La productividad (producción por trabajador por
hora) es un componente importante en la tasa de incremento del Producto Bruto Interno (PBI)
de las economías capitalistas más avanzadas porque genera tanto crecimiento de
bienes como crecimiento del empleo. En esas economías, el crecimiento del
empleo se ha desacelerado durante las últimas décadas, de modo que se hizo
necesario un crecimiento más rápido de la productividad para compensarlo. Eso
implica que la desaceleración del crecimiento en valores absolutos debe ser reemplazado
por un crecimiento más rápido en nuevos valores relativos. La desaceleración de
la productividad afecta a todas las principales economías y el crecimiento de
la productividad laboral global no da señales de recuperarse. Es más, se prevé
un debilitamiento mayor de la productividad continuando una tendencia a la baja
a largo plazo. Lo que estas cifras muestran es que la capacidad del capitalismo
(o al menos de las economías capitalistas avanzadas) para generar mayor productividad
está disminuyendo, por lo que los capitalistas han tratado cada vez más de
obtener beneficios extras en la especulación financiera e inmobiliaria. Basta con
mirar el crecimiento en el stock de capital acumulado en las economías capitalistas
avanzadas. Un reciente informe del FMI concluye que el mercado de trabajo
"desregularizado" (contratos a tiempo parcial o contratos de empleo
temporal de fácil contratación y despido), resultado de la aplicación de las
políticas neoliberales en las últimas décadas, puede que haya aumentado los
beneficios, pero no ha hecho nada para mejorar la productividad e incluso podría
haberla empeorado. A pesar de que dentro de las empresas se están aplicando
tecnologías innovadoras que mejoran la productividad a un ritmo acelerado, en
realidad sólo se trata de un efecto residual de la brecha entre el crecimiento
del PBI real y la productividad de la mano de obra y los insumos de capital. De
hecho, las economías más desarrolladas muestran un crecimiento cercano a cero o
incluso negativo de la Productividad Total de los Factores (PTF), que es
la diferencia entre la tasa de crecimiento de la producción y la tasa de
incremento del trabajo o el capital. Por lo tanto, es más probable que el
crecimiento de la productividad se haya ralentizado debido a que el impacto de
las innovaciones aún no es suficiente para compensar la incapacidad de los
capitalistas en la mayoría de las economías de intensificar la inversión. De
hecho, no es la tecnología por sí misma la que aumenta la productividad y el
crecimiento económico. Si cae la inversión de capital, lo que sigue es una disminución
de la productividad del trabajo, lo que demuestra claramente que no es la
tecnología por si misma la que causa un aumento de la productividad. En otras
palabras, el crecimiento de la productividad sigue dependiendo de que la
inversión de capital sea suficientemente importante. De toda esta problemática
habla el economista británico Michael Roberts (1948) -autor de "The great recession" (La gran recesión) y "The long depression" (La larga depresión)- en la
entrevista realizada por Paula Bach y Esteban Mercatante para el nº 28 de la
revista "Ideas de Izquierda" de abril de 2016.
Está por
salir su nuevo libro. En la presentación del mismo se afirma que “la economía
global sigue padeciendo una depresión”. Considerando que la mayoría de los
analistas de la economía mundial se refiere técnicamente a la Gran Recesión
para abarcar el período de 2008/09, seguido por un crecimiento extremadamente
débil de la economía mundial, ¿cuáles son los elementos que lo llevan a definir
la crisis actual como una “depresión”?
En mi libro intento hacer la distinción entre la
generalmente llamada “recesión normal” y una depresión. La producción
capitalista no se expande de una manera armoniosa, con crecimiento constante de
la inversión, el producto, los ingresos y el empleo. El ciclo de alzas y bajas
(cuando la inversión colapsa y el producto y el empleo se contraen) usualmente
ocurre cada ocho-diez años en las economías modernas. El grado de contracción
varía. Sin embargo, en la historia del capitalismo industrial moderno de los
últimos ciento cincuenta años, hubo unas pocas veces en las que la contracción
fue muy profunda y duradera y la “recuperación” posterior es tan débil que las
tasas previas de crecimiento en el producto y el empleo nunca se restablecen.
Estos períodos son los que defino como “depresiones” en el libro. El
capitalismo (y el resto de nosotros) ha sufrido tres de estas depresiones en
los últimos ciento cincuenta años. La depresión de finales del siglo XIX
(1873-1890); la Gran Depresión de los años ‘30 (1929-1942) y lo que ahora llamo
la Larga Depresión (2008-20??). Las recesiones ocurren regularmente por lo que
yo llamo el ciclo de la rentabilidad. Lo que define si las compañías
capitalistas invierten es si esperan realizar ganancias de lo producido o no.
Las compañías no invierten ni producen cosas o proveen servicios para
satisfacer lo que la gente necesita. Eso es secundario. El capitalismo es un
modo de producción orientado a hacer dinero y ganancias. Sin ganancia, no hay
inversión, ni por lo tanto producción. Esto crea una contradicción fundamental
en el proceso capitalista de inversión y producción. Los capitalistas sólo
pueden obtener ganancias empleando la sangre, el sudor y esfuerzo de los
trabajadores que no poseen nada más que su capacidad de trabajar. Y los
capitalistas están compitiendo unos contra otros en el mercado para vender los
productos o servicios por la máxima ganancia. Esto los fuerza no sólo a
intentar estrujar los salarios al mínimo y hacer que los asalariados trabajen
tanto y tan duro como sea posible; los capitalistas también intentan introducir
máquinas ahorradoras de trabajo que disminuyan la dotación de la fuerza de
trabajo al mismo tiempo que incrementan la productividad de los trabajadores
remanentes. Los costos por unidad de tiempo se reducen y los capitalistas, con
el último grito de la tecnología ahorradora de trabajo, pueden tener mayores
ganancias que sus competidores en el mercado. Pero si todos introducen la misma
tecnología, esto significa que la fuerza de trabajo se reduce en relación al
valor de la maquinaria que está siendo empleada. Por un lado la productividad
de la fuerza de trabajo se está incrementando, pero por otro lado el valor
extraído a la fuerza de trabajo tiende a encogerse (relativamente). Por lo
tanto hay una tendencia para que la tasa general de ganancia obtenida de los
desembolsos en tecnología y fuerza de trabajo caiga. Esta es la contradicción
fundamental de la producción capitalista porque ésta se realiza con miras a la
ganancia, no a las necesidades. Los capitalistas invierten para incremetar la
ganancia; esto estimula la productividad y la producción, pero pasado un tiempo
la rentabilidad sobre el capital invertido empieza a caer. En un cierto punto,
más inversión significa menos ganancia y los capitalistas dejan de invertir y
ocurre un desplome. Como dije, esto parece ocurrir cada ocho-diez años
aproximadamente. Pero más que esto, la tendencia de la tasa de ganancia a caer
a medida que se desarrolla el capitalismo a lo largo del mundo, eventualmente
conduce a una caída de largo plazo. La rentabilidad del capital en las
principales economías era mucho más alta en el siglo XIX o a finales de la Segunda
Guerra Mundial de lo que es hoy. Esto es un indicador de que el capitalismo
tiene una duración limitada en la historia de la organización social de la
humanidad. Pero la rentabilidad no cae en línea recta. Hay períodos en los que
la rentabilidad del capital aumenta (por más de dos décadas) y luego períodos
en los que cae (por más de dos décadas). Una depresión ocurre (cada cincuenta-setenta
años más o menos) por una conjunción de contradicciones: una reducción gradual
en la rentabilidad, disminución en los precios de los productos, el colapso de
una burbuja financiera e inmobiliaria. Es decir que una serie de cosas
confluyen para convertir una recesión en una depresión, como hemos visto desde
2008.
¿Cómo
caracteriza el período de crisis de los años ‘70 y la recuperación posterior,
que hasta hace poco era convencionalmente definida como la Gran Moderación?
La Segunda Guerra Mundial permitió una masiva
destrucción de valor del capital (no solo física como en Europa y Japón) sino
también de valor como en los Estados Unidos, así como un marcado incremento en
la tasa de explotación. Como resultado después de la guerra, la tasa de
ganancia en Estados Unidos y eventualmente en todos los demás lugares, era muy
elevada, y las nuevas tecnologías desarrolladas durante la guerra junto a la
disponibilidad de masiva fuerza de trabajo excedente y crédito de las finanzas
del dólar estadounidense sentaron las bases para un largo boom (1946-65). Pero
eventualmente la ley de Marx de la rentabilidad comenzó a ejercer su influencia
y la tasa de ganancia cayó marcadamente desde 1965, culminando en dos
recesiones importantes en 1974/75 y 1980/82. Estos desplomes debilitaron a la
clase trabajadora y crearon la oportunidad para que la clase dominante
impusiera las políticas neoliberales de leyes contra el trabajo, recortes de
gasto público, bajas de impuestos para las corporaciones, relajamiento de las
regulaciones a las finanzas, etc. La rentabilidad aumentó desde comienzos de
los ‘80 hasta fines de los ‘90; se extendió la globalización del capital y
tuvimos la Gran Moderación. Sin embargo, esto no podía durar, y la ley de Marx
comenzó a dominar nuevamente desde fines de los ‘90, conduciendo finalmente a
la Gran Recesión.
Usted ha
planteado como probable una recesión en Estados Unidos en 2017. ¿Cuáles son las
contradicciones estructurales que observa en la economía estadounidense y qué
relación tendrían con un proceso recesivo el año próximo?
Para ser más precavido en el pronóstico (una
tarea difícil, algunos dirían imposible), vengo planteando que otra recesión o
desplome ocurrirá probablemente en uno o tres años. Digamos que hay una
probabilidad de 20% de ocurrencia en 2016 pero una de 75% de que tenga lugar en
2018. Creo que esto ocurrirá porque la inversión capitalista permanece
globalmente demasiado débil para restablecer el crecimiento del producto y del
empleo a nivel global. Efectivamente, mes a mes, las agencias internacionales
como el FMI o la OCDE o el Banco Mundial, revisan a la baja sus pronósticos
para el crecimiento del producto global para el próximo año. Incluso los
Estados Unidos, que logró la mejor recuperación relativa desde la Gran Recesión
de 2008/09, está creciendo en términos reales poco más que 2% al año, comparado
con su promedio de largo plazo de 3,3% al año. Europa a duras penas crece por
encima del 1%, al igual que Japón. China, el gran milagro de crecimiento de los
últimos treinta años con crecimiento anual de dos dígitos, está batallando para
crecer por arriba del 5-6% anual, mientras que las otras grandes “economías
emergentes” como Brasil, Rusia y Sudáfrica, están en recesión. El fracaso para recuperarse se debe
mayormente a dos contradicciones estructurales. La primera es que la
rentabilidad del capital no se restableció a sus niveles previos de antes de la
Gran Recesión. E incluso entonces, la rentabilidad de las principales economías
estaba en una onda descendente desde el pico de finales de los años ‘90 y ahora
está bien por debajo del nivel de rentabilidad alcanzada en la llamada Época Dorada
del capitalismo de posguerra (1948-1965). Esto mantiene la inversión baja y por
lo tanto el crecimiento de la productividad es muy débil y no hay pleno empleo.
El capitalismo puede salir de esta situación de baja productividad sólo de una
forma: recortando el costo del capital. Pero esto significa cerrar viejas
plantas y equipos, dejando que las empresas capitalistas quiebren, barrer sus
activos y dejar en la calle a sus trabajadores (en otras palabras, otro
desplome). Segundo, uno de los
mayores disparadores o causas de la Gran Recesión fue la gigantesca expansión
del crédito y la especulación en bienes raíces e instrumentos financieros antes
del “crash” en 2007/08. Esta fue una respuesta de los capitalistas a la caída
en la rentabilidad del capital productivo antes señalada. Los inversores se
volvieron hacia los mayores retornos en la especulación financiera o en lo que
Marx llamó el “capital ficticio”: la propiedad en acciones y bonos de una
porción de lo que el capital productivo puede tener de ganancia. Cuando los
bancos colapsaron porque este capital ficticio resultó ser simplemente eso
–ficticio-, los gobiernos tuvieron que intervenir y salvarlos. La alternativa
habría sido una recesión aún más profunda. Pero esto significó que los
gobiernos debieron emitir más deuda y aumentar los ingresos por impuestos y los
recortes en gasto público y provisión de servicios. El capitalismo fue salvado
(aunque aún se arrastra) por las fuertes inyecciones de dinero y crédito de los
gobiernos y bancos centrales. Como resultado, la deuda total (privada y
pública) no cayó globalmente, al contrario, aumentó aún más. Así que, el capitalismo se encuentra
en un estado de baja rentabilidad e inversión y deuda elevada. Esa es la
combinación para la débil recuperación. Todos los intentos de los bancos
centrales y gobiernos para poner en marcha las economías han fracasado. La
depresión sólo puede ser quebrada por otra caída que permita librarse del
capital “improductivo” y reduzca la carga de la deuda mediante “defaults”. Lo
peor está por venir.
En la
recuperación en Estados Unidos poscrisis de 2008/09, se observa una divergencia
bastante notable entre el desempeño de los servicios (y las finanzas) y la
producción industrial. ¿Cómo analiza esa situación?
Sí, en cada una de las economías más
desarrolladas, los sectores de los llamados servicios domésticos lo están
haciendo mejor que los sectores industriales y manufactureros. Eso es porque
los hogares y consumidores todavía pueden pedir prestado a muy bajas tasas de
interés y así gastar más aunque el crecimiento salarial sea débil. Eso ayuda a
la venta minorista, los servicios, la construcción, sector inmobiliario, etc.
Pero el crecimiento del sector manufacturero -que es clave- es muy débil e
incluso está cayendo: hay limitada inversión y el comercio mundial se ha
estancado. ¿Impulsarán los sectores de servicios al manufacturero o viceversa?
Este último es menor como proporción del PBI, pero sin embargo es la fuerza más
importante para impulsar la inversión en activos productivos y la
productividad. La inversión es lo que importa, no los consumidores yendo a los
negocios.
¿Cómo ve
que podría darse una suficiente destrucción de valor de capital que abra las
puertas de una verdadera recuperación económica?
Nada es permanente. No existe la crisis
permanente en el capitalismo ni en ningún sistema. Yo sostengo que para que el
capitalismo salga de esta Larga Depresión tendrá que ocurrir una nueva recesión
que permita que se incremente la rentabilidad y disminuya la carga de deuda. Esto
puede ocurrir después de una destrucción del valor del capital de grandes
proporciones no vista desde la Segunda Guerra Mundial (aunque en esta ocasión
no sea mediante una guerra). Y esto sólo es posible si la clase obrera en las
economías capitalistas más importantes no hace nada para reemplazar al sistema
capitalista a través de la lucha de clases.
¿Cómo
imagina una destrucción equivalente a la de la guerra, sin guerra? ¿Por qué
descarta un escenario de guerra?
Yo creo que es posible que el capitalismo se
recupere y logre otra “edad dorada” sin atravesar otra guerra (por supuesto,
todos los días hay guerras en todas partes bajo el dominio imperialista). La
depresión de fines del siglo XIX terminó sin una guerra, aunque la recuperación
en la década de 1890 y posterior estuvo basada en el enfrentamiento entre las
potencias imperialistas por las colonias que finalmente condujo a la Primera
Guerra Mundial. Pero como ya dije, la actual Larga Depresión no va a terminar
sin una nueva recesión como mínimo. Si no hay acción de la clase trabajadora en
las economías más ricas, las clases dominantes lograrán revivir sus economías
nuevamente sobre las espaldas de los trabajadores. De todos modos, la rivalidad
entre las potencias imperialistas se va a intensificar con el conflicto con
China e India convirtiéndose en la central desde el 2020 en adelante. Pero la
clase dominante estadounidense y sus aliados desearían evitar una guerra
mundial (no es buena para los negocios), y ésta solo podría ocurrir si un
régimen fascista o militar llegara al poder en Estados Unidos, Japón, etc.
Un debate
importante en los últimos tiempos es cuál es el futuro de China, si va camino a
convertirse en una gran potencia o se trata de una economía grande y dinámica
pero que continúa siendo dependiente y dominada por el imperialismo. ¿Cómo
caracterizaría el lugar que ocupa hoy China en el sistema mundial capitalista,
y qué perspectiva le ve? Y, relacionada con ésta, ¿cuál considera que fue su
rol en sostener el crecimiento global desde 2009 hasta hoy?
China ha sido un milagro económico, creciendo
más rápido y por más tiempo sostenido que cualquier otra economía en la
historia humana, sacando de la extrema pobreza a cientos de millones de
personas desde 1949. Es ahora el principal manufacturero global y la segunda
economía del mundo en términos de PBI. Esto fue posible gracias a la
expropiación de los terratenientes y de los capitalistas lacayos del
imperialismo durante la revolución y guerra civil de 1946/9. Una economía que
es mayormente de propiedad estatal con un plan nacional de inversiones, se
probó como la vía más exitosa que el capitalismo podía tener en China. La
apertura de secciones de la economía a la inversión extranjera capitalista,
mientras que el Estado se mantuvo como dominante, también sacó la economía
adelante desde los años ‘80. Pero un mayor crecimiento se encuentra
obstaculizado por un régimen autoritario que no permite reformas democráticas y
juega con la idea de moverse completamente hacia la dominación capitalista de
la economía con sus líderes como multimillonarios. El desarrollo de posguerra en China fue el resultado del fracaso
(hasta ahora) del imperialismo de lograr el control de la economía china. El
Estado y los burócratas del partido todavía dominan la inversión, el empleo y
el comercio, para disgusto de los economistas y gobernantes de Occidente.
Durante esta Larga Depresión, la economía china -que mantiene mayoría de
propiedad y control estatal- contribuyó con el grueso del crecimiento económico
global mientras que las potencias occidentales flaquearon. Pero la debilidad
del crecimiento global y la mayor influencia de los funcionarios favorables a
las políticas procapitalistas en China condujeron a un gran enlentecimiento que
amenaza el progreso futuro de su economía.
¿Considera
que el capital puede lograr nuevas fuentes de mano de obra barata al nivel de
lo que fue China? ¿Cuáles?
El capitalismo está siempre buscando nuevas vías
para extraer valor de la población trabajadora. La globalización de la fuerza
de trabajo bajo el modo de producción capitalista desde 1980 fue un factor
poderoso para contrarrestar la caída de la rentabilidad del capital que las
grandes economías imperialistas sufrieron en los ‘70. Explotar nuevas fuentes
de fuerza de trabajo en Asia, América Latina, África y las economías
post-soviéticas fue significativo. Y el ejército de reserva de fuerza de
trabajo en campesinos, trabajadores rurales y subempleados urbanos no se
encuentra aún agotado. No hay nada como la fuerza de trabajo de China, aunque
esta no puede ser utilizada plenamente para la ganancia capitalista de todos
modos. Pero aún hay más valor para extraer en India, Birmania, Vietnam,
Indonesia, Brasil, África, etc. El capitalismo no está muerto aún.