El geógrafo y urbanista inglés David Harvey (1935) es, desde 2001,
profesor distinguido de Antropología del centro de graduados de la City
University of New York. Enseñó geografía y urbanismo en Oxford y Baltimore
durante más de treinta años. En 1995 recibió la medalla de oro de la Real Sociedad
Geográfica de Londres y en 2007 ingresó en la Academia Americana de Artes y
Ciencias. Estudioso de la obra de Marx, en 1982 publicó su obra destacada de
teoría económica: "The limits to capital" (Los límites del capital). Luego
se volcó al urbanismo con "Consciousness and the urban experience" (La
conciencia y la experiencia urbana) y "The urbanization of capital" (La
urbanización del capital), ambos de 1985. Otras de sus obras son "A brief
history of neoliberalism" (Breve historia del neoliberalismo), "The condition of postmodernity" (La condición de la postmodernidad), "The
new imperialism" (El nuevo imperialismo), "Spaces of global capitalism" (Espacios del capitalismo global) y "Rebel cities" (Ciudades rebeldes). A través
de internet, Harvey invita a leer "El capital" de Marx. Prolijamente, los
distintos tomos de la obra son analizados por Harvey y
ofrecidos gratuitamente en video a quien quiera verlo y escucharlo en la web. Gesto que es una de las modalidades de su activismo global, la
reflexión del geógrafo -que recorre la teoría económica, el
urbanismo y los estudios culturales- hilvana primorosamente entre sí los
tópicos de esas disciplinas con una mirada crítica puesta en las contradicciones
del presente. En los años ochenta Harvey focalizó sus estudios tanto en la
economía como en las ciudades y sus
transformaciones en relación con el capitalismo. Más recientemente, su
reflexión dio un nuevo giro al ligarlo a las
posibilidades concretas de activismo urbano, como el impulsado por Right to the
City Alliance en Estados Unidos, movimiento con el que este académico colabora
activamente. Movimientos como Occupy Wall Street en Nueva York se inspiran,
en parte, en la obra de este pensador que propone la búsqueda de una ciudad que
dé prioridad a la clase trabajadora, en la que no predomine el lucro
inmobiliario por sobre las necesidades de vivienda y calidad de vida de la
gente. La entrevista con Harvey que fuera realizada por Alejandra Ballester y publicada en el nº 504 de la revista "Ñ" del 25 de mayo de 2013, gira en torno a la crisis europea y su
impacto en las economías periféricas.
¿Cuáles son para usted la causas profundas de la
crisis?
Una de las
cosas que me intrigan más es la desigual expresión geográfica de la crisis. En
muchas partes del mundo no se siente mucho la crisis, en otras la sienten
levemente y se recuperan rápido. Sólo en algunas partes del mundo parece
haber una profunda crisis: en Norteamérica, Europa y Japón. Gran parte de la
economía global está en problemas pero sobre todo porque esas regiones están
en problemas. Y lo están por cuestiones económicas pero, sobre todo, por
cuestiones políticas. Había un camino hacia la recuperación que no tomaron por
cuestiones ideológicas y políticas. La política de austeridad que predomina en Europa
y, en cierta medida en los Estados Unidos, es catastrófica. Querría mirar a las
fuerzas políticas que están sosteniendo la crisis en vez de resolverla. ¿Por
qué están sosteniendo la crisis? Creo que por que el 1% que está en la cima no sufre
por la crisis, por el contrario, se beneficia de ella. Es un desastre para la
población común, pero como los ricos tienen los medios, tienen el poder, pueden
sostener esta política que profundiza la crisis en vez de resolverla.
En uno de sus libros recientes usted se refería
a los nuevos imperialismos. ¿Considera que esta crisis tiene que ver con ese fenómeno?
Creo que
la crisis se expresa a través de ello, no que lo dicta. El hecho de que la
crisis suceda en las regiones que son el corazón de las prácticas imperiales
tradicionales ha llevado a la fragmentación de las relaciones imperiales, de las
relaciones de dominación. Por ejemplo, China es mucho más dominante de lo que
era antes, de la misma manera que ha habido una práctica imperialista
sudcoreana o taiwanesa. Subimperialismos que tradicionalmente anidaban en los
imperialismos mayores. Cuando esos grandes imperios están en problemas, los menores
ganan espacio a partir de la crisis. Brasil es más poderoso en América Latina
que lo que era antaño. China es hegemónico en el lejano Este y, con intereses crecientes
en Africa y América Latina, está diseminando su hegemonía. Intereses
geopolíticos y geoeconómicos están tomando forma en la situación actual.
Usted se ha referido a un retorno del
"capitalismo por desposesión". ¿Cómo analiza su presencia en este
contexto?
La
acumulación por desposesión ha sido largamente parte del capitalismo, pero en
las circunstancias contemporáneas se ha vuelto más prominente, quizás porque
los medios convencionales de obtener beneficios se han vuelto más difíciles.
Entonces, se ha producido un enorme robo de activos de gente a través de varias
tácticas. Por medio del sistema financiero, el sistema de crédito, por la
apropiación de propiedades. Cuatro millones de personas perdieron sus casas en
Estados Unidos: es un caso típico de pérdida de activos. Sabemos que, por ejemplo,
el grupo de afroamericanos y de hispanos en Estados Unidos perdieron el 70% de
sus activos en los últimos tres o cuatro años. Es una gran pérdida para ellos.
Con movimientos como Occupy Wall
Street en Nueva York, Indignados en las ciudades españolas,
y otros similares, ¿podemos considerar a las ciudades como laboratorios de la
protesta social contemporánea?
Mi último
libro, "Ciudades rebeldes", trata sobre esto. Cómo las ciudades son centros de
acumulación capitalista pero también son el centro de luchas de clases no
siempre reconocidas por la izquierda, integradas por trabajadores domésticos,
empleados de restaurantes, choferes de taxis, de "delivery", no muy bien
vistos en el pensamiento de izquierda, y eso los hace interesantes. Estamos
comenzando a ver organizaciones de estos trabajadores que empiezan a juntarse.
Veo a las ciudades como un punto fuerte de lucha de clases en muchos temas como
los alquileres y los sistemas de crédito, presentes de manera muy fuerte en
áreas urbanas; por eso es que las ciudades se vuelven un medio en el que nuevas
formas de lucha comienzan a surgir.
¿Considera que pueden llegar a conformar una
fuerza política?
Tienen distinto tipo de potencial en El Cairo, en Madrid, los Indignados; hay muchos
movimientos que resisten. El único problema para mi es que una cosa es resistir
y otra es crear. Las luchas que involucran a los estudiantes chilenos están
tratando de construir algo verdaderamente diferente en términos de educación y
el acceso a ella: hay una verdadera demanda de cambio; parecen tener apoyo
popular y resultar exitosas. Hay un movimiento paralelo en Quebec también. Uno
da la vuelta al mundo y ve gran cantidad de movimientos: es claro que algo diferente
está pasando. Muchos de estos movimientos tienen el foco en la ciudad, ya no en
el lugar de trabajo. Entonces, esto desplaza algunas ideas de la izquierda sobre
cuál es la estrategia viable para la lucha anticapitalista; lo urbano está reemergiendo
como una cuestión y un lugar para que esa lucha ocurra.
¿Qué posibilidades tiene la gente para pelear
por su derecho a la ciudad?
Hay un
movimiento antidesalojos, un movimiento de ocupación,
que intenta volver a poner dentro de sus casas a la gente que ha sido desalojada
en los Estados Unidos. Se llama Take back the land (Recuperar la tierra), también se
ocupa de prevenir los desalojos. El movimiento de Derecho a la Ciudad se
involucra en acciones contra todo lo que resulta exclusivo en las políticas de
la tierra del gran capital y los grandes aparatos. Tratan de modificar, de
alguna manera, las políticas de adquisición de la tierra. De modo que existen
ciertos intentos.
¿Cree que el rol de los nuevos medios como internet o el iphone en las revueltas, como en el caso de la primavera árabe,
implican un cambio cultural?
Creo que
se ha exagerado acerca de la importancia de la tecnología de la comunicación en
las revueltas. Por supuesto que es importante, la gente en las revueltas la ha
usado y es importante que lo haya hecho. Internet da mayores posibilidades de
comunicación y en ciertas situaciones se puede volver muy importante. Pero si se
mira lo sucedido en Egipto, no es algo que haya surgido de la nada. Había
habido una serie de huelgas varios años antes, había descontento en los barrios
por el alza del precio de los alimentos, de manera que había descontento de los
trabajadores por aquí, descontento popular por allá. Posiblemente la clase
media haya disparado la cosa con el uso de internet, pero si hubiera sido sólo
eso todo habría terminado rápidamente. La mayoría de la gente en la Plaza Tahrir
no eran estudiantes sino trabajadores. Y siguió habiendo una fuerte
movilización luego de la destitución de Mubarak. Todo tiene que ver con los
niveles de descontento, la sensación de que algo tiene que cambiar, no se trata
de que alguien un día escriba un twitt. Los medios occidentales, particularmente,
exageran el rol de Internet y Facebook.
A su
juicio, ¿cuál puede y debe ser el papel de los intelectuales o universitarios
críticos?
Hay dos cosas. Lo que ocurre en el mundo
universitario forma parte, desde luego, de la lucha de clases, es la lucha de
clases en el ámbito de las ideas. Por tanto, una cosa que me gustaría que
hiciéramos todos es luchar en el mundo universitario por diferentes tipos de
producción de saberes, de reproducción de saberes. Los que están fuera de la
universidad piensan a menudo que esta es una torre de marfil, pero no es así,
la universidad es un terreno de lucha bastante encarnizada. Durante un tiempo
estuve tratando de mantener abiertos los espacios en el interior de la
universidad en los que pudieran desarrollarse cosas como las que centraban mi
trabajo, y es muy duro cuando se hace frente a las presiones de la
transformación neoliberal y administrativa de las universidades. Es un poco
como los trabajadores de una fábrica siderúrgica, hay que organizarse en el
seno de la universidad, y eso lleva mucho tiempo. Pero creo que también tenemos la obligación de
tomar ciertas cosas sobre las que reflexionamos y presentarlas de manera que
sean comprensibles para un público amplio, pensando en cómo la gente puede leer
esto y extraer sus propias conclusiones. No creo que los universitarios
conozcamos mejor el mundo que cualquier otra persona. Mi opinión es que cuando
trabajo con organizaciones sociales, estas saben qué es lo que quieren y lo
hacen mejor que yo, y no es mi tarea decirles qué tienen que hacer, eso ni se
me ocurriría. Pero cuando tal vez yo puedo ser útil es cuando quieren saber
cómo lo que están haciendo se relaciona con lo que ocurre en el capitalismo,
cuál es la relación entre lo que hacen y la lucha anticapitalista. Si quieren
reflexionar sobre esta relación, podemos sentarnos juntos y tratar de
comprender lo que hacen en relación con prácticas y cuestiones más amplias.
Creo que en el mundo universitario tratamos de desarrollar este panorama de
cómo funciona la economía, o cómo se aplica la política, y a veces esto es útil
para las organizaciones políticas y los movimientos sociales. Así que creo que
es preciso mantener abiertos los espacios en el interior del mundo
universitario para trabajos progresistas y estrechar lazos con organizaciones
sociales para aprender de ellas y que ellas aprendan de nosotros en el proceso
de lucha política.