2 de julio de 2025

Entremeses literarios (CCXIX)

LA VISITANTE
Andrés Rovella
Argentina (1974)
 
El desasosiego abrió la puerta. Con aire cansino, le indicó a la visitante que pasara.
Dejó su sombrilla en el paragüero del hall e ingresó a lo que se parecía a un gran comedor. La sala era un lúgubre espacio con olor a encierro y humedad. En un rincón pudo percibir una ventana abierta por donde se podía ver la lluvia golpear en un alpendre pegada a ésta. A su lado, el temor abría y cerraba los ojos cada vez que el cielo relampagueaba con un leve temblor o un trueno retumbaba en la habitación. La lluvia se sentía fuerte afuera.
En el otro rincón de la estancia, sobre un pequeño y viejo piano, la ira golpeaba una sola tecla de manera monocorde y miraba de soslayo a la visitante que se encontraba en el centro de la sala mirándolos a todos. Pegado a ella, el rencor con las mandíbulas apretadas y los ojos fuera de sí, no decía aparentemente nada. Sobre una mesa antigua y algo ajada por el tiempo, la apatía tenía su cara apoyada en sus antebrazos mirando la nada misma.
La visitante pudo ver a su izquierda a la soberbia de espalda a todos, acomodando unos libros sobre los anaqueles de una biblioteca de principios de siglo. Nadie emitía palabra y todos esperaban saber que era lo que la visitante estaba por decir.
- Bueno, vengo a verlos para saber si de alguna manera podemos llegar a lograr algo juntos. Es mi intención que todos podamos seguir avanzando.
La ira salió de su ostracismo a los gritos:
- No nos interesa tu propuesta. Nunca particularmente me ha gustado; no sabes lo que nos estás pidiendo.
El rencor miraba a la visitante y asentía a cada una de las palabras de la ira. La apatía sólo hizo un movimiento imperceptible de hombros y siguió en igual posición sobre la mesa. El temor dijo, de una manera suave y casi imperceptible: - Yo, yo… la verdad que seguiría tu idea y tu persona, pero la verdad es que me da mucho miedo. Perdón.
La soberbia siguió acomodando los libros y desestimó darse vuelta, dar una respuesta o generar una opinión. Siguió con lo suyo y no omitió palabra. La ira, que había dejado de apretar su monótona tecla mientras la visitante hablaba, volvió roja de bronca y sin decir palabra alguna se puso a golpear su tecla monocorde.
La visitante al saber que era innecesario seguir ahí sin que nadie dijera nada, giró sobre sus pasos y se dirigió a la salida. Con un pequeño ademán le dijo al desasosiego:
- Gracias, ya conozco la salida.
Tomó su paraguas en el hall de piso ajedrezado, abrió la puerta y salió a la calle. Cuando levantó la vista, las negras nubes se estaban yendo. La lluvia había cesado. Una brisa de verano golpeó su cara. Giró a la izquierda y se quedó pensando cómo no podían entender que la felicidad les estaba dando la oportunidad de cambiar sus vidas. No los entendía. Pero se olvidó de ellos automáticamente cuando a lo lejos, entre dos edificios, un suave arco iris la hizo sonreír mientras caminaba calle abajo.

 
PELO DE PERRO
Lydia Davis
Estados Unidos (1947)
 
El perro se ha ido. Lo echamos de menos. Cuando suena el timbre, nadie ladra. Cuando volvemos tarde a casa, no hay nadie esperándonos. Seguimos encontrándonos pelos blancos aquí y allí por toda la casa y en nuestra ropa. Los recogemos. Deberíamos tirarlos. Pero es lo único que nos queda de él. No los tiramos. Tenemos la esperanza de que, si recogemos suficiente pelo, seremos capaces de recomponer al perro.
 
 
OCURRENCIA
Juan Amós Comenio
República Checa (1592-1670)
 
Durante un banquete, Colón era objeto de frases mortificantes por parte de los españoles, que envidiaban al italiano la gloria de su gran descubrimiento; y como, entre otras cosas, llegase a oír que el descubrimiento de otro hemisferio no era debido a la ciencia, sino a la casualidad, y que, por lo tanto, otro cualquiera podría descubrirlo, propuso este sutil problema:
De qué modo podría un huevo de gallina sostenerse en pie sobre uno de sus extremos sin ningún otro apoyo.
Todos lo intentaron en vano, y entonces él, golpeándolo ligeramente sobre un plato, quebró un poco la cáscara y lo hizo tenerse en pie. Rieron todos, exclamando que también podrían hacerlo ellos, a lo que les contestó Colón:
- Podrán ahora porque han visto que podría ser, pero ¿por qué no lo hicieron antes que yo?
 
 
DISTINGUIR AL ADVERSARIO
David Cooper
Sudáfrica (1931-1986)
 
Un monje tibetano, entregado a un largo, solitario, meditativo retiro, comenzó a ver una araña que cada día se hacía más grande; por último, su tamaño fue como el del hombre y su apariencia amenazadora. En este punto, el monje pidió consejo a su maestro espiritual y recibió esta respuesta:
- La próxima vez que se aparezca la araña, dibuja una X en su vientre y luego, tras reflexionar, coge un cuchillo y clávalo en medio de esa marca.
Al día siguiente, el monje vio la araña, dibujó la X y luego meditó. Pero en el preciso instante en que se disponía a clavar el cuchillo, miró hacia abajo y, con asombro, vio la marca dibujada sobre su propio ombligo.
 
 
LA PERSECUCIÓN DEL MAESTRO
Alexandra David Néel
Francia (1868-1969)
 
Entonces el discípulo atravesó el país en busca del maestro predestinado. Sabía su nombre: Tilopa; sabía que era imprescindible. Lo perseguía de ciudad en ciudad, siempre con atraso. Una noche, famélico, llama a la puerta de una casa y pide comida. Sale un borracho y con voz estrepitosa le ofrece vino. El discípulo rehúsa, indignado. La casa entera desaparece; el discípulo queda solo en mitad del campo; la voz del borracho le grita: Yo era Tilopa.
Otra vez un aldeano le pide ayuda para cuerear un caballo muerto; asqueado, el discípulo se aleja sin contestar; una burlona voz le grita: Yo era Tilopa.
En un desfiladero un hombre arrastra del pelo a una mujer. El discípulo ataca al forajido y logra que suelte a su víctima. Bruscamente se encuentra solo y la voz le repite: Yo era Tilopa.
Llega, una tarde, a un cementerio; ve a un hombre agazapado junto a una hoguera de ennegrecidos restos humanos; comprende, se prosterna, toma los pies del maestro y los pone sobre su cabeza. Esta vez Tilopa no desaparece.
 
 
CORTÍSIMO METRAJE
Julio Cortázar
Argentina (1914-1984)
 
Automovilista en vacaciones recorre las montañas del centro de Francia, se aburre lejos de la ciudad y de la vida nocturna. Muchacha le hace el gesto usual del auto-stop, tímidamente pregunta si dirección Beaune o Tournus. En la carretera unas palabras, hermoso perfil moreno que pocas veces pleno rostro, lacónicamente a las preguntas del que ahora, mirando los muslos desnudos contra el asiento rojo. Al término de un viraje el auto sale de la carretera y se pierde en lo más espeso. De reojo sintiendo cómo cruza las manos sobre la minifalda mientras el terror poco a poco. Bajo los árboles una profunda gruta vegetal donde se podrá, salta del auto, la otra portezuela y brutalmente por los hombros. La muchacha lo mira como si no, se deja bajar del auto sabiendo que en la soledad del bosque. Cuando la mano por la cintura para arrastrarla entre los árboles, pistola del bolso y a la sien. Después billetera, verifica bien llena, de paso roba el auto que abandonará algunos kilómetros más lejos sin dejar la menor impresión digital porque en ese oficio no hay que descuidarse.
 
 
LA METAMORFOSIS
Matvey Dmitriev
Rusia (1790-1863)
 
Había una vez un hombre rico y otro pobre. El rico andaba siempre metido en banquetes y el pobre no tenía nada de nada. Un día llegó un viejo a la casa del rico y le pidió que le dejara pasar allí la noche:
- Amable señor, ¿podría pernoctar en tu casa?
El rico no le ofreció ningún auxilio y se negó a albergarlo:
- En mi casa -respondió- jamás pasan la noche ni los lisiados, ni los pobres, ni los que van de paso. De modo que no vas a pernoctar aquí. Vete a aquella casa, la que está a cielo abierto. En aquella casa te dejarán pasar la noche.
El viejo le preguntó:
- Amable señor, indíqueme cuál es la casa que está a cielo abierto.
El rico salió afuera para enseñársela:
- Allí está.
Entonces el viejo pasó la mano por la cabeza del rico y éste se metamorfoseó en un caballo.
El viejo pidió al pobre que le dejara pasar la noche en su casa y le dijo:
- Amable señor, déjame pernoctar en tu casa.
- De acuerdo, abuelo. En mi casa pasa la noche todo el mundo: los pobres, los lisiados y los que van de paso.
- Llevo un caballo conmigo.
- Pues, abuelo, no tengo sitio para un caballo. Tampoco dispongo de heno, y no sé qué es lo que le voy a dar de comer.
El viejo respondió:
- No pasa nada: le dejamos fuera y le daremos polvo de lino y cáñamo para comer.
El pobre dejó el caballo fuera y el viejo entró en la casa. Al día siguiente, antes de marchar, el viejo le dijo al pobre:
- Quiero regalarte este caballo, para que dejes de ser tan pobre.
El pobre se puso a darle las gracias y llamó a su esposa:
- Mujer, vamos a construir otra casa.
Y juntaron maderas para hacer la casa nueva.
Pasado algún tiempo, el viejo volvió a la casa del pobre para que le dejara pasar la noche. Pero el pobre ya no le dejó pasar.
- Yo soy el viejo aquel. Lo que pasa es que no me has reconocido.
Y de nuevo pasó la mano por la cabeza del caballo, y lo volvió a metamorfosear en hombre. Y el pobre, sin caballo, volvió a quedar reducido a la miseria.
 
 
UNA FAMILIA NORMAL
Paz Monserrat Revillo
España (1962)
 
En nuestra familia ha habido de todo. Suicidas, pederastas, psicópatas, cazadores, falangistas, ludópatas y adoradores del líder. Matrimonios concertados, herencias envenenadas, rebeldías con causa y algunas malas elecciones legendarias. Gente de fiar y arteros embaucadores. Sentimiento de pertenencia y profundo extrañamiento. Vehemencia y abulia. Astucia y bondad. Grandes sacrificios, desarraigos de novela y otra vez la misma piedra. Los muertos prematuros -uno de ellos contagiado de SIDA- asoman desdibujados como ramas livianas y desconocidas del árbol genealógico, junto a otros personajes muy longevos calificados como decentes o como inaguantables. O como ambas cosas a la vez.
No consigo entender por qué siempre se nos ha inculcado que somos una familia especial, impoluta y ejemplar, cuando simplemente somos una familia corriente, normal, incluso vulgar.
 
 
LOS DOS POLÍTICOS
Ambrose Bierce
Estados Unidos (1842-1914)
 
Dos políticos cambiaban ideas acerca de las recompensas por el servicio público.
- La recompensa que yo más deseo -dijo el primer político- es la gratitud de mis conciudadanos.
- Eso sería muy gratificante, sin duda -dijo el segundo político-, pero es una lástima que con el fin de obtenerla tenga uno que retirarse de la política.
Por un instante se miraron uno al otro, con inexpresable ternura; luego, el primer político murmuró:
- ¡Que se haga la voluntad del Señor! Ya que no podemos esperar una recompensa, démonos por satisfechos con lo que tenemos.
Y sacando las manos por un momento del tesoro público, juraron darse por satisfechos.

 
MUJER CON GATO
Liliana Heker 
Argentina (1943)
 
El hombre que está asomado a la ventana envidia a la mujer que, en el jardín de la planta baja, canturrea ante la mirada atenta del gato. Qué feliz es, piensa el hombre. Ignora que la mujer no es feliz: con excepción del gato, acaba de perder todo lo que amaba, y sospecha (alguna vez lo ha leído) que los gatos se apartan de la desdicha. Moriría si el gato también la abandonara. Por eso, ante la persistencia de la mirada de él, no para de cantar y se ríe de cualquier cosa. El hombre de la ventana le envidia la alegría porque no advierte el simulacro. El gato sí lo advierte. Recela de esta actitud incongruente de la mujer, ¿por qué no se largará a llorar de una buena vez como desea? La observa un momento más, a la expectativa: ha vivido momentos muy lindos con ella. La mujer, consciente de la mirada del gato, hace una divertida pirueta de baile. Sin duda le ocurrió algo extraordinario, piensa el hombre de la ventana. No hay nada que hacer, concluye el gato, ya no es confiable. Alarga infinitamente su cuerpo gozoso, se da vuelta y, sin volver la vista atrás, salta la medianera y se va para siempre.

24 de junio de 2025

A noventa años del fallecimiento del inolvidable Carlos Gardel

Un día como hoy, hace noventa años, fallecía quien fuera considerado el mejor cantante de tango de todos los tiempos: Carlos Gardel. Sobre su lugar de nacimiento aún existen controversias. Algunas investigaciones sostienen que nació en Tacuarembó, Uruguay, el 11 de diciembre de 1887; otras afirman que nació en Toulouse, Francia, el 11 de diciembre de 1890. Ésta última, la más reconocida, está basada en la existencia en la ciudad francesa de su partida de nacimiento y su fe de bautismo con el nombre Charles Romuald Gardès.
De la misma ciudad era oriunda su madre, Marie Berthe Gardès (1865-1943), una mujer de origen muy humilde que, siendo veinteañera, mantuvo una relación amorosa con un hombre casado, producto de la cual quedó embarazada y a sus veinticinco años tuvo a su único hijo. Este hecho la convirtió en la vergüenza de la familia y su vida se transformó en un verdadero tormento, por lo cual, con el apoyo de algunos amigos franceses, se embarcó hacia Buenos Aires, ciudad a la que llegó el 13 de marzo de 1893, hecho del cual existe una constancia en los archivos del Hotel de Inmigrantes, un espacio que funcionaba como centro de registro y alojamiento temporal. En la capital argentina se instaló en distintos conventillos del barrio de San Nicolás -primero en Uruguay 162 y luego en Corrientes 1553- y comenzó a trabajar en un taller de planchado con una remuneración que apenas le alcanzaba para subsistir.
También existe una constancia de la trayectoria escolar del niño a quien ya se le llamaba Carlos. Entre 1897 y 1904 estudió en el Colegio Salesiano Pío IX, donde permaneció pupilo en 1901 y 1902 y fue compañero de coro de Ceferino Namuncurá (1886-1905), el joven que en 2007 sería proclamado beato por la Iglesia católica. Dadas las condiciones paupérrimas y degradantes signadas por una pobreza extrema (existen hipótesis de que el joven pudo haber frecuentado ámbitos ubicados en los márgenes de la legalidad), en septiembre de 1904 se escapó del inquilinato y poco después fue detenido por la policía. En el registro de la comisaría este suceso quedó registrado como que el detenido era “Carlos Gardes, de 14 años, de nacionalidad francesa”, algo de lo que darían cuanta distintos prontuarios policiales que lo mencionan desde 1904 hasta 1915 con el abal de sus huellas digitales, tal como se pudo comprobar en investigaciones realizadas años más tarde por criminólogos y médicos forenses.
Como tantos otros hijos de inmigrantes, desde su niñez y adolescencia tuvo que empezar a trabajar. Lo hizo en los teatros de la calle Corrientes en los cuales ofició de aplaudidor, tramoyista, utilero, comparsista, y hasta de extra, trabajos por los cuales algunos se le retribuían con dinero y otros a cambio de entradas. Él mismo reconocería años después que, gracias a ese contacto con actores y cantantes, de quienes imitó los ejercicios de vocalización, fue que consiguió la “voz blanca” con la cual se dio a conocer.
Inducido por algunos de integrantes de la “troupe de animadores” (tal como se llamaba a quienes hacían esas tareas), comenzó a vagar por las calles del barrio del Abasto donde conoció a algunos “caudillos de barrio”, tal como se conocía a los miembros del Partido Autonomista Nacional (PAN), un partido político liberal conservador que había nacido en 1874 tras la fusión de los partidos Autonomista de Adolfo Alsina (1829-1877) y Nacional de Nicolás Avellaneda (1837-1885). En el comité del PAN ubicado en la calle Anchorena 666 cantó zambas y otras canciones del género folklórico.
Poco después conoció en la casa de un amigo ubicada en la calle Guardia Vieja en el mismo barrio, al cantante, guitarrista y compositor uruguayo José Razzano (1887-1960), con quien dos años después formó un dúo y comenzó a cantar en bares para ayudar a su madre con lo poco que ganaba. Pronto, su voz comenzó a ser familiar para toda la gente del barrio. Fue así que, en 1914, empezó a cantar en el Café O’Rondemán, ubicado en la esquina de Agüero y Humahuaca frente al Mercado del Abasto y, dado el éxito obtenido, con sus ingresos pudo alquilar un modesto departamento en la calle Corrientes 1714 al que se mudó con su madre.
Bastante cerca de su nueva vivienda, en el Teatro Esmeralda, cantó “Mi noche triste”, el tango compuesto por Samuel Castriota (1885-1932) y Pascual Contursi (1888-1932), lo que constituyó un éxito consagratorio. Por entonces había modificado su apellido substituyendo la “s” final por la “l”, y ya todos lo conocían como “El Morocho del Abasto”. Más adelante, en 1923, además se nacionalizó argentino.
La primera grabación del dúo Gardel-Razzano se realizó el 9 de abril de 1917 en un caserón al lado del hotel Savoy, en la calle Cangallo (hoy Presidente Perón), cerca de la esquina con avenida Callao. Allí grabaron “Cantar eterno”, un tango del compositor argentino Ángel Villoldo (1861-1919) -quien es considerado como uno de los pioneros del tango en Buenos Aires-, acompañados por los guitarristas Ángel Domingo Riverol (1893-1935), Guillermo Barbieri (1894-1935) y Domingo Julio Vivas (1895-1952). La aparición de los discos de Gardel-Razzano marcó el inicio de una demanda creciente de esas reproducciones e implicó a su vez el florecimiento de la industria discográfica. Asimismo, en la época inicial de la radiotelefonía, el dúo realizó la primera transmisión desde una radio. Fue en Radio Splendid, una emisora en la cual Gardel también cantó acompañado por la orquesta del compositor de tangos uruguayo Francisco Canaro (1888-1964), algo que contribuyó a promover la afición del público por la radio.
Así, la popularidad del dúo fue creciendo, traspuso los límites del Abasto y se hizo conocer en otros barrios de la ciudad. Tras su presentación en el Armenonville, uno de los cabarés más lujosos de Buenos Aires ubicado en el barrio de la Recoleta -donde cobraban $ 70 por noche, una importante suma para esa época- la fama del dúo fue acrecentándose noche tras noche y derivó en una agitada actividad que los llevó a presentarse en diversos teatros en la capital porteña y en varias provincias acompañados de artistas de primera magnitud. Actuaron incansablemente viajando a Uruguay, Brasil, España y Francia hasta que, en 1925, debido a problemas en sus cuerdas vocales, Razzano tuvo que dejar de cantar. A partir de entonces pasó a ser responsable de los negocios de Gardel, cuando éste se lanzó como solista. Pronto se convirtió en el máximo exponente del tango y su éxito trascendió las fronteras. Gracias a ello, en 1927 el “Zorzal Criollo”, tal el apodo con el que se lo conocía en el mundo de la música, compró una casona en la calle Jean Jaurès 735 en su querido barrio del Abasto, a la cual se mudó junto con su madre.


En los primeros años de la década del ’30 la actividad de Gardel fue incansable. Compuso la música de tangos insignes como “Mi Buenos Aires querido”, “Por una cabeza”, “Volver” y “El día que me quieras” entre muchos otros, todos ellos con letra del escritor brasileño-argentino Alfredo Le Pera (1900-1935). Realizó numerosas giras, grabaciones, actuaciones en teatros y películas. En un viaje a Francia, en 1930, les sugirió a los dramaturgos y directores de cine Luis Bayón Herrera (1889-1956) y Manuel Romero (1891-1954) que escribieran el libreto de una película con temática argentina. El resultado fue el filme “Luces de Buenos Aires”, el que fue dirigido por el chileno Adelqui Migliar (1891-1956) y protagonizado, además de Gardel (fue su primer largometraje sonoro), por la actriz y cantante de tangos Sofía Bozán (1904-1958) y el boxeador y actor Pedro Quartucci (1905-1983), ambos argentinos. El rodaje se realizó en los sets que tenía la empresa estadounidense Paramount en Joinville-le-Pont, cerca de París. El éxito fue tal que la compañía envió copias a otros países. En varios de ellos, el público interrumpía la exhibición de la película después de que Gardel cantara “Tomo y obligo” y pedía escucharlo nuevamente, un hecho inédito en la historia del cine.
En 1932 la misma empresa lo contrató para tres producciones más. En los mismos estudios filmó “Melodía de arrabal”, película dirigida por el francés Louis Gasnier (1875-1963) en la que cantó los tangos “Melodía de arrabal”, “Silencio”, “Cuando tú no estás” y “Mañanita de sol”, este último a dúo con Imperio Argentina (1910-2003), la actriz y cantante hispano-argentina que coprotagonizó la película, y el cortometraje “La casa es seria” dirigido por Lucien Jaquelux (1894-1946), en la que cantó “Recuerdo malevo” y “Quiéreme”.
Y luego, en 1934, en los estudios que la Paramount tenía en Astoria, Nueva York, actuó junto a la actriz argentina Mona Maris (1906-1991) en “Cuesta abajo”, filme dirigido por el citado Gasnier en el que cantó “Amores de estudiante”, “Por tu boca roja”, “Criollita decí que sí”, “Cuesta abajo” y “Mi Buenos Aires querido”. Posteriormente lo contrataron para tres filmes más: “El tango en Broadway”, “El día que me quieras” y “Tango Bar”. Por entonces también, el canal de televisión inglés British Broadcasting Corporation (BBC) emitió su primera transmisión televisiva, la que comenzó con el cortometraje en blanco y negro “El carretero” que Gardel había filmado en Buenos Aires en 1930 dirigido por Eduardo Morera (1906-1997). Se sabe que además de este cortometraje musical sonoro, protagonizó catorce más, pero fueron reproducidos sólo diez ya que cinco se arruinaron en el laboratorio. Los que se pudieron ver, además del citado, fueron “Añoranzas”, “Canchero”, “Enfundá la mandolina”, “Mano a mano”, “Padrino pelao”, “Rosas de otoño”, “Tengo miedo”, “Viejo smoking” y “Yira yira”.
A fines de ese año viajó a Toulouse para visitar a su madre y a toda la familia francesa. Luego regresó a Astoria y comenzó a trabajar en los preparativos de las próximas películas. El 28 de marzo de 1935 se embarcó en el puerto de Nueva York, dando así inicio a la que sería su última gira, la cual comprendió Puerto Rico, Aruba, Curazao, Venezuela y Colombia. La misma debía continuar en Panamá y Cuba para concluir finalmente en México antes de emprender el regreso a Estados Unidos. La gira se desarrolló con un enorme éxito, realizando presentaciones en teatros colmados de admiradores en todas las ciudades que visitó y donde fue apodado el “Rey del Tango”.


Tal como lo contaría en 1947 José Razzano, su ex compañero en el dúo que conformaron entre 1911 y 1925, en el libro “Vida de Gardel” escrito por el escritor y comediógrafo argentino Francisco García Jiménez (1899-1983), a las 11 de la mañana del lunes 24 de junio de 1935, Gardel y sus compañeros de viaje se reunieron en las habitaciones del Hotel Granada de Bogotá para bajar luego al comedor para almorzar. Allí firmó fotos, posó para las cámaras, charló con un grupo de admiradoras, empresarios y periodistas, y recibió al director de orquesta colombiano Efraín Orozco (1897-1975). A las 13:15 salieron del hotel. Tuvieron que hacerlo por la puerta trasera, para esquivar a la multitud que bloqueaba la salida principal para despedir a su ídolo. El grupo partió hacia el aeropuerto para tomar el Ford trimotor F-31 de la empresa Servicio Aéreo Colombiano (SACO). A pesar de los oscuros nubarrones, el vuelo a Cali no se canceló. Gardel esperaba ansioso el fin de esa gira para regresar a la Argentina, donde quería formar una productora propia.
El avión aterrizó en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín para cargar combustible. Los pasajeros descendieron y fueron a tomar un refrigerio y, cuando terminaron, se dirigieron de nuevo hacia el avión. En el trayecto, Gardel saludó efusivamente a la multitud que había ido a despedirlo agitando pañuelos. En pleno carreteo de despegue comenzó a fallar uno de los motores laterales y el avión se desvió. Exactamente a las 15:10 hs. embistió a otro avión similar de la empresa de origen alemán Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos (SCADTA) parado al final de la pista esperando su turno para despegar. Tras una violenta explosión, ambas naves se incendiaron.
Fueron diecisiete los muertos. Además de Gardel también fallecieron los antes mencionados Lepera, Barbieri y Riverol, y José Corpas Moreno (1907-1935), el secretario del cantor. Fue así como se apagó la voz de quien fuera reconocido como el máximo exponente del tango. Fue enterrado primero en Medellín, pero luego Armando Defino (1890-1962) -su albacea- logró la repatriación del cuerpo. “A las seis de la tarde del 18 de diciembre fue exhumado el cadáver de Carlos Gardel”, decía la edición del 19 de diciembre de 1935 del diario colombiano “El Tiempo”. Para salir de Medellín, el ataúd fue cargado en un tren que pasó por Amagá y llegó a La Pintada. Allí fue cargado en una pequeña berlina para ser transportado hasta Valparaíso. Como allí no había rutas, el féretro fue cargado a lomo de mula recorriendo angostos senderos del cerro de Caramanta al borde de precipicios. El cortejo fúnebre pasó por Marmato y llegó a Supía, donde los habitantes de la ciudad rindieron un homenaje a los restos mortales. Desde allí hasta la ciudad de Pereira el trayecto continuó en berlina. En Pereira se realizó el transbordo a un tren que llevó los restos hasta el Puerto de Buenaventura, adonde llegó el 29 de diciembre. Allí fueron embarcados en el vapor Santa Mónica para ser llevado hasta Panamá, donde fueron transbordados al vapor Santa Rita para cruzar el Canal y seguir hasta Nueva York, a donde llegaron el 7 de enero de 1936. En esa ciudad, Gardel fue velado por más de una semana en una casa funeraria del Barrio Latino. Luego fue embarcado en el vapor Panamerican y llegó a Rio de Janeiro el 31 de enero. Tras un homenaje del pueblo con ofrendas florales, los restos mortales llegaron pocos días después al puerto de Montevideo donde, por pedido de los admiradores uruguayos, se realizó un desembarco transitorio y durante toda la noche fueron velados en dependencias de la Aduana.
Finalmente, los restos de Gardel llegaron a Buenos Aires a las 10 de la mañana del 5 de febrero. En la Dársena Norte del puerto fueron recibidos por una impresionante multitud que acompañó luego la procesión hacia el estadio Luna Park ubicado en el barrio de San Nicolás, donde se realizó el velatorio final. En definitiva, el viaje desde Medellín hasta Buenos Aires duró cincuenta y un días y recorrió 18.000 kilómetros. Después de ese multitudinario funeral, a las 10 de la mañana del día siguiente, recubierto por el poncho que Gardel usaba en sus viajes, el ataúd fue llevado en un carruaje tirado por seis caballos a lo largo de la avenida Corrientes hasta el Cementerio de la Chacarita acompañado por miles de personas que caminaron bajo los rayos de sol. El recorrido llevó casi cuatro horas y en las esquinas y desde los balcones, la gente arrojaba flores ante el paso de los restos de su ídolo.


Conocido con muchos apodos como “Carlitos”, “El zorzal criollo”, “El morocho del Abasto”, “El mago”, “El rey del tango”, “El mudo”, “El troesma”, “El francesito” o “El bronce que sonríe”, con su particular voz Gardel realizó alrededor de mil grabaciones de tangos (la mayoría), zambas, chacareras, foxtrots, habaneras, milongas y rancheras. Post mortem recibió innumerables homenajes y distinciones. Se construyó un mausoleo en el cementerio de la Chacarita y, en su honor, varias calles, avenidas y plazas de Buenos Aires llevan su nombre.

14 de junio de 2025

Cuentos selectos (XXXIV). Wenceslao Fernández Flórez: “Yo y el ladrón”

Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964) fue un prolífico escritor español que publicó algo más de cuarenta novelas y narraciones breves. Nacido en La Coruña, comenzó su carrera como escritor en diarios y revistas con tan sólo quince años de edad. Lo hizo primero en diario coruñés “La Mañana” y posteriormente colaboró en “El Heraldo de Galicia”, en el “Diario de A Coruña”, en “Tierra Gallega” y en “El Noroeste” de Murcia. También dirigió el semanario “La Defensa” de Betanzos y el “Diario Ferrolano” de Ferrol. Considerado como uno de los grandes humoristas de las letras españolas del siglo XX, alcanzó la popularidad desde 1915 tras su llegada a Madrid, en donde trabajó en “El Imparcial” y en el periódico “ABC”, donde publicó la columna parlamentaria “Acotaciones de un oyente” hasta 1936.
Compaginando su labor periodística con su vocación literaria, publicó relatos cortos, novelas y pequeños ensayos en los cuales compaginó el humor, el pesimismo, la ironía y la crítica social. Entre sus numerosas obras pueden citarse las novelas “El bosque animado”, “El hombre que compró un automóvil”, “La novela número 13”, “Una isla en el Mar Rojo”, “El malvado Carabel”, “Las siete columnas”, “El secreto de Barba Azul”, “Volvoreta”, “La procesión de los días”, “Relato inmoral” y “La tristeza de la paz”. También los tomos de cuentos “Tragedias de la vida vulgar”, “Ha entrado un ladrón”, “Las flores del diablo”, “Las gafas del diablo”, “Visiones de neurastenia” y “Fantasmas”. También publicó los libros de ensayos y artículos “Las gafas del diablo”, “Los que no fuimos a la guerra” y “Crónicas parlamentarias”, y su autobiografía bajo el título “El terror rojo”. Varias de sus novelas fueron adaptadas al cine como “El hombre que se quiso matar”, “Huella de luz” o “La casa de la lluvia”, con guiones escritos por él mismo.
El carácter humorístico de sus obras más famosas ha sido el más destacado por la crítica literaria, aunque también cultivó la ficción dramática, fantástica y de terror y la sátira política. En 1917 obtuvo el premio del Círculo de Bellas Artes, en 1926 recibió el Premio Nacional de Literatura y en 1934 fue elegido miembro de la Real Academia Española.


Antes del comienzo de la Guerra Civil en 1936, se declaraba abiertamente liberal y llegó a atacar los pilares básicos del Movimiento Nacional capitaneado por el jefe de la Falange Española Francisco Franco (1892-1975), razón por la cual, una vez que el franquismo asumió el poder, fue amenazado de muerte y pudo hallar refugio primero en la Embajada de Argentina y luego en la de Holanda, ambas en Madrid. Quiso abandonar el país, pero le fue impedido por el Ministerio de Gobernación, y recién en julio de 1937, tras la intervención del Ministerio de Defensa, consiguió salir de España y se estableció por un tiempo en una pensión que los jesuitas poseían en La Haya. En mayo de 1938 se instaló en Portugal, donde permaneció hasta el final del conflicto entre el bando republicano y el bando nacional. Allí colaboró en el “Diário de Noticias” y el “Diário da Manhã”, medios en los cuales escribió en español numerosos artículos de propaganda franquista, dejando atrás los comentarios políticos que había realizado en 1932. A su regreso a Madrid admitió que ello no le causaba alegría ya que su exilio había sido para él un “sufrimiento muy grande, tan grande que hasta su sombra es un intolerable sufrimiento. Yo he buscado en Madrid mi sonrisa, y no la encontré”. Ello no le impidió proseguir dedicándose a la escritura. Por ejemplo, en 1955, basándose en su novela “Luz de Luna” que había publicado en 1915, escribió el guion de la película “Camarote de lujo” que dirigiría Rafael Gil Álvarez (1913-1986), en la cual expresó algunas críticas al gobierno de Franco. No obstante ello, continuó escribiendo y gozó de buen prestigio bajo el franquismo, el régimen autoritario que perduró hasta 1975.
Fernández Flórez falleció en abril de 1964 a causa de un colapso cardiaco. Sus restos mortales fueron trasladados desde Madrid hasta el Cementerio Municipal de Santo Amaro en La Coruña. Cuando llegó la Transición, el periodo de la historia en que España pasó a regirse por una Constitución que restauraba la democracia, buena parte de la crítica literaria no le perdonó sus escarceos ideológicos y buscó silenciar su nombre y su obra. Fue considerado un “escritor trivial”, un “gran reaccionario”, un “escéptico total” y un “vago panteísta”. En cambio, otro sector de la crítica resaltó su “amor a la naturaleza”, su “respeto y admiración por las personas” y su “conocimiento del mundo rural y campesino de Galicia”.
Muy lejos de allí, tanto en el espacio como en el tiempo, el escritor argentino Carlos Penelas (1946) escribió un artículo titulado “Wenceslao Fernández Flórez, un grande que hay que releer”, una gacetilla en la que resaltó que “el escritor y periodista gallego abrió una senda de luz y modernidad en la narrativa española. Más allá del humor, de su literatura con marcada preocupación moral, tenía cierto pesimismo en torno al ser humano y a las sociedades”. Y agregó: “Para Fernández Flórez es la pasión lo que mueve las acciones humanas. Suele, además, ironizar sobre la hipocresía social. Bajo el aparente humor ofrece una visión desencantada del ser humano y de la sociedad. Detrás de su temple, de su comicidad basada en la distorsión de los hechos, conlleva una intensión crítica; nos muestra una mirada pesimista del mundo y de la historia”.


Por su parte el filólogo español Delfín Carbonell (1938), en un artículo que publicó en “Cuadernos Hispanoamericanos”, manifestó que Fernández Flórez “expresa la angustia de la existencia a través de la vulgaridad (humor irónico y caricatura) a diario. Demuestra ser capaz de pintar dos facetas de la existencia: la humorística y la tragicomedia. Su mundo es un mundo de risas y lágrimas que demuestra una profunda preocupación por el problema fundamental y sincero o el significado de la existencia. Presenta ejemplos de personas vulgares... hombres profundamente mortificados por la casualidad de circunstancias que no comprenden o que son incapaces de superar”. Y según el “Diccionario Columbia de Literatura Europea Moderna”, fue “ante todo un humorista que, en sus mejores obras, ofrece una visión desoladora y amarga de la vida y del mundo, a la vez personal y universal”.
El cuento que sigue a continuación, “Yo y el ladrón”, formó parte del libro “La nube enjaulada” que Fernández Flórez publicó en 1944. Muchos años después, en 2007, la escritora argentina Patricia Suárez (1969) lo incluyó en “Reír o no reír. Antología de cuentos de humor”, una compilación de relatos que incluyó, entre otros, a prestigiosos escritores como Roberto J. Payró (1867-1928), Adolfo Bioy Casares (1914-1999), Liliana Heker (1943) y Ana María Shua (1951). Otro tanto hizo en 2012 el escritor español José María Merino (1941) en “Los mejores relatos españoles del siglo XX”, una antología que incluyó a renombrados narradores hispánicos, entre ellos Ramón del Valle Inclán (1866-1936), Pío Baroja (1872-1956), Miguel Delibes (1920-2010) y Ana María Matute (1925-2014).
 
YO Y EL LADRÓN
 
Cuando el señor Garamendi se marchó a veranear, me dijo:
- Hombre, usted, que no tiene nada que hacer, présteme el favor de echar, de cuando en cuando, un ojo a mi casa.
No es cierto que yo no tenga nada que hacer, y el señor Garamendi lo sabe perfectamente; pero él opina que cuando uno no sale a veranear, y no es por causa de algún gran negocio, es para dedicarse totalmente al descanso, con la voluptuosa pereza de no buscar los billetes ni cargar con la familia. M limité a preguntar:
- ¿Qué entiende usted exactamente por “echar un ojo”?
- Creo que está bien claro -contestó de mal humor.
- ¿Debo pasearme por las habitaciones de su casa con un ojo abierto, posando sucesivamente la mirada en los muebles, en los…?
- No. ¡Qué tontería! Quiero decir que me agradará que pase usted algún día frente al edificio y vea si siguen cerradas las persianas, y que le pregunte al portero si hay novedad, y hasta que suba a tantear la puerta. Usted no sabe nada de estos asuntos, pero en el mundo hay muchos ladrones, y entre los ladrones existe una variedad que trabaja especialmente durante el verano, y es a la que más temo. Se enteran de cuáles son los pisos que han quedado sin moradores, y los desvalijan sin prisas y cómodamente. Algunas veces se quedan allí dos o tres días viviendo de lo que encuentran, durmiendo en las magníficas camas de los señores, eligiendo concienzudamente lo que vale y lo que no vale la pena de llevarse. No hay defensa contra ellos. La primera noticia que se tiene es el desorden que se advierte en la casa al volver, cuando ya todo es irremediable y lo robado está mal vendido o bien oculto.
- Bueno -concedí bostezando-, pues echaré ese ojo.
La verdad es que no pensaba hacerlo. Garamendi abusa un poco de mí con sus encomiendas engorrosas desde que me hizo dos o tres favores que él recuerda mejor que yo. Luego…, luego me abruma con sus gabanes, con sus puros, con sus gafas, con su vientre, con sus muelas de oro. Cuando descubro un nuevo defecto en él, tengo un placer íntimo. Entonces le encontré pusilánime. Tener miedo a los ladrones me pareció la más grotesca puerilidad. Yo no creo en eso.
Pasaron los días; me recreé en el calorcillo de Madrid, me senté en algunas terrazas, recordé mi niñez volviendo a ver las viejas películas que los cines exhiben a más bajo precio en estos meses, y una tarde que estaba más ocioso y más emperezado que nunca en mi despacho, pensando vagamente en que era demasiado ascético al dormir tan sólo una hora de siesta cuando nada me impedía dormir dos, y que la humanidad no me agradecería jamás este sacrificio, recordé de repente:
- ¡Anda! Pues no he pasado ni una sola vez ante la casa de Garamendi.
Y únicamente -lo aseguro- para poder darle mi palabra de honor de que había atendido su encargo, aproximé lentamente mi mano al teléfono y marqué su número.
Oí, medio desmoronado en la butaca, el ruido del timbre que sonaba en la desierta vivienda del veraneante. ¡Trrrr…! ¡Trrrr…! Y… nada más.
Una voz apagada, desconocida, llegó por el hilo:
- ¿Diga?
- ¿Cómo “diga”? -exclamé extrañadísimo- ¿No es esa la casa del señor Garamendi?
La voz se hizo atiplada como la de las máscaras que disimulan, y clamó con una alegría que no venía a cuento:
- ¡Sí, sí! ¡Es aquí, es aquí! ¿Cómo está usted?
Me quedé estupefacto.
- Oiga -hablé-, ¿me hace el favor de decir qué está haciendo…?
Siguió un silencio embarazoso.
- ¿No será usted un ladrón?
Nueva pausa.
- Si es usted un ladrón, no me lo niegue -exigí.
- Bueno -dijo la voz, ya con un acento natural, un poco ronca-. La verdad es que, en efecto, soy un ladrón.
- ¡Pues me ha fastidiado usted, porque tengo mucha amistad con el señor Garamendi, y me encargó al marchar que le vigilase su casa! A ver ahora qué le digo.
- Puede usted contarle lo que sucede -insinuó la voz, un poco acobardada.
- ¡Bonita idea! -protesté-. ¿Cómo voy a confesarle que estuvimos dialogando? Aún, si usted no hubiese cometido la idiotez de contestar…
- Fue un impulso espontáneo -se disculpó-. Estaba aquí, junto al teléfono; sonó y, maquinalmente, me puse al habla. Yo también tengo teléfono, y la costumbre…
- ¡Vaya conflicto!
- Crea usted que lo siento de veras.
- Claro que si le pido que deje ahí todo y vaya a entregarse a la comisaría más próxima…
- No; no lo haría… ¿Para qué engañarle?
- Al menos, dígame: ¿se lleva usted mucho?
- No hablemos de eso; una porquería. Perdone si le ofendo, pero ese amigo de usted no tiene nada que le quite a uno de cuidados.
- ¡Hombre, no me diga…! La escribanía de plata es maciza y valiosa…
- Ya está en el saco, y unas alhajitas y el puño de oro de un bastón y dos gabanes de invierno. Nada. No es negocio.
- ¿Vio usted una bandejita de plata que debe de haber en el comedor, con unas flores en relieve?
- Sí.
- ¿Está en el saco?
- No. Las otras, sí; pero ésa apenas tiene un baño; es de metal blanco.
- Bien; pero no negará que es bonita.
- No vale nada.
- Llévesela usted.
- No quiero.
- ¡Llévesela usted, idiota! ¿No comprende que si la deja van a darse cuenta de que no es de plata? Y… se la he regalado yo. Llévesela.
- En fin…, por hacerle un favor; pero sólo me servirá de estorbo.
- ¿Ha recorrido ya toda la casa? Yo no conozco más que el despacho. Creo que está bien puesto, ¿no?
- ¡Psch! Muchas pretensiones; poco gusto. Debe de tratarse de un caballero roñoso.
- Es triste, pero no lo puedo negar. Y también es cierto que carece de gusto.
- ¿Quiere usted creer que tiene dos escupideras en el salón?
- ¡No!
- Como usted lo oye. ¿No ha entrado nunca en el salón? Pues se ha perdido un espectáculo divertido. Yo tengo costumbre de visitar casas bien amuebladas y le aseguro que ésta es una calamidad.
- ¡Vaya, señor! Siempre me pareció que Garamendi presumía demasiado. Ahora que… la alcoba de la señora…, de ésa sí que dicen que es un estuche, ¿verdad? Garamendi afirma que le costó una fortuna. ¿Cómo es, cómo es?
- No me fijé en detalles… ¿Quiere que vuelva?
- ¡Oh, por Dios! No vaya usted a creer que me gusta el cotilleo. Era por… ¡qué sé yo!
- Lo que encontré allí fueron pieles bastante buenas.
- Lo creo. Tiene una capa de renard.
- Está en el saco. Y un gabán de cibelina.
- Sí; eso vale más, pero también es más llamativo. Lo envidiable es la capa de renard.
- ¿Le gustaba a usted?
- Le gustaba a Albertina… una amiga mía…; para decirlo de una vez: a mi novia. Un día vimos a la señora de Garamendi con su capa y Albertina no habla de otra cosa. Creo que me quiere menos porque piensa que nunca podré regalarle unas pieles de zorro como ésas.
- ¿Quién sabe? ¡Caramba! No hay que amilanarse.
- No… nunca; es bien seguro…
Un silencio.
- Oiga…, señor.
- Dígame.
- Si usted me permite, yo tengo mucho gusto en ofrecerle esas pieles…
- ¡Qué disparate!
- Nada… Me ha sido usted simpático y…
- Pero… ¿cómo voy a consentir…? ¿Va usted a quedarse sin ellas por…?
- No se preocupe. Yo ya tengo las otras, y no va a ser uno más pobre…
- ¡Ea, que no!
- Bien; pues entonces se las ofrezco a Albertina. Ahora no podrá usted desdeñarlas… Piense en la alegría que tendrá…
- Sí; eso es cierto…
- ¿Adónde las envío?
Le di mis señas.
- ¿Manda usted algo más?
- Nada más. Y muy reconocido. Que termine “eso” con suerte.
- Gracias, señor.

10 de junio de 2025

La historia se repite en una Argentina cada vez más sombría. ¿Es una tragedia o una farsa?

Los años ’70 fueron, políticamente hablando, realmente muy turbulentos. Eran frecuentes los toques de queda para amedrentar, controlar y reprimir a la población civil. Mientras una parte de la clase trabajadora expresaba su combatividad contra el estancamiento de las industrias, el desarrollo distorsionado, el creciente desempleo y la mayor subordinación al capital extranjero mediante la organización de Coordinadoras Interfabriles en el conurbano y en varias ciudades del interior, otra parte de los trabajadores, entre confundidos y golpeados, seguía las directivas de la titubeante y burócrata estructura sindical oficial, la CGT. Esa debilidad de la dirigencia gremial no hizo más que demostrar que, a pesar de proclamar la defensa de los intereses de los trabajadores, a lo largo de los años sus dirigentes se vendieron a las patronales y a los distintos gobiernos que respaldaron los intereses de las grandes empresas oligopólicas tanto nacionales como extranjeras.
Fueron años en los que los capitales internacionales, con el apoyo de los organismos financieros internacionales, presionaron sobre el gobierno de turno para alentar reformas estructurales con el objeto de instaurar un nuevo proceso de especulación financiera, de legislación sobre inversiones internacionales y de endeudamiento externo, disposiciones todas ellas que afectarían insidiosamente al país, con altibajos y matices, durante los años siguientes. Durante los años ’60, los sucesivos gobiernos tanto civiles como militares, habían buscado salir del estancamiento económico impulsando las ideas del desarrollismo, esto es, pasar de una economía agroexportadora a una economía industrial. Y para lograrlo, decidieron darles un lugar protagónico a los capitales extranjeros sin considerar quién controlaría la explotación de los recursos, hacia dónde se destinarían las ganancias o cual sería el nivel de endeudamiento del país.
Resultó más que evidente que Estados Unidos había participado directamente en la planificación del golpe militar de marzo de 1976 junto a la burguesía argentina para instaurar la economía neoliberal. La dictadura destruyó el tejido social de la sociedad desarticulando las fuerzas populares y dándole un lugar privilegiado a los capitalistas para mejorar las condiciones de inversión y las garantías sobre el futuro de sus empresas. Esto no hizo más que demostrar que la Argentina había pasado de ser una semicolonia inglesa a ser una semicolonia estadounidense. La oligarquía vernácula y sus socios foráneos pasaron a dominar de cabo a rabo las riquezas del país. La desnacionalización de la economía, el aumento de la pobreza, del desempleo, de la economía informal y la tutela directa de Washington, la definían claramente como parte del llamado Tercer Mundo. También implicó el fin de los partidos tradicionales de izquierda como referentes políticos, menos el Partido Comunista, que vergonzosamente saludó la llegada de los militares al poder brindándoles un apoyo táctico y llamando a una convergencia cívico-militar, ya que consideraba que el rumbo elegido por el gobierno dictatorial era el camino adecuado para ganar la paz y encontrar las soluciones económicas, políticas, sociales y culturales que el país necesitaba.


A pesar de que alrededor de un centenar y medio de sus militantes fueron asesinados y desaparecidos por la dictadura, el PC consideró el golpe como válido. En sucesivos documentos que publicaron por entonces, hicieron un reconocimiento de las justificaciones iniciales del pronunciamiento militar y los objetivos que la flamante dictadura se adjudicaba, utilizando una fraseología antiguerrillera similar a la de los militares: “Es conocido nuestro punto de vista sobre las actividades de la supuesta ultraizquierda, que siempre repudiamos; la guerrilla se combate suprimiendo las causas sociales que la generan”. Y en su periódico “Tribuna Popular” recalcaba que “el terrorismo de ultraizquierda está inspirado en el trotskismo y el anarquismo y sus adherentes están animados por la impaciencia de los sectores pequeñoburgueses”.
Por eso no resultó llamativo que cuando la Junta Militar dictó una ley que disolvía o declaraba ilegales numerosas organizaciones políticas, sindicales y estudiantiles socialistas, el PC no fuera incluido en esa lista. Ni tampoco resultó extraño que en una publicación oficial del Partido se afirmara enfáticamente que compartían el “programa liberador” de la Junta Militar, la que afirmaba que no habría “soluciones fáciles, milagrosas o espectaculares”, por lo que no pedía “adhesión sino comprensión”. “La tiene”, le contestaron desde el PC mediante un comunicado.
Pero tiempo antes del golpe, fueron numerosos los crímenes cometidos por la ultraderecha peronista de la Triple A, la que fue responsable del secuestro y asesinato de unas dos mil personas. Los cuerpos de algunas de ellas fueron arrojados en el Riachuelo. Fue una época terrible. Militantes de organizaciones revolucionarias, dirigentes juveniles, líderes sindicales, periodistas, sacerdotes tercermundistas, abogados de presos políticos, todos ellos fueron víctimas de una carnicería sólo superada por la posterior dictadura cívico-clerical-militar.
Bajo el mando del ministro de Bienestar Social peronista José López Rega (1916-1989), oficiales de las Fuerzas Armadas, policías federales activos o dados de baja por antecedentes delictivos, agentes de inteligencia, delincuentes de frondoso pasado, matones sindicales dirigidos por la conducción central del sindicalismo, miembros de la Juventud Sindical Peronista, de la Juventud Peronista de la República Argentina y civiles del sector ultraderechista del peronismo que cumplían funciones burocráticas, conseguían armas en el extranjero, editaron revistas y se encargaron de la “depuración ideológica” del peronismo bajo la consigna “el mejor enemigo es el enemigo muerto”.
Con total impunidad, con el visto bueno primero de Juan D. Perón (1895-1974) hasta su muerte, y luego con mayor intensidad bajo la presidencia de su esposa, María Estela Martínez (1931), la ex bailarina de cabarés que había conocido en Panamá durante su exilio en ese país tras el golpe militar que lo había derrocado en septiembre de 1955, la Triple A siguió la consigna que Perón había pregonado un año antes de su muerte: cuidado con “sacar los pies del plato”, porque entonces tendremos el derecho de “darles con todo”. Y así lo hicieron. Bajo el liderazgo de los comisarios Alberto Villar (1917-1974) y Luis Margaride (1913-2001) se formó ese escuadrón de la muerte que, financiado por la logia italiana Propaganda Due y apoyado por la CIA, asesinó a cientos de militantes de izquierda, estudiantes, sindicalistas, artistas, sacerdotes y seminaristas.


Para alguien que ha vivido su adolescencia y su juventud en medio de esa horrenda atmósfera, resulta casi inevitable no vincular esa violencia con un presente signado por la crueldad y la brutalidad levadas adelante por las fuerzas de seguridad bajo el mando de la ministra Patricia Bullrich (1956), una cortesana que cuenta con un extenso prontuario signado por la violencia como forma de hacer política durante su paso como militante en la Juventud Peronista y su posterior participación en la organización guerrillera Montoneros, hasta sus múltiples actuaciones en distintos partidos políticos desde 1993. Hoy más que nunca, su accionar como Ministra de Seguridad está caracterizado por la represión, la criminalización de la protesta y el desprecio por los derechos humanos, acciones todas ellas que pretende, con un exacerbado cinismo, ocultar con incoherentes mentiras y sandeces.
El emperador romano Marco Aurelio (121-180), dijo alguna vez que el que haya mirado con detenimiento el presente ha visto todas las cosas: las que ocurrieron en el holgado pasado y las que ocurrirán en el porvenir. ¿Será realmente así? El inquieto pasado está vigente, eso es seguro, pero ¿el porvenir? ¿No están ocurriendo cantidad de barbaridades en el mundo como para no ser pesimista en cuanto al futuro? ¿O acaso no hay devastadoras guerras, una proliferación desvergonzada de la corrupción de las clases dirigentes, unos desastres medioambientales cada vez más calamitosos y un aumento descomunal de la concentración de la riqueza y de la desigualdad social producto del mezquino sistema económico predominante? ¿Se pueden tolerar las idioteces y mentiras de los políticos? ¿No asquearse de la insaciable codicia de los ricachones? ¿No desilusionarse por la falta de conciencia social para establecer relaciones de empatía entre personas de diferente condición económica, racial o ciudadana? ¿No fastidiarse por el contrabando y el narcotráfico encubiertos por la corrupción de las fuerzas policiales?
Allá por 2008, el economista y filósofo francés Guy Sorman (1944) en su obra “L’économie ne ment pas” (La economía no miente), afirmaba con total descaro que “el capitalismo ha alimentado un gran avance de las clases medias”, o “en los últimos años el mundo ha experimentado un espectacular avance hacia la desaparición de la pobreza”, o “según los datos que tenemos disponibles podemos ver que aumenta el bienestar y las soluciones de mercado sí funcionan”, o “sólo existe una economía, el capitalismo de mercado, la economía liberal triunfante que muchos aún deploran pero que nadie puede negar”, entre otras irracionales insensateces que fueron las que proliferaban en boca de las hordas oligárquicas que sólo miraban sus cada vez mayores patrimonios sin importarles un bledo la desdichada situación de la mayoría de las personas. ¿Economista?, ¿filósofo?, más bien un desvergonzado embustero al servicio de esas camarillas. Cabría recordar al escritor italiano Giovanni Papini (1881-1956) -católico converso él y adherente al fascismo- quien en 1921 en su “Il libro nero” (El libro negro), en un rapto de franqueza aseguraba que los elogios a la liberalidad no eran más que un pobre disfraz de la avaricia.
O recordar al escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) quien, en una entrevista, ante la pregunta ¿por qué a las teorías económicas del neoliberalismo se las considera teorías morales, previsiones casi inexorables?, respondió: “probablemente es el resultado del fracaso de otras experiencias. El hecho es que hoy hay una casi unanimidad sobre ciertas cosas que son profundamente falsas. Por ejemplo, la identificación de la libertad humana con la libertad que otorga el dinero. La experiencia histórica demuestra que la libertad del dinero es por lo general enemiga de la libertad de la gente. Cuanto más libre es el dinero, tanto más oprimida está la gente. Otra mentira es la necesidad de privatizar el Estado. El Estado no debe ser privatizado sino más bien desprivatizado, esto es transformarlo en la expresión del interés público y no en un instrumento utilizado por gente que transforma los derechos de los ciudadanos en favores del poder”.


Es inevitable recordar estas reflexiones ante la realidad socio-económica que vive la Argentina de hoy de la mano de Javier Milei (1970), un individuo que presenta claros signos de desequilibrio psicológico en sus acciones y declaraciones, al que acompaña un séquito de fanáticos que mediante el uso de las redes sociales promueven y propagan las calumnias, las agresiones, el acoso y el odio hacia quienes consideran enemigos. Alguna vez el funesto presidente, de notorios rasgos autoritarios, ha aseverado que “el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada”. Por supuesto nunca dijo una palabra sobre que el liberalismo exacerba el individualismo, desata la codicia, la corrupción y destruye socialmente a las comunidades. Es muy evidente que la aplicación de políticas neoliberales dentro de un fenómeno basado en el aumento continuo de la interconexión entre las diferentes naciones del mundo en el plano económico, político, social y tecnológico, está provocando una desmesurada concentración de la riqueza, el hiper desarrollo del capital especulativo, la profundización de las desigualdades sociales, un funesto daño ecológico y un atroz aumento de la pobreza en buena parte del mundo.
¿Acaso no son todos estos síntomas de la decadencia del capitalismo que ya ni siquiera puede garantizar el bienestar para los sectores medios de la población mundial? ¿Acaso no es creciente la pauperización de este sistema económico? El conflicto básico, como lo ha sido siempre pero hoy más que nunca debido a la globalización financiera, es un conflicto entre las distintas clases sociales, entre las clases dominantes y las clases populares. Ante cada crisis la oligarquía construye una explicación atribuyendo las defecciones del sistema a simples errores pasajeros que pueden solucionarse mediante severas medidas transitorias, pero siempre sin profundizar en si esas anomalías tienen que ver con el funcionamiento natural del capitalismo y que para evitarlas debería pensarse en otro sistema de producción y de distribución. Es más que evidente que la gran dependencia de las políticas tanto del FMI como el Banco Mundial, garantes principales de las políticas impulsadas desde los Estados Unidos, llevan a la vulnerabilidad de la economía argentina impulsando un creciente proceso de desregulación y apertura al libre movimiento de capitales y generando un creciente endeudamiento y fuga de capitales que no hacen más que renovar el ciclo vicioso de concentración de la riqueza y extensión de la pobreza.
La corrupción en el poder genera a cada instante más fastidio y rencor, y los pequeños logros individuales sólo calman momentáneamente el dolor que siente cada persona, ya que las jerarquías económicas y sociales no se modifican y el sometimiento y la humillación permanecen incólumes. Sería indispensable entonces romper la dictadura de los tecnócratas que avasallan desde el poder, la conjura de los necios que asuelan desde los medios y la ignorancia de los lúmpenes que traicionan desde las bases, para transformar esta democracia puramente formal que sólo abastece a las clases dominantes, en una democracia inequívocamente popular que atienda las necesidades de todas las personas.


Está claro que los artífices de la globalización, que todo lo someten al espíritu mercantil y monetarista, están profundamente interesados en mantener a muchos países en ese estado de miserable postración del que sacan jugoso provecho. Decía el novelista inglés Graham Greene (1904-1991) que “la muerte es el único valor absoluto en el mundo. Basta perder la vida para no perder nunca nada más”. Tal como se vive hoy en día, más temprano que tarde, los argentinos van a perder la vida, pero no sólo como individuos sino como sociedad organizada; y eso también es un valor, si no absoluto, al menos primordial. Los síntomas ya están a la vista.
Por último, más que esperar en condiciones paupérrimas los resultados de promesas que jamás se cumplirán, aguardando en vano la redistribución de la riqueza y el funcionamiento de la justicia, ¿es muy insensato pedir que se tornen más decentes las vidas de los jubilados, los desocupados, los marginales, los excluidos? Ya es tiempo de darle a esas vidas un verdadero sentido, enmarcado por la dignidad y los derechos, y libre de los caprichos de quienes engañan y se enriquecen con el esfuerzo y la resignación de los ciudadanos. ¿O acaso es muy insensato esperar que se los trate con respeto? Con respecto a los gobernantes -todos-, vale recurrir al filósofo alemán Georg Lichtemberg (1742-1799): “Daría cualquier cosa por saber verdaderamente en provecho de quién se han realizado los actos que se proclama haber hecho por la patria”. En cambio, para referirse a lo que pasa con el pueblo, vale recurrir al escritor argentino Roberto Arlt (1900-1942): “En realidad, uno no sabe que pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches”.
Es evidente que en ambos casos ya es hora de cambiar: que los honestos reaccionen para que los corruptos dejen de gobernar. A lo mejor es sólo un sueño, pero, en ese caso, vale la pena recordar el pensamiento de Rigoberta Menchú (1959), embajadora de los pueblos indígenas del mundo en la UNESCO y ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1992: “Creo que la cosa más bella de la vida es tener ideales, utopías. Pienso que soñar una sociedad más justa y más libre y luchar por la libertad de un pueblo es algo muy grande que le da un sentido a la vida y a la comunidad. No sé si algún día llegaremos a ver la paz soñada, a sentirla, a hacerla conocer a nuestros hijos. De todos modos, vale la pena soñar”.

6 de junio de 2025

Mireille Fanon: “El capitalismo está fundamentalmente basado en la deshumanización de parte de la humanidad”

Indudablemente, uno de los intelectuales más influyentes en el pensamiento anticolonial a nivel mundial fue Frantz Fanon (1925-1961), el psiquiatra y filósofo antillano francés que en obras como “Peau noire, masques blancs” (Piel negra, máscaras blancas) y “Les damnés de la Terre” (Los condenados de la tierra) habló sobre la psicopatología de la colonización y las consecuencias humanas, sociales y culturales de la descolonización. La gran heredera de sus luchas contra el racismo y el colonialismo es su hija Mireille Fanon (1953), una jurista y activista antirracista francesa que se desempeñó durante años como profesora de Literatura y Didáctica en la Université Paris V René Descartes (Universidad París V René Descartes) y de Derecho Internacional y Resolución de Conflictos en la University of California, Berkeley (Universidad de California, Berkeley).
También ha trabajado en la UNESCO -United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization- (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y en la Assemblée Nationale (Asamblea Nacional), ambas con sede en París, Francia, entidades en las cuales centró sus tareas sobre los afrodescendientes. Actualmente organiza y difunde el legado de su padre a través de la Fondation Frantz Fanon (Fundación Frantz Fanon), un organismo que lucha a nivel global contra la lógica mortífera del capitalismo liberal, por la dignidad de los pueblos cuyas voces son proscritas cuando se movilizan por sus derechos inalienables, por el respeto de su cultura y por el fin del racismo institucional.
Incansable defensora de la justicia social, en 2020, frente al Conseil de l'Europe (Consejo de Europa) -un organismo internacional con sede en Estrasburgo destinado a promover la configuración de un espacio político y jurídico común en el continente europeo, sustentado sobre los valores de la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley- solicitó una nueva Declaración Universal de los Derechos Humanos, reformulada para que dejase de reflejar una definición eurocéntrica de los seres humanos. Además, como miembro de la junta directiva de la Union Juive Française Pour la Paix (Unión Judía Francesa por la Paz), expresó su solidaridad y su apoyo al Estado de Palestina.
Ya en 2024, pronunció un discurso en la Winterskool oor Dekolonialiteit (Escuela de Invierno sobre Decolonialidad), organizada por la Universiteit van KwaZulu-Natal (Universidad de KwaZulu-Natal) en Durban, Sudáfrica; y luego hizo lo propio en el marco de la Conferência da Diáspora Africana nas Américas (Conferencia de la Diáspora Africana en las Américas), celebrada en Salvador de Bahía, Brasil. En ambas intervenciones manifestó que -como decía su padre- cada generación debía conocer su misión en un contexto de incertidumbre y debía tomar la decisión de cumplirla o traicionarla. “Para mí -expresó- esto no es sólo una misión, es un deber, una obligación ética, epistemológica y metafísica. No renunciar a la solidaridad política internacional es una necesidad ineludible, es una forma de preservar la dignidad de las personas que están siendo masacradas por genocidios y crímenes contra la humanidad. Es un deber inexcusable, no es negociable”.
También ha visitado en varias ocasiones distintos países de América Latina y, en el pasado mes de abril, ha recorrido la región patagónica de la Argentina con el objetivo de conocer la realidad del pueblo mapuche y elaborar un informe sobre las situaciones que actualmente se viven en Neuquén, Rio Negro y Chubut, una actividad que ya había realizado en Chile cuando visitó distintas comunidades mapuches en el sur de ese país. En una conferencia brindada en la localidad rionegrina de El Bolsón, abordó el tema de la discriminación racial, la expulsión territorial y la criminalización que pesa sobre el pueblo mapuche. Para Mireille Fanon, la colonización fue el origen de los conflictos territoriales tanto en América como en Medio Oriente o en África. “Los colonizadores cometieron genocidio -manifestó-. Mirando la historia del sistema colonial en esas regiones, podemos decirlo. Eso no está en duda. Y el genocidio se mantiene no sólo en Palestina, en la República Democrática del Congo, en Yemen y en otros países de África, usando otros métodos para eliminar a gente que molesta. Aquí es con el pueblo mapuche”.
“El genocidio puede ser la matanza masiva, desproporcionada e intencional -señaló-, pero también es forzar de manera violenta a que la gente abandone su territorio. Esto que sucede con el pueblo mapuche se aplicó en Palestina durante la primera y segunda Intifada y hoy pasó a ser una masacre”. Y relacionó la ambición capitalista por el territorio y los recursos naturales: “En Palestina hay agua y gas, por eso se llega a la situación actual, como aquí con el pueblo mapuche donde se violan derechos elementales, porque negarles el agua es una manera de expulsarlos de sus tierras y de sus vidas”. Y agregó: “La voluntad de Occidente de expandir su modernidad no tiene límites, aunque haya una ONU que previene las guerras, preserva la paz y resguarda el respeto entre todos los Estados pequeños y grandes, hay algo común desde el inicio del proceso, por eso hay que volver a la historia de la colonización. Tenemos que entender que, en el mundo, el sistema colonial instaló la cuestión racial y no hay posibilidad de concretar el sistema capitalista sin racismo. A la inversa: tampoco puede existir racismo sin capitalismo”.
Y específicamente en cuanto a la situación del pueblo mapuche, consideró que no era consecuencia del genocidio perpetrado entre 1878 y 1885 por la llamada Conquista del Desierto o Campaña del Desierto llevada adelante por el Ejército Argentino bajo el mando del Teniente General Julio Argentino Roca (1843-1914): “Los pueblos indígenas, como los africanos y afrodescendientes, somos víctimas en todo caso de las consecuencias de la colonización iniciada en 1492. Esto se sistematizó y se radicalizó en el siglo XIX. Pero la doctrina de los descubrimientos trajo la esclavitud, así es como todo empezó. Los países lograron su independencia, pero los sistemas coloniales siguen intactos”.
En una entrevista a cargo de la periodista chilena Paula Huenchumil Jerez publicada en el sitio web “Interferencia” en noviembre de 2024, manifestó: “La colonización es algo que sigue con sus manifestaciones contemporáneas. Nos han enseñado que las 'grandes exploraciones' fueron un periodo floreciente, etc., porque fue el inicio del capitalismo, y el capitalismo está fundamentalmente basado en la deshumanización de parte de la humanidad. No podemos luchar contra el capitalismo sin luchar contra el racismo. Los países occidentales que promueven la modernidad eurocentrada son racistas, porque esta modernidad está basada en el racismo y el elitismo intelectual, que niega la existencia de otras culturas. A partir del momento en que niegas la existencia de otras culturas, eres un país racista. Y desafortunadamente, la izquierda también es responsable de no haber tomado esta cuestión en serio, de luchar contra el capitalismo sin luchar contra el racismo”.
El 2 de junio del corriente año, el diario “Página/12” publicó una conversación entre la jurista francesa y la periodista argentina Patricia Chaina. En ella expresó que “en los últimos años, hemos sido testigos del ascenso de figuras de extrema derecha en varios países. En cierto modo, debemos reconocer que este fenómeno es un reflejo de la desidia de las personas hacia la política y, en particular, hacia el futuro de sus países. No les importa. Esta apatía se ve alimentada por los grandes medios de comunicación, que deciden qué se puede pensar, leer o escribir. Controlan todo. Con ello, se borran las capacidades críticas de las personas; es uno de los objetivos del sistema. Es crucial que seamos conscientes de esto y denunciemos este lavado de cerebro, entendiendo que estas figuras populistas no surgen de la nada”.
Y añadió: “Observamos que el sistema financiero, de alguna manera, atraviesa un período de inestabilidad. Para este sistema, la única salida es organizar una guerra contra el pueblo, pero también anular la capacidad crítica y analítica de la población, ya que eso les permite manipular a su antojo. Esto es esencial para el sistema financiero y el liberalismo, que requieren esta falta de crítica para operar. Manipulan los números, juegan con las estadísticas y siembran la corrupción en ciertos países, utilizando instituciones como el FMI o el Banco Mundial y condicionando los acuerdos económicos. Se aprovechan de la arrogancia y el cinismo de aquellos que firman estos acuerdos. Aunque esto no es nuevo, ha alcanzado un nivel de paradoja, cinismo y arrogancia sin precedentes, dado que el sistema se siente amenazado y está visiblemente nervioso ante esta situación. Han aplicado todas las recetas posibles para despojar a los pueblos de su dignidad y criminalizarla. Esto representa un peligro para todos nosotros, especialmente para los activistas que se oponen a estas políticas. La necesidad de organizar una red de solidaridad internacional sólida es apremiante”.
El tramo final de la entrevista puede leerse a continuación.
 
En el contexto del actual gobierno nacional alineado a la derecha internacional, ¿cómo evalúa el proceso de reivindicación identitaria y territorial del pueblo mapuche en la Argentina?
 
El gobierno de Milei continúa la política instalada desde el siglo XV, con picos trágicos en los diferentes genocidios, acaparando tierras y saqueando recursos naturales. Estos eventos atraviesan la historia de los pueblos indígenas, particularmente del pueblo mapuche en Argentina y Chile. Pero esto pasó y sigue pasando en África. Ese momento inaugura esta política fundada en el racismo y sostiene la guerra institucionalizada y permanente contra los pueblos que molestan. Lo vemos hoy contra las personas que resisten o denuncian políticas de explotación, criminalización o represión, en todo el mundo. Si queremos lograr la recuperación identitaria y territorial, nos desgastamos si lo hacemos cada uno desde su lugar. Nos cansamos los unos y los otros, de preguntar, de pedir reparación porque los crímenes contra la humanidad sean condenados por lo que son, nos gastamos haciéndolo así, en forma aislada.
 
¿Qué sugiere entonces?
 
Me pregunto si quienes compartimos esta historia trágica no deberíamos unir nuestras luchas. Pedir la reparación, la reivindicación y la restitución del conjunto de los territorios robados por los colonos, a los que hoy representa el Estado de los colonizadores. Las luchas aisladas llevadas solo por los pueblos a los que esto les concierne, considerando la topadora que es el sistema capitalista liberal y la militarización que estos gobiernos usan actualmente, están destinadas de una cierta manera al fracaso.
 
¿Cómo podría fortalecerse la lucha por estos reclamos?
 
En un proceso de desigual relación de fuerzas, si no cambiamos eso no llegaremos nunca a hacer escuchar el derecho que nos concierne. Más que analizar individualmente las reivindicaciones del pueblo mapuche, habría que pensar en algo a la vez local, pero también internacional, global, junto con otros pueblos involucrados en estos procesos.
 
¿Por qué cree que la justicia argentina, en general, desestima la voz del pueblo mapuche al aplicar jurisprudencia sobre conflictos territoriales que los involucra o tergiversa, engaña o miente al enunciar los casos que toman estado público?
 
Es que la relación de fuerzas no está favor del pueblo mapuche. Cuando hay jurisprudencia que no se respeta, no sirve la jurisprudencia. Es algo que olvidamos porque se institucionaliza la represión. La voz del pueblo mapuche, la mayoría de las veces es escuchada desde una posición que los subestima. El problema es que los argentinos son, a propósito del pueblo mapuche, la mayoría y en el mejor de los casos, paternalistas, pero desde una superioridad colonial. Caso contrario son racistas. Entonces, ¿cómo un pueblo ancestral puede hacerse escuchar si la supremacía blanca domina todos los niveles, sea jurídico o cultural? En los mejores casos el mapuche se convierte en atracción turística y en los peores casos en un pueblo a eliminar, criminalizar, encarcelar o matar. Esto es un sociocidio, un etnocidio y es efectivamente un terricidio. Porque quien dice pueblo mapuche dice tierras ancestrales, y son esas tierras las que interesan en lo más alto a las transnacionales, al gobierno y a los latifundistas.
 
En El Bolsón, al explicar que el problema tiene una raíz común y viene de la colonización, apuntó a la “cuestión racial” instalada por el capitalismo para sostener su existencia. A la inversa -sostuvo-, tampoco puede existir racismo sin capitalismo, y para confirmarlo trajo a su padre a escena.
 
Fanon -quien era médico psiquiatra-, trataba de hacer entender que en salud mental no es sólo necesario tratar a la persona. Si no se trata el contexto social, la persona no va a mejorar. Primero hay que entender cómo funciona el contexto político y social e identificar los lugares disfuncionales.
 
¿Dónde se podrían identificar hoy estos lugares disfuncionales?
 
En los diferentes tipos de violencia que enfrentamos. En particular en la negación de la justicia. Le pasa al pueblo mapuche, al palestino y a otros todavía colonizados. Hay que identificar el tipo de alienación al que nos someten y no tener miedo a intentar resistir a esa alienación. No tenemos nada que perder al resistir porque el sistema intenta matarnos. Al pueblo mapuche, a la gente negra o palestina, en todo el mundo, a la gente racializada, pobre, marginada. El sistema busca tener gente que “no vale”, que desestima su propia existencia. Si no ponemos sobre la mesa al genocidio, el sistema va a seguir usándolo para controlarnos, para infundir miedo. Pero si lo ponemos sobre la mesa tenemos que pedir reparación. Y para nosotros en la fundación Frantz Fanon, esto no significa compensaciones monetarias individuales, sino un proceso decolonial colectivo. La colonización quebró la percepción de alteridad, de un otro, de intersubjetividad colectiva de la humanidad. Por eso la reparación busca reconstruir ese sentido de humanidad y alteridad. Y aunque las autoridades nieguen la aplicación de justicia, usar la justicia para que el derecho positivista quede arrinconado y juguemos con lo que podamos torcer dentro del sistema judicial para avanzar.
 
¿Estima posible que pueda darse un Estado Plurinacional, pensando en procesos como el boliviano?
 
Del Estado Plurinacional boliviano no conozco lo suficiente. Pero en el estado actual del capitalismo no creo que se pueda hablar de un Estado Plurinacional porque la política capitalista se funda en favorecer la dominación sobre otros pueblos. Lo plurinacional no es compatible con el capitalismo. Si uno mira los acuerdos del ‘67 por Palestina, ve que hoy ni siquiera se plantea un Estado Palestino porque la voluntad del Estado israelí es un genocidio al conjunto del pueblo palestino, para eliminar el problema. En el estado actual del mundo con las relaciones de fuerza que se están dibujando, con la fachización del mundo, me pregunto qué quiere decir un Estado Plurinacional. Es una pregunta filosófica, filopolítica. Aunque el capitalismo dejara de existir, un Estado Plurinacional no sería el final de la dominación. Porque plurinacional es un hecho pensado por los blancos dominantes, como “interculturalidad”. Integran mandatos que enmascaran deseos coloniales de apropiación de procesos culturales de los pueblos que resisten. Mi apuesta es al derecho de los pueblos de disponer de ellos mismos. A su soberanía. Y a pensar juntos puede ser. A otra definición de lo que podría ser la humanidad, el humano, en un marco de ruptura total con el capitalismo y la modernidad eurocentrada. Así podríamos pensar una estructura plurinacional, ontológica y epistemológica. Por ahora son inducciones paradójicas del mundo blanco, con las cuales el mundo blanco sabe perfectamente jugar.