7 de octubre de 2009

Eduardo Galeano: "A los dueños del poder no les interesa que seamos capaces de recuperar la totalidad de este mundo mutilado"

Eduardo Galeano (1940) nació en Montevideo, Uruguay. Allí se inició muy temprano en el oficio periodístico, publicando dibujos en el semanario "El Sol". En su ciudad natal publicó también sus primeros artículos y libros, fue jefe de redacción del semanario "Marcha" y director del diario "Epoca". Durante los años de la dictadura militar uruguaya, estuvo exiliado en la Argentina -donde fundó y dirigió la revista "Crisis"- y en la costa catalana de España. A principios de 1985 regresó a Montevideo, donde actualmente vive. Es autor de cerca de cuarenta libros, muchos de ellos traducidos a numerosas lenguas, entre ellos "Los días siguientes", "Los fantasmas del día del león y otros relatos", "Las venas abiertas de América Latina", "Vagamundo", "La canción de nosotros", "Días y noches de amor y de guerra", "La piedra arde", "Memoria del fuego", "Aventuras de los jóvenes dioses", "El descubrimiento de América que todavía no fue y otros escritos", "El tigre azul y otros artículos", "El libro de los abrazos", "Las palabras andantes", "El fútbol a sol y sombra", "Patas arriba. Escuela del mundo al revés" y "Bocas del tiempo". A lo largo de su obra, Galeano a mezclado con pericia distintos géneros literarios, haciendo confluir la narración y el ensayo, la poesía y la crónica, ofreciendo una síntesis de la realidad y su memoria. En el nº 238 de la revista "Ñ" del 19 de abril de 2008, el escritor uruguayo habló con Marta Platia, unos días antes de viajar a Europa para la presentación de "Espejos. Una historia casi universal", su -por el momento- última obra.Háblenos de "Espejos", su última obra.
El "Siglo del viento" es el último de una trilogía que quiso abarcar la historia de América, "Memoria del Fuego", en tres tomos. Este proyecto -"Espejos"- es más ambicioso porque se refiere al mundo. Y en un solo tomo, por lo cual la necesidad de contar mucho en poco espacio se multiplicó. A mí me produce un placer enorme ver el Universo por el ojo de la cerradura. O sea: aproximarme a la grandeza y el misterio del mundo desde las cosas chiquitas y cotidianas. Lo había hecho con América y estaba, desde hacía años, trabajando la posibilidad de hacerlo con el mundo entero. Un proyecto loquísimo, un delirio. Una cosa absolutamente imposible. Y bueno, eso se fue madurando en mí, porque los libros van creciendo dentro de uno aunque uno no quiera.

¿Tuvo algo que ver su enfermedad en ese proceso?

Sí, mucho. Me enfermé gravemente, tuve un cáncer... Pero ya ves, hierba mala nunca muere y estoy aquí charlando con vos tan campante. No pasó nada. Pero lo que pasó me tuvo fuera de circulación durante bastante tiempo. Un latifundio de tiempo. Nunca había tenido tanto tiempo para escribir. Y ahí fue que pude realizar este proyecto.

¿Cuánto tiempo estuvo fuera de circulación?

La operación, la quimioterapia, la recuperación y todo lo demás, como un año. Fue una desgracia que se convirtió en suerte, como ocurre, ¿no?, que la desdicha y la alegría se tocan. Entonces algo que nació de un infortunio, me abrió a mí las puertas de un libro que quiero mucho porque siento que pude no abarcar la historia de la Humanidad ni muchísimo menos, porque tampoco me lo propuse, sino ser capaz de contar algunas cosas que ocurrieron y que no son conocidas. Desde el punto de vista de los que no salieron en la foto. Desde el punto de vista de las mujeres, de los negros, de los indios, de los del Sur del mundo, de los chinos, de los árabes.

En una parte los nombra a todos como el diablo: el diablo es mujer, es negro, es indio, es gitano, es extranjero...

Sí, son demonizados. Hay una demonización de todo lo que a los amos del mundo no les conviene que se recuerde porque es una memoria viva que nos está diciendo que el mundo es mucho más que lo que parece, porque ha sido mutilado por la ceguera que el poder impone. Que en realidad el arco iris terrestre es infinitamente más bello y colorido que el arco iris del cielo. Y que estamos ciegos de él, porque a los dueños del poder no les interesa que seamos capaces de recuperar la totalidad de ese mundo mutilado.

Arranca con la Humanidad que nace en Africa, y termina con estos seres humanos que están destruyendo Irak... ¿Es un arco de evolución o de involución?

Es que la vida viene muy mezclada ¿no? Están todas las barajas. El nacimiento y la muerte son en el fondo dos nombres de la misma cosa. La vida es una contradicción incesante. Irak es el escenario de un exterminio escandaloso. Esto que están haciendo, esta guerra que ha implicado la destrucción de un país donde alguna vez ocurrió el nacimiento de la civilización.

Usted nombra su escritura y cita una tablilla que dice "somos polvo y nada / todo cuanto hacemos no es más que viento". Una tablilla que habría sido destruida...

Sí, lo que pasa es que fueron destruidas por los bombardeos, los robos, los saqueos. Mataron no solamente vidas humanas, sino también tesoros de la civilización muy importantes. En esa tierra hoy arrasada por una guerra más criminal que todas la guerras, porque nació de una mentira y mintiendo sigue, en ese lugar, nació el primer poema de amor de la historia humana. Que fue escrito en una de esas tablillas de barro y contó la historia de la noche de amor de un pastor y una diosa. La diosa inmortal y el pastor mortal. Pero los dos fueron inmortales mientras duró esa noche. Y ese poema de amor fundó la literatura del amor en la historia de la humanidad. Y nació en el mismo lugar donde ahora está ocurriendo esta infamia cotidiana, este horror espantoso a cargo de un sistema que está convirtiendo al mundo en un matadero y en un manicomio.

Walter Benjamin hablaba del ángel de la historia basándose en un dibujo de Paul Klee, y decía que el ángel de la historia volaba sobre los escombros tratando de rearmar los pedacitos para contar la historia de los que no fueron contados... ¿Se considera una especie de ángel de la historia?

En la versión del dibujo que Klee le regaló a Benjamin, el ángel está obligado a mirar hacia adelante. El viento de la historia lo empuja hacia adelante y es incapaz de mirar hacia atrás. Por eso Benjamin tenía mucho miedo de que los horrores de la historia pudieran repetirse. Porque si uno no es capaz de mirar hacia atrás, no aprenderá nunca a no tropezar con las mismas piedras. Pero en realidad la historia no se repite. La historia no tiene marcha atrás.

¿Qué marcas dejó el exilio en su vida y su literatura?

Para mí fue una muy buena experiencia. Nacida de una desgracia como esta enfermedad que al fin y al cabo desembocó en el libro. El exilio, también nacido de una penitencia, se convirtió en algo muy fecundo para mí. Me abrió muchos espacios. Me hizo conocer otros horizontes, me despejó mucho la mirada. A veces es bueno salir de la vida cotidiana y de las urgencias para poder ver el bosque en su totalidad. Tomar cierta distancia. Eso decía Paulo Freire. Para mirar de cerca hay que alejarse, decía. Y el exilio da esa perspectiva de distancia que cuando uno está metido en el baile de la realidad cotidiana de tu país no se tiene. Lo cual no quiere decir que yo en el exilio me haya dedicado a hacer una vida de hombre sentado. Actué, milité y escribí. "Memoria del Fuego" la escribí gracias al exilio al que me condenaron los militares.

¿La escribió en Barcelona?

Sí, en las afueras de Barcelona los dos primeros tomos. El último lo terminé acá, en Uruguay. El exilio nunca es un acto voluntario. Nunca. El exilio político en cierta forma está limitado a una minoría militante. Pero el exilio económico, que hoy castiga a millones de personas que deambulan por el mundo golpeando puertas, buscando casas, queriendo tierra, trabajo, no es un exilio voluntario. Se van empujados. Cuando el exilio ocurría al revés, o sea, cuando era el Norte del mundo el que derramaba población sobre el Sur, era la civilización que avanzaba sobre la barbarie sembrando a su paso cultura y felicidad. Pero cuando se da a la inversa y es el Sur el que invade el Norte con todas estas legiones de desesperados, resulta que es la barbarie al asalto de la civilización. Entonces surgen estos brotes racistas horrendos.

Ahora que somos nosotros los que necesitamos ir, hay muros, hay visas...

Los muros son símbolos de nuestro tiempo. El símbolo de este mundo en crisis. Jodido. Organizado contra la mayoría de la gente y contra sí mismo, porque estamos arruinando el planeta, la casa donde vivimos. Es un mundo cuyo símbolo perfecto es el muro. En primer lugar, los muros que en las ciudades están separando a los que tienen de los que necesitan. Al otro lado de los muros está la realidad de los demás.

Estamos los de afuera...

Los de afuera. Hay una minoría parapetada detrás de los muros para la cual la realidad es una amenaza. Pero esa realidad es la que sus propios privilegios generan. Ellos crean una sociedad injusta, y después se refugian en estas islas de felicidad artificial. Yo me crié escuchando sobre el muro de la infamia, de la vergüenza, que era el Muro de Berlín. Que ahora, visto a la distancia, queda ridículamente corto y bajo si se compara con otros muros de los que rara vez se habla. Por ejemplo el muro que Marruecos construyó que es infinitamente más largo que el de Berlín, dicen que casi tan largo como la Muralla China. Marruecos lo construyó para perpetuar su ocupación de las tierras saharauís. Tampoco se habla tanto del muro de Cisjordania, que Israel está construyendo para perpetuar su ocupación de las tierras palestinas. Tijuana: empezó siendo un murito pero ahora ya está siendo y creciendo hasta convertirse en el que probablemente será el muro más alto y más largo de la historia, y que los Estados Unidos construyen para impedir el paso de las personas en la frontera con México.

Y están las alambradas de Melilla y Ceuta...

Sí, los muros españoles para evitar la inmigración, que están sumándose a la lista de muros del mundo de hoy, que celebra el paso del dinero y de las mercancías, pero impide el de las personas.

Voy a pedirle que se recuerde a usted mismo en tres momentos: en China, escuchando a Mao; entrevistando a Pu-Yi, el último emperador, en 1963; y en Cuba en el '64, hablando con el Che Guevara. Tres imágenes de esa etapa de su vida en la que tenía veintitantos años.

En "Espejos" algo puse sobre el emperador... Y Mao me impresionó mucho. Estuve en China muy jovencito. Nunca había salido de acá. Había ido a Buenos Aires una vez y nada más. Y Carlos Quijano, del semanario "Marcha", donde yo trabajaba desde que era chico, me mandó a China... Era un salto. Estuve en China dos meses, y después en la Unión Soviética. En la entrevista con el emperador -el personaje de Bertolucci que yo conocí en persona- el intérprete era uno de estos traductores reciclados que habían pasado del ruso al castellano en poco tiempo, cuando las cosas comenzaron a ir mal con los rusos. Entonces al emperador, que era un oportunista, que había estado primero al servicio de los ingleses y después de los japoneses y se había hecho súbitamente marxista-leninista cuando los comunistas tomaron el poder, cuando le pregunté si él era miembro del partido, me dijo que no. Entonces le pregunté si le gustaría serlo y el intérprete dijo: "Dice que para él sería un grande horno" en vez de "un gran honor". Pero el intérprete no era Freud, ¡já, já, já! De Mao lo que me impresionó fue verlo saludar a su propia estatua. En el desfile de la Revolución de Octubre yo estaba con los invitados extranjeros y lo vi de cerca, en acción. El saludaba con la mano a una estatua enorme, de muchos metros de alto que desfilaba en un carro con la mano igualmente alzada. Mao saludaba a Mao que desfilaba ante sus ojos. Era una escena reveladora del poder unipersonal y de la concentración de ese poder. El encuentro con el Che fue una suerte. La entrevista en principio debía ser de quince minutos, pero terminó siendo de tres horas. El Che me dio para publicar en "Marcha", un texto que resultó fundamental después. Era "El socialismo y el hombre en Cuba" que es el texto más importante para entender el pensamiento del Che.

¿Hacia dónde cree que va Latinoamérica? ¿Cómo evalúa este momento?

Lo que me parece más importante es una energía de cambio que está expresándose desde abajo hacia arriba. Ayer, por ejemplo, recibí una carta muy linda desde Ecuador, de la gente que está trabajando en el nuevo proyecto de Constitución. Y están terminando de redondear la idea de incluir por primera vez en la historia los derechos de la Naturaleza. Cosa que hasta ahora a nadie se le había ocurrido.

¿Qué es la muerte para usted?

Depende de la hora del día. A veces me angustia. A veces le tengo miedo. A veces me resulta indiferente, y otras veces, las más frecuentes, creo que la muerte y el nacimiento son hermanos. Que la muerte ocurre para que el nacimiento sea posible. Y que hay nacimientos para confirmar que la muerte nunca mata del todo.

¿Le temió a la muerte en el momento de su enfermedad?

No. Ya habíamos tenido otros encuentros. Estamos acostumbrados, somos íntimos.