El economista, académico, asesor político y escritor español Alfredo
Serrano Mancilla (1975) es el fundador y actual Director Ejecutivo del Centro
Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), una institución fundada en
el año 2014 que se dedica al análisis de los fenómenos políticos, económicos y
sociales de los países de América Latina y el Caribe. Especialista en economía
pública, desarrollo y economía mundial, se doctoró en Economía Aplicada en la
Universidad Autónoma de Barcelona (España) con la tesis doctoral “Reforma del
Impuesto sobre el Valor Añadido: evaluación del impacto redistributivo, pobreza
y bienestar social”. Además realizó estancias predoctorales en Módena y Bolonia
(Italia) y en Québec (Canadá). Nacido en La Línea de la Concepción, un
municipio de la provincia de Cádiz en la comunidad autónoma de Andalucía, ha
realizado trabajos de investigación en Argentina, Bolivia, Canadá, Ecuador,
España, México y Venezuela, y se desempeña como Profesor de Posgrado y
Doctorado en varias universidades internacionales.
Habitual columnista en medios de prensa como “Página 12” (Argentina), “La Razón” (Bolivia), “El Ciudadano” (Chile), “Público” (España), “La Jornada” (México), “Russia Today” (Rusia) y “La Diaria” (Uruguay), es autor de los ensayos “Evo - Operación Rescate”, “América Latina en disputa”, “¡A (re) distribuir! Ecuador para todos”, “El pensamiento económico de Hugo Chávez” y “¡Ahora es cuándo, carajo! Del asalto a la transformación del Estado en Bolivia”. El pasado mes de mayo presentó en la 48° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires su primera novela: “El gol que me falta”, obra en la que narra la historia de un jugador de fútbol estrella que se presenta como candidato a presidente en las elecciones de Argentina.
Habitual columnista en medios de prensa como “Página 12” (Argentina), “La Razón” (Bolivia), “El Ciudadano” (Chile), “Público” (España), “La Jornada” (México), “Russia Today” (Rusia) y “La Diaria” (Uruguay), es autor de los ensayos “Evo - Operación Rescate”, “América Latina en disputa”, “¡A (re) distribuir! Ecuador para todos”, “El pensamiento económico de Hugo Chávez” y “¡Ahora es cuándo, carajo! Del asalto a la transformación del Estado en Bolivia”. El pasado mes de mayo presentó en la 48° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires su primera novela: “El gol que me falta”, obra en la que narra la historia de un jugador de fútbol estrella que se presenta como candidato a presidente en las elecciones de Argentina.
“El gol que me
falta”, ¿es una novela autobiográfica? ¿Quién es Alfredo Serrano Mancilla, el
economista doctorado en Barcelona que dirige CELAG, el arquero suplente y
andaluz de un club exitoso de casting internacional de la Ciudad Condal y
narrador de esta ficción política, o el novelista también nacido en Cádiz que
se estrena con esta narración apasionante, el (primer) gol que le faltaba en
sus publicaciones?
Tengo muy poco que ver con el amigo del mejor jugador del mundo de
fútbol de todos los tiempos, quien es el narrador de esta historia. Él es
andaluz como yo. Pero él se dedicó al fútbol profesionalmente y yo no. Y
además, él es arquero, y yo, cuando jugaba, lo hacía de mediocentro. Yo llegué
a Barcelona para hacer mi doctorado y él para jugar al fútbol al más alto
nivel. Yo llegué a Argentina para quedarme y él vino a acompañar al mejor
jugador del mundo de todos los tiempos en plena campaña electoral presidencial.
Además, él aprendió a jugar al truco y yo no. No es una novela autobiográfica,
pero sí aborda mis dos pasiones: el fútbol y la política. Y tenía ganas de
hacerlo desde la ficción porque de alguna manera es otra forma de contar cosas,
seguramente con menos autocensura de la que nos imponemos en otros menesteres.
Y también con menos prejuicios ideológicos de lo que se suele abusar en cada
ensayo. Y además quería llevar esta ficción al terreno de lo electoral, donde
se magnifica todo. Es una suerte de thriller político-electoral, con la
Argentina de fondo.
En la República
Argentina, todos los lectores (el masculino es deliberado) vemos a través del ropaje
ficcional de “el Argentino”, el protagonista entrerriano de “El gol que me
falta”, al santafesino Lionel Messi. ¿Hacemos mal? (Es cierto que la novela
también contiene alusiones a Messi, el personaje histórico).
No. No es ni Messi ni Maradona. Aunque bien podría ser cualquiera
de los dos. Porque en un país tan futbolero como Argentina seguramente un día,
más pronto que tarde, tendremos un candidato presidencial procedente del
fútbol. Esto ya ha pasado en otros países, como Weah en Liberia, Balón de oro
que luego fue presidente de su país. O también tenemos el caso de Chilavert,
más exitoso en el fútbol que en la política. Por eso que en esta novela es
ficción pero quizás un día sea realidad. En el libro, “el Argentino” es
entrerriano. Nacido en Gualeguaychú. Y tiene una personalidad muy diferente a
esos dos grandes de la historia universal del fútbol. En cada campaña electoral
ocurren muchísimas situaciones que no son tratadas habitualmente en los
manuales clásicos de ciencia política. Y es por eso que tenía ganas de narrarlo
desde una novela de ficción. Pero no con la intención de adoctrinar
ideológicamente. La intención es más problematizar el día a día de un candidato
presidencial, sus avatares, su relación con los asesores, con la jefatura de
campaña, con su entorno familiar, con los medios de comunicación. Y llevarlo en
algunas ocasiones al extremo. Para eso sirve la ficción.
La novela “El
gol que me falta” invita a abandonar todo prejuicio contra la literatura de
ficción didáctica, pedagógica: que enseña. Como sin quererlo, al terminar de
leer el libro sabemos mucho más que antes sobre campañas electorales,
elecciones presidenciales, sistemas de partidos políticos y sondeos de
intención de voto en las democracias iberoamericanas. ¿Era un propósito del
autor desde antes de sentarse a escribir?
Quería escribir sobre lo electoral desde otro ángulo. Siempre pensé
que es un campo fértil para la literatura. Porque hay intriga, porque hay una
fecha final, el día de las elecciones, en la que sabremos el desenlace. Porque
se mezclan muchas sensaciones, donde todo se intensifica, se magnifica. Donde
nada es lineal, no siempre hay una secuencia lógica de los acontecimientos. En
cada campaña electoral, ocurren muchísimas situaciones que no son tratadas
habitualmente en los manuales clásicos de ciencia política. Y es por eso que
tenía ganas de narrarlo desde una novela de ficción. Pero no con la intención
de adoctrinar ideológicamente. La intención es más problematizar el día a día
de un candidato presidencial, sus avatares, su relación con los asesores, con
la jefatura de campaña, con su entorno familiar, con los medios de
comunicación, con las herramientas habituales usadas en toda campaña, como son
las encuestas o los jingles. O sea, verlo desde otro punto de vista. Y llevarlo
en algunas ocasiones al extremo. Para eso sirve la ficción. Para narrar por
ejemplo qué hace un candidato presidencial como “el Argentino”, el mejor
jugador de fútbol del mundo, en las horas previas a saber los resultados. O
cómo le influye una discusión familiar en un momento importante de la campaña.
O qué hace con los trapos sucios que trae consigo. Son aspectos humanos que
están presentes en la realidad, pero de lo que se habla menos en los análisis
electorales y políticos.
¿Qué relación
hay entre fútbol, política y elecciones? En la novela se explora una dimensión:
la posibilidad real de una candidatura presidencial viable que goza entre el
electorado de popularidad y el conocimiento previos sin rival. ¿Qué otras
relaciones unen o contaminan a clase política y élite futbolística?
La novela justamente pone de relieve que no hay atajos en la
política. Es decir, el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos parte de
esa doble ventaja, ser muy muy conocido y gozar del aplauso mayoritario de la
sociedad, pero cuando entra en el terreno de la política y de lo electoral,
comienza una peregrinación distinta. Dicho de otro modo más sencillo: una vez
que cambia de cancha, estará sometido a toda la contaminación que trae consigo
cualquier campaña electoral. Y le tocará remar a contracorriente, afrontar
situaciones nuevas para él aunque sean viejas para la política; deberá tomar
decisiones, asumir riesgos, enfrentar campañas sucias, tomar posición ante toda
coyuntura que se le avecina. “El gol que me falta” narra en cada capítulo todo
ese periplo lleno de contradicciones y situaciones a veces surrealistas y
laberínticas. ¿Se imagina que el candidato tiene una fobia? ¿Cómo habría que
tratarla? O, ¿es mejor presumir de tiene mucho dinero o no? ¿Es necesario que
esconda sus gustos si éstos no coinciden con lo que piensa la mayoría de la
sociedad argentina o no? ¿Hay hacerle caso a todo lo que dicen las encuestas o
mejor no obsesionarse con ellas? ¿Hay que acudir a la televisión para ganar la
elección si ya eres muy conocido? Son muchas de esas cosas las que están en
libro. A veces darán ganas de reír y otras de pensar.
En “El gol que
me falta” hay una imagen muy positiva y proactiva de las provincias del Litoral
argentino, en contra de estereotipos porteños. ¿Es también la opinión del
autor?
Seguramente en este eje sí que aparece algo “muy de mí”. Nací en la
periferia en España. En el Sur. En la provincia de Cádiz. Y en Argentina he
vivido mucho en Capital, pero también he tenido periodos hermosos en Entre
Ríos. Hay un poco de homenaje a todo ello. Y sin caer en la tentación de
mitificarlo, quería que en la novela tuviera presencia esa otra Argentina. Por
ejemplo, hay tres personajes, que son tres viejitos, de Gualeguaychú, que
acaban siendo importantes por cómo ven las cosas, casi más que los asesores. Y
me parecía que era otra manera de explicar la cotidianeidad de este país.
Seguramente, la novela pretende realzar esas periferias.
¿Qué punto de
contacto hay en la novela y en el novelista con el asesor político, con el
sociólogo, con el pensador, con lo real?
Esta novela, creo que, por un lado tiene el objetivo de contar
cosas saliendo de la autocensura que nos imponemos cuando hablamos, pensamos o
escribimos. Creo que la literatura es un género muy fértil, maravilloso, para
poder abordar, a partir de la ficción, todo lo que tiene que ver con la
política y las elecciones en una sociedad en movimiento, y por momentos
aparentemente distópica, como es la argentina. Creo que es otra manera de
afrontar lo que sigo estudiando. De hecho, lo escribí en los tres últimos años
previos a la llegada de Milei. Iba percibiendo que estaban pasando cosas y me
parecía interesante abordarlas desde un thriller electoral que es un género
literario poco explotado y que siempre tiene su desenlace final en el día de la
elección. Luego, abordar todo ese laberinto que es una elección, que yo creo
que tiene mucho de magnificar emociones, contradicciones, mezquindades, de
situaciones surrealistas que van pasando, y poner a la democracia en jaque a la
hora de discutir situaciones inesperadas. Por eso yo quería traer parte de la
experiencia, contándolo de otra manera; seguramente se desliza mi hipótesis
política de fondo, pero con muy poco prejuicio. De hecho, poco tengo que ver
con quien escribe. El candidato, que es el mejor jugador de fútbol de todos los
tiempos, argentino, quien se retira y a la hora de decidir qué hace el día
después, acepta una propuesta para ser candidato presidencial en la Argentina,
y a partir de ahí se desenlaza la trama, con ese trasfondo de un futbolista más
que reconocido y exitoso, cómo sería el desembarco a la política y a las
elecciones en un país como Argentina. En la novela hay cosas reales y hay cosas
ficcionales, y me apetecía ponerme en la figura de este personaje, que además
no es nuevo.
¿Y cuál es el
gol que le falta a Milei en particular?
Yo diría que no disociarse de la realidad. Es el gol que le falta a
cualquier político que tenga responsabilidad, no desapegarse, no inventar, no
disociar lo que pasa en el día a día. Cuando a un presidente se le consulta por
el precio de la leche, si no lo sabe es preferible decir “no lo sé y ahora voy
a llamar a mi ministro para saber cuál es el precio”, más que desprestigiar a
la periodista que le hizo esta pregunta, como en el caso de la BBC, o incluso
tratarla mal por una pregunta que es muy pertinente para la ciudadanía. Yo creo
que cuando un presidente se disocia de lo que pasa en la cotidianidad, en la
heladera de la mayoría de las familias de un país, es cuando va a tener una
derrota por goleada más pronto que tarde. Para esto hay que tener perspectiva
de las cosas, no será ni el primero ni el último. Hicimos un trabajo reciente
en CELAG de análisis de los presidentes en América Latina, de que algunos
empezaron con un promedio de imagen positiva similar a la de Javier Milei,
incluso superior, pero en los últimos cuatro meses terminaron con una imagen
positiva en el piso. Como por ejemplo Piñera, Lasso, Duque, y demás.
Y podríamos
agregar también a Alberto Fernández, que en el momento de la pandemia llegó a
tener un 80% de imagen positiva.
También, durante varios meses. El primer semestre después de su
toma de posición tenía una imagen positiva muy superior a la de Javier Milei. A
Piñera le pasó parecido, a Duque también. Y en esto creo que todos los signos
ideológicos tienen que tener perspectiva, más allá si van a un lugar u otro. Y
todo depende de cuánto te disocies de la realidad porque es importante entender
lo que le pasa a la gente, más allá de las batallas culturales que quiere dar,
que son legítimas, pero cuando el estómago no está lleno, la batalla cultural
tiene un freno.
Permitime ser tan disruptivo como el propio Milei. Nosotros medimos la popularidad de los presidentes en sus países, entonces, imaginemos por un instante que, en realidad, el público que Javier Milei quiere conquistar no es argentino sino el público global de la derecha, y que a ese público le habla Milei. Por lo cual, si en su plan económico triunfe o fracase en la Argentina no es tan importante para él como lo fue ganar las elecciones. ¿Se podría medir, en las redes sociales, el grado de llegada que deja Javier Milei a nivel global? Porque si uno se basa en sus discursos, como el de ayer en Los Ángeles o como el de Davos hace un par de meses, pareciera que la popularidad que él desea, no está en su país.