11 de diciembre de 2024

Entremeses literarios (CCXVII)

MUJER QUE DICE CHAU
Eduardo Galeano
Uruguay (1940-2015)
 
Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquí. Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas.
También llevo una hoja de acacia recogida de la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ese fue el día en el que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca (por todas las cosas buenas, decíamos, todas las cosas, cada vez mejores, que nos van a pasar). No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.
 
 
CERDO
Patricia Nasello
Argentina (1959)
 
Era una mujer. La vi venir desde lejos, bajaba la cuesta a tropezones. Se caía, se volvía a levantar. Intentó volverse un par de veces, trepar la sierra. No pudo. Continuó desbarrancándose. Hasta que se topó con el chiquero. Entró temblando -de cansancio- supuse. Y se acostó entre nosotros, en el barro. 
Sus piernas, sus brazos, estaban cubiertos de moretones; el pelo en desorden; la blusa y la falda, rotas.
- Viene cayendo desde hace mucho- pensé.
Durmió varias horas. Cuando reaccionó caminó hasta el comedero.
Una chancha llorando no conmueve a nadie. Es patético. Grotesco. Ella debe saberlo, porque da vuelta la cara, esconde las lágrimas.
Ahora está en mi manada. Tarde o temprano tendrá que entrar en celo. Si todavía llora, será su problema.

 
 
GAFAS OSCURAS
Óscar Gallegos Santiago
Perú (1978)
 
El día que lo vimos ingresar por esa puerta nos llamó la atención. Era diferente a todos los que habíamos visto. Con sus gafas oscuras, se acercó a un estante, cogió un libro y se sentó en una de las mesas más apartadas y solitarias. Luego nos dimos cuenta que era un niño ciego. Pero lo extraño era que venía a esta biblioteca municipal donde no había libros para invidentes. A pesar de ello, se sentaba siempre en la misma mesa y se pasaba horas acariciando con sus dedos las hojas que no podía leer. 
Una tarde un amigo decidió escribirle una carta al director de la biblioteca para que compre libros para invidentes. Pasaron los días y otras cartas, pero aún no hay respuesta. Ahora hemos decidido comprarnos gafas oscuras y bastones de ciego para acompañar a nuestro amigo. Quizá de esta forma nos hagan caso.
 
 
GOTAS DE LLUVIA
Ronnie Ramírez
Chile (1944)
 
Fue a la municipalidad, debía cancelar la patente anual del negocio. Si bien la fila de público era extremadamente larga, no se le escapó que el mesón de atención lo atendía un caballero de manera simpática y amable. Esa primera impresión la perturbó de cierta manera. La realidad era que no atinaba a moverse y lo miraba embobada. La gente seguía llegando y no podía esperar tanto, había otras cosas que hacer. No tuvo duda, el tipo le gustaba: alto, entre rubio y colorín, bien educado, siempre de buen humor. Pensó: “afortunadamente tendré que volver y podré verlo de nuevo”.
La vez siguiente tuvo más suerte, ya que el distinguido caballero la atendió de inmediato. Rápidamente le resolvió el problema, en esta oportunidad terminó la tramitación y obtuvo finalmente todos los papeles de su motel. Al despedirse, el hombre le retuvo la mano un momento y sus miradas se cruzaron. Balbuceó un adiós, se dio vuelta y partió apresurada. Pasaron los días y el tiempo de espera se le hizo insoportable, demasiado largo, pero algo se le ocurriría para regresar a la muni una tercera vez. Ahora sí lo buscó sin disimulo, desafiante se paró frente a él. Miró a su alrededor, estaban solos. Era el momento, ahora o nunca. Se atrevió y se lo dijo:
- Don Jorge…
- Diga dama.
- ¿Puedo decirle algo, aquí entre los dos?
- ¡Por supuesto! Usted sabe que yo la aprecio mucho.
- Sabe…
Sus ojos acechaban, la garganta temblorosa delataba el esfuerzo.
- Vaya, ¡qué me va a decir!
- Don Jorge, me gustaría tanto que una de estas noches viniera verme a mi motel.
Don Jorge palideció. Evidentemente no se lo esperaba. Un silencio incómodo se instaló entre ellos. El caballero titubeaba, la situación era de por sí embarazosa. En su trabajo, ese tipo de arreglos con los usuarios podría acarrearle problemas. Sorprendido y agradado al mismo tiempo, apreció la franqueza de la dama. La observó, notándola todavía inquieta; esos ojos esperaban su respuesta. Tampoco dudó mucho tiempo. Por inesperado que fuese, una sonrisa cerró el capítulo. No en vano también la había observado con atención, su encanto evidente, ese pelo moreno, abundante y suelto, un cuerpo agraciado.
Don Jorge carraspeó un poco, se llevó la mano a la boca. Sus ojos destellaron al dar la respuesta:
- Señora, a la primera lluvia… ¡llámeme!
La dama esbozó un guiño de felicidad, rauda dio media vuelta y partió. Una mirada masculina la siguió hasta que desapareció en el dintel de la puerta.
Los días pasaron. Ese verano el sol fue amo y señor en la ciudad. El invierno tardaba, aunque los árboles empezaban a perder sus hojas. Las nubes cubrían el cielo, porfiadas, indiferentes. El mal tiempo se hacía esperar.
Una mañana, los cristales de la ventana, con sus chasquidos y golpecitos, anunciaron el arribo de las gotas, irrumpiendo en el Santiago de la periferia. Pronto el ruido se generalizó en todas las ventanas, en el techo. La gente entraba presurosa a la oficina, protegiéndose del agua y la humedad. Don Jorge agudizó sus sentidos y en ese preciso instante el teléfono sonó de manera insistente. Levantó el auricular despacio, como si fuera Dios anunciando su llegada. Una voz dijo al otro lado:
- Don Jorge, está lloviendo.
 
 
PUNTO FINAL
Silvina Virga
Argentina (1973)
 
Algunos creen que es un túnel oscuro, otros que es el Paraíso, el Purgatorio o el Infierno. Otros que es una luz brillante que ciega los ojos. Otros que es un viaje en el que transcurren en un segundo todos los pasajes de la vida. Otros que es la inactividad cerebral, o el cese de los latidos del corazón.
La muerte está en todas partes. Está en la última pincelada de un cuadro, en el último golpe de cincel a una escultura, en la última imagen de un sueño, en la última nota musical de una melodía, en una fotografía, en el punto final de este relato.
 
 
PROTESTA
José Raúl Jaramillo Restrepo
Colombia (1896-1945)
 
La inauguración del congreso de escritores de cuentos cortos fue un estruendoso fracaso, ya que el encargado de presidirlo -un ilustre hombre de las letras- leyó un discurso tan extenso que motivó el retiro de los asistentes -llegados de todo el orbe-, quienes, en una muy breve declaración, expresaron que los habían confundido con ensayistas.
 
 
LA COMA QUE ESTABA DE MÁS
Darío Hernández Quiroz
Perú (1973)
 
Muy temprano, Diego llegó a la biblioteca; quería encontrar la coma que estaba de más en “La tía Julia y el escribidor”. El profesor Milton Manayay había prometido ponerle veinte al primer alumno que cumpliera este desafío. Diego quería ganarse esa nota.
Las horas pasaban y él seguía concentrado leyendo la novela, línea por línea. Tenía hambre, no de comer, sino de ubicar esa coma que sobraba. Cuando estuvo cerca de lograr su propósito, Diego sufrió una grave descompensación del cuerpo y terminó en el hospital en estado de coma.
 
 
INSERTO LA MONEDA Y SALE SANGRE
Cristian Aliaga
Argentina (1962-2024)
 
Inserto la moneda y sale sangre. Aprieto las teclas y sale sangre. Abro los grifos y sale sangre. Cierro los ojos y sale sangre. Leo los clásicos y sale sangre.
No es la enfermedad: es algo universal para exhibir bajo el sol del mundo.
Su color es indistinto entre los naturales de todos los continentes, y su aparición a borbotones o de a gotas da cuenta de la simetría de los finales que vienen, inhumanos.
 
 
LA CARTA
José Luis González
Puerto Rico (1926-1996)
 
Qerida bieja:
Como yo le desia antes de venirme, aqui las cosas me van vién. Desde que llegé enseguida incontré trabajo. Me pagan 8 pesos la semana y con eso bivo como don Pepe el alministradol de la central allá. La ropa aqella que quedé de mandale, no la he podido compral pues quiero buscarla en una de las tiendas mejores. Digale a Petra que cuando valla por casa le boy a llevar un regalito al nene de ella. Boy a ver si me saco un retrato un dia de estos para mandálselo a uste. El otro dia vi a Felo el ijo de la comai María. El está travajando pero gana menos que yo. Bueno recueldese de escrivirme y contarme todo lo que pasa por alla.
Su ijo que la qiere y le pide la bendision.
Juan
 
Después de firmar, dobló cuidadosamente el papel ajado y lleno de borrones y se lo guardó en el bolsillo de la camisa. Caminó hasta la estación de correos más próxima, y al llegar se echó la gorra raída sobre la frente y se acuclilló en el umbral de una de las puertas. Dobló la mano izquierda, fingiéndose manco, y extendió la derecha con la palma hacia arriba. Cuando reunió los cuatro centavos necesarios, compró el sobre y el sello y despachó la carta.
 
 
DOBLE PERSONALIDAD
Virgilio Díaz Grullón
República Dominicana (1924-2001)
 
Cuando el siquiatra le explicó que sufría de un desdoblamiento de la personalidad, rechazó completamente tan absurda idea. Pero, ya de regreso a su casa, comenzó a tener experiencias extrañas. Dos personas conocidas le saludaron con un nombre que no era el de él y otras dos, desconocidas, le dirigieron al cruzarse en su camino torvas miradas de rencor.
Al llegar a su casa trató de abrir la puerta y la cerradura no respondió al estímulo de su llave. Oprimió entonces el timbre y, al entreabrirse la puerta, vio asomarse el rostro de su madre con una mirada de desconfianza y de tan absoluto desconocimiento que lo dejó paralizado.
Convencido ya de que no era él mismo, retornó corriendo al consultorio del siquiatra para reclamarle la devolución de su otra personalidad. Pero fue inútil su esfuerzo, porque este tampoco lo reconoció y lo envió directamente al manicomio con una pareja de policías.

6 de diciembre de 2024

Altamont, 6 de diciembre de 1969. La muerte de una utopía

Un día como hoy, hace cincuenta y cinco años, ocurría en la costa oeste de Estados Unidos un evento que pasaría a la historia como la “Tragedia de Altamont”. Un viejo autódromo abandonado en Altamont, California, fue elegido para la realización del más grande concierto al aire libre después del festival de Woodstock que había tenido lugar en una granja de Bethel, Nueva York, entre el 15 y el 17 de agosto de 1969. Aquel sábado 6 de diciembre fue un día raro, con un sol frío mezclándose con nubes brillantes, y alrededor 300.000 jóvenes reunidos no solamente para ver y escuchar a los Rolling Stones, sino también para reafirmar la identidad que su generación había establecido durante la década pasada.
La idea original de los Stones era realizar el concierto con entrada libre en el Golden Gate Park de San Francisco, como una especie de homenaje al público de los Estados Unidos, a donde habían regresado a presentarse en vivo después de tres años de ausencia. Pronto tuvieron que desechar esta idea porque las autoridades no les dieron la autorización, temerosas de los desbordes que el concierto pudiese originar; de modo que entraron en contacto con el director del Sears Point Raceway, un autódromo en San Francisco. Pero allí surgieron problemas económicos con la empresa Filmways Inc. que iba a filmar la película sobre el evento. Recién entonces aceptaron la sugerencia del propietario del Altamont Raceway al norte de California.
La realización de semejante espectáculo generó inmensas espectativas en la gente y la incógnita sobre el lugar definitivo en que se iba a llevar a cabo se mantuvo hasta la noche del jueves 4. Ese día se hizo el anuncio pese a que el tiempo de preparación era demasiado corto, apenas dos días. La gente comenzó a llegar desde muchos lugares de Estados Unidos para compartir otra experiencia como la de Woodstock. Ese mismo día arribó a las oficinas de la organización Michael Lang (1944-2022), el promotor de conciertos que había organizado justamente el festival de Woodstock, quien advirtió que faltaban muchas cosas para que el evento saliera bien. No estaba terminado el escenario, no había sonido para cubrir la gran extensión de tierra, no se había pensado en cómo alimentar a los cientos de miles de personas, ni cómo harían sus necesidades. Tampoco había lugar para los miles de autos que arribarían ni servicios médicos contratados. De todas maneras, la organización del festival siguió adelante.
La presentación de los Stones se programó para el sábado a la caída de la tarde. Como los escenarios fueron terminados durante el viernes por la noche, ya algunos fanáticos durmieron al lado de las tablas esa noche en carpas o detrás de las cercas, hasta que llegó la hora de la apertura oficial. El programa incluía la presentación de Santana, Jefferson Airplane, The Flying Burrito Brothers, Crosby, Stills, Nash & Young y The Grateful Dead antes del número final a cargo de los Rolling Stones.


La gente llegó desde todas partes. Los autos quedaron a varios kilómetros de distancia estacionados en doble o triple fila en medio de la ruta y los concurrentes tuvieron que caminar los últimos kilómetros. Cuando las puertas se abrieron, el sábado a la mañana, una multitud galopante y feliz descendió hacia el campo. En pocos minutos la pradera estuvo llena de cuerpos apretujados tan juntos unos con otros, que se hizo imposible siquiera caminar unos pocos metros. La visión de semejante masa compacta de gente era realmente atemorizante, sin embargo, en un principio todo fue sobre rieles, amistosa y distendidamente. La actuación de Santana concluyó sin sobresaltos pero, para entonces, algunos miembros de los Hells Angels habían ido tomando posición al borde del escenario e inclusive, se subían a él. Nunca quedó determinado fehacientemente el papel jugado por el grupo de motociclistas que proporcionaban la seguridad a Grateful Dead, banda que los habría recomendado para cumplir idéntica función en el mismo lugar donde habían actuado tiempo antes a cambio de unos pocos dólares y litros de cerveza gratuita. Según algunas versiones, los Hells Angels efectivamente fueron contratados por los Stones, pero éstos lo negaron rotundamente.
Los Hells Angels eran un grupo violento de motociclistas, una banda fundada en 1948 en Fontana, California, cuyos miembros vestían unas chaquetas de cuero con un logo de un ángel con alas y casco, y se veían a sí mismos como un grupo de entusiastas de las motocicletas que valoraban la libertad y la independencia. No obstante, la organización fue frecuentemente asociada con actividades ilícitas como el tráfico de drogas, la extorsión y la violencia.


Temprano por la tarde la banda de Carlos Santana (1947) subió al escenario. El guitarrista se había convertido en una sensación desde su brillante aparición en Woodstock. Luego tocaron los Flying Burrito Brothers y, en tercer lugar, actuaron los Jefferson Airplane. A medida que iba avanzando el espectáculo, la inquietud de la audiencia fue creciendo a raíz de la manera poco ortodoxa en que los Hells Angels impartían el orden, repartiendo palos y cadenas a diestra y siniestra, lo que generó mucha agitación en la pacífica multitud y los consecuentes roces a partir de las bravuconadas a bordo de sus motocicletas con las que circulaban entre la gente apostada cerca del escenario.
El supuesto control se transformó entonces en un creciente desenfreno, con varios espectadores heridos mientras los Jefferson Airplane intentaban llevar adelante su recital. La violencia de los Hells Angels fue aumentando hasta el punto de perjudicar a los músicos que estaban en escena. El propio Marty Balin (1942-2018), guitarrista de esa banda fue golpeado y dejado inconsciente sobre el escenario al intentar detener una pelea mientras la banda ejecutaba “White rabbit” (Conejo blanco). Fue entonces cuando Grace Slick (1939), la cantante de la banda, pedía calma y el baterista Spencer Dryden (1938-2005) tocaba parado para ver lo que sucedía abajo. El guitarrista Paul Kantner (1941-2016) detuvo la ejecución y dijo en el micrófono: “Les quería contar que los Hells Angels acaban de darle una trompada en la cara a nuestro cantante”. Cuando se disponía a iniciar otro tema, uno de los miembros de los motoqueros, con una lata de cerveza en la mano, se paró frente a otro micrófono y lo insultó intimidatoriamente delante de la multitud, lo que motivó la suspensión momentánea del festival y que Jerry Garcia (1942-1995), cantante y guitarrista de los Grateful Dead, junto a los demás integrantes de la banda, decidieran no actuar.


Luego fue el turno del cuarteto folk Crosby, Stills, Nash and Young. Su actuación fue breve ya que cerca del escenario se había desatado una batalla campal. Los Hells Angels maltrataban a los espectadores que intentaban acercarse al escenario empujándolos, pateando sus cabezas y arrojándolos por los aires, y hasta Stephen Stills (1945), uno de los integrantes de la banda, fue apuñalado en la pierna con un rayo de bicicleta afilado. Mientras todo esto sucedía, los Rolling Stones estaban aún en su hotel. Recién cuando subieron al helicóptero que los llevaría hasta el festival se enteraron del clima imperante en Altamont. Quisieron desistir pero ya era tarde; las consecuencias de una suspensión ante una multitud de tal magnitud hubiesen sido azarosas para la banda capitaneada por Mick Jagger (1943).
El día pronto se convirtió en noche, mientras crecía la ansiedad del público por ver a los Stones, quienes comenzaron su actuación más de una hora y media después de la actuación de Crosby, Stills, Nash and Young con la intención de esperar que se calmaran los ánimos. Pero sucedió todo lo contrario. Cuando éstos irrumpieron en el escenario de apenas un poco más de un metro de altura, una docena de Hells Angels formaron una línea compacta entre el grupo y la audiencia hipertensa. Solamente el escenario estaba iluminado. Mick Jagger se inclinó despacio, balanceando el sombrero del Tío Sam que había usado en todas las presentaciones a través de los Estados Unidos y, tras una señal de Keith Richards, empezaron con “Jumpin' Jack Flash” (El saltarín Jack Flash). La magia todavía estaba ahí, y por unos minutos la enorme tensión de la audiencia se disolvió en satisfacción total.
Pero, tan pronto como se hizo presente, ese momento se desvaneció irremediablemente. Cuatro Hells Angels saltaron fuera del escenario, incitando a la audiencia; dio la impresión de que había una pelea, pero aparentemente terminó en seguida. La música continuó, pero cuando los Hells Angels siguieron vagando alrededor del escenario, Jagger paró la música y dijo: “Por qué no se tranquilizan y vuelven para acá, ¿eh?”. Los Hells Angels obedecieron y la música empezó otra vez. Sin embargo, dos de ellos ignoraron al cantante y volvieron a meterse entre la audiencia. Hubo gritos y rápidos movimientos de la gente que se apartó saliendo del camino de los nefastos guardianes. Se oyeron algunos abucheos de parte de los que -estando más alejados- no podían ver que algo andaba mal y querían que el espectáculo continuara.


El espectáculo continuó, pero algo había pasado. Entonces apareció sobre el escenario Sam Cutler (1943-2023), el manager de la gira, diciendo: “¡Alguien ha sido herido y un médico está bajando del escenario en este momento! Es el del saco verde, ¿van a ser tan amables de dejarlo pasar? Alguien ha sido seriamente herido”. Lo que decía era verdad. Un testigo ocular de lo sucedido a Meredith Hunter (1951-1969), un joven afroamericano de dieciocho años asesinado por los Angels mientras los Rolling Stones terminaban de tocar “Under my thumb” (Bajo mi pulgar), dijo: “Lo golpearon. No podría decir si con un cuchillo, pero lo golpearon en un costado de la cabeza. Y entonces... el chico corrió hacia mí, se cayó a mis pies, mientras los Angels empezaron a golpearlo en la cara y en la cabeza. Cuando finalmente se fueron lo dimos vuelta, y todo lo que pudo decir, una y otra vez, fue: '¡Yo no iba a dispararles!'. Tratamos de frotarle la espalda para que no se le estancara la sangre, y pudimos ver sus heridas. Tenía un gran agujero en la columna y otro en el costado y en la sien. Era tan grande que se podía ver adentro. Bueno, tenía por lo menos una pulgada de profundidad. Todos estábamos llenos de la sangre de Hunter”.
Según los testimonios recogidos después entre los Hells Angels, éstos habían tenido un altercado con Hunter, quien, como advertencia, les mostró un revólver. Por esa razón, Alan Passaro (1948-1985), el principal acusado, le propinó cinco puñaladas y sus compañeros terminaron la faena moliéndolo a patadas. El cuerpo de Hunter estaba tan lleno de heridas, golpes y moretones que ni bien lo vieron, los médicos supieron que no tenía posibilidades de sobrevivir. Aparentemente, en ese momento los Stones ignoraban completamente que el incidente había sido mortal y continuaron tocando, mientras la multitud seguía la actuación. Sin embargo, tuvieron que interrumpirla en numerosas ocasiones porque los tumultos continuaban, aunque decidieron seguir para prevenir problemas mayores. Jagger, nervioso, gritaba a cada rato: “¿Por qué nos peleamos?, ¿por qué nos peleamos?”. Resultó evidente que la situación estaba fuera de control. Instantes después, el guitarrista Richards, harto de los desmanes, intentó dejar el escenario diciendo que no seguiría tocando hasta que la violencia se detuviera, pero fue interceptado por el cabecilla de los Hells Angels, Sonny Barger (1938-2022), quien poniéndole un arma de fuego delante de la cara le dijo: “You keep fuckin' playing or you're dead” (Mierda, seguí tocando o te mato). Recién en ese momento los Rolling Stones decidieron suspender el concierto definitivamente. Para terminar con la actuación, arrojaron miles de pétalos de flores sobre la muchedumbre, que se dispersó lentamente, no sin dar antes un fuerte aplauso. La inmensa mayoría de los concurrentes todavía no tenía noticias de la tragedia que acababa de ocurrir.


Cuando el festival terminó el precio pagado había sido muy alto: cuatro muertos. Uno asesinado, dos atropellados por algunos Hells Angels que se habían lanzado sobre la gente con sus motos, y otro ahogado en un canal de desagüe de los servicios sanitarios. Además, hubo cientos de heridos, algunos de bastante gravedad. En los días que siguieron, el concierto empezó a conocerse como la “Tragedia de Altamont”. Hubo grandes diferencias de opinión en cuanto a lo que realmente había ocurrido y lo que en definitiva significó. Sin embargo, todo el mundo parecía compartir una emoción común: desilusión e impotencia. Tanto los Stones como las 300.000 personas que estuvieron presentes en el concierto, parecieron estar más allá de la ley en Altamont. Probablemente, este incidente marcó el fin de la época del “Flower Power”, aquella filosofía de la no violencia, la paz y el amor.
Passaro, el asesino de Hunter, fue detenido y juzgado recién en el verano de 1972, pero fue absuelto poco después cuando el jurado llegó a la conclusión de que actuó en defensa propia. También se determinó que Hunter había ingerido metanfetaminas. En 1985, Passaro fue encontrado muerto, flotando boca abajo en el lago Anderson de California con 10.000 dólares en el bolsillo. En cuanto a la posibilidad de la existencia de un segundo apuñalador, tal como siempre señalaron los rumores, la policía examinó el caso pero la justicia lo dio por cerrado oficialmente el 25 de mayo de 2005.
El festival de Altamont se convirtió en el símbolo de la muerte del movimiento hippie. Lo que debería haber sido una celebración de la paz y el amor terminó en la violencia y el caos. El evento dejó en claro que la utopía “hippie” había llegado a su fin. Según el guitarrista Keith Richards (1943), “si hubiéramos suspendido podría haber sido mucho peor, se hubiera generado un desastre enorme con muchos más muertos”. Como dato anecdótico cabe mencionar que uno de los camarógrafos que actuó bajo las órdenes de los hermanos Albert Maysles (1926-2015) y David Maysles (1931-1987), directores del documental “Gimme shelter” (Dame refugio) junto a Charlotte Zwerin (1931-2004) que registró el concierto, fue George Lucas (1944), quien muchos años después se haría famoso con “Star wars” (La guerra de las galaxias), aunque ninguna de las escenas que filmó fueron incorporadas en el corte final de la película que se estrenó en diciembre de 1970.


La repercusión que tuvo este evento en los medios de prensa fue numerosa y variada. La revista “Rolling Stone”, por ejemplo, había enviado un gran número de sus periodistas a cubrirlo. La publicación fundada por Jan Wenner (1946) y Ralph Gleason (1917-1975) en 1967 era la principal vocera de la contracultura hippie, pero sus reporteros habían visto algo distinto a lo que habían escrito los demás medios. Algunos pensaron que lo mejor era no hacer referencia al festival, que eso iba a ser tomado como una definición contundente sobre lo ocurrido. Greil Marcus (1945), uno de sus columnistas, fue el que más insistió para que la revista contara toda la verdad. Mientras Gleason escribió una columna lapidaria en un diario californiano, Wenner se decidió y dedicó gran parte de la edición a contar lo sucedido. La tapa de la revista -que salió más de un mes después de los hechos-, fue más que elocuente. Una foto en blanco y negro de los espectadores, algunos parados otros sentados, un rayo de sol y todas las miradas perdidas. El único texto de toda la portada: “The Rolling Stones disaster at Altamont: let it bleed” (El desastre de los Rolling Stones en Altamont: déjalo sangrar).
Muchos años después, el mencionado crítico musical Greil Marcus recordó en una entrevista que le hiciera “The Washington Post”: “Fui directo a la primera fila. Al principio me sentía perfectamente seguro, excepto por el hedor del LSD y por los Hells Angels, claro, aunque luego la gente se puso hostil, territorialista, egoísta. Nadie le hacía un lugar a nadie, como un Woodstock invertido. Un joven negro fue asesinado en medio de una multitud blanca por matones blancos, en tanto hombres blancos tocaban su versión de la música negra”.
A fin de cuentas, el festival de Altamont, que debió ser una celebración de la paz y el amor, terminó en violencia y caos. Los Rolling Stones rara vez mencionan el evento públicamente y evitaron aceptar alguna responsabilidad directa por lo sucedido. En los años siguientes rara vez mencionaron ese acontecimiento públicamente. Sólo Keith Richards declaró a “The Washington Post”: “Fue una especie de pesadilla que duró todo un día. No sólo para nosotros, sino para todo el mundo que participó en eso”.

2 de diciembre de 2024

Gabriela Grünberg: “Siempre voy destapando las historias de los personajes como quien pela una cebolla, hasta llegar al alma de cada uno de ellos”.

Licenciada en Letras y Traductora Pública de Inglés, la escritora argentina Gabriela Grünberg (1957) nació en Buenos Aires, pasó parte de su infancia en Puerto Rico y en 1970 regresó a Buenos Aires donde, años después, asistió al taller de lectura y escritura creativa del dramaturgo, director teatral y guionista de cine Ricardo Monti (1944-2019). Luego, en 1996, se radicó en la ciudad de Neuquén, capital de la provincia del mismo nombre, donde trabajó en la Universidad Nacional del Comahue a la vez que escribía copiosos textos que contribuyeron a acrecentar la literatura de la ciudad más poblada de la Patagonia. Nieta del famoso poeta Carlos Grünberg (1903-1968) -quien junto a Alberto Gerchunoff (1883-1950) y César Tiempo
(1906-1980) conformó el primer grupo de escritores de vanguardia de origen judío en la década de 1920- la escritora suele afirmar que su escritura es “sencilla y uno es lo que escribe y también aquello que calla”. Remarca que lo más importante para ella es que sus libros “sacuden, conmueven, conducen a la reflexión, movilizan -o bien nada de esto sucede- a diferentes niveles intelectuales o sociales. Creo en la mirada del otro con respecto a la escritura porque es el otro quien nos enriquece y nos constituye”.
Hasta el momento ha publicado los libros de cuentos “El titiritero y otros cuentos” (1996), “Los nudos de la memoria (2005), “La morada de las pasiones” (2008) y “Cuando callan los olivos” (2016), y la que es hasta ahora su única novela: “La memoria en la sangre (2013). También publicó “En la orilla del narrar” (2018), una antología que incluye varios de sus relatos y que constituyó uno de los grandes eventos en la inauguración de la sexta edición de la Feria Internacional del Libro de Neuquén, la que se realizó en la sede neuquina del Museo Nacional de Bellas Artes.
En el prólogo de “El titiritero y otros cuentos”, el citado Ricardo Monti escribió: “Un primer libro es el camino a todos los interrogantes. El horizonte abierto es su meta. Pero ya son perceptibles los rastros y señales preliminares del sendero que se inicia. A poco andar, el paso se afirma. Así ocurre con los ocho cuentos inaugurales de Gabriela Grünberg que integran este volumen”. Y en la contratapa”, la directora, maestra de actores y crítica teatral Nina Cortese (1930-2003) sostuvo que la escritora -quien asistió a muchas de sus clases- “posee un don muy especial: el de la observación selectiva. Esto hace que a partir de los detalles surjan imágenes vívidas que se corporizan con precisión. Sus cuentos tienen una cualidad dramática. Maneja una prosa llena de suspenso que revela el peligro oculto tras apariencias inofensivas. Hay algo más: en sus cuentos se aparta de ella misma y construye un mundo en el que lo cotidiano se jerarquiza. Desde una óptica propia, lo recrea y nos lo devuelve nimbado de misterio. Y de ternura. Sabe, como ‘El titiritero’, manejar los hilos que mueven la emoción”.
En el año 2002 Gabriela Grünberg recibió el Primer Premio de la Antología de Cuento Breve y Poesía de Neuquén por varios de los cuentos incluidos en “Los nudos de la memoria”, libro en el que en cada uno de sus relatos se reflejan y configuran las pasiones humanas como la violencia, la ausencia, la ira, el silencio, el dolor, la tristeza, la soledad y el amor. Tiempo después, en 2008, presentó su tercer libro de relatos -“La morada de las pasiones”- en el auditorio del citado Museo Nacional de Bellas Artes neuquino. Con él obtuvo el III Premio Narrativa “Premio Especial Eduardo Mallea” otorgado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En su contratapa, la licenciada en Psicología y actriz argentina
Ingrid Pelicori (1957) escribió: “Allí donde las pasiones moran, reina lo imprevisible, lo contradictorio, lo inconfesable. Estos cuentos de Gabriela merodean delicadamente esa morada. Son cuentos que respiran, jadean, susurran. Cuentos que están a punto de revelar un secreto. Y que husmean en los sentimientos ocultos, en esa tensión entre lo más reconocible y lo más extraño. Son cuentos atrapantes. En su mirada hay un conmovedor anhelo de compresión, un deseo de honrar el enigma de lo humano hasta en sus márgenes más sombríos. Y de revelar la belleza de ese enigma”. El libro fue traducido al braille e incorporado como material de estudio en la Universidad Nacional del Comahue y en diferentes escuelas secundarias públicas tanto de Neuquén como de Río Negro.
“La memoria de la sangre”, su cuarto libro, es una novela protagonizada por judíos que llegaron de Rusia y bajaron de los barcos llenos de tradiciones, de ilusiones, de esperanzas, y tuvieron que sobrellevar la orfandad y el desarraigo. A lo largo de un siglo de la historia argentina, la autora narra la vida de cuatro generaciones, desde una inmigrante rusa que llega al país con su marido escapando del hambre, y sigue con su hija, su nieta y su bisnieta. Según comentó en su presentación en una tradicional librería de la calle Corrientes de Buenos Aires, “los personajes protagónicos femeninos son judíos, por eso es una novela que habla de un saldo de identidades en muchos sentidos. A su vez, el último personaje va a recuperar su identidad como hija de desaparecidos, pero también como hija de judíos”. Y agregó: “Yo creo que se puede transmitir más violencia o más ternura en un gesto que en una descripción detallada, perversa o amorosa”. Durante la presentación se escucharon obras del compositor, director de orquesta y pianista ruso Dmitri Shostakóvich (1906-1975) dado que, según contó “siempre me gustó combinar música y literatura en mis presentaciones”.
En cuanto a “Cuando callan los olivos”, afirmó que las temáticas de los cuentos “son variadas: exploro la vejez, la muerte, los vínculos amorosos entre hermanos, el hambre, la venta o la trata, la guerra, los sueños. Y siempre, porque ya es una característica mía, un estilo, voy destapando las historias de los personajes como quien pela una cebolla, hasta llegar al alma de cada uno de ellos”. Respecto del proceso creativo para este último trabajo, la autora reconoció que “fue largo. Algunos relatos comenzaron en los ‘recreos’ que me tomaba mientras escribía la novela, que llevó casi cuatro años, hasta su publicación a fines del 2013”.
El mismo año de su edición -2016-, Gabriela Grümberg participó junto a la escritora canadiense Mary Louise Pratt (1948) y la argentina Márgara Avervach (1957), además de otros escritores radicados en Neuquén como el argentino Rafael Urretabizkaya (1963) y el paraguayo Humberto Bas (1965), en el programa de desarrollo profesional “Dar de leer” impulsado por el Ministerio de Educación y la Subsecretaría de Cultura de la provincia. Con el objetivo central de promover la práctica lectora en las aulas y la circulación de obras literarias neuquinas, el programa se desarrolló en las ciudades de Neuquén, Chos Malal y San Martín de los Andes.
Al tiempo que, entre otros proyectos, está trabajando en su segunda novela -sobre la cual dio algunos indicios sobre su temática- con respecto a su técnica de escritura, la escritora neuquina “por adopción” -según se autodefine-, comentó que “escribo en un tiempo suspendido, en una realidad que es la de mis personajes, que me habitan hasta que llega el tiempo de soltarlos y ya no me pertenecen, sino que les pertenecen a los lectores. Mi obra es muy visual, teatral o cinematográfica. Tanto en mi novela como en mis relatos los sucesos que acontecen están puestos en los diálogos de los personajes y en sus acciones. No en la descripción. Intento que los personajes se narren a sí mismos, son ellos los que cuentan”.


A mediados del año 2014 viajó a Buenos Aires para presentar “La memoria de la sangre”. En esa ocasión fue entrevistada por Máximo Soto y dicha entrevista -que sigue a continuación- apareció en la edición del 4 de junio de ese año en el diario “Ámbito Financiero”.
 
¿Cuándo empezó a escribir esa saga de una familia judía, a través de cuatro generaciones, a partir de los que emigran de Rusia a la Argentina?
 
El primer esbozo de la idea, que no sabía que se iba a convertir en una larga novela, surgió hace muchos años estudiando en el taller de literatura creativa del dramaturgo Ricardo Monti, después de haber publicado “El titiritero y otros cuentos”, que fue mi primer libro. Cuando empecé a escribir no tenía la menor de idea de que se iba a tratar de una saga. Monti me daba ejercicios inspirados en personajes de Tennessee Williams. Yo no tengo el don del teatro, pero me gustó partir de un personaje femenino, reconstruir la historia de una mujer, que imaginé lejana. Así surgió Sara. Cuando tendría unas treinta páginas, a mi marido que trabajaba en YPF, lo trasladan a Neuquén, y allá nos fuimos toda la familia. Dejando de lado lo escrito sobre Sara, me dedico a dos libros de relatos “Los nudos de la memoria” y “La morada de las pasiones”. Y en 2008, doce años después, retomo la historia de Sara, y empiezo a trabajar intensamente en ella durante más de tres años. La historia creció y se convirtió en forma inesperada para mí en los jalones de la vida de una familia. Creo que los personajes en un momento pasan a habitar al narrador, por lo menos eso es lo que me pasó a mí. Un personaje me fue llevando a otro. Y yo quería contar la historia desde las voces de los personajes. Buscaba que lo que decían permitiera comprender dónde estaban y qué les pasaba. Quería que el lector pudiera comprender lo que no estaba escrito.
 
Quizá el haber salido de un taller de dramaturgia la llevó a esa forma de escritura.
 
Construí “La memoria de la sangre” por escenas. Escribo de esa manera. No es que parto de una idea, me surge una escena y sobre esa escena voy trabajando. Así los personajes van apareciendo. Trabajo como en un tiempo suspendido.
 
Pareciera que busca concentrar la imagen del personaje de forma muy concentrada, sin detenerse en demasiados detalles.
 
Monti me planteaba que contara de una mujer. Yo llegaba con diez hojas y él me decía: quiero ver el personaje en un renglón. Me fui despojando hasta que el personaje no aparecía en un renglón pero sí en dos. Esa impronta se ve en todos mis libros. Sobre eso he trabajado. Busco ver la acción, ver al personaje moverse, siento que si yo veo la acción, el personaje, la circunstancia, la escena y puedo lograr transmitirlo, también eso le sucederá al lector. En ese sentido algunos lectores me han dicho que ese modo de contar se parece al cine. Eso me dice, por ejemplo, Ingrid Pelicori, que escribe las contratapas de mis libros desde que ya no puede hacerlo Nina Cortese, que fue como mi madre.
 
¿Cómo hizo para establecer el desarrollo histórico de sus cuatro grandes protagonistas: Sara, Clara, Elisheva y Yael?
 
Trabajé en dos planos. Hay personajes que, al ser evocados en una escena actual, de algún modo sigan presentes. O que nos lleve a una situación donde fueron protagonistas. Siempre, de ese modo, están reapareciendo Sara, o Clara, o Abraham. Desde el hoy se regresa al pasado, porque en el pasado está la clave de muchas cosas del presente. Cada tramo de la saga está precedido del relato del encuentro de David con una sobrina recuperada, que hasta ese momento creyó llamarse María José, y comienza a conocer su identidad biológica, su familia de sangre, a saber definitivamente que es la hija de Elisheva, que estaba embarazada de seis meses cuando la secuestraron, como le explica el juez que la entrega a sus tíos. A partir de esa última generación se viaja a las anteriores. Creo que “La memoria de la sangre” es una novela sobre la identidad, en la que cada personaje recuperará la propia.
 
Esa sangre tiene que ver con etapas sangrientas, con los enormes conflictos y dramas que han vivido, holocausto, pogroms, dictadura...
 
En el último tramo de la saga, los once capítulos dedicados a Yael, se van mezclando todos los planos. Los personajes la rodean para que así ella reconstruya su múltiple identidad, como judía, como argentina, como hija de una desaparecida, como bisnieta de Sara. Del mismo modo David podrá reconocer que no es hijo de quien cree que es.
 
Los momentos de fuerte emotividad están a cada paso en su novela, ¿cuáles son los que usted sintió más profundamente al escribir?
 
Cuando se termina un libro se produce en uno como un vaciamiento. Cuesta mucho despegarse de los personajes. Me siento que fui una intermediaria de ellos, que me habitaron durante un tiempo. Una etapa que me costó emocionalmente fue cuando Clara se encuentra con el acomodador de cine y le da el pañuelo de Elisheva, cuando la escribí sentí que temblaba. Ese pañuelito, guardado en la caja de las cosas perdidas, le devuelve a Clara un recuerdo de su hija, desde lo perdido. Esa escena resume memoria y olvido. Las escenas más fuertes son las de síntesis. Otra escena es la muerte de Clara. Esa escena donde Sara pasa la mano por el cristal ventanal y del otro lado el patrón hace lo mismo, y ella era su alma gemela, y traté de hacer llegar al lector lo que podría haber sentido el patrón apoyando la mano sobre el vidrio y dándose cuentas que fugazmente pasaba el amor de su vida, al que él renuncia. Es el momento en que, mientras Sara muere, don Carlos, el Patrón, sentado en un sillón lee un poema de Heinrich Heine de el “Libro de los Cantares” donde “dice soñé que me dejabas, vida mía, y lloro todavía”. Mientras Moshe recita al lado de la muerta el “Cantar de los Cantares” de Salomón. Muchas veces pienso que se trata de encontrar escenas que puedan resumir vidas, que puedan hablar de los tormentos pero también de los momentos felices, y dejar saber que la vida pasa por esos otros momentos en que se instala la rutina, los hábitos cotidianos, los encuentros sin sorpresa. Y no se trata de lo conmovedor de los grandes momentos, del instante de las confesiones dramáticas, de las escenas violentas, pero yo creo que se puede transmitir más violencia o más ternura en un gesto que en una descripción detallada, perversa o amorosa. No se imagina lo difícil que es decirle adiós a un personaje ficcional como Manuel, que reúne en sí mismo la historia de nuestro país.
 
¿Cómo hizo para trabajar esos aspectos históricos y rituales de lo judío y lo argentino en casos como ese?
 
En un aspecto estudié mucho, en otro dejé que me viniera por la memoria de la sangre. Provengo de una familia liberal. Mi abuelo en su poema “Testamento” decía que ni sus cenizas entrarán en Sion porque él se consideraba argentino, un poeta judío argentino. Es lo que yo siento. A la vez mantengo las tradiciones porque están dentro mío. Mi viejo estaba casado con Nina Cortese y en mi casa había un rosario junto a un Moisés.
 
¿Ahora qué está escribiendo?
 
Tengo terminado el libro de relatos, “Cuando callan los olivos”. Y estoy trabajando en otra novela. Trata de una mujer que sobrevivió a Auschwitz. El libro va a ser la historia de un espacio, con personajes que van a ese lugar, a ese territorio.

21 de noviembre de 2024

Exabruptos, confidencias y revelaciones (XXXIII)

BENITO MUSSOLINI
Presidente del Consejo de Ministros de Italia (1922)
 
“La democracia ha quitado estilo a la vida del pueblo. El Fascismo se lo devuelve al darle una línea de conducta, esto es, color, fuerza, pintoresquismo, sorpresa y mística, todo aquello, en fin, que cuenta en el alma de la multitud. (…) El fascismo italiano no ha sido tan sólo una revuelta política contra los gobiernos débiles e incapaces que habían dejado perder la autoridad del Estado y amenazaban detener a Italia en el camino de su mayor desarrollo, sino que ha sido una revolución espiritual contra todas las viejas ideologías que corrompían los sagrados principios de la religión, de la patria y de la familia. Como revuelta espiritual, el Fascismo ha sido expresión directa del pueblo. (…) No tenemos más que un amor: Italia. ¡Ay de aquél que quiera dañarla! La Biblia dice en su doctrina: ‘ojo por ojo, diente por diente’. Nosotros decimos: ‘dos ojos por un ojo y dos dientes por un diente’”.
 

IÓSIF STALIN

 Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (1936)
 
“Castigar a las personas, torturarlas físicamente y romperles los huesos, eso está muy bien cuando se trata de simples campesinos, pero nosotros nos enfrentamos con miembros de la oposición de un nivel intelectual elevado. Las brutalidades los hacen más obstinados aún, la violencia provoca frecuentemente el odio. No vivimos ya en una época primitiva, vivimos en una época de técnica y de ciencia que han llegado a su cima más elevada. Nuestros métodos deben ser modificados en consecuencia. Así, y sólo así, es como obtendremos las confesiones de las que tenemos necesidad. (…) El pueblo es como un océano; solo necesita un líder fuerte para guiarlo hacia su destino”.
 
 
JUAN D. PERÓN
Presidente argentino (1947)
 
“Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden contra las autoridades puede ser muerto por cualquier argentino. (…) La paz tengo que imponerla yo por la fuerza. (…) Con un fusil o con un cuchillo, a matar al que se encuentre. (…) Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores. (…) El día que se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan”.
 
 
JEAN MARIE LE PEN
Diputado francés del Parlamento Europeo (1991)
 
“Las cámaras de gas yo no las he visto. No he estudiado especialmente este tema, pero creo que es un mero detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial. (…) Durante la guerra de Argelia luché en un regimiento de paracaidistas y salí en defensa de oficiales y suboficiales que habían sido injustamente atacados. (…) Lo que hicieron las fuerzas armadas francesas no fueron torturas sino interrogatorios musculosos”.
 
 
GIORGIA MELONI
Líder del movimiento estudiantil de la Alianza Nacional y actual presidenta del Consejo de Ministros de Italia (1996)
 
“Mussolini era un buen político, todo lo que ha hecho lo ha hecho por Italia. No ha habido otro político como él en los últimos 50 años. (…) En nuestra lucha debemos defender a la familia, a Dios y a todos los elementos que componen nuestra civilización, y no debemos caer en la idea de que quien habla de estos temas es regresivo. (…) Mi objetivo es proteger a las familias tradicionales de Italia y eliminar la protección especial para los solicitantes de asilo porque es una protección adicional en comparación con lo que ocurre en el resto de Europa”.
 
 
MAURICIO MACRI
Presidente argentino (2019)
 
“A todas las mujeres les gusta que les digan un piropo. Aquellas que dicen que no, que se ofenden, no les creo nada. No puede haber nada más lindo, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan ‘qué lindo culo que tenés’, está todo bien. (…) Vengo de una familia machista. En una familia machista, una mujer no tiene otro destino que el de estar educando a sus hijos. No la veo en ningún gabinete. (…) Las mujeres no tiran a los hombres por la ventana por temor a no conseguir algo mejor”.
 
 
AVIGDOR LIEBERMAN
Ministro de Relaciones Exteriores de Israel (2023)
 
“En Gaza no hay gente inocente. (…) Hay que ahogar a los prisioneros palestinos en el Mar Muerto que es el punto más bajo del planeta. (…) Los árabes israelíes desleales con Israel merecen ser decapitados a hachazos. (…) Hay que borrar a Gaza de la faz de la tierra. (…) Nuestros soldados están haciendo bien el trabajo en Gaza, pero la solución no es la invasión, la solución es como la que Estados Unidos adoptó con Japón, sin ensuciarse las manos. (…) La decisión que debe tomarse hoy es dejar a la Franja de Gaza sin electricidad, sin cruces fronterizos, sin agua, sin combustible y sin mercancías, desconexión total. (…) Cuando hay una contradicción entre valores democráticos y valores judíos, los valores judíos y sionistas son más importantes”.
 
 
JAVIER MILEI
Presidente de Argentina (2024)
 
“Si la gente no llegara a fin de mes ya se hubiera muerto. No necesito intervenir, alguien lo va a resolver. (…) El capitalismo de libre empresa es la única herramienta que tenemos para terminar con el hambre y la pobreza en el planeta. (…) La justicia social no aporta al bienestar general. La justicia social no es justa, es la máxima aberración. (…) Me cuestionan la política social, que no tenemos corazón; yo diría que no tienen cerebro los que hacen ese comentario. (…) Se terminó la atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho”.
 
 
DONALD TRUMP
Ex presidente y actual presidente electo de Estados Unidos (2024)
 
“En Springfield, los migrantes se están comiendo a los perros, la gente que ha llegado se está comiendo a los gatos, se está comiendo a las mascotas de la gente que vive allí. (…) Los inmigrantes son criminales. No sé si se les puede llamar personas. Opino que en algunos casos no son personas, pero no puedo decir esto. (…) Países como Venezuela y algunas naciones africanas están vaciando sus cárceles y enviando a sus prisioneros a Estados Unidos. (…) El cambio climático es un invento de China para perjudicar a Estados Unidos. (…) No creo en el cambio climático, las medidas que se toman al respecto ponen en peligro a las empresas de nuestro país. (…) Haré recortes en la Agencia de Protección Ambiental porque es ridícula, cada día sacan nuevas normas. El medioambiente está bien, lo que no puedes destruir es el negocio”.
 
 
AMICHAY ELIYAHU
Ministro de Patrimonio de Israel (2024)
 
“La posibilidad de que Israel lance una bomba atómica sobre la Franja de Gaza es una de las opciones sobre la mesa. (…) Cuando veo una excavadora militar destrozando todo a su paso y dejando vía libre a nuestros soldados pienso que el norte de Gaza está más bonito que nunca. Volar y aplastar todo. Es un regalo para los ojos. (…) Debemos encontrar caminos para los habitantes de Gaza que sean más dolorosos que la muerte. (…) Cualquiera que sostenga y ondee la bandera palestina no merece seguir viviendo en la Tierra. (…) Hay que establecer asentamientos judíos en la Franja de Gaza y expulsar a los palestinos a Irlanda o al desierto”.  

16 de noviembre de 2024

Alice Munro: “Busco que mis historias conmuevan a la gente, que todo lo que narro conmueva al lector de tal manera que sienta que es una persona diferente cuando sale de ellas”.

El pasado 13 de mayo, tras padecer durante más de diez años un deterioro grave de su capacidad mental, falleció en una residencia de ancianos en Ontario la gran escritora canadiense Alice Munro (1931-2024). Considerada como una de las más grandes autoras de cuentos de la literatura contemporánea en lengua inglesa, nació en Wingham, una pequeña comunidad al sur de Canadá, hija de un padre criador de zorros y aves de corral y una madre maestra de escuela. Allí vivó hasta los veinte años y luego se radicó en Ontario, donde estudió Periodismo y Filología Inglesa en la University of Western Ontario al tiempo que trabajaba sucesivamente como camarera, recolectora de tabaco y empleada de una biblioteca. Hacia 1950, en su escaso tiempo libre, comenzó a escribir cuentos, pero recién en 1968 la editorial Ryerson Press le publicó “Dance of the happy shades” (Danza de las sombras), su primera colección de cuentos con la que fue galardonada con el Governor General's Award (Premio del Gobernador General), el premio literario más prestigioso de su país natal.
A partir de allí se sucederían con el correr de los años los volúmenes de cuentos “Something I've been meaning to tell you” (Algo que quería contarte), “Who do you think you are?” (¿Quién te crees que eres?), “Too much happiness” (Demasiada felicidad), “Dear life” (Mi vida querida), “Lives of girls and women” (La vida de las mujeres), “The view from Castle Rock” (La vista desde Castle Rock), “Runaway” (Escapada), “Hateship, friendship, courtship, loveship, marriage” (Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio), “The love of a good woman” (El amor de una mujer generosa), “The progress of love” (El progreso del amor), “Open secrets” (Secretos a voces), “Friend of my youth” (Amistad de juventud) y “The moons of Jupiter” (Las lunas de Júpiter).
Gracias a varias de estas obras fue honrada con prestigiosos galardones literarios como el National Book Critics Circle Award (Premio del Círculo Nacional de Críticos), el Rea Award for the Short Story (Premio Rea de Relato Corto), el Booker Prize (Premio Booker) e incluso el Nobelpriset i Litteratur (Premio Nobel de Literatura) de 2013, convirtiéndose en la única escritora canadiense en obtener tal distinción. Sólo dos escritoras americanas lo habían recibido con anterioridad: la chilena Gabriela Mistral (1889-1957) en 1945 y la estadounidense Toni Morrison (1931-2019) en 1993. Posteriormente, en 2020, lo recibió la estadounidense Louise Glück (1943-2023).
Alice Munro se caracterizó por el desarrollo de la narrativa gótica, un género literario originado en Inglaterra a fines del siglo XVIII que fue empleado por algunas de las autoras más reconocidas de la literatura británica como Ann Radcliffe (1764-1823), Mary Shelley (1797-1851), Charlotte Brontë (1816-1855), Emily Brontë (1818-1848) y Daphne du Maurier (1907-1989), autoras respectivamente de obras emblemáticas como “The romance of the forest” (El idilio del bosque), “Frankenstein or the modern Prometheus” (Frankenstein o el moderno Prometeo), “Jane Eyre”, “Wuthering heights” (Cumbres borrascosas) y “Rebecca” (Rebeca).
Conocida principalmente por su maestría en el relato corto y su visión personal de la condición humana, Alice Munro ambientó habitualmente sus historias en pequeñas ciudades rurales de Canadá abordando temas como la identidad, el amor, la traición, el paso del tiempo, los secretos familiares y los conflictos morales. Se declaró admiradora de escritoras como Katherine Anne Porter (1890-1980), Eudora Welty (1909-2001), Carson McCullers (1917-1967) y Flannery O’Connor (1925-1964), con las que, según sus propias palabras, adquirió la sensación de que “las mujeres pueden escribir sobre lo extraño, lo marginal”.


Sus cuentos han aparecido en numerosas oportunidades en revistas como las canadienses “The Canadian Forum”, “Chatelaine”, “Montrealer”, “Queen’s Quarterly”, “Saturday Night”, “Toronto Life” y “Tamarack Review”; las estadounidenses “The New Yorker” y “Atlantic Monthly Redbook”; la británica “Mayfair” y la francesa “The Paris Review”, por citar algunas, y han sido traducidos a trece idiomas. El 10 de octubre de 2013 la Nobelstiftelsen (Fundación Nobel) le otorgó el Premio Nobel considerándola la “maestra del relato corto contemporáneo”. “Es algo maravilloso para mí y algo maravilloso para el cuento" declaró en esa oportunidad luego de que se le otorgara el premio. “El cuento suele minimizarse como algo que la gente hace antes de escribir una novela. Me gustaría que pasara a un primer plano sin ningún tipo de ataduras”. La siguiente entrevista fue realizada por la propia Academia sueca pocos días antes de la entrega del famoso galardón internacional.
 
¿Cómo fueron sus experiencias de escritura en la infancia?
 
Me interesé en leer desde muy temprano porque me leyeron un cuento, de Hans Christian Andersen, que era “La sirenita”. No sé si lo recuerdas, pero es terriblemente triste. La sirenita se enamora de este príncipe, pero no puede casarse con él porque es una sirena. Y es tan triste que no puedo contarte los detalles. Pero bueno, apenas terminé este cuento salí y di vueltas y vueltas por la casa donde vivíamos, en la casa de ladrillo, y me inventé un cuento con final feliz, y pensé que se lo debía a la pequeña sirena. Sentí que había hecho lo mejor que pude, y de ahora en adelante la pequeña sirena se casaría con el príncipe y viviría feliz para siempre, lo que sin duda era merecido, porque había hecho cosas terribles para ganarse el poder y la tranquilidad del príncipe. Había tenido que cambiar sus extremidades. Había tenido que conseguir las extremidades que tiene la gente común y caminar, pero cada paso que daba, ¡un dolor agonizante! Esto es por lo que estaba dispuesta a pasar para conseguir al príncipe. Entonces pensé que merecía algo más que morir en el agua. Y no me preocupé por el hecho de que tal vez el resto del mundo no conociera la nueva historia, porque sentí que había sido publicada una vez que pensé en ello. Así que ahí estás. Ese fue un comienzo temprano en la escritura.
 
¿Nos puede comentar cómo aprendió a contar y a escribir una historia?
 
Inventaba historias todo el tiempo: tenía que hacer un largo camino a pie hasta la escuela y durante ese trayecto generalmente inventaba historias. A medida que crecía, las historias giraban cada vez más en torno a mi persona, como heroína en una u otra situación, y no me importaba que los relatos no aparecieran inmediatamente por el mundo, y ni siquiera sé si pensaba en que otras personas las conocieran o leyeran. Se trataba de la historia en sí misma, en general una historia muy verosímil desde mi punto de vista, con la idea general de la valentía de la sirenita, acerca de su inteligencia, y que era capaz de hacer un mundo mejor, porque saltaba del mar y tenía poderes mágicos y cosas de ese tipo.
 
Cuando empieza una historia, ¿siempre la tiene trazada?
 
Lo hago, pero a menudo cambia. Empiezo con una trama, trabajo en ella, y luego veo que va por otro lado y pasan cosas a medida que escribo la historia, pero al menos tengo que empezar con una idea bastante clara acera de lo que quiero contar.
 
¿Alguna vez dudó, alguna vez pensó que no era lo suficientemente buena?
 
¡Todo el tiempo, todo el tiempo! Tiré más cosas de las que envié o terminé, y eso continuó durante mis veintitantos años. Pero todavía estaba aprendiendo a escribir como quería escribir. No, no fue algo fácil.
 
¿Era importante que la historia se contara desde la perspectiva de una mujer?
 
Nunca creí que eso fuera importante, porque nunca pensé en mí misma como algo distinto a una mujer, y porque había muchas buenas historias sobre niñas y mujeres. Después de la adolescencia se trataba más de ayudar al hombre a satisfacer sus necesidades, etcétera, pero cuando era una niña no tenía ningún sentimiento de inferioridad por el hecho de ser mujer. Y es posible que esto se debiera a que vivía en una región de Ontario en donde las mujeres se encargaban de la mayoría de las lecturas, de contar la mayoría de las tradiciones, ya que los hombres andaban afuera haciendo cosas importantes; no andaban buscando contar historias. Así que me sentía como en casa.
 
¿Qué puede haber de interesante al tratar de narrar la vida de una pequeña ciudad canadiense?
 
Sólo tienes que estar allí. Pienso que cualquier vida puede ser interesante, cualquier entorno puede ser de relevancia; no creo que hubiera podido ser tan valiente de haber vivido en una ciudad y compitiendo con gente a la que por lo general suelen llamarla de un nivel cultural superior. No tuve que enfrentarme a eso. Era la única persona que conocía que escribía historias, aunque no se las contaba a nadie, y, por lo que yo sabía, era la única persona que, al menos durante un tiempo, podía hacerlo en el mundo.
 
¿Cómo le inspiró ese ambiente?
 
No creo que necesitara ninguna inspiración. Pensé que las historias eran muy importantes en el mundo, y quería inventar algunas de estas historias, quería seguir haciendo esto, y no tenía que ver con otras personas, no necesitaba decírselo a nadie. No fue hasta mucho más tarde que me di cuenta de que sería interesante si uno las llevara a una audiencia más amplia.
 
¿Qué es importante para usted cuando cuenta una historia?
 
Obviamente, en aquellos primeros tiempos, lo importante era el final feliz; no toleraba finales infelices, al menos para mis heroínas. Después, comencé a leer cosas como Cumbres borrascosas con finales muy, muy infelices, así que cambié mis ideas por completo y me decanté por lo trágico.
 
Cuando comienza una historia, ¿siempre la tiene estructurada?
 
Lo hago, pero luego suele cambiar. Inicio con una trama, trabajo en ella y después noto que va por otro camino y ocurren cosas que modifican la historia mientras la escribo; pero, en todo caso, tengo que comenzar con una idea bastante clara acerca de lo que trata el relato.
 
¿Qué es lo más difícil cuando se quiere relatar una historia?
 
Creo que probablemente esa parte en la que repasas la historia y te das cuenta de lo mala que es. Ya sabes, la primera parte resulta emocionante, y la segunda también es bastante buena, pero una mañana lo lees todo y piensas “qué tontería”, y es entonces cuando realmente tienes que ponerte a trabajar en ella. Y a mí esta idea siempre me pareció la correcta: si la historia camina mal es por culpa mía, no de la historia.
 
Pero, ¿cómo darle la vuelta si no está satisfecha?
 
Trabajando duro. Aunque intento pensar en una mejor forma de explicárselo: tienes personajes a los que nunca les has dado una oportunidad y estás obligada a considerar hacer algo muy distinto con ellos. En mis primeros años tenía inclinación por una prosa muy florida, y poco a poco aprendí a eliminar gran parte de ella. Así que vas reflexionando y descubriendo cada vez más de qué va la historia que creías haber entendido al principio, aunque en realidad te faltaba comprender muchas cosas sobre ella.
 
¿Cree que ha sido importante para otras escritoras ser amas de casa, el hecho de poder alternar las tareas domésticas con la escritura?
 
Actualmente no podría hablar sobre ello, pero espero que haya sido así. Creo que acudí a otras escritoras cuando era joven y eso me animó mucho, pero no sé si yo he sido importante para otras autoras. No diría que las mujeres lo tienen mucho más fácil, pero ahora es mejor visto que las mujeres hagan algo importante, que no se limiten a hacer el tonto con un jueguito mientras los demás están trabajando, sino que se toman realmente en serio lo de escribir, como lo haría un hombre.
 
¿Qué impacto cree que tiene en alguien que lee sus historias, especialmente en las mujeres?
 
Bueno, busco que mis historias conmuevan a la gente, no me importa si son hombres, mujeres o niños. No sólo quiero que mis historias sean algo sobre la vida que haga que la gente diga: “oh, sí, esto es verdad”, sino que sienta algún tipo de recompensa por lo escrito, y eso no significa que tenga que ser un final feliz ni nada por el estilo, sino simplemente que todo lo que narra la historia conmueva al lector de tal manera que sienta que es una persona diferente cuando sale de ella.
 
¿Usted fue feminista desde muy joven?
 
Nunca conocí la palabra “feminismo”, pero por supuesto que era feminista, porque de hecho crecí en una región de Canadá donde las mujeres podían escribir más libremente que los hombres. Los escritores importantes eran hombres, pero saber que una mujer escribía relatos probablemente la desacreditaba menos que si lo hacía un hombre. Porque no era una ocupación de hombres. Bueno, eso ocurría mucho en mi juventud, no sé si ahora también sea de este mismo modo.
 
¿Ha sido difícil contar una historia verosímil desde la perspectiva de una mujer?
 
No, en absoluto, porque así es mi forma de pensar como mujer y nunca me preocupé por ello. Si alguien leía, eran las mujeres; si alguien tenía una educación, siempre eran las mujeres; pudieron ser maestras de escuela o algo por el estilo y, lejos de estar cerrado para ellas, el mundo de la lectura y la escritura estaba mucho más abierto para las mujeres que para los hombres, ya que los hombres eran granjeros o hacían diferentes tipos de trabajo.
 
¿Por qué sus relatos son tan admirados?
 
Tal vez escribo historias con las que la gente se identifica; tal vez sea por la complejidad y las vidas que presento. Espero que sean una buena lectura. Espero que movilicen a la gente. Cuando me gusta un relato es porque tiene un efecto, porque es un golpe directo al pecho.
 
¿Aún lamenta no haber escrito una novela?
 
Sí, me apena no haber escrito muchas cosas, pero me alegra haber escrito todo lo escribí, ya que cuando era más joven hubo un momento en que existieron muchas probabilidades de que nunca escribiera nada. Estaba demasiado asustada.
 
¿Le gusta la idea de que las jóvenes se inspiren en sus libros y se animen a escribir?
 
No me interesa mucho lo que concluyan mientras disfruten leyendo el libro. Tampoco quiero que la gente encuentre inspiración sino un gran placer. Eso es lo que busco; quiero que la gente disfrute con mis libros, que piense que están relacionados de alguna manera con sus propias vidas. Pero eso de inspirar no me parece lo más importante. Lo que intento decir es que no soy ni pretendo ser una persona política.
 
¿Alguna vez se ha encontrado con períodos en los que no ha podido escribir?
 
Sí. Dejé de escribir, tal vez hace un año, pero eso fue una decisión que fue no querer escribir y no poder, una decisión porque quería comportarme como el resto del mundo. Porque cuando escribes estás haciendo algo que otras personas no saben que estás haciendo, y realmente no puedes hablar de ello. Siempre estás encontrando tu camino en este mundo secreto, y luego estás haciendo otra cosa en el mundo normal. Y ya me estoy cansando de eso, lo he hecho toda mi vida, absolutamente toda mi vida. Cuando me encontraba con escritores que eran, en cierto modo, más académicos, me ponía un poco nerviosa, porque sabía que no podía escribir de esa manera, que no tenía ese don.