Charles
Pierre Baudelaire nació en la calle Hautefeuille de París, Francia, el 9 de
abril de 1821, en plena época de la Restauración. Su padre, Joseph Francois,
era un ex-seminarista, profesor de dibujo y pintor que con más de sesenta años
engendró al futuro escritor al que le enseñaría las primeras letras. Tenía un
hijo de su primer matrimonio: Claude Alphonse. Su madre Caroline dio a luz a Charles
cuando no había cumplido los treinta. Seis años después, al morir el padre, su
viuda se casó en segundas nupcias con el comandante Jacques Aupick (1789-1857). Baudelaire
que conservaba de los primeros años de su infancia un grato recuerdo de su
padre, rápidamente sintió animadversión por el nuevo esposo de su madre, un
sentimiento que, al parecer, fue recíproco, lo que conllevó conflictos
familiares que se transformaron en una constante de su infancia y adolescencia.
En la
época en que sucedieron las jornadas revolucionarias de junio de 1830 que
obligaron a abdicar al ultra absolutista monarca Carlos X de Borbón (1757-1836)
para ser substituido por Luis Felipe de Orleans (1773-1850), el padrastro de Baudelaire
consiguió la graduación de teniente coronel y tuvo que desplazarse a Lyon. Allí
Baudelaire fue internado en el Collége Royal, del que guardaría un mal
recuerdo. Cuando volvieron a ascender a su padrastro, esta vez a general del
Estado Mayor, la familia regresó a París y el joven pasó entonces al internado
del Collège Louis le Grand, donde al cabo de dos años, en 1839, fue expulsado
sin que se sepa todavía el porqué, aunque consiguió aprobar el examen de grado
superior.
A pesar de
sentir una clara vocación por las letras tras la lectura de Charles Sainte
Beuve (1804-1869), André Chénier (1762-1794) y Alfred de Musset (1810-1857), se
matriculó en 1840 en la Facultad de Derecho de la Université de Paris, curiosamente
junto con otros poetas como Gustave Le Vavasseur (1819-1896) y Ernest Prarond
(1821-1909). Dos años antes, a los diecisiete, había escrito sus primeros versos,
que serían ya característicos.
Poco
después, inició su afición a la vida bohemia y disipada caracterizada por sus
continuos choques con el ambiente familiar y su inclinación hacia las drogas. Por
entonces se vinculó con jóvenes poetas del Barrio Latino y empezó a frecuentar
prostíbulos. A través de una extraña relación con "Louchette", una
prostituta de origen hebreo, fue quizá que contrajo una enfermedad venérea que
estaría latente toda su vida y que motivaría más adelante su poema "Une
nuit que j'étais près d'une affreuse juive" (Una noche que estaba junto a
una horrible judía). Su círculo de amistades literarias, mientras tanto, se fue
ensanchando: Honoré de Balzac (1799-1850), Charles Sainte Beuve (1804-1869) y
Gérard de Nerval (1808-1855) entre otros.
Para
alejarlo de ese ambiente, su padre adoptivo lo embarcó en el buque Paquebot des
Mers du Sud con destino a Calcuta el 9 de junio de 1841. El viaje fue
interrumpido a mitad de camino por una tempestad y el joven conflictivo,
enfermo y deprimido psicológicamente, regresó desde la isla Reunión en otro
barco. La aventura imprimió una profunda huella en el poeta. Fruto de esa
experiencia surgieron sus poemas "À une dame créole" (A una dama
criolla) y "Le voyage " (El viaje).
En 1842,
nuevamente en París, entabló amistad con Théophile Gautier (1811-1872) y
Théodore de Banville (1823-1891) y, al cumplir los veintiún años, recibió la herencia
de su padre biológico (75.000 francos) que le permitió independizarse. Abandonó
entonces el piso familiar y se instaló en un pequeño apartamento del Hôtel de
Lauzun junto al río Sena. En el pequeño teatro situado en la rue Saint Jacques
del Barrio Latino, el Théâtre du Panthéon, conoció a Jeanne Duval (1820-1862),
una actriz mulata nacida en Haití de la que se enamoró y a quien dedicaría
varios de sus más brillantes y controvertidos poemas: "Le balcon" (El
balcón), "Parfum exotique" (Perfumes exóticos), "La
chevelure" (La cabellera) y "Le serpent qui danse" (La serpiente
que danza).
Los
continuos derroches obligaron a su padrastro a controlar la herencia, dándole
una pequeña cantidad trimestral. Cambió entonces de domicilio y para conseguir
dinero, comenzó a publicar de forma anónima. Se instaló en un hotel por 350
francos al año y es allí donde formó el "Club des Haschischins" (Club
de fumadores de haschis). Baudelaire tomaba opio en forma de láudano desde
joven, pero el haschis era, en aquellos días, signo de estatus en los círculos
literarios.
En septiembre
de 1844, su madre consiguió que se nombrara a un asesor judicial como su
administrador. La tarea recayó en el notario de Neully, un funcionario
completamente ajeno a la literatura que no perdió jamás de vista los intereses
de su patrimonio y sólo le asignó una pequeña renta mensual, situación que
profundizó sus conflictos familiares. En la correspondencia del escritor
figuran testimonios, casi diarios, de los sufrimientos que soportó en el curso
de los veintidós años de vida que le quedaban, y durante los cuales, a pesar de
la miseria, la enfermedad, las deudas y también el hambre, pudo sin embargo,
desarrollar su obra.
Su primera
publicación, firmada Baudelaire-Dufäys fue "Le salon" (El salón,
1845), un libro de crítica de arte en el que elogió la obra de pintores como
Eugène Delacroix (1798-1863) y Édouard Manet (1832-1883), por entonces todavía
muy discutidos. Paralelamente, la revista "L'artiste" publicó el antes
mencionado poema "A una dama criolla" que fuera compuesto en la isla
Mauricio, durante una escala en su fallido viaje de 1841.
Este mismo
año, como las deudas se acumulaban incesantemente, planeó con la Duval un falso
suicidio. Baudelaire, luego de dejarle sus escritos a Banville y pedirle a su
amigo el químico Louis Ménard (1822-1901) que le preparase ácido prúsico, se
hizo un pequeño corte en el pecho con un cuchillo en un cabaret de la calle
Richelieu. El fraude sirvió para que su padrastro cancelara alguna de sus
deudas. Luego fue hospedado por su madre hasta su curación y, una vez recuperado,
volvió a vivir con su amante en el barrio Ile Saint Louis.
Durante
1846 publicó algunos poemas y ensayos en las revistas
"Corsaire-Satan", "L'espirit public" y
"L'artiste", y al año siguiente publicó bajo el seudónimo de Charles
Dufays su único cuento, "La Fanfarlo", en el "Bulletin de la société
des gens de lettres" con notables influencias de Balzac. Por entonces leyó
a Ernst T. A. Hoffmann (1776-1822) y Edgar Allan Poe (1809-1849), escritores por él
considerados vanguardistas. Con el autor de "The fall of the House of
Usher" (La caída de la Casa Usher) y "The pit and the pendulum"
(El pozo y el péndulo), entre muchísimas otras obras, quedó conmovido hasta el
punto de dedicarse durante diecisiete años a traducir toda su producción,
traducciones que, por entonces, fueron las únicas existentes en francés.
En febrero
de 1848 tuvo lugar en París la revolución que derrocó al gobierno corrupto de
Luis Felipe I y provocó la llegada al poder de la Segunda República francesa.
Baudelaire estuvo en las barricadas y escribió para el periódico de tendencia
socialista "Le salut publique". Durante la revolución trabó amistad
con el pintor Gustave Courbet (1819-1877) quien más adelante pintaría un
retrato suyo, y con Auguste Poulet Malassis (1825-1878), activo participante en
la insurrección y futuro editor de sus obras. Su madre, mientras tanto, se
marchó a Estambul acompañando a su esposo que había sido nombrado embajador.
Cuando en 1851 Luis Napoleón Bonaparte (1808-1873) dio un golpe de estado y
asumió todos los poderes, Baudelaire estaba enfurecido, quizá también porque
designó a su padrastro como embajador en Madrid.
En 1855 se
celebró en París una Exposición Universal y Baudelaire recibió el encargo de
hacer la crítica de los salones de pintura, cosechando con ello un gran éxito,
al tiempo que, al fallecer su padrastro, reanudó la relación epistolar con su
madre. Por fin, el 25 de junio de 1857 apareció la principal obra del poeta
"Les fleurs du mal" (Las flores del mal), una recopilación de poemas trabajados
minuciosamente durante ocho años que Baudelaire había vendido al editor Poulet
Malassis el 30 de diciembre del año anterior.
Inmediatamente
después de su publicación, el gobierno francés acusó a Baudelaire de atentar
contra la moral pública y las buenas costumbres, y la edición fue confiscada
por mandato judicial. A pesar de que la élite literaria francesa salió en su
defensa, Baudelaire fue multado y seis de los poemas contenidos en el libro
desaparecieron en las ediciones posteriores (la censura no se levantó hasta
1949). El poeta fue procesado en medio del escándalo general azuzado por el
periodista Gustave Bourdin (1820-1870) en la edición del 5 de julio del
periódico conservador "Le Figaro", en el que aseguraba que la obra
era "un libro lleno de monstruosidades; un hospital abierto a todas las
demencias del espíritu, a todas las podredumbres del corazón". Dos semanas
después, a pesar de la intervención del crítico literario Édouard Thierry (1813-1894)
-quien publicó un elogioso artículo en el "Moniteur universel" del 14
de julio-, el procurador general requirió una acción judicial contra el poeta,
su editor y el impresor. Así pues, el 20 de agosto Baudelaire fue llevado a
comparecer ante la Sala Sexta del Tribunal del Sena al entender "que las
piezas incriminadas, debido a su realismo grosero y ofensivo, conducían
necesariamente a la excitación de los sentidos".
En su
defensa, Baudelaire respondió: "Todos los imbéciles de la burguesía que
pronuncian las palabras inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me
recuerdan a una puta de a cinco francos que una vez me acompañó al Louvre,
donde ella nunca había estado, y empezó a sonrojarse y a taparse la cara.
Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros
inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias". A
pesar de su condena, en 1859 y 1860 el Ministerio de Instrucción Pública le
concedió una ayuda de 300 francos, pero ante el público quedó identificado,
incluso hasta mucho después de su muerte, con la depravación y el vicio. Amargado,
incomprendido, Baudelaire se aisló aún más.
Su
siguiente obra, "Les paradis artificiels" (Los paraísos artificiales,
1860), es un relato de sus experiencias con las drogas en el cual se percibe
una notable influencia de Thomas de Quincey (1785-1859), el periodista, crítico
y escritor británico autor de "Confessions of an english opium eater"
(Confesiones de un opiómano ingles) que había aparecido publicado en el "London
Magazine" en 1821 y que se caracterizó por ser un agudo crítico del
decadentismo de la sociedad inglesa en general. Ya por entonces, Baudelaire
leía con admiración -y cierta desconfianza- a dos escritores todavía
desconocidos: Stéphane Mallarmé (1842-1898) y Paul Verlaine (1844-1896)
quienes, cinco años después, comenzaron a reconocerlo como uno de sus maestros.
En esta época
también vieron la luz los artículos "Richard Wagner et Tannhäuser à
Paris" (Richard Wagner y el Tannhaüser en París) -aparecido en la "Revue
européenne"-, y "Le peintre de la vie moderne" (El pintor de la
vida moderna) -publicado por "Le Figaro"-, opúsculos en los que
elogió a los artistas Richard Wagner (1813-1883) y Constantin Guys (1802-1892)
respectivamente, a quienes consideraba como la síntesis de un arte nuevo.
También publicó algunos poemas en "L'artiste", "Le
boulevard" y "La presse" -lo que no alivió su precaria condición
económica- y presentó su candidatura a la Academia Francesa, postulación que fracasó
debido a la oposición de los académicos.
Por
entonces sus ataques crónicos se agudizaron con trastornos nerviosos, cólicos y
dolores musculares, y las cápsulas de éter y el opio eran sus compañeros
inseparables. Se empeñó entonces en la segunda edición de "Las flores del
mal", la que, sin los seis poemas censurados en 1857, incluyó unos treinta
y cinco textos inéditos. Escribió también varios artículos, entre ellos uno
sobre "Les misérables" (Los miserables) de Victor Hugo (1802-1885), y
un ensayo sobre la novela "Madame
Bovary" (La señora Bovary) de Gustave Flaubert (1821-1880), escritor que
también había sido juzgado por inmoral pero, a diferencia de Baudelaire, fue
declarado inocente.
A partir
de abril de 1864 y hasta marzo de 1866 vivió en Bélgica a cubierto de sus
acreedores y en donde pensaba tener mayor libertad. Pronunció una serie de
conferencias sobre sus pintores favoritos y su obra "Los paraísos
artificiales" que no tuvieron el éxito esperado, e intentó publicar sus
obras, un proyecto que naufragó muy pronto por falta de editor. Desilusionado
por esta experiencia escribió "Belgique deshabillée" (Bélgica al
desnudo). Todo esto lo desanimó sensiblemente en los meses siguientes hasta que,
el 4 de febrero de 1866, sufrió un ataque de parálisis cerebral en la iglesia
de Saint Loup de Namur seguido de la pérdida del habla y su madre hizo que lo
llevasen de nuevo a París.
De regreso
en su ciudad natal fue internado en la clínica del doctor Guillaume Émile Duval
(1825-1899), un reputado especialista en salud mental. Simultáneamente se
publicaban algunos de sus poemas en "La vie parisienne" y en la
"Revue de París" otros seis poemas en prosa titulados "Le spleen
de París" (El hastío de París). Mientras tanto su enfermedad se agravó
rápidamente y su vida no fue ya más que una lenta agonía que se prolongó durante
un año. Visitado por sus amigos y cuidado por su madre hasta sus últimos
momentos, falleció el 31 de agosto de 1867, a la edad de 46 años. Fue enterrado
en el cementerio de Montparnasse al lado de su padrastro y en cuyo mausoleo
reposaría también su madre cuatro años después.
A su
funeral asistieron un centenar de amigos y escritores. La Société des Gens de
Lettres no envió a ningún delegado. Idéntica inacción mostraron los periódicos
locales. Solamente el escritor Edmond de Goncourt (1822-1896), autor de un
valioso testimonio sobre la sociedad literaria parisina de fines del siglo XIX
al que llamó "Journal" (Diario) escribió impiadosamente: "La
locura del artista, del escritor, hace que se los sobrestime una vez muertos;
del mismo modo que la guillotina contribuye al ascenso de la escritura de los
guillotinados en los catálogos de autógrafos".
Póstumamente
se publicaron muchas de sus obras que permanecían inéditas y su
correspondencia. Así, fueron apareciendo con el correr de los años "Les épaves"
(Los despojos), "Curiosités esthétiques" (Curiosidades estéticas),
"Fusées" (Cohetes), "Mon coeur mis à nu" (Mi corazón al
desnudo) y los "Journaux intimes" (Diarios íntimos). El
reconocimiento, tanto de la crítica como de la sociedad en general, como suele
suceder, llegaría mucho tiempo después. Fue necesario esperar hasta 1902 para
la inauguración de un monumento en su honor en el cementerio de Montparnasse y
hasta 1922 para que comenzaran a publicarse sus obras completas.
Baudelaire
fue con toda justicia el iniciador de la poesía moderna. En sus obras vertió la
experiencia dolorosa de su vida, muchas veces de modo simbólico, mezclando su
obsesión por la muerte, la sensualidad y el misticismo. "Perdido en las
fealdades de este mundo y atrapado por las multitudes -escribió-, soy un hombre
cansado cuyo ojo no alcanza a ver, en la hondura de los años, sino inquietudes
y amarguras, viendo ante mí tan sólo un huracán en el que nada nuevo se
contiene, vacío de dolor y de enseñanzas".
Y, acaso
premonitoriamente, en uno de los textos de sus diarios puede leerse: "El
mundo va a acabarse. No es en especial por las instituciones políticas como se
vendrá a manifestar por cierto la ruina universal, sino por la vileza a que
llegarán los corazones. ¿Es preciso que diga que lo poco que quedará de lo
político se debatirá entre la opresión de una animalidad ya general, y que los
gobernantes se van a ver forzados, para mantenerse y proyectar un fantasma de
orden, a recurrir a medios que harían estremecer nuestra humanidad de hoy, sin
embargo ya tan endurecida? Esos tiempos están quizá muy próximos; ¿quién sabe
si no han llegado ya, y si el pesado espesamiento de la que es nuestra
naturaleza no es el único obstáculo que impide que apreciemos ese medio en el
cual respiramos?".