18 de septiembre de 2016

Mario Bunge: "Hay motivos prácticos y morales para preferir el socialismo auténtico al capitalismo"

El economista escocés Adam Smith (1723-1790), primer teórico y apologista del capitalismo industrial, admitía en su obra fundacional "An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations" (La riqueza de las naciones) que "la afluencia de los pocos supone la indigencia de los más", y estimaba que, en la época que publicó su libro (1776), cada rico era sostenido por el trabajo de unos quinientos pobres. Siete décadas más tarde, en pleno auge de la Revolución Industrial, aún desde su ideario liberal el economista inglés John Stuart Mill (1806-1873) advertía que el capitalismo era injusto. En su obra más importante, "Principles of political economy" (Principios de economía política), expuso su talante reformista y se explayó sobre las medidas necesarias para favorecer una más justa distribución de la renta, entre ellas la cooperación obrera e interterritorial y la promoción de la pequeña propiedad campesina. Y ya en el siglo XX, el mayor ícono de la economía que imperó hasta la globalización, el inglés John Maynard Keynes (1883-1946), criticó "la distribución arbitraria e inequitativa de la riqueza y de los ingresos" en su "The general theory of employment, interest and money" (Teoría general del empleo, el interés y el dinero). Estos tres ejemplos son tomados por el físico y filósofo de la ciencia argentino Mario Bunge (1919) para afirmar que "no es preciso ser socialista ni anarquista para advertir la injusticia inherente al capitalismo ni para admitir que el capitalismo es un lujo que sólo los muy ricos pueden permitirse". Docente universitario no sólo en Argentina sino también en México, Estados Unidos, Alemania y Canadá (país donde reside desde 1966), hace ya muchos años se interesa por el cruce entre filosofía, política y ética. Autor de más de un centenar de libros, Bunge sostiene que "hay motivos prácticos y morales para preferir el socialismo auténtico al capitalismo, y que la construcción del socialismo no requiere la restricción de la democracia sino, muy por el contrario, su ampliación del terreno político a todos los demás. Esto es lo que llamo ‘democracia integral’: ambiental, biológica, económica, cultural y política". Y agrega: "En una sociedad auténticamente socialista los bienes y las cargas, los derechos y los deberes se distribuyen equitativamente. En otras palabras, el socialismo realiza el ideal de la justicia social". Lo que sigue a continuación es un resumen editado de las entrevistas que concediera en Madrid a la agencia mundial de noticias Inter Press Service (IPS) el 16 de febrero de 2008 y en Buenos Aires a Horacio Bilbao para la edición digital de la revista "Ñ" del 5 de noviembre de 2013.


¿El responsable de la crisis global que soporta el mundo es el neoliberalismo?

Sí, seguramente. Esa ideología suicida y asesina preconiza la disminución del poder del Estado y en particular la abolición de los controles que precisamente impiden que el capitalismo se suicide, esos controles que fueron decisivos para enfrentar la crisis del ‘29. Pero muchas de las crisis posteriores se podrían haber evitado si no se hubiese dejado a los financistas hacer lo que quisieran hasta de forma bastante estúpida, como prestar dinero a gente sin solvencia. Un ejemplo de esto se produjo en Estados Unidos, donde hubo empresas que recibieron préstamos superiores veinte veces a su propia riqueza. Con eso no solamente se iban al tacho sino que también ponían en peligro a los bancos que les prestaban el dinero.

Con la gran capacidad tecnológica que aumenta y se perfecciona día a día, ¿no se podría intentar hacer algo efectivo para erradicar el hambre en el mundo?

No, la técnica no puede cambiar la situación social, se puede inventar o mejorar algunos procedimientos, pero sólo la política puede resolver los problemas sociales. La técnica puede ser una herramienta en esa situación, pero nada más.

Usted suele hablar de la democracia integral, ¿ésta se basaría en el neoliberalismo o se volvería a plantear el socialismo?

Yo creo que hay motivos prácticos y morales para preferir el socialismo auténtico al capitalismo y que la construcción del socialismo no requiere la restricción de la democracia sino, por el contrario, su ampliación desde el terreno político a todo lo demás. A una democracia integral, que sea ambiental, biológica, económica y cultural además de política.

¿Pero no es una utopía pensar en que se pueda desarrollar esa democracia integral? ¿Hay algún hecho que permita creer que se producirá?

Puede tardar siglos en realizarse, pero su embrión nació hace más de un siglo, cuando se constituyeron las primeras cooperativas de producción y trabajo en Italia, basadas en empresas capitalistas en quiebra. Un ejemplo parecido, más reciente y más modesto, es el movimiento argentino de las fábricas recuperadas, de empresas que fueron abandonadas por sus dueños por considerarlas improductivas y que sus trabajadores ocuparon y reactivaron, a partir de la crisis de 2001.

¿Qué cabe hacer entonces?

Construir la democracia integral de a poco y desde abajo, con las cenizas del capitalismo en tren de autocombustión. Esto quiero decir multiplicar las cooperativas y mutualidades, renovar los partidos socialistas con unas fuertes dosis de ciencia y tecnología sociales, fortalecer los sindicatos independientes, fundar centros de estudios de la realidad social y multiplicar las bibliotecas y universidades populares. En fin, que el socialismo tiene porvenir si se propone ir socializando gradualmente todos los sectores de la sociedad.

Tanto el capitalismo como el socialismo tienen como idea central que el aumento constante de la producción es básico para garantizar la prosperidad de la población. Pero ese aumento va acompañado del crecimiento de la contaminación y de la disminución creciente de los recursos naturales. ¿Qué alternativas hay?

Creo que es un problema moral, político y educacional. Hay que acostumbrar a la gente a vivir en forma más austera, a no derrochar. Tenga presente que el consumo energético del estadounidense medio es al menos el doble que el de un sueco y éste vive mejor. No hace falta que cada familia de clase media tenga dos automóviles. Lo que se necesita es cambiar el sistema de transportes, mejorar el servicio público, cambiar es el estilo de vida, ya que el consumo no es sinónimo de felicidad. Por ejemplo, los estadounidenses no viven más que los costarricenses, al contrario, viven menos.

El título de su libro “¿Tiene porvenir el socialismo?” es una doble pregunta sobre el futuro y sobre el pasado.

Sí, y se resume en una, ¿qué clase de socialismo tiene futuro? El dictatorial no, el puramente reformista, que no hace más que administrar el estado capitalista, tampoco. Para mí el socialismo es democracia pura.

La Argentina, hasta el peronismo, tuvo grandes movimientos socialistas. Y anarquistas. Luego en los setenta, se volvió a cuestionar el orden social desde una perspectiva socialista. Hoy, a pesar de que llevamos treinta años de democracia, el orden social no se cuestiona, ¿coincide con esta mirada?

Sí. Hoy hay griterío en la Argentina, pero no se discute nada. Necesitamos gente que estudie y trabaje seriamente sobre los problemas sociales. Cuando yo era joven, en cada barrio había un comité socialista y otro radical. Allí la gente discutía y formaba sus ideas políticas mientras planteaba los problemas de su lugar. Si el socialismo viene de arriba no es socialismo, son dádivas.

¿Puede haber democracia real en un marco capitalista?

Muy limitada, porque no se democratiza la propiedad, que queda en manos de los monopolios. El índice de Gini, que mide la desigualdad, es el doble en los Estados Unidos que en Dinamarca o Japón. En Japón un jefe de empresa gana cuatro veces lo que sus empleados, en Estados Unidos puede ganar treinta mil veces más.

Imagino entonces que estará de acuerdo en que para llegar al socialismo hace falta conseguir el poder.

Hacen falta teoría y líderes. No hay ninguna institución social, empezando por la familia, que no tenga líderes. Pero los líderes tienen que sacrificarse en lugar de sacrificar a los demás. Un líder socialista debe vivir para la política y no de la política.

¿No es necesario reflexionar y leer críticamente el pasado para, por ejemplo, no repetir errores?

Sí, desde luego. Pero ese es el capitulo cero. El capítulo uno es estudiar la realidad social. El capitulo dos es hacer teoría sobre esa realidad. Y el capitulo tres es forjar programas de implementación de los ideales de justicia social.

Usted ofrece algunas claves para acotar lo impreciso que es el socialismo.

Sí, retomo la vieja idea de Louis Blanc, de 1839. El fue el autor de una definición muy usada por los socialistas: "A cada cual según sus necesidades, de cada cual según su capacidades".

La famosa meritocracia, una idea conflictiva para algunos socialistas…

Exacto. Pero también cito a John Stuart Mill, filósofo, economista y socialista. Están las críticas a los monopolios de Adam Smith, las críticas al capitalismo de John Mynard Keynes. Hay que leerlos, pero pensando la realidad actual. Lo mismo que a Marx. Son realidades muy diferentes. El capitalismo que retrató Marx ya no existe, aquéllas empresas han sido reemplazadas por enormes oligopolios. Marx se ocupó principalmente de la producción, pero los que hoy tienen la sartén por el mango no producen nada. Manejan dinero.

Tenemos una economía de mercado dominada por el poder intangible del sector financiero. ¿Cómo se hace para terciar con estos poderes? ¿Hace falta una revolución?

Se hace de a poco. Formando cooperativas. Si una empresa capitalista quiebra, los trabajadores se apoderan de ella y la hacen funcionar, como pasó acá.

¿Cuál es su crítica al electoralismo?

Cuando uno se propone ganar elecciones va a recurrir a cualquier medio para hacerlo. El electoralismo infectó a los partidos socialistas ya a comienzos del siglo pasado. Olvidaron sus ideales con tal de ganar una diputación más.

Canjear ideales por poder…

Eso. Una cosa es detentar el poder por el poder mismo, y otra cosa es usarlo para hacer algo a favor de la gente. Hay que hacer elecciones, incluso en la dirección de las empresas.

Es pesimista con lo que ve en Europa y en Estados Unidos, donde no hay respuestas para esta crisis, donde a los socialismos de socialistas sólo les queda el nombre…

Puedo decirle que en los Estados Unidos sólo el 7% de la masa trabajadora está sindicalizada. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, era más del 50%. ¿Por qué? Primero, las empresas se niegan a emplear a afiliados a sindicatos, segundo las dirigencias de los sindicatos han sido copadas por las mafias. No sólo mafias sindicales, que las hay, sino por la vieja mafia al estilo siciliano.

Pero ya lo dijimos, nadie discute el orden social.

Claro, no es suficiente. No hay una revista socialista donde gente entrenada en las ciencias sociales discuta estos problemas. En este momento la sociología y la ciencia política más avanzada no están ni en América Latina ni en Europa, está en los Estados Unidos. Tiene la tradición más seria en ciencia política. Desgraciadamente allí no encontraremos socialistas. Y a los pseudoizquierdistas, que son posmodernistas, les dan asco las estadísticas, no las manejan, por eso son totalmente incapaces de tomarle el pulso a la sociedad de su tiempo. Hace falta una gran confluencia entre el pueblo y el Estado. Piense en la cloaca máxima que hicieron los romanos, se utiliza todavía hoy, dos mil años después. No hay que combatir el Estado, como dicen los anarquistas. Sin el Estado no vamos a ningún lado. Hay que hacer que el Estado sirva a los intereses de la gente.

¿Hace falta más Estado?

Depende qué tipo de Estado, claro. Los anarquistas y los marxistas veían en el Estado sólo el aspecto represivo. Es una visión unilateral. La política tiene dos aspectos, el contencioso, la lucha por el poder, y el administrativo. La función del Estado no es reprimir sino administrar el bien público, y para eso se necesita idoneidad. No basta con el entusiasmo, se requiere competencia técnica.

¿Me permite decir que su defensa de los socialismos está hecha desde una perspectiva liberal?

Liberal en un sentido. Yo, a diferencia de los liberales, no creo que se pueda privilegiar un valor a expensas de otros. Yo no creo en la libertad sin igualdad ni fraternidad. La revolución francesa la pegó, los tres van juntos. Si subraya la libertad, lleva al desinterés por el bien social, si subraya la igualdad, disminuye la responsabilidad, la iniciativa y el liderazgo individual, y si subraya la fraternidad, está predicando que los zorros confraternicen con las gallinas, y eso no es posible. Las tres cosas juntas, sí. Lo mismo pasa con la educación, no basta con clamar por mejores escuelas, los chicos tienen que ir sanos e integrar familias en las que por lo menos un miembro trabaje. Trabajo, educación y salud van juntos. Los valores siempre se dan en paquetes, no funcionan individualmente. La visión sistémica es el componente esencial de mi filosofía.