1 de noviembre de 2024

Nicolás Guillén: "Yo no soy un hombre puro"

Nicolás Cristóbal Guillén Batista nació el 10 de julio de 1902 en Camagüey, capital de la provincia cubana del mismo nombre. Cuando terminó sus estudios de Bachillerato comenzó a publicar sus versos, colaborando en revistas como “Camagüey Gráfico”, de su ciudad natal, y “Orto”, de Manzanillo, publicación esta última en la que también colaboraron prestigiosos poetas como Amado Nervo (1870-1919), Juan Ramón Jiménez (1881-1958), Gabriela Mistral (1889-1957), César Vallejo (1892-1938), Federico García Lorca
(1898-1936), Rafael Alberti (1902-1999) y Raúl Roa (1907-1982).
En 1922 comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana, carrera que, desencantado, pronto abandonó. De regreso a Camagüey, organizó y dirigió la revista “Lys” -que tuvo muy poca duración- y se desempeñó como corrector de pruebas y redactor en el diario “El Camagüeyano”. También fue empleado del Ayuntamiento de Camagüey hasta 1925, año en que regresó a La Habana y consiguió un empleo en la Secretaría de Gobernación. En la ciudad capital participó activamente en la vida cultural y política de protesta contra el gobierno autoritario del admirador confeso de Benito Mussolini (1883-1945), el militar, empresario y líder del Partido Liberal Gerardo Machado (1869-1939), lo cual implicó que sufriera varios arrestos.
Por entonces, mientras escribía numerosos poemas, fue tomando posiciones comprometidas y críticas sobre el desequilibrio social y económico de su país, aspectos éstos sumamente convulsionados que afectaban gravemente a los ciudadanos. En septiembre de 1933 se produjo un golpe militar liderado por el coronel Fulgencio Batista (1901-1973) con el amparo del Secretario de Estado de los Estados Unidos Cordell Hull (1871-1955) y el Embajador de los Estados Unidos en Cuba Benjamin Sumner Welles (1892-1961), y asumió la presidencia Ramón Grau San Martín (1881-1969) quien, en los años siguientes, intensificó la represión contra los movimientos socialistas. Guillén se incorporó al grupo de redacción de la revista “Mediodía” -la cual llegó a dirigir en 1937-, un medio que se ocupó no solo de lo literario y artístico sino también de la difícil situación del país, la crisis económica, las luchas obreras y estudiantiles, etc.
También en 1937 viajó a México para participar en un congreso organizado por la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios de México donde se relacionó con los artistas Diego Rivera (1886-1957) y David Alfaro Siqueiros (1896-1974); y luego, en plena Guerra Civil, viajó a España para participar en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Barcelona, Madrid y Valencia. Allí se vinculó con escritores de la talla de Antonio Machado (1875-1939), Ilya Ehrenburg (1891-1967), Tristán Tzara (1896-1963), Ernest Hemingway (1899-1961), Rafael Alberti (1902-1999), Pablo Neruda (1904-1973), Miguel Hernández (1910-1942) y Octavio Paz (1914-1998).
Cuando regresó a Cuba ingresó en el Partido Comunista -en el que militó hasta su muerte-, dirigió la revista “Mediodía” y participó de los movimientos de vanguardia de los periódicos “Gaceta del Caribe” y “Revista Avance”. Por entonces su situación no era fácil, entre otras razones porque el Partido Comunista se hallaba en plena ilegalidad y por la enorme inestabilidad económica y política del país. En noviembre de 1945 inició una gira por América del Sur visitando Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela, durante la cual mantuvo conversaciones con artistas e intelectuales de la región y dictó varias conferencias. Luego, en 1951, participó en el World Peace Council (Consejo Mundial por la Paz), en Praga y en Viena, y al año siguiente viajó a la Unión Soviética, a la República Popular China y a Mongolia. De regreso a Cuba colaboró en el semanario “La última Hora” mientras el antes citado Fulgencio Batista daba un nuevo Golpe de Estado y asumía como “presidente provisional”, cargo desde el que suspendió el Congreso, suprimió las libertades políticas y el derecho de huelga y restableció la pena de muerte. Ante esas circunstancias, Guillén optó por el exilio ya que la situación se había vuelto insostenible para él.
Viajó entonces a Bruselas, Bucarest, Budapest, Praga, Sofía, Varsovia, Zurich y finalmente se estableció en París. En 1958 su pasaporte caducó y el consulado cubano en París se negó a renovárselo, por lo cual fue detenido e interrogado por la Office National d’Immigration (Oficina Nacional de Inmigración). Fue llevado a juicio y absuelto, pero a pesar de ello se le exigió abandonar el país. Fue el mencionado poeta español Rafael Alberti quien acudió en su auxilio y consiguió que el gobierno argentino le otorgase el visado del país. Viajó a la Argentina y ofreció conferencias en Buenos Aires, Corrientes, Rosario y Santa Fe mientras se publicaba uno de sus libros. Estando en el país austral se enteró del triunfo de la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro (1926-2016) y Ernesto “Che” Guevara (1928-1967), por lo que regresó de inmediato a Cuba donde desempeñaría en los años siguientes distintos cargos, entre ellos la presidencia de la Unión de Escritores, un cargo que mantuvo hasta su fallecimiento.


En 1962, al cumplirse el 60º aniversario de su nacimiento, las instituciones culturales cubanas celebraron actos en su honor, incluyendo una exposición sobre su vida y su obra en la Biblioteca Nacional José Martí. Cinco años más tarde participó en el Encuentro de Escritores organizado por la Casa de las Américas con motivo del centenario del poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) y ese mismo año fue invitado a participar en el Congreso Internacional del Pen Club realizado en Costa de Marfil, África. Al año siguiente participó en los actos conmemorativos del centenario del escritor ruso Máximo Gorki (1868-1936) celebrados en Moscú, la capital de la Unión Soviética, donde también recibió un homenaje en la Dom Druzhby s Narodami Zarubezhnykh Stran (Casa de la Amistad con los Pueblos de Países Extranjeros).
En 1970 organizó en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) distintas actividades para celebrar el centenario del natalicio del líder de la Revolución de Octubre Vladímir Lenin (1870-1924), y luego asistió en Santiago de Chile a la toma de posesión de la presidencia de Salvador Allende (1908-1973). En 1975 viajó a Gran Bretaña invitado por el Arts Council (Consejo de las Artes) y participó en el Festival de Poesía Internacional leyendo algunos de sus poemas en la University of London (Universidad de Londres) y en la University of Bristol (Universidad de Bristol). Luego, en 1977, fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Université de Bordeaux (Universidad de Burdeos) de Francia. En 1983 recibió el Premio Nacional de Literatura, y desde entonces se sucedieron las ediciones y nuevas recopilaciones de sus obras.
Guillén había iniciado su producción literaria en el ámbito del posmodernismo para afianzarla en el de las experiencias vanguardistas de los años ‘20, en cuyo contexto se convirtió pronto en el representante más destacado de la tendencia surgida en torno a 1930 en las Antillas, conocida como poesía negra o afroantillana (“mulata”, como prefería llamarla él). De su vasta obra poética, distinguida siempre por su implicación en el contexto social y político de su país, pueden mencionarse “Poemas de transición (1927)”, “Cerebro y corazón” (1928), “Motivos de son” (1930), “Sóngoro cosongo” (1931), “Poemas mulatos” (1931), “España. Poema en cuatro angustias y una esperanza” (1937), “Cantos para soldados y sones para turistas” (1937), “El son entero” (1947), “Elegías” (1948), “Las coplas de Juan Descalzo” (1951), “La paloma de vuelo popular” (1958), “¿Puedes?” (1960), “Tengo” (1964), “Poemas de amor” (1964), “En algún sitio de la primavera” (1966), “El gran zoo” (1967), “Cuatro canciones para el Che” (1969), “La rueda dentada” (1972), “El diario que a diario” (1972), “Por el mar de las Antillas anda un barco de papel. Poemas para niños mayores de edad” (1978) y “Sol de domingo” (1982). En “Prosa de prisa” (1975) se recogieron sus trabajos periodísticos.
En 1982, la (UNEAC), declaró que Nicolás Guillén “significa el más alto ejemplo actual de vida y obra creadoras, que por su fidelidad inquebrantable a la tradición patriótica y revolucionaria de la cultura cubana, ha sido capaz de expresar con vigoroso genio artístico, la sensibilidad, el carácter, el proceso histórico y el espíritu combativo de un pueblo, de un ámbito geográfico y de una época”. En 1983 recibió el Premio Mundial de Poesía Asan, otorgado por Asan Memorial Association de Kerala, India, y dos años después el Ayuntamiento de Fuentevaqueros, pueblo natal del citado García Lorca, ubicado en la parte occidental de la comarca de la Vega de Granada, en la provincia de Granada, comunidad autónoma de Andalucía, le puso el nombre de Nicolás Guillén a una de sus calles.
Tras una larga enfermedad, Nicolás Guillén falleció en La Habana el 16 de julio de 1989. Sus últimos años fueron muy complicados en materia de salud: arteriosclerosis, mal de Parkinson, varios infartos e incluso unos días antes de fallecer le fue amputada la pierna izquierda. En reconocimiento a su obra literaria y su actividad política, el Consejo de Estado cubano decretó dos días de duelo nacional. Las exequias se realizaron al pie del monumento a José Martí ubicado en la Plaza de la Revolución, un espacio público emplazado en la intersección de las avenidas Paseo y Rancho Boyeros, cerca del Palacio Presidencial. En 2019 se inauguró una estatua de tamaño natural en la Plaza de los Trabajadores de Camagüey, su ciudad natal, y otro tanto se hizo en 2022 en la Alameda de Paula, un paseo marítimo ubicado en la bahía de La Habana.
Cinco años después de su deceso se fundó en La Habana la Fundación Nicolás Guillén. Con filiales en las provincias de Camagüey, Ciego de Ávila, Las Tunas, Matanzas y Santiago, y también en la provincia de San Cristóbal de República Dominicana, su intención fue y es la de preservar y difundir su trabajo promoviendo eventos, publicaciones y actividades para mantener viva su memoria y su contribución a la cultura y la literatura. En ese sentido, el pasado mes de julio se realizó las provincias de La Habana, Ciego de Ávila y Camagüey la Jornada Guilleneana con el propósito de mantener vivo el legado literario y social del escritor, evento que incluyó presentaciones de poemarios y libros, así como el Festival de la Poesía Sóngoro Cosongo, además de conversatorios, visitas a hogares de ancianos y presentaciones artísticas.


El escritor, crítico literario y profesor argentino David Viñas (1927-2011) consideró alguna vez que la escritura era una extensión del propio cuerpo y, por lo tanto, escribir era también poner el cuerpo, dar la cara. Evidentemente en Guillén la escritura le sirvió para comprometerse política y socialmente, alzando su voz contra la discriminación y las injusticias, y planteando sus criterios y opiniones en una clara relación entre la ética y la estética mediante la ironía y la memoria histórica. Los poemas siguientes son una muestra en concordancia con esos criterios:
 
BURGUESES
No me dan pena los burgueses vencidos.
Y cuando pienso que van a darme pena,
aprieto bien los dientes y cierro bien los ojos.
Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas.
Pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes.
Pienso en mis largos días sin camisa ni sueños.
Pienso en mis largos días con mi piel prohibida.
Pienso en mis largos días.
—No pase, por favor. Esto es un club.
—La nómina está llena.
—No hay pieza en el hotel.
—El señor ha salido.
—Se busca una muchacha.
—Fraude en las elecciones.
—Gran baile para ciegos.
—Cayó el Premio Mayor en Santa Clara.
—Tómbola para huérfanos.
—El caballero está en París.
—La señora marquesa no recibe.
En fin, que todo lo recuerdo.
Y como todo lo recuerdo,
¿qué carajo me pide usted que haga?
Pero además, pregúnteles.
Estoy seguro
de que también recuerdan ellos.
 
DIGO QUE YO NO SOY UN HOMBRE PURO
Yo no voy a decirte que soy un hombre puro.
Entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O si es, pongamos, necesario.
O posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería.
Yo no te digo pues que soy un hombre puro,
yo no te digo eso, sino todo lo contrario.
Que amo (a las mujeres, naturalmente,
pues mi amor puede decir su nombre),
y me gusta comer carne de puerco con papas,
y garbanzos y chorizos, y
huevos, pollos, carneros, pavos,
pescados y mariscos,
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino,
y fornico (incluso con el estómago lleno).
Soy impuro ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo,
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.
Por ejemplo, la pureza del virgo nonagenario.
La pureza de los novios que se masturban
en vez de acostarse juntos en una posada.
La pureza de los colegios de internado,
donde abre sus flores de semen provisional
la fauna pederasta.
La pureza de los clérigos.
La pureza de los académicos.
La pureza de los gramáticos.
La pureza de los que aseguran
que hay que ser puros, puros, puros.
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia.
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande.
La pureza del que nunca succionó un clítoris.
La pureza de la que nunca parió.
La pureza del que no engendró nunca.
La pureza del que se da golpes en el pecho,
y dice santo, santo, santo,
cuando es un diablo, diablo, diablo.
En fin, la pureza de quien
no llegó a ser lo suficientemente impuro
para saber qué cosa es la pureza.
Punto, fecha y firma. Así lo dejo escrito.
 

La poetisa, dramaturga, ensayista y traductora cubana Nancy Morejón (1944), autora de los ensayos “Nicolás Guillén: su poesía negra”, “Nicolás Guillen: su poesía social” y “Nación y mestizaje en Nicolás Guillén”, publicó en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes un artículo titulado “Introducción a la obra de Nicolás de Guillén”. En él puede leerse: “La obra de Nicolás Guillén ha generado una copiosa bibliografía crítica, en la mayoría de los casos exaltada y elogiosa, no exenta de mejores intenciones así como de equívocos. En reiteradas ocasiones, nos hallaremos ante una crítica impresionista, aunque objetiva por momentos. Las discrepancias que han resultado de ella, se refieren a la ubicación del poeta en las diversas nomenclaturas que la moderna historia literaria ha empleado para definir movimientos como el llamado ‘negrismo’ (‘afrocubanismo’, ‘mulatismo’, etc.), o la negritud; o para censurar la presencia de conceptos políticos en su poesía. Es obvio que este tipo de consideraciones prevalece en la crítica literaria de franca o extrema derecha, y con algún que otro atenuante, hasta en ‘librepensadores’. Lo que se detracta es una de las líneas más ricas y sagaces de Guillén: su antiimperialismo y sus ideas políticas puestas al servicio de las clases oprimidas y en favor de la revolución proletaria mundial; o bien para destacar las claras relaciones contextuales de la poesía de Guillén con las distintas civilizaciones africanas”.
Por su parte el ensayista, poeta, profesor, editor y coordinador de encuentros literarios Juan Nicolás Padrón Barquín (1950) publicó en la revista digital “Lectámbulos” el artículo “Guillén: humor diverso y memoria histórica”, en el cual destacó que Guillén “logró lo que ningún poeta cubano había conseguido en la modernidad del siglo XX: integrar elementos esenciales de la cultura cubana en poemas que la representaran como nación. Se enfatizaron en la promoción los matices políticos e ideológicos de su obra, pero él tuvo siempre presentes otros factores de cubanía y cubanidad, en el humor -no solo mediante la sátira política, sino a través de la ironía socarrona del costumbrismo- y la memoria histórica, infiltrada tanto de manera indirecta, hábil e insinuada, como en rasgos del melodrama, sin temor a convertirla en superficial”.