16 de septiembre de 2008

El Libertador San Martín como personaje de Joseph Conrad

La figura del general José de San Martín (1778-1850), artífice de la independencia de Argentina, Chile y Perú, es admirada por historiadores de las más diversas tendencias. Pero, curiosamente, también ha sido utilizada por escritores de ficción. Aparte de los clásicos novelistas históricos, es notable cómo San Martín se corporiza, inesperadamente, en un relato del escritor inglés de origen polaco Joseph Conrad (1857-1924), mucho más recordado, sin duda, por sus profundas radiografías de la condición humana exhibidas en las novelas "Heart of darkness" (El corazón de las tinieblas) o "The secret agent" (El agente secreto).
La obra en cuestión es la novela corta "Gaspar Ruiz". Allí, el perfil del general San Martín es trazado por Conrad de manera cálida y respetuosa, y aureolado por un claro sentido ético. La acción del relato transcurre en su mayor parte en Chile, en la época de las guerras de Independencia. El paisaje montañoso, las luchas, la redención y la muerte por el amor, están descriptos con la habitual maestría del autor de "Lord Jim".
Gaspar Ruiz es un humilde "guaso", un oscuro soldado del Ejército Libertador, que sólo encuentra su redención en el amor cuando a su alrededor todos lo desprecian y escarnecen. Su historia está signada por la adversidad: prisionero de los realistas y luego puesto a combatir por éstos contra el ejército republicano, cae nuevamente preso, ahora de los americanos, y es condenado a morir fusilado por desertor. Sin embargo, y por imperio del azar, el humilde soldado se salva cuando su cuerpo pasa inadvertido al celo de los ejecutores. Asilado en una choza, encontrará a una española -Herminia-, con la que vivirá una historia de amor de trágico final para ambos.
El general San Martín aparece en dos oportunidades a lo largo del relato. La primera, en una plaza de Santiago, frente a la Moneda, configurado como una persona "compasiva y justiciera". Es la medianoche y toda la ciudad duerme envuelta en el silencio y hundida en la oscuridad. Embozado en su capa, San Martín escucha a Gaspar Ruiz contar las penosas peripecias de su vida. El Libertador comprende y perdona al sencillo "guaso". Luego, ya más adelantada la narración, San Martín se presenta nuevamente, esta vez en su Cuartel General.
Los dos fragmentos de "Gaspar Ruiz" en que aparece San Martín son los siguientes:

"San Martín, el gran Libertador, gustaba de los hombres valientes y atrevidos y por otra parte era compasivo y justiciero. Le conté cuánto sabía del extraño sujeto y me ordenó que lo acompañara a la cita. Se cambiaron las señales convenidas. Era medianoche y toda la ciudad dormía silenciosa, sumida en las tinieblas. Las dos figuras, embozadas en sendas capas, se juntaron en el centro de la ancha plaza, y yo, a discreta distancia, oí, durante más de una hora, el rumor de su charla. Luego el General me indicó que me acercara; obedecí y me enteré que San Martín, siempre afable y de trato llano, ofrecía a Gaspar Ruiz alojamiento en el Gobierno Militar. El soldado rehusó, a pretexto de que no merecía tal distinción hasta que se le probara.
- No debe albergar usted a un desertor, Excelencia -añadió, riéndose quedo: y, retrocediendo, se hundió lentamente en la oscuridad.
El General en Jefe me manifestó cuando volvíamos de la cita:
- A nuestro amigo Ruiz le acompañaba alguien, porque durante un momento vi un bulto a su lado, y, por cierto, me pareció un testigo, inoportuno.
Yo también había observado otra figura junto a la ya desvanecida silueta de Gaspar Ruiz. Parecía un individuo bajo, cubierto con un poncho y un gran sombrero, y me puse a meditar neciamente quién sería la persona tan relacionada con el soldado. Esta no podía ser sino la fatal muchacha".

"Estábamos comiendo en el Cuartel General cuando el mismo Gaspar Ruiz llegó con la nueva de su triunfo, que asestó un terrible golpe a las tropas realistas. Como prueba presentó la bandera de la guarnición, sacándola de entre su poncho y extendiéndola sobre la mesa. El hombre aquél se hallaba transfigurado y había algo regocijante y amenazador en la expresión de su rostro. Permaneció en pie detrás de la silla del general San Martín, mirándonos a todos con altivez. Llevaba en la cabeza una gorra redonda, azul, con trencilla de plata. Una larga cicatriz blanca rayaba su nuca tostada por el sol. Alguien le preguntó qué había hecho con los españoles capturados. El se encogió de hombros con indiferencia.
- ¡Qué pregunta! -exclamó-. En una guerra civil no se toman prisioneros. Los dejé que se fueran y aquí están los fiadores de sus espadas.
En efecto, colocó en la mesa, encima de la bandera, un puñado de ellos. Entonces, el General Robles dijo con voz áspera y recia:
- ¡Cómo! En ese caso no sabe usted pelear en una guerra de independencia, mi valiente amigo. Créame, debió usted... Y se pasó la mano de canto por el pescuezo.
Ah, señores, era demasiado cierto que teníamos contendientes igualmente heroicos, se prodigaba la ferocidad. Los murmullos que produjo la interrupción del sanguinario Robles no fueron unánimes. En cambio, el generoso y bravo San Martín alabó tan humana conducta e indicó a Ruiz un sitio a su derecha. Luego, levantándose con la copa en la mano, propuso un brindis.
- Caballeros y compañeros de armas, bebamos a la salud del capitán Gaspar Ruiz.
Una vez vaciadas las copas, agregó:
- Pienso confiarle la vigilancia de la frontera meridional mientras nosotros nos vamos a libertar a nuestros hermanos del Perú. Y abrazó al silencioso Gaspar, que estaba a su lado".

"Gaspar Ruiz" fue publicado originalmente en la revista "Strand Magazine" en 1906 e incluida dos años más tarde en la colección de relatos "A set of six" (Un conjunto de seis), junto a "The informer" (El informante), "The brute" (El bruto), "An anarchist" (Un anarquista), "Il conde" (El conde) y "The duel" (El duelo).