2 de noviembre de 2008

Carlos Saura: "Mis películas son simplemente el reflejo de la realidad española"

Con la excepción de la figura legendaria de Luis Buñuel (1900-1983) -que perteneció, por otra parte, al mundo de la emigración ya que filmó la mayor parte de sus películas fuera de su país-, no hubo en el cine español de la segunda mitad del siglo XX otro creador tan vastamente reconocido y celebrado como Carlos Saura (1932). Después de los intentos notables pero no siempre homogéneos de Luis García Berlanga (1921) y Juan Antonio Bardem (1922-2002) -en rigor, los iniciadores del denominado "nuevo cine español" post franquista-, fue Saura el único que conseiguió plasmar en auténtico lenguaje cinematográfico la atmósfera social, psicológica y moral de la España posterior a la guerra civil, con sus frustraciones y sus mitos cotidianos. La violencia tácita o explícita ejercida contra los vencidos, la presencia de timoratas prohibiciones, la castigada y vital condición de la mujer española, son sólo algunos de los temas predilectos de la filmografía de Saura, un crítico implacable del neocapitalismo peninsular, eficaz justamente porque en sus películas no hubo referencias políticas directas ni la menor concesión al panfleto o a la estridencia partidaria. El escritor y psicoanalista argentino Pacho O'Donnell (1941) de paso por Madrid a fines de 1975, entrevistó al director de "La prima Angélica", "El jardín de las delicias", "Ana y los lobos", "Carmen", "El amor brujo" y "El séptimo día", en el momento en que allí se estrenaba "Cría cuervos", en medio de la ebullición cultural y política que caracterizó los primeros meses posteriores a la muerte del dictador Francisco Franco (1892-1975). La entrevista fue publicada por el diario "La Opinión" de Buenos Aires el 21 de marzo de 1976, apenas tres días antes de que otra sanguinaria dictadura se instalara, esta vez en la Argentina.Me impresionó la lucidez con que te internas en el mundo de las niñas de "Cria cuervos". Sin ninguna retórica, desde adentro.

Tú sabes que el mundo de la infancia es una de las constantes en mi obra. En cuanto a lo femenino es un tema que me interesa cada vez más. Y que no se agota en "Cría cuervos" sino que, por el contrario, a partir de ahí quedo más afectado todavía...

Quizás porque otra de tus constantes es la opresión. Y el mundo de la mujer se presta a una indagación en profundidad sobre el tema. En este momento recuerdo haber estado en una piscina pública de provincia, en la zona de la Mancha y me impresionó que las mujeres, antes de zambullirse, se persignaban. Como si exorcizaran el hacer algo con sus cuerpos.

Puede ser. Yo nunca tengo demasiado claras las cosas que me propongo. En ese sentido te diría que soy un artista más intuitivo que cerebral. Suelo tener ideas dispersas, que en un momento se juntan en un proyecto concreto. Por eso siempre repito que mi cine avanza a saltos. Pueden ser hacia adelante o hacia atrás. En relación a lo que hablábamos de lo femenino te adelanto que lo que estoy escribiendo ahora es un film sobre la mujer.

¿Cómo llegaste a ser director de cine?

Empecé por la fotografía. La fotografía siempre me entusiasmó mucho. Sigue entusiasmándome. Todavía hago muchísimas fotos. Tengo álbumes y álbumes...

Tu hermano Antonio es un famoso pintor, y por lo que me ha comentado gente que entiende del asunto, un pintor excelente. ¿Cómo te explicas que de esa familia hayan surgido dos hijos tan atraídos por lo visual y lo imaginario?

No sé, creo que nunca me lo había planteado... Mi madre fue pianista hasta que se casó con mi padre, un técnico en finanzas. Fuera de eso no se me ocurre ningún otro dato.

Ya que hablamos de tu familia, me intriga saber cuál fue tu historia con la guerra civil, esa guerra civil siempre presente como trasfondo en todas tus películas.

La guerra civil sigue estando presente en toda la vida de España y en la de todos los españoles. Todo está referido a antes o después, los vencedores y los vencidos, las generaciones aplastadas, etcétera. De esa manera mis películas son simplemente el reflejo de una realidad española. Y dentro de esa realidad, la realidad de mis recuerdos. La guerra se inicia cuando yo tenía cuatro años. Mi padre, ya te he dicho que su oficio era el de tecnócrata, como les llaman ahora, fue un liberal de ideas democráticas que se mantuvo siempre dentro de la zona republicana. Así fue como nos trasladábamos de Madrid a Valencia, de Valencia a Barcelona. Hasta que, para ponerme a buen resguardo, me enviaron a la región aragonesa, con mis tías y abuelos, que eran gentes de derechas, religiosos fanáticos. Allí sufro un proceso de desajuste porque con ese simple desplazamiento geográfico todo lo que antes era bueno se vuelve malo y viceversa.

No puedo dejar de recordar al tío de Luis, en "La prima Angélica" cuando, exultante por una victoria de los nacionales, le dice al niño: "Ya la van a pagar, tu padre y los otros...". ¿Cómo llegas al cine?

Te estaba contando de mi pasión por la fotografía. De allí al cine hay un acercamiento lento y progresivo. Te diría casi laborioso. Me resulta imposible decir, como hacen otros, que ya hacía cine en el claustro materno... Ni siquiera fui precoz. A los dieciocho años comencé seriamente con la fotografía y recién después de dos o tres años me planteé la necesidad de ampliar el campo. Entonces me inscribí en la Escuela del Cine. Pero ahora me gustaría detenerme en otra cosa. Recién dijiste que yo era un director de cine. Y nunca me han gustado esas palabras. Soy una persona que muy habitualmente le tiene terror a las palabras. Yo no soy un director de cine. Yo no "dirijo" películas. Yo hago películas. En "Cría cuervos" soy el autor del libro y del guión, ademas de "dirigirla". Me gusta más definirme como alguien que hace cine. Un autor de cine. O un hacedor de películas.

Lo que vos hacés, ¿es un cine político? Recuerdo que a "La prima Angélica" le pusieron bombas. Y que siempre has tenido problemas con la censura.

Yo no hago un cine apriorísticamente político. Nunca me lo planteé. No sé si porque en España es inimaginable, hasta ahora, o porque no sirvo para eso. Lo que yo hago es profundizar sobre la realidad concreta, inmediata, de un individuo o de una familia, y entonces supongo que la escena política queda a la descubierta en cuanto a su carácter de impregnadora de lo cotidiano.

Estoy de acuerdo con lo que decís. El tema de la opresión no emerge en tu obra manifiestamente como un reflejo de la lucha de clases, o el avance de uniformados despóticos sobre una turba obrera, o las mil formas del "realismo" social, sino en función de datos a mi entender mucho más reveladores o eficaces. Por ejemplo, esa escena en que Ana-niña camina a lo largo de un frío y gris muro de cemento, musitando llorosa: "Yo no soy buena porque no hago lo que debo hacer. Hago sufrir a mi tía Paulina y a Rosa, y a mis hermanas Irene y Juana. Soy mala porque no hago lo que me dicen que haga".

Sí, es así. En realidad no me resulta fácil clasificar el cine que hago. Por ejemplo, podría aceptar que se inscribe en el realismo siempre y cuando se comprenda que filmar la realidad de un hombre que se dirige a su oficina no significa hacerle de espejo a su exterioridad sino también ser fiel a sus ensoñaciones, sus recuerdos, sus obsesiones por ser aspectos ineluctables de su realidad. Tanto como sus gestos o sus palabras.

"Cría cuervos" es tu décima película y la primera cuyo libro y guión firmas como único autor, ¿no es cierto?

Sí, es lo primero que firmo solo. Hasta ahora siempre necesité del intercambio, de otro para pensar juntos. En este caso desarrollé un viejo proyecto mío, con el que no me había atrevido antes. Y lo hice solo.

No te habías animado a ser único responsable de lo que filmás.

Exacto, era casi un problema de seguridad personal. No es fácil asumir la responsabilidad de una obra en su totalidad. Aunque siempre, en las anteriores películas, he sido quien tenía el control absoluto de lo que se hacía. Pero no es lo mismo. Esta vez me he sentido solo.

¿Qué ha sido lo negativo de haberlo hecho solo?

No, de negativo poco; la experiencia me ha gustado mucho. Me ha resultado muy útil. Lo peor ha sido, te insisto, la soledad, ser el único responsable de alguna catástrofe. ¿Sabes?, lo que sucede es que toda película ha sido siempre un riesgo total. Cada vez que termino una me coge el pánico de no conseguir producción para la próxima. Cada una de mis películas ha estado supeditada a la marcha de la anterior. Bueno, quizás ahora sea distinto, quizás ahora no deba tener ese temor. O a lo mejor nunca fue así y a mí me pareció que era. Fíjate que todo esto es causante en parte de un principio al que siempre me he mantenido fiel, hasta hoy: hacer películas "pequeñas", con pocos actores, espacios reducidos, costos de producción bajos. Me parece que así puedo tener un mayor control sobre lo que se hace y de esa manera correr menos riesgos.

Recién me divertía recordando todas las interpretaciones sesudísimas que he leído y escuchado sobre "el mundo cerrado de Saura". Y la explicación que acabas de dar es mucho más simple. ¿Cuáles son tus obsesiones? Soy un convencido de que todo artista repite obsesivamente los mismos temas.

Lo de las repeticiones es cierto. A veces me sucede que me entusiasmo mucho con alguna idea o alguna imagen, y entonces comienzo a trabajarlas, hasta que me doy cuenta de que eso ya lo he hecho antes. Pero te aseguro de que soy muy consciente de mis repeticiones. Por eso no repito. Creo que mis obras son, mejor, variaciones sobre los mismos huequecitos. Esos huequecitos que todos tenemos y que nos corresponde a los artistas la posibilidad de hacer algo con ellos.

Hasta ahora no me has dicho cuáles son esos "huequecitos".

De algo hemos hablado ya. Tú me has nombrado lo de la opresión. Yo te he dicho cómo me interesa lo femenino... Son varios y diversos.

Ahí va otro: el tiempo. La memoria. De cómo el presente está interpenetrado por el pasado. Indisolublemente.

Claro. Profundizar en lo que yo llamo el espacio temporal. Puede parecerte banal pero para mí fue un gran descubrimiento darme cuenta de que lo aparente no es lo más verdadero. Y en esa trampa lo temporal es clave. Otro "huequecito"... el de la lucidez. La lucidez me obsesiona. Me gustaría mucho ser una persona lúcida, de esas que saben por qué hacen las cosas, o por qué sucede lo que sucede a su alrededor. Hay personas muy lúcidas. Yo no puedo. Soy un convencido de que para mí la realidad no puede ser aprehendida en su totalidad.

Mientras te escuchaba iba experimentando cierta sensación de extrañeza porque, y no quiero que esto parezca un elogio barato, me pareces una persona muy lúcida. Pero me tranquilicé al darme cuenta de que quizás esa búsqueda tuya de la lucidez, necesaria o innecesaria, sea uno de los motores que te llevan a filmar. Intentar llenar con celuloide esa abertura que sientes en tu posibilidad de comprender lo de adentro y afuera tuyo. ¡Viva tu falta de lucidez, entonces!

Puede ser. Fíjate que para mí filmar es casi un acto catártico. No sé si ésa es la palabra más adecuada. Me comienzo a poblar de ideas, de imágenes, de secuencias que se van organizando en un proyecto, en un libro. Hasta que llega el punto en que filmar es casi una necesidad física. Necesito expulsar, descargar eso. Y entonces, recién entonces, me invade una sensación de tranquilidad. Como haberme sacado algo de encima.

¿Puedo hacerte una pequeña crítica de "Cría cuervos"?

Vale.

No me gustó ese efecto de distanciamiento, discursivo diría, que propones con el personaje de Geraldine nublándole al público. Me pareció innecesario. Demasiado explicativo cuando, en mi criterio, no había necesidad.

El sentido de esas tomas es resaltar que todos los metros de la película no son más que las reflexiones de una mujer veinte años más tarde de cuando los sucesos habían tenido lugar.

Ahora te hago un elogio. Me fascinó la actuación de Ana Torrent. No me explico como has logrado una actuación tan maravillosa en una niña de seis o siete años. Alcanza el máximo deseable en un actor o en una actriz: la expresión a través de intensidades y desplazamientos interiores reflejados fundamentalmente en sus ojos. Casi sin ademanes, ni mímica, con pocas, muy pocas palabras.

Es que Ana es una actriz magnífica. Te aseguro que me inquieta. De una sensibilidad y una inteligencia excepcionales y, como tú dices, de enormes posibilidades expresivas. Afortunadamente también es una niña capaz de hacer rabietas o travesuras. Pero cuando llega el momento de trabajar demuestra una gran responsabilidad y trata de cumplir las indicaciones con absoluta profesionalidad. Cierta vez la descubrí llorando porque se reprochaba haber arruinado una escena. Conversamos mucho y todo quedó claro.

Hay una escena en especial que me maravilló. Es aquella en que mientras acompaña con sus labios una canción pop que hace sonar en su tocadiscos, la niña juega a acicalarse como mujer adulta mientras su mirada va describiendo toda una parábola emocional, muda, que alcanza desde el placer erótico hasta el odio asesino.

Ah, sí, ésa es una escena de las que más me gustan. ¿Y quieres que te cuente algo? Esa escena es una improvisación de esta niña ante la cámara. No estaba en el guión original. Se me ocurrió una idea, me gustó y se la sugerí, y como tú pudiste ver, captó la intención perfectamente y la desarrolló.

Hace un rato tratabas de convencerme de tu prudencia. Sin embargo has edificado "Cría cuervos" sobre una protagonista de seis años...

Es que se trata de una película pensada desde su inicio en torno a Ana Torret. Esta niña me fascinó cuando la vi en "El espíritu de la colmena" y a partir de entonces comencé a trabajar en un tema que pudiera servir para ella. Además, como ya te lo dije, eso también me sirvió para internarme en antiguas ideas mías. Podría decirse que el guión fue escrito especialmente para ella y Geraldine.

Otra audacia de "Cría cuervos" es que cambiás en relación con tus anteriores películas.

¿Sí? ¿En qué notas un cambio?

No sé si podría definírtelo con claridad pero me parece que esta vez eres mucho más directo, menos simbólico, y, sobre todo, mucho más emocional. Es una película impregnada de ternura, de rencor, de vida, etcétera.

Son los otros los que se dan cuenta de esas cosas. Yo no me doy cuenta de ese cambio que tú dices. Ya te he dicho que soy básicamente un intuitivo. Me guío habitualmente por un método de trabajo que consiste en no elaborar o considerar varios proyectos al mismo tiempo. Recién cuando una película ha terminado, más te diría, cuando todo el proceso de una película ha terminado, es decir hasta que ha sido estrenada, no me planteo ningún nuevo punto de partida. Recién entonces, apoyado también sobre las demoliciones de la anterior, comienzo a trabajar en el proyecto siguiente.

Me gustaría saber cuál fue el proceso de dicha idea.

La historia fue sufriendo transformaciones. Comenzó siendo el retrato de una niña en un mundo hostil. Terminó por tratarse de una niña obsesionada por la muerte y la destrucción, testigo de un mundo periclitado.

Sí, a mí me pareció que "Cría cuervos" es una historia de aproximación y alejamiento con esa muerte que inunda la vida de esa niña. Una muerte que en primera instancia es la de la madre, pero que también es la tuya y la mía, la de todos. Una visión infantil de la muerte, sin que el término "infantil" indique menor profundidad que lo "adulto". Por el contrario, quizás.

Esta niña no tiene el mismo concepto de la muerte que un adulto. Igual que todos los niños. Desde siempre nos han dado explicaciones para todo, pero casi ninguna de dichas explicaciones sirve para entender realmente algo. La muerte es un ejemplo. Los niños no tienen el mismo concepto de la muerte que los adultos. Mientras son niños. Yo tenía un perro afgano, negro, hermoso, que fue atropellado en una carretera y quedó moribundo. Un perro muy querido por todos nosotros. Mis hijos lo trajeron y no había ningún drama en sus actitudes. Para ellos era natural que muriera...

Como los pueblos primitivos, no "civilizados"...

Claro. Mis hijos lloraron sólo después y como contagio de lo que los adultos les mostrábamos, con nuestra aflicción y llantos, como conducta "apropiada"ante la muerte.

Una última pregunta. ¿Por qué hacés cine? ¿Por qué hacés cine en España?

Hago cine porque reúne todas las condiciones de lo que me gusta. Es un método perfecto. Me gusta la fotografía, el sonido, contar una historia... Todo eso me lo da el cine. Además, ya te conté lo de la catarsis. Tiene que ver con mi salud mental. ¿Por qué en España? Porque siempre quise hacer cine aquí. Y mientras pueda voy a seguir haciéndolo. Un poco por comodidad pero sobre todo porque esto es lo que conozco a fondo, aquello sobre lo que puedo reflexionar y opinar. Varias veces me han ofrecido ir a filmar a los Estados Unidos y siempre he dicho que no. A pesar de que es un país que me interesa muchísimo. Pero me sentiría inseguro.