Para buena parte de la crítica literaria
estadounidense, desde Raymond Chandler (1888-1959) en adelante, las
novelas ambientadas en la ciudad de Los Ángeles componen un género literario
con características propias. Para James Ellroy (1948), que allí nació, es la
protagonista sobresaliente de su obra. Policías corruptos, conspiraciones y los
bajos fondos de la política componen el círculo vicioso de este autor que
asegura no leer nada actual del género negro, pero reconoce ciertas influencias
de Don DeLillo (1936) para elaborar sus novelas de ficción criminal.
Autor de "Brown's réquiem" (Requiem por Brown), "Blood on the moon" (Sangre en
la luna) y "Suicide hill" (La colina de los suicidas), entre varias otras, en
1987 publicó la primera de las cuatro novelas que componen su "L.A. quartet"
(Cuarteto de Los Ángeles): "The black dahlia" (La dalia negra), a la que le
siguieron "The big nowhere" (El gran desierto), "L.A. confidential" (Los
Ángeles confidencial) y "White jazz" (Jazz blanco), serie con la que obtuvo una
enorme popularidad. Luego de publicar varias novelas más y las autobiografías "My
dark places" (Mis rincones oscuros) y "The Hilliker curse. My pursuit of women"
(A la caza de la mujer), ahora acaba de lanzar "Perfidia" (Perfidia),
novela con la que se propone dar inicio a su segundo "Cuarteto de Los Ángeles". A
lo largo de su extensa obra el asesinato de su madre cuando él tenía apenas
diez años aparece una y otra vez reflejado. Mujeres pelirrojas (como su madre)
desfilan por la mayoría de sus libros y "Perfidia" no es la excepción.
No obstante ello, grandes traumas de su país natal también aparecen en sus últimas
novelas: la fallida invasión de Bahía de Cochinos, la Guerra de Vietnam o los asesinatos
de John F. Kennedy (1917-1963) y Martin Luther King (1929-1968). "Perfidia"
comienza en las horas previas al ataque japonés a Pearl Harbor durante la
Segunda Guerra Mundial. A partir de allí el novelista californiano expone con
crudeza el racismo y la xenofobia que se desencadenaron en Estados Unidos en
una trama que se desarrolla durante una veintena de días. Dice Ellroy que no
hay punto de vista más eficiente y fidedigno para contar toda una sociedad que
hacerlo desde sus lugares y pensamientos más oscuros; de todo ello habla en el
compendio editado de sendas entrevistas concedidas a Inés Martín Rodrigo para
el periódico español "ABC" y a Juan Manuel Bordón
para el nº 609 de la revista argentina "Ñ" del 19 de abril y el 30 de mayo, ambos del corriente
año, respectivamente.
¿Por qué decidió escribir "Perfidia"?
Tuve
una revelación: hace unos años me asaltó la imagen de un grupo de jóvenes
americanos de ascendencia japonesa conducidos a un campo de internamiento.
Entonces pensé que podía escribir el segundo "Cuarteto de Los Ángeles" y situar
a los protagonistas del "Primer Cuarteto" poco antes de la Segunda Guerra
Mundial. Decidí que el libro se llamaría "Perfidia" y que transcurriría durante
el ataque de Pearl Harbor.
¿Y por qué lo tituló así?
Adoro
esa canción, que es de un autor mexicano. Es hermosa. En el libro hay perfidia
por todos lados: los protagonistas traicionan sus ideas, sus amores... Cuando
era pequeño, la gente no hablaba de sexo, todo se daba por sobreentendido, no
había nada explícito… Salvo la guerra, el arte y cosas como esa canción. Así
que, ¿qué mejor título?
Su proyecto parece ser ir atando entre
sí sus diferentes novelas, tanto las que ha escrito como las futuras. ¿Qué lo
atrae de esa clase de estructura?
Me
atrae su grandeza. Me interesa todo lo que es grande y no tengo ningún interés
por las cosas pequeñas. Todas las obras pequeñas me aburren, me deprimen, esa
es la verdad.
¿Hace mucho que pensaba en este segundo
cuarteto?
En
realidad ni siquiera se me había cruzado por la cabeza hasta 2008, pero en cuanto
lo pensé me obsesionó la idea de poder contar todo ese lapso, poder contar la
historia de mi tierra y mi país a lo largo de casi cuarenta años. Si lo
piensas, entre este cuarteto, el anterior y la trilogía de Estados Unidos,
habré contado la historia de mi país desde 1941 hasta 1972. De hecho, para
escribir "Perfidia" tuve que volver a leer mis siete libros armando
hojas con datos para ver las líneas de cada personaje, cuidando que la
información que doy sobre cada uno fuera consistente.
¿Lo sorprendió algo al volver sobre esos
libros?
No,
en realidad sólo buscaba no equivocarme con quién era y qué había hecho cada
personaje, eso es todo.
En sus libros Los Ángeles es un
personaje en sí misma. ¿Se siente parte de una tradición del policial en ese
sentido, con Chandler y compañía?
Para
nada. Y no lo tome mal, pero estoy harto de esa pregunta. No sé por qué me
preguntan por Chandler. No tengo nada que ver con ese tipo. Su trabajo no me
interesa. Estoy cansado de decirlo. Los Ángeles es mi ciudad. Es mi pueblo.
En las primeras páginas, el protagonista
ve pasar a una enfermera pelirroja por la que se sintió flechado y uno piensa
en lo que usted llama "la maldición Hilliker", esas encarnaciones de su madre
que lo persiguen.
Sin
duda que hay algo de eso, que para ese personaje me inspiré un poco en ella.
Incluso es de Wisconsin, del mismo lugar que era mi madre. Pero yo no buscaría
mucho más que un guiño en eso. Para mí todo ese asunto está completamente
terminado. Ya no quiero investigarlo más. El caso está cerrado y no creo que
nunca se vaya a saber la verdad sobre quién la asesinó. Por mi parte, estoy
convencido de haber escrito lo suficiente al respecto como para salir de ese
lugar, para liberarme de ella.
¿Es la novela de una persona
melancólica?
No,
no lo creo. La novela está situada en 1951 y yo nací en 1948, así que tampoco
hay mucho a lo que quiera volver.
¿Cómo se metió en la época en la que
transcurre el libro?
Una
parte fue leer mis otros libros, como le dije, y otra dejar volar la
imaginación. También tengo una persona que recopila datos históricos, todo tipo
de datos, para que pueda consultarlos en caso de que sienta que me estoy
saliendo de la pista y escribiendo en el vacío. Pero lo fundamental es que
tengo una curiosidad salvaje por lo que pasó en esa época e intento meterme en
la cabeza de esas personas. También me ayuda mucho no tener ningún interés por
el presente. No me interesa nada de lo que está ocurriendo.
Parece difícil vivir así, ¿no lo es?
A
ver... está claro que vivo en este mundo, que trato con gente y que tengo
amigos, pero la historia de esta época no me interesa en lo más mínimo y mi
forma de comunicarme con el mundo actual es básicamente a través de los libros
que escribo, que le llegan a personas que probablemente nunca llegaré a conocer.
No busco mucho más.
Al leerlo uno se pregunta por la huella
de ese ataque a Pearl Harbor, si no fue comparable psíquicamente al ataque
contra las Torres Gemelas.
En
realidad yo no lo compararía con ninguna otra cosa. Además, en la novela
sencillamente funciona como parte de un contexto histórico. Pearl Harbor fue un
brutal ataque a traición de Japón contra los Estados Unidos y creo que
acertaron con esa frase, que no recuerdo si fue del emperador Hirohito, de que
con el bombardeo despertaron a un gigante dormido, porque el bombardeo
transformó radicalmente la vida de los Estados Unidos y muy especialmente la de
Los Ángeles.
¿En qué sentido?
En
que Los Ángeles es el resultado de ese bombardeo y de esa guerra. Los
astilleros militares y la industria de defensa se expandieron desde allí,
porque ahí estaba instalado el complejo militar del país. Además, se trataba de
una ciudad con una enorme comunidad japonesa que de pronto estaba bajo sospecha
y en la que día y noche sonaban las alarmas de bombardeos. La ciudad entró en
un ritmo frenético, no se dormía, no se paraba. Eso es lo que me permitió
escribir una novela así, que avanza en tiempo real, minuto a minuto. De todas
formas, insisto en que es sólo contexto histórico. No creo estar dándole un
sentido al ataque más allá de eso.
Uno de los protagonistas de "Perfidia" es
un forense, figura que cobró mucho peso en el policial de las últimas décadas.
¿Qué lo atraía de esa mirada?
Bueno,
no lo sé, es un personaje más de esa época. En cuanto a las modas... yo no miro
televisión, no uso computadoras, no he visto ninguno de esos programas ni leído
ninguno de esos libros, así que no podría decirle nada al respecto.
Me ha sorprendido la seguridad con la
que ha dicho que es uno de los mejores escritores de esta era. ¿Cómo puede
estar tan seguro de eso?
Con
todo el respeto, hay un cierto tipo de hombre americano que llega a una edad,
y soy el último de esos hombres que usted va a ver en su vida. Tengo sesenta y
siete años y quiero incendiar toda América y mandar todo a la mierda, y siempre
he sido así. Casi todo el tiempo me encierro en una habitación y lo único que
hago es trabajar. Me invaden pensamientos, me da miedo morir y puedo ver lo que
hay más allá de la vida. Estoy jodidamente sano, pero… ¡oh, mierda, me doy
cuenta de que esto no va a durar siempre! Los libros que escribo son esfuerzos
sobrehumanos de concentración, construcción y pasión. En mi carrera arriesgué y
me convertí en algo más. Creo que mi seguridad viene del sentido que tengo de
mi propio trabajo y el hecho de que comencé a escribir bastante tarde, cuando
tenía treinta años.
¿Y por qué comenzó a escribir?
Llevaba
sobrio año y medio y era lo que quería, costara lo que costara. Quería tener
novia, el reconocimiento y todo eso; pero, por encima de todo, lo que quería
era escribir libros.
¿Lee a autores contemporáneos?
Sólo
leo a mi amigo Thomas Mallon, que es el mejor escritor americano de novela
histórica.
Pero cuando era niño se podía pasar diez
horas en una biblioteca.
Eso
fue hace mucho tiempo. Leía novelas policíacas, criminales, históricas...
Le cito: "Me obsesiona la perfección".
Así
es. Así es como veo mi trabajo. Quiero que mis palabras sean perfectas, que la
construcción sea perfecta, que sea profundamente emotivo, estilísticamente
riguroso, y genial. No podría hacer otra cosa. "Perfidia" es mi libro más
arriesgado, estilísticamente es severo; es mi última versión de la perfección.
¿Cómo afecta esa obsesión a su trabajo?
Si
alguien me llama por teléfono, atiendo el teléfono; si tengo que salir de casa,
salgo de casa y vuelvo más fresco. Me concentro en escenas individuales de la
historia, para que sean pasionales e improvisadas, sin salirme de la historia
general.
¿Qué siente al terminar una novela?
Cuando
terminé "La dalia negra" fue una catarsis. Se lo dediqué a mi madre y lloré
durante varias horas. Cuando terminé "Perfidia" me sentí aliviado; es como
estar enamorado por primera vez y consumar la relación, como escuchar un adagio
de Beethoven. Después me aparto de la escritura, llamo a mi editor, entrego el
manuscrito y vuelvo a empezar.
Y vuelve a la vida. Porque los artistas
a veces están tan involucrados en su trabajo que olvidan que tienen una vida.
Yo
no estoy tan loco. He visto a gente que le ha pasado pero yo no soy así. Todo
lo que hago, lo de no tener internet, ni teléfono, o no viajar, me ayuda a
concentrarme.
Antes ha mencionado a su madre. ¿Sería
escritor si ella no hubiera muerto?
No
lo sé. No hay forma de averiguarlo.
Así que no le importa lo que digan los
críticos.
No,
ya ni siquiera leo las reseñas. Dejé de hacerlo hace tiempo. Así que la idea de
meterme en internet y ver que la gente dice cosas horribles sobre mí... es una
locura.
¿Y qué me dice del reconocimiento?
Bueno,
quiero que me paguen, conocer a mis lectores, ser reconocido por la crítica y
premiado. Pero, por encima de todo eso, quiero vivir una historia, quiero
contar una historia.
¿Qué piensa de la gran novela americana?
Es
algo que no va a pasar nunca. Es como la idea del sueño americano: se suponía
que sería real y ahora se supone que es un fraude.
Por cierto, ¿cuál es su versión favorita
de Perfidia, la canción que da nombre al libro?
¡Ah!,
por fin me lo pregunta, esa sí que es fácil. Mi favorita es la de Glenn Miller,
por supuesto, porque es la única que entiende que esa canción es una elegía.