Para Hervé Kempf, la
humanidad podría estar a las puertas del cambio de paradigma más importante
desde la Revolución Francesa. En sus numerosos ensayos ha tratado la conexión
entre la crisis ecológica y el aumento mundial de la pobreza, la proporción
directa entre el daño ecológico que generan y la desigualdad que promueven las
naciones más desarrolladas, y cómo el aumento de la brecha social disminuye las
posibilidades de vida sobre el planeta. También ha denunciado la
sobreexplotación pesquera, la degradación de los mares, la contaminación de las
aguas subterráneas, las emisiones de gas de efecto invernadero, la producción
de residuos domésticos, la difusión de productos químicos, la contaminación
atmosférica causada por partículas finas, la erosión de las tierras y la
producción de residuos radiactivos, trances todos ellos a los que define como
saldos ambientales del sistema capitalista de producción.
También enumera en sus
obras la desigualdad entre los países del primer mundo y los otros, la cual se
mide por el uso de los recursos naturales que pueden hacer unos y otros, y cita
como ejemplo a Estados Unidos, país que utiliza más recursos que todo el
planeta unido. Tal como afirma una de sus entrevistadoras, la periodista y
escritora argentina Soledad Barruti (1981) en su artículo “El planeta de los
CEOs” -coincidiendo con Hervé Kempf-, el sistema capitalista “tiene un modo de
ser, una personalidad individualista, competitiva, ambiciosa y perversa que no
se limita a individuos, sino que se extiende al comportamiento de naciones
enteras. Y lo peor de esa lógica de consumo eterno es que ya no hay modo de
seguir abasteciéndolo sin severas consecuencias: no se puede seguir exprimiendo
el planeta, estimulando el desarrollo y garantizar a la vez la supervivencia de
la raza humana a corto plazo. En conclusión, ese desarrollo, lejos de mejorar
las condiciones de vida sobre la Tierra, las empeora tanto para las sociedades
que lo viven como para el resto”.
La fecunda obra del
periodista y autor que se autodefine como no marxista y afirma que sus análisis
no son clasistas, tipo proletariado por un lado y burguesía por el otro, incluye,
entre otros ensayos, “L'économie à l'épreuve de l'écologie” (La economía puesta
a prueba por la ecología), “Coup de chaud sur la planète. Les dérèglements
climatiques” (Ola de calor en el planeta. La disrupción climática), “Pour
sauver la planète, sortez du capitalisme” (Para salvar el planeta, salir del
capitalismo), “L’oligarchie ça suffit, vive la démocratie” (Basta de
oligarquía, viva la democracia), “Tout est prêt pour que tout empire. 12 leçons
pour éviter la catastrophe” (Todo está preparado para que todo empeore. 12
lecciones para evitar la catástrofe), “Que crève le capitalisme. Ce sera lui ou
nous” (Dejemos que muera el capitalismo. Será él o nosotros) y “Comment les
riches détruisent la planète” (Cómo los ricos destruyen el planeta).
Lo que sigue es la segunda
parte de la compilación de entrevistas a Hervé Kempf publicadas en el
suplemento “Radar” del diario “Página/12”, en la revista “Ñ” y en la página web
multilingüe “Voxeurop” en las cuales, entre otros temas, se refirió a como la
actual estructura económica condiciona negativamente las metas de la ecología y
sobre “Reporterre”, el medio digital de comunicación -por él creado- centrado en las cuestiones
climáticas y ecológicas.
¿Cómo logra que sus ideas
se implementen? ¿Le interesaría estar en política?
Yo hago política. Soy un
ciudadano. Esta conversación es hacer política. La gente que lee esta nota está
haciendo política, porque está haciendo esto en vez de mirar el futbol. Pensar
en las preguntas que tenemos en común, sobre el destino de nuestra sociedad,
pensar sobre lo que es bueno y lo que no es hacer política. Y, por supuesto, la
de un periodista es una especie de actividad política porque nuestra regla es
ser testigos sobre qué está pasando y contárselo a los demás ciudadanos. Pero,
por otro lado, los libros, las ideas y los diarios son muy importantes. Y si
podemos poner sobre la mesa la pregunta de interés público, cambiará la manera
en la que los políticos toman sus decisiones. La tercera idea es que ser un
político requiere habilidades específicas. Yo no estoy en contra de los
políticos, sino en contra del hecho que ahora muchos políticos son parte de la
oligarquía y defienden los intereses del capitalismo. Pero necesitamos a los
políticos. Necesitamos hombres y mujeres que sean capaces de entender la
sociedad y los problemas del futuro y hacer las negociaciones correctas para
tomar las decisiones colectivas correctas. Poder hacer eso es una habilidad
específica. Yo puedo ser periodista y puedo escribir libros, pero la política
no es para todos.
“Reporterre” se creó por
primera vez en 1989. ¿Qué le llevó a llevar a cabo el proyecto?
En 1986 se produjo la
tragedia en Chernóbil. Lo cual me impactó muchísimo. Me dije que el
medioambiente era muy importante y pude constatar que no existía periódico
alguno no militante que se dedicara a este tema. Pensé en crear un diario con
un dinero que había heredado. Pero de sobra sabía que no era suficiente. Hacía
falta mucho presupuesto. El “Time”, que ya entonces era un gran diario, había
decidido en enero de 1989 (fecha de nuestro lanzamiento) que el personaje del
año sería… “El planeta Tierra”. Esto nos sirvió de ayuda, pues los medios y el
público se habían dado cuenta de que el medioambiente era importante. La cosa
arrancaba bien. Se vendían 26.000 ejemplares todos los meses, de media, y se
alcanzaron los 4.600 suscriptores de pago. El problema fue su muy débil
capitalización, su asfixiante falta de tesorería. Al cabo de un año, hubo que
suspender el proyecto. El tiempo pasó y yo, después de trabajar como periodista
en muchos medios de comunicación diferentes, acabé contratado por “Le Monde” en
1998 para cubrir el medioambiente.
“Reporterre” se relanzó en
2007. ¿Cómo ocurrió?
En 2007 yo había escrito “Cómo
los ricos destruyen el planeta”. El libro explicaba la coyuntura de la cuestión
social y la ecológica y hasta qué punto son indisociables. Para demostrar que
esto no era solamente teórico, sino que podía ver en la actualidad diaria, creé
un sitio web al que llamé “Reporterre”: ese fue el segundo nacimiento. Durante
aquellos años, aun trabajando en “Le Monde” mantuve vivo el sitio como un
hobby, aprendí a escribir en internet, me familiaricé con la herramienta. Y
luego, en 2012-2013, cuando “Le Monde” me censuró y se enzarzó en una disputa
conmigo, pasé -con ayuda de amigos- a “Reporterre” al ámbito profesional, con
la idea de que llegara a ser un verdadero sitio de noticias y que pagáramos al
personal para producir esta información. La ventaja de internet es que es más
barato que imprimir y difundir un periódico en papel. En 2013, “Reporterre” no
tenía empleados, tan sólo mi trabajo gratuito. Y luego, poco a poco, las
donaciones empezaron a llegar, también di conferencias sobre mis libros y pedía
que el público no me pagara a mí sino al sitio. Empezamos a recibir pequeñas
subvenciones de fundaciones privadas. Pude poco después empezar a pagar a
algunos periodistas independientes y firmar un contrato temporal con un
periodista. El tráfico aumentó, las donaciones también, y en aquel momento se
puso en marcha un círculo virtuoso.
Su ensayo “Cómo los ricos
destruyen el planeta” se ha traducido a diez idiomas. Su versión cómic “Cómo
los ricos se cargan el planeta”, publicado en invierno de 2024 en colaboración
con el dibujante Juan Mendez, desentraña la relación entre las desigualdades
sociales de nuestras sociedades y la crisis climática. ¿Cuál es la razón del
libro?
Pues sí, ha sido todo un
éxito, se vendieron rápidamente 30.000 ejemplares. Y a largo plazo se
alcanzarán los 70.000, pues se sigue vendiendo bien; ahora está en su cuarta
edición. El libro ha contribuido en gran medida a la comprensión de que la
cuestión ecológica y la cuestión social son indisolubles. Simplificando, en
aquella época la izquierda seguía considerando la ecología como una cuestión de
“pajaritos” y los ecologistas ignoraban o subestimaban el problema de las
desigualdades. En verdad, era necesario articular la relación entre las dos
temáticas. Y ahora me alegro de que se haya convertido en un lugar común. Lo
que hoy queda por explicar es que la cuestión de los ricos y de las
desigualdades no concierne sólo a Musk y otros ultra ricos. Si lo analizamos a
escala mundial, todas las clases medias europeas están implicadas. Entre el 40%
y el 60% de la gente -incluso yo, por ejemplo- en los países europeos se
encuentra entre el 10% más rico del mundo. No se trata, pues, de “machacar a
los ricos”, sino de reducir las desigualdades en su conjunto en los países
ricos, avanzando juntos, hacia una mayor sobriedad.
“Reporterre” tiene una
línea editorial que se puede calificar de “fuerte”. ¿Diría usted que hay una
posible relación entre el compromiso político y el oficio de periodista?
Bueno, son dos cosas
totalmente diferentes. Un periodista es alguien que pretende contar el mundo a
sus contemporáneos. Y lo hará con la mayor honradez posible, investigando,
yendo a ver, verificando los hechos, buscando contradicciones. Después va a
explicitar una actitud: “miro el mundo, pero no pretendo ser objetivo. Lo miro
desde un determinado punto de vista”. Este punto de vista es la línea
editorial. La mayoría de los periodistas y de los medios de comunicación no
definen claramente su línea editorial. En “Reporterre” la definimos diciendo
que la cuestión ecológica es la cuestión política esencial del siglo XXI. Y a
partir de esta línea intentamos contar lo que pasa. Para que se entienda bien,
suelo tomar el ejemplo de “The Economist”, que es un periódico muy bueno y que
desde su nacimiento tiene una línea editorial clara: considera que el
liberalismo es un modo de organización que permite que la sociedad viva en
armonía, en paz y prosperidad, etc. A partir de este punto de vista, ellos
cuentan lo que pasa en el mundo. Y lo hacen, por lo general, muy bien. Pero se
sabe desde donde están hablando. La diferencia respecto a un compromiso
político ocurre cuando asumo una visión del mundo y me identifico en una
doctrina política o un partido político y que, desde entonces, actúo sobre la
sociedad difundiendo las ideas de ese partido o de esa doctrina y trato de
convencer a la gente… con la idea de llegar al poder. Nosotros, como
periodistas, no pretendemos llegar al poder, y si los ecologistas hacen cosas
que no nos convienen, lo contamos. Escribimos muy pocas columnas de opinión y
yo escribo muy pocos editoriales. Nosotros informamos: tenemos una línea
editorial y una visión del mundo que asumimos. En periodismo, también se le
llama ángulo.
Y además está la cuestión
de la independencia. ¿Cómo garantizarla?
Esta es una cuestión
fundamental que garantiza la calidad de la información: “Reporterre” es
independiente. Somos una asociación sin ánimo de lucro, no hay accionistas, el
98% de nuestros ingresos provienen de las lectoras y los lectores. En forma de
pequeñas donaciones. No hay grandes donantes que den 10.000 o 5.000 euros.
¿Es el periodismo de
alguna manera responsable de la crisis democrática que estamos viviendo?
El “periodismo” no es
homogéneo. La responsabilidad de los periodistas es la de no haber luchado
cuando los multimillonarios quisieron comprar sus medios, es la de no haber
luchado lo suficiente por su independencia. Así pues, la responsabilidad de los
periodistas es grande. Se les pide que respeten los principios fundamentales
del periodismo. Para mí el primero de ellos es la libertad. Añado esto a la
definición de periodismo: ser periodista es ser libre y trabajar por la
libertad. Debemos ser libres. Es la libertad del periodista la que garantiza la
calidad de la información que produce. Yo hablo del mundo, quizás no lo hago
bien, pero ya sabéis desde qué posición hablo y sabéis que nadie me obliga a
decir lo que os digo. Esta es la responsabilidad de los periodistas: luchar por
la libertad en general y por la suya propia. El precio que uno debe pagar por
el privilegio de desempeñar este apasionante oficio es luchar por la libertad.
Por la nuestra y, de rebote, por la de la sociedad.
También existe un impasse
estructural debido a la crisis de la prensa.
Es un sistema económico,
sí. Pero hay gente valiente. Como Catherine André en “Voxeurop”, nosotros en “Reporterre”,
nuestros colegas hombres y mujeres de “Arrêt sur Image”, “Mediapart” y toda la
juventud del gremio que lucha por crear medios de comunicación independientes.
La prensa independiente está creciendo. Podría inspirar a los periodistas de
medios de comunicación subordinados al capital. Nos enfrentamos a cambios
económicos constantes. Pero debemos seguir luchando por nuestra independencia
respecto a los accionistas.
“Reporterre” tiene un
modelo de funcionamiento bastante horizontal que no se suele encontrar en los
medios de comunicación. ¿Cómo funciona?
Existe un consejo de
administración que orienta el conjunto y vela por la independencia y el respeto
de la línea de información sobre ecología. Soy el director editorial, con un
asistente. Hay un director general. Y la jefatura de redacción es rotativa:
cada quince días, uno o una de entre los cinco o seis periodistas más
experimentados se turnan para asegurar la edición diaria, dirigir las
conferencias editoriales, decidir sobre la organización de la portada, etc. Es
un sistema original, que funciona muy bien y que nos ayuda a desarrollar una
cultura de inteligencia colectiva. Al principio “Reporterre” era muy pequeño,
así que hacía de todo. Y luego, poco a poco, fuimos creciendo. Yo también
evolucioné, porque vengo de un universo, “Le Monde”, que era muy vertical.
Tenemos una forma de funcionar mucho más horizontal, aunque a veces la
verticalidad es necesaria para resolver dudas.
El contexto europeo sigue
siendo importante. ¿Qué es Europa para usted hoy en día?
Sigo apegado a la idea de
Europa. Más aún en estos momentos en que tenemos un ascenso de la extrema
derecha -por no decir del fascismo- que quiere romper Europa y, en el proceso,
recrear comunidades separadas entre sí, generando una visión fantasmagórica de
Europa, que es racista y cerrada al mundo exterior. Considerando que,
precisamente, el ideal europeo, en particular para Francia y Alemania (yo soy
del este de Francia y muy sensible a las abominaciones que ocurrieron durante
la Primera y la Segunda Guerra Mundial) es poder vivir juntos sin necesidad de
estar de acuerdo y siendo diferentes, pero en paz y haciendo algo juntos. Y lo
necesitamos más que nunca, ahora que estamos viendo tantas tentativas de
fragmentación, nacionalismo, repliegue... Sé que es un ideal, pero actuamos en
función de un ideal. En “Reporterre” también trabajamos por el ideal de un
mundo ecológico, justo y, si es posible, feliz. El problema es que Europa sigue
inmersa en una lógica neoliberal. Existe el espíritu de Europa, pero luego está
su traducción política, que es muy decepcionante.