No hay en la obra de Ambrose Bierce -a quien el desconsuelo lo acompañó toda la vida- una sola frase rosa; no hay en ella, con su estilo a veces sobrecargado, la menor estupidez. De esa obra, precisamente, he aquí un par de fábulas:
LA TRIPULACIÓN DEL BOTE DE SALVAMENTO
La valiente tripulación de un bote de salvamento estaba a punto de hacerse a la mar para inspeccionar las costas, cuando vio a lo lejos una nave que acababa de naufragar con doce hombres aferrados a la quilla.
La valiente tripulación de un bote de salvamento estaba a punto de hacerse a la mar para inspeccionar las costas, cuando vio a lo lejos una nave que acababa de naufragar con doce hombres aferrados a la quilla.
"Afortunadamente -dijo la valiente tripulación- hemos visto ese naufragio a tiempo. Podríamos haber corrido la misma suerte".
Regresaron con el bote y permanecieron sanos y salvos en la orilla, y de ese modo pudieron seguir sirviendo a su país.
EL LEON Y LA ESPINA
Un león rondaba por el bosque cuando se le clavó una espina en la pata. Se encontró poco después con un pastor y le pidió que se la quitase. El pastor le arrancó la espina y el león, que acababa de devorarse a otro pastor, se fue sin hacerle daño.
Pasó el tiempo, y el pastor fue acusado por un crimen que no había cometido y condenado a ser arrojado a los leones. Cuando las fieras estaban a punto de devorarlo, una de ellas dijo:
"Ese es el hombre que me sacó una espina de la pata".
Los otros leones se alejaron entonces de la víctima y el que acababa de hablar se la devoró él solo.
Un león rondaba por el bosque cuando se le clavó una espina en la pata. Se encontró poco después con un pastor y le pidió que se la quitase. El pastor le arrancó la espina y el león, que acababa de devorarse a otro pastor, se fue sin hacerle daño.
Pasó el tiempo, y el pastor fue acusado por un crimen que no había cometido y condenado a ser arrojado a los leones. Cuando las fieras estaban a punto de devorarlo, una de ellas dijo:
"Ese es el hombre que me sacó una espina de la pata".
Los otros leones se alejaron entonces de la víctima y el que acababa de hablar se la devoró él solo.