2 de abril de 2025

Entremeses literarios (CCXVIII)

LA DESESPERACIÓN DE LAS LETRAS
Ginés S. Cutillas
España (1973)
 
Estaba viendo la tele cuando oí un fuerte estruendo detrás de mí, justo en la biblioteca. Me levanté extrañado y fui a comprobar qué era. Una masa inconsistente de papel agonizaba a los pies de la estantería. La cogí entre mis manos y desmembrando sus partes pude adivinar que aquello había sido un libro, Crimen y castigo para ser exactos. No supe encontrar una explicación lógica a tan extraño incidente.
A la noche siguiente, estando de nuevo delante de la televisión, el inquietante ruido. Esta vez, irónicamente, había sido Ana Karenina quien se había convertido en un manojo de papel deforme que yacía a los pies de sus compañeros.
Unas noches más tarde me di cuenta de lo que ocurría: los libros se estaban suicidando. Al principio fueron los clásicos. Cuanto más clásico, más alta la probabilidad de estamparse contra el suelo. Después comenzaron los de filosofía, un día moría Platón y al otro Sócrates. Luego les siguieron autores contemporáneos como Hemingway, Dos Passos, Nabokov…
Mi biblioteca estaba desapareciendo a pasos agigantados. Había noches de suicidios colectivos y yo, por más que me esforzaba, no conseguía encontrar un rasgo común entre las obras kamikazes que me permitiera saber cuál iba a ser la siguiente. Una noche decidí no encender la televisión para vigilar atentamente los libros. Aquella noche no se suicidó ninguno.
 
 
UNA CABRIOLA
Américo Barracha
Argentina (1929-2001)
 
Nunca fue supersticioso. Cuando se le cruzó el gato negro, en lugar de tomar una de las tantas actitudes anti agoreras, le tiró un furibundo puntapié que el gato esquivó con una cabriola.
El impulso lo hizo caer hacia atrás. Se desnucó.
 
 
INTERVALO DE CINCO MINUTOS
Francis Picabia
Francia (1879-1953)
 
Yo tenía un amigo suizo llamado Jacques Dingue que vivía en el Perú, a cuatro mil metros de altitud. Partió hace algunos años para explorar aquellas regiones, y allá sufrió el hechizo de una extraña india que lo enloqueció por completo y que se negó a él. Poco a poco fue debilitándose, y no salía siquiera de la cabaña en que se instalara. Un doctor peruano que lo había acompañado hasta allí le procuraba cuidados a fin de sanarlo de una demencia precoz que parecía incurable.
Una noche, la gripe se abatió sobre la pequeña tribu de indios que habían acogido a Jacques Dingue. Todos, sin excepción, fueron alcanzados por la epidemia, y ciento setenta y ocho indígenas, de doscientos que eran, murieron al cabo de pocos días. El médico peruano, desolado, rápidamente había regresado a Lima… También mi amigo fue alcanzado por el terrible mal, y la fiebre lo inmovilizó.
Ahora bien, todos los indios tenían uno o varios perros, y éstos muy pronto no encontraron otro recurso para vivir que comerse a sus amos: desmenuzaron los cadáveres, y uno de ellos llevó a la choza de Dingue la cabeza de la india de la que éste se había enamorado… Instantáneamente la reconoció y sin duda experimentó una conmoción intensa, pues de súbito se curó de su locura y de su fiebre. Ya recuperadas sus fuerzas, tomó del hocico del perro la cabeza de la mujer y se entretuvo arrojándola contra las paredes de su cuarto y ordenándole al animal que se la llevase de vuelta. Tres veces recomenzó el juego, y el perro le acercaba la cabeza sosteniéndola por la nariz; pero a la tercera vez, Jacques Dingue la lanzó con demasiada fuerza, y la cabeza se rompió contra el muro. El jugador de bolos pudo comprobar, con gran alegría, que el cerebro que brotaba de aquélla no presentaba más que una sola circunvolución y parecía afectar la forma de un par de nalgas…
 
 
ME CAIGO Y ME LEVANTO
Luisa Valenzuela
Argentina (1938)
 
- Ella, tan famosa, se destacó sobre todo por sus célebres caídas.
- Cuente, cuente, eso va a enriquecer mucho la biografía que estoy escribiendo.
- Como no, por una módica suma se las cuento.
- Acá tiene cien dólares y dígame, ¿fueron caídas en el vicio, en la droga, en la concupiscencia?
- Muchas gracias, pero nada de eso. En el suelo: ¡se dio cada porrazo!
 
 
DETRÁS DE LO OBVIO
Idries Shah
India (1924-1996)
 
Todos los viernes por la mañana Nasrudín llegaba al mercado del pueblo con un burro que ofrecía en venta. El precio que demandaba era siempre insignificante, muy inferior al valor del animal. Un día se le acercó un rico mercader, quien se dedicaba a la compra y venta de burros.
- No puedo comprender cómo lo hace, Nasrudín. Yo vendo burros al precio más bajo posible. Mis sirvientes obligan a los campesinos a darme forraje gratis. Mis esclavos cuidan de mis animales sin que les pague retribución alguna. Sin embargo, no puedo igualar sus precios.
- Muy sencillo -dijo Nasrudín-. Usted roba forraje y mano de obra. Yo robo burros.
 
 
SOMBRERO DE DOBLE COPA
Hugo López Araiza Bravo
México (1989)
 
El mago metió la mano en el sombrero para realizar su acto final. Pero no logró sacarla. Una fuerza descomunal tiró de él hasta succionarlo por completo. Del otro lado, un público de conejos aplaudió su aparición.
 
 
A ENREDAR LOS CUENTOS
Gianni Rodari
Italia (1920-1980)
 
- Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.
- ¡No, Roja!
- ¡Ah!, sí, Caperucita Roja. Su mamá la llamó y le dijo: “Escucha, Caperucita Verde…”.
- ¡Que no, Roja!
- ¡Ah!, sí, Roja. “Ve a casa de tía Diomira a llevarle esta piel de patata”.
- No: “Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel”.
- Bien. La niña se fue al bosque y se encontró una jirafa.
- ¡Qué lío! Se encontró al lobo, no una jirafa.
- Y el lobo le preguntó: “¿Cuántas son seis por ocho?”.
- ¡Qué va! El lobo le preguntó: “¿Adónde vas?”.
- Tienes razón. Y Caperucita Negra respondió…
- ¡Era Caperucita Roja, Roja, Roja!
- Sí. Y respondió: “Voy al mercado a comprar salsa de tomate”.
- ¡Qué va!: “Voy a casa de la abuelita, que está enferma, pero no recuerdo el camino”.
- Exacto. Y el caballo dijo…
- ¿Qué caballo? Era un lobo
- Seguro. Y dijo: “Toma el tranvía número setenta y cinco, baja en la plaza de la Catedral, tuerce a la derecha, y encontrarás tres peldaños y una moneda en el suelo; deja los tres peldaños, recoge la moneda y cómprate un chicle”.
- Tú no sabes contar cuentos en absoluto, abuelo. Los enredas todos. Pero no importa, ¿me compras un chicle?
- Bueno, toma la moneda.
Y el abuelo siguió leyendo el periódico.
 
 
EL POBRE COCCHINO
Ludovico Domenichi
Italia (1515-1564)
 
El pobre Cocchino vivía en un pequeño rancho con muy escasas pertenencias, y por lo tanto no se tomaba la molestia de poner llave por las noches. Una vez, en medio de la noche, entró un ladrón y fue derecho a la habitación donde Cocchino estaba durmiendo. El ladrón, en la oscuridad, se puso a tantear con las manos en busca de algo que robar. Al oírlo, Cocchino le dijo:
- Cuánto me alegraría que usted encontrara de noche lo que yo no logro encontrar de día.
 
 
VISÓN
Christiane Rochefort
Francia (1917-1998)
 
- Lo tendrás -le dice Julia-. Si comienzas a trabajar desde ahora, podrás tenerlo para la Navidad próxima. Con la posición que tiene Philippe, no puede llevar mucho tiempo a su mujer sin visón: daría de qué hablar.
- El visón me importa un comino, no lo quiero.
- Vamos, no digas eso; no seas injusta. El visón está lleno de cualidades: es caliente, es ligero, es bonito, le va a todo el mundo y, además, es sólido. Y, en ciertos casos, puede durar más que el matrimonio.
 
 
UN PROBLEMA FILOSÓFICO
Blas Sewald
Argentina (1954)
 
Hubo un lavado estomacal. Fue hace unos treinta años, creo. Abrí las ventanas del 5º piso en donde vivía, me paré en la ventana y miré las hortensias del jardín, allá abajo. Quise lanzarme al vacío, pero no lo logré. Luego vinieron las pastillas y el lavado estomacal en el Hospital Alemán. Y la crisis posterior. Y todo lo demás. Incluso el recuerdo de Hemingway. No hubo caso. El tiempo ha pasado, pero la angustia no. Hoy ya hace mucho tiempo de todo aquello, pero el sentimiento reaparece una y otra vez. Los días van pasando, bastante eufóricos por cierto, pero yo siempre estoy alerta, esperando que el momento llegue. No sé cuándo será, pero creo que está cada vez más cerca. El whisky no alcanza, los cigarrillos tampoco. Mi histriónica amabilidad hacia los demás sólo sirve para autoengañarme, para intentar autoconvencerme de que todos me aprecian, de que todos me necesitan, pero en el fondo, muy en el fondo, sé que esto no es cierto. Me cuesta dormir por las noches. Me despierto sobresaltado y apesadumbrado. Las preguntas retornan una y otra vez. Y no tengo las respuestas. Sobre todo a aquella de Camus en cuanto a cuál era el único problema filosófico verdaderamente serio. Y hasta pensé en persuadir a mi mejor amigo, médico él, de que se convirtiese para mí en el Max Schur de Freud, pero no me animé a transferirle tamaña responsabilidad. De modo que tomé las pastillas, alrededor de un centenar, y las desparramé sobre la mesa. La botella de JB está casi llena. Enciendo el televisor y miro una vieja película de Antonioni que sólo consigue deprimirme más. Y entonces comienzo el lento y sincopado movimiento de mi mano desde la mesa hasta mi boca. Una pastilla, un trago, una pastilla, un trago. No sé cuántas van, pero ya comienzo a sentir el sueño. Creo que esta vez, por fin, será el definitivo.

24 de marzo de 2025

Daniel Feierstein: “Lo que busca y logra la nueva derecha, en esto que llama batalla cultural, es poner en cuestión los sentidos aceptados colectivamente” (3/3)

La prolífica obra ensayística de Daniel Feierstein comprende “El pasado en la batalla cultural. La disputa por el sentido de los genocidios”, “Pandemia. Un balance social y político de la crisis del covid-19”, “Nuevos estudios sobre genocidio”, “Los dos demonios (recargados)”, “Introducción a los estudios sobre genocidio”, “Memorias y representaciones. Sobre la elaboración del genocidio”, 
“Juicios. Sobre la elaboración del genocidio”, “El genocidio como práctica social (entre el nazismo y la experiencia argentina)”, “Seis estudios sobre genocidio. Análisis de las relaciones sociales: otredad, exclusión y exterminio” y “La construcción del enano fascista. Los usos del odio como estrategia política en Argentina”.
También ha publicado en coautoría con otros sociólogos, filósofos, economistas y profesores los ensayos “Memoria y Derechos Humanos”, “Violencia estatal y genocidio en América Latina”, “La discriminación en Argentina. Diagnósticos y propuestas”, “Hasta que la muerte nos separe. Poder y prácticas sociales genocidas en América Latina”, “Tinieblas del crisol de razas”, “Ensayos urgentes para pensar la Argentina que asoma”, “Terrorismo de Estado y genocidio en América Latina”, “Nombrar la dictadura” y “Genocidio. La administración de la muerte en la modernidad”. Además, ha prologado “La extrema derecha en América Latina”, un volumen que contiene ensayos de autores y autoras reconocidos internacionalmente como Tariq Ali (1943), Chantal Mouffe (1943), Ignacio Ramonet (1943), Wolfgang Streeck (1946), Nancy Fraser (1947), Rita Segato (1951), Branko Milanovic (1953), Judith Butler (1956), Enzo Traverso (1957) y Pablo Stefanoni (1972).
En el día de hoy se cumple el cuadragésimo noveno aniversario de la instalación en la Argentina de la genocida dictadura cívico-eclesiástica-militar conocida como “Proceso de Reorganización Nacional”, sobre la cual Feierstein precisó que “a partir del ejercicio de tareas de inteligencia sobre el conjunto de la población y de la creación de fuerzas estatales y paraestatales encargadas de la intimidación, secuestro, tortura y en muchos casos posterior asesinato de los opositores políticos, la ‘desaparición forzada’ constituyó una de las modalidades más comunes para, simultáneamente, eliminar las pruebas de los asesinatos, instalar el terror en las comunidades e impedir el duelo a los familiares de los asesinados. En Argentina los asesinatos se cuentan por miles o decenas de miles, atravesando todo el espectro de la población y revelando que la sistematicidad de las prácticas, en estos casos, no se vinculaba sólo a los modos de ejercicio represivo, sino también a una decisión de producir dichas transformaciones sociales a través del aniquilamiento sistemático de grupos de población ‘en tanto tales’”.


A continuación, la tercera y última parte del compilado de las entrevistas que fueron publicadas en los diarios argentinos “Página/12” y “Clarín” el 10/4/2023, el 6/9/2024 y el 10/4/2025 a cargo de María Daniela Yaccar, Bibiana Ruiz y Martín Porto respectivamente.
 
¿Cuáles son esas construcciones y relaciones que el fascismo busca construir?
 
Se dan tres elementos: la búsqueda de una movilización reaccionaria, movilizar a la población, pero en un sentido regresivo. No es para conquistar derechos sino para recortarlos. Podemos verlo en la estigmatización de los beneficiarios de planes sociales. Un segundo eje tiene que ver con la irradiación capilar del odio, el mecanismo de la proyección: esa movilización busca encontrar algún grupo o algunos para dirigir toda nuestra frustración y enojo por la situación de nuestra vida, responsabilizándolos en lugar de enfrentar las condiciones que hacen que estemos en esta situación. Por último, la realización de la victoria del capital. Lo que busca esa movilización reaccionaria es consolidar una redistribución regresiva del ingreso.
 
¿Cuáles son los riesgos?
 
Esto lleva a la posibilidad de un profundo incremento de la violencia, a la ruptura de los pactos políticos democráticos. Porque el eje del fascismo es que la vía de salida de los enojos y frustraciones, que genera un empeoramiento permanente de las condiciones de vida de las grandes mayorías, sea la agresión hacia el grupo que es visto como responsable de nuestro sufrimiento. Al no ser direccionada, conducida, desde el aparato del monopolio de la violencia legítima que es el Estado, genera una situación de irradiación capilar del odio y la violencia. Es lo que estamos comenzando a ver: episodios crecientes de justicia por mano propia, llamados a la agresión de determinados grupos, recorte de derechos para legitimar formas de agresión. Lo que es novedoso para nosotros es que esa agresión, en la mayoría de los casos, aparece como espontánea. No lo es realmente; está generada por distintas usinas de promoción y difusión. Pero la lleva a cabo cualquiera: un grupo de vecinos, una persona que fue agredida... Puede ocurrir en un hecho de criminalidad común, un evento de tránsito, eventos políticos donde, de la mano de la antipolítica, el fascismo también busca la imposibilidad de circulación de distintas figuras por la vida cotidiana.
 
El asesinato del colectivero Daniel Barrientos y todo lo que ocurrió alrededor del crimen condensa mucho de lo que está diciendo.
 
Es un hecho muy complejo y contradictorio. Lo que yo veía hace cuatro años, que se ha potenciado, es que cualquier hecho o sufrimiento encendía la mecha. Es lo que se ve en el crimen del colectivero. Es realmente un sufrimiento, una persona que estaba al borde de la jubilación, ya cerrando su vida laboral, lo que pueden sentir sus compañeros... un caso que se viene repitiendo con esa línea y en esa región. Hace estallar la mecha. Pero lo preocupante es cómo. No es que la hace estallar para la organización de los colectiveros en función de enfrentar las causas que están generando esta situación, sino que viene de la mano de comenzar a plantear estigmatizaciones y acusaciones hacia grupos de población que no tienen nada que ver con ese hecho de inseguridad. Que aparezca, por ejemplo, un discurso frente a los planes sociales no tiene ninguna vinculación; hasta podríamos decir que es absolutamente contrario a la lógica que se está queriendo plantear. Si desaparecieran los subsidios y planes tendrías mayores situaciones de inseguridad, más allá de que las grandes mayorías de los sectores populares que sufren consecuencias económicas no caen en la delincuencia común. Es un hecho contradictorio porque el que sufre la agresión de los colectiveros es Berni, una de las figuras que viene atizando este tipo de discursos, planteando hace años la estigmatización de los inmigrantes, los planes sociales...
 
Por eso en Twitter algunes festejaban la agresión...
 
Exactamente. Es como decir “ha recibido su propia medicina”. Esto es muy importante en el fascismo. Cuando uno atiza los odios de esta manera no tiene un manejo de cómo van a expresarse. Berni va muy tranquilo a esa manifestación porque siendo una de las personas que atiza esos odios cree que puede encontrar apoyo en esta postura de salir con una ametralladora y plantear que la solución al problema social es meter bala. Y se encuentra con el resultado de lo mismo que él ha ido atizando junto a Bullrich, Milei y otra cantidad de figuras, sufriéndolo en carne propia. Más allá de que la agresión haya sido más organizada o más espontánea, me parece que da cuenta del peligro al que se expone la antipolítica. Se lleva puestos también a aquellos funcionarios que la atizan y puede dar lugar a figuras que parecen excluidas del mundo de la política, como Milei. Figuras que pueden correr el límite de lo aceptable porque no participan de una construcción que debiera tener algún nivel de responsabilidad por las consecuencias de acciones, discursos y prácticas.
 
Varios filósofos extranjeros vienen hablando de la ruptura de lo común. En la Argentina pareciera que la grieta -mencionada en tu libro más de una vez- llegó a un punto de no retorno. ¿Se perdió toda posibilidad de diálogo entre los que piensan distinto, que, encima, piensan cada vez más distinto?
 
Hay un quiebre en las formas de subjetividad que es un salto por sobre las experiencias fascistas previas. Tiene que ver con la articulación del fascismo con algunas consecuencias del neoliberalismo. El fascismo del siglo XX, europeo, plantea que hay grupos que no son parte de la comunidad. Todavía hay alguna noción de comunidad. En este neofascismo del siglo XXI no se recorta la noción de comunidad, sino que se busca hacerla implosionar directamente. Es la desaparición de la posibilidad de pensarse como parte de una comunidad. También está la pérdida del arte del diálogo con el que es distinto. Y esto va mucho más allá de la nueva derecha, atraviesa también a todo el campo popular y todas las representaciones de la izquierda, los sectores de centro. Es producto de la desaparición o destrucción progresiva de los espacios de encuentro de lo diverso, que en nuestro país fueron históricamente la escuela y la salud públicas, el barrio, la calle, instancias donde uno se encontraba con gente muy distinta a uno, social, económica, cultural y políticamente, y era capaz de construir herramientas para dialogar. Eso, producto también de una serie de transformaciones subjetivas de este momento neoliberal se ha ido destruyendo, entonces cada uno no sabe cómo hablarle a alguien que piensa distinto. Esto también está muy potenciado por las redes sociales, que nos ofrecen un filtro burbuja: potencian lo que pensamos y nos hacen desaparecer del entorno toda disonancia cognitiva. Entonces todos los que no piensan como nosotros son imbéciles, y son tratados como imbéciles. Eso impide cualquier diálogo porque nadie puede dialogar sobre la base de que el otro lo trata como un imbécil que no entiende. Esto se puede ver también en el campo del periodismo. Los medios tienen un alineamiento que hace que solamente publiquen noticias en un sentido y dirección, con una imposibilidad de incorporación de cualquier información disonante.
 
El enano fascista del que habla el libro, o el odio... ¿en qué proporción están en nosotros y en qué proporción son construidos por los medios?
 
Son las dos cosas. Todos nacemos con todo el acervo de emociones. Por supuesto que tenemos muchísimo odio dentro nuestro. La pregunta es qué hacemos con eso. La transformación en la sociedad se vincula a transformaciones en el periodismo y los medios, que atraviesan todo el espinel político y potencian lo peor de nosotros. En los últimos años de los '90 y a comienzos del siglo XXI, el Grupo Hadad encaró una transformación que liberó la lógica de legitimar el insulto, la descalificación, las formas soeces y la denigración como parte de algo aceptable y festejado dentro del medio. Como este estilo logró escucha y rating, irradió hacia otro montón de periodistas y medios. También hacia su escucha. El periodismo tenía un modo de hablar mucho más profesionalizado, un cuidado en el lenguaje, las formas, el modo de plantear que también irradiaba hacia el oyente. Un respeto hacia la opinión del otro que incluso uno podía encontrar en los periodistas de la derecha más dura. La transformación impulsada por Hadad se volvió hegemónica. Si somos formados en un espacio donde se nos muestra que la forma no es esa, nos la guardamos. Si participamos de un espacio donde se nos muestra que todos la dejan salir y eso está bárbaro, nosotros también la dejamos salir y así es como crece.
 
¿Qué escenario electoral imagina?
 
Profunda fragmentación de todos los campos, no sólo del partido de gobierno. El problema es que en esas situaciones puede pasar cualquier cosa. Esta nueva derecha constituye uno de esos sectores fragmentados, si no más de uno. Es muy relevante para el conjunto de los movimientos sociales entender la necesidad de crear lazos entre todas las fuerzas que no están dispuestas a avalar estas modalidades neofascistas para poder cerrarle el camino a aquellas figuras que lo plantean. Hoy el mayor peligro es la posibilidad de que alguna de estas expresiones pueda acceder al gobierno. Hay que pensar en cómo blindar al resto del sistema político ante este peligro. No parece ser lo que prima. Pareciera que hay una confusión, en la que cada uno está muy centrado en sus objetivos, enemigos y propias lógicas internas. Y esas son las circunstancias en las cuales no se observa cómo va creciendo ese huevo de la serpiente. Cuando uno lo deja crecer después se vuelve mucho más difícil de confrontar.
 
¿Cuáles son los límites del peronismo y de la izquierda? ¿En qué están fallando?
 
Mucho del crecimiento de las nuevas derechas se basa en la incapacidad de escucha de las distintas formaciones políticas del campo popular, que no puede hacer lugar a la palabra del otro, la estigmatiza, mientras que la nueva derecha ofrece una respuesta espantosa, pero lo está escuchando. ¿Qué escucha se tiene ante el nivel de sufrimiento y transformación de la vida que genera el aumento sostenido de la inseguridad a lo largo del tiempo, desde el fin de la dictadura hasta hoy? La mayoría de las respuestas del garantismo hacen una negación: “esto no es tan grave” o “no existe”. Este tipo de transformación de la vida que afecta sobre todo a los barrios populares se encuentra entonces, de un lado con la negación, del otro con la propuesta del “meta bala” que termina siendo la única que reconoce el problema. Un segundo nivel es el rol del narcotráfico en la transformación de los lazos sociales en los barrios populares. Un tema absolutamente ignorado por la mayoría del campo popular, y escuchado y utilizado como caballito de batalla por las nuevas derechas que ofrecen una salida absolutamente inefectiva, que es la intervención de las fuerzas armadas como estrategia de represión. Por último, lo que explica la adhesión de tantos varones jóvenes a las nuevas derechas es el efecto que ha generado un conjunto de injusticias y sufrimientos de varones muy jóvenes en relación a la marea verde y el avance del feminismo. Su impacto es tremendamente positivo en la mayoría de los planos, pero ha implicado situaciones concretas de problemáticas, sufrimientos e implementaciones discutibles de muchas lógicas, sobre todo la del escrache entre pares en el ámbito escolar. Esto también es ignorado y estigmatizado por distintos espacios del campo popular, y escuchado y aprovechado por las nuevas derechas, que montan sobre eso una salida terrible: la estigmatización de las luchas de género.
 
¿Nos debemos un debate acerca de la libertad expresión? ¿Debería haber cambios en la legislación para hacerle frente al fascismo?
 
Estoy bastante en desacuerdo con esa línea. ¿Esto se resuelve con una intervención legal o con una de carácter sociopolítico? Ahí es donde está un nudo importante. Los intentos de legislación sobre el negacionismo en general le han dado estatus de contrahegemónico. Han terminado siendo muy contraproducentes. La confrontación se tiene que dar en nuestra intervención en cualquier instancia. Preguntarnos qué hacemos en los medios, con la estructura política, cómo recomponer ciertos principios fundamentales del funcionamiento de la institucionalidad política. Tiene más que ver con acuerdos, diálogos, formas de reducir al mínimo a estos grupos. Plantear un rechazo generalizado que con formas de intervención legal que implicarían darle demasiada importancia a la formalización jurídica de algo que no se resuelve jurídicamente. Si tomamos esto como aceptable va a seguir creciendo, haya o no una condena. El derecho penal está para condenar acciones, no opiniones ni formas de opinión.