25 de noviembre de 2008

Hanif Kureishi: "Hoy la política se reduce a dos cuerpos que pueden recrear el mundo entero haciendo el amor en un sótano"

Celebrado como la voz de los paquistaníes en Inglaterra, Hanif Kureishi (1954) es la figura mediática de los escritores denominados "brit-asian" (británicos-asiáticos), una nueva generación de autores de origen indo-paquistaní criados en el Reino Unido que están convulsionando la narrativa inglesa contemporánea. Desde el precursor Salman Rushdie (1947) hasta los más jóvenes Nadeem Aslam (1966), Monica Ali (1967) y Hari Kunzru (1969), la lista es larga, de estéticas divergentes y una temática en común: la identidad, una mezcla de continentes y de sangre, de pertenecer y no pertenecer a la tierra donde han crecido. Hijo de una inglesa y un funcionario paquistaní, Kureishi creció en los monótonos suburbios de Londres, fue expulsado del colegio a los dieciséis años, y durante el fin de la era hippie y los albores del punk se lanzó a una vida errante. Narrador, guionista, ensayista y dramaturgo, estudió filosofía en el King's College y después pasó del teatro a los guiones de "My beautiful laundrette" (Mi hermosa lavandería) y "Sammy and Rosie get laid" (Sammy y Rosie van a la cama), llevadas al cine por Stephen Frears (1941), y "London kills me" (Londres me mata), dirigida por él mismo. Ha escrito las novelas "The buddha of suburbia" (El buda de los suburbios), "The black album" (El álbum negro), "Intimacy" (Intimidad), "Gabriel's gift" (El regalo de Gabriel), "The body" (El cuerpo), "When the night begins" (Cuando comienza la noche) y "Something to tell you" (Algo que decirte); los libros de relatos cortos "Love in a blue time" (Amor en tiempos tristes) y "Midnight all day" (Siempre es medianoche); y los ensayos "Dreaming and scheming" (Soñar y contar), "My ear at his heart" (Mi oído en su corazón) y "Word and the bomb" (La palabra y la bomba). Analía Hounie lo entrevistó en su casa de Hammersmith, un barrio del oeste de Londres, para la edición del 5 de marzo de 2006 del diario "Perfil", cuando el escritor estaba a punto de viajar a la Argentina invitado por el British Council para participar en la tradicional Feria del Libro de Buenos Aires.¿Es usted la nueva voz de los escritores de orígen asiático?

Hoy la sociedad inglesa es multirracial y multicultural. Como mi padre fue un inmigrante, siempre he estado interesado en escuchar diferentes voces y comunidades que han sido silenciadas, en escuchar las historias de los paquistaníes e indios, de los afrocaribeños, o lo que sea. Son las nuevas voces de Inglaterra.

En el principio de "Mi oído en su corazón" escribe que su intención era hablar de otros libros.

Cuando era un adolescente leía los libros que encontraba en la biblioteca de mi padre. El y sus hermanos siempre leyeron mucho. Me crié con Balzac, Stendhal, Tolstoi, Dostoievski, Chejov... A medida que fui creciendo, me interesé en la literatura norteamericana que, por entonces, en los años '60, era escrita por Mailer, Capote, Kerouac, Bukowsky. Libros para chicos salvajes. Leía sistemáticamente pero, por supuesto, lo más importante para mí era encontrar mi propia voz, contar mis propias historias. Desde hace años que no leo mucho, excepto los diarios y algún ensayo. No quiero leer ficción cuando escribo ficción. Además, no tengo tiempo debido a mis hijos. Luego de llevarlos a la escuela a las siete, escribo durante el día en mi estudio y cuando regresan a casa vemos películas o miramos la televisión. No pretendo ser un intelectual. Me gustan las revistas de chismes, los diarios amarillistas y el cine de Hollywood.

Desde su primera novela hasta "Mi oído en su corazón", su biografía recorre toda su obra. ¿Toda ficción es algo así como la autobiografía de un escritor?

Seguramente. Y sin embargo la ficción es una autobiografía en el mismo sentido en que un sueño es autobiográfico. Un sueño es un código, y una novela o una película también son una suerte de código. Podés decodificarlas y entrever al escritor o al director, pero finalmente lo que es importante es la experiencia del lector o del espectador una vez que haya leído el libro o haya mirado la película. La forma que adopta mi inconsciente es irrelevante. Todo lo que importa es la calidad del texto.

¿Cómo se entrecruzan en "Intimidad" realidad autobiográfica y ficción?

No lo sé. Para empezar, cuando escribí aquella novela quería que fueran veinticuatro horas sobre un hombre a punto de abandonar a su esposa. El libro era una exploración sobre por qué un hombre deja de amar a una mujer y se pregunta: "¿Debo irme o debo quedarme?". Una discusión sobre el significado del matrimonio, sobre lo que implica separarse de una pareja y dejar a los hijos, que es lo más doloroso. Tengo cincuenta años y me he separado de docenas y docenas de personas a lo largo de los años. También mis amigos se han separado una y otra vez, y es posible que les ocurra a mis hijos.

¿Le molesta o le interesa la leyenda negra del artista?

Yo era un niño en los '60. Crecí durante los '70, y esa época fue mi escuela de arte. Soy una persona que absorbe todo lo que sucede a su alrededor. Escribo sobre lo que me pasa a mí, a mis amistades y a mi generación. Entonces, cuando era joven escribía sobre la cultura pop y las bandas, el sexo y las drogas porque era lo que estaba experimentando. Escribía sobre el pop porque amaba el pop, y aún lo amo y crecí con eso. Uno escribe sobre donde está, desde lo que siente y como vive. Hace más de veinte años la política era intentar hacer una revolución y cambiar la sociedad, mientras que ahora la política se reduce a dos cuerpos que pueden recrear el mundo entero haciendo el amor en un sótano.

En varios de sus relatos y, desde luego, en "Soñar y contar" desde el título mismo, los sueños juegan, narrativamente, un papel muy importante. ¿Cuál es la relación entre su experiencia analítica y la escritura?

Cuando mis hijos me hacen una pregunta y yo simplemente respondo: "Esa es una muy buena pregunta", ellos me contestan: "Porque no sabes la respuesta". Así que eso, no sé. Me analizo desde hace trece años, hablo sobre mi inconsciente, sobre mis sueños, sobre mi vida, y luego escribo. Creo que el análisis me enseñó a asociar libremente, lo cual supongo que es una buena herramienta para un escritor. Cuando me levanto a la mañana y comienzo a escribir, trabajo con la asociación libre, y de ese modo fluyen las ideas, las historias y los personajes. Para mí, escribir es explorar el inconsciente, explorar mis ideas y mis sentimientos. Los escritores y los psicoanalistas están interesados en la misma cosa, en indagar cómo es la mente de otra persona. Freud se hizo las mismas preguntas que Oscar Wilde o Dostoievski. En ese período, el mundo se preguntaba: "¿Qué es la mente humana?, ¿qué significa tener un padre?, ¿qué significa tener un niño?". Ese tipo de cuestionamientos también se encuentran en los románticos.

La mayoría de los escritores son recelosos de los analistas...

Sí, rivalizan porque hacen lo mismo. Ambos se ocupan de cavar el interior psíquico de la gente utilizando las palabras, y los escritores sienten que el punto de vista psicoanalítico es demasiado estrecho. Mientras que un escritor explora la historia, la política y el contexto social del mundo, el analista sólo enfoca en las relaciones familiares. Además, la meta del análisis es el fin de análisis... Los escritores sólo quieren hablar, decir algo, contar una historia. Es por eso que escribo. Bueno, escribo también para ganarme la vida, para mantener a mi familia y, desde luego, por placer.

¿Cree que podría haber escrito "Mi oído en tu corazón" sin atravesar años de diván?

Probablemente, no. No, porque es un libro basado en el psicoanálisis, sobre un punto de vista particular sobre las relaciones entre padres e hijos; pero no es sólo un punto de vista freudiano. Mi intención era explorar qué significa ser un padre, qué significa ser un hijo, y también deseaba leer los manuscritos de mi padre. Me interesaba la situación de los inmigrantes en Inglaterra, cómo un padre burócrata observa a su hijo convertirse en un "hippie" de izquierda. Me preguntaba sobre los barrios pobres de los suburbios, la infelicidad de mi padre, su fracaso al ver que soy un escritor reconocido. El se pasó la vida escribiendo y no consiguió publicar jamás. Supongo que hubiera odiado leer fragmentos de sus novelas publicados bajo mi nombre. El siempre creyó que era mejor escritor que yo y tuve que ayudar a creérselo porque no quería humillarlo.

¿Cuál es el lugar de Oriente en el discurso de Occidente?

Cambia todo el tiempo. Es una buena pregunta. Cambia constantemente pero, por supuesto, como vos decís, es un sitio donde se tejen fantasías alrededor de él, muchas fantasías... A los occidentales les interesa el asiático como figura cultural, buscan la mitología y el simbolismo hindúes. Una tontería. Muchos piensan que Oriente es una estructura reprimida y patriarcal, y que no hay libertad. Que nadie habla, que nadie tiene sexo, que todo el mundo es muy religioso. No ven que esa gente es muy similar a nosotros y desea las mismas cosas: quieren salud, educación, agua limpia, y los productos que consumen los norteamericanos. En suma, las mismas cosas que nosotros queremos, ¿no? Después del fin del comunismo, Oriente se volvió una gran fantasía para Occidente, y con los orientales sucede lo mismo.

¿Cuál es la fantasía sobre Occidente en Oriente?

Esta es una pregunta interesante también. La generación de mi padre estaba fascinada con los Estados Unidos. Mi padre, por ejemplo, leyó mucha literatura norteamericana, autores como Scott Fitzgerald, Hemingway... Eran los años cincuenta, el islam como ideología radical aún no se había formado y ellos soñaban con todo lo que Occidente ofrecía. Hoy puede sonar un poco raro, pero era sí... Los musulmanes de la India y Pakistán emigraron a los Estados Unidos y a Inglaterra porque deseaban un mejor nivel de vida para sus hijos. En esa generación había mucho más que hacer respecto a la cultura que ahora. Actualmente, en cambio, hay mucho que hacer respecto a la sexualidad y al consumismo. La diferencia está ahí, en esas áreas. Vas a Paquistán, y la gente dice: "¡Ay, por Dios, tienen sexo, todos toman drogas, las familias se vuelven locas, pero tienen autos grandes!".

¿Qué está escribiendo ahora?

Estoy escribiendo una novela sobre un asesino que para poder vivir con su crimen deviene en analista.

¿El padre del personaje será un paquistaní exiliado en los suburbios?

Todos tenemos un padre paquistaní.