25 de diciembre de 2024

Dios salve al Rey (y a Händel)

En el museo del Palacio de Versalles, ubicado a una veintena de kilómetros al oeste de París, se encuentra un reloj cuya antigüedad se remonta a mediados del siglo XVIII. En su juego de campanas se ejecuta una melodía idéntica a la del himno nacional inglés “God save the King”. En un documento de 1719 atesorado en la alcaldía de Saint Cyr sur Mer -en la región de Provence Alpes Coté d'Azur al sur de Francia- firmado por el alcalde de entonces, se asegura que la melodía no es otra cosa que un antiguo motete (composición coral polifónica) compuesto por John Bull (1563-1628) y conservado en esa comuna desde tiempos del rey Luis XIV (Louis Dieudonné de Bourbon, 1638-1715).
Otras versiones aseguran que la pieza en cuestión habría sido compuesta por quien fuera el introductor de la ópera en el país galo, Jean Baptiste Lully (1632-1687), quien la habría escrito para celebrar el restablecimiento del rey que acababa de sufrir una enfermedad (fístula rectoanal) titulándola “Grand Dieu sauve le Roi”. Uno de los máximos exponentes del Barroco, el compositor alemán Georg Friedrich Händel (1685-1759), durante una estadía en Francia lo oyó, lo encontró original y, se dice, se lo apropió. A su regreso a Inglaterra -en donde se hallaba establecido- se lo ofreció al rey Jorge I (Georg Ludwig aus Hannover, 1660-1727), y su repercusión fue tal que aquella canción se convirtió en el himno del imperio británico.
Según Louis Bourgault Ducoudray (1840-1910), profesor del Conservatorio de París, academia en la cual se formaron músicos como Pierre Alexandre Monsigny (1729-1817), Luigi Cherubini (1760-1842), Rodolphe Kreutzer (1766-1831) y Claude Debussy (1862-1918), esta práctica era una costumbre habitual en Händel, a quien llamó despectivamente “el más grande ladrón musical que haya existido jamás”. Otra versión, sin embargo, atribuye la autoría del himno inglés al barón Henry Carey (1526-1596), un supuesto hijo bastardo del rey Enrique VIII (Henry of Cornwall, 1491-1547) en la época en que éste estaba casado con Catalina de Aragón (1485-1536), la primera de su media docena de esposas. Como sea que haya sido, el desliz de Händel no invalida su impresionante producción que abarca unas cuarenta óperas, más de veinte oratorios y una gran cantidad de suites, sonatas, conciertos para órgano y música coral, hasta superar las seiscientas composiciones.


Händel comenzó su carrera como músico en la ciudad de Halle, donde había nacido, teniendo como profesor al entonces célebre Friedrich Wilhelm Zachow (1663-1712), organista de la Marienkirche (iglesia católica), quien le enseñó a tocar el violín, el órgano, el clavecín y el oboe. Con tan sólo dieciocho años de edad fue nombrado violinista de la Gaensemarktoper (Ópera de Hamburgo) donde se relacionó con Reinhard Keiser (1674-1739), un compositor que le introdujo en los secretos de la composición de óperas teatrales.
En Hamburgo fue donde estrenó “Almira, königin von Castilien” (Almira, reina de Castilla) su primera ópera. En 1706 viajó a Italia, donde conoció a los compositores Arcangelo Corelli (1653-1713) y Domenico Scarlatti (1685-1757). En Florencia y, sobre todo en Roma, se familiarizó con el estilo italiano, lo que derivó en la composición de las óperas “Rodrigo” y “Agrippina” (Agripina), y el oratorio “La resurrezione” (La resurrección). Luego, tras un breve paso por Hannover, en 1712 se radicó en Londres, ciudad en cuyos escenarios triunfaron sus óperas “Rinaldo”, “Il pastor fido” (El pastor fiel), “Teseo”, “Lucio Cornelio Silla” (Lucio Cornelio Sila), “Amadigi di Gaula” (Amadís de Gaula), “Radamisto”, “Muzio Scevola” (Mucio Escévola), “Ottone, re di Germania” (Otón, rey de Alemania), “Flavio, re de' Longobardi” (Flavio, rey de los longobardos), “Siroe, re di Persia” (Siroe, rey de Persia), “Poro, re dell'Indie” (Poro, rey de la India) y “Arianna in Creta” (Ariadna en Creta), por citar sólo algunas.


También fueron exitosos sus oratorios “Israel in Egypt” (Israel en Egipto), “Samson” (Sansón), “Belshazzar” (Belsasar), “Judas Maccabeus” (Judas Macabeo), “Solomon” (Salomón), Theodora” (Teodora) y “Jephta” (Jefté). El más laureado de sus oratorios fue “Messiah” (El mesías), cuya representación la realizó a beneficio del Foundling Hospital (Hospital de Niños Expósitos), tras lo cual fue nombrado Gobernador de dicho hospital ubicado en Londres. Además, en la capital británica fue director de la Royal Academy of Music (Real Academia de Música) entre 1720 y 1728, del King's Theatre (Teatro del Rey) entre 1729 y 1734 y del Royal Opera House (Teatro Real de Ópera) entre 1734 y 1740.
En esos años sufrió un derrame cerebral que le dejó el brazo derecho paralizado por un tiempo. Se recuperó gracias a un tratamiento en las aguas termales de Aix-la-Chapelle de la ciudad de Aquisgrán, Alemania. Años después comenzó a tener problemas de visión en su ojo izquierdo debido a una catarata que le causó una pérdida de visión progresiva e indolora. Tras ser operado, su vista no solo no mejoró sino que empeoró. En los años siguientes, a pesar de haber quedado completamente ciego, siguió dirigiendo conciertos hasta su fallecimiento. Fue enterrado en el Poets' Corner (Rincón de los poetas) de la Abadía de Westminster, el panteón donde descansan los restos de las personas vinculadas a la cultura más célebres del Reino Unido.


La utilización por parte de Händel en sus obras de melodías de otros autores era ligeramente conocida en vida del compositor. Con el paso del tiempo, diversos estudios constataron que esa técnica, conocida como “préstamo”, era más habitual en él de lo que inicialmente se sabía, lo que generó gran cantidad de críticas y polémicas. Actualmente ese método se denomina pastiche o plagio. Según el Diccionario de la Real Academia Española, el primero es “tomar determinados elementos característicos de la obra de un artista y combinarlos, de forma que den la impresión de ser una creación independiente”. Por su parte, el segundo es “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.
Según algunos académicos, no son pocos los compositores famosos que recurrieron al “préstamo”, entre ellos Johann Sebastian Bach (1685-1750), Antonio Vivaldi (1678-1741), Joseph Haydn (1732-1809), Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), Ludwig van Beethovena (1770-1827) y Franz Liszt (1811-1886). Varios de ellos, en su momento, opinaron sobre Händel. Bach diría que era “la única persona que me gustaría ver antes de morir y la única persona que me gustaría ser si no fuera Bach”; Haydn lo consideró como “el amo de todos nosotros”; Mozart aseguro que entendía “los afectos mejor que cualquiera de nosotros. Cuando quiere, golpea como un rayo”; y Beethoven dijo de él: “es el compositor más grande que haya existido jamás, me descubro ante él y me arrodillaría ante su tumba. No hay que olvidar sus obras, pues siempre ofrecen el mejor alimento para una mente musical madura y al mismo tiempo conducen a la admiración por este gran hombre”.
La crítica especializada considera a Händel como una de las figuras cumbre de la música del período cultural europeo conocido como Barroco y uno de los más influyentes compositores de la música occidental y universal. También se lo valora como el primer compositor moderno en haber adaptado y enfocado su música para satisfacer los gustos y necesidades del público, en vez de los de la nobleza y de los mecenas, como era habitual en su época. Además de sus óperas y oratorios, se lo recuerda por sus suites orquestales “Water music” (Música acuática) y “Music for the royal fireworks” (Música para los reales fuegos artificiales), sus serenatas “Aci, Galatea e Polifemo” (Acis, Galatea y Polifemo) y “Parnasso in festa per gli sponsali di Teti e Peleo” (El Parnaso en fiesta por las nupcias de Tetis y Peleo), y sus cantatas “Del bell'idolo mio” (Del bello ídolo mío), “Aure soavi e liete” (Brisas suaves y deliciosas) y “Dalla guerra amorosa” (De la guerra amorosa).


Sea verídica o no la versión sobre la proclividad de Händel a recurrir al “préstamo”, lo cierto es que con sus obras se convirtió en uno de los compositores más notables de su generación. 
Todo ello a pesar de que, cuando con tan sólo ocho años quiso iniciar sus lecciones musicales, su padre le dijo que prefería verlo con los dedos mutilados antes de que fuese músico, porque los músicos eran holgazanes que existían para entretener los cerebros de los “cabezas huecas”. Sus óperas, en particular, continúan siendo interpretadas con frecuencia en la actualidad.