19 de noviembre de 2008

Entremeses literarios (XVI)

HISTORIA DE UN CASO
Suniti Namjoshi

India (1941)

Después del incidente, la pequeña R se quedó traumatizada. El lobo no está muerto. El guardabosque es el lobo. Si no, ¿cómo es que estuvo allí justo a tiempo? Se lo explica a su madre. Madre no está contenta. Piensa que el guardabosque es sumamente simpático. Se muere la abuela. El lobo no está muerto. El lobo se casa con madre. R no está contenta. R es una chiquilla. Madre piensa que el lobo es sumamente simpático. Le rogamos que vea al psiquiatra. El psiquiatra explicará que en general los lobos son sumamente simpáticos. R se lo toma al pie de la letra. Está bien ser lobo. Mamá es un lobo. Ella es un lobo. El psiquiatra es un lobo. Mamá y el psiquiatra, y también el guardabosque, están sumamente tensos.


MUTABILIDADES
Galileo Galilei
Italia (1564-1642)

Los que tanto exaltan la incorruptibilidad, la inalterabilidad, creo que se esfuerzan por decir estas cosas en el gran deseo de vivir más y en el terror que tienen de la muerte. Y no consideran que si los hombres hubieran sido inmortales, no les habría tocado a ellos venir al mundo. Merecerían encontrarse con una cabeza de Medusa que los transmutara en estatuas de jaspe o de diamante, para llegar a ser más perfectos de lo que son. Y no cabe duda alguna de que la Tierra es mucho más perfecta siendo, como es, alterable, mutable, que si fuera una masa de piedra, que si fuera incluso un diamante total, durísimo e impasible.


NOVELA DEL YO FORTUITO
Julio Ortega
Perú (1942)

Al abrir el libro, leo que soy yo quien espera que la luz cambie para poder cruzar la esquina cuando el coche se detiene frente a mí. En el lugar del chofer una mujer de ojos árabes sonríe en silencio. Satisfecha del azar, aguarda ser reconocida y ya ríe de mi sorpresa. Pero en el mismo instante que la reconozco, en ese proceso absorto de una emoción feliz, por fin la saludo como si en verdad me reconociera a mí mismo. Y cuando de inmediato me despido, riendo ambos en el juego de lo fortuito, sé que esos segundos que saboreo pertenecen a la novela del asombro. Esa promesa se precipita, como una torre de arena que sucumbe. Ella va camino al aeropuerto, yo en cambio al despacho, y nos despedimos como quien duda en qué página debe seguir leyendo.


EL GESTO DE LA MUERTE
Jean Cocteau

Francia (1889-1963)

Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
- ¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahan.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
- Esta mañana, ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
- No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahan esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahan.


EL LECTOR
Robert Louis Stevenson
Escocia (1850-1894)

- Nunca he leído un libro tan impío -dijo el lector, arrojándolo al suelo.
- No tienes por qué lastimarme -dijo el libro-, ganarás menos si me vendes de segunda mano, y yo no me he escrito.
- Es verdad -dijo el lector-, mi desacuerdo es con quien te escribió.
- Bien -dijo el libro-, nadie te obliga a comprar sus disparates.
- Es verdad -dijo el lector-, pero yo creí que se trataba de un autor agradable.
- Yo lo juzgo así -dijo el libro.
- Estarás hecho de una sustancia distinta -dijo el lector.
- Déjame contarte una fábula -dijo el libro-. Dos hombres habían naufragado en una isla desierta. Uno de ellos fingió que estaba en su casa; el otro admitió...
- Conozco esa clase de fábulas -dijo el lector-. Ambos murieron.
- Así fue -dijo el libro-. Así les pasó a ellos y a todos.
- Es verdad -dijo el lector-. Llevemos la historia un poco más lejos. Cuando todos habían muerto...
- Estaban en manos de Dios -dijo el libro.
- Nada de qué vanagloriarse -dijo el lector.
- ¿Quién es impío ahora? -dijo el libro.
El lector lo tiró al fuego.



EL DIA DEL JUICIO FINAL
Ana María Shua

Argentina (1951)

Intensamente concentrado en su programa favorito no alcanza a darse cuenta de que el resto del mundo se ha desvanecido a su alrededor, que las trompetas han sonado, que los cuatro jinetes derramaron su furia; no alcanza a darse cuenta de que ha sido definitivamente juzgado, pesadas sus buenas obras y las malas, que el fiel de la balanza se ha inclinado a su favor, que desde ahora y para siempre, intensamente concentrado en su programa favorito, está en el Paraíso.


EL GRAN CONGON
Woody Allen

Estados Unidos (1935)

El gran congón es un animal mitológico con cabeza de león y cuerpo de león, pero de otro león distinto. El congón goza de fama de dormir mil años para luego surgir entre llamas, especialmente si estaba fumando al amodorrarse.
Se dice que Ulises despertó a un congón a los seiscientos años, pero se le mostró apático y malhumorado, rogándole que le permitiese quedarse en cama doscientos años más.
La aparición de un congón está considerada notoriamente como infausta y acostumbra a preceder a una carestía o a las notas de una fiesta de sociedad.



EL OTRO LADO
Alejandro Aura
México (1944)

Un día el rey llamó a unos muchachos de por aquí y les dijo: "Se me van volados hasta el otro lado y me dicen qué hay".
Unos se fueron en bicicleta, otros en patines y otros, en avalancha, otros se fueron nomás volando. Algunos llegaron pronto al otro lado y otros se tardaron años, así que llegaron viejecitos, pero los primeros para no aburrirse esperaron a los demás haciendo cuentas y tejas de barro.
Ya que se fijaron bien en todo regresaron y le dijeron al rey: "Del otro lado es todo igual pero al revés". Quién sabe por qué se les ocurrió decir eso, pero todos dijeron lo mismo. "

Yo quiero ir", dijo el rey, "cárguenme". Y se lo llevaron. Pero cuando pasaron al otro lado, el rey tuvo que cargar a todos y eso no le gustó, entonces quiso que lo regresaran, pero como todo era al revés, se lo llevaron al otro lado del otro lado. Y así siguieron hasta que se acabaron todos.


SINCERIDAD
Alfredo Cardona Peña
Costa Rica (1917)

Durante el desfile, precedido de elefantes y timbaleros, un apuesto y fornido muchachón dijo a su acompañante, una bella rubia con senos desmesurados:
- ¡Te adoro... pero te advierto que no soy hombre!
- No importa -contestó la muchacha con una sonrisa-. Yo sí lo soy.
Ambos se quitaron los trajes y las máscaras, y se unieron en un apasionado beso. Luego, agarrados de la mano, se perdieron entre el bullicio del carnaval. La calle quedó desierta, y entonces los disfraces que los enamorados habían tirado, cobraron vida. El disfraz de hombre abrazó tiernamente el disfraz de mujer, y ambos sollozando, maltrechos, pisoteados, se prometieron solemnemente no dejarse alquilar jamás.



LINGÜISTAS
Mario Benedetti
Uruguay (1920)

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.
De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica: ­¡Qué sintagma! ­¡Qué polisemia! ­¡Qué significante! ­¡Qué diacronía! ­¡Qué exemplar ceterorum! ¡Qué Zungenspitze! ­¡Qué morfema!
La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas. Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ''Cosita linda".