28 de febrero de 2010

Philip Roth: "Indignarse es fundamental para luchar por la libertad"

Philip Roth (1933) se dio a conocer con "Goodbye Columbus" (Adiós Colón), un retrato del éxodo interno de los jóvenes judíos en Estados Unidos. Diez años después publicó "Portnoy's complaint" (El lamento de Portnoy), una grotesca comedia de educación sentimental que fue su primer gran éxito de público. En 1979 lanzó la serie "Zuckerman bound" (Zuckerman encadenado) protagonizada por un novelista neurótico, libidinoso y cínico, su alter ego. La actividad docente ocupó gran parte de su tiempo hasta 1992, primero como profesor de escritura creativa en las universidades de Iowa y Princeton y luego como maestro en la Universidad de Pennsylvania, donde enseñó literatura comparada. A partir de allí se dedicó de lleno a la escritura, llegando a publicar hasta la actualidad una treintena de libros en los que la identidad judía y los comentarios sociopolíticos y sexuales son los temas recurrentes y en los que jamás ocultó la raíz autobiográfica de muchos de sus textos, plenos de sátira, parodia, desencanto y frustración. Tras la publicación de "Indignation" (Indignación), una novela en la que narra los recuerdos -inducidos por la morfina- del joven Marcus Messner, un conscripto herido de muerte en la guerra de Corea, y a punto de presentar "The humbling" (La humillación), la historia de Simon Axler, un actor sexagenario que advierte de pronto que es incapaz de interpretar ni una sola línea, se ha quedado sólo ya que su esposa lo ha abandonado y ha tenido que hacer una visita a un hospital psiquiátrico, el periodista del diario italiano "La Repubblica" Antonio Monda lo entrevistó para la edición del 14 de setiembre de 2009.Quisiera hablar de la polémica acerca del presunto aislamiento de la cultura norteamericana...

No logro entender cuáles son los argumentos de esta polémica. A veces hay que preguntarse cómo es posible que se discuta una cosa así. Pero prefiero hablar de aquello sobre lo que escribo y ya verá que terminaremos incluso tocando ese tema que tanto le importa.

Bien. ¿Cómo nació "Indignación"?

"Indignación" nace de un desencanto amargo. Muchos me preguntaron por qué escribí de pronto sobre un joven. En los últimos tiempos escribí siempre sobre personas ancianas. Ya estaba un poco cansado. Esta vez quería contar la historia de inexperiencia y desesperación en una época que tendemos a olvidar. Yo me enrolé para aquel terrible conflicto, pero por suerte, la guerra terminó antes de que partiera.

¿Por qué quiso contar otra vez la iniciación erótica y los conflictos en el ambiente académico?

Me interesaba contar la represión sexual que existía antes de los años '60. Ambientar la novela en una universidad ofrece también otros elementos de represión y conflicto, incluso si quiero contar que como docente he tenido una experiencia interesante.

Dudo que alguien haya osado crearle problemas...

No quisiera comentarlo. Sólo te digo que tuve total libertad cuando decidí encaminar un curso sobre Bellow y Kafka, dos escritores analizados por contraste. Y lo mismo con respecto a los cursos de los autores franceses como Mauriac, Celine y Gide.

En el encuentro con el decano de la universidad, usted define "indignación", como la palabra más bella del inglés.

No es algo con lo que yo necesariamente coincida, pero sostengo que le cabe a la psicología de mi protagonista y para ese momento particular de tensión.

Marcus es un hebreo que se encuentra en un ambiente protestante y conservador en el corazón del medio oeste y que se enamora de un "shiksa", una mujer bien.

Olivia es en primer lugar una mujer hermosa, fascinante, de espíritu libre. Cuando comencé a escribir no tenía en mente que pudiera tener elementos así de dramáticos. El personaje se desarrolló junto a la novela y llegó a la desesperación.

¿La madurez, crecer, es siempre un punto de inflexión y de ruptura?

No soy así de categórico. Depende de cada uno, de los padres y de los hijos.

Usted sostiene que es fundamental luchar e indignarse, pero en sus libros las experiencias acarrean también dolor.

Indignarse es fundamental para luchar por la libertad, que es un valor irrenunciable, pero, como tal, trae consigo problemas, heridas y dolor. Sin embargo, las experiencias también conllevan placer, aunque la vida cotidiana nos enseña también lo contrario; que muchas personas no luchan para nada y parecen felices de no cambiar.

Marcus se mete en problemas cuando rechaza la posibilidad de ejercer una función religiosa, al explicar que la elección no nace del hecho que el es un judío observador, pero un ardiente ateo. ¿Es una definición que también le cabe bien a usted?

Yo soy ateo, pero no siento la necesidad de usar el término ardiente. El joven Marcus evidentemente sí lo necesita.

En "La humillación", la novela que acaba de entregar, el protagonista es otra vez una persona madura.

Es un actor teatral de sesenticuatro años que descubre que ya no sabe recitar. Es una historia sobre el drama de descubrir que ya no se tiene un talento.

Otra historia amarga, signada por la pérdida.

¿Quiere que le diga que así veo yo la vida?

Bastan sus primeros libros para hacer esa afirmación. ¿Puedo preguntarle ahora qué piensa sobre el aislamiento cultural de los Estados Unidos?

Es una polémica tan ridícula que no logro ni siquiera entender. Sostengo que la literatura norteamericana de la posguerra hasta ahora es la más importante del mundo, con autores como Faulkner, Hemingway y Bellow. Y todavía hoy tenemos autores de primer orden, como Don DeLillo, E.L. Doctorow, Cynthia Ozick, Joyce Carol Oates y Toni Morrison. Me siento en compañía de colegas excelentes.

Usted no escondió jamás su desapego respecto de las adaptaciones cinematográficas de sus libros...

No es un secreto que no soy un entusiasta de aquello que hicieron con mis novelas. Sin embargo, quiero ser claro: sostengo que el cine es una forma de arte no inferior a la literatura, y pienso que existen películas buenas y malas, como las buenas y malas novelas. Por ejemplo, hace poco vi "L'heure d'eté" (Las horas del verano) de Oliver Assayas que me pareció muy bella.