7 de noviembre de 2008

Salman Rushdie: " El lenguaje de los escritores revela la verdad, el de los políticos está diseñado para ocultarla"

El 14 de febrero de 1989, un edicto religioso (fatwa) fue emitido por la máxima autoridad del gobierno de Irán, el ayatolá Ruhollah Jomeini (1902-1989). En él se acusaba al escritor indio Salman Rushdie (1947) de blasfemia y apostasía contra el islam, un pecado que se castiga con la muerte. La sentencia fue dictada a raíz de su novela "The satanic verses" (Los versos satánicos) que el escritor, radicado en Inglaterra desde 1961, había publicado en 1988. Durante más de diez años tuvo que vivir escondido, de manera que su trabajo literario fue acompañado de una campaña militante para sobrevivir y vivir como todo el mundo. Recién en 1998, cuando Gran Bretaña e Irán restablecieron relaciones diplomáticas, con el público compromiso iraní de no llevar adelante institucionalmente la condena, la amenaza se suavizó. Mientras tanto Rushdie siguió escribiendo y publicando una obra que comprende "Grimus", "Midnight's children" (Hijos de la medianoche), "Shame" (Vergüenza) y "The jaguar smile" (La sonrisa del jaguar), todas anteriores al edicto religioso, y las posteriores "Haroun and the sea of stories" (Harún y el mar de las historias), "Imaginary homelands. Essays and criticism" (Patrias imaginarias. Ensayos y crítica), "East, West" (Este, Oeste), "The moor's last sigh" (El último suspiro del moro), "The ground beneath her feet" (El suelo bajo sus pies), "Fury" (Furia), "Shalimar the clown" (Shalimar el payaso) y "The enchantress of Florence" (La bruja de Florencia). Si en un principio era leído por su condición de escritor perseguido, indudablemente, con el paso del tiempo, consiguió serlo por su literatura. El diario "Clarín" envió a su corresponsal en España, la periodista María Laura Avignolo, a entrevistar al escritor cuando se publicó en castellano su novela "El suelo bajo sus pies". La nota, llevada a cabo en el piso 29 de un hotel barcelonés, fue publicada en Buenos Aires el 13 de junio de 1999.¿Cómo fue que escribió ahora esta historia de amor?

Me sentí cada vez más interesado por esta cuestión del amor. Seguramente influye que estoy feliz y enamorado.

¿Cuánto de autobiográfico hay en Rai, el personaje central?

El tiene algunos de mis pensamientos en su cabeza pero también es un personaje. Lo que me gusta de él es que en otras cuestiones no es como yo. Rai es el personaje más interesante del libro porque llega a cambiar.

Su libro transcurre en Bombay pero sus recursos recuerdan los de Gabriel García Márquez para recrear Aracataca. ¿Muchos de sus personajes son tan reales como su historia?

Ciertamente, mi visión esta ahí. En el caso de Bombay, hoy día ya queda muy poco. Ha cambiado muchísimo. Se trata más bien del retrato de lo que fue. El Bombay de entonces es la ciudad anterior a toda destrucción. Con respecto a García Márquez, todo el mundo me señala la semejanza, desde la aparición de mi primera novela, "Hijos de la medianoche", pero yo no sé hasta qué punto es cierta. Según mi punto de vista, él es un muy buen escritor. Trata de reflejar su realidad y yo trato de reflejar la mía.

¿Por qué una novela basada en el rock en el final del siglo XX?

Primero, porque estamos al final del siglo en que esta música ha llegado a todos los rincones. También porque no quería escribir sobre política sino sobre lo que ocurría en la calle a mediados de este siglo, en el Este y en el Oeste, y sobre la música que estaba al alcance por entonces. Además, es la música de mi generación, en cierta medida.

¿El rock es el único de todos los sueños revolucionarios que sobrevivió?

Supongo que sí, pero tampoco es el mismo rock de antes. Hoy es menos revolucionario, ha pasado a ser un gran negocio.

¿Se podía ser rockero en la India de sus años juveniles?

Eso es lo que digo: el rock llegó a todos lados. Unos días atrás estuve conversando con unos periodistas que, estando en China, les preguntaron a algunos sobre la música occidental. Y los chinos respondieron que en los años '50 escuchaban a Mozart y Beethoven pero entendían mejor a Elvis Presley. Realmente es muy llamativo que hace un tiempo apenas, en China no existieran medios de comunicación masivos y globalizados. El rock se convirtió en lo masivo por excelencia.

¿Usted toca algún instrumento o quiso ser cantante?

Me encantaría cantar si supiera. De chico me enseñaron piano y cítara. Ahora lamento haber frenado mis estudios. La cítara es muy difícil y si no continúas las prácticas, se convierte en algo imposible. Además la cítara está hecha de un zapallo. La que yo tenía se la comieron pequeños animalitos. Había un ratoncito en la casa y acabó con mi cítara. Es culpa del ratón, nunca lo volví a intentar.

Esta novela sobre el mundo del rock parece tan lejana de la cuestión religiosa que desató hace una década "Los versos satánicos".

No, no es tan así, porque "Los versos satánicos" ni siquiera se refiere a la religión, que aparece de un modo muy subsidiario. En "El suelo bajo sus pies" la religión está ahí, en cada uno de los personajes. Rai es muy escéptico. Vina, el personaje femenino, toma todas las cosas como vienen. Ella sigue siempre las últimas tendencias. Cree en todo.

En esta novela usted despliega una fascinación por México.

La simple razón de que incorporara a México es que yo necesitaba un lugar para un terremoto que no fuera parte de la vida cotidiana de mis personajes, lejos de donde ellos vivían. Yo estuve invitado a vivir en una villa mexicana, con amigos, y desafortunadamente, en mi libro decidí destruir la villa. No fue muy cortés porque en ese momento yo me encontraba en esa casa. Destruí una buena parte de la costa del Pacífico mexicana, que continúa con vida y en perfectas condiciones. La pura verdad es que visité México dos veces, pero especialmente lo elegí porque no quería poner ese terremoto con mis personajes en Nueva York.

En la novela aparecen unos guitarristas muy al estilo cuchillero argentino. ¿Cómo es eso?

¡Já, já, já! Soy fanático de la Argentina desde que empecé a leer a Borges, cuando era muy chico. Como usted sabe, los cuchilleros eran una pasión de Borges. Yo nunca lo conocí personalmente pero su influencia durante mi juventud fue enorme. Borges fue el primero que me ayudó a descubrir la literatura y, en este libro, él es muy importante en diferentes formas. A partir de él es que escribí acerca de los universos paralelos.

En su novela, usted mata a Vina el mismo día en que a usted le dictaron la "fatwa".

No fue tanto el hecho de matar a Vina sino cómo tomé la decisión de que la novela comenzara ese día. La fecha está puesta en la primera frase porque perdí mucho en estos diez años y quería que me devolvieran ese tiempo.

Sin embargo, fue la "fatwa", más que sus libros, lo que lo hizo más famoso. ¿No corre el riesgo de haberse convertido más que en un novelista en un escritor testimonial a causa de la "fatwa"?

¿Por qué es necesario ser un escritor testimonial?

Muchos no han leído sus libros, ni siquiera "Los versos...", y sin embargo, lo conocen.

"Los Versos..." son una novela, no un libro autobiográfico. Es cierto que mi escritura pudo haber sido oscurecida por el escándalo, pero a mí lo que me interesa es hablar de literatura. La forma en que yo escribía y cómo me comportaba fue inventada por otra gente y todo eso cayó sobre mí. Lo cierto es que ése no era yo; éste soy yo. Para descubrir quién soy la respuesta está en mis libros, incluidos "Los versos...", que no es un relato testimonial sino una novela. Y para muchos, una buena novela.

¿Usted cree que el haber estado escondido durante tantos años modificó su estilo literario?

Hubiera pasado aún si no hubiera estado escondido. "Escondido" es una palabra que siempre odié porque tiene la clase de atmósfera, la identificación con ser una víctima. No es bueno ser una víctima; no es un rol que yo quiero. Y lo rechazo. No estuve escondido durante estos diez años: la gente que me quería ver me podía ver. Lo que hacía era algo mucho más visible que esconderme. Estaba haciendo una campaña política muy difícil, que me obligaba a viajar a todo el mundo, encontrarme con cancilleres y políticos. Tuve que convertirme en alguien que hacía una campaña política, además de seguir siendo escritor. Y fue muy difícil porque el lenguaje de los políticos no es el mismo que empleamos los escritores. El lenguaje de los escritores revela la verdad y el lenguaje de los políticos está diseñado para ocultarla. Y si lo hice fue para pelear por algo más que por mi propio libro; lo hice como una forma de defender todo tipo de libertades.

Durante todo este período, ¿usted perdió amigos, perdió amores?

No, gané muchos amigos. Fue extraordinario: muchísima gente se acercó, incluso gente que no había sido muy próxima antes se volvió amiga. Mi matrimonio se acabó rápidamente después que comenzaron los problemas, pero estaba bastante destruido antes de ese momento.

Pero usted se volvió a enamorar y tiene un hijo. ¿Le cambió la vida y su estilo de escribir?

¡Já, já! Todos notaron que me casé. La verdad es que me casé dos años atrás, pero estuvimos juntos durante más de nueve años. Cuando escribí los últimos tres libros, la situación ya era la misma. Me casé porque es increíble las cosas que un niño puede provocar: por ejemplo, que me haya casado. Soy un hombre afortunado en mi vida personal. Y en cuanto a mi estilo, no sé realmente qué pasó. Creo que es más fácil que lo digan los lectores. A veces uno escribe libros muy negros cuando está feliz o libros muy felices cuando está muy deprimido. No hay ningún vínculo evidente. Pero tengo una mejor opinión del amor como resultado de lo que viví en los últimos ocho años.

¿Qué credibilidad tiene para usted la palabra oficial proveniente de Irán? ¿Cree que la "fatwa" continúa existiendo o usted decidió pelearla públicamente e ignorar el edicto?

El compromiso es completamente real; no hay un sólo cuestionamiento que no sea real. Que fue una amenaza concreta y tangible no sólo es mi opinión sino la de los servicios de inteligencia británicos. Mi visión es que la respuesta a la "fatwa" es continuar con lo que yo hago. No soy político y no puedo resolver las cuestiones políticas. Esto debe ser resuelto por los políticos. Pero como usted sabe, se han hecho progresos en ese frente. Lo que yo creo que puedo hacer es mostrar que no he sido destruido, y lo muestro simplemente escribiendo libros. Escribir la clase de libros que yo quiero escribir, antes que libros que sean una respuesta a esta cuestión política. Lo que me frustra es que mi escritura estuvo durante mucho tiempo basada en temas sobre los que nadie me preguntó. Ahora, afortunadamente, en este libro la atención ha vuelto a lo esencial y es un gran placer.

Cuando el gobierno británico y el gobierno iraní hicieron este acuerdo sobre la no aplicación del edicto, ¿cree que se trató meramente de un gesto simbólico para reanudar relaciones diplomáticas o que fue genuino?

No creo que ni el gobierno iraní ni nadie en Irán piense en la "fatwa". Ha sido una cuestión demasiado importante. Lo que creo que se ha abandonado es la política de patrocinar el terrorismo, que era la mayor amenaza. El problema es que el gobierno iraní no necesariamente controla todos los elementos en Irán; por lo tanto hay una amenaza de grupos marginales. Previamente la amenaza era directamente desde el gobierno, lo cual era una cuestión mucho más seria.

¿Cómo combate el miedo de vivir con esta amenaza?

El miedo no es algo en lo que piense demasiado. La gente tiene la idea de mí sentado en un rincón, temblando. Por suerte estoy demasiado ocupado para hacer eso. No es un tema de peso para mí.

¿Usted se siente un indio o un indio colonizado?

¡Já, já! Es una muy buena pregunta. No, no pienso como un indio colonizado. Hay dos millones de personas con ascendencia india viviendo en Inglaterra. Habría que preguntarles a ellas si se sienten colonizadas.

¿Cuál es la India que extraña: la India real o la que usted recreó míticamente tras muchos años de vivir en el extranjero?

Crecí en India. No creo en una India mítica. Es un país que conozco muy bien.

¿Aún después de tantos años fuera del país?

¿Les preguntó esto a otros escritores exiliados? La figura del escritor exiliado no es nueva. Déme la chance de creer que sé de lo que estoy escribiendo. El fenómeno de las migraciones no es nuevo; se trata de gente que mantiene conexión con dos lugares. No se trata de vivir en un mundo de fantasía, sino de ser contemporáneo.

¿Ha pensado en regresar?

No me voy a mudar a la India. No tuve un plan para hacerlo antes ni tampoco ahora. Lo bueno es poder renovar la conexión con la India y que tengo una visa por cinco años estampada en mi pasaporte. Me encantaría ir privadamente. Pero creo que el primer viaje posiblemente no va a poder ser privado, porque hay demasiada gente interesada en esta cuestión.

Usted ha tenido un perfil muy alto en la polémica de los intelectuales europeos en torno del ataque de la OTAN a Yugoslavia. ¿Cuáles son las batallas de hoy para un intelectual?

Las auténticas y verdaderas batallas son el diálogo que el escritor tiene consigo mismo y no con los de afuera. Son las más importantes y lo que concentra mi atención. Pero no quiero hablar por los escritores en general. Otra cuestión es introducirse en los debates políticos, a los que siempre están invitados los intelectuales. Alguna gente lo va a hacer, otros no. Mi tendencia es siempre involucrarme. Hay muchos escritores a los que admiro y respeto, a quienes eso no les cuadra pero debe ser aceptado. En mis viajes por Europa, en cada país en el que he estado asistí a algún debate sobre si los escritores e intelectuales deben decir más de lo que ya han dicho sobre la guerra de Yugoslavia. Pero no se puede forzar a la gente a tener una visión sobre cada cosa.

¿Cree que en Yugoslavia ha habido "una guerra humana", con un bando de los buenos y otro de los malos?

Nada es tan simple como eso. A mi juicio, la gran cuestión en Kosovo es que cuando nosotros descubramos lo que ha pasado, vamos a darnos cuenta de que fue un genocidio masivo, en una escala aún mayor. Lo que ha pasado es peor de lo que Milosevic hizo en Croacia y Bosnia. Quienes han criticado los ataques de la OTAN van a sentirse muy estúpidos cuando encuentren 200.000 personas masacradas en tumbas masivas. La primera pregunta que deben responderme es dónde están los varones desaparecidos. El número aproximado es 200.000, pero posiblemente sea mayor. Hay un millón de desplazados y 200.000 desaparecidos. Para mí ésa es la cuestión, no si una bomba cae o no en el objetivo. Estamos mirando el lado equivocado. Por un lado, las acciones de la OTAN fueron muy criticadas por no haber conseguido rápidamente sus objetivos y yo posiblemente critique todo este tipo de cuestiones. Pero el hecho simple es que usted tiene del otro lado una inimaginable matanza. Muchos de mis amigos critican a la OTAN. Regis Debray o Harold Pinter critican. En este caso, no creo que la izquierda se haya distinguido con sus críticas.

¿Cree que esta opinión contraria ha estado motivada por el desconocimiento de lo que ocurre en Kosovo?

No, es por el mito antiestadounidense. Si lo hacen los estadounidenses, tiene que ser equivocado. Pero cuando Estados Unidos no intervino en Bosnia, fue una equivocación.

¿Supone que esta "guerra humana", liderada por la generación del rock, puede ser más justa?

¡Por favor! Uno no le puede echar la culpa al rock por Clinton y Blair. No es una cuestión de idealizar a Clinton ni a Blair. Dios sabe que yo no quiero hacer eso. El problema de la Serbia de Milosevic es que destroza los principios. Es muy sorprendente que ante todas estas tumbas masivas la gente diga que no se debe actuar. Además, las demandas del Grupo de los 8 son muy sospechosas y dejan a Milosevic en el poder. Como usted sabe, Milosevic está acusado de crímenes de guerra. Yo creo que la paz va a ser más criticada que la guerra.

Sin embargo, también resulta inconcebible que apenas unos años atrás Milosevic, Saddam Hussein y Pinochet fueran aliados de los estadounidenses.

Pinochet también era un aliado de los británicos. Pero no voy a hacerme responsable de las acciones políticas de Margaret Thatcher.

¿Usted ve la globalización como beneficiosa o perjudicial para las distintas culturas?

Se trata de un fenómeno colosal, que va a crecer antes que reducirse. Entiendo que hay áreas de gran preocupación. Cuando los franceses se quejan de que los cines de Champs Elysées son propiedad de un estudio de Hollywood, uno entiende por qué están enojados. Cuando las cadenas de servicios estadounidenses se apropian de las avenidas de cada país, hay otro argumento también. Esto es indudable. Pero creo en la globalización como una fuerza contra el fanatismo. Cuando el mundo se vuelve interdependiente, es cada vez más duro y difícil imponer una idea de pureza cultural. Posiciones como la del ayatolá Jomeini o la de la supremacía racial se vuelven imposibles. Pero no voy a tomar una posición a favor o en contra. Soy producto de una mezcla de culturas. Vengo del Este y, antes de llegar, ya había sido afectado por la cultura occidental. Esta mezcla que está dentro de mí por supuesto que a veces es problemática. La mayoría de la gente tiene la oportunidad de estar dentro y fuera de más de un país a lo largo de su vida.

¿Usted cree que hay un gran malentendido entre Este y Oeste?

Históricamente existe y continúa existiendo en gran medida. El conocimiento de los estadounidenses sobre el Oriente da miedo. Yo me sentía igual de mal en Inglaterra en los '60. Lo que los ingleses conocían de la India era una caricatura. Algunos prejuicios venían de la época colonial y otros de los '60 y el misticismo que rodeó a esta época. Esos prejuicios han cambiado por la sustancial presencia de gente de esa parte del mundo en Gran Bretaña. Pero en Estados Unidos todavía continúa este abismo cultural con respecto al Este.

Hablemos, por último, de su origen. ¿Cree que el actual conflicto entre la India y Pakistán por Cachemira puede finalizar en una guerra nuclear?

Probablemente esta vez no. Pero han peleado varias guerras por esta región. Mis raíces familiares están en Cachemira, por eso mi piel es blanca. La familia de mi madre es de Cachemira y mi padre también. Tengo serias preocupaciones por la cuestión. Creo que la existencia del arsenal nuclear lo convierte en uno de los lugares más peligrosos del mundo. La cuestión es si ambas partes van a aceptar una intervención internacional. La India ya la ha rechazado. Pakistán siempre quiso mantener a Cachemira como un gran asunto, pero no enteramente por virtuosas razones. El país es grande y su ejército es enorme y muy poderoso. Para poder justificarlo necesita una buena razón. Lo único que quiere Cachemira es un cierto grado de autonomía. Lo que ellos quieren es tener su propio estilo de vida, sin intervención de ninguno de los dos países. Lo que tenemos que ver es cómo hacerlo posible. Ellos ahora están esperando la división. Por el momento tenemos dos gobiernos muy débiles. Uno, el indio, que es de transición, y el otro, que es un gobierno con una economía en bancarrota y demasiadas denuncias de corrupción. Esto es lo que nos debe preocupar, pero yo creo que por el momento no vamos a ver una guerra nuclear.