En "Expulsions.
Brutality and complexity in the global economy" (Expulsiones. Brutalidad y
complejidad en la economía global) queda claro como hoy el mundo se achica cada
día más y como se multiplican los seres humanos arrojados a la incertidumbre. Su
autora, la economista, urbanista y socióloga Saskia Sassen (1949) es una investigadora que le ha dado
nombre y sustancia al pensamiento sobre la globalización. Ha sido una pionera
en describir los cruzamientos económicos, políticos, sociales y culturales que
la contemporaneidad global ha generado. Nacida en La Haya, Holanda, pasó su
infancia y juventud entre Buenos Aires y Roma. Sus estudios los realizó en la
francesa Université de Poitiers, primero, en la italiana
Sapienza-Università, después, para, finalmente, graduarse en Filosofía y
Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires. Luego estudió Sociología
y Economía en la University of Notre Dame en Indiana, Estados Unidos, donde
obtuvo una maestría y un doctorado. Tras realizar un posdoctorado en la Harvard
University, Sassen desempeñó diversas posiciones académicas en universidades de
los Estados Unidos y de Europa y actualmente es profesora de Sociología en la Columbia
University de Nueva York. Es autora, entre otros ensayos, de "The mobility of
labor and capital" (Movilidad, trabajo y capital), "The global city" (La ciudad
global), "A sociology of globalization" (Una sociología de la globalización), "Territory,
authority, rights. From medieval to global assemblages" (Territorio, autoridad
y derechos. De los ensamblajes medievales a los globales) y "Losing control?
Sovereignty in an age of globalization" (¿Perdiendo el control? La
soberanía en la era de la globalización). A lo largo de su frondosa e
influyente obra, Sassen desarrolla el concepto de ciudad global, categoría
novedosa para estudiar la ciudad como lugar de intersección entre lo local y lo
global; analiza las cuestiones del poder y la desigualdad derivados de los
procesos de globalización; y trata temas como el empobrecimiento de las clases
medias y sus dificultades para acceder a las formas de comunicación, lo que
determina desigualdades sociales y segregación social. Lo que sigue es una
entrevista que la autora concedió a Héctor Pavón para el nº 608 de la revista "Ñ"
aparecida el 23 de mayo de 2015.
Expulsados del paraíso; desterrados de las
ciudades; apartados del gran sistema global. ¿Para siempre?
Todos los
procesos de expulsión son agudos, hablo de los que viven en la pobreza extrema
y también las clases medias empobrecidas en los países ricos. Desde 2006, por
ejemplo, millones de pequeños agricultores fueron expulsados de sus países
debido a la compra de 220 millones de hectáreas de tierra adquiridas por unos
quince gobiernos y unas cien empresas.
También suma a ese ejército de desclasados a los
desplazados que desbordan los campos de refugiados, los presos, los
desempleados, los abandonados...
Si se
cuentan todas las personas que han sido arrestadas o condenadas alguna vez, ese
número alcanza los 65 millones de personas. Es decir, uno de cada cuatro
habitantes de Estados Unidos. Otros quedan a la intemperie de la crisis
inmobiliaria: nueve millones de estadounidenses han sufrido la ejecución de sus
hipotecas.
¿Cuándo arranca esta pobreza motivada por las
expulsiones?
Desde la
década del '80 vengo analizando y anunciando el ingreso a un nuevo ciclo que
conlleva el empobrecimiento de las clases medias y las clases trabajadoras.
Entonces, nadie me creía y se insistía que, al contrario, íbamos hacia una
mayor prosperidad para todos. Uno de los pocos lugares donde se vio esa
prosperidad fue en China. Allí el factor clave fue la expansión masiva del
sector manufacturero -un sector económico distribuido con muchos y diversos
tipos de trabajadores- lo opuesto de las altas finanzas. El borde del sistema
es un espacio de expulsiones. Durante el keynesianismo ese borde era un espacio
de inclusión, de incorporación y no porque ése fuera el paraíso sino porque se
incluía la producción y el consumo masivo. Hoy eso cambió.
¿Qué formas guardan los expulsores: son los
Estados, los gobiernos, el sistema financiero?
Bueno… ¡nadie
me preguntó ni me respondió! Por una parte, el Estado empieza a "ver", a
entender lo que debe hacer, usando el ojo de las corporaciones o de las grandes
empresas globales. En ese sentido, Estado tras Estado aceptan e implementan lo
que esas empresas piden: privatización y desregulación de todos los sectores.
Por otro, las grandes empresas empiezan a hacer reclamos que casi casi insultan
nuestra inteligencia... pero los gobiernos los aceptan. Cuando se debatía en la
Organización Mundial del Comercio (OMC) muchos estábamos escandalizados ante
los privilegios que se les concedía a las corporaciones. El caso ejemplar fue
el de una compañía que le hizo juicio al gobierno canadiense porque las
regulaciones sobre el medioambiente les daba pérdidas de ganancias. Eso generó
escándalos y llevó a un cambio en la OMC en ese entonces. Pero ahora, con los
nuevos tratados de las sociedades de comercio, eso se ha llevado a un extremo y
casi nadie parece saberlo. Estos nuevos tratados eliminan el rol de los
Estados, y si hay una disputa, los jueces son los abogados de las
corporaciones. ¡Justicia privada! En realidad estos son tratados que buscan
proteger al máximo a los inversores. No son sociedades de comercio, son
sociedades de inversiones. Y son una manera de escapar a las nuevas condiciones
de la OMC... Imagínate a lo que hemos llegado. Esta acumulación de derechos es
un ensamblaje de instrumentos y derechos que privilegia sobre todo a las
grandes empresas. El problema es que nuestros Estados han perdido distancia con
esas empresas. Ellos miran con el ojo corporativo. Hay una formación activa de
un espacio operacional global que continúa con toda una serie de privilegios
para las corporaciones.
¿Sólo hay un ganador?
Cuando yo
me pregunto quién gana, quién obtiene derechos hoy, la respuesta es: las
corporaciones. Excepto sobre cuestiones culturales y de identidad como el
casamiento gay, los derechos de transexuales, etc. Pero vamos perdiendo muchos
otros derechos como ciudadanos; hay expulsiones sistémicas complejas, son micro
destierros que ocurren dentro de nuestros países.
¿Coincide con el renombrado economista francés
Tomas Piketty, que la clave y el obstáculo a sortear de este momento es la
desigualdad y la injusta distribución de la renta?
Sí, pero
sólo hasta cierto punto. La desigualdad es una distribución, y en algunos casos
es menos justa que en otros. Pero no es una explicación, o es demasiado parcial
para entender el momento corriente. El punto de partida es que existe toda una
serie de condiciones extremas que no se pueden captar en términos de
"desigualdades", que es la categoría que domina en gran parte el debate hoy.
Pienso en la depredación de la tierra y la contaminación de las aguas; en la
destrucción de proyectos de vida de esta tercera o cuarta generación de la
posguerra; en la extrema concentración de riquezas que vemos en tantos países
desde Estados Unidos a Rusia y China, y de Nigeria, Angola o Filipinas. Pienso también
en la compra masiva de tierras en el Sur global. Son todas condiciones que no
se pueden analizar o explicar simplemente en términos de la desigualdad.
Hasta en Davos se habló de desigualdad. ¿El
capitalismo le teme a una sociedad con diferencias sociales?
¡Tú lo has
dicho!
¿De qué modo el concepto de expulsión se aplica
al extractivismo del medio ambiente?
El saqueo
empezó hace tiempo. En el libro planteo un argumento desde la mirada de la
biósfera que maneja nuestras destrucciones, si bien en base a su temporalidad mucho más lenta que la nuestra. Pero desde hace unos treinta años ya no puede
manejarla en muchas partes. Por eso hablo de "tierras muertas" y de "aguas
muertas". Lo de "cambio climático" suena demasiado bello, ingenuo, y debe tener
más brutalidad en su expresión para que pueda ser tenido en cuenta. No es
suficiente para denominar lo que está sucediendo. Tenemos que llamar las
destrucciones de este último siglo con un vocabulario mucho más severo y
preciso. Así es como hablo de "tierras muertas"; nosotros las matamos con
nuestras prácticas de cultivo, porque en lugar de usar los conocimientos
profundos de antiguas generaciones que tienen en cuenta a la biósfera -como la
rotación de cosechas- hoy buscamos maximizar la producción con pesticidas y
fertilizantes para vender más en el mercado. Podemos pensar estas tierras
muertas y aguas muertas como agujeros en el tejido de la biósfera. La enorme
demanda de tierra y agua, la pobreza que crece, el desalojo de la flora y fauna
para desarrollar plantaciones y minas redefinen vastas extensiones de tierra
como sitios aptos para la extracción.
¿Y el agua? Tanto las megamineras como Coca Cola
se la disputan.
Todos
contribuimos; hay una demanda de agua "purificada". Tan sólo en Estados Unidos,
Nestlé "retiró" en 2003, 7 billones de litros para su producción de agua
embotellada. En la India, en el año 2000, la Hindustan Coca-Cola Beverages
empezó a extraer 510 mil litros diarios. Hacia 2003 no quedaba agua potable en
un radio de 10 km. alrededor de la planta.
En California se ha construido una universidad
en el lapso en el que se edificaron veintidós cárceles. ¿Las prisiones reciben a los
expulsados que no logran el sueño americano?
En "Expulsiones..." desarrollo
la noción de que hay que reexaminar toda una serie de condiciones compartidas
por prisiones y campos de refugiados, espacios controlados. El encarcelamiento
masivo aparece hoy ligado al capitalismo avanzado a través del delito. La
mayoría de los encarcelados son personas sin trabajo y que hoy no encontrarían
trabajo. Hace veinte años esto no era así, un preso tenía posibilidades de
rehabilitarse y conseguir empleo. Los presos de Estados Unidos y Gran Bretaña
representan el excedente de población asistémica similar al que presentaban los
brutales comienzos del capitalismo. A mí me interesa relocalizar toda una serie
de condiciones extremas en un espacio conceptual compartido incluso por quienes
pertenecen a mundos y situaciones radicalmente distintas (prisiones y campos de
refugiados). Es una manera de hacer hincapié en la proliferación de espacios de
expulsados. Perdemos esta perspectiva cuando examinamos cada tipo de condición
en su sistema social. Al hablar de tierras y aguas muertas planteo una forma de
reposicionar el problema a escala planetaria y así hacerlo visible. Lo mismo
con las prisiones y campos de refugiados a los que se suman los millones que
están perdiendo sus casas en Europa y Estados Unidos después de la crisis. Y podemos
agregar los miles de "migrantes" (refugiados) que nos muestran un futuro aún
pequeño, que crece a saltos... Y mientras la destrucción acelerada de la
biósfera y las nuevas guerras gradualmente van restringiendo la tierra donde se
puede vivir.
Su idea de ciudad global ha sido resignificada,
¿cómo se usa hoy?, ¿todavía explica la ciudad actual?
Sí, ahora es un concepto de dominio público y se usa bien y se usa mal; se usa
de muchas maneras distintas. Pero, a aquellos que entendieron mi concepto -y
son muchos y ahora ya son varias generaciones de estudiantes- les resulta útil porque permite combinar elementos que conceptualmente pertenecen a dominios
diversos: lo global, lo local, los con poder y los sin poder que pueden hacer
historia en estas ciudades globales, de maneras que no lo podrían hacer en una
plantación o una pequeña ciudad provincial. Yo desarrollé una estructura
analítica para manejar datos y tendencias que se dan en distintas escalas y no
es tan fácil manejar ese análisis. El libro es bien pesado y difícil. El
concepto tiene suficiente resonancia que viene usado de maneras muy
diversas por los que no leyeron el libro o no trataron de entender mi análisis.
Pero eso está bien, es lo que pasa una vez que algo entra al espacio público. Y
una linda manifestación de esto es que toda una nueva generación de estudiantes
y profesores -con fuerte formación teórica- lo van usando de una manera nueva
que está basada en un análisis correcto de lo que yo escribí.
Recientemente dijo que los ejes Washington-Nueva
York-Chicago o Hong Kong-Shanghai-Pekín van a ser más importantes que Estados
Unidos o China. ¿Qué cambios implica esta idea en la concepción actual de los
Estados nación y de las ciudades?
Bueno, mi argumento es que si bien los gobiernos nacionales (básicamente el
poder ejecutivo, sea presidente o primer ministro) continúa siendo el eje
principal de las relaciones internacionales formales, esta modalidad representa
menos y menos de lo que podríamos llamar el espacio geopolítico global. Un rol
creciente y ascendiente (pero que no va a remplazar a los gobiernos nacionales)
es el de un gran número de ciudades que se conecta a nivel práctico, para
solucionar problemas. Por ejemplo, creo que las ciudades y sus redes
internacionales son mucho mas efectivas en avanzar la cuesta de la protección
al medio ambiente que los gobiernos nacionales a nivel internacional. En Río,
cuando se celebró el encuentro RIO20+ hubo una excelente reunión de alcaldes,
que demostraron cómo han aprendido realmente a tener sesiones de trabajo, que
pueden aprender unos de otros. Dos días más tarde llegaron los representantes
de los gobiernos nacionales y cayeron en la vieja discusión -que no lleva a
nada- del derecho al comercio de carbón. Entonces surgió una especie de
nacionalismo cuando dicen "me importan más lo derechos para comerciar carbón".
Desastroso.
¿Y cómo se reordena la geopolítica global?
La segunda
parte del análisis es que lo que se está haciendo muy visible hoy en día es el
control del esquema de las relaciones internacionales formales entre gobiernos. Cuando un premier visita a otro país, en realidad es una visita de ciudad a
ciudad, no visitan al "país". Cuando el premier de China visitó Estados Unidos,
llegó de Beijing y fue a Washington y a Chicago. ¡Nueva York se quedó muy
ofendida! Este sería un segundo elemento en esta urbanización parcial de la
geopolítica global.
Por otro lado, ¿qué papel están jugando los
intelectuales en el contexto de la crisis?
Un rol débil. Pero después de años de críticas y de decodificaciones de las
narrativas del poder, empieza a surgir una especie de inteligencia colectiva
crítica en el pueblo/el público general en cuanto a las modalidades que los
grandes sectores económicos y financieros nos vendieron en los últimos veinte
años. La crítica de la política de austeridad en Europa es un ejemplo de esto.
Yo vengo hace tres décadas desarrollando un análisis crítico, que empieza con
el libro de la ciudad global.
Le reitero la pregunta que usted se hace en el final del libro: ¿A dónde van a parar los expulsados?
Para los Estados y las economías son invisibles y es nuestro deber visibilizarlos. El espacio de los expulsados se expande del mismo modo que crecen -gracias a la toxicidad del desarrollo- los campos de tierra muerta y agua muerta.