Indudablemente, uno de los
intelectuales más influyentes en el pensamiento anticolonial a nivel mundial
fue Frantz Fanon (1925-1961), el psiquiatra y filósofo antillano francés que en
obras como “Peau noire, masques blancs” (Piel negra, máscaras blancas) y “Les damnés
de la Terre” (Los condenados de la tierra) habló sobre la psicopatología de la
colonización y las consecuencias humanas, sociales y culturales de la
descolonización. La gran heredera de sus luchas contra el racismo y el
colonialismo es su hija Mireille Fanon (1953), una jurista y activista
antirracista francesa que se desempeñó durante años como profesora de
Literatura y Didáctica en la Université Paris V René Descartes (Universidad
París V René Descartes) y de Derecho Internacional y Resolución de Conflictos
en la University of California, Berkeley (Universidad de California, Berkeley).
También ha trabajado en la UNESCO -United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization- (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y en la Assemblée Nationale (Asamblea Nacional), ambas con sede en París, Francia, entidades en las cuales centró sus tareas sobre los afrodescendientes. Actualmente organiza y difunde el legado de su padre a través de la Fondation Frantz Fanon (Fundación Frantz Fanon), un organismo que lucha a nivel global contra la lógica mortífera del capitalismo liberal, por la dignidad de los pueblos cuyas voces son proscritas cuando se movilizan por sus derechos inalienables, por el respeto de su cultura y por el fin del racismo institucional.
Incansable defensora de la justicia social, en 2020, frente al Conseil de l'Europe (Consejo de Europa) -un organismo internacional con sede en Estrasburgo destinado a promover la configuración de un espacio político y jurídico común en el continente europeo, sustentado sobre los valores de la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley- solicitó una nueva Declaración Universal de los Derechos Humanos, reformulada para que dejase de reflejar una definición eurocéntrica de los seres humanos. Además, como miembro de la junta directiva de la Union Juive Française Pour la Paix (Unión Judía Francesa por la Paz), expresó su solidaridad y su apoyo al Estado de Palestina.
Ya en 2024, pronunció un
discurso en la Winterskool oor Dekolonialiteit (Escuela de Invierno sobre
Decolonialidad), organizada por la Universiteit van KwaZulu-Natal (Universidad
de KwaZulu-Natal) en Durban, Sudáfrica; y luego hizo lo propio en el marco de
la Conferência da Diáspora Africana nas Américas (Conferencia de la Diáspora
Africana en las Américas), celebrada en Salvador de Bahía, Brasil. En ambas
intervenciones manifestó que -como decía su padre- cada generación debía
conocer su misión en un contexto de incertidumbre y debía tomar la decisión de
cumplirla o traicionarla. “Para mí -expresó- esto no es sólo una misión, es un
deber, una obligación ética, epistemológica y metafísica. No renunciar a la
solidaridad política internacional es una necesidad ineludible, es una forma de
preservar la dignidad de las personas que están siendo masacradas por
genocidios y crímenes contra la humanidad. Es un deber inexcusable, no es
negociable”.
También ha visitado en varias ocasiones distintos países de América Latina y, en el pasado mes de abril, ha recorrido la región patagónica de la Argentina con el objetivo de conocer la realidad del pueblo mapuche y elaborar un informe sobre las situaciones que actualmente se viven en Neuquén, Rio Negro y Chubut, una actividad que ya había realizado en Chile cuando visitó distintas comunidades mapuches en el sur de ese país. En una conferencia brindada en la localidad rionegrina de El Bolsón, abordó el tema de la discriminación racial, la expulsión territorial y la criminalización que pesa sobre el pueblo mapuche. Para Mireille Fanon, la colonización fue el origen de los conflictos territoriales tanto en América como en Medio Oriente o en África. “Los colonizadores cometieron genocidio -manifestó-. Mirando la historia del sistema colonial en esas regiones, podemos decirlo. Eso no está en duda. Y el genocidio se mantiene no sólo en Palestina, en la República Democrática del Congo, en Yemen y en otros países de África, usando otros métodos para eliminar a gente que molesta. Aquí es con el pueblo mapuche”.
“El genocidio puede ser la matanza masiva, desproporcionada e intencional -señaló-, pero también es forzar de manera violenta a que la gente abandone su territorio. Esto que sucede con el pueblo mapuche se aplicó en Palestina durante la primera y segunda Intifada y hoy pasó a ser una masacre”. Y relacionó la ambición capitalista por el territorio y los recursos naturales: “En Palestina hay agua y gas, por eso se llega a la situación actual, como aquí con el pueblo mapuche donde se violan derechos elementales, porque negarles el agua es una manera de expulsarlos de sus tierras y de sus vidas”. Y agregó: “La voluntad de Occidente de expandir su modernidad no tiene límites, aunque haya una ONU que previene las guerras, preserva la paz y resguarda el respeto entre todos los Estados pequeños y grandes, hay algo común desde el inicio del proceso, por eso hay que volver a la historia de la colonización. Tenemos que entender que, en el mundo, el sistema colonial instaló la cuestión racial y no hay posibilidad de concretar el sistema capitalista sin racismo. A la inversa: tampoco puede existir racismo sin capitalismo”.
Y específicamente en cuanto a la situación del pueblo mapuche, consideró que no era consecuencia del genocidio perpetrado entre 1878 y 1885 por la llamada Conquista del Desierto o Campaña del Desierto llevada adelante por el Ejército Argentino bajo el mando del Teniente General Julio Argentino Roca (1843-1914): “Los pueblos indígenas, como los africanos y afrodescendientes, somos víctimas en todo caso de las consecuencias de la colonización iniciada en 1492. Esto se sistematizó y se radicalizó en el siglo XIX. Pero la doctrina de los descubrimientos trajo la esclavitud, así es como todo empezó. Los países lograron su independencia, pero los sistemas coloniales siguen intactos”.
En una entrevista a cargo de la periodista chilena Paula Huenchumil Jerez publicada en el sitio web “Interferencia” en noviembre de 2024, manifestó: “La colonización es algo que sigue con sus manifestaciones contemporáneas. Nos han enseñado que las 'grandes exploraciones' fueron un periodo floreciente, etc., porque fue el inicio del capitalismo, y el capitalismo está fundamentalmente basado en la deshumanización de parte de la humanidad. No podemos luchar contra el capitalismo sin luchar contra el racismo. Los países occidentales que promueven la modernidad eurocentrada son racistas, porque esta modernidad está basada en el racismo y el elitismo intelectual, que niega la existencia de otras culturas. A partir del momento en que niegas la existencia de otras culturas, eres un país racista. Y desafortunadamente, la izquierda también es responsable de no haber tomado esta cuestión en serio, de luchar contra el capitalismo sin luchar contra el racismo”.
El 2 de junio del corriente año, el diario “Página/12” publicó una conversación entre la jurista francesa y la periodista argentina Patricia Chaina. En ella expresó que “en los últimos años, hemos sido testigos del ascenso de figuras de extrema derecha en varios países. En cierto modo, debemos reconocer que este fenómeno es un reflejo de la desidia de las personas hacia la política y, en particular, hacia el futuro de sus países. No les importa. Esta apatía se ve alimentada por los grandes medios de comunicación, que deciden qué se puede pensar, leer o escribir. Controlan todo. Con ello, se borran las capacidades críticas de las personas; es uno de los objetivos del sistema. Es crucial que seamos conscientes de esto y denunciemos este lavado de cerebro, entendiendo que estas figuras populistas no surgen de la nada”.
Y añadió: “Observamos que el sistema financiero, de alguna manera, atraviesa un período de inestabilidad. Para este sistema, la única salida es organizar una guerra contra el pueblo, pero también anular la capacidad crítica y analítica de la población, ya que eso les permite manipular a su antojo. Esto es esencial para el sistema financiero y el liberalismo, que requieren esta falta de crítica para operar. Manipulan los números, juegan con las estadísticas y siembran la corrupción en ciertos países, utilizando instituciones como el FMI o el Banco Mundial y condicionando los acuerdos económicos. Se aprovechan de la arrogancia y el cinismo de aquellos que firman estos acuerdos. Aunque esto no es nuevo, ha alcanzado un nivel de paradoja, cinismo y arrogancia sin precedentes, dado que el sistema se siente amenazado y está visiblemente nervioso ante esta situación. Han aplicado todas las recetas posibles para despojar a los pueblos de su dignidad y criminalizarla. Esto representa un peligro para todos nosotros, especialmente para los activistas que se oponen a estas políticas. La necesidad de organizar una red de solidaridad internacional sólida es apremiante”.
El tramo final de la entrevista puede leerse a continuación.
En el contexto del actual
gobierno nacional alineado a la derecha internacional, ¿cómo evalúa el proceso
de reivindicación identitaria y territorial del pueblo mapuche en la Argentina?
El gobierno de Milei
continúa la política instalada desde el siglo XV, con picos trágicos en los
diferentes genocidios, acaparando tierras y saqueando recursos naturales. Estos
eventos atraviesan la historia de los pueblos indígenas, particularmente del
pueblo mapuche en Argentina y Chile. Pero esto pasó y sigue pasando en África.
Ese momento inaugura esta política fundada en el racismo y sostiene la guerra
institucionalizada y permanente contra los pueblos que molestan. Lo vemos hoy
contra las personas que resisten o denuncian políticas de explotación,
criminalización o represión, en todo el mundo. Si queremos lograr la
recuperación identitaria y territorial, nos desgastamos si lo hacemos cada uno
desde su lugar. Nos cansamos los unos y los otros, de preguntar, de pedir
reparación porque los crímenes contra la humanidad sean condenados por lo que
son, nos gastamos haciéndolo así, en forma aislada.
¿Qué sugiere entonces?
Me pregunto si quienes
compartimos esta historia trágica no deberíamos unir nuestras luchas. Pedir la
reparación, la reivindicación y la restitución del conjunto de los territorios
robados por los colonos, a los que hoy representa el Estado de los colonizadores.
Las luchas aisladas llevadas solo por los pueblos a los que esto les concierne,
considerando la topadora que es el sistema capitalista liberal y la
militarización que estos gobiernos usan actualmente, están destinadas de una
cierta manera al fracaso.
¿Cómo podría fortalecerse
la lucha por estos reclamos?
En un proceso de desigual
relación de fuerzas, si no cambiamos eso no llegaremos nunca a hacer escuchar
el derecho que nos concierne. Más que analizar individualmente las reivindicaciones
del pueblo mapuche, habría que pensar en algo a la vez local, pero también
internacional, global, junto con otros pueblos involucrados en estos procesos.
¿Por qué cree que la
justicia argentina, en general, desestima la voz del pueblo mapuche al aplicar
jurisprudencia sobre conflictos territoriales que los involucra o tergiversa,
engaña o miente al enunciar los casos que toman estado público?
Es que la relación de
fuerzas no está favor del pueblo mapuche. Cuando hay jurisprudencia que no se
respeta, no sirve la jurisprudencia. Es algo que olvidamos porque se
institucionaliza la represión. La voz del pueblo mapuche, la mayoría de las
veces es escuchada desde una posición que los subestima. El problema es que los
argentinos son, a propósito del pueblo mapuche, la mayoría y en el mejor de los
casos, paternalistas, pero desde una superioridad colonial. Caso contrario son
racistas. Entonces, ¿cómo un pueblo ancestral puede hacerse escuchar si la
supremacía blanca domina todos los niveles, sea jurídico o cultural? En los
mejores casos el mapuche se convierte en atracción turística y en los peores
casos en un pueblo a eliminar, criminalizar, encarcelar o matar. Esto es un
sociocidio, un etnocidio y es efectivamente un terricidio. Porque quien dice pueblo
mapuche dice tierras ancestrales, y son esas tierras las que interesan en lo
más alto a las transnacionales, al gobierno y a los latifundistas.
En El Bolsón, al explicar
que el problema tiene una raíz común y viene de la colonización, apuntó a la “cuestión
racial” instalada por el capitalismo para sostener su existencia. A la inversa
-sostuvo-, tampoco puede existir racismo sin capitalismo, y para confirmarlo
trajo a su padre a escena.
Fanon -quien era médico
psiquiatra-, trataba de hacer entender que en salud mental no es sólo necesario
tratar a la persona. Si no se trata el contexto social, la persona no va a
mejorar. Primero hay que entender cómo funciona el contexto político y social e
identificar los lugares disfuncionales.
¿Dónde se podrían identificar
hoy estos lugares disfuncionales?
En los diferentes tipos de
violencia que enfrentamos. En particular en la negación de la justicia. Le pasa
al pueblo mapuche, al palestino y a otros todavía colonizados. Hay que
identificar el tipo de alienación al que nos someten y no tener miedo a
intentar resistir a esa alienación. No tenemos nada que perder al resistir
porque el sistema intenta matarnos. Al pueblo mapuche, a la gente negra o
palestina, en todo el mundo, a la gente racializada, pobre, marginada. El
sistema busca tener gente que “no vale”, que desestima su propia existencia. Si
no ponemos sobre la mesa al genocidio, el sistema va a seguir usándolo para
controlarnos, para infundir miedo. Pero si lo ponemos sobre la mesa tenemos que
pedir reparación. Y para nosotros en la fundación Frantz Fanon, esto no
significa compensaciones monetarias individuales, sino un proceso decolonial
colectivo. La colonización quebró la percepción de alteridad, de un otro, de
intersubjetividad colectiva de la humanidad. Por eso la reparación busca
reconstruir ese sentido de humanidad y alteridad. Y aunque las autoridades
nieguen la aplicación de justicia, usar la justicia para que el derecho
positivista quede arrinconado y juguemos con lo que podamos torcer dentro del sistema
judicial para avanzar.
¿Estima posible que pueda
darse un Estado Plurinacional, pensando en procesos como el boliviano?
Del Estado Plurinacional
boliviano no conozco lo suficiente. Pero en el estado actual del capitalismo no
creo que se pueda hablar de un Estado Plurinacional porque la política
capitalista se funda en favorecer la dominación sobre otros pueblos. Lo
plurinacional no es compatible con el capitalismo. Si uno mira los acuerdos del
‘67 por Palestina, ve que hoy ni siquiera se plantea un Estado Palestino porque
la voluntad del Estado israelí es un genocidio al conjunto del pueblo
palestino, para eliminar el problema. En el estado actual del mundo con las
relaciones de fuerza que se están dibujando, con la fachización del mundo, me
pregunto qué quiere decir un Estado Plurinacional. Es una pregunta filosófica,
filopolítica. Aunque el capitalismo dejara de existir, un Estado Plurinacional
no sería el final de la dominación. Porque plurinacional es un hecho pensado
por los blancos dominantes, como “interculturalidad”. Integran mandatos que
enmascaran deseos coloniales de apropiación de procesos culturales de los
pueblos que resisten. Mi apuesta es al derecho de los pueblos de disponer de
ellos mismos. A su soberanía. Y a pensar juntos puede ser. A otra definición de
lo que podría ser la humanidad, el humano, en un marco de ruptura total con el
capitalismo y la modernidad eurocentrada. Así podríamos pensar una estructura
plurinacional, ontológica y epistemológica. Por ahora son inducciones
paradójicas del mundo blanco, con las cuales el mundo blanco sabe perfectamente
jugar.
También ha trabajado en la UNESCO -United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization- (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y en la Assemblée Nationale (Asamblea Nacional), ambas con sede en París, Francia, entidades en las cuales centró sus tareas sobre los afrodescendientes. Actualmente organiza y difunde el legado de su padre a través de la Fondation Frantz Fanon (Fundación Frantz Fanon), un organismo que lucha a nivel global contra la lógica mortífera del capitalismo liberal, por la dignidad de los pueblos cuyas voces son proscritas cuando se movilizan por sus derechos inalienables, por el respeto de su cultura y por el fin del racismo institucional.
Incansable defensora de la justicia social, en 2020, frente al Conseil de l'Europe (Consejo de Europa) -un organismo internacional con sede en Estrasburgo destinado a promover la configuración de un espacio político y jurídico común en el continente europeo, sustentado sobre los valores de la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley- solicitó una nueva Declaración Universal de los Derechos Humanos, reformulada para que dejase de reflejar una definición eurocéntrica de los seres humanos. Además, como miembro de la junta directiva de la Union Juive Française Pour la Paix (Unión Judía Francesa por la Paz), expresó su solidaridad y su apoyo al Estado de Palestina.
También ha visitado en varias ocasiones distintos países de América Latina y, en el pasado mes de abril, ha recorrido la región patagónica de la Argentina con el objetivo de conocer la realidad del pueblo mapuche y elaborar un informe sobre las situaciones que actualmente se viven en Neuquén, Rio Negro y Chubut, una actividad que ya había realizado en Chile cuando visitó distintas comunidades mapuches en el sur de ese país. En una conferencia brindada en la localidad rionegrina de El Bolsón, abordó el tema de la discriminación racial, la expulsión territorial y la criminalización que pesa sobre el pueblo mapuche. Para Mireille Fanon, la colonización fue el origen de los conflictos territoriales tanto en América como en Medio Oriente o en África. “Los colonizadores cometieron genocidio -manifestó-. Mirando la historia del sistema colonial en esas regiones, podemos decirlo. Eso no está en duda. Y el genocidio se mantiene no sólo en Palestina, en la República Democrática del Congo, en Yemen y en otros países de África, usando otros métodos para eliminar a gente que molesta. Aquí es con el pueblo mapuche”.
“El genocidio puede ser la matanza masiva, desproporcionada e intencional -señaló-, pero también es forzar de manera violenta a que la gente abandone su territorio. Esto que sucede con el pueblo mapuche se aplicó en Palestina durante la primera y segunda Intifada y hoy pasó a ser una masacre”. Y relacionó la ambición capitalista por el territorio y los recursos naturales: “En Palestina hay agua y gas, por eso se llega a la situación actual, como aquí con el pueblo mapuche donde se violan derechos elementales, porque negarles el agua es una manera de expulsarlos de sus tierras y de sus vidas”. Y agregó: “La voluntad de Occidente de expandir su modernidad no tiene límites, aunque haya una ONU que previene las guerras, preserva la paz y resguarda el respeto entre todos los Estados pequeños y grandes, hay algo común desde el inicio del proceso, por eso hay que volver a la historia de la colonización. Tenemos que entender que, en el mundo, el sistema colonial instaló la cuestión racial y no hay posibilidad de concretar el sistema capitalista sin racismo. A la inversa: tampoco puede existir racismo sin capitalismo”.
Y específicamente en cuanto a la situación del pueblo mapuche, consideró que no era consecuencia del genocidio perpetrado entre 1878 y 1885 por la llamada Conquista del Desierto o Campaña del Desierto llevada adelante por el Ejército Argentino bajo el mando del Teniente General Julio Argentino Roca (1843-1914): “Los pueblos indígenas, como los africanos y afrodescendientes, somos víctimas en todo caso de las consecuencias de la colonización iniciada en 1492. Esto se sistematizó y se radicalizó en el siglo XIX. Pero la doctrina de los descubrimientos trajo la esclavitud, así es como todo empezó. Los países lograron su independencia, pero los sistemas coloniales siguen intactos”.
En una entrevista a cargo de la periodista chilena Paula Huenchumil Jerez publicada en el sitio web “Interferencia” en noviembre de 2024, manifestó: “La colonización es algo que sigue con sus manifestaciones contemporáneas. Nos han enseñado que las 'grandes exploraciones' fueron un periodo floreciente, etc., porque fue el inicio del capitalismo, y el capitalismo está fundamentalmente basado en la deshumanización de parte de la humanidad. No podemos luchar contra el capitalismo sin luchar contra el racismo. Los países occidentales que promueven la modernidad eurocentrada son racistas, porque esta modernidad está basada en el racismo y el elitismo intelectual, que niega la existencia de otras culturas. A partir del momento en que niegas la existencia de otras culturas, eres un país racista. Y desafortunadamente, la izquierda también es responsable de no haber tomado esta cuestión en serio, de luchar contra el capitalismo sin luchar contra el racismo”.
El 2 de junio del corriente año, el diario “Página/12” publicó una conversación entre la jurista francesa y la periodista argentina Patricia Chaina. En ella expresó que “en los últimos años, hemos sido testigos del ascenso de figuras de extrema derecha en varios países. En cierto modo, debemos reconocer que este fenómeno es un reflejo de la desidia de las personas hacia la política y, en particular, hacia el futuro de sus países. No les importa. Esta apatía se ve alimentada por los grandes medios de comunicación, que deciden qué se puede pensar, leer o escribir. Controlan todo. Con ello, se borran las capacidades críticas de las personas; es uno de los objetivos del sistema. Es crucial que seamos conscientes de esto y denunciemos este lavado de cerebro, entendiendo que estas figuras populistas no surgen de la nada”.
Y añadió: “Observamos que el sistema financiero, de alguna manera, atraviesa un período de inestabilidad. Para este sistema, la única salida es organizar una guerra contra el pueblo, pero también anular la capacidad crítica y analítica de la población, ya que eso les permite manipular a su antojo. Esto es esencial para el sistema financiero y el liberalismo, que requieren esta falta de crítica para operar. Manipulan los números, juegan con las estadísticas y siembran la corrupción en ciertos países, utilizando instituciones como el FMI o el Banco Mundial y condicionando los acuerdos económicos. Se aprovechan de la arrogancia y el cinismo de aquellos que firman estos acuerdos. Aunque esto no es nuevo, ha alcanzado un nivel de paradoja, cinismo y arrogancia sin precedentes, dado que el sistema se siente amenazado y está visiblemente nervioso ante esta situación. Han aplicado todas las recetas posibles para despojar a los pueblos de su dignidad y criminalizarla. Esto representa un peligro para todos nosotros, especialmente para los activistas que se oponen a estas políticas. La necesidad de organizar una red de solidaridad internacional sólida es apremiante”.
El tramo final de la entrevista puede leerse a continuación.