30 de abril de 2008

La vejez según Lichtenberg

Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) fue profesor de física en la Universidad de Gotinga y maestro del naturalista Alexander von Humboldt (1769-1859). Descubrió que las electricidades positiva y negativa no se propagan de la misma manera en las materias aislantes y consagró sus primeras clases a tratar el cálculo de probabilidades en el juego.
La noción de humor que puede deducirse de sus aforismos nace del contraste entre su racionalismo fatalmente alemán y su agudo sentido de que "nada es más insondable que el sistema de resortes que mueve nuestras acciones".De él dijo Johann W. von Goethe (1749-1832): "podemos servirnos de sus escritos como de la más mara­villosa de las varitas mágicas, cuando él hace un chiste, allí hay un pro­blema"; y André Bretón (1896-1966): "su vida está llena de apasionantes contra­dicciones". Tal vez en la confluencia de los dos enfo­ques, Lichtenberg no se haya decidido nunca entre la filosofía filosofante y su humor, muy hondo, que muchas veces se negó a hacer filosofía. Fue un hombre tan inteligente que ya no servía para casi nada en este mundo.
De "Vermischte schriften" (Aforismos, 1770-1799) un pequeño texto:

"Cuando llega la vejez, el estar enfermo se transforma en una suerte de salud y no se advierte ya que se está enfermo. Si el recuerdo del pasado no subsistiera nos daríamos poca cuen­ta del cambio. Por lo tanto, creo que la vejez no existe para el animal, como no sea a nuestros ojos. Una ardilla que al llegar el día de su muerte lleva una vida de molusco, no es más desdichada que el molusco. Pero el hombre, que vive en tres lugares, en el pasado, en el presente y en el futuro, puede ser desdichado a partir del momento en que uno de los tres no vale nada. La religión hasta ha agregado un cuarto: la eternidad".