15 de julio de 2024

Celeste Saulo: “En este contexto de crisis climática tenemos que producir un cambio y ese cambio nos compete a todos y todas”

La Argentina actual está viviendo un crudo invierno marcado por una ola polar que afecta a gran parte de su territorio, lo que llevó al Servicio Meteorológico Nacional a emitir una serie de alertas rojas, naranjas y amarillas por frío extremo en distintas localidades. Esta situación está provocada por una combinación de factores, entre ellos el ingreso de aire frío de origen polar que primero afectó a la Patagonia y luego se extendió al centro y norte del país. Una foto satelital difundida por la NASA muestra gran parte del territorio patagónico cubierto de nieve, lo cual fue calificado como un fenómeno único e inédito en los inviernos de los últimos años. Muchos científicos opinan que el cambio climático está desempeñando un papel importante en estas olas de frío, pues el calentamiento en el Mar Ártico aumenta la probabilidad de que el aire polar y helado pueda desplazarse hacia el sur, lo que induce a inferir que las olas polares y el calentamiento global pueden convivir, aunque los eventos de frío extremo ocurran de manera más aislada.
Cada vez resulta más evidente que el calentamiento global es lo que provoca eventos climáticos extraordinarios y fenómenos meteorológicos cada vez más extremos: olas de calor, grandes incendios forestales, derretimiento de los glaciares de la Antártida, aumento de la temperatura de los océanos, elevación del nivel de los mares, ciclones tropicales, huracanes, sequías, tormentas, inundaciones y temperaturas máximas y mínimas extremas. Cuando se habla del cambio climático, se hace referencia a cambios graduales en las temperaturas y los patrones meteorológicos a lo largo del tiempo. Esos cambios pueden ser de origen natural y estar vinculados a la actividad solar, pero la mayoría de los cambios recientes en el clima mundial han sido provocados por el ser humano. En los últimos dos siglos, las emisiones de gases de efecto invernadero -principalmente dióxido de carbono y metano- procedentes del transporte, la agricultura, la calefacción y otras actividades humanas se han acumulado en la atmósfera, atrapando el calor y calentando gradualmente el planeta.
Los científicos dedicados al estudio del clima han relacionado estas crecientes emisiones, producto de la quema de combustibles fósiles, con el aumento de las temperaturas y unas condiciones meteorológicas más extremas en todo el mundo. Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la temperatura promedio en la superficie de la Tierra ha aumentado en 1,45° C más que los niveles preindustriales de 1850-1900, y el año 2023 fue el más caluroso jamás registrado desde la época en que comenzaron los registros meteorológicos hace algo más de un siglo y medio. Todo esto llevó a dicha organización a decretar la “alerta roja en el mundo”. Pero, a pesar del aumento de las temperaturas, en los últimos tiempos un frío extremo ha cubierto vastas regiones de América, Europa y Asia. Esto se debe al colapso del vórtice polar, un área de baja presión y vientos fríos que rodea los polos, y a la debilidad de la corriente en chorro, ambos influidos por el calentamiento del Ártico. Si la corriente en chorro -la banda de fuertes vientos que rodea el globo- empieza a debilitarse, el aire cálido de los trópicos y los gélidos vientos polares pueden desplazarse, provocando un tiempo inusualmente cálido o extremadamente frío a miles de kilómetros de distancia.
Desconociendo estas evidencias, se ha desencadenado una ola de especulaciones y teorías conspirativas sobre la inexistencia del calentamiento global. No son pocos quienes niegan tal fenómeno físico evitando cualquier tipo de análisis objetivo. Los negacionistas rechazan cualquier idea que no esté en línea con su pensamiento dogmático o con sus intereses económicos. Uno de ellos es el psicológicamente desequilibrado y sociópata actual presidente argentino que más de una vez ha expresado su escepticismo sobre este fenómeno acusando al “socialismo” y al “marxismo cultural” de promover políticas relacionadas con el cambio climático. Para él, la solución a los desafíos medioambientales radica en la propiedad privada y los mecanismos del libre mercado.


La meteoróloga Celeste Saulo, quien asumió como Secretaria General de la OMM el pasado 1 de enero, se refirió esta problemática en numerosos artículos y en diversas conferencias y entrevistas. Sobre todas estas cuestiones habla la científica argentina en la segunda parte del compendio de entrevistas publicadas en el portal web “climatica.lamarea.com” el 21 de junio de 2023, en el sitio web de la organización “Dialogo Chino” el 6 de julio de 2023, en el diario “El País” el 12 de enero de 2024, y en el servicio de noticias digital de las Naciones Unidas “news.un.org”.
 
¿Cuáles son los principales retos de 2024?
 
La OMM puso como prioridad que todos y todas los ciudadanos del mundo estén cubiertos por los sistemas de alerta temprana. Esto, lamentablemente, no podemos darlo por resuelto. Aproximadamente el 50% de los países no poseen sistemas de alerta temprana. Lo considero una aspiración fundamental y todos tenemos que movilizar recursos para que eso sea posible. También mantener un sistema de mediciones y monitoreo del estado de la atmósfera, de los océanos, de los hielos, de los ríos, un monitoreo permanente que se tiene que sostener y robustecer. No puedes realmente intervenir o entender qué le está pasando a un sistema complejo como el clima, el agua, el hielo, si no lo mides, si no lo estudias, y si no le das a científicos lo que necesitan para poder entender qué es lo que está pasando. Y, tercero, trabajar directamente con los países. Las decisiones pueden ser tomadas de arriba hacia abajo, pero las cosas pasan en los Estados.
 
¿Y las acciones de los países llegan a tiempo?
 
No, y esto no es una opinión. Quiero discriminar las opiniones de los hechos, somos una organización fuertemente técnica, nos manejamos con los números y los números dicen que no. La temperatura está aumentando, las emisiones de gases de invernadero están aumentando. Las acciones que estamos llevando adelante evidentemente no son ni suficientes ni resultan en lo que uno esperaría que se vean reflejadas. Es cierto, sí, que hay compromisos de los países y acciones que se están llevando adelante, sería injusto no reconocerlo, pero son insuficientes. Creo que en este punto no caben dudas.
 
Este mes de junio, por primera vez, se superó durante unos días la barrera de 1,5º C. Aún queda mucho para dar por vencido ese umbral del Acuerdo de París, pero no tanto como pensamos.
 
Para que se haga una idea: en muchos lugares de Argentina, en mayo, la temperatura estuvo casi 3º C por encima de los valores de referencia. Obviamente esto son fluctuaciones, no quiere decir que sea el promedio establecido. Pero son picos que van a llevar a la media a elevarse. Si uno tiene más picos cálidos que fríos, la media se va a ir elevando. Y esto es lo que nos está diciendo la situación del último mes. En general, todo es preocupante. Las anomalías en las zonas polares y particularmente en el Polo Norte son inmensas.
 
Este año ha sido el más cálido hasta la fecha. Se ha hablado mucho del episodio de El Niño. ¿Qué es exactamente y qué consecuencias tiene?
 
El Niño es un fenómeno que ya tenemos muy bien documentado, es parte de la variabilidad natural del clima es una oscilación natural que se repite. No son los mismos los efectos en todo el mundo y eso también hay que entenderlo, pero en promedio digamos a nivel global tiene como saldo años más cálidos. La preocupación no es el Niño en sí, sino que es una tendencia que se ha instalado ya al aumento de temperaturas.
 
¿Cree que se superará el límite de los 1,5 grados en los próximos años?
 
Lo dice claramente el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, las posibilidades de exceder el límite son altas, porque no se han tomado las medidas para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero. También distinguir lo que es un año en el que se puede exceder el límite y que en promedio tengamos toda una década excediendo el límite, y eso es el punto de alerta más grande. Las estadísticas nos permiten fluctuaciones y entendemos esas fluctuaciones, pero están superpuestas a una tendencia que es al alza, y lo que preocupa es esa tendencia.
 
Ha mencionado en más de una ocasión que “es incorrecto hablar de desastres naturales”. ¿Por qué?
 
Una erupción volcánica es una amenaza que es natural, la naturaleza es donde ocurre y es incontrolable, lo mismo una tormenta o un huracán, lo mismo una inundación, lo mismo una sequía. Ahora, ¿qué lo hace convertirse en un desastre? Que haya una población que está expuesta, que no ha podido protegerse, cuyas casas son demasiado vulnerables o que están ubicadas en lugares donde no debiera haber gente viviendo. Entonces lo que es una amenaza natural y un fenómeno natural termina siendo un desastre, pero no porque la naturaleza produjera dicho desastre. Es una combinación de factores que tienen un origen humano, en cómo vivimos, dónde vivimos, cómo nos preparamos, cómo planificamos y qué decisiones hemos tomado para que una amenaza, que puede ser muy seria, se convierta en un desastre o sea simplemente una amenaza con daños manejables.
 
Los intereses económicos siguen impulsando la política de los gobiernos en detrimento de estrategias climáticas ambiciosas. Recientemente, los agricultores en toda Europa protestaron en contra de las reformas sobre el uso de pesticida y diésel. ¿Cómo se puede revertir esta situación?
 
Creo que todo cambio tiene que estar basado en la información y por esa razón el rol de la Organización Meteorológica Mundial es importante, porque provee la información acerca de cómo el planeta está reaccionando a nuestras prácticas. Tanto en el consumo como en la producción, es imposible resolver la situación global si se trata de abordarla desde la situación individual. Creo que hay que concienciar a los distintos grupos económicos y sociales que todos ellos tienen un rol y que si no cumplen ese rol va a ser en perjuicio de sí mismos y del conjunto.
 
En la Agencia Estatal de Meteorología de España, sus profesionales se quejan de falta de recursos para hacer un mejor trabajo interno y comunicativo. Da la sensación de que no se valora lo suficiente a las agencias meteorológicas. ¿Es un problema puntual o habitual?
 
Es un problema generalizado. A la Organización Meteorológica Mundial le preocupaba esto primero en los países menos desarrollados, ya que era donde menos apoyo había para llevar a cabo las tareas de los servicios meteorológicos e hidrológicos. Y ahora nos encontramos con este efecto dominó negativo, donde todos los servicios meteorológicos del mundo -los menos desarrollados, los países en desarrollo y eventualmente también países desarrollados- ven dificultades para sostener sus presupuestos, mejorarlos o ponerlos en consonancia con la demanda de estos tiempos. Es un problema muy serio. Y es importantísimo que comprendamos, como sociedad, que cuando los países suscriben objetivos comunes globales -como los Objetivos para el Desarrollo Sostenible, el Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres o el Acuerdo de París-, detrás de esa suscripción cada gobierno se gira para mirar hacia el interior y ver qué y quiénes se encargan de esas tareas. Cuando los gobiernos se dan vuelta, tienen que encontrar a los servicios meteorológicos e hidrológicos fortalecidos. Porque la reducción de riesgos de desastres es inviable si uno no tiene un buen sistema de alerta temprana y un buen servicio meteorológico e hidrológico. La transición energética a una energía limpia es inviable si uno no tiene una buena medición y un buen pronóstico sobre viento, sol y lluvia, que son las bases para las energías limpias. Pensar en esas agendas y objetivos globales desacoplados del fortalecimiento de los servicios meteorológicos e hidrológicos es un error, y creo que ese es uno de los temas que hay que priorizar en el debate. Es decir, no es que todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible se vayan a cumplir con un servicio meteorológico, no quiero trasladar esa idea. Lo que quiero decir es que hay agencias dentro de cada país que tienen roles específicos. En particular, los servicios meteorológicos e hidrológicos podemos contribuir de manera considerable a lograr muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible si tenemos la financiación adecuada.
 
Menciona usted la enorme brecha que existe en adaptación y, en concreto, en los sistemas de alerta temprana. ¿Cómo se trabaja para reducir esas desigualdades?
 
Es una de las prioridades de la OMM. Una de las cosas fundamentales es, por un lado, conseguir el apoyo de los donantes, que pueden ser Estados miembros o venir por otras vías. Esto está encaminado. Hay dos programas importantes de la OMM para canalizar los fondos que provienen de manera extrapresupuestaria con un fin específico. Es cierto que hay que fortalecerlos, pero no es solo una cuestión de recurso material, también es una cuestión de recurso humano. Y es aquí donde yo apunto fuertemente al tema del co-diseño y la co-construcción con los países. Más allá de las limitaciones que puedan tener los países en desarrollo o menos desarrollados, ellos son quienes están sobre el terreno, son quienes conocen sus vulnerabilidades, son quienes conocen sus comunidades. Trabajar con ellos me parece una parte central del éxito de un programa de estas características. Es imposible pensar que desde el mundo desarrollado uno va a exportar una solución al mundo en desarrollo. Hay que facilitar los medios para fortalecer las capacidades locales de ese mundo en desarrollo. Y por ahí va la cosa. Fortalecer las capacidades de los servicios meteorológicos e hidrológicos de los países menos desarrollados y de los pequeños Estados insulares es parte de una estrategia que creo que no sólo va a contribuir al desarrollo de alertas tempranas, sino que va a ayudar a que esos países tengan otras herramientas de adaptación, como por ejemplo la provisión de servicios climáticos y otras cuestiones que pasan por los servicios meteorológicos.
 
Estamos en una década transcendental, y es importante saber trasladar esa urgencia. ¿Cree que se está comunicando correctamente la crisis climática?
 
En términos de comunicación siempre se puede mejorar. Pero no creo que debamos pensar únicamente en temas de comunicación. Hay que acceder a todos los niveles de decisión, de educación y de actuación para que la acción climática realmente se acelere. La comunicación, per se, es una relación con la sociedad a través de la cual tratamos de introducir un cambio. Un cambio que se concibe en un contexto de crisis; en este caso, de crisis climática. Tenemos que producir un cambio y ese cambio nos compete a todos y todas. La tarea recae, pues, en los grandes tomadores de decisión, los Estados, las corporaciones globales… y de ahí para abajo. Cada uno en su rol, desde su lugar, para llegar hasta el fondo, hasta los distintos niveles educativos, hasta los colegios. Hay que hacer llegar el mensaje de que es realmente necesario, imprescindible y urgente actuar ya. De que no hay tiempo para grandes debates. Todos, desde nuestra posición, podemos hacer eso. Aunque, por supuesto, cuanto más alto es el manejo de poder de un individuo, más alta es su responsabilidad.
 
¿Hay espacio para el optimismo cuando se habla de cambio climático?
 
Sí, siempre hay cabida al optimismo. Hay algo que cada uno y cada una puede hacer. No me parece que tengamos permiso para no hacer nada. Ninguna persona tiene permiso para no hacer nada. En ese sentido, creo que deberíamos ser optimistas si confiamos en la naturaleza humana, en la posibilidad de rescatar a nuestro planeta, porque estamos pensando no sólo en nosotros, sino en los que vienen atrás y en que las futuras generaciones merecen un planeta vivible. Y ante esa realidad, creo que es imposible pensar que a uno no le importe nada.

14 de julio de 2024

Celeste Saulo: “La inequidad y el cambio climático son las mayores amenazas globales”

La científica y docente argentina Celeste Saulo (1964) se licenció en Ciencias Meteorológicas y se doctoró en Ciencias de la Atmósfera en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, institución en la cual luego ha sido profesora asociada regular y directora de tesis de licenciaturas y de becas doctorales y posdoctorales. También se desempeñó como Directora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de dicha Facultad. En el año 2002 ingresó como investigadora en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y en 2014 como Directora en el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Desde 2011 es miembro del Comité Directivo Científico del World Climate Research Programme (Programa Mundial de Investigación Meteorológica), y desde 2015 del Consejo Ejecutivo de la World Meteorological Organization (Organización Meteorológica Mundial), una institución internacional creada en 1950 en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el propósito de estudiar el comportamiento de la atmosfera terrestre, su interacción con los océanos, el clima y la distribución de los recursos hídricos. La OMM además promueve la cooperación entre los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales y favorece la aplicación de la meteorología a los servicios meteorológicos para el público, la agricultura, la aviación, la navegación, el medio ambiente, las cuestiones relacionadas con el agua y la atenuación de los efectos de los desastres naturales.
Celeste Saulo es autora de numerosos artículos de revistas científicas y coautora de los libros “Assessment of a regional climate for South America. A dynamical downscaling approach” (Evaluación de un clima regional para América del Sur. Un enfoque dinámico de reducción de escala) y “Joint assessment of soil moisture indicators for southeastern South America” (Evaluación conjunta de indicadores de humedad del suelo para el sur de Sudamérica). Desde el 1 de junio de 2023 se convirtió en la primera mujer y primera persona latinoamericana en ser elegida para ocupar el cargo de Secretaria General de la OMM, función que comenzó a ejercer el 1 de enero del presente año. Con la mirada puesta en el cambio climático, la profesora Saulo orienta su labor hacia la utilización de los conocimientos científicos y el intercambio de datos para generar pronósticos meteorológicos fiables y accesibles en todos los países, especialmente los más vulnerables, con el fin de conseguir que éstos sean capaces de adaptarse a los episodios extremos relacionados con el tiempo, el clima, el agua u otros fenómenos medioambientales.
El término “calentamiento global”, acuñado en los años ’70 del siglo pasado, describe el fenómeno por el cual los gases de efecto invernadero atrapan calor en la atmósfera, elevando la temperatura media del planeta. Sin embargo, este cambio atmosférico no sólo tiene lugar en temperaturas más altas sino que también conducen a fenómenos meteorológicos extremos y desastrosos. Más allá de las temperaturas récord y las tormentas de nieve, se espera que el cambio climático intensifique otros patrones climáticos extremos. A medida que el chorro polar se ralentiza, inundaciones y sequías podrían volverse más persistentes y severas. Un estudio de 2019 publicado en la revista científica estadounidense “Science Advances” predice que los eventos climáticos extremos y mortales podrían aumentar hasta un 50% para el año 2100. Para los científicos estudiosos de estos temas, las temperaturas extremas, ya sean altas o bajas, son manifestaciones del mismo problema subyacente: el cambio climático. Por ello, aunque algunas regiones experimentan frío intenso, esto no contradice la realidad del calentamiento global. Más bien subraya la complejidad del sistema climático de la Tierra y la urgencia de abordar el cambio climático de manera integral. La ciencia detrás del fenómeno es clara: el calentamiento global está creando un mundo de contrastes extremos, donde el calor extremo y el frío intenso coexisten como dos caras de la misma moneda climática.
En medio del proceso de calentamiento global más dramático de la historia de la humanidad, y avocada a lograr que los instrumentos y los métodos de medición y observación de las instituciones meteorológicas de cada país estén a la altura del desafío, Celeste Saulo -quien desde 2019 era Vicepresidenta Primera de la OMM y presidía el Panel de Investigación de esa entidad- en sus declaraciones iniciales como Secretaria General de dicho organismo ha manifestado que son la inequidad y el cambio climático las mayores amenazas globales, y que la misión de los servicios meteorológicos e hidrológicos es proteger a las poblaciones y sus economías y que, por lo tanto, hay que fortalecerlos para que puedan proveer alertas oportunos y eficaces.


Lo que sigue a continuación es la primera parte de fragmentos seleccionados de las entrevistas publicadas en el portal web “climatica.lamarea.com” el 21 de junio de 2023, en el sitio web de la organización “Dialogo Chino” el 6 de julio de 2023, en el diario “El País” el 12 de enero de 2024, y en el servicio de noticias digital de las Naciones Unidas “news.un.org” a cargo de Eduardo Robaina, Tais Gadea Lara, Beatriz Olaizola y Nathalie Minard respectivamente.
 
¿Cómo se siente luego de la elección en la OMM?
 
Sumamente honrada, halagada, agradecida y, obviamente, con una enorme responsabilidad. Fue un enorme impacto. Había trabajado para eso, pero no dejó de ser algo que me terminó sorprendiendo. La parte uno fue haber sido elegida. Luego viene la más importante: trabajar e implementar lo que uno se propuso. El desafío es enorme, pero estoy muy contenta y orgullosa.
 
¿Por qué cree que se tardó tanto en que una mujer llegara a liderar la OMM?
 
La realidad es que hay muchas menos oportunidades para las mujeres porque, indirectamente, para ser conocida o conocido en la OMM se tiene que ser directora o director de su servicio meteorológico nacional. Entonces, depende de que los países tengan la voluntad de elegir mujeres para que haya más mujeres en el escenario de la OMM. Durante esta campaña, me fui cruzando con mujeres que eran elegidas directoras de servicios meteorológicos por primera vez en la historia de esos servicios.  Me encontré con lugares muy diversos del planeta donde me decían “yo soy la primera mujer” y eso me resultó fabuloso.
 
¿Por qué es necesario que haya más mujeres en puestos de liderazgo en el contexto de la crisis climática?
 
Porque aportamos otra mirada. Cualquier crisis obliga a atenderla entendiendo que hay diversidades. Si se la atiende desde un formato patriarcal, se va a atender sólo una parte de esas necesidades. Si se amplía la perspectiva incluyendo la perspectiva de género, la preocupación por los niños, las personas de mayor edad y las personas con discapacidad, se va a tener una reacción ante la crisis climática mucho más abarcativa que es capaz de incorporar a todos aquellos que existen, no sólo a hombres. Si no podemos pensarlo así, no va a funcionar. Las mujeres, al menos yo creo, tenemos una mirada más amplia capaz de captar esas diversidades.
 
En sus poco más de setenta años de historia, la OMM ha estado siempre liderada por hombres europeos. Con usted se rompe esa tendencia. Ya era hora de aplicar otra visión del mundo, ¿no?
 
Sí, salvo por un secretario general nigeriano -Godwin Obasi-, que estuvo veinticinco años al frente de la organización, la OMM ha estado dirigida siempre por hombres europeos. Con lo cual, mi nombramiento es una doble novedad: una persona del continente americano y mujer. Creo que tenemos una enorme oportunidad. Por supuesto, no tengo la pretensión, por ser argentina, de entender todo el Sur Global, pero estoy segura de que tengo más argumentos, por ser parte de ese Sur Global, para trasladar la voz y las cuestiones que surgen en los países en desarrollo, en los menos desarrollados y en los pequeños Estados insulares. No me voy a cansar de repetirlo: todos tienen sus matices, tienen muchas cuestiones que priorizar y proponer, y no siempre son escuchados. Es necesario canalizar esas voces, escucharlas y tener en cuenta sus preocupaciones.
 
La OMM se creó en 1950, la primera conferencia climática fue en 1995 y aquí estamos. ¿Cómo ve hoy la acción climática? ¿En qué avanzamos y por qué no hemos logrado avanzar lo suficiente?
 
La ciencia y la tecnología avanzaron muchísimo. Creo que, cuando hay decisiones que son delicadas para las economías y los intereses económicos, ahí es donde la cuestión se complejiza mucho. Lamento que, como científicos y científicas, no hayamos logrado convencer a los tomadores de decisión lo urgente que es que tomen las acciones pertinentes. Ahí hablo de Estados, pero también es forzoso hablar de empresas globales que, en dimensión, son más grandes que los Estados. ¿Qué responsabilidad les estamos exigiendo a esos jugadores? No me queda del todo claro. Lo que está claro es que es insuficiente. Ahí es donde estamos fallando y me preocupa. Por un lado, está la ciencia y la tecnología con su avance e intención de mejorar y hacer lo que hay que hacer. Por otro lado, están los tomadores de decisión que, mediados por los intereses económicos, no terminan de bajar a tierra las acciones contundentes para que los cambios se produzcan.
 
¿En qué punto nos encontramos respecto al cambio climático?
 
Partimos de un punto de alerta importante, que ya estableció el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático del año pasado. Está aumentando el calentamiento global y sin lugar a dudas se debe a la actividad humana: a la explotación de los combustibles fósiles, a la explotación agrícola y el uso de fertilizantes y a los cambios en los usos del suelo. Además, todas las mediciones indican que la concentración de los gases de efecto invernadero continúa en aumento. En palabras del Secretario General de Naciones Unidas, la ventana de oportunidad para tomar acciones es cada vez más pequeña. Esa es la realidad y frente a eso, como ciudadanos globales y con distintos niveles de responsabilidad, tenemos que actuar.
 
Con esa ventana de acción que, como decía, se está empequeñeciendo, ¿qué objetivos fija usted para los próximos cuatro años al frente de la Organización Meteorológica Mundial?
 
El rol más importante de esta organización es la provisión de información que le permita a los sectores productivos tomar decisiones respecto de cómo producir de una manera sostenible, asegurando, por supuesto, el acceso a la comida y al agua. Y apoyar con medidas de adaptación, para que con los servicios meteorológicos e hidrológicos, que son quienes ofrecen pronósticos y alertas tempranas, se pueda proteger a las poblaciones, a sus bienes, a sus recursos materiales, a sus fuentes de trabajo.
 
¿Cómo?
 
Con la provisión de información climática. El monitoreo continuo de cómo está evolucionando la atmósfera es el instrumento que la OMM, apoyando a los servicios meteorológicos e hidrológicos de cada país, ofrece a los países para que tomen acción. Ya sea acciones a cortísimo plazo, como es actuar ante a un evento extremo que va a ocurrir, o acciones a mediano plazo, como puede ser planificar para un escenario donde, por ejemplo, se ve que el régimen de precipitaciones se está modificando, ya sea a la alza o a la baja.
 
¿Cómo ve a la región latinoamericana en su respuesta a impactos cada vez más intensos del cambio climático?
 
En promedio como región la veo bien, por supuesto con una enorme posibilidad de mejora. Separaría a los estados insulares que tienen una problemática que los diferencia. Tenemos una ventaja/fortaleza que pocas regiones poseen: hablamos el mismo idioma o casi el mismo idioma. Esa es una fortaleza, a mi juicio, sub-aprovechada.
 
¿Tenemos mayor conciencia climática?
 
Se está ganando conciencia de lo que es el impacto del cambio climático por la sencilla razón que cada vez hay menos personas que puedan decir que no los sorprendió un evento extremo al cual no habían estado expuestas nunca. Ahora, de ahí a tomar conciencia de que cada uno puede hacer algo para que esto no siga aumentando, es diferente. Hay distintos actores con un rol importante, desde la política, a la educación, las organizaciones no gubernamentales o Naciones Unidas en su conjunto. Ahí hay un llamado a la acción, esa vinculación con el qué hago yo todos los días para que contribuir o no contribuir a que esto continúe pasando me parece que es parte de lo que nos tenemos que apropiar.
 
¿Teme un aumento del negacionismo?
 
El negacionismo diría que está bajando sustantivamente y lo que está apareciendo tal vez es una expectativa sobredimensionada en que la ciencia va a venir a resolver lo que no hemos podido resolver como sociedad global. Creo que es pedirle demasiado a la ciencia y es poner siempre la responsabilidad fuera. Por supuesto, la ciencia, siempre que pueda hacer algo, lo va a hacer. Va a dar los datos como los viene dando hace muchos años. El premio nobel de física de 2021 se lo otorgaron a un científico justamente por sus primeras investigaciones respecto al impacto del aumento del dióxido de carbono en la temperatura promedio del planeta, y esas investigaciones eran de los fines de los ‘60. Entonces, ¿le vamos a pedir todo a la ciencia cuando la ciencia hace muchos años que nos viene diciendo qué hacer?
 
El negacionismo climático lleva unos años al alza. Al mismo tiempo, estamos asistiendo a una nueva corriente que es el retardismo, es decir, si bien no niegan el cambio climático, intentan hacer todo lo posible para restarle importancia y retrasar cualquier acción. ¿Cómo deberíamos abordar estos discursos, o cómo lo haría usted?
 
Vuelvo a decir: una sociedad comprometida es la única respuesta a grupúsculos que intentan detener la acción. No dejan de ser grupúsculos. El tema es cuánta entidad le damos a esos grupos. En muchos campos se dan estos discursos negacionistas o de odio que no contribuyen absolutamente a nada. La realidad es que no hay ninguna contrariedad en adoptar acciones para la preservación del clima. No hay contraparte negativa. Entonces, ¿por qué alguien decidiría no actuar? ¿Solamente por cuestiones económicas? Creo que hay que desnudar los discursos que invitan a la parálisis, a la inacción o a la negación, y decirles qué perderían por actuar.
 
El tema económico suele ser una de las principales excusas.
 
Bueno, pero entonces eso hay que denunciarlo. No podemos, calladamente, aceptar que los intereses económicos de unos pocos definan el planeta de todos.
 
En España, la Agencia Estatal de Meteorología y sus integrantes están siendo acosados por negacionistas, conspiranoicos y perfiles extremistas. ¿Es algo que sucede sólo allí o se está extendido a otros países?
 
Lo veo extendiéndose. Me parece espantoso que, como sociedad, tengamos ese tipo de reacciones. Es completamente retrógrado. Esto se instala en una cultura donde la inmediatez y el anonimato que ofrecen las redes hacen perder de vista las grandes causas sociales y éticas, que son primordiales para nuestra existencia. Así que, por supuesto, hay que denostar a quienes actúan de esa manera porque no contribuyen a nada. Cualquier mensaje destructivo es destructivo en general. Cuando se instala un mensaje destructivo, lo destruye todo. No destruye selectivamente, destruye los valores más importantes de una sociedad. Uno de ellos es el respeto; en este caso, el respeto hacia nuestros hombres y mujeres de ciencia.
 
¿Está la OMM al tanto de este aumento de la hostilidad y de los mensajes de odio?
Aquí la comunicación tiene un rol. No puede ser que pocas voces muy malintencionadas tengan más prensa y más espacio que muchas voces bienintencionadas. Hay algo que estamos haciendo mal. La OMM tiene, por supuesto, una responsabilidad sobre esto. Los medios de comunicación también. Y la sociedad en su conjunto. Es decir, nosotros tenemos que salir a proteger a los servicios meteorológicos e hidrológicos, respaldar su acción y salir a denunciar los intereses ocultos o poco transparentes que hay detrás de acciones que denuestan el trabajo de instituciones que llevan más de cien años trabajando, y gracias a esas instituciones hoy sabemos lo que sabemos. No solo respecto al cambio climático; podemos tener un pronóstico o una alerta temprana para resguardar y proteger a nuestra sociedad cuando se da un fenómeno severo, ya sea una ola de calor, una tormenta severa, un periodo de sequías… Entonces, esa parte no la estamos valorando. ¿Qué está pasando con eso? Me parece que tenemos que salir todos a responder. La Organización Meteorológica Mundial en primer lugar.

6 de julio de 2024

Alfredo Serrano Mancilla: “Yo creo que cuando un presidente se disocia de lo que pasa en la cotidianidad es cuando va a tener una derrota por goleada más pronto que tarde”

El economista, académico, asesor político y escritor español Alfredo Serrano Mancilla (1975) es el fundador y actual Director Ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), una institución fundada en el año 2014 que se dedica al análisis de los fenómenos políticos, económicos y sociales de los países de América Latina y el Caribe. Especialista en economía pública, desarrollo y economía mundial, se doctoró en Economía Aplicada en la Universidad Autónoma de Barcelona (España) con la tesis doctoral “Reforma del Impuesto sobre el Valor Añadido: evaluación del impacto redistributivo, pobreza y bienestar social”. Además realizó estancias predoctorales en Módena y Bolonia (Italia) y en Québec (Canadá). Nacido en La Línea de la Concepción, un municipio de la provincia de Cádiz en la comunidad autónoma de Andalucía, ha realizado trabajos de investigación en Argentina, Bolivia, Canadá, Ecuador, España, México y Venezuela, y se desempeña como Profesor de Posgrado y Doctorado en varias universidades internacionales.
Habitual columnista en medios de prensa como “Página 12” (Argentina), “La Razón” (Bolivia), “El Ciudadano” (Chile), “Público” (España), “La Jornada” (México), “Russia Today” (Rusia) y “La Diaria” (Uruguay), es autor de los ensayos “Evo - Operación Rescate”, “América Latina en disputa”, “¡A (re) distribuir! Ecuador para todos”, “El pensamiento económico de Hugo Chávez” y “¡Ahora es cuándo, carajo! Del asalto a la transformación del Estado en Bolivia”. El pasado mes de mayo presentó en la 48° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires su primera novela: “El gol que me falta”, obra en la que narra la historia de un jugador de fútbol estrella que se presenta como candidato a presidente en las elecciones de Argentina.


Para Serrano Mancilla, la literatura es un terreno fértil para abordar cuestiones políticas mediante la ficción, y sobre ello se refirió en las entrevistas que concediera a Alfredo Grieco y Bavio del medio de comunicación digital “elDiarioAR” y a Jorge Fontevecchia del diario “Perfil”, publicadas el 5 y el 7 de mayo de 2024 respectivamente. Un resumen de ambas es lo que se reproduce a continuación.

“El gol que me falta”, ¿es una novela autobiográfica? ¿Quién es Alfredo Serrano Mancilla, el economista doctorado en Barcelona que dirige CELAG, el arquero suplente y andaluz de un club exitoso de casting internacional de la Ciudad Condal y narrador de esta ficción política, o el novelista también nacido en Cádiz que se estrena con esta narración apasionante, el (primer) gol que le faltaba en sus publicaciones?
 
Tengo muy poco que ver con el amigo del mejor jugador del mundo de fútbol de todos los tiempos, quien es el narrador de esta historia. Él es andaluz como yo. Pero él se dedicó al fútbol profesionalmente y yo no. Y además, él es arquero, y yo, cuando jugaba, lo hacía de mediocentro. Yo llegué a Barcelona para hacer mi doctorado y él para jugar al fútbol al más alto nivel. Yo llegué a Argentina para quedarme y él vino a acompañar al mejor jugador del mundo de todos los tiempos en plena campaña electoral presidencial. Además, él aprendió a jugar al truco y yo no. No es una novela autobiográfica, pero sí aborda mis dos pasiones: el fútbol y la política. Y tenía ganas de hacerlo desde la ficción porque de alguna manera es otra forma de contar cosas, seguramente con menos autocensura de la que nos imponemos en otros menesteres. Y también con menos prejuicios ideológicos de lo que se suele abusar en cada ensayo. Y además quería llevar esta ficción al terreno de lo electoral, donde se magnifica todo. Es una suerte de thriller político-electoral, con la Argentina de fondo.
 
En la República Argentina, todos los lectores (el masculino es deliberado) vemos a través del ropaje ficcional de “el Argentino”, el protagonista entrerriano de “El gol que me falta”, al santafesino Lionel Messi. ¿Hacemos mal? (Es cierto que la novela también contiene alusiones a Messi, el personaje histórico).
 
No. No es ni Messi ni Maradona. Aunque bien podría ser cualquiera de los dos. Porque en un país tan futbolero como Argentina seguramente un día, más pronto que tarde, tendremos un candidato presidencial procedente del fútbol. Esto ya ha pasado en otros países, como Weah en Liberia, Balón de oro que luego fue presidente de su país. O también tenemos el caso de Chilavert, más exitoso en el fútbol que en la política. Por eso que en esta novela es ficción pero quizás un día sea realidad. En el libro, “el Argentino” es entrerriano. Nacido en Gualeguaychú. Y tiene una personalidad muy diferente a esos dos grandes de la historia universal del fútbol. En cada campaña electoral ocurren muchísimas situaciones que no son tratadas habitualmente en los manuales clásicos de ciencia política. Y es por eso que tenía ganas de narrarlo desde una novela de ficción. Pero no con la intención de adoctrinar ideológicamente. La intención es más problematizar el día a día de un candidato presidencial, sus avatares, su relación con los asesores, con la jefatura de campaña, con su entorno familiar, con los medios de comunicación. Y llevarlo en algunas ocasiones al extremo. Para eso sirve la ficción.
 
La novela “El gol que me falta” invita a abandonar todo prejuicio contra la literatura de ficción didáctica, pedagógica: que enseña. Como sin quererlo, al terminar de leer el libro sabemos mucho más que antes sobre campañas electorales, elecciones presidenciales, sistemas de partidos políticos y sondeos de intención de voto en las democracias iberoamericanas. ¿Era un propósito del autor desde antes de sentarse a escribir?
 
Quería escribir sobre lo electoral desde otro ángulo. Siempre pensé que es un campo fértil para la literatura. Porque hay intriga, porque hay una fecha final, el día de las elecciones, en la que sabremos el desenlace. Porque se mezclan muchas sensaciones, donde todo se intensifica, se magnifica. Donde nada es lineal, no siempre hay una secuencia lógica de los acontecimientos. En cada campaña electoral, ocurren muchísimas situaciones que no son tratadas habitualmente en los manuales clásicos de ciencia política. Y es por eso que tenía ganas de narrarlo desde una novela de ficción. Pero no con la intención de adoctrinar ideológicamente. La intención es más problematizar el día a día de un candidato presidencial, sus avatares, su relación con los asesores, con la jefatura de campaña, con su entorno familiar, con los medios de comunicación, con las herramientas habituales usadas en toda campaña, como son las encuestas o los jingles. O sea, verlo desde otro punto de vista. Y llevarlo en algunas ocasiones al extremo. Para eso sirve la ficción. Para narrar por ejemplo qué hace un candidato presidencial como “el Argentino”, el mejor jugador de fútbol del mundo, en las horas previas a saber los resultados. O cómo le influye una discusión familiar en un momento importante de la campaña. O qué hace con los trapos sucios que trae consigo. Son aspectos humanos que están presentes en la realidad, pero de lo que se habla menos en los análisis electorales y políticos.
 
¿Qué relación hay entre fútbol, política y elecciones? En la novela se explora una dimensión: la posibilidad real de una candidatura presidencial viable que goza entre el electorado de popularidad y el conocimiento previos sin rival. ¿Qué otras relaciones unen o contaminan a clase política y élite futbolística?
 
La novela justamente pone de relieve que no hay atajos en la política. Es decir, el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos parte de esa doble ventaja, ser muy muy conocido y gozar del aplauso mayoritario de la sociedad, pero cuando entra en el terreno de la política y de lo electoral, comienza una peregrinación distinta. Dicho de otro modo más sencillo: una vez que cambia de cancha, estará sometido a toda la contaminación que trae consigo cualquier campaña electoral. Y le tocará remar a contracorriente, afrontar situaciones nuevas para él aunque sean viejas para la política; deberá tomar decisiones, asumir riesgos, enfrentar campañas sucias, tomar posición ante toda coyuntura que se le avecina. “El gol que me falta” narra en cada capítulo todo ese periplo lleno de contradicciones y situaciones a veces surrealistas y laberínticas. ¿Se imagina que el candidato tiene una fobia? ¿Cómo habría que tratarla? O, ¿es mejor presumir de tiene mucho dinero o no? ¿Es necesario que esconda sus gustos si éstos no coinciden con lo que piensa la mayoría de la sociedad argentina o no? ¿Hay hacerle caso a todo lo que dicen las encuestas o mejor no obsesionarse con ellas? ¿Hay que acudir a la televisión para ganar la elección si ya eres muy conocido? Son muchas de esas cosas las que están en libro. A veces darán ganas de reír y otras de pensar.
 
En “El gol que me falta” hay una imagen muy positiva y proactiva de las provincias del Litoral argentino, en contra de estereotipos porteños. ¿Es también la opinión del autor?
 
Seguramente en este eje sí que aparece algo “muy de mí”. Nací en la periferia en España. En el Sur. En la provincia de Cádiz. Y en Argentina he vivido mucho en Capital, pero también he tenido periodos hermosos en Entre Ríos. Hay un poco de homenaje a todo ello. Y sin caer en la tentación de mitificarlo, quería que en la novela tuviera presencia esa otra Argentina. Por ejemplo, hay tres personajes, que son tres viejitos, de Gualeguaychú, que acaban siendo importantes por cómo ven las cosas, casi más que los asesores. Y me parecía que era otra manera de explicar la cotidianeidad de este país. Seguramente, la novela pretende realzar esas periferias.
 
¿Qué punto de contacto hay en la novela y en el novelista con el asesor político, con el sociólogo, con el pensador, con lo real?
 
Esta novela, creo que, por un lado tiene el objetivo de contar cosas saliendo de la autocensura que nos imponemos cuando hablamos, pensamos o escribimos. Creo que la literatura es un género muy fértil, maravilloso, para poder abordar, a partir de la ficción, todo lo que tiene que ver con la política y las elecciones en una sociedad en movimiento, y por momentos aparentemente distópica, como es la argentina. Creo que es otra manera de afrontar lo que sigo estudiando. De hecho, lo escribí en los tres últimos años previos a la llegada de Milei. Iba percibiendo que estaban pasando cosas y me parecía interesante abordarlas desde un thriller electoral que es un género literario poco explotado y que siempre tiene su desenlace final en el día de la elección. Luego, abordar todo ese laberinto que es una elección, que yo creo que tiene mucho de magnificar emociones, contradicciones, mezquindades, de situaciones surrealistas que van pasando, y poner a la democracia en jaque a la hora de discutir situaciones inesperadas. Por eso yo quería traer parte de la experiencia, contándolo de otra manera; seguramente se desliza mi hipótesis política de fondo, pero con muy poco prejuicio. De hecho, poco tengo que ver con quien escribe. El candidato, que es el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, argentino, quien se retira y a la hora de decidir qué hace el día después, acepta una propuesta para ser candidato presidencial en la Argentina, y a partir de ahí se desenlaza la trama, con ese trasfondo de un futbolista más que reconocido y exitoso, cómo sería el desembarco a la política y a las elecciones en un país como Argentina. En la novela hay cosas reales y hay cosas ficcionales, y me apetecía ponerme en la figura de este personaje, que además no es nuevo.
 
¿Y cuál es el gol que le falta a Milei en particular?
 
Yo diría que no disociarse de la realidad. Es el gol que le falta a cualquier político que tenga responsabilidad, no desapegarse, no inventar, no disociar lo que pasa en el día a día. Cuando a un presidente se le consulta por el precio de la leche, si no lo sabe es preferible decir “no lo sé y ahora voy a llamar a mi ministro para saber cuál es el precio”, más que desprestigiar a la periodista que le hizo esta pregunta, como en el caso de la BBC, o incluso tratarla mal por una pregunta que es muy pertinente para la ciudadanía. Yo creo que cuando un presidente se disocia de lo que pasa en la cotidianidad, en la heladera de la mayoría de las familias de un país, es cuando va a tener una derrota por goleada más pronto que tarde. Para esto hay que tener perspectiva de las cosas, no será ni el primero ni el último. Hicimos un trabajo reciente en CELAG de análisis de los presidentes en América Latina, de que algunos empezaron con un promedio de imagen positiva similar a la de Javier Milei, incluso superior, pero en los últimos cuatro meses terminaron con una imagen positiva en el piso. Como por ejemplo Piñera, Lasso, Duque, y demás.
 
Y podríamos agregar también a Alberto Fernández, que en el momento de la pandemia llegó a tener un 80% de imagen positiva.
 
También, durante varios meses. El primer semestre después de su toma de posición tenía una imagen positiva muy superior a la de Javier Milei. A Piñera le pasó parecido, a Duque también. Y en esto creo que todos los signos ideológicos tienen que tener perspectiva, más allá si van a un lugar u otro. Y todo depende de cuánto te disocies de la realidad porque es importante entender lo que le pasa a la gente, más allá de las batallas culturales que quiere dar, que son legítimas, pero cuando el estómago no está lleno, la batalla cultural tiene un freno.

Permitime ser tan disruptivo como el propio Milei. Nosotros medimos la popularidad de los presidentes en sus países, entonces, imaginemos por un instante que, en realidad, el público que Javier Milei quiere conquistar no es argentino sino el público global de la derecha, y que a ese público le habla Milei. Por lo cual, si en su plan económico triunfe o fracase en la Argentina no es tan importante para él como lo fue ganar las elecciones. ¿Se podría medir, en las redes sociales, el grado de llegada que deja Javier Milei a nivel global? Porque si uno se basa en sus discursos, como el de ayer en Los Ángeles o como el de Davos hace un par de meses, pareciera que la popularidad que él desea, no está en su país.
 
Además de ser una gran idea, nosotros lo hemos medido. Presidentes de un país, en otro país. No en el caso de Milei, pero lo tendremos más pronto que tarde. Pero existe ese tipo de juego, porque es cierto que Javier Milei tiene un público internacional, pero con cierta afinidad ideológica. De hecho, en España se va a reunir, no con el partido de la derecha española, sino con el partido marginal de la ultraderecha española. Es importante aclarar que en España el partido popular de la derecha española, que ha tenido presidencia desde Aznar hasta Rajoy, no va a recibir con honores a Javier Milei. Sí lo va a hacer VOX, que es un partido hijo del franquismo y que hoy en día es cuarto en términos de electorado en España. Efectivamente, tiene su público internacional, con ciertas facilidades ideológicas, pero también hay una parte del público mundial que está desconcertado y no termina de entenderlo. Mucha gente no termina de entender a Milei, desde la clase política hasta la ciudadanía, porque sus códigos, sus formas y su violencia verbal es difícil de digerir. Creo que estamos en un momento donde Javier Milei está intentando recibir el aplauso de determinados foros, pero también el rechazo inequívoco. Yo no sé si él cree que hay una conexión entre la performance internacional para un determinado sector con su popularidad en la Argentina. Dicho sea de paso, cuando uno mira las encuestas con lupa, empieza a crecer eso que se llama “regular-bien”, y baja un poco eso que llaman “buena” o “muy buena”. Dicho de otro modo, se atenúa el apoyo positivo que tienen, que yo creo que está más basado en el odio hacia la otra parte de la política que en afinidades hacia él. Porque el día a día de los precios de las cosas, los bajos salarios y una situación económica al borde del colapso, y que lo pretenda normalizar y naturalizar... Yo creo que más pronto que tarde tendrá un respaldo cada vez más decadente.

2 de julio de 2024

Martín Caparrós: “Tratar de ver si encuentro formas nuevas, géneros confusos, es parte del desafío que hace que siga teniendo ganas de seguir escribiendo”

El periodista y escritor argentino Martín Caparrós (1957) se inició en la práctica del periodismo a los dieciséis años mientras cursaba sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Al mismo tiempo militaba en una de las organizaciones políticas armadas que en las décadas de los años ’60 y ’70 conformaban lo que se conoció como “movimientos de liberación nacional”, en medio de un ámbito marcado por los sucesivos golpes de Estado que asolaban a la Argentina. En 1976, con la instauración de la más siniestra dictadura militar que gobernó el país, decidió exiliarse en París. Allí se licenció en Historia en la Universidad de la Sorbona. Luego se radicó en Madrid, donde tradujo a escritores de la talla de William Shakespeare (1564-1616)
​, Francisco de Quevedo (1580-1645) y François Marie Arouet, Voltaire (1694-1778). Con el retorno de la democracia volvió a la Argentina donde desarrolló una larga actividad en los diarios “Noticias”, “Tiempo Argentino” y “Página/12”; en las revistas “El Porteño”, “Goles”, “Babel” y “Página/30” y en algunos programas de radio y televisión. Actualmente radicado en Madrid, donde publica sus columnas en los diarios “El País” y en “The New York Times” en su versión en español, es autor de una numerosa obra que ha sido publicada y traducida en más de treinta países, y que ha ganado varios premios internacionales.
Entre muchas otras, pueden mencionarse las novelas “Ansay o los infortunios de la gloria”, “El tercer cuerpo”, “La noche anterior”, “Un día en la vida de Dios”, “Valfierno”, “A quien corresponda”, “La Historia”, “Los Living”, “Todo por la patria”, “Echeverría”, “Sinfín”, “Sarmiento” y “Los abuelos”. También ha publicado los volúmenes de crónicas “Larga distancia”, “La guerra moderna”, “¡Dios mío! Un viaje por la India en busca de Sai Baba”, “Contra el cambio. Un hiperviaje al apocalipsis climático”, “El Interior”, “Una luna” y “La voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina” -en coautoría con Eduardo Anguita (1953)-; y los ensayos “La patria capicúa”, “Argentinismos”, “Qué país. Informe urgente sobre la Argentina que viene”, “El hambre”, “Lacrónica” y “Ñámerica”.
Sus últimas obras son la novela digital e interactiva “Vidas de J.M.” y “El mundo entonces. Una historia del presente”, un raro ensayo en forma de un imaginario manual de Historia escrito por una historiadora del siglo XXII que analiza la actual organización social y económica del mundo y pone el foco en sus profundas grietas.


Precisamente sobre esta obra y sobre la actual situación socio-económica de la Argentina se refirió en la entrevista que le realizó Pablo Díaz Marenghi publicada en el diario “Clarín” el 9 de abril de 2024.

¿Este libro nace a partir de tus columnas en “El País”?
 
En realidad, lo pensé como un libro desde un principio. Charlando con la directora de “El País”, Pepa Bueno, le planteé la posibilidad de ir publicando los capítulos en el diario y a ella le pareció bien. Entonces se fueron publicando pero los trabajé como capítulos de un libro. Cuando los reuní todos, pude tener una mirada distinta. Luego los reelaboré bastante y agregué estas pequeñas historias de personajes que aparecen y que tienen algo que ver con el capítulo anterior o posterior. De algún modo le da más carnadura, más humanidad al asunto. Es una mezcla de celebridades y desconocidos.
 
Solés hablar de la toma de distancia para escribir y pensar mejor. Aquí hay una distancia ficcional que se vuelve clave en la narración. ¿Por qué te interesa esto?
 
Creo que sirve para mirar de nuevo aquello que uno ve demasiado a menudo y que, por lo tanto, ya deja de ver porque lo tiene incorporado. Está lleno de cosas que uno no percibe a su alrededor. En muchos casos, porque uno no se toma el trabajo de averiguarlo o por costumbre. Por ejemplo, cuando describo a la cocina como una sala de máquinas. ¡No lo había pensado! Cuando empecé a mirar desde afuera veía que en la cocina hay veinte, treinta máquinas y en el resto hay mucho menos. O la tontería de dónde hacemos qué: tomarse una ginebra en el living de tu casa bueno, si son las nueve de la noche no pasa nada. Si te lo tomás en el baño, empieza a ser raro y obsceno.
 
En una entrevista anterior con este medio hablaste de cómo te interesaba prestarle atención al mecanismo, la forma de contar historias. Pienso en la forma de este libro como un dispositivo inclasificable. ¿Es No ficción? ¿Ensayo? ¿Crónica? ¿Te interesa pensar en esto?
 
Me desafía la posibilidad de producir libros que no se sepa bien que son. Que el librero tenga que darle cuatro vueltas y pensar dónde lo pongo. Me parece un ejercicio literario más interesante, reproducir un género ya esta altura se ha hecho tanto y se hace tan automáticamente que no me excita, en cambio este tratar de ver si encuentro formas nuevas, géneros confusos es parte del desafío que hace que siga teniendo ganas de seguir escribiendo después de no sé cuantas docenas de libros.
 
Hay interpretación y reflexión sobre el presente entrecruzada con datos. A la vez, vuelven temas recurrentes en tu obra como el hambre, el medio ambiente o Dios.
 
Una de las premisas del libro era tener muchos datos. No hacer afirmaciones retóricas sino tratar de describir, en sentido muy concreto, cómo es este mundo. ¡Hay tantas cosas que no pensamos! Por ejemplo, un dato que encontré por ahí: pensamos a los países como entes inmutables y resulta que de los doscientos que hay ahora en el mundo solamente ocho existían hace doscientos años. Todos los demás son inventos recientes. Eso es algo que uno no lo piensa como tampoco piensa que la forma país se ha impuesto de una manera extraordinaria. Hasta hace cincuenta años había otras formas de organización del territorio. Desde que empezó a haber estados hubo colonias. Es la primera vez en la historia de la humanidad en que no hay colonias. Hay cinco, seis islas; rémoras. Está lleno de cosas raras. Pero vos hablabas de mis constantes. Y sí, por supuesto, sigo creyendo que lo más notorio cuando uno mira al mundo actual son las desigualdades. Es algo que en general notamos poco. Nos resulta difícil mirar un poco más allá y darnos cuenta de que algunos somos bastante privilegiados. Hay un cuarto de la población mundial que no tiene agua corriente. No tiene canillas en las casas. Y cuando se corta el agua decimos, ¡la puta madre! En los alrededores de Buenos Aires hay gente que tiene que ir a buscar agua con un balde. Lo más complicado fue elegir qué capítulos iba a tratar de armar. Quería que hubiera un poco de todo: desde la salud, el amor o la alimentación hasta la geopolítica, la guerra y las formas de gobierno pasando por todo el resto; las economías, la influencia de las técnicas actuales. Era complicado, le di muchas vueltas y después le di muchas vueltas también al orden.
 
Respecto a esto, dejaste para el final cuestiones ligadas a la tecnología, la digitalización y a cómo se piensa el futuro. Incluís, incluso, un perfil sobre el creador de TikTok ¿Eran temas sobre los cuales solías reflexionar?
 
Algunas de las cosas las venía pensando porque es la vida cotidiana de todos nosotros. El tema fue tratar de entender un poco más cómo funciona y para eso sí, estuve leyendo bastante. Creo que podría haber sido más historicista en esa parte porque se me cruza mucho la idea de cuando empezó Internet -soy lo suficientemente viejo como para recordarlo- y despertó toda esta expectativa de que iba a ser un espacio distinto, igualitario, abierto, libre hasta que se transformó en el lugar más controlado por el dinero y los grandes poderes que uno pueda imaginar. Y lo hicimos en muy poco tiempo. Es muy curiosa la historia de cómo esa ilusión de libertad se deshizo tan brutal y velozmente.
 
En relación a esto que planteabas sobre las desigualdades y las falsas promesas de libertad, en la introducción al libro mencionas que la globalización es, más bien, el triunfo casi absoluto del modelo de las potencias de Occidente. ¿Qué pasa con las falsas promesas de la globalización?
 
Ahí postulo que llamar contemporánea a la época en la que vivimos es una especie de disparate epistemológico. Toda edad es contemporánea de sí misma. Seguramente de acá a cien años habrá historiadores astutos que se darán cuenta de esto y le cambiarán el nombre. A mí me parece que el nombre que corresponde es el de Edad Occidental porque no hay ningún otro momento en la historia del mundo en que una pequeña región haya ejercido semejante influencia sobre todo el planeta. En todos los aspectos: políticos, religiosos, técnicos; desde la música o los automóviles hasta las formas de vestir. Todo viene de Occidente. Es muy fuerte, más allá del dominio político o económico, el grado de influencia que ha tenido en desparramar el modelo por el mundo. Nunca se había visto. Por eso me parece justo llamarle Edad Occidental a este periodo que corresponde a los últimos doscientos cincuenta años. El tema es que yo creo que se está acabando.
 
Allí es donde mencionas el crecimiento de China.
 
China -también India, pero sobre todo China- está recuperando el papel que siempre tuvo. Siempre fue el Estado más poderoso del planeta. Dejó de serlo durante trescientos o cuatrocientos años creo que por pura soberbia. No les importó nada el resto del mundo. El problema es que ahora creo que han entendido que es una época en que la globalización hace que no se pueda ser una potencia hegemónica sin ocuparse del resto del mundo. Ahora sí entendieron y ejecutan esta idea de expandirse que hasta hace muy poco no les importaba. Ahí es donde viene, probablemente, el gran cambio de las próximas décadas. Ojalá sea pacífico pero hay chances de que no lo sea, porque ninguna potencia deja su lugar sin pelear.
 
El abanico de temas abordado es muy diverso y, al mismo tiempo, funciona como un muestrario de esta época. Por ejemplo, en el capítulo donde hablas de las cosas, cómo estamos rodeados de miles de objetos innecesarios, o acerca del sexo y las transformaciones en la familia. ¿Cuáles serían los núcleos del mundo entonces?
 
Es difícil, porque hay algunos que me interesan o me entretienen más, pero me parece que sin los otros dejan de tener el sentido que deberían. Por ejemplo, las cosas. Efectivamente, es un mundo muy chiflado. Está lleno de cosas que pensamos como totalmente efímeras y cuyo origen no tenemos ni idea. Hasta hace relativamente poco, doscientos años, las cosas se hacían para que duraran para siempre dentro de lo posible y uno sabía de dónde venían, quién las había hecho o por lo menos dónde, cómo. Ahora pasa todo lo contrario. Doy un dato: en una casa media norteamericana hay alrededor de doscientos mil objetos. Otra cosa que me llamó la atención: más del 80% de lo que consumimos se mueve en barco. Uno casi ni los ve y, sin embargo, sin esos barcos este mundo, así, no existiría.
 
Otro eje posible sería el mundo virtual y las apariencias. Das una cifra contundente sobre el sexo: las personas le dedicamos el 0,45% de nuestro tiempo a ejercerlo y, sin embargo, parecería ocupar una dimensión mucho mayor. ¿Vivimos en un mundo cada vez más ilusorio?
 
Uno jamás lo pensaría porque se pasa la vida teniendo algunas formas de relación con lo sexual; pensando, recordando, planificando. Sin embargo, en términos materiales no es nada. Hay ciertos aspectos de la vida que se desmaterializan cada vez más. Ahí hay algo que dice la historiadora: en esa época todavía había mucho sexo presencial. De esa manera me divertía con su sorpresa ante ciertas cosas. Uno se queda pensando: ¿Cómo será el sexo, entonces, en su época?
 
Otro eje es la política. Incluís un perfil de Putin. Esperaba leer uno sobre Javier Milei pero no está. Hace poco en otra entrevista dijiste que su triunfo electoral “me devolvió un país que creía conocer muy bien y que no conozco”. ¿Cómo lo analizás?
 
Primero fue esa extrañeza, la de sorprenderme de que mi país eligiera para gobernarlo a un señor tan notoriamente desquiciado, tan claramente incapacitado para gobernar el país. Me preguntaba cómo fue que diez, quince millones de personas pensaron que un señor que dice que recibe instrucciones en su perro muerto puede ser su presidente. Eso me hizo pensar en un país muy arruinado e irritado que quería lo más extremadamente diferente que pudiera encontrar. Me parece clarísimo que la Argentina necesitaba a alguien que no tuviera que ver con aquellos que la arruinaron en los últimos treinta años pero pensé que podíamos inventar a alguien un poco más esperanzador, un poco menos disparatado. Fuera de eso, su acción de gobierno por ahora es extraña. Creo que la única base en la que se sostiene es esa confianza que consiguió suscitar siendo una especie de bestia que se diferenció de todos los demás, pero hasta ahora todas las medidas que ha tomado están perjudicando mucho a mucha gente. Es difícil imaginar que toda esa gente va a seguir aceptando que este señor tome medidas que la dejan en situaciones muy precarias. Tiene esta astucia de pelearse con X, Y, Z como para desviar un poco la atención del hecho de que los comedores populares, que son el último recurso de tantas personas, están sin comida porque el Estado no les manda más. Yo puedo creer que el Estado exagera en muchas de sus intervenciones, pero si no sirve para garantizar que todas las personas que lo necesitan no se mueran de hambre, entonces no sirve para nada realmente. Quizás eso es lo que él está tratando de demostrar, pero lo va a demostrar con la muerte de muchas personas. Es un personaje muy siniestro.
 
Tampoco se vislumbra, del otro lado, una resistencia o liderazgo claro.
 
No, para nada porque justamente lo que hay del otro lado son los distintos sectores que jodieron a la Argentina y la llevaron a esta situación en la que pudo ocurrírsele elegir a este disparate. Esa es su gran arma. El hecho de que no hay ninguna oposición creíble, ninguna propuesta diferente y va a ser complicado formarla. Son procesos que tardan años y a veces no se concretan nunca. En general algo aparece. Pero si yo te hubiera dicho hace cinco años esto y lo que apareció fue Milei, no es un planteo muy esperanzador. Creo que Milei va a decepcionar muy rápidamente a la mayoría de quienes lo apoyaron. Ya algunos lo están. Lo que no veo, creo que todavía nadie lo sabe, es qué vamos a hacer con esa decepción.
 
Tenemos vidas largas para pensarlo, tal como decís en tu libro.
 
Al respecto, ese me parece otro dato elocuente. En los últimos sesenta años, la esperanza de vida, el tiempo que se supone que una persona promedio vive, aumentó veinte años. Eso es un cambio absoluto, radical. Vivimos en promedio veinte años más que nuestros abuelos. Es mucho eso y es un dato fuerte para pensar que pese a todas las tentaciones apocalípticas que nos dan, hemos mejorado en muchas cosas y no hay ninguna razón para creer que vamos a dejar de hacerlo. Es mucho más gracioso ponerse apocalíptico, se levantan muchas más minas con el apocalipsis que con la boludez del progreso. Sin dudas. Pero si te pones a ver cuál es el trayecto de la sociedad en los últimos siglos, ves que hay una mejora infinita. Entonces, ¿por qué de pronto va a dejar de suceder esto?