12 de abril de 2025

Hervé Kempf: “Bienes comunes como la educación, la salud y el medio ambiente, en este momento están siendo destruidos por el capitalismo” (2/2)

Para Hervé Kempf, la humanidad podría estar a las puertas del cambio de paradigma más importante desde la Revolución Francesa. En sus numerosos ensayos ha tratado la conexión entre la crisis ecológica y el aumento mundial de la pobreza, la proporción directa entre el daño ecológico que generan y la desigualdad que promueven las naciones más desarrolladas, y cómo el aumento de la brecha social disminuye las posibilidades de vida sobre el planeta. También ha denunciado la sobreexplotación pesquera, la degradación de los mares, la contaminación de las aguas subterráneas, las emisiones de gas de efecto invernadero, la producción de residuos domésticos, la difusión de productos químicos, la contaminación atmosférica causada por partículas finas, la erosión de las tierras y la producción de residuos radiactivos, trances todos ellos a los que define como saldos ambientales del sistema capitalista de producción.
También enumera en sus obras la desigualdad entre los países del primer mundo y los otros, la cual se mide por el uso de los recursos naturales que pueden hacer unos y otros, y cita como ejemplo a Estados Unidos, país que utiliza más recursos que todo el planeta unido. Tal como afirma una de sus entrevistadoras, la periodista y escritora argentina Soledad Barruti (1981) en su artículo “El planeta de los CEOs” -coincidiendo con Hervé Kempf-, el sistema capitalista “tiene un modo de ser, una personalidad individualista, competitiva, ambiciosa y perversa que no se limita a individuos, sino que se extiende al comportamiento de naciones enteras. Y lo peor de esa lógica de consumo eterno es que ya no hay modo de seguir abasteciéndolo sin severas consecuencias: no se puede seguir exprimiendo el planeta, estimulando el desarrollo y garantizar a la vez la supervivencia de la raza humana a corto plazo. En conclusión, ese desarrollo, lejos de mejorar las condiciones de vida sobre la Tierra, las empeora tanto para las sociedades que lo viven como para el resto”.
La fecunda obra del periodista y autor que se autodefine como no marxista y afirma que sus análisis no son clasistas, tipo proletariado por un lado y burguesía por el otro, incluye, entre otros ensayos, “L'économie à l'épreuve de l'écologie” (La economía puesta a prueba por la ecología), “Coup de chaud sur la planète. Les dérèglements climatiques” (Ola de calor en el planeta. La disrupción climática), “Pour sauver la planète, sortez du capitalisme” (Para salvar el planeta, salir del capitalismo), “L’oligarchie ça suffit, vive la démocratie” (Basta de oligarquía, viva la democracia), “Tout est prêt pour que tout empire. 12 leçons pour éviter la catastrophe” (Todo está preparado para que todo empeore. 12 lecciones para evitar la catástrofe), “Que crève le capitalisme. Ce sera lui ou nous” (Dejemos que muera el capitalismo. Será él o nosotros) y “Comment les riches détruisent la planète” (Cómo los ricos destruyen el planeta).


Lo que sigue es la segunda parte de la compilación de entrevistas a Hervé Kempf publicadas en el suplemento “Radar” del diario “Página/12”, en la revista “Ñ” y en la página web multilingüe “Voxeurop” en las cuales, entre otros temas, se refirió a como la actual estructura económica condiciona negativamente las metas de la ecología y sobre “Reporterre”, el medio digital de comunicación -por él creado- centrado en las cuestiones climáticas y ecológicas.

¿Cómo logra que sus ideas se implementen? ¿Le interesaría estar en política?
 
Yo hago política. Soy un ciudadano. Esta conversación es hacer política. La gente que lee esta nota está haciendo política, porque está haciendo esto en vez de mirar el futbol. Pensar en las preguntas que tenemos en común, sobre el destino de nuestra sociedad, pensar sobre lo que es bueno y lo que no es hacer política. Y, por supuesto, la de un periodista es una especie de actividad política porque nuestra regla es ser testigos sobre qué está pasando y contárselo a los demás ciudadanos. Pero, por otro lado, los libros, las ideas y los diarios son muy importantes. Y si podemos poner sobre la mesa la pregunta de interés público, cambiará la manera en la que los políticos toman sus decisiones. La tercera idea es que ser un político requiere habilidades específicas. Yo no estoy en contra de los políticos, sino en contra del hecho que ahora muchos políticos son parte de la oligarquía y defienden los intereses del capitalismo. Pero necesitamos a los políticos. Necesitamos hombres y mujeres que sean capaces de entender la sociedad y los problemas del futuro y hacer las negociaciones correctas para tomar las decisiones colectivas correctas. Poder hacer eso es una habilidad específica. Yo puedo ser periodista y puedo escribir libros, pero la política no es para todos.
 
“Reporterre” se creó por primera vez en 1989. ¿Qué le llevó a llevar a cabo el proyecto?
 
En 1986 se produjo la tragedia en Chernóbil. Lo cual me impactó muchísimo. Me dije que el medioambiente era muy importante y pude constatar que no existía periódico alguno no militante que se dedicara a este tema. Pensé en crear un diario con un dinero que había heredado. Pero de sobra sabía que no era suficiente. Hacía falta mucho presupuesto. El “Time”, que ya entonces era un gran diario, había decidido en enero de 1989 (fecha de nuestro lanzamiento) que el personaje del año sería… “El planeta Tierra”. Esto nos sirvió de ayuda, pues los medios y el público se habían dado cuenta de que el medioambiente era importante. La cosa arrancaba bien. Se vendían 26.000 ejemplares todos los meses, de media, y se alcanzaron los 4.600 suscriptores de pago. El problema fue su muy débil capitalización, su asfixiante falta de tesorería. Al cabo de un año, hubo que suspender el proyecto. El tiempo pasó y yo, después de trabajar como periodista en muchos medios de comunicación diferentes, acabé contratado por “Le Monde” en 1998 para cubrir el medioambiente.
 
“Reporterre” se relanzó en 2007. ¿Cómo ocurrió?
 
En 2007 yo había escrito “Cómo los ricos destruyen el planeta”. El libro explicaba la coyuntura de la cuestión social y la ecológica y hasta qué punto son indisociables. Para demostrar que esto no era solamente teórico, sino que podía ver en la actualidad diaria, creé un sitio web al que llamé “Reporterre”: ese fue el segundo nacimiento. Durante aquellos años, aun trabajando en “Le Monde” mantuve vivo el sitio como un hobby, aprendí a escribir en internet, me familiaricé con la herramienta. Y luego, en 2012-2013, cuando “Le Monde” me censuró y se enzarzó en una disputa conmigo, pasé -con ayuda de amigos- a “Reporterre” al ámbito profesional, con la idea de que llegara a ser un verdadero sitio de noticias y que pagáramos al personal para producir esta información. La ventaja de internet es que es más barato que imprimir y difundir un periódico en papel. En 2013, “Reporterre” no tenía empleados, tan sólo mi trabajo gratuito. Y luego, poco a poco, las donaciones empezaron a llegar, también di conferencias sobre mis libros y pedía que el público no me pagara a mí sino al sitio. Empezamos a recibir pequeñas subvenciones de fundaciones privadas. Pude poco después empezar a pagar a algunos periodistas independientes y firmar un contrato temporal con un periodista. El tráfico aumentó, las donaciones también, y en aquel momento se puso en marcha un círculo virtuoso.
 
Su ensayo “Cómo los ricos destruyen el planeta” se ha traducido a diez idiomas. Su versión cómic “Cómo los ricos se cargan el planeta”, publicado en invierno de 2024 en colaboración con el dibujante Juan Mendez, desentraña la relación entre las desigualdades sociales de nuestras sociedades y la crisis climática. ¿Cuál es la razón del libro?
 
Pues sí, ha sido todo un éxito, se vendieron rápidamente 30.000 ejemplares. Y a largo plazo se alcanzarán los 70.000, pues se sigue vendiendo bien; ahora está en su cuarta edición. El libro ha contribuido en gran medida a la comprensión de que la cuestión ecológica y la cuestión social son indisolubles. Simplificando, en aquella época la izquierda seguía considerando la ecología como una cuestión de “pajaritos” y los ecologistas ignoraban o subestimaban el problema de las desigualdades. En verdad, era necesario articular la relación entre las dos temáticas. Y ahora me alegro de que se haya convertido en un lugar común. Lo que hoy queda por explicar es que la cuestión de los ricos y de las desigualdades no concierne sólo a Musk y otros ultra ricos. Si lo analizamos a escala mundial, todas las clases medias europeas están implicadas. Entre el 40% y el 60% de la gente -incluso yo, por ejemplo- en los países europeos se encuentra entre el 10% más rico del mundo. No se trata, pues, de “machacar a los ricos”, sino de reducir las desigualdades en su conjunto en los países ricos, avanzando juntos, hacia una mayor sobriedad.
 
“Reporterre” tiene una línea editorial que se puede calificar de “fuerte”. ¿Diría usted que hay una posible relación entre el compromiso político y el oficio de periodista?
 
Bueno, son dos cosas totalmente diferentes. Un periodista es alguien que pretende contar el mundo a sus contemporáneos. Y lo hará con la mayor honradez posible, investigando, yendo a ver, verificando los hechos, buscando contradicciones. Después va a explicitar una actitud: “miro el mundo, pero no pretendo ser objetivo. Lo miro desde un determinado punto de vista”. Este punto de vista es la línea editorial. La mayoría de los periodistas y de los medios de comunicación no definen claramente su línea editorial. En “Reporterre” la definimos diciendo que la cuestión ecológica es la cuestión política esencial del siglo XXI. Y a partir de esta línea intentamos contar lo que pasa. Para que se entienda bien, suelo tomar el ejemplo de “The Economist”, que es un periódico muy bueno y que desde su nacimiento tiene una línea editorial clara: considera que el liberalismo es un modo de organización que permite que la sociedad viva en armonía, en paz y prosperidad, etc. A partir de este punto de vista, ellos cuentan lo que pasa en el mundo. Y lo hacen, por lo general, muy bien. Pero se sabe desde donde están hablando. La diferencia respecto a un compromiso político ocurre cuando asumo una visión del mundo y me identifico en una doctrina política o un partido político y que, desde entonces, actúo sobre la sociedad difundiendo las ideas de ese partido o de esa doctrina y trato de convencer a la gente… con la idea de llegar al poder. Nosotros, como periodistas, no pretendemos llegar al poder, y si los ecologistas hacen cosas que no nos convienen, lo contamos. Escribimos muy pocas columnas de opinión y yo escribo muy pocos editoriales. Nosotros informamos: tenemos una línea editorial y una visión del mundo que asumimos. En periodismo, también se le llama ángulo.
 
Y además está la cuestión de la independencia. ¿Cómo garantizarla?
 
Esta es una cuestión fundamental que garantiza la calidad de la información: “Reporterre” es independiente. Somos una asociación sin ánimo de lucro, no hay accionistas, el 98% de nuestros ingresos provienen de las lectoras y los lectores. En forma de pequeñas donaciones. No hay grandes donantes que den 10.000 o 5.000 euros.
 
¿Es el periodismo de alguna manera responsable de la crisis democrática que estamos viviendo?
 
El “periodismo” no es homogéneo. La responsabilidad de los periodistas es la de no haber luchado cuando los multimillonarios quisieron comprar sus medios, es la de no haber luchado lo suficiente por su independencia. Así pues, la responsabilidad de los periodistas es grande. Se les pide que respeten los principios fundamentales del periodismo. Para mí el primero de ellos es la libertad. Añado esto a la definición de periodismo: ser periodista es ser libre y trabajar por la libertad. Debemos ser libres. Es la libertad del periodista la que garantiza la calidad de la información que produce. Yo hablo del mundo, quizás no lo hago bien, pero ya sabéis desde qué posición hablo y sabéis que nadie me obliga a decir lo que os digo. Esta es la responsabilidad de los periodistas: luchar por la libertad en general y por la suya propia. El precio que uno debe pagar por el privilegio de desempeñar este apasionante oficio es luchar por la libertad. Por la nuestra y, de rebote, por la de la sociedad.
 
También existe un impasse estructural debido a la crisis de la prensa.
 
Es un sistema económico, sí. Pero hay gente valiente. Como Catherine André en “Voxeurop”, nosotros en “Reporterre”, nuestros colegas hombres y mujeres de “Arrêt sur Image”, “Mediapart” y toda la juventud del gremio que lucha por crear medios de comunicación independientes. La prensa independiente está creciendo. Podría inspirar a los periodistas de medios de comunicación subordinados al capital. Nos enfrentamos a cambios económicos constantes. Pero debemos seguir luchando por nuestra independencia respecto a los accionistas.
 
“Reporterre” tiene un modelo de funcionamiento bastante horizontal que no se suele encontrar en los medios de comunicación. ¿Cómo funciona?
 
Existe un consejo de administración que orienta el conjunto y vela por la independencia y el respeto de la línea de información sobre ecología. Soy el director editorial, con un asistente. Hay un director general. Y la jefatura de redacción es rotativa: cada quince días, uno o una de entre los cinco o seis periodistas más experimentados se turnan para asegurar la edición diaria, dirigir las conferencias editoriales, decidir sobre la organización de la portada, etc. Es un sistema original, que funciona muy bien y que nos ayuda a desarrollar una cultura de inteligencia colectiva. Al principio “Reporterre” era muy pequeño, así que hacía de todo. Y luego, poco a poco, fuimos creciendo. Yo también evolucioné, porque vengo de un universo, “Le Monde”, que era muy vertical. Tenemos una forma de funcionar mucho más horizontal, aunque a veces la verticalidad es necesaria para resolver dudas.
 
El contexto europeo sigue siendo importante. ¿Qué es Europa para usted hoy en día?
 
Sigo apegado a la idea de Europa. Más aún en estos momentos en que tenemos un ascenso de la extrema derecha -por no decir del fascismo- que quiere romper Europa y, en el proceso, recrear comunidades separadas entre sí, generando una visión fantasmagórica de Europa, que es racista y cerrada al mundo exterior. Considerando que, precisamente, el ideal europeo, en particular para Francia y Alemania (yo soy del este de Francia y muy sensible a las abominaciones que ocurrieron durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial) es poder vivir juntos sin necesidad de estar de acuerdo y siendo diferentes, pero en paz y haciendo algo juntos. Y lo necesitamos más que nunca, ahora que estamos viendo tantas tentativas de fragmentación, nacionalismo, repliegue... Sé que es un ideal, pero actuamos en función de un ideal. En “Reporterre” también trabajamos por el ideal de un mundo ecológico, justo y, si es posible, feliz. El problema es que Europa sigue inmersa en una lógica neoliberal. Existe el espíritu de Europa, pero luego está su traducción política, que es muy decepcionante.