13 de junio de 2008

Augusto Monterroso todavía está allí

Augusto Monterroso Bonilla nació en Tegucigalpa, Honduras, 21 de diciembre de 1921, hijo de padre guatemalteco y madre hondureña. De formación autodidacta, participó en la llamada "Generación del 40", un grupo de escritores y artistas jóvenes que, en aquel entonces, buscaban un cambio cultural y socio-político para el país. Cofundador de la revista literaria "Acento", participó en la lucha popular contra la dictadura de turno, por lo que tuvo que exiliarse en México.
En el exilio comienzó a publicar sus textos a partir de 1959, cuando apareció "Obras completas (y otros cuentos)", una colección de historias donde ya se prefiguraban los rasgos fundamentales de lo que sería su singular narrativa: una prosa accesible, concisa, sencilla, con una manifiesta inclinación hacia la parodia y la fábula, y cuyo idioma oscilaría entre el absurdo, el humor negro y la paradoja.
Otros títulos de su obra son: "La oveja negra y demás fábulas"
(1969), "Movimiento perpetuo" (1972) y la novela “Lo demás es silencio” (1978), donde creó a su heterónimo Eduardo Torres. Inclasificables, cercanos a la reflexión literaria, son los textos: “La letra e: fragmentos de un diario” (1987), “Viaje al centro de la fábula” (1981) y “La palabra mágica” (1983). En 1996 publicó un tomo de ensayos titulado "La vaca" y en 2001 "Literatura y vida" de ensayos y cuentos.

LA OVEJA NEGRA
En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

EL BURRO Y LA FLAUTA
Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una flauta que ya nadie tocaba, hasta que un día un burro que paseaba por ahí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del burro y de la flauta.
Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia.

EL PARAÍSO IMPERFECTO
—Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.

EL ECLIPSE
Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora. Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura. Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

HISTORIA FANTASTICA
Contar la historia del día en que el fin del mundo se suspendió por mal tiempo.

HUMORISMO
El humorismo es el realismo llevado a sus últimas consecuencias. Excepto mucha literatura humorística, todo lo que hace el hombre es risible o humorístico. En las guerras deja de serlo porque durante éstas el hombre deja de serlo.
Dijo Eduardo Torres: "El hombre no se conforma con ser el animal más estúpido de la Creación; encima se permite el lujo de ser el único ridículo".

El cuentista guatemalteco más importante del siglo XX y uno de los más grandes del continente americano falleció en México el 7 de febrero de 2003.