10 de julio de 2022

Rufianes, prostitutas y tahúres, los personajes de Francis Bret Harte

Francis Bret Harte nació en Albany, estado de Nueva York, el 25 de agosto de 1836. Delicado de salud desde los seis hasta los diez años, pasaba largas horas leyendo en la biblioteca de su padre, un maestro de escuela, quien le fomentó este interés por la literatura. “Autumn musings” (Reflexiones de otoño), su primer poema, lo escribió cuando tenía once años y fue publicado en el “New York Sunday Atlas”.
Siendo muy joven, trabajó de pasante con un abogado y como empleado contable en una firma comercial. Apenas cumplidos los dieciséis años, viajó a California, donde trabajó de pintor, se hizo maestro de escuela y finalmente consiguió un empleo como secretario de la Subdivisión de la Casa de la Moneda de Estados Unidos en San Francisco, un cargo que ocuparía hasta 1870.
Por aquellos años comenzó también a publicar narraciones y poemas en varias revistas con el nombre de Bret Harte, teniendo como tema central el problema de las minorías indias, chinas y mejicanas que trabajaban en el tendido de las vías del ferrocarril y en particular la influencia que la civilización del hombre blanco estaba teniendo en el Lejano Oeste. Buscavidas, hombres y mujeres de honor, rufianes, prostitutas, tahúres, tramposos: todos ellos conformaban el paisaje de aquella legendaria región norteamericana que Bret Harte supo ver y describir con un sentido de la ironía verdaderamente sobresaliente.
Hacia 1868, con la publicación de parodias de novelas populares en “The Californian”, la revista literaria que había fundado cuatro años antes junto al autor y periodista estadounidense Charles Henry Webb (1834-1905), consiguió una enorme fama local y fue nombrado director de una nueva revista, “The Overland Monthly”. Allí apareció publicado su poema satírico “Plain language from Truthful James” (El lenguaje claro de Truthful James), obra más conocida por su título alternativo “The heathen chinee” (El chino pagano) que sería reimpresa sucesivamente en otros periódicos y revistas, incluyendo “New York Evening Post”, “New York Tribune” y “Saturday Evening Post”. Pronto, su reputación se extendió rápidamente por todo el continente.


Así, se sucedieron las ediciones de “The outcasts of Poker Flat” (Los desterrados de Poker Flat, 1869), “The luck of Roaring Camp” (La suerte de Roaring Camp, 1870), “Mrs. Skaggs' husbands” (Los maridos de la señora Skaggs, 1873), “Tales of the Argonauts” (Cuentos de los Argonautas, 1875), “Tennessee's partner” (El socio de Tennessee, 1876), “Two men of Sandy Bar” (Dos hombres de Sandy Bar, 1876) y “The twins of Table Mountain” (Los hermanos de Table Mountain, 1879), por nombrar algunos, en los que describió de un modo muy personal la fascinante aventura de los buscadores de oro californianos en la segunda mitad del siglo XIX y la lucha por la supervivencia en las ciudades sin ley que florecieron durante aquellos años.
En 1878 aceptó un puesto de agente consular de Estados Unidos en Crefeld, Alemania, para -dos años más tarde- trasladarse a Glasgow, y eventualmente fijar su residencia en Londres, donde continuó escribiendo relatos e historias, siendo muy bien recibido en los círculos literarios. Allí publicó, entre otros, “In the Carquinez Woods” (En los bosques de Carquinez, 1883), “On the frontier” (En la frontera, 1884), “The heritage of Dedlow Marsh” (El patrimonio de Dedlow Marsh, 1889) y “Colonel Starbottle's client” (El cliente del coronel Starbottle, 1892).


De las decenas de cuentos que escribió (en alrededor de cuarenta libros), sin dudas sobresale “Los desterrados de Poker Flat”, que transcurre en un salón iluminado con lámparas de kerosén, con prostitutas, mesas de juego y tahúres, un cuento que Jorge Luis Borges (1899-1986) definió como una “patética obra maestra”. El prestigioso escritor argentino lo leyó cuando era un chico de doce años y aseguro “que me acompañará, bien lo sé, hasta el fin del camino: el blanco y negro naipe clavado por la firme navaja en el tronco del árbol monumental, sobre el cadáver de John Oakhurst, tahúr”.
Por su parte, el crítico literario inglés John Forster (1812-1876) afirmó que “el tal vez imperecedero cuento” contaba con “geniales rasgos de carácter, frescura del tema, descripciones magistrales, personajes rudos y selváticos pintados con completa y admirable verdad y una milagrosa realidad del conjunto”. También reivindicaron su obra los escritores del Reino Unido Andrew Lang (1844-1912) y Gilbert K. Chesterton (1874-1936).
El escritor irlandés Oscar Wilde (1854-1900), en ocasión de un viaje que realizó en 1882 a Estados Unidos invitado a brindar una conferencia sobre el renacimiento inglés en el Chickering Hall, un auditorio de conciertos en la ciudad de Nueva York, le escribió a su por entonces esposa una carta diciéndole: “Encontré a unos mineros, bribones de gruesas botas, camisas rojas y barbas amarillas, simpatiquísimos… Tengo la secreta convicción de que leen a Bret Harte a escondidas; por cierto, eran casi igual de verdaderos que sus personajes, e igual de simpáticos”.


Si bien ya en 1883 y en 1886 se habían publicado traducidas al español dos antologías de cuentos con los títulos de “Bocetos californianos” (en Barcelona) y “Croquis americanos” (en Valencia) respectivamente, fue a partir de la primera década del siglo XX, cuando se publicaron en Madrid “Devil's Ford” (El monte del diablo) y “Snowbound at eagle’s” (Bloqueados por la nieve), que la gran reputación de la que gozaba en su país natal pronto se extendiera a Europa.
En el prólogo de la primera obra citada se señalaba que “Bret Harte es uno de los literatos norteamericanos más estimados; el humorismo y la originalidad de sus relatos californianos muestran el delicioso vigor y la naturalidad del estilo de su asombroso autor”. Y en el prólogo de la segunda obra citada puede leerse: “La superioridad de Bret Harte sobre muchos escritores con quienes podría comparársele, estriba en la novedad de sus asuntos. Nos inicia en un mundo desconocido, pinta con enérgica verdad la era de las primeras inmigraciones, que hoy toca a su término, y que a pesar del desorden, la grosería y la violencia, tiene una poesía y una grandeza casi heroicas. Del asunto que más conmueve el ánimo mejor templado, de la lucha victoriosa del hombre contra la naturaleza, obtiene efectos inesperados de incomparable belleza”.
Visto por muchos críticos literarios como receptor de la influencia de Thomas Hardy (1840-1928) y Robert Louis Stevenson (1850-1894), y como precursor de Mark Twain (1835-1910) y William Sydney Porter, O. Henry, (1862-1910), Francis Bret Harte murió de cáncer de garganta en Camberley, un pueblo de Surrey, Inglaterra, el 6 de mayo de 1902.