6 de junio de 2025

Mireille Fanon: “El capitalismo está fundamentalmente basado en la deshumanización de parte de la humanidad”

Indudablemente, uno de los intelectuales más influyentes en el pensamiento anticolonial a nivel mundial fue Frantz Fanon (1925-1961), el psiquiatra y filósofo antillano francés que en obras como “Peau noire, masques blancs” (Piel negra, máscaras blancas) y “Les damnés de la Terre” (Los condenados de la tierra) habló sobre la psicopatología de la colonización y las consecuencias humanas, sociales y culturales de la descolonización. La gran heredera de sus luchas contra el racismo y el colonialismo es su hija Mireille Fanon (1953), una jurista y activista antirracista francesa que se desempeñó durante años como profesora de Literatura y Didáctica en la Université Paris V René Descartes (Universidad París V René Descartes) y de Derecho Internacional y Resolución de Conflictos en la University of California, Berkeley (Universidad de California, Berkeley).
También ha trabajado en la UNESCO -United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization- (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y en la Assemblée Nationale (Asamblea Nacional), ambas con sede en París, Francia, entidades en las cuales centró sus tareas sobre los afrodescendientes. Actualmente organiza y difunde el legado de su padre a través de la Fondation Frantz Fanon (Fundación Frantz Fanon), un organismo que lucha a nivel global contra la lógica mortífera del capitalismo liberal, por la dignidad de los pueblos cuyas voces son proscritas cuando se movilizan por sus derechos inalienables, por el respeto de su cultura y por el fin del racismo institucional.
Incansable defensora de la justicia social, en 2020, frente al Conseil de l'Europe (Consejo de Europa) -un organismo internacional con sede en Estrasburgo destinado a promover la configuración de un espacio político y jurídico común en el continente europeo, sustentado sobre los valores de la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley- solicitó una nueva Declaración Universal de los Derechos Humanos, reformulada para que dejase de reflejar una definición eurocéntrica de los seres humanos. Además, como miembro de la junta directiva de la Union Juive Française Pour la Paix (Unión Judía Francesa por la Paz), expresó su solidaridad y su apoyo al Estado de Palestina.
Ya en 2024, pronunció un discurso en la Winterskool oor Dekolonialiteit (Escuela de Invierno sobre Decolonialidad), organizada por la Universiteit van KwaZulu-Natal (Universidad de KwaZulu-Natal) en Durban, Sudáfrica; y luego hizo lo propio en el marco de la Conferência da Diáspora Africana nas Américas (Conferencia de la Diáspora Africana en las Américas), celebrada en Salvador de Bahía, Brasil. En ambas intervenciones manifestó que -como decía su padre- cada generación debía conocer su misión en un contexto de incertidumbre y debía tomar la decisión de cumplirla o traicionarla. “Para mí -expresó- esto no es sólo una misión, es un deber, una obligación ética, epistemológica y metafísica. No renunciar a la solidaridad política internacional es una necesidad ineludible, es una forma de preservar la dignidad de las personas que están siendo masacradas por genocidios y crímenes contra la humanidad. Es un deber inexcusable, no es negociable”.
También ha visitado en varias ocasiones distintos países de América Latina y, en el pasado mes de abril, ha recorrido la región patagónica de la Argentina con el objetivo de conocer la realidad del pueblo mapuche y elaborar un informe sobre las situaciones que actualmente se viven en Neuquén, Rio Negro y Chubut, una actividad que ya había realizado en Chile cuando visitó distintas comunidades mapuches en el sur de ese país. En una conferencia brindada en la localidad rionegrina de El Bolsón, abordó el tema de la discriminación racial, la expulsión territorial y la criminalización que pesa sobre el pueblo mapuche. Para Mireille Fanon, la colonización fue el origen de los conflictos territoriales tanto en América como en Medio Oriente o en África. “Los colonizadores cometieron genocidio -manifestó-. Mirando la historia del sistema colonial en esas regiones, podemos decirlo. Eso no está en duda. Y el genocidio se mantiene no sólo en Palestina, en la República Democrática del Congo, en Yemen y en otros países de África, usando otros métodos para eliminar a gente que molesta. Aquí es con el pueblo mapuche”.
“El genocidio puede ser la matanza masiva, desproporcionada e intencional -señaló-, pero también es forzar de manera violenta a que la gente abandone su territorio. Esto que sucede con el pueblo mapuche se aplicó en Palestina durante la primera y segunda Intifada y hoy pasó a ser una masacre”. Y relacionó la ambición capitalista por el territorio y los recursos naturales: “En Palestina hay agua y gas, por eso se llega a la situación actual, como aquí con el pueblo mapuche donde se violan derechos elementales, porque negarles el agua es una manera de expulsarlos de sus tierras y de sus vidas”. Y agregó: “La voluntad de Occidente de expandir su modernidad no tiene límites, aunque haya una ONU que previene las guerras, preserva la paz y resguarda el respeto entre todos los Estados pequeños y grandes, hay algo común desde el inicio del proceso, por eso hay que volver a la historia de la colonización. Tenemos que entender que, en el mundo, el sistema colonial instaló la cuestión racial y no hay posibilidad de concretar el sistema capitalista sin racismo. A la inversa: tampoco puede existir racismo sin capitalismo”.
Y específicamente en cuanto a la situación del pueblo mapuche, consideró que no era consecuencia del genocidio perpetrado entre 1878 y 1885 por la llamada Conquista del Desierto o Campaña del Desierto llevada adelante por el Ejército Argentino bajo el mando del Teniente General Julio Argentino Roca (1843-1914): “Los pueblos indígenas, como los africanos y afrodescendientes, somos víctimas en todo caso de las consecuencias de la colonización iniciada en 1492. Esto se sistematizó y se radicalizó en el siglo XIX. Pero la doctrina de los descubrimientos trajo la esclavitud, así es como todo empezó. Los países lograron su independencia, pero los sistemas coloniales siguen intactos”.
En una entrevista a cargo de la periodista chilena Paula Huenchumil Jerez publicada en el sitio web “Interferencia” en noviembre de 2024, manifestó: “La colonización es algo que sigue con sus manifestaciones contemporáneas. Nos han enseñado que las 'grandes exploraciones' fueron un periodo floreciente, etc., porque fue el inicio del capitalismo, y el capitalismo está fundamentalmente basado en la deshumanización de parte de la humanidad. No podemos luchar contra el capitalismo sin luchar contra el racismo. Los países occidentales que promueven la modernidad eurocentrada son racistas, porque esta modernidad está basada en el racismo y el elitismo intelectual, que niega la existencia de otras culturas. A partir del momento en que niegas la existencia de otras culturas, eres un país racista. Y desafortunadamente, la izquierda también es responsable de no haber tomado esta cuestión en serio, de luchar contra el capitalismo sin luchar contra el racismo”.
El 2 de junio del corriente año, el diario “Página/12” publicó una conversación entre la jurista francesa y la periodista argentina Patricia Chaina. En ella expresó que “en los últimos años, hemos sido testigos del ascenso de figuras de extrema derecha en varios países. En cierto modo, debemos reconocer que este fenómeno es un reflejo de la desidia de las personas hacia la política y, en particular, hacia el futuro de sus países. No les importa. Esta apatía se ve alimentada por los grandes medios de comunicación, que deciden qué se puede pensar, leer o escribir. Controlan todo. Con ello, se borran las capacidades críticas de las personas; es uno de los objetivos del sistema. Es crucial que seamos conscientes de esto y denunciemos este lavado de cerebro, entendiendo que estas figuras populistas no surgen de la nada”.
Y añadió: “Observamos que el sistema financiero, de alguna manera, atraviesa un período de inestabilidad. Para este sistema, la única salida es organizar una guerra contra el pueblo, pero también anular la capacidad crítica y analítica de la población, ya que eso les permite manipular a su antojo. Esto es esencial para el sistema financiero y el liberalismo, que requieren esta falta de crítica para operar. Manipulan los números, juegan con las estadísticas y siembran la corrupción en ciertos países, utilizando instituciones como el FMI o el Banco Mundial y condicionando los acuerdos económicos. Se aprovechan de la arrogancia y el cinismo de aquellos que firman estos acuerdos. Aunque esto no es nuevo, ha alcanzado un nivel de paradoja, cinismo y arrogancia sin precedentes, dado que el sistema se siente amenazado y está visiblemente nervioso ante esta situación. Han aplicado todas las recetas posibles para despojar a los pueblos de su dignidad y criminalizarla. Esto representa un peligro para todos nosotros, especialmente para los activistas que se oponen a estas políticas. La necesidad de organizar una red de solidaridad internacional sólida es apremiante”.
El tramo final de la entrevista puede leerse a continuación.
 
En el contexto del actual gobierno nacional alineado a la derecha internacional, ¿cómo evalúa el proceso de reivindicación identitaria y territorial del pueblo mapuche en la Argentina?
 
El gobierno de Milei continúa la política instalada desde el siglo XV, con picos trágicos en los diferentes genocidios, acaparando tierras y saqueando recursos naturales. Estos eventos atraviesan la historia de los pueblos indígenas, particularmente del pueblo mapuche en Argentina y Chile. Pero esto pasó y sigue pasando en África. Ese momento inaugura esta política fundada en el racismo y sostiene la guerra institucionalizada y permanente contra los pueblos que molestan. Lo vemos hoy contra las personas que resisten o denuncian políticas de explotación, criminalización o represión, en todo el mundo. Si queremos lograr la recuperación identitaria y territorial, nos desgastamos si lo hacemos cada uno desde su lugar. Nos cansamos los unos y los otros, de preguntar, de pedir reparación porque los crímenes contra la humanidad sean condenados por lo que son, nos gastamos haciéndolo así, en forma aislada.
 
¿Qué sugiere entonces?
 
Me pregunto si quienes compartimos esta historia trágica no deberíamos unir nuestras luchas. Pedir la reparación, la reivindicación y la restitución del conjunto de los territorios robados por los colonos, a los que hoy representa el Estado de los colonizadores. Las luchas aisladas llevadas solo por los pueblos a los que esto les concierne, considerando la topadora que es el sistema capitalista liberal y la militarización que estos gobiernos usan actualmente, están destinadas de una cierta manera al fracaso.
 
¿Cómo podría fortalecerse la lucha por estos reclamos?
 
En un proceso de desigual relación de fuerzas, si no cambiamos eso no llegaremos nunca a hacer escuchar el derecho que nos concierne. Más que analizar individualmente las reivindicaciones del pueblo mapuche, habría que pensar en algo a la vez local, pero también internacional, global, junto con otros pueblos involucrados en estos procesos.
 
¿Por qué cree que la justicia argentina, en general, desestima la voz del pueblo mapuche al aplicar jurisprudencia sobre conflictos territoriales que los involucra o tergiversa, engaña o miente al enunciar los casos que toman estado público?
 
Es que la relación de fuerzas no está favor del pueblo mapuche. Cuando hay jurisprudencia que no se respeta, no sirve la jurisprudencia. Es algo que olvidamos porque se institucionaliza la represión. La voz del pueblo mapuche, la mayoría de las veces es escuchada desde una posición que los subestima. El problema es que los argentinos son, a propósito del pueblo mapuche, la mayoría y en el mejor de los casos, paternalistas, pero desde una superioridad colonial. Caso contrario son racistas. Entonces, ¿cómo un pueblo ancestral puede hacerse escuchar si la supremacía blanca domina todos los niveles, sea jurídico o cultural? En los mejores casos el mapuche se convierte en atracción turística y en los peores casos en un pueblo a eliminar, criminalizar, encarcelar o matar. Esto es un sociocidio, un etnocidio y es efectivamente un terricidio. Porque quien dice pueblo mapuche dice tierras ancestrales, y son esas tierras las que interesan en lo más alto a las transnacionales, al gobierno y a los latifundistas.
 
En El Bolsón, al explicar que el problema tiene una raíz común y viene de la colonización, apuntó a la “cuestión racial” instalada por el capitalismo para sostener su existencia. A la inversa -sostuvo-, tampoco puede existir racismo sin capitalismo, y para confirmarlo trajo a su padre a escena.
 
Fanon -quien era médico psiquiatra-, trataba de hacer entender que en salud mental no es sólo necesario tratar a la persona. Si no se trata el contexto social, la persona no va a mejorar. Primero hay que entender cómo funciona el contexto político y social e identificar los lugares disfuncionales.
 
¿Dónde se podrían identificar hoy estos lugares disfuncionales?
 
En los diferentes tipos de violencia que enfrentamos. En particular en la negación de la justicia. Le pasa al pueblo mapuche, al palestino y a otros todavía colonizados. Hay que identificar el tipo de alienación al que nos someten y no tener miedo a intentar resistir a esa alienación. No tenemos nada que perder al resistir porque el sistema intenta matarnos. Al pueblo mapuche, a la gente negra o palestina, en todo el mundo, a la gente racializada, pobre, marginada. El sistema busca tener gente que “no vale”, que desestima su propia existencia. Si no ponemos sobre la mesa al genocidio, el sistema va a seguir usándolo para controlarnos, para infundir miedo. Pero si lo ponemos sobre la mesa tenemos que pedir reparación. Y para nosotros en la fundación Frantz Fanon, esto no significa compensaciones monetarias individuales, sino un proceso decolonial colectivo. La colonización quebró la percepción de alteridad, de un otro, de intersubjetividad colectiva de la humanidad. Por eso la reparación busca reconstruir ese sentido de humanidad y alteridad. Y aunque las autoridades nieguen la aplicación de justicia, usar la justicia para que el derecho positivista quede arrinconado y juguemos con lo que podamos torcer dentro del sistema judicial para avanzar.
 
¿Estima posible que pueda darse un Estado Plurinacional, pensando en procesos como el boliviano?
 
Del Estado Plurinacional boliviano no conozco lo suficiente. Pero en el estado actual del capitalismo no creo que se pueda hablar de un Estado Plurinacional porque la política capitalista se funda en favorecer la dominación sobre otros pueblos. Lo plurinacional no es compatible con el capitalismo. Si uno mira los acuerdos del ‘67 por Palestina, ve que hoy ni siquiera se plantea un Estado Palestino porque la voluntad del Estado israelí es un genocidio al conjunto del pueblo palestino, para eliminar el problema. En el estado actual del mundo con las relaciones de fuerza que se están dibujando, con la fachización del mundo, me pregunto qué quiere decir un Estado Plurinacional. Es una pregunta filosófica, filopolítica. Aunque el capitalismo dejara de existir, un Estado Plurinacional no sería el final de la dominación. Porque plurinacional es un hecho pensado por los blancos dominantes, como “interculturalidad”. Integran mandatos que enmascaran deseos coloniales de apropiación de procesos culturales de los pueblos que resisten. Mi apuesta es al derecho de los pueblos de disponer de ellos mismos. A su soberanía. Y a pensar juntos puede ser. A otra definición de lo que podría ser la humanidad, el humano, en un marco de ruptura total con el capitalismo y la modernidad eurocentrada. Así podríamos pensar una estructura plurinacional, ontológica y epistemológica. Por ahora son inducciones paradójicas del mundo blanco, con las cuales el mundo blanco sabe perfectamente jugar.