El
director teatral y cinematográfico sueco Ingmar Bergman nació el 14 de julio de
1918, hijo de un pastor protestante del que recibió un estricta educación que
marcó su vida y su obra, caracterizada, salvo excepciones, por la inclusión de
connotaciones metafísicas y un universo de problemas humanos fundamentales como
la incomunicación de la pareja, la soledad, Dios o la muerte. Cursó sus
estudios secundarios en Estocolmo, donde también se licenció en Arte y
Literatura, y pronto se apasionó por el teatro de Henrik Ibsen (1828-1906) y
August Strindberg (1849-1912), los dos grandes inspiradores de su posterior
actividad en la escena como autor y director. Tras ser ayudante de dirección en
el Real Teatro de la Opera de Estocolomo, desde 1944 estuvo al frente de
diversos teatros en Helsinborg, Goteborg, Malmoe, Munich y finalmente en el
Real Teatro Dramático de Estocolmo hasta 1995. Luego se encargó de los espacios
escénicos de la televisión pública sueca STV. En el cine
comenzó escribiendo guiones para los directores Gustav Molander (1888-1973),
Alf Sjorberg (1903-1980) y Alf Kjellin (1920-1988) entre otros, y se estrenó en
la dirección en 1945 con el largometraje "Kris" (Crisis), al que
siguieron "Det regnar pá vár kärlek" (Llueve sobre nuestro amor),
"Fängelse" (Prisión), "Sommarlek" (Juegos de verano),
"Kvinnors väntan" (Tres mujeres), "Sommaren med Monika" (Un
verano con Mónica), "Gycklarnas afton" (Noche de circo), "En
lektion i kärlek" (Una lección de amor), "Sommarnattens leende"
(Sonrisas de una noche de verano) y "Det sjunde inseglet" (El séptimo
sello).
Para entonces, Bergman empezaba a ser conocido internacionalmente como un autor complicado, atormentado y oscuro. Después vinieron las premiadas "Smultronstället" (Fresas salvajes), "Nära livet" (En el umbral de la vida), "Jungfrukällan" (La fuente de la doncella), "Sásom i en spegel" (Detrás de un vidrio oscuro), "Tystnaden" (El silencio), "Viskningar och rop" (Gritos y susurros), "Scener ur ett äktenskap" (Escenas de la vida conyugal), "Ormens ägg" (El huevo de la serpiente), "Höstsonaten" (Sonata otoñal) y "Fanny och Alexander" (Fanny y Alexander). Después de haber dirigido más de cincuenta películas, alternando comedias ligeras con dramas psicológicos y filosóficos, Bergman murió el 30 de julio de 2007. Muchos fueron los comentarios vertidos tras la desaparición de uno de los más grandes e influyentes cineastas del siglo XX. Lo que sigue son algunas opiniones de importantes intelectuales argentinos publicadas en diversos medios de Buenos Aires.
Para entonces, Bergman empezaba a ser conocido internacionalmente como un autor complicado, atormentado y oscuro. Después vinieron las premiadas "Smultronstället" (Fresas salvajes), "Nära livet" (En el umbral de la vida), "Jungfrukällan" (La fuente de la doncella), "Sásom i en spegel" (Detrás de un vidrio oscuro), "Tystnaden" (El silencio), "Viskningar och rop" (Gritos y susurros), "Scener ur ett äktenskap" (Escenas de la vida conyugal), "Ormens ägg" (El huevo de la serpiente), "Höstsonaten" (Sonata otoñal) y "Fanny och Alexander" (Fanny y Alexander). Después de haber dirigido más de cincuenta películas, alternando comedias ligeras con dramas psicológicos y filosóficos, Bergman murió el 30 de julio de 2007. Muchos fueron los comentarios vertidos tras la desaparición de uno de los más grandes e influyentes cineastas del siglo XX. Lo que sigue son algunas opiniones de importantes intelectuales argentinos publicadas en diversos medios de Buenos Aires.
Leonardo
Moledo (1947-2014). Docente universitario, escritor y periodista. Autor de las
novelas "La mala guita", "Verídico informe de la ciudad de
Bree" y "Tela de juicio"; las piezas teatrales "Las reglas
del juego" y "El regreso al hogar", y de los libros de
divulgación científica "De las tortugas en las estrellas",
"Dioses y demonios en el átomo", "Curiosidades del planeta
Tierra", "Curiosidades de la ciencia" y "Los mitos de la
ciencia". Además fue autor de numerosos cuentos de ciencia ficción que
fueron publicados en los diarios "Clarín" y "Página/12", y
en las revistas "El Péndulo" y "Minotauro".
La primera
película de Bergman que vi fue "Fresas salvajes". Así fue como conocí
a Bergman y su mundo. Hay algunas escenas que son no imborrables sino formantes,
constituyentes del pensamiento y la cultura. En especial la primera. El
protagonista -un profesor de medicina- sale a una calle desierta, a pleno sol;
de la fachada de un comercio cuelga un reloj sin manecillas, la atmósfera es la
de los cuadros de De Chirico; hay una especie de muñeco gordo, casi redondo;
apenas el profesor lo toca, se derrumba y se deshace en hilos de sangre; casi
simultáneamente, se escuchan los cascos de un caballo que dobla la esquina e
irrumpe, arrastrando un coche fúnebre sin cochero y se detiene; el cajón se cae
y se abre, y el profesor se ve a sí mismo adentro. Toca su cadáver y éste lo
aferra y empieza a tirar hacia adentro; el profesor se resiste y durante el
forcejeo se despierta. Es uno de los tantos sueños y relatos de juventud que
jalonan la película. Pero lo que me importa es esa primera escena, de una
simbología, si se quiere, fácil: el tiempo (el reloj sin manecillas), la
atracción de la muerte que lo acecha (el cadáver tratando de arrastrarlo hacia
el ataúd), casi icónica, y en cierto modo sin demasiada importancia (aunque
todavía oigo con claridad los cascos del caballo sobre la calle vacía). Pero
icónico o no, el conjunto construye a la perfección una atmósfera metafísica
que después impregnará otras películas: Bergman arma aquí y pesca a la
perfección la textura sencilla y suave de la pesadilla, la trama de un mundo
que no necesita de la oscuridad para ser oscuro y final, el terror ante la nada
y su falta de significado. Después de verla ya no volvemos a ser los mismos porque
nos mete en un mundo que se infiltrará más tarde en nuestros propios sueños,
pesadillas y recuerdos y del cual no podremos escapar aunque bien nos gustaría.
Guillermo
Saccomanno (1948). Escritor y guionista de historietas. Entre sus libros se destacan "Situación de
peligro", "Roberto y Eva. Historias de un amor argentino", "Bajo bandera", "Animales domésticos",
"La indiferencia del mundo","El buen dolor", "El oficinista", "Terrible accidente del alma" y "Cuando temblamos". Obtuvo el
Primero y Segundo Premio Municipal de Cuento, el Premio Crisis de Narrativa
Latinoamericana y el Premio Club de los XIII. Algunos de sus relatos fueron
llevados al cine y traducidos a distintos idiomas. Escribe habitualmente en el
diario "Página/12".
Casado con
una tendera de moda, un hombre de negocios oculta su homosexualidad en el
matrimonio. Frecuenta una puta, se desgarra y se analiza. En tanto, su mujer se
acuesta con su psiquiatra. El hombre asesina a la puta. Después, la
investigación policial. Resumidísima, ésta es la trama de "De la vida de
las marionetas". Es una película atípica de Bergman: entrevera lo
documental con el thriller. Arranca con colores furiosos y continúa en blanco y
negro, compuesta por testimonios, diferentes puntos de vista. Nadie es dueño de
la verdad. Al salir del cine, me costaba encajar en la realidad. El espectador
que yo era antes de la película no era el mismo después de haberla visto.
¿Quién tira de los hilos?, me preguntaba. Cada una de sus películas me
transmitía una inquietud que duraba varios días y, con el tiempo, se depositaba
en mi memoria con la intensidad de lo vivido. Nada más lejos de su cine que la
bajada de línea. No hay en ninguna de sus películas una sola frase que afirme
la existencia de Dios y que le reste trascendencia a la distinción entre culpa
y responsabilidad. Bergman siempre pregunta. Nunca declama. Interroga. En
principio, a sí mismo. Asumiendo el riesgo, nos confiesa su desesperación, un
vacío que si debe tener un nombre es el de Dios. Planteada su pregunta, estamos
más solos que nunca. ¿Qué Dios mueve los hilos pidiéndoles a los hombres ser
sus embajadores haciéndose sacerdotes o curadores psi del alma atormentada?
¿Existirá Dios? Si no hay Dios, ¿a quién adjudicarle nuestras miserias y
vergüenzas? Bergman tiene un mensaje (término desacreditado si lo hay): no
tenemos otra alternativa que hacernos cargo de la desesperación que produce la
responsabilidad.
Rodolfo
Rabanal (1940-2020). Periodista y escritor. Escribió las novelas "El
apartado", "Un día perfecto", "En otra parte",
"El pasajero", "El factor sentimental", "La vida
brillante", "El héroe sin nombra", "La vida escita", "Cita en Marruecos", "La mujer rusa" y "La vida privada". También fue autor de los
libros de cuentos "No vayas a Génova en invierno" y "Los
peligros de la dicha", y de los tomos de ensayos "La costa bárbara" y "El roce de Dante y otros ensayos". Su obra ha sido traducida al inglés, francés y
polaco. Fue un habitual columnista de los diarios "La Opinión", "Página/12" y "La Nación".
En
"El séptimo sello" hay una marcha de condenados, miserables
sufrientes que se desplazan al compás del tema medieval de la muerte: el Dies
Irae. Los "cultos" salían del cine y hablaban del papel notable que
Bergman le entregaba a la Edad Media, espacio temporal en que Dios estaba más
presente pero más ausente que nunca. Al llegar aquí, a la ausencia de Dios,
surgía el tema del "silencio de Dios", tema recurrente en la
filmografía de un cineasta al que, en este país, se jactaban de haber
descubierto antes que en ninguna otra parte del mundo. Esto nos confería algo
especial. Ya no éramos sólo la París de Sudamérica. Éramos la Suecia de la
cultura. Tempranamente, el nombre "Bergman" empezó a ser antecedido
por el adjetivo "genio". Todo lo que Bergman filmaba expresaba el
“genio de Bergman”. Luego, esto, cristalizó en un significante poderoso:
"genio sueco". Uno decía "Bergman" o uno decía el
"genio sueco": era lo mismo, todos entendían. A Bergman, siempre, le
sobró tedio. No nos sorprendamos si también le sobró prestigio. Hay una receta
para que los "cultos" lo reconozcan a uno: a) ser aburrido; b) ser
hermético; c) dejar caer por aquí o por allá un par de "símbolos"; d)
no tener humor; e) tomarse, absolutamente, en serio; e) ser la opción a algo
que simbolice lo "comercial" o lo "popular". A todo esto
Bergman le añadió sexo, mucho sexo en una época en que escaseaba, en que los
idiotas de los norteamericanos cultivaban un cuaquerismo tenaz y apenas si
asomaban la nariz de las sombras del macartismo y del Código Hays. No creo que
sea un indagador profundo de la condición humana. Creo que está muy lejos de
Visconti. Muy lejos, también, está de Fellini y de los grandes de la comedia
italiana: de Dino Rissi, de Monicelli. Se dice que Bergman es el genio sueco.
Que sus películas tratan sobre "el silencio de Dios". Que indaga como
nadie en la condición humana. Creo que hay una inseguridad no resuelta en el
"adorador" de Bergman.
"Mil tazas de té", "Breve historia argentina de la literatura latinoamericana (a partir de Borges) y "Ejercicio de incertidumbre".
De Bergman me gusta el sueco que no entiendo y que el doblaje me hace creer el idioma comprensible de una estación próxima: parada turística del abismo con significación, profundidad sin énfasis profundiota (Feiling dixit); el silencio pese al tecleo de la máquina, el silencio de fondo, como si hubiera un fondo silencioso de la vida en el que uno pudiera ponerse a pensar aisladamente sobre la experiencia vital: el aburrimiento de vivir, la tragedia de ser (y a la vez una sombra propia o de él proyectada sobre el blanco móvil o quieto de la pantalla). Me gustan las mujeres: sus mujeres a lo largo del cine (no tan suyas porque uno les iba robando superficie, robando planos, apropiándonos de esas partes para quererlas más), sobre todo Ingrid Thulin, una especie de silogismo sobre la voluptuosidad escandinava para uso adúltero, y la Lena Olin de "Después del ensayo", de belleza casi local: sol de invierno obstruido por la carne que primero nos llega, que primero nos toca. Del gran narrador, la madurez de la voz para distintas inflexiones que no intentan ocultar la quintaesencia del ibsenismo (acuérdense de Shaw). La gravedad del pecado para dejar caer a sus anchas una historia aparte, trazada esencialmente a partir de sílabas que son esquirlas bíblicas de la pérdida de sentido general. La ida y vuelta con cámara de eco escéptico de "Escenas de la vida conyugal". La ronda y los milagros de aparición y desaparición de "Fanny y Alexander". La elegancia de ese chico antílope, el miedo ante la muerte del padre, la cama de la muerte, el abrazo de backstage del demiurgo después. Sí, una historia obvia de amor. Nada importante que decir, ninguna observación que aporte algo a la estética o a la historia del cine: una carta a ciegas, una carta a tientas...