis le traspasó la preciada fórmula a Juan María Farina (sobrino del primer Farina de Maastricht) en su lecho de muerte. Nada está demostrado, salvo que en 1714 los hermanos Farina vendían en Colonia esencias que podían emplearse para la elaboración del Eau de Cologne. Según su libro de compras, adquirieron por algo más de 58 rixdales (la moneda en curso de aquel tiempo), 12 onzas de esencia de petitgrain, 12 onzas de cedro y 2 onzas de neroli; algo más tarde compraron 4 onzas de esencia de ámbar y 6 onzas de bergamota. La áspera fragancia de la bergamota es una característica típica del agua de Farina. Deben de haber elaborado con todo ello un Eau de Cologne, ya que en 1716 enviaron doce frascos de Eau Admirable a una señora llamada Madame Billy, de Aquisgrán. En el año 1723, los hermanos Farina trasladaron su negocio a la casa “Haus zum Morion genanndt auf der Marktpforten gegen dem Gülichs Kopf über” (la traducción aproximada sería: “Casa Morion, situada en las puertas del mercado frente a la Gülichs Kopf”). La calle se llama todavía hoy Obenmarspforten y el Gülichs Kopf (la cabeza de Gülich) era una escultura de piedra que adornaba una picota que había estado enclavada en la actual Plaza Jülich. Allí fundaron la firma “Farina Gegenüber” y una placa en la fachada de la casa conmemora aún hoy su fama. Nueve años más tarde (en 1732) murió Juan Bautista y Juan María tomó por sí solo las riendas del negocio. Empezó a concurrir a ferias y exposiciones en donde hizo famosa su Aqua Mirabilis y, en 1737, estaba en pleno auge de exportaciones a Francia, España, Portugal, Inglaterra y Holanda. La demanda era muy grande y valía la pena aprovecharla ya que, por ejemplo, la epidemia de viruela mató en Berlín a una de cada siete personas y todo el mundo creía en las promesas del prospecto que acompañaba al agua prodigiosa: “Es un remedio milagroso contra todos los venenos y preserva contra la peste, cura la ictericia, los catarros, los desvanecimientos, el mal aliento, ahuyenta el cólico, calma el dolor de estómago, cura el mal del costado y las enfermedades del pecho provocadas por corrientes de aire y pies fríos, cura el ardor, es muy indicado contra el dolor de muelas, consuela a las mujeres durante el parto y favorece el posparto, ahuyenta las molestias de las mucosas y los zumbidos de los oídos. Por último, y provocado por la buena salud, favorece la belleza, ya que es un aporte más a la finura de la piel y hace su color hermoso y fino”.
Puede dudarse que el Aqua Mirabilis de Farina actuara contra la peste; sin embargo, su fragancia acompañó a todo un cambio de época. El barroco se refinó hasta convertirse en rococó, el minueto se convirtió en el baile social de moda, en 1750 se creó cerca de Hameln el primer Jardín Inglés, en Erfurt apareció el primer periódico sobre moda y galantería, y en cuanto a la moda masculina, desapareció la talega (especie de saco ancho y corto). El olfato popular se refinó también y el mal olor que imperaba en las ciudades molestaba cada vez más a los ciudadanos. Los olores pesados del ámbar y del almizcle dejaron de gustar ya que se identificaban con los olores fecales. Los caballeros de la corte francesa consumían con agrado el Eau de Cologne de Farina, como ellos la llamaban, para perfumarse el cuerpo, ya que, de bañarse ni hablar.
Durante la Guerra de los Siete Años (la que entre 1756 y 1763 enfrentó a Prusia e Inglaterra con Austria, Francia, Suecia, Rusia, Sajonia y la mayor parte de los principados alemanes), el consumo de los soldados franceses aseguró el aumento de la producción. En los años 60 del siglo XVIII, Farina efectuó sus mayores ventas en Francia y, por supuesto, en París. El nombre alemán del producto Kölnisch Wasser, apareció por primera vez en el año 1764 en una carta de Juan María Farina, quién dos años más tarde murió sin haber tenido hijos y dejó su negocio en herencia a sus sobrinos Juan María Farina (hijo de su hermano Juan Bautista) y Juan Antonio Farina (hijo de su otro hermano y ex-socio Carlos Jerónimo).
El heredero Juan María hizo pronto sociedad con un primo suyo, Carlos Antonio Zanoli, quien también procedía de Santa María Maggiore y que había trabajado junto a su tío en Colonia. El inventario efectuado por los primos al hacerse cargo del negocio registró existencias de guantes, cinturones, medias, flores artificiales, cuchillos de monte, cordones de reloj, rodilleras, tabaqueras, borlas doradas y plateadas, cuchillos, bastones, cepillos y los más diversos pequeños artículos de consumo. El penúltimo punto de la lista del inventario se refiere a ingredientes para el Agua de Colonia y para el agua de Hungría y algo más de 175 docenas de botellas de Eau Admirable. Este inventario permite corregir la primitiva idea de que los Farina eran, sobre todo, farmacéuticos o incluso perfumistas, ya que demuestra que comerciaban con todo aquello que estaba de moda. Se detecta una cierta especialización en los artículos de perfumería cuando, en el año 1772, Zanoli se separa de su primo Farina, se hace independiente con la parte del capital que le ha correspondido y se dedica a elaborar Agua de Colonia. Sin embargo sigue comerciando con otros artículos, como por ejemplo la loza fina procedente de Londres. Zanoli falleció en 1780, mientras vivía en Colonia frente a la Plaza Jülich, y dejó su herencia a su sobrino Juan Bautista Ciolina. Este se trasladó a la casa “Drei Lilien unter Wappenstecker” y se dedicó a comerciar además de la auténtica Agua de Colonia, con todo tipo de artículos elegantes al mejor precio. Parece ser que tuvo éxito en sus negocios, ya que en 1818 traspasó la empresa a su hijo Manuel Esteban Ciolina Zanoli. La historia de este personaje es interesante por sí misma debido a un proceso legal que hizo abrir contra sus 18 competidores por el uso indebido del logotipo de su marca (una imagen de la ciudad de Colonia). Ciolina Zanoli era proveedor de las cortes del rey de Prusia y del de Austria, y ganó el proceso ante el Real Tribunal de Apelaciones de Renania el día 13 de julio de 1822. Hizo una fortuna y pasó una parte de su floreciente negocio a su hermano Juan Bautista Antonio Francisco Ciolina Zanoli. Ambos elaboraban Agua de Colonia, pero años más tarde la suerte les abandonó. Las dos empresas pasaron a manos ajenas a la familia en 1850, quedando disueltas en 1861 la primera (la que perteneciera a Manuel Esteban) y en 1889 la segunda (la que perteneciera a Juan Bautista Antonio Francisco).
Una suerte muy distinta corrió Juan Antonio Farina, el hijo de Carlos Jerónimo de Düsseldorf, quien se trasladó a Colonia en 1750, abrió su negocio con el nombre de “Johann Anton Farina zur Stadt Mailand” (“Juan Antonio Farina a la ciudad de Milán”), y empezó a elaborar Agua de Colonia. Su hijo José Antonio Farina afirmaba que sus productos seguían fielmente la fórmula original de Paolo Feminis, lo cual originó una viva polémica en los periódicos, que por supuesto fue muy favorable para la promoción de sus artículos. Esta empresa se convirtió en 1817 en proveedora real de las cortes de Prusia, Baviera, Bélgica y Holanda. En 1850 fue dividida por cuestiones de herencia y una rama de la misma existe aún hoy con el nombre de “Johann María Farina und Dr. E. Meitzen am Dom zu Köln” (“Juan María Farina y Dr. E. Meitzen a la Catedral de Colonia”). La otra empresa (la “Juan Antonio Farina a la Ciudad de Milán”) se disolvió en 1909 por iniciativa de la “Farina Gegenüber”.
Otro de los hijos de Juan Antonio llamado Juan María, estableció en 1788 en la ciudad de Colonia la empresa “Johann María Farina zur Stadt Turin” (“Juan María Farina a la ciudad de Turín”). Fue también proveedor de distintas cortes europeas hasta 1898, en que fue adquirida por la empresa “Roger & Gallet” de París. Esta firma había comprado en 1862 la empresa de Jean Marie Farina, nieto del fundador de la casa “A la ciudad de Milán”, en París, creyendo haber entrado en posesión de la más antigua de las empresas Farina. Sin embargo, esto no era cierto, sino que recién lo consiguió en 1975 con la compra de “Farina Gegenüber”.
Existía otro hijo del fundador de la casa “A la ciudad de Milán”, que se dedicaba al Agua de Colonia: el monje cartujo Francisco Carlos Gedeón María Farina. Durante los cruentos y confusos días de la Revolución Francesa, pudo escapar de su convento de Grenoble hacia Colonia, donde fue acogido en 1792 por el comerciante Wilhelm Mülhens. Cuando las fuerzas de ocupación francesas procedieron a una nueva numeración de las calles, a la empresa de Mülhens le correspondió el número 4711 y, a partir del año 1794, el monje Farina se dedicó a la elaboración del Agua de Colonia en la mencionada casa. En la crónica de la casa 4711, la historia se presenta algo distinta: en la casa de la familia Mülhens en la calle Glockengasse de la ciudad de Colonia, se celebraba una fiesta a raíz de la boda del hijo de la casa, el joven Wilhelm. Entre los regalos que recibió la reciente pareja, se encontraba un viejo pergamino, obsequio de aquel monje cartujo a quien la familia había dado cobijo y amistad en tiempos difíciles. El valioso regalo era la fórmula secreta para la elaboración de la auténtica Agua de Colonia, que entonces todavía se llamaba Aqua Mirabilis. Siguiendo esta fórmula, se sigue fabricando hasta nuestros días la “Colonia 4711”, famosa en todo el mundo. Según un fragmento de la historia de los comienzos de la empresa “4711”, Wilhelm Mülhens había entrado en tratos con un tal Carlos Francisco María Farina, de Bonn, asegurándose de poder comercializar su Agua de Colonia con el prestigioso y acreditado nombre de “Farina”, debido a que el monje Francisco Carlos Gedeón había perdido sus facultades mentales después de la secularización que le permitió vivir fuera del claustro. En la misma operación parece haber comprado la fórmula para la elaboración del Agua de Colonia. Debido a la falta de fuentes confiables y de documentos auténticos, es imposible saber cuál es la versión más cercana a la realidad; sin embargo, parece menos importante que toda la serie de circunstancias que hicieron totalmente imparable el vertiginoso progreso de este productor de Agua de Colonia.
El causante de que la vieja Aqua Mirabilis se convirtiera en el perfume llamado Eau de Cologne, fue el mismísimo Napoleón quien, el 18 de agosto de 1810, hizo público un decreto que obligaba a publicar las fórmulas de todas las medicinas. Acto seguido, los que elaboraban el Agua de Colonia pasaron a ofrecer ésta como perfume, pudiendo de esta manera guardar el secreto de sus preciadas fórmulas. Al mismo tiempo se les abrió un mercado que habían estado esperando durante mucho tiempo. La empresa “Farina Gegenüber” afirmaba en la publicidad de su producto que “...ocupa con derecho la primera categoría entre las esencias perfumadas, tanto sencillas como compuestas y, por lo tanto, forma parte importante de la higiene del mundo importante, ya que vivifica extraordinariamente después del lavado o del baño...”. En efecto, habían cambiado muchos puntos de vista: Samuel Hanemann fundaba la homeopatía, el vals se convirtió en el baile social por excelencia, en Cuxhaven se abrió el primer baño nórdico y la moda inglesa comenzó a dominar el ámbito de la elegancia. La limpia fragancia del Agua de Colonia se ajustó perfectamente a la mentalidad puritana de los burgueses de la época.


Fue entonces cuando el Agua de Colonia experimentó su merecido auge. El nombre de Farina se había acreditado poderosamente, y con el fin de poder fundar una auténtica firma Farina, fueron muchos los hombres de negocios que firmaron contratos con familiares italianos de los Farina. En el año 1865, la guía de direcciones de la ciudad de Colonia registraba 39 empresas Farina, y no sólo éstas elaboraban Agua de Colonia sino muchas otras junto a numerosos imitadores y falsificadores. Esta proliferación de fabricantes provocó naturalmente el registro legal de los productores serios. Finalmente fue el octavo propietario de la firma “Farina Gegenüber”, Juan María Farina (1809-1880), quien usó toda su influencia para que el Parlamento alemán aprobara en 1875 la Ley de Protección de Marcas. Una vez aparecida dicha ley pudieron eliminarse todos los falsificadores y la empresa original fundada en 1723, la “Farina Gegenüber”, entró en un brillante período de crecimiento y desarrollo. En 1836, se creó el frasco blanco que todavía hoy se comercializa, impreso con el nombre y el escudo familiar de los Farina. El folleto que acompañaba al envase, llevaba una imagen de la cede central y más tarde también, de medallas obtenidas en diversas exposiciones. Publicaban anuncios en periódicos y guías de viajes y numerosos carteles y etiquetas contribuyeron a expandir su fama. Todo quedó así hasta que la firma “Mülhens” situó su marca “4711” en primer término publicitario en 1881 (aunque ya era famosa desde 1802), después de haberle sido negada legalmente el nombre Farina. A partir de entonces, “Farina Gegenüber” debió compartir la fama de su nombre con el resto de las empresas Farina, mientras que “Mülhens” afianzó la suya exclusivamente con la marca “4711”.