23 de julio de 2024

Galileo y la Santa Inquisición. Ciencia versus oscurantismo

Además de contribuir enormemente al desarrollo de la física teórica y experimental, Galileo Galilei (1564-1642) también realizó notables aportes al progreso de la astronomía abriendo a la humanidad ilimitadas perspectivas del universo circundante. Fijó su atención en el cielo por primera vez en 1604, cuando una brillante estrella nueva (una nova) apareció una noche en el cielo de Padua, al norte de Italia. Galileo, que entonces contaba con cuarenta años, demostró que la nueva estrella era efectivamente una estrella y no alguna clase de meteoro de la atmósfera terrestre y predijo que se desvanecería gradualmente. La aparición de una estrella nueva en el cielo -que se suponía absolutamente inmutable de acuerdo con la filosofía de Aristóteles de Estagira (384-322 a.C.) y las enseñanzas de la Iglesia-, significó para Galileo la enemistad y la antipatía de muchos de sus colegas científicos y del clero.
Apenas cinco años después de esta primera observación del cielo, Galileo revolucionó la
astronomía construyendo el primer anteojo astronómico que describió con las siguientes palabras: “Hace unos diez meses llegó a mis oídos el rumor de que había sido construido por un holandés un instrumento óptico con cuya ayuda objetos visibles, aunque muy distantes de los ojos del observador, se veían distintamente como a un palmo de la mano, con lo que se enlazaron algunas historias de este maravilloso efecto al cual algunos dan crédito y otros niegan. Lo mismo me fue confirmado pocos días después por una carta enviada desde París por el noble francés Jacob Badovere, que acabó por ser la razón de que me aplicara a indagar la teoría y descubrir los medios de que yo pudiera llegar a la invención de un instrumento análogo; una finalidad que conseguí más tarde por las consideraciones de la teoría de la refracción. Primero preparé un tubo de plomo a cuyos extremos fijé dos lentes de cristal, ambas planas por una cara, pero por la otra una era esférica convexa y otra cóncava”.
Con ese instrumento descubrió que “la superficie de la Luna no es perfectamente llana, exenta de desigualdades y exactamente esférica, como una extensa escuela de filósofos consideraba al mirar a la Luna y otros cuerpos celestes, sino, por el contrario, está llena de desigualdades, es irregular, llena de depresiones y protuberancias, lo mismo exactamente que la superficie de Tierra, que varía dondequiera por virtud de altísimas montañas y profundos valles”. Al mirar los planetas advirtió que “presentan sus discos perfectamente redondos, lo mismo que si hubieran sido trazados por un compás y aparecen como otras tantas pequeñas lunas completamente iluminadas y de forma globular; pero las estrellas fijas no parecen a los ojos desnudos como si estuvieran encerradas en una conferencia circular, sino más bien como llamaradas de luz que arrojan rayos hacia todos los lados y muy centelleantes, y con el telescopio parecen de la misma forma que cuando son contempladas a simple vista”.
El 7 de enero de 1610 orientó su instrumento hacia Júpiter observando que “había allí tres estrellas, pequeñas pero brillantes, cerca del planeta, y aunque creí que pertenecían al número de las estrellas fijas, sin embargo algo me sorprendió en ellas, a causa de que estaban dispuestas exactamente en una línea recta paralela a la eclíptica y eran más brillantes que el resto de las estrellas, iguales a ellas en magnitud... En el lado Este había dos estrellas y una sola al Oeste... Pero cuando el 8 de enero, llevado por una casualidad, volví a mirar la misma parte del cielo, encontré un estado muy diferente de cosas, porque había tres pequeñas estrellas todas al oeste de Júpiter y más cercanas unas de otras que en la noche anterior”. De este modo dedujo que “hay tres estrellas en el cielo moviéndose en torno a Júpiter como Venus y Mercurio en torno al Sol”.


También observó a estos planetas y descubrió que a veces tenían la forma de cuarto creciente y a veces la de cuarto menguante lo mismo que la Luna, de donde concluyó que: “Venus y Mercurio giran en torno al Sol como todos los demás planetas. Una verdad ya sostenida por la escuela pitagórica, por Copérnico y por Kepler, pero nunca probada por la evidencia de nuestros sentidos como queda probada ahora en el caso de Venus y Mercurio”. “No es otra cosa que una masa de innumerables estrellas situadas juntas, en racimos", escribió cuando examinó la Vía Láctea. Si bien hubo que esperar el enriquecimiento desde el punto de vista matemático proporcionado por Johannes Kepler (1571-1630), los descubrimientos de Galileo realizados mediante el uso del telescopio suministraron una valiosa prueba de la exactitud del sistema copernicano del mundo y él habló jubiloso de ello.
Pero esto fue mucho más de lo que podía permitir la Iglesia Católica. En 1616 el Papa Paulo V (Camillo Borghese, 1552-1621) se reunió con el autor de “Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo” (Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo) e intentó silenciarlo sin conseguirlo. También incluyó en el “Index librorum prohibitorum” (Índice de libros prohibidos) a la obra “De revolutionibus orbium coelestium” (Sobre las revoluciones de las esferas celestes) del astrónomo prusiano Nicolás Copérnico (1473-1543) y ordenó a la Santa Inquisición el inicio del juicio a Galileo, quien fue detenido y sometido a un largo período de confinamiento solitario e interrogatorios que no cambiaron su espíritu de lucha. El 15 de enero de 1633, pocos meses antes de que fuera dictada la sentencia final, Galileo escribió a su amigo Elia Diodati (1576-1651): “Cuando yo pregunto de quién es la obra del Sol, la Luna, la Tierra, las estrellas, sus movimientos y disposiciones probablemente se me contestará que son la obra de Dios. Si continúo preguntando de quién es obra la Sagrada Escritura se me responderá seguramente que es la obra del Espíritu Santo, es decir, obra de Dios también. Si entonces pregunto si el Espíritu Santo usa palabras que son manifiestamente contradictorias con la verdad para satisfacer a la inteligencia de las masas, generalmente ineducadas, estoy convencido que se me contestará con muchas citas sacadas de todos los escritores santificados que esto es en efecto lo habitual en la Sagrada Escritura, que contiene cientos de pasajes que tomados al pie de la letra no serían más que herejía y blasfemia porque en ellos Dios aparece como un Ser lleno de odio, culpas y olvido. Si entonces pregunto si Dios, para ser comprendido por las masas, ha alterado siempre su obra o, de otro modo, si la Naturaleza inmutable e inaccesible como es para los deseos humanos, ha mantenido siempre el mismo género de movimiento, formas y divisiones del Universo, estoy seguro de que se me dirá que la Luna ha sido siempre esférica aunque durante mucho tiempo fue considerada como plana”.
Y agregó: “Para resumir todo esto en una frase: nadie sostendrá que la Naturaleza ha cambiado siempre para hacer aceptables sus obras a los hombres. Si es así, entonces yo pregunto por qué es así. A fin de conseguir una comprensión de las diferentes partes del mundo entonces debemos comenzar investigando las Palabras de Dios más bien que sus Obras. ¿Es, entonces, la Obra menos respetable que la Palabra? Si alguien sostiene que es herejía decir que la Tierra se mueve y si posteriores verificaciones y experimentos mostrasen que así es en realidad ¡qué dificultades no encontraría la Iglesia! Si, por el contrario, todas las veces que no se pueden acordar las Obras y la Palabra, consideramos la Sagrada Escritura como secundaria, no se le produce ningún daño, porque frecuentemente ha sido modificada para acomodarse a las masas y frecuentemente ha atribuido falsas cualidades a Dios. Por tanto, yo debo preguntar ¿por qué, insistimos, siempre que hablamos del Sol o de la Tierra, en que la Santa Escritura debe ser considerada como absolutamente infalible?”.


Cinco meses después, Galileo fue llevado ante los jueces de la Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición y arrodillado “confesó”: “Yo, Galileo Galilei, hijo del difunto florentino Vicente Galilei, de setenta años de edad, comparecido personalmente en juicio ante este tribunal, y puesto de rodillas ante vosotros, los Eminentísimos y Reverendísimos señores Cardenales Inquisidores generales de la República cristiana universal, respecto de materias de herejía, con la vista fija en los Santos Evangelios, que tengo en mis manos, declaro, que yo siempre he creído y creo ahora y que con la ayuda de Dios continuaré creyendo en lo sucesivo, todo cuanto la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana cree, predica y enseña. Más, por cuanto este Santo Oficio ha mandado judicialmente, que abandone la falsa opinión que he sostenido, de que el Sol está en el centro del Universo e inmóvil; que no profese, defienda, ni de cualquier manera que sea, enseñe, ni de palabra ni por escrito, dicha doctrina, prohibida por ser contraria a las Sagradas Escrituras; por cuanto yo escribí y publiqué una obra, en la cual trato de la misma doctrina condenada, y aduzco con gran eficacia argumentos en favor de ella, sin resolverla; y atendido a que me he hecho vehementemente sospechoso de herejía por este motivo, o sea, porque he sostenido y creído que el Sol está en el centro del mundo e inmóvil y que la Tierra no está en el centro del Universo, y que se mueve”.
Y concluyó su declaración: “En consecuencia, deseando remover de la mente de Vuestras Eminencias y de todos los cristianos católicos esa vehemente sospecha legítimamente concebida contra mí, con sinceridad y de corazón y fe no fingida, abjuro, maldigo y detesto los arriba mencionados errores y herejías, y en general cualesquiera otros errores y sectas contrarios a la referida Santa Iglesia, y juro para lo sucesivo nunca más decir ni afirmar de palabra ni por escrito cosa alguna que pueda despertar semejante sospecha contra mí, antes por el contrario, juro denunciar cualquier hereje o persona sospechosa de herejía, de quien tenga yo noticia, a este Santo Oficio, o a los Inquisidores, o al juez eclesiástico del punto en que me halle. Juro además y prometo cumplir y observar exactamente todas las penitencias que se me han impuesto o que se me impusieren por este Santo Oficio. Mas en el caso de obrar yo en oposición con mis promesas, protestas y juramentos, lo que Dios no permita, me someto desde ahora a todas las penas y castigos decretados y promulgados contra los delincuentes de esta clase por los Sagrados Cánones y otras constituciones generales y disposiciones particulares. Así me ayude Dios y los Santos Evangelios sobre los cuales tengo extendidas las manos. Yo Galileo Galilei arriba mencionado, juro, prometo y me obligo en el modo y forma que acabo de decir, y en fe de estos mis compromisos, firmo de propio puño y letra esta mi abjuración, que he recitado palabra por palabra”.
Una vez condenado por herejía, Galileo fue confinado en su casa de Arcetri, cerca de Florencia, bajo el régimen que hoy se denomina “arresto domiciliario”. Así vivió los casi nueve últimos años de su existencia. El 8 de enero de 1642, murió venerado por los ciudadanos, completamente ciego y cansado de la vida. El Papa Urbano VIII (Maffeo Barberini, 1568-1644), negó el permiso para la realización de un funeral público y prohibió depositar el cuerpo en la sepultura familiar, en la iglesia de la Santa Cruz, en donde recién se construiría un mausoleo en su honor noventa y cuatro años más tarde con la inscripción “Sine honore no sine lacrimis” (Sin honor pero no sin lágrimas).


Trescientos cincuenta años después de su muerte, el Papa Juan Pablo II (Karol Wojtyla, 1920-2005) pidió perdón por los errores que pudieran haber cometido los hombres de la Iglesia en aquella oportunidad, algo que no fue bien visto por el cavernícola cardenal Joseph Ratzinger (1927-2022), quien tras la muerte de aquél asumiría la conducción de la Iglesia Católica bajo el nombre de Benedicto XVI. Siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (nombre moderno de la Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición) y luego decano del Colegio Cardenalicio, Ratzinger declaró muy suelto de cuerpo que “el proceso contra Galileo fue una mentirosa imaginación para arrinconar al Estado Vaticano. Nunca hubo persecución contra Galileo y tampoco fue torturado. Si Galileo renegó de su descubrimiento, pidiendo disculpas después de un penoso proceso, fue por temor a ir al infierno”.
Aunque parezca inaudito, la Iglesia Católica Apostólica Romana, aún en los primeros años del siglo XXI, aborrece a la Ilustración y la ciencia libre, creyéndose con derecho a decidir sobre lo que es verdadero o falso recurriendo a un Dios imposible de consultar. Insistiendo en esa absurda argumentación, en agosto de 2003 un despacho de prensa emitido por el Vaticano titulado "La Iglesia nunca persiguió a Galileo" decía en uno de sus párrafos: "En la época de Galileo la Iglesia fue mucho más fiel a la razón que el propio Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo. Para algunos, todavía hoy, Galileo es sinónimo de libertad, modernidad y progreso, mientras que la Iglesia es dogmatismo, oscurantismo y estancamiento, pero la realidad es muy diferente de esta percepción surgida de la fantasía". La Iglesia siguió de este modo demostrando ser uno de los bastiones más antiguos de los sectores más conservadores y retrógrados que existen.
Cabe recordar que el actual Papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio (1936), quien fuera Arzobispo de Buenos Aires desde 1998 hasta 2013, en 2001 recibió el título cardenalicio “San Roberto Belarmino”, un título honorífico creado por el Papa Pablo VI (Giovanni Battista Montini, 1897-1978). ¿Quién fue Roberto Belarmino (1542-1621)? Nada menos que el Cardenal inquisidor que estuvo a cargo del juicio contra Galileo Galilei, algo que ya había hecho años antes con el astrónomo y teólogo italiano Giordano Bruno (1548-1600), quien tras casi ocho años de cautiverio fue quemado vivo en el Campo de' Fiori, en la ciudad de Roma. Apodado el “martillo de los herejes”, Belarmino fue considerado por el Papa Clemente VIII (Ippolito Aldobrandini, 1536-1605) como alguien a que “en la Iglesia de Dios no hay quien le iguale en saber”, y en 1930 fue canonizado por el papa Pío XI (Achille Ratti, 1857-1939). No deja de ser llamativo que el actual Papa, a quien muchos califican de “progresista”,renovador” y “pastor de todos”, haya recibido complacido semejante distinción, la cual fue creada en homenaje al cruel y despiadado inquisidor. Y no sólo eso, en la Audiencia General del 23 de febrero de 2011 también celebró “la memoria de San Roberto Belarmino, doctor de la Iglesia”, a quien “las gravosas funciones de gobierno no le impidieron, de hecho, aspirar diariamente a la santidad con la fidelidad a las exigencias de su estado de religioso, sacerdote y obispo”. ¿Una muestra más del fariseísmo de la Iglesia Católica Apostólica Romana? Solo Dios sabrá.

15 de julio de 2024

Celeste Saulo: “En este contexto de crisis climática tenemos que producir un cambio y ese cambio nos compete a todos y todas”

La Argentina actual está viviendo un crudo invierno marcado por una ola polar que afecta a gran parte de su territorio, lo que llevó al Servicio Meteorológico Nacional a emitir una serie de alertas rojas, naranjas y amarillas por frío extremo en distintas localidades. Esta situación está provocada por una combinación de factores, entre ellos el ingreso de aire frío de origen polar que primero afectó a la Patagonia y luego se extendió al centro y norte del país. Una foto satelital difundida por la NASA muestra gran parte del territorio patagónico cubierto de nieve, lo cual fue calificado como un fenómeno único e inédito en los inviernos de los últimos años. Muchos científicos opinan que el cambio climático está desempeñando un papel importante en estas olas de frío, pues el calentamiento en el Mar Ártico aumenta la probabilidad de que el aire polar y helado pueda desplazarse hacia el sur, lo que induce a inferir que las olas polares y el calentamiento global pueden convivir, aunque los eventos de frío extremo ocurran de manera más aislada.
Cada vez resulta más evidente que el calentamiento global es lo que provoca eventos climáticos extraordinarios y fenómenos meteorológicos cada vez más extremos: olas de calor, grandes incendios forestales, derretimiento de los glaciares de la Antártida, aumento de la temperatura de los océanos, elevación del nivel de los mares, ciclones tropicales, huracanes, sequías, tormentas, inundaciones y temperaturas máximas y mínimas extremas. Cuando se habla del cambio climático, se hace referencia a cambios graduales en las temperaturas y los patrones meteorológicos a lo largo del tiempo. Esos cambios pueden ser de origen natural y estar vinculados a la actividad solar, pero la mayoría de los cambios recientes en el clima mundial han sido provocados por el ser humano. En los últimos dos siglos, las emisiones de gases de efecto invernadero -principalmente dióxido de carbono y metano- procedentes del transporte, la agricultura, la calefacción y otras actividades humanas se han acumulado en la atmósfera, atrapando el calor y calentando gradualmente el planeta.
Los científicos dedicados al estudio del clima han relacionado estas crecientes emisiones, producto de la quema de combustibles fósiles, con el aumento de las temperaturas y unas condiciones meteorológicas más extremas en todo el mundo. Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la temperatura promedio en la superficie de la Tierra ha aumentado en 1,45° C más que los niveles preindustriales de 1850-1900, y el año 2023 fue el más caluroso jamás registrado desde la época en que comenzaron los registros meteorológicos hace algo más de un siglo y medio. Todo esto llevó a dicha organización a decretar la “alerta roja en el mundo”. Pero, a pesar del aumento de las temperaturas, en los últimos tiempos un frío extremo ha cubierto vastas regiones de América, Europa y Asia. Esto se debe al colapso del vórtice polar, un área de baja presión y vientos fríos que rodea los polos, y a la debilidad de la corriente en chorro, ambos influidos por el calentamiento del Ártico. Si la corriente en chorro -la banda de fuertes vientos que rodea el globo- empieza a debilitarse, el aire cálido de los trópicos y los gélidos vientos polares pueden desplazarse, provocando un tiempo inusualmente cálido o extremadamente frío a miles de kilómetros de distancia.
Desconociendo estas evidencias, se ha desencadenado una ola de especulaciones y teorías conspirativas sobre la inexistencia del calentamiento global. No son pocos quienes niegan tal fenómeno físico evitando cualquier tipo de análisis objetivo. Los negacionistas rechazan cualquier idea que no esté en línea con su pensamiento dogmático o con sus intereses económicos. Uno de ellos es el psicológicamente desequilibrado y sociópata actual presidente argentino que más de una vez ha expresado su escepticismo sobre este fenómeno acusando al “socialismo” y al “marxismo cultural” de promover políticas relacionadas con el cambio climático. Para él, la solución a los desafíos medioambientales radica en la propiedad privada y los mecanismos del libre mercado.


La meteoróloga Celeste Saulo, quien asumió como Secretaria General de la OMM el pasado 1 de enero, se refirió esta problemática en numerosos artículos y en diversas conferencias y entrevistas. Sobre todas estas cuestiones habla la científica argentina en la segunda parte del compendio de entrevistas publicadas en el portal web “climatica.lamarea.com” el 21 de junio de 2023, en el sitio web de la organización “Dialogo Chino” el 6 de julio de 2023, en el diario “El País” el 12 de enero de 2024, y en el servicio de noticias digital de las Naciones Unidas “news.un.org”.
 
¿Cuáles son los principales retos de 2024?
 
La OMM puso como prioridad que todos y todas los ciudadanos del mundo estén cubiertos por los sistemas de alerta temprana. Esto, lamentablemente, no podemos darlo por resuelto. Aproximadamente el 50% de los países no poseen sistemas de alerta temprana. Lo considero una aspiración fundamental y todos tenemos que movilizar recursos para que eso sea posible. También mantener un sistema de mediciones y monitoreo del estado de la atmósfera, de los océanos, de los hielos, de los ríos, un monitoreo permanente que se tiene que sostener y robustecer. No puedes realmente intervenir o entender qué le está pasando a un sistema complejo como el clima, el agua, el hielo, si no lo mides, si no lo estudias, y si no le das a científicos lo que necesitan para poder entender qué es lo que está pasando. Y, tercero, trabajar directamente con los países. Las decisiones pueden ser tomadas de arriba hacia abajo, pero las cosas pasan en los Estados.
 
¿Y las acciones de los países llegan a tiempo?
 
No, y esto no es una opinión. Quiero discriminar las opiniones de los hechos, somos una organización fuertemente técnica, nos manejamos con los números y los números dicen que no. La temperatura está aumentando, las emisiones de gases de invernadero están aumentando. Las acciones que estamos llevando adelante evidentemente no son ni suficientes ni resultan en lo que uno esperaría que se vean reflejadas. Es cierto, sí, que hay compromisos de los países y acciones que se están llevando adelante, sería injusto no reconocerlo, pero son insuficientes. Creo que en este punto no caben dudas.
 
Este mes de junio, por primera vez, se superó durante unos días la barrera de 1,5º C. Aún queda mucho para dar por vencido ese umbral del Acuerdo de París, pero no tanto como pensamos.
 
Para que se haga una idea: en muchos lugares de Argentina, en mayo, la temperatura estuvo casi 3º C por encima de los valores de referencia. Obviamente esto son fluctuaciones, no quiere decir que sea el promedio establecido. Pero son picos que van a llevar a la media a elevarse. Si uno tiene más picos cálidos que fríos, la media se va a ir elevando. Y esto es lo que nos está diciendo la situación del último mes. En general, todo es preocupante. Las anomalías en las zonas polares y particularmente en el Polo Norte son inmensas.
 
Este año ha sido el más cálido hasta la fecha. Se ha hablado mucho del episodio de El Niño. ¿Qué es exactamente y qué consecuencias tiene?
 
El Niño es un fenómeno que ya tenemos muy bien documentado, es parte de la variabilidad natural del clima es una oscilación natural que se repite. No son los mismos los efectos en todo el mundo y eso también hay que entenderlo, pero en promedio digamos a nivel global tiene como saldo años más cálidos. La preocupación no es el Niño en sí, sino que es una tendencia que se ha instalado ya al aumento de temperaturas.
 
¿Cree que se superará el límite de los 1,5 grados en los próximos años?
 
Lo dice claramente el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, las posibilidades de exceder el límite son altas, porque no se han tomado las medidas para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero. También distinguir lo que es un año en el que se puede exceder el límite y que en promedio tengamos toda una década excediendo el límite, y eso es el punto de alerta más grande. Las estadísticas nos permiten fluctuaciones y entendemos esas fluctuaciones, pero están superpuestas a una tendencia que es al alza, y lo que preocupa es esa tendencia.
 
Ha mencionado en más de una ocasión que “es incorrecto hablar de desastres naturales”. ¿Por qué?
 
Una erupción volcánica es una amenaza que es natural, la naturaleza es donde ocurre y es incontrolable, lo mismo una tormenta o un huracán, lo mismo una inundación, lo mismo una sequía. Ahora, ¿qué lo hace convertirse en un desastre? Que haya una población que está expuesta, que no ha podido protegerse, cuyas casas son demasiado vulnerables o que están ubicadas en lugares donde no debiera haber gente viviendo. Entonces lo que es una amenaza natural y un fenómeno natural termina siendo un desastre, pero no porque la naturaleza produjera dicho desastre. Es una combinación de factores que tienen un origen humano, en cómo vivimos, dónde vivimos, cómo nos preparamos, cómo planificamos y qué decisiones hemos tomado para que una amenaza, que puede ser muy seria, se convierta en un desastre o sea simplemente una amenaza con daños manejables.
 
Los intereses económicos siguen impulsando la política de los gobiernos en detrimento de estrategias climáticas ambiciosas. Recientemente, los agricultores en toda Europa protestaron en contra de las reformas sobre el uso de pesticida y diésel. ¿Cómo se puede revertir esta situación?
 
Creo que todo cambio tiene que estar basado en la información y por esa razón el rol de la Organización Meteorológica Mundial es importante, porque provee la información acerca de cómo el planeta está reaccionando a nuestras prácticas. Tanto en el consumo como en la producción, es imposible resolver la situación global si se trata de abordarla desde la situación individual. Creo que hay que concienciar a los distintos grupos económicos y sociales que todos ellos tienen un rol y que si no cumplen ese rol va a ser en perjuicio de sí mismos y del conjunto.
 
En la Agencia Estatal de Meteorología de España, sus profesionales se quejan de falta de recursos para hacer un mejor trabajo interno y comunicativo. Da la sensación de que no se valora lo suficiente a las agencias meteorológicas. ¿Es un problema puntual o habitual?
 
Es un problema generalizado. A la Organización Meteorológica Mundial le preocupaba esto primero en los países menos desarrollados, ya que era donde menos apoyo había para llevar a cabo las tareas de los servicios meteorológicos e hidrológicos. Y ahora nos encontramos con este efecto dominó negativo, donde todos los servicios meteorológicos del mundo -los menos desarrollados, los países en desarrollo y eventualmente también países desarrollados- ven dificultades para sostener sus presupuestos, mejorarlos o ponerlos en consonancia con la demanda de estos tiempos. Es un problema muy serio. Y es importantísimo que comprendamos, como sociedad, que cuando los países suscriben objetivos comunes globales -como los Objetivos para el Desarrollo Sostenible, el Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres o el Acuerdo de París-, detrás de esa suscripción cada gobierno se gira para mirar hacia el interior y ver qué y quiénes se encargan de esas tareas. Cuando los gobiernos se dan vuelta, tienen que encontrar a los servicios meteorológicos e hidrológicos fortalecidos. Porque la reducción de riesgos de desastres es inviable si uno no tiene un buen sistema de alerta temprana y un buen servicio meteorológico e hidrológico. La transición energética a una energía limpia es inviable si uno no tiene una buena medición y un buen pronóstico sobre viento, sol y lluvia, que son las bases para las energías limpias. Pensar en esas agendas y objetivos globales desacoplados del fortalecimiento de los servicios meteorológicos e hidrológicos es un error, y creo que ese es uno de los temas que hay que priorizar en el debate. Es decir, no es que todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible se vayan a cumplir con un servicio meteorológico, no quiero trasladar esa idea. Lo que quiero decir es que hay agencias dentro de cada país que tienen roles específicos. En particular, los servicios meteorológicos e hidrológicos podemos contribuir de manera considerable a lograr muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible si tenemos la financiación adecuada.
 
Menciona usted la enorme brecha que existe en adaptación y, en concreto, en los sistemas de alerta temprana. ¿Cómo se trabaja para reducir esas desigualdades?
 
Es una de las prioridades de la OMM. Una de las cosas fundamentales es, por un lado, conseguir el apoyo de los donantes, que pueden ser Estados miembros o venir por otras vías. Esto está encaminado. Hay dos programas importantes de la OMM para canalizar los fondos que provienen de manera extrapresupuestaria con un fin específico. Es cierto que hay que fortalecerlos, pero no es solo una cuestión de recurso material, también es una cuestión de recurso humano. Y es aquí donde yo apunto fuertemente al tema del co-diseño y la co-construcción con los países. Más allá de las limitaciones que puedan tener los países en desarrollo o menos desarrollados, ellos son quienes están sobre el terreno, son quienes conocen sus vulnerabilidades, son quienes conocen sus comunidades. Trabajar con ellos me parece una parte central del éxito de un programa de estas características. Es imposible pensar que desde el mundo desarrollado uno va a exportar una solución al mundo en desarrollo. Hay que facilitar los medios para fortalecer las capacidades locales de ese mundo en desarrollo. Y por ahí va la cosa. Fortalecer las capacidades de los servicios meteorológicos e hidrológicos de los países menos desarrollados y de los pequeños Estados insulares es parte de una estrategia que creo que no sólo va a contribuir al desarrollo de alertas tempranas, sino que va a ayudar a que esos países tengan otras herramientas de adaptación, como por ejemplo la provisión de servicios climáticos y otras cuestiones que pasan por los servicios meteorológicos.
 
Estamos en una década transcendental, y es importante saber trasladar esa urgencia. ¿Cree que se está comunicando correctamente la crisis climática?
 
En términos de comunicación siempre se puede mejorar. Pero no creo que debamos pensar únicamente en temas de comunicación. Hay que acceder a todos los niveles de decisión, de educación y de actuación para que la acción climática realmente se acelere. La comunicación, per se, es una relación con la sociedad a través de la cual tratamos de introducir un cambio. Un cambio que se concibe en un contexto de crisis; en este caso, de crisis climática. Tenemos que producir un cambio y ese cambio nos compete a todos y todas. La tarea recae, pues, en los grandes tomadores de decisión, los Estados, las corporaciones globales… y de ahí para abajo. Cada uno en su rol, desde su lugar, para llegar hasta el fondo, hasta los distintos niveles educativos, hasta los colegios. Hay que hacer llegar el mensaje de que es realmente necesario, imprescindible y urgente actuar ya. De que no hay tiempo para grandes debates. Todos, desde nuestra posición, podemos hacer eso. Aunque, por supuesto, cuanto más alto es el manejo de poder de un individuo, más alta es su responsabilidad.
 
¿Hay espacio para el optimismo cuando se habla de cambio climático?
 
Sí, siempre hay cabida al optimismo. Hay algo que cada uno y cada una puede hacer. No me parece que tengamos permiso para no hacer nada. Ninguna persona tiene permiso para no hacer nada. En ese sentido, creo que deberíamos ser optimistas si confiamos en la naturaleza humana, en la posibilidad de rescatar a nuestro planeta, porque estamos pensando no sólo en nosotros, sino en los que vienen atrás y en que las futuras generaciones merecen un planeta vivible. Y ante esa realidad, creo que es imposible pensar que a uno no le importe nada.