24 de junio de 2016

Michael Roberts: "El capitalismo tiene una duración limitada en la historia de la organización social de la humanidad"

La productividad (producción por trabajador por hora) es un componente importante en la tasa de incremento del Producto Bruto Interno (PBI) de las economías capitalistas más avanzadas porque genera tanto crecimiento de bienes como crecimiento del empleo. En esas economías, el crecimiento del empleo se ha desacelerado durante las últimas décadas, de modo que se hizo necesario un crecimiento más rápido de la productividad para compensarlo. Eso implica que la desaceleración del crecimiento en valores absolutos debe ser reemplazado por un crecimiento más rápido en nuevos valores relativos. La desaceleración de la productividad afecta a todas las principales economías y el crecimiento de la productividad laboral global no da señales de recuperarse. Es más, se prevé un debilitamiento mayor de la productividad continuando una tendencia a la baja a largo plazo. Lo que estas cifras muestran es que la capacidad del capitalismo (o al menos de las economías capitalistas avanzadas) para generar mayor productividad está disminuyendo, por lo que los capitalistas han tratado cada vez más de obtener beneficios extras en la especulación financiera e inmobiliaria. Basta con mirar el crecimiento en el stock de capital acumulado en las economías capitalistas avanzadas. Un reciente informe del FMI concluye que el mercado de trabajo "desregularizado" (contratos a tiempo parcial o contratos de empleo temporal de fácil contratación y despido), resultado de la aplicación de las políticas neoliberales en las últimas décadas, puede que haya aumentado los beneficios, pero no ha hecho nada para mejorar la productividad e incluso podría haberla empeorado. A pesar de que dentro de las empresas se están aplicando tecnologías innovadoras que mejoran la productividad a un ritmo acelerado, en realidad sólo se trata de un efecto residual de la brecha entre el crecimiento del PBI real y la productividad de la mano de obra y los insumos de capital. De hecho, las economías más desarrolladas muestran un crecimiento cercano a cero o incluso negativo de la Productividad Total de los Factores (PTF), que es la diferencia entre la tasa de crecimiento de la producción y la tasa de incremento del trabajo o el capital. Por lo tanto, es más probable que el crecimiento de la productividad se haya ralentizado debido a que el impacto de las innovaciones aún no es suficiente para compensar la incapacidad de los capitalistas en la mayoría de las economías de intensificar la inversión. De hecho, no es la tecnología por sí misma la que aumenta la productividad y el crecimiento económico. Si cae la inversión de capital, lo que sigue es una disminución de la productividad del trabajo, lo que demuestra claramente que no es la tecnología por si misma la que causa un aumento de la productividad. En otras palabras, el crecimiento de la productividad sigue dependiendo de que la inversión de capital sea suficientemente importante. De toda esta problemática habla el economista británico Michael Roberts (1948) -autor de "The great recession" (La gran recesión) y "The long depression" (La larga depresión)- en la entrevista realizada por Paula Bach y Esteban Mercatante para el nº 28 de la revista "Ideas de Izquierda" de abril de 2016.


Está por salir su nuevo libro. En la presentación del mismo se afirma que “la economía global sigue padeciendo una depresión”. Considerando que la mayoría de los analistas de la economía mundial se refiere técnicamente a la Gran Recesión para abarcar el período de 2008/09, seguido por un crecimiento extremadamente débil de la economía mundial, ¿cuáles son los elementos que lo llevan a definir la crisis actual como una “depresión”?

En mi libro intento hacer la distinción entre la generalmente llamada “recesión normal” y una depresión. La producción capitalista no se expande de una manera armoniosa, con crecimiento constante de la inversión, el producto, los ingresos y el empleo. El ciclo de alzas y bajas (cuando la inversión colapsa y el producto y el empleo se contraen) usualmente ocurre cada ocho-diez años en las economías modernas. El grado de contracción varía. Sin embargo, en la historia del capitalismo industrial moderno de los últimos ciento cincuenta años, hubo unas pocas veces en las que la contracción fue muy profunda y duradera y la “recuperación” posterior es tan débil que las tasas previas de crecimiento en el producto y el empleo nunca se restablecen. Estos períodos son los que defino como “depresiones” en el libro. El capitalismo (y el resto de nosotros) ha sufrido tres de estas depresiones en los últimos ciento cincuenta años. La depresión de finales del siglo XIX (1873-1890); la Gran Depresión de los años ‘30 (1929-1942) y lo que ahora llamo la Larga Depresión (2008-20??). Las recesiones ocurren regularmente por lo que yo llamo el ciclo de la rentabilidad. Lo que define si las compañías capitalistas invierten es si esperan realizar ganancias de lo producido o no. Las compañías no invierten ni producen cosas o proveen servicios para satisfacer lo que la gente necesita. Eso es secundario. El capitalismo es un modo de producción orientado a hacer dinero y ganancias. Sin ganancia, no hay inversión, ni por lo tanto producción. Esto crea una contradicción fundamental en el proceso capitalista de inversión y producción. Los capitalistas sólo pueden obtener ganancias empleando la sangre, el sudor y esfuerzo de los trabajadores que no poseen nada más que su capacidad de trabajar. Y los capitalistas están compitiendo unos contra otros en el mercado para vender los productos o servicios por la máxima ganancia. Esto los fuerza no sólo a intentar estrujar los salarios al mínimo y hacer que los asalariados trabajen tanto y tan duro como sea posible; los capitalistas también intentan introducir máquinas ahorradoras de trabajo que disminuyan la dotación de la fuerza de trabajo al mismo tiempo que incrementan la productividad de los trabajadores remanentes. Los costos por unidad de tiempo se reducen y los capitalistas, con el último grito de la tecnología ahorradora de trabajo, pueden tener mayores ganancias que sus competidores en el mercado. Pero si todos introducen la misma tecnología, esto significa que la fuerza de trabajo se reduce en relación al valor de la maquinaria que está siendo empleada. Por un lado la productividad de la fuerza de trabajo se está incrementando, pero por otro lado el valor extraído a la fuerza de trabajo tiende a encogerse (relativamente). Por lo tanto hay una tendencia para que la tasa general de ganancia obtenida de los desembolsos en tecnología y fuerza de trabajo caiga. Esta es la contradicción fundamental de la producción capitalista porque ésta se realiza con miras a la ganancia, no a las necesidades. Los capitalistas invierten para incremetar la ganancia; esto estimula la productividad y la producción, pero pasado un tiempo la rentabilidad sobre el capital invertido empieza a caer. En un cierto punto, más inversión significa menos ganancia y los capitalistas dejan de invertir y ocurre un desplome. Como dije, esto parece ocurrir cada ocho-diez años aproximadamente. Pero más que esto, la tendencia de la tasa de ganancia a caer a medida que se desarrolla el capitalismo a lo largo del mundo, eventualmente conduce a una caída de largo plazo. La rentabilidad del capital en las principales economías era mucho más alta en el siglo XIX o a finales de la Segunda Guerra Mundial de lo que es hoy. Esto es un indicador de que el capitalismo tiene una duración limitada en la historia de la organización social de la humanidad. Pero la rentabilidad no cae en línea recta. Hay períodos en los que la rentabilidad del capital aumenta (por más de dos décadas) y luego períodos en los que cae (por más de dos décadas). Una depresión ocurre (cada cincuenta-setenta años más o menos) por una conjunción de contradicciones: una reducción gradual en la rentabilidad, disminución en los precios de los productos, el colapso de una burbuja financiera e inmobiliaria. Es decir que una serie de cosas confluyen para convertir una recesión en una depresión, como hemos visto desde 2008.

¿Cómo caracteriza el período de crisis de los años ‘70 y la recuperación posterior, que hasta hace poco era convencionalmente definida como la Gran Moderación?

La Segunda Guerra Mundial permitió una masiva destrucción de valor del capital (no solo física como en Europa y Japón) sino también de valor como en los Estados Unidos, así como un marcado incremento en la tasa de explotación. Como resultado después de la guerra, la tasa de ganancia en Estados Unidos y eventualmente en todos los demás lugares, era muy elevada, y las nuevas tecnologías desarrolladas durante la guerra junto a la disponibilidad de masiva fuerza de trabajo excedente y crédito de las finanzas del dólar estadounidense sentaron las bases para un largo boom (1946-65). Pero eventualmente la ley de Marx de la rentabilidad comenzó a ejercer su influencia y la tasa de ganancia cayó marcadamente desde 1965, culminando en dos recesiones importantes en 1974/75 y 1980/82. Estos desplomes debilitaron a la clase trabajadora y crearon la oportunidad para que la clase dominante impusiera las políticas neoliberales de leyes contra el trabajo, recortes de gasto público, bajas de impuestos para las corporaciones, relajamiento de las regulaciones a las finanzas, etc. La rentabilidad aumentó desde comienzos de los ‘80 hasta fines de los ‘90; se extendió la globalización del capital y tuvimos la Gran Moderación. Sin embargo, esto no podía durar, y la ley de Marx comenzó a dominar nuevamente desde fines de los ‘90, conduciendo finalmente a la Gran Recesión.

Usted ha planteado como probable una recesión en Estados Unidos en 2017. ¿Cuáles son las contradicciones estructurales que observa en la economía estadounidense y qué relación tendrían con un proceso recesivo el año próximo?

Para ser más precavido en el pronóstico (una tarea difícil, algunos dirían imposible), vengo planteando que otra recesión o desplome ocurrirá probablemente en uno o tres años. Digamos que hay una probabilidad de 20% de ocurrencia en 2016 pero una de 75% de que tenga lugar en 2018. Creo que esto ocurrirá porque la inversión capitalista permanece globalmente demasiado débil para restablecer el crecimiento del producto y del empleo a nivel global. Efectivamente, mes a mes, las agencias internacionales como el FMI o la OCDE o el Banco Mundial, revisan a la baja sus pronósticos para el crecimiento del producto global para el próximo año. Incluso los Estados Unidos, que logró la mejor recuperación relativa desde la Gran Recesión de 2008/09, está creciendo en términos reales poco más que 2% al año, comparado con su promedio de largo plazo de 3,3% al año. Europa a duras penas crece por encima del 1%, al igual que Japón. China, el gran milagro de crecimiento de los últimos treinta años con crecimiento anual de dos dígitos, está batallando para crecer por arriba del 5-6% anual, mientras que las otras grandes “economías emergentes” como Brasil, Rusia y Sudáfrica, están en recesión. El fracaso para recuperarse se debe mayormente a dos contradicciones estructurales. La primera es que la rentabilidad del capital no se restableció a sus niveles previos de antes de la Gran Recesión. E incluso entonces, la rentabilidad de las principales economías estaba en una onda descendente desde el pico de finales de los años ‘90 y ahora está bien por debajo del nivel de rentabilidad alcanzada en la llamada Época Dorada del capitalismo de posguerra (1948-1965). Esto mantiene la inversión baja y por lo tanto el crecimiento de la productividad es muy débil y no hay pleno empleo. El capitalismo puede salir de esta situación de baja productividad sólo de una forma: recortando el costo del capital. Pero esto significa cerrar viejas plantas y equipos, dejando que las empresas capitalistas quiebren, barrer sus activos y dejar en la calle a sus trabajadores (en otras palabras, otro desplome). Segundo, uno de los mayores disparadores o causas de la Gran Recesión fue la gigantesca expansión del crédito y la especulación en bienes raíces e instrumentos financieros antes del “crash” en 2007/08. Esta fue una respuesta de los capitalistas a la caída en la rentabilidad del capital productivo antes señalada. Los inversores se volvieron hacia los mayores retornos en la especulación financiera o en lo que Marx llamó el “capital ficticio”: la propiedad en acciones y bonos de una porción de lo que el capital productivo puede tener de ganancia. Cuando los bancos colapsaron porque este capital ficticio resultó ser simplemente eso –ficticio-, los gobiernos tuvieron que intervenir y salvarlos. La alternativa habría sido una recesión aún más profunda. Pero esto significó que los gobiernos debieron emitir más deuda y aumentar los ingresos por impuestos y los recortes en gasto público y provisión de servicios. El capitalismo fue salvado (aunque aún se arrastra) por las fuertes inyecciones de dinero y crédito de los gobiernos y bancos centrales. Como resultado, la deuda total (privada y pública) no cayó globalmente, al contrario, aumentó aún más. Así que, el capitalismo se encuentra en un estado de baja rentabilidad e inversión y deuda elevada. Esa es la combinación para la débil recuperación. Todos los intentos de los bancos centrales y gobiernos para poner en marcha las economías han fracasado. La depresión sólo puede ser quebrada por otra caída que permita librarse del capital “improductivo” y reduzca la carga de la deuda mediante “defaults”. Lo peor está por venir.

En la recuperación en Estados Unidos poscrisis de 2008/09, se observa una divergencia bastante notable entre el desempeño de los servicios (y las finanzas) y la producción industrial. ¿Cómo analiza esa situación?

Sí, en cada una de las economías más desarrolladas, los sectores de los llamados servicios domésticos lo están haciendo mejor que los sectores industriales y manufactureros. Eso es porque los hogares y consumidores todavía pueden pedir prestado a muy bajas tasas de interés y así gastar más aunque el crecimiento salarial sea débil. Eso ayuda a la venta minorista, los servicios, la construcción, sector inmobiliario, etc. Pero el crecimiento del sector manufacturero -que es clave- es muy débil e incluso está cayendo: hay limitada inversión y el comercio mundial se ha estancado. ¿Impulsarán los sectores de servicios al manufacturero o viceversa? Este último es menor como proporción del PBI, pero sin embargo es la fuerza más importante para impulsar la inversión en activos productivos y la productividad. La inversión es lo que importa, no los consumidores yendo a los negocios.

¿Cómo ve que podría darse una suficiente destrucción de valor de capital que abra las puertas de una verdadera recuperación económica?

Nada es permanente. No existe la crisis permanente en el capitalismo ni en ningún sistema. Yo sostengo que para que el capitalismo salga de esta Larga Depresión tendrá que ocurrir una nueva recesión que permita que se incremente la rentabilidad y disminuya la carga de deuda. Esto puede ocurrir después de una destrucción del valor del capital de grandes proporciones no vista desde la Segunda Guerra Mundial (aunque en esta ocasión no sea mediante una guerra). Y esto sólo es posible si la clase obrera en las economías capitalistas más importantes no hace nada para reemplazar al sistema capitalista a través de la lucha de clases.

¿Cómo imagina una destrucción equivalente a la de la guerra, sin guerra? ¿Por qué descarta un escenario de guerra?

Yo creo que es posible que el capitalismo se recupere y logre otra “edad dorada” sin atravesar otra guerra (por supuesto, todos los días hay guerras en todas partes bajo el dominio imperialista). La depresión de fines del siglo XIX terminó sin una guerra, aunque la recuperación en la década de 1890 y posterior estuvo basada en el enfrentamiento entre las potencias imperialistas por las colonias que finalmente condujo a la Primera Guerra Mundial. Pero como ya dije, la actual Larga Depresión no va a terminar sin una nueva recesión como mínimo. Si no hay acción de la clase trabajadora en las economías más ricas, las clases dominantes lograrán revivir sus economías nuevamente sobre las espaldas de los trabajadores. De todos modos, la rivalidad entre las potencias imperialistas se va a intensificar con el conflicto con China e India convirtiéndose en la central desde el 2020 en adelante. Pero la clase dominante estadounidense y sus aliados desearían evitar una guerra mundial (no es buena para los negocios), y ésta solo podría ocurrir si un régimen fascista o militar llegara al poder en Estados Unidos, Japón, etc.

Un debate importante en los últimos tiempos es cuál es el futuro de China, si va camino a convertirse en una gran potencia o se trata de una economía grande y dinámica pero que continúa siendo dependiente y dominada por el imperialismo. ¿Cómo caracterizaría el lugar que ocupa hoy China en el sistema mundial capitalista, y qué perspectiva le ve? Y, relacionada con ésta, ¿cuál considera que fue su rol en sostener el crecimiento global desde 2009 hasta hoy?

China ha sido un milagro económico, creciendo más rápido y por más tiempo sostenido que cualquier otra economía en la historia humana, sacando de la extrema pobreza a cientos de millones de personas desde 1949. Es ahora el principal manufacturero global y la segunda economía del mundo en términos de PBI. Esto fue posible gracias a la expropiación de los terratenientes y de los capitalistas lacayos del imperialismo durante la revolución y guerra civil de 1946/9. Una economía que es mayormente de propiedad estatal con un plan nacional de inversiones, se probó como la vía más exitosa que el capitalismo podía tener en China. La apertura de secciones de la economía a la inversión extranjera capitalista, mientras que el Estado se mantuvo como dominante, también sacó la economía adelante desde los años ‘80. Pero un mayor crecimiento se encuentra obstaculizado por un régimen autoritario que no permite reformas democráticas y juega con la idea de moverse completamente hacia la dominación capitalista de la economía con sus líderes como multimillonarios. El desarrollo de posguerra en China fue el resultado del fracaso (hasta ahora) del imperialismo de lograr el control de la economía china. El Estado y los burócratas del partido todavía dominan la inversión, el empleo y el comercio, para disgusto de los economistas y gobernantes de Occidente. Durante esta Larga Depresión, la economía china -que mantiene mayoría de propiedad y control estatal- contribuyó con el grueso del crecimiento económico global mientras que las potencias occidentales flaquearon. Pero la debilidad del crecimiento global y la mayor influencia de los funcionarios favorables a las políticas procapitalistas en China condujeron a un gran enlentecimiento que amenaza el progreso futuro de su economía.

¿Considera que el capital puede lograr nuevas fuentes de mano de obra barata al nivel de lo que fue China? ¿Cuáles?

El capitalismo está siempre buscando nuevas vías para extraer valor de la población trabajadora. La globalización de la fuerza de trabajo bajo el modo de producción capitalista desde 1980 fue un factor poderoso para contrarrestar la caída de la rentabilidad del capital que las grandes economías imperialistas sufrieron en los ‘70. Explotar nuevas fuentes de fuerza de trabajo en Asia, América Latina, África y las economías post-soviéticas fue significativo. Y el ejército de reserva de fuerza de trabajo en campesinos, trabajadores rurales y subempleados urbanos no se encuentra aún agotado. No hay nada como la fuerza de trabajo de China, aunque esta no puede ser utilizada plenamente para la ganancia capitalista de todos modos. Pero aún hay más valor para extraer en India, Birmania, Vietnam, Indonesia, Brasil, África, etc. El capitalismo no está muerto aún.