12 de septiembre de 2025

Argentina, septiembre de 2025: elecciones letales, malhumor social y cambios cosméticos

El escritor inglés D. H. Lawrence (1885-1930) dijo alguna vez que había “que creerle siempre a la narración, nunca al narrador”, dando por sentado que lo que era importante no era estimar al escritor sino al contenido de su obra. Autor de una prolífica y diversa obra que incluyó novelas, cuentos, poemas, obras de teatro, ensayos y críticas literarias, durante el primer cuarto del siglo XX -en novelas como “Sons and lovers” (Hijos y amantes), “The rainbow” (El arco iris) y “Lady Chatterley's lover” (El amante de Lady Chatterley)-, criticó a la moral burguesa y al capitalismo desenfrenado de la sociedad de su época dada su deshumanización, la excesiva racionalización, la obsesión por el dinero y la dependencia de la tecnología. Un siglo después, sus ideas parecen tener una notable relevancia en buena parte del mundo y en la Argentina son más que apreciables. Si se toma por “narrador” al actual presidente argentino y por “narración” al presente caos económico y social que vive el país, es fácil advertir que es mucho más creíble la alarmante situación de la mayoría de los argentinos que las promesas, los embustes, las falsedades y las hipocresías de su presidente. La “narración” de este “narrador” se circunscribe al desfinanciamiento de la ciencia, la salud y la educación pública, al congelamiento de las jubilaciones, a la reducción de los medicamentos gratuitos que ofrecía la obra social estatal de los jubilados y pensionados, a la apertura importadora que afecta a las economías provinciales, al freno a las subas salariales mediante el sistema de paritarias que permitía la negociación entre la patronal y los trabajadores, a la paralización de las obras públicas, a la promoción de la especulación financiera, a la gobernanza a través de decretos de necesidad y urgencia, al veto de los proyectos de leyes aprobados por el Congreso, a la suspensión de miles de pensiones por discapacidad… La lista es larga.
Varias encuestas de alcance nacional, de reciente aparición, coinciden en señalar que prácticamente dos tercios de la población siente que su situación personal ha empeorado, que sus ingresos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, que teme perder su empleo, que cada vez les cuesta más llegar a fin de mes, que la corrupción es uno de los mayores problemas que enfrenta el país, etc. Todos estos datos revelan una tendencia dominante en la opinión pública marcada por el descreimiento, la desconfianza, un creciente malestar y un gran descontento. Y, sin dudas, esta percepción de la situación actual del país fue un factor determinante en el resultado de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires que tuvieron lugar el pasado domingo 7 de septiembre, en las cuales el oficialismo sufrió una contundente derrota a manos del peronismo. Este hecho llevó a dos de las más grandes empresas internacionales especialistas en inversiones financieras -Bloomberg y Morgan Stanley- a resaltar que la “humillante derrota electoral obliga al presidente argentino a enfrentar una serie de errores políticos” y que el “fuerte revés electoral recibido por el gobierno en la provincia de Buenos Aires incrementa la probabilidad de un escenario central negativo”. Esa señal de alerta volcada en las urnas, que está directamente relacionada con los efectos negativos que tiene sobre la población un programa económico de ajuste estructural, parece no haber afectado al presidente (o por lo menos así intenta demostrarlo) quien, en su primer discurso después de las elecciones, declaró sin ruborizarse que “más allá de este resultado electoral, quiero señalarle a todos los argentinos que el rumbo por el que fuimos elegidos en el año 2023 no se va a modificar, sino que se va a redoblar. No se retrocede ni un milímetro en la política del gobierno, el rumbo no sólo se confirma, sino que lo vamos a acelerar y profundizar más”. Y al día siguiente lanzó “una mesa política nacional” conformada por quienes, menos uno, ya eran parte de la primera línea de gobierno, esto es, los mismos funcionarios de siempre, los que, tras su primera reunión, ratificaron el rumbo del gobierno, criticaron a opositores, medios periodísticos y empresarios, anunciaron que “no habrá cambios de gabinete, así como tampoco se cambiará el rumbo económico” y afirmaron que están dispuestos “defender el proyecto con uñas y dientes”.


La prensa internacional no fue ajena al resultado de las elecciones de la provincia de Buenos Aires, una provincia que concentra a casi el 40% de la población nacional y es fundamental para la economía argentina por su alto peso en el PBI, concentrando una gran parte de la actividad industrial y agropecuaria, y canalizando más de un tercio de las exportaciones nacionales. En España, por ejemplo, el diario “El País” tituló: “El peronismo arrasa en Buenos Aires”, agregó que ese partido superó por más de trece puntos “a los candidatos ultraderechistas en la elección para legisladores provinciales”, y concluyó que “es mala idea en Argentina dar por muerto al peronismo antes de tiempo”. También en España, el diario “El Mundo” tituló: “Contundente victoria del peronismo sobre los candidatos de Milei en Buenos Aires” y opinó que fue “un duro golpe para el presidente al frente de un gobierno que se hunde en la incertidumbre”. Por su parte, en Italia el diario “La Repubblica” tituló: “El partido de Milei sufre una derrota mientras los peronistas ganan las elecciones provinciales de Buenos Aires”. Además, hizo hincapié en que “el resultado de las elecciones llega en un momento particularmente difícil para el gobierno”, al hacer referencia al escándalo de las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). Y en otro artículo dijo: “Derrota de Milei: los peronistas ganan las elecciones provinciales de Buenos Aires”. Y agregó que el resultado llegó en medio de un escándalo de corrupción que involucra a la hermana del presidente y comparó, además, el contraste con su triunfo de 2023: “Entonces prometió sacar al país de la crisis con recortes radicales del gasto público; hoy esa promesa empieza a flaquear”.
Por otro lado, en Estados Unidos el “Financial Times” tituló que el mandatario nacional sufrió “un duro revés en las elecciones de Buenos Aires” y lo atribuyó a la caída de la popularidad del mandatario tras el escándalo de las coimas. Además, consideró que “el resultado también reavivó las dudas sobre el programa de reformas del presidente, quien esperaba que las elecciones intermedias ampliaran su base en el Congreso e impulsaran las reformas”. Mientras tanto, “El País” de Uruguay resaltó: “Contundente derrota del gobierno argentino frente al peronismo” y afirmó que la diferencia fue “más dura de lo esperado” por la Casa Rosada. En Paraguay, el diario “ABC” publicó: “El peronismo aplasta al partido de Milei en el mayor distrito electoral del país, clave para las elecciones nacionales de octubre”. En Chile, “El Mercurio” tituló: “El oficialismo sufre una paliza en Buenos Aires” y comentó que “los resultados fueron un balde de agua fría para el oficialismo”. En tanto “La Tercera” encabezó: “Oficialismo sufre paliza en legislativas de la provincia de Buenos Aires y Milei ve amenazado el rumbo de la economía”, y puntualizó que el peronismo logró “un triunfo histórico”. En Brasil, “O Globo” hizo foco en el discurso del presidente: “Milei admite la clara derrota en Buenos Aires, pero promete acelerar reformas”. Y agregó que el voto actuó como “termómetro de las legislativas nacionales de octubre”. Y “Folha de S. Paulo”, por su parte, publicó: “Milei sufre derrotas en Buenos Aires en medio de la crisis de su gobierno”, señalando también que “la imagen presidencial quedó golpeada tras los audios de presunta corrupción de su hermana, la secretaria general de la presidencia”.


Pero no solamente los medios periodísticos opinaron sobre el resultado de las elecciones bonaerenses, también lo hicieron empresarios libertarios argentinos. El ejecutivo de una asesoría financiera Miguel Boggiano, por ejemplo, manifestó que “no hay caso. La gente de La Matanza ama cagar en un tacho y caminar en calles de barro”. Se refirió al municipio más poblado de la provincia en donde el peronismo obtuvo una de las mayores diferencias porcentuales de votos. Por su parte Lucas Salim, vicepresidente de la Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos de Córdoba, opinó sobre los votantes bonaerenses: “Es oficial que uno de cada dos bonaerenses vive de la teta del Estado. Cagan en un balde y votan a los que les roban en la cara. Son burros, son brutos, son pobres por como votan, pero están acostumbrados a que ‘el patrón’ político les regale una chapa y con eso les alcanza. El conurbano bonaerense es una cloaca en todo sentido, hoy gana la casta, los medios, los curros y el choreo. Y bueno, a tomar decisiones se ha dicho. Esto es la Argentina que nunca entenderías... Le deseo a los bonaerenses 25% de inflación, desabastecimiento y más desnutrición infantil, así la próxima aprenden a votar”. Y el ministro de Economía Luis Caputo afirmó: “que haya elecciones cada dos años en nuestro país es una ridiculez. Más allá de si es plan de estabilización o no, es un costo altísimo, a la sociedad no le interesa y es algo que para mí habría que revisar”. Y adelantó que “las reformas que vamos a implementar van a ser espectaculares”, ya que “son todas esas cosas que la gente pide”.
Un dato llamativo de lo ocurrido en estas elecciones tiene que ver con los jóvenes menores de treinta años. Ellos fueron el motor del crecimiento de La Libertad Avanza y decisivos para el triunfo en las elecciones del año 2023. Sin embargo, ese fervor se licuó. Fueron los jóvenes los que tuvieron menor predisposición a ir a votar y sólo una cuarta parte de los que lo hicieron votaron por el oficialismo. De manera creciente su escepticismo ha ido aumentando. Así como hace un par de años sostenían las políticas del gobierno libertario e identificaban a los gobiernos anteriores como los principales responsables del malestar socio-económico, hoy en día los integrantes de este grupo etario están muy preocupados por el desempleo, el aumento de los precios y el endeudamiento personal y familiar. Así como se disparó el desempleo en el sector privado registrado, para los jóvenes parece ser que la única posibilidad de conseguir un empleo es la economía informal haciendo repartos a domicilio con motos o bicicletas mediante plataformas digitales, una tarea que limita enormemente sus oportunidades de crecimiento profesional y personal ya que no es más que una relación intermitente, fragmentaria y desprotegida de un marco regulatorio que proteja sus derechos laborales básicos. Para ellos, el individualismo se convirtió en una forma de supervivencia. Tal vez esta precariedad laboral y la incertidumbre sobre su futuro es lo que los lleva a tomar drásticas decisiones. Según un informe elaborado por la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, en los últimos dos años se notificaron alrededor de cinco mil intentos de suicidio en jóvenes menores de treinta años, especialmente varones.
A todo esto, el presidente libertario a pesar de la contundente derrota en las elecciones bonaerenses, realizó una escenificación de cambios en su organización interna. Los “cambios” incluyeron un rumbo económico que se repite a sí mismo y continúa inalterado, y el habitual refugio en el FMI. En esa línea, vetó primero las leyes de financiamiento universitario y de emergencia pediátrica, que implicaba más fondos para el Hospital Garrahan, y al día siguiente hizo lo mismo con el proyecto de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) a las provincias. Tras la toma de estas medidas, el vocero presidencial declaró en una entrevista que todas esas leyes eran “delirios populistas” o iniciativas “inviables”. “No vamos a entrar en el juego populista, no vamos a dejar que el Congreso haga desastres en pos de tener un voto más en la elección”, argumentó. Y también posteó: “Sabemos que es difícil, pero este es el único camino posible para salir del pozo en el que nos dejaron. Nos metimos en esto para cambiar de raíz este país. Es lo que estamos haciendo y lo que vamos a seguir haciendo, aunque los medios, los políticos, los empresarios, y todos los que quieren detener el cambio nos ataquen”. Ante la continuidad de estas decisiones parece inevitable recordar la sentencia “cambiar todo para que nada cambie”, una frase popularizada por la novela “Il gatopardo” (El gatopardo) de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957). Publicada póstumamente en 1959, en ella el escritor italiano describió la adaptación de las clases dirigentes para conservar su posición frente a las transformaciones sociales y políticas. De allí surgió el aforismo “gatopardismo” para definir la estrategia que, a través de cambios superficiales o aparentes, busca mantener la posición y las estructuras de poder existentes.


En medio de una situación social en la cual miles de familias viven endeudadas con sus tarjetas de crédito para cubrir gastos básicos como alimentos debido a la pérdida del poder adquisitivo y los salarios estancados, también se podría comparar las políticas del gobierno de La Libertad Avanza con las conocidas como “bonapartismo”, la ideología política surgida de la figura del emperador francés Napoleón Bonaparte (1769-1821), quien ejerció un gobierno autoritario y personalista con apoyo popular, emitiendo decretos y eludiendo el poder parlamentario. ¿Esto por qué? Porque a pesar de la calamitosa situación provocada por este gobierno personalista y autoritario que elude sistemáticamente los derechos democráticos, su gestión aún cuenta con casi un 40% de la población que lo apoya. Estos seguidores parecen ignorar que el presidente argentino es un fervoroso creyente de las teorías desarrolladas por los economistas de la Escuela Austríaca, una corriente de pensamiento económico que enfatiza la importancia de las decisiones individuales impulsadas por el interés propio y el predominio del libre mercado como motor de la economía. Esta doctrina económica se originó en Viena a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, de la mano de, entre otros, los economistas Carl Menger (1840-1921), Eugen von Böhm Bawerk (1851-1914) y Friedrich von Wieser (1851-1926). Tras su declive luego de la Segunda Guerra Mundial, atrajo un renovado interés en la década de 1970 cuando Friedrich von Hayek (1899-1992) ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas de 1974. En esa misma década nació el anarcocapitalismo fundado por el economista estadounidense Murray Rothbard (1926-1995) quien no sólo propuso someter toda la vida social a la magia de los mercados manejados por las grandes empresas multinacionales oligopólicas, sino que también propuso la lisa y llana abolición del Estado, propuestas todas ellas a las que el presidente argentino manifestó adherir fervorosamente desde la campaña electoral en 2023.
En fin, luego de recibir un apoyo explícito del Fondo Monetario Internacional, el presidente anarcocapitalista ratificó los lineamientos centrales de la política económica de su gobierno y enumeró los tres ejes centrales de su plan: equilibrio fiscal, mercado monetario ajustado y el mantenimiento las bandas cambiarias en la cotización del dólar. Además, prometió que seguirá el proceso de desregulación que incluye una reforma laboral y una reforma previsional. Una reciente encuesta realizada por la Universidad de San Andrés revela que sólo el 37% de los encuestados se muestra satisfecho con la marcha general del país, mientras que el nivel de insatisfacción alcanzó el 63%. Ante el evidente cambio del humor social que no sólo se muestra en las calles y en las urnas sino también en las redes sociales, la pregunta que surge es la siguiente: ¿seguirá gobernando de espaldas al pueblo? Todo parece indicar que sí.

3 de septiembre de 2025

Cuentos selectos (XXXV). Luisa Valenzuela: “La mancha roja”

Autora de una treintena de libros, la escritora, periodista y traductora argentina Luisa Valenzuela (1938) es ampliamente reconocida tras algo más de cinco décadas en las que desarrolló una prolífica obra que abarca novelas, cuentos, microrrelatos, ensayos, escritos autobiográficos y textos periodísticos. Nacida en Buenos Aires, quien es considerada una heredera del movimiento literario conocido como “Boom Latinoamericano” se sintió atraída por la escritura desde joven y empezó a publicar textos en la adolescencia en diversas revistas como “Atlántida”, “El Hogar” y “Esto Es”. A fines de la década de ’50 viajó a París como corresponsal del diario “El Mundo” y colaboró como periodista en la Radiodiffusion Télévision Française (Radiotelevisión Francesa). Allí se relacionó con miembros del movimiento literario “Nouveau Roman” y de la revista literaria “Tel Quel”, y escribió “Hay que sonreír”, su primera novela. A su regreso, en 1961, escribió artículos en el diario “La Nación” y luego en la revista “Crisis”. En 1969 obtuvo la beca Fullbright, con la que participó en los Internacional Writer’s Workshops (Talleres Internacionales de Escritura) patrocinados por la Iowa State University, una universidad pública estadounidense localizada en Ames, en el estado de Iowa. Estando allí escribió su segunda novela: “El gato eficaz” y luego pasó un par de años viviendo en México, París y Barcelona, período en el cual escribió la novela “Como en la guerra”. Luego, en 1974, como becaria del Fondo Nacional de las Artes tuvo una breve permanencia en Nueva York donde investigó aspectos de la literatura marginal norteamericana de aquel entonces.


En los años ’70, estando en Buenos Aires publicó los libros de cuentos “Aquí pasan cosas raras” y “Cambio de armas” y la novela “Como en la guerra”, obras en las que, mediante la ficción, denunció la violencia descarnada, la censura, la represión y el terror que imperaban en el país, primero por parte de la organización parapolicial peronista Triple A y luego de la mano de la dictadura cívico-militar conocida como Proceso de Reorganización Nacional. En medio de esa situación, en 1979 se exilió en Nueva York, ciudad en la que fue invitada por la Columbia University en calidad de Escritora en Residencia. Allí permaneció diez años trabajando como profesora adjunta de Literatura latinoamericana y dictando diversos seminarios y talleres de escritura hasta que, en 1989, volvió definitivamente a su ciudad natal. Entre sus obras pueden mencionarse los libros de cuentos “Los heréticos”, “Donde viven las águilas”, “Simetrías”, “Tres por cinco”, “Juego de villanos”, “Tres por cinco”, “El chiste de Dios y otros cuentos” y “Cuentos de Hades revistados”; los tomos de microrrelatos “Libro que no muerde” y “Zoorpresas zoológicas”; las novelas “Cola de lagartija”, “Novela negra con argentinos”, “Realidad nacional desde la cama”, “La travesía”, “El mañana”, “Cuidado con el tigre”, “La máscara sarda”, “El profundo secreto de Perón” y “Fiscal muere”; y los volúmenes de ensayos “Peligrosas palabras”, “Escritura y secreto”, “Los deseos oscuros y los otros (cuadernos de New York)”, “Taller de escritura breve”, “Entrecruzamientos. Cortázar-Fuentes”, “Diario de máscaras, “Lecciones de arte”, “La cortina negra”, “La mirada horizontal” y “Los tiempos detenidos”. Su particular abordaje de temas relacionados con el poder, el cuerpo, el humor y el lenguaje la han convertido en objeto de estudio en universidades de todo el mundo. Gran parte de sus obras han sido editadas en una veintena de países y traducidas al inglés, francés, alemán, holandés, italiano, portugués, serbio, coreano, japonés, persa y árabe.


Actualmente reside en la Argentina, donde sigue escribiendo columnas periodísticas entre las que se pueden mencionar “Conti: la entera conspiración”, “Borges revisitado” y “Creatividad vs. violencia”, y participa en cursos, talleres, seminarios y conferencias. El cuento que sigue a continuación formó parte de su libro de ensayos “¿De dónde vienen las historias?” publicado en 2024.

LA MANCHA ROJA

Raro que a un comisario le interesen las artes plásticas, por más retirado que esté. Pero Masachesi era así, un tipo raro a decir de sus colegas; o más bien fiel a sí mismo, cosa rara en la fuerza policial. Por eso mismo aceptó un retiro temprano, cuando ya no le permitieron dedicar su tiempo a investigar los crímenes en su seccional, de eso se ocuparía la flamante “policía científica” que eran unos fatuos inoperantes, y él, el comisario más respetado, debía limitar su empeño a reprimir manifestaciones opositoras. Se sintió indigno y sucio y aceptó la media jubilación que le ofrecieron con tal de sacárselo de encima. ¡Chau Respetado! lo saludaron sus colegas con cierto desdén cuando él se despidió de la comisaría para siempre.
Pero para siempre no, entendió esa misma mañana cuando leyó en el diario que acababan de inaugurarse una galería de arte casi frente a su antigua seccional, y allí exponía un viejo y talentoso pintor oriundo del barrio. Masachesi vio su oportunidad. Más de una vez había intentado llevar a su querido nieto Ismael de visita a diversas galerías y museos, y el chico se había resistido como gato panza arriba según propias palabras. Ahora no se resistiría, tenía el señuelo perfecto. Irían a la galería, sí, y prometé no hinchar diciendo que te aburrís, mirá bien los cuadros, tratá de interesarte y en premio te llevo a la comi a saludar a los muchachos y les podrás preguntar lo que quieras y hasta ver de cerca un arma reglamentaria. Porque el pequeño Ismael, de decididos siete añitos, no quería ser pintor, no. Quería ser comisario como su abuelo, ¡porca miseria!
Grandes cuadros gigantescos, hiperrealistas, como gigantografías. Ese viernes por la tarde, Masachesi de traje y corbata e Ismael con su mejor jean y su peor expresión iban avanzando lentamente por la galería, deteniéndose ante cada obra, el abuelo queriendo compenetrarse mientras el nieto miraba para otro lado buscando una vía de escape. Hasta que llegaron a una pintura asaz macabra con un cartelito que rezaba “El crimen perfecto, óleo sobre tela”. A Masachesi le indignó el título del cuadro, esa cosa no existe se dijo, no hay crimen perfecto, y no le prestó atención a la imagen habiendo visto tanto de eso en la realidad. Pero Ismael, que jamás había visto nada parecido en la realidad, sólo quizá un atisbo de algo semejante en su calenturienta imaginación de niño proclive al detectivismo, se quedó mirando a la mujer despatarrada sobre la cama, un brazo colgando en el vacío, enteramente vestida con falda verde a cuadros blancos y amarillos, algo arremangada pero no demasiado, y una blusa blanca con cuello y puños amarillos pintados con lujo de detalles que hasta al pequeño Ismael le resultaron admirables. Pero lo que en verdad le llamó la atención, lo que lo dejó clavado en su sitio un poco temblando y tratando de entender algo que no podía discernir, era esa vibrante mancha roja que chorreaba del cuello de la mujer y corría a lo largo de su brazo hasta empapar el piso. El piso del cuadro, naturalmente. Y quedó como hipnotizado ante esa mancha, tan roja y brillante. Tan viva.
A pesar de sus escasos siete años recién cumplidos -pero eran años con grandes aspiraciones- Ismael entendió perfectamente que se trataba de sangre, sangre que seguía manando como aquella vez que se cortó con una hoja de papel la yema del dedo gordo y no había forma de parar el chorro. Rojo, rojo, rojo. Entonces el cuadro pintaba un asesinato, y el pequeño aspirante a comisario-detective no podía ignorarlo. Un crimen perfecto, es decir nunca develado ¡vaya desafío!
Ante la mancha roja el chico parecía haber perdido la noción del tiempo. Su abuelo también. En la otra punta de la sala conversaba vivamente con la galerista. Ella había reconocido al viejo comisario de su infancia, un hombre que decía estar al servicio de los vecinos, nada que ver con el que había llegado después. A ése mejor mantenerlo a distancia, sobre todo ahora con lo de la galería que vaya una a saber qué inconvenientes podía encontrarle al local para sacar alguna tajada. Por suerte el pintor era hombre de raigambre en el barrio, y el nuevo comisario, que ya llevaba sus buenos años en el puesto, conocía bien al pintor y hasta lo respetaba, a su manera y sin relación alguna con las sutilezas del arte.
Esta última frase, sin mentar al comisario actual, la repitió la galerista cuando estuvo una vez más frente a Masachesi. ¿Sutilezas? inquirió Masachesi más sorprendido que otra cosa; parece algo brutal este pintor, tan frontal, tan imponente. Me pregunto de dónde saca tanto realismo. Hiper-realismo, le corrigió la galerista, y rió y le contó al ex comisario que el maestro se inspiraba en fotos y bla bla, mientras Ismael los miraba de reojo. Cuando notó que nadie lo estaba observando, el chico estiró con temor la mano, un dedo, hasta rozar la mancha roja, ese imán. Y el dedo le quedó manchado de rojo, y se acordó de Barbazul y la llavecita teñida de sangre y se pegó el susto de su vida, y cuando intentó refregarse el dedo manchado de rojo en el jean azul no pudo limpiarlo y así, con la mano cerrada, se acercó cabizbajo a su abuelo.
Masachesi dejó a la galerista para atender a su nieto que parecía enormemente preocupado, y no habiendo sido comisario en vano le preguntó qué escondía en esa mano y el chico dijo nada, claro, porque en realidad no era nada, era algo mucho peor que nada y Masachesi lo entendió y le tuvo compasión y dulcemente le abrió la mano para ver ese dedo teñido de rojo. Óleo rojo, como sangre, y entendió algo sin entender muy bien y se dirigió al cuadro que había llamado la atención de su nieto. ¿Recién pintado? se preguntó, pero por supuesto la respuesta era negativa. Los cuadros llevaban ya dos semanas colgados, se lo acababa de contar la galerista, y todo el resto parecía seco, aunque esa mancha roja vibraba con el esplendor de la frescura. Como por sorprendente que eso parezca no había quedado huella alguna del dedo del niño en la obra, Masachesi a su vez se permitió el lujo de contemplar el cuadro con detenimiento. Y la escena si bien para él poco inquietante dada su vida anterior, igual le llamó la atención por resultarle curiosamente familiar. El colorido de la indumentaria de la víctima sobre todo, más llamativo aún para él que la mancha roja que parecía fresca y lo estaba. ¡Tan realista todo! Hiper-realista, se corrigió, pero no era eso. Vio que su conocida estaba atendiendo otros visitantes así que permaneció frente al cuadro, contemplándolo a fondo mientras esperaba poder hablar con ella.
A Ismael le gustó que su abuelo se interesara por lo que a él le había llamado la atención, y sintió que al lado de su abuelo el miedo que había sentido frente a esa imagen y que recién empezaba a reconocer como tal, un miedo de cosquillas no del todo desagradables, se iba disipando, dejándole tan sólo la curiosidad. La mancha roja en su dedo sin embargo le devolvía la inquietud. Atinó a olerlo con disimulo, a pasarle muy levemente la lengua, y no era sangre, no; tenía olor y gusto a aceite, asqueroso eso sí.
Por su parte Masachesi, olvidado de su nieto, se preguntaba qué carajo tendría esa imagen que tanto lo interpelaba, hasta que logró recordar aquel remoto crimen, a pocas cuadras de allí si no se equivocaba, en tiempos cuando todavía no existía la palabra femicidio. Pero el asesinato de mujeres sí que existía desde siempre. Y le llegó un sabor amargo, no a las papilas gustativas sino al corazón, quizá, o a esa región del cerebro donde se apilan las frustraciones. Porque a él le habría tocado resolver el tal crimen perfecto de no haber sido por el cambio de carátula o lo que fuere que lo dejó lejos de todo detectivismo. Y varias cosas le llegaron a la mente en el instante en que la galerista se acercó para preguntarle por qué se sentía tan atraído por la escena más truculenta de toda la exposición, si bien ella entendía que, claro, tratándose de un comisario aunque fuera retirado, la escena le resultaba realista. Híper, que le dicen.
¿No se acuerda usted?, le preguntó él, pero claro, ella era demasiado joven en aquel tiempo, aunque el barrio entero se había sentido conmocionado por lo que entonces se llamaba un crimen pasional, si bien no había candidato alguno a quien imputarle la tal pasión. Peor aún, había demasiados candidatos. Porque la joven ataviada a la sazón con la falda verde a cuadros, tan llamativa, había sido -a decir del barrio- una casquivana. Y más también, al menos así lo entendió el investigador a quien le tocó el caso. Casquivana a sueldo, en pos del mango, alguien desdeñable. Pero por más puta que fuera, entendió en aquel entonces Masachesi, no merecía una muerte así, tan atroz. Ninguna muerte merecía en realidad esa joven que después de todo era pulcra y discreta, y si bien andaba con quien fuere no hacía escándalo y respetaba la apariencia, sí, la tranquila apariencia del barrio. Pero los “científicos” no se esmeraron en demasía, indagaron a los posibles sospechosos. Muchos menos de los que se suponía habían pasado por ese cuarto de pensión, pero tampoco se trataba de alborotar el avispero y mancillar el buen nombre y honor de probos padres de familia que bueno, una canita al aire se la tira cualquiera. Y ahí quedó la causa, durmiendo el sueño de los (in)justos, a decir de Masachesi, que no se desveló por eso pero sintió que algo andaba mal en la repartición, qué le vamos a hacer, pero no le correspondía a él meter allí sus narices.
Vio qué excelente pintura, la creó especialmente para celebrar que abrimos una sala en este barrio, vio qué vívida es la escena, le informó con orgullo la galerista trayéndolo de regreso al aquí y ahora. Parece que nos estuviera hablando, agregó la galerista. Está muerta bien muerta, le contestó Masachesi, que no iba a perder su buen criterio ni siquiera en aras del arte. Pero algo de razón tenía la galerista porque hete aquí que la pintura roja, esa chorrera de sangre, estaba fresca y seguía manchando por así decirlo. Y lo dijo, y se lo dijo a la galerista con aire inquisidor. Algo debía averiguar ya que, si bien se había compenetrado en aquel entonces del crimen y hasta había visitado la escena, la lejana pesquisa no estuvo a su cargo.
¿Cómo es esto de la pintura fresca?, preguntó, sin delatar al nieto que estaba frente al ventanal viendo pasar a la gente.
Ah, dijo la galerista con orgullo; un hallazgo, una genialidad del maestro que para lograr este efecto tan impactante consiguió producir un óleo que no se seca más.
Impactante por cierto, masculló el ex comisario asumiendo poco a poco su viejo rol casi olvidado. Me pregunto de dónde habrá sacado la imagen tan exacta.
Puro talento del maestro, insistió la galerista; la fórmula de la pintura siempre fresca la mantiene en secreto, pero lo otro no. Me contó que las imágenes son copia fiel (¡y admirable!) de viejas fotografías, generalmente aparecidas en los periódicos. Esta, me contó, la recortó de un viejo diario de escándalos, prensa amarilla que le dicen. El diario se llamaba “La Hora”, puede que usted lo tenga presente, ahí salió la foto del crimen impune. Muy impresionante, hasta mi mamá la comentaba en ese entonces, me dijo mi mamá ahora, recordándola. Tal cual la pintura, la foto. O viceversa.
Lindos colores, dijo entonces Masachesi. Y muy muy exactos, demasiado exactos, comentó para sí aludiendo a los colores del atuendo de la mujer en el cuadro, no en esa foto que de golpe le volvió a la memoria, la foto del diario, en blanco y negro.
Y ahí entendió todo.

27 de agosto de 2025

El “León”, la “Cajera”, “Lule” y “Pinocho”, los principales responsables de la plaga que afecta a los argentinos

El ensayista argentino José Gobello (1919-2013), fundador de la Academia Porteña del Lunfardo en 1962, escribió
en su “Diccionario del lunfardo” que “la coima es parte del ser nacional. Nos define como país mucho más que el tango”. Dada la situación que atraviesa la Argentina por estos días, parece estar muy claro que esa definición es muy certera y en gran medida verificable. Aunque la historia de la coima es imprecisa, se pueden encontrar en la cronología argentina numerosísimos casos de lo que la Real Academia Española señala como sinónimo de soborno. Diversos historiadores concordaron en que, ya durante el período colonial, los altos funcionarios no estaban exentos de recibir sobornos por parte de contrabandistas, terratenientes, comerciantes, dirigentes, etc., con el fin de facilitar negociados, favores o tratos preferenciales. Sobre este tema se refirió el periodista argentino Walter Goobar (1954) en su artículo titulado “Historia de la coima” que apareció publicado en agosto del año 2000 en la revista “Veintitrés”. Allí señaló que “desde tiempos de la colonia, la retórica patriótica y la guerra escondieron los negocios turbios”, y mencionó casos de corrupción vinculados a presidentes argentinos como Bartolomé Mitre (1821-1906) y Miguel Juárez Celman (1844-1909). Sobre este último también aludió el abogado argentino Juan Balestra (1861-1938) en su novela “El Noventa. Una evolución política argentina” publicada en 1935. En ella escribió: “En 1890 Argentina corre alegremente hacia el desastre financiero. La honestidad transa con la codicia… ha llegado la hora de la coima. No se denuncian públicamente los casos, pero no se habla de otra cosa en las calles”.
Allá por 1894, el médico y escritor argentino Francisco Sicardi (1856-1927) publicó el primer tomo de “Libro extraño”, una extensa novela en la que narró la historia de una familia de clase media a través de varias generaciones, y además describió el papel que jugaron las coimas en el desarrollo de la infraestructura urbana de Buenos Aires durante el cambio de siglo. Y por esa época también, el periodista y escritor argentino José María Miró (1867-1896), conocido por su seudónimo literario Julián Martel, publicaba “La Bolsa”, novela en la que abundaban funcionarios que cobraban sobornos o pagaban sus placeres con dinero del Estado. “Bah, de todos modos, es el pueblo el que paga”, dice un ministro en uno de los capítulos. Años después, en enero de 1929, el escritor argentino Roberto Arlt (1900-1942) publicaba en el diario “El Mundo” una de sus recordadas “aguafuertes”. Esta llevaba por título “Su Majestad, la coima”, y en ella decía: “La coima es la polilla que roe el mecanismo de nuestra administración, la rémora que detiene la marcha de la nave del Estado (y esta vez es cierto el mito de la rémora y la macana de la nave del Estado). La coima es el aceite lustral conque cuanto bicho inspector y subinspector que vagabundea por ahí, lubrifica sus articulaciones y engorda su estómago; la coima es la madre de muchos bienestares, el alma de numerosas prosperidades, el ángel tutelar de los que venden aserrín por harina, achicoria por café, pan quemado por chocolate, mármol molido por azúcar; la coima es la diosa protectora de todos los tahúres que pululan en nuestra tierra, de todos los comisarios que entran flacos y salen gordos, de todos los magistrados que se taponan los oídos para no escuchar los alaridos de la justicia. ¿Qué no es la coima, la enorme, la nutritiva coima? Donde se clave la vista, allí está: invisible, segura, efectiva, certera”. Categórica apreciación, sin dudas.
En mayo de 1910, la Argentina celebraba el centésimo aniversario de la Revolución de Mayo, aquel acontecimiento que destituyó al virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros (1756-1829) y lo reemplazó por el primer gobierno patrio argentino, una Junta que designó a Cornelio Saavedra (1759-1829) como Presidente de la Primera Junta de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En esa misma fecha, el periódico italiano “La Stampa” publicaba un artículo en el que afirmaba que, en la Argentina, “la propina es una institución: tiene un nombre solemne de resonancia griega. Se llama coima. Todos coimean: desde quien desempeña cargos superiores hasta el último inspector. Es una práctica tan normal que si alguien decidiera obtener algo sin recurrir a esa gran señora de las transacciones oficiales correría el riesgo de ser tachado de loco. Hay coimas y coimas. Las hay pequeñas, insignificantes. Corresponden a los empleados de menor jerarquía: al portero, al mandadero, al escribiente. Pero las coimas grandes, las que merecen ampliamente su nombre y que hacen que se hable de ellas con admiración y envidia son las que se vinculan con los contratos del Estado, que los hay por armas, ferrocarriles, puertos, construcción de edificios, algunos de ellos monumentales, con ladrillos importados de Inglaterra, mármoles de Italia y luminarias de Francia”. De más está decir que cualquier similitud con lo que está ocurriendo en la actualidad es más que evidente. La única diferencia es que el actual presidente Javier Milei (1970) llegó al poder basando su campaña electoral prometiendo combatir a la “casta” política y terminar con la corrupción del Estado, compromisos que en sus veinte meses de gobierno no sólo no cumplió, sino que, por el contrario, tanto la casta política como la corrupción del Estado se elevaron enfáticamente.
Para el presidente libertario, la casta es un “conjunto de delincuentes”, son todos los “funcionarios inmorales” que implementan políticas que le hacen “daño a la gente” y que, para “proteger” sus propios privilegios, “argumentan que no se puede hacer otra cosa”. Sin embargo, algo más de siete de cada diez funcionarios de su gobierno forman parte de lo que él define como “casta”, es decir que, de una u otra manera, ya fueron parte de otros periodos de gestión gubernamental. Así se podrían mencionar al Jefe de Gabinete Guillermo Francos (1950), al Ministro de Economía Luis “Toto” Caputo (1965), a la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich (1956), al Ministro de Defensa Luis Petri (1977), al Ministro de Desregulación y Transformación del Estado Federico Sturzenegger (1966), al Secretario de Turismo, Ambiente y Deporte Daniel Scioli (1957), al Subsecretario de Inteligencia Diego Kravetz (1971), al Subsecretario de Gestión Institucional Eduardo “Lule” Menem (1964), al Presidente del Banco Central Santiago Bausilli (1974), al Presidente de la Cámara de Diputados Martín “Pinocho” Menem (1975)… Y a pesar de no tener antecedentes como funcionaria pública, no se puede dejar de incluir en la casta gobernante a la Secretaria General de la Presidencia Karina la “Cajera” Milei (1973), hermana y “Jefe” del actual presidente.


Por estos días, la difusión de audios atribuidos al director de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) Diego Spagnuolo (1974), desataron una gran polémica por el presunto pago de coimas en la compra de medicamentos a la droguería Suizo Argentina por parte de la agencia. Dicho funcionario ya había generado un escándalo -que lo puso en el centro de la agenda política- al impulsar en agosto de 2024 una revisión del sistema de pensiones por invalidez, declarando que el esquema era “poco transparente, complejo de auditar y muy susceptible al fraude”. Mientras avanzaba con la auditoría, Spagnuolo clasificó a las personas que sufrían distintos grados de discapacidad intelectual con términos como “idiotas”, “imbéciles” y “retardados mentales”. Ahora, en los audios filtrados, involucró en la recepción de coimas a la “Cajera”, a “Lule” y a “Pinocho”, e hizo responsables de pagarlas a los empresarios dueños de la droguería. La primera respuesta del presidente, el “León” Milei, fue hacer un “desplazamiento preventivo” de Spagnuolo de la ANDIS, mientras los otros funcionarios involucrados en el escándalo se limitaron a negar las acusaciones y atribuirlas a “una operación electoral” en vista de las próximas elecciones. Por estos días, el presidente habló en el Teatro San Carlos de Junín, en un acto libertario donde se presentaron los candidatos nacionales a diputados por la provincia de Buenos Aires. Su discurso fue, una vez más, un compendio de frases incomprensibles, balbuceos y torpezas. Y como si no fuera suficiente, refiriéndose a todos aquellos que cuestionan su connivencia con el cobro de coimas, esta vez los furcios formaron parte de su perorata. El mayor de ellos fue su frase “están molestos porque le estamos afanando los choreos”. A confesión de parte relevo de pruebas, reza un viejo axioma jurídico. Un par de días después, en un acto que encabezó en Lomas de Zamora de cara a las elecciones del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, afirmó que “todo lo que dice Spagnuolo es mentira. Lo vamos a llevar a la Justicia y vamos a probar que mintió”. ¿Se referirá a la Justicia argentina que está signada por una inacción que lleva décadas y está plagada de favoritismos, acuerdos políticos y corrupción?
De todos modos, la repercusión de este hecho de corrupción fue inmensa en los medios de prensa extranjeros. En España, por ejemplo, el diario “El País” publicó una nota bajo el título “Los casos de corrupción que acechan al Gobierno de Milei” y enumeró “la promoción de la criptomoneda $Libra, unas maletas que eludieron los controles aduaneros y las sospechas de una red de recaudación de sobornos en la compra de medicamentos, en la mira de la Justicia”. Y otro día publicó: “Quién es quién en el escándalo por corrupción que toca a Milei y su hermana Karina” en la que detalló los nombres de los funcionarios y empresarios implicados, y contextualizó el caso en medio de una serie de turbulencias internas del gobierno planteando que la denuncia podría tener efectos políticos duraderos. Por su parte el diario “El Mundo” informó sobre la crisis política interna que generó el caso, señalando que “el grupo parlamentario de Milei se rompe entre denuncias de corrupción”. Y en su edición digital publicó una nota titulada “Un escándalo de corrupción afecta al núcleo duro de Milei: su hermana Karina, salpicada por las comisiones de fármacos”, y destacó que la funcionaria es apodada “el jefe” por el propio presidente y apuntó que su figura se ve comprometida por las declaraciones del exdirector de la agencia pública de discapacidad. Y agregó: “En apenas un puñado de días, el intangible distintivo del gobierno del que presumía Javier Milei -su honestidad- se ha diluido”.
Mientras tanto, en Estados Unidos, “The Washington Post” también hizo mención al escándalo. En su cobertura se refirió a una investigación en curso sobre un posible “esquema de retornos que enreda al círculo íntimo de Milei”. Y cubrió el tema con un enfoque que hace hincapié en el alcance del escándalo dentro del núcleo presidencial: “Argentina investiga presunto plan de sobornos que involucra al círculo íntimo del presidente Milei” tituló, y detalló: “Una investigación de corrupción que amenaza con atrapar a los asesores más cercanos del presidente libertario Javier Milei, incluida su poderosa hermana Karina”. También allí, la agencia de noticias Bloomberg tituló en su versión digital: “El escándalo de sobornos sacude al gobierno de Milei y amenaza su capital político”. La agencia estadounidense subrayó que el caso se sumó a una semana difícil para el presidente, marcada por turbulencias económicas, retrocesos legislativos y nuevas tensiones diplomáticas. Y en otra publicación, bajo el título “Milei suma un escándalo de corrupción a su creciente lista de problemas”, advirtió que el caso podría mermar el índice de aprobación del presidente y complicar su agenda de reformas. “El equipo de Milei intenta detener el escándalo de sobornos -agregó- mientras los bonos y el peso se hunden. El caso de corrupción parece bastante serio, especialmente teniendo en cuenta el contexto electoral”.
Los ecos del escándalo también se hicieron sentir en América Latina. En Brasil, algunos de los medios más importantes también dieron cobertura al tema. La revista “Veja” y el diario “Folha de S. Paulo” publicaron artículos retomando los informes de la prensa argentina y remarcaron el impacto político del caso. El diario “O Globo”, por su parte, tituló “Policía argentina ejecuta órdenes de allanamiento tras filtración de audio que vincula a hermana de Milei con presunto soborno”, y agregó que “aún no hay una acusación formal”. El sitio web de noticias de Chile “Emol” señaló: “Escándalo en Argentina: el caso de supuesta corrupción en agencia de discapacidad que salpica a Karina Milei”. Y el diario “El País” de Uruguay informó con énfasis sobre la intervención judicial: “Escándalo en Argentina: incautan celular de exjerarca en medio de denuncias contra Javier y Karina Milei”. Según este medio, el hallazgo del teléfono de Spagnuolo es un indicio clave en la investigación. La nota hace foco en el contenido de las grabaciones que describen un presunto sistema de sobornos asociado a contrataciones en el área de salud pública. El director periodístico de este diario escribió: “Se viven momentos de tensión en la cima del poder. El caso Spagnuolo, como ningún otro hasta el momento, golpeó bajo la línea de flotación en uno de los puntos que Javier Milei sigue teniendo como diferencial positivo: la imagen de honestidad versus una dirigencia política vista como corrupta. Para colmo, las revelaciones sobre supuestos pagos de coimas en la compra de medicamentos para la Agencia Nacional de Discapacidad se conocieron en un momento donde el gobierno viene siendo acorralado por los problemas. La mortal crisis del fentanilo contaminado dejó en evidencia una gestión defectuosa, en el Congreso la oposición le sigue manejando la agenda a los libertarios y hasta incluso le llegó a voltear un veto al presidente, y la economía da señales de una volatilidad previa a las elecciones que pone nervioso a más de uno y se visualiza en las tasas altas. Demasiados líos juntos para un gobierno acostumbrado a imponer su ritmo”. En todos los casos, estos medios de prensa advierten que el escándalo no sólo compromete al gobierno en términos éticos, sino que podría afectar la estabilidad de las relaciones con aliados internacionales y la imagen del país en foros globales.


En fin, la lista de desatinos (por llamarlos de una manera gentil) cometidos por el gobierno libertario es larga. Se pueden mencionar la obligatoriedad de los empleados de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) y del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI) a realizar aportes para la construcción territorial de La Libertad Avanza durante la campaña electoral, el decreto para quedarse con el control del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) para convertirlos en organismos dependientes del Poder Ejecutivo, la promoción y posterior estafa de la criptomoneda $Libra, la crisis desatada en el Hospital Garrahan tras la decisión oficial de eliminar residencias y reemplazarlas por “becas de concurrencia”, la catástrofe generada por el fentanilo contaminado que se fabricó y distribuyó entre 2024 y 2025 y ya ha causado casi un centenar de muertes, y el reciente caso de las coimas por medio de las cuales la droguería Suizo Argentina pasó de facturar $3.900 millones a $108.000 millones en contratos con el Estado durante los veinte meses del gobierno que dice evitar “gastos excesivos” para defender el equilibrio fiscal. Evidentemente todos estos hechos no son más que producto de las políticas que priorizan las ganancias de unos pocos sobre la vida de la mayoría de la población. Por suerte, parece ser que la gente ya se está dando cuenta de la hipocresía tanto discursiva como ejecutiva de este gobierno. Una reciente encuesta realizada por la consultora Horus muestra que el 86% de los argentinos cree que hay corrupción en el gobierno nacional, y otra realizada por Poliarquía Consultores señala que la caída de la confianza se reflejó en todos los componentes del sondeo:  la “Honestidad de los funcionarios”, la “Capacidad para resolver los problemas del país”, la “Eficiencia en la administración del gasto público”, la “Evaluación general del gobierno” y la “Preocupación por el interés general”. A esta altura, sobran las palabras. Ya lo decía hace muchos años Bob Dylan (1941) en su canción “Everything is broken” (Todo está roto): “las calles están llenas de corazones rotos, no sirve de nada bromear, todo está roto”. 

19 de agosto de 2025

Karen Marón: “Para decirlo con exactitud, lo de Gaza no es una guerra, es un genocidio”

De ascendencia libanesa (sus abuelos paternos nacieron en El Líbano), la periodista argentina Karen Marón (1980) es una reconocida corresponsal de guerra y analista geopolítica que colabora con distintos medios latinoamericanos como “Télam” y “Perfil” de Argentina, “Telesur” y “Folha de San Paulo” de Brasil, “El Mercurio” y “Radio Cooperativa” de Chile, “El Tiempo” y “El Espectador” de Colombia, “El Universal” y “TV Azteca” de México, “Radio Espectador” de Uruguay, y también con “BBC Mundo” del Reino Unido, “MBC-Telemundo” de Estados Unidos, “Radio France Internationale” de Francia y la internacional “BBC World Service” entre otros numerosos medios.
En sus algo más de veinte años de trabajo periodístico -caracterizados por su capacidad de análisis geopolítico y estratégico, y la de presentar historias que tienen un impacto significativo sobre las vidas de los lectores, televidentes y oyentes haciendo especial énfasis en las víctimas de las guerras y la defensa de los derechos humanos-, ha recorrido más de cuarenta países cubriendo guerras, conflictos de alta belicosidad, situaciones de emergencias humanitarias y de alta conflictividad social, política y económica. La lucha contra la injusticia es algo que, según ella misma ha contado, la tiene marcada desde que era niña cuando veía las guerras por televisión en su casa de la infancia. Actualmente radicada en Madrid, España, es la única mujer hispanoamericana que ha cubierto conflictos bélicos en todo el mundo (desde Asia occidental, el norte de África y América Latina) y la única argentina entre los cien corresponsales de guerra más influyentes e importantes del mundo. Ser testigo del horror generado por los conflictos bélicos, no hizo más que afianzar su compromiso con la información, hecho que le valió una serie de importantes distinciones y un gran reconocimiento internacional. Estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires, Dirección y Producción Integral de Televisión en el Canal 7 de Argentina, y realizó cursos especializados en periodismo en varias instituciones internacionales. Por su labor profesional recibió numerosas distinciones internacionales, entre ellas las otorgadas por el Club Internacional de Prensa de Madrid, por la Fundación Cultura de Paz de España, por la Alcaldía Mayor de Bogotá en Colombia, por el Senado de la Nación Argentina, por la Cámara de Diputados de la Nación de Argentina, por el Instituto de Estudios Estratégicos y de Relaciones Internacionales de Argentina y por el Comité Internacional de la Cruz Roja. Ha estado cuatro veces en Palestina, cubriendo el conflicto bélico en la Franja de Gaza, sobre el que declaró que pudo ver “cómo es el accionar y cómo se fue perfeccionando el sistema de censura para que no pudiésemos hacer la cobertura del genocidio, de la limpieza étnica, del apartheid, del infanticidio, de la matanza por inanición, que está llevando adelante el ejército israelí, un ejército que no respeta el derecho internacional humanitario, ni el derecho internacional de los conflictos armados, ni las convenciones de Ginebra, ni las resoluciones de las Naciones Unidas: Gaza es un gran laboratorio de guerra”. 


Lo que sigue es un compendio de las entrevistas que concediera a Florencia de Sousa (publicada en el diario “Perfil” el 24 de octubre de 2018) y a Inés Hayes (publicada en el diario “Página/12” el 15 de agosto de 2025), en las que habló, entre otras cosas, sobre lo que significa lidiar con la muerte a su alrededor y cómo se relatan las noticias en medio del desastre.

¿Cómo es ser corresponsal de guerra?

Yo soy corresponsal de guerra porque trabajo para la paz, pero una siente todo el tiempo la mira telescópica en la nuca. En 2009, en relación a una operación militar israelí sobre Gaza, escribí: “se ha abierto una herida en la conciencia de la humanidad: estamos siendo testigos del asesinato de miles y miles de seres humanos en todas sus formas y variantes más atroces”. Estoy convencida, porque lo he visto en los conflictos donde se justifica todo, que hay seres sin alma y sin conciencia. Y los y las periodistas tenemos la obligación de contar lo que pasa. Recuerdo cuando en 2003, muchos medios hablaban de que en Irak se habían encontrado armas de destrucción masiva y luego se produjo la invasión estadounidense y un millón doscientas mil personas inocentes fueron asesinadas. Somos responsables de lo que decimos y de lo que callamos. También existe lo que mi querido maestro Robert Fisk llamaba periodismo de hotel (cuando no salen de sus habitaciones) o quienes arman una escenificación, simulan que están en el medio del conflicto y luego regresan a sus lugares, a sus países con la foto, con el casco y el chaleco de prensa y son recibidos como corresponsales de guerra cuando en realidad han cubierto ese conflicto a setenta km de distancia, como ha sucedido, por ejemplo, en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Y es una falta de respeto no sólo a los espectadores sino a mis compañeros y compañeras que han muerto en los campos de batalla y por supuesto, a las víctimas civiles de esos conflictos.

¿Cómo enfrenta un corresponsal la cobertura de una guerra?

Siempre digo que la primera víctima en una guerra es la verdad. Aunque en realidad considero que la primera víctima en una guerra somos todos. Pero, específicamente respecto al tema de la información, la primera víctima de la guerra es la verdad, como expresó el Senador estadounidense Hiram Johnson en 1917 hace casi cien años durante la Primera Guerra Mundial. También se le atribuye una frase similar a Winston Churchill durante la Segunda Guerra, cuando dijo que la verdad en tiempos de guerra era tan preciosa que necesitaba ser custodiada por los guardaespaldas de la mentira. Obviamente cuando en la guerra la primera víctima es la verdad esto repercute directamente sobre la información, dado que, con una información falsa, que falta a la verdad o que está distorsionada, los periodistas, los medios de comunicación y muchos otros actores son responsables por acción o por omisión, para que se produzcan actos terribles o como para que contribuyan en un proceso de paz. Pero indudablemente la primera víctima es la verdad. Sin eso la información no sería víctima.

¿Cómo se logra informar en medio del horror?

Tenemos que tener en cuenta dos vertientes, los dos pilares importantes: uno es la libertad de expresión, la libertad de información y otro es el derecho a la información de los oyentes, televidentes y lectores, quienes tienen el derecho a estar informados certeramente y con la verdad, no ser engañados y manipulados.

¿Cómo es la logística a la hora de trabajar en determinado lugar de conflicto?

Cada lugar es absolutamente diferente por su geografía, su cultura, su idiosincrasia, religión, por los motivos y por los actores del conflicto involucrados en esa guerra. Son diferentes, aunque en muchos casos son análogos por los intereses por lo que se produce el conflicto que pueden ser o no lo mismos. Por lo tanto, la logística es diferente porque nos movemos en territorios, actores, idiomas diversos, pero hay cosas que son básicas: preparar un botiquín de primeros auxilios específico para la misión, el casco y chalecos antibalas perfectamente identificados con la leyenda de “Press” (prensa e inglés) y del idioma local donde se cubre el conflicto, balizas de emergencia, enchufes múltiples. Además de cinta adhesivas para colocar en los vidrios de las ventanas y evitar los estallidos cuando detonan los explosivos o carros bombas, anteojos de protección anti esquirlas, linterna de bolsillo, suero fisiológico, equipo de cubiertos plegables, tapones para los oídos manta isotérmica, mosquetones, bolsas para retretes portátiles, herramienta multiusos, linterna frontal con haz blanco, rojo o azul, mochila con múltiples bolsillos, máscara antigás, baterías recargables, gel hidro-alcohólico para desinfectar las manos, pastillas para purificar el agua, repelente de mosquitos, toallitas de bebé y pañuelos hasta los equipos tecnológicos que tienen que ver con el hecho de que la cobertura sea óptima. En este caso se necesita desde un BGAN -que es un dispositivo satelital para uso móvil que se instala a la computadora y es lo que permite que pueda emitirse el material como los artículos, videos, audios y fotografías- hasta tu propio teléfono satelital, que es un tipo de teléfono móvil que se conecta directamente a un satélite de telecomunicaciones. También se utilizan muchísimos elementos más, desde alimento especial, pues a veces comemos raciones de combates o tomamos sales hidratantes. Cuando armo la mochila junto con mi casco y chaleco, llevo casi siempre los mismos elementos, dándole fundamental importancia a pasaportes vigentes, carnet de prensa, tarjeta con el grupo sanguíneo y alergias, la cartilla de vacunación internacional, el permiso de conducir internacional y mapas de carreteras y planos de ciudades.

¿Qué formación tiene que tener un periodista para ser un corresponsal de guerra?

Hay que tener algunas formaciones muy específicas como por ejemplo: geopolítica, historia, cultura, religiones, las rutinas y los idiomas de cualquier grupo, las reglas del Derecho Internacional Humanitario, terrorismo y contraterrorismo, política, economía e internacionales, supervivencia, primeros auxilios, elaboración de planes de contingencia detallados en caso de emergencias, identificando las rutas de la salida y los contactos confiables toma de rehenes y negociación entre muchas otras disciplinas, porque va a estar en situaciones de mucha complejidad en relación a otros individuos, en una zona sumamente conflictiva. Además, hay que adquirir conocimientos sobre el manejo del estrés que es algo fundamental en situaciones hostiles, porque estamos expuestos a situaciones que nos pueden generar graves traumas psicológicos además de físicos. El conocimiento se divide en cuestiones prácticas que hacen al trabajo en el terreno y en una formación académica seria que impactará en la calidad del trabajo.

Además de lo ya mencionado ¿hay algo muy específico que no le puede faltar a ningún corresponsal?

El conocimiento que tiene que ver con formación académica, un “background” fundamental que como periodistas debemos tener y es mucho más específico cuando se cubra un conflicto en especial. Tenemos que hacer una inmersión en una cultura totalmente diferente, y convertirnos de alguna manera en etnógrafos como dice nuestro gran maestro Ryszard Kapuściński. Seremos de alguna forma antropólogos e investigadores y descubridores y tenemos que adecuarnos a esas situaciones. A su vez implica que tengamos una gran flexibilidad, una gran plasticidad, que tengamos capacidad de respeto por otras culturas, por otros pensamientos. Fundamentalmente debemos tener empatía. Con respecto a la empatía, al trato hacia las víctimas de la guerra, que a mí me gusta decirles “inocentes”, porque su capacidad de resiliencia es tan alta que yo elegí no instalarlos en el rol de víctimas en los conflictos, eso no se aprende en ningún curso, eso hace a la persona misma. Cada uno va a tener su estilo. Obviamente cada uno va a desarrollar su trabajo en función de su propia personalidad. Esto es en lo que yo creo, en las capacitaciones específicas, en las formaciones académicas y en la evolución como ser humano para poder desarrollar una labor tan delicada en un lugar tan trágico como es la guerra.

¿Qué es lo más triste que te tocó ver en una cobertura?

No lo sé en primera instancia porque cuando me hacen esa pregunta, vienen mil imágenes, mil olores, mil ruidos y en cada cobertura viví experiencias muy tristes. Generalmente recuerdo que están relacionadas con el momento personal que estoy viviendo. Aunque cada conflicto es diferente, en todos se cruza el sufrimiento del ser humano y es en donde se ven las luces y las sombras que tenemos los seres humanos en toda su dimensión. Puedo dar diferentes ejemplos y son muchísimos, generalmente relacionados con niños y eso me ha entristecido durante años. También me ha generado una gran responsabilidad., ya sea por acción o por omisión. Sigue viniendo a mi mente algo que digo muchas veces y es una imagen que se clavó en mi retina y quizá no haya sido la peor.

¿Cuál es específicamente?

Es una hilera de cadáveres pequeñitos de niños, uno al lado del otro, en un campo de refugiados palestinos en el sur del Líbano. Esos ataúdes pequeñitos estaban contra un paredón y cada uno tenía un número. Simboliza muchas cosas. Cada uno de esos niños que apenas habían nacido se habían convertido en números y habían perdido su vida antes de comenzar. Por alguna razón en especial eso tiene mucha significación para mí.

¿Qué te representa ese recuerdo?

Representa todas las tristezas, todos los momentos tristes que viví en un conflicto. Más allá que queda en mí todo eso, ellos no eligen estar en la guerra, ellos no eligen morir, no saben de rutas del petróleo, ni de gasoductos, ni de geopolítica, ni de juegos de guerra. Los niños que estaban en esos ataúdes, más todos los seres humanos que vi en las situaciones más extremas, me producen tristeza porque son los verdaderos inocentes; y son por los que algunos periodistas vamos allí y contamos la historia. Es tener el privilegio de contar la historia de lo que sucede en esta humanidad y de lo que sucede con esos inocentes.

¿En Gaza la mayor cantidad de víctimas son las mujeres y los niños?

Sí, porque las mujeres son las que engendran a las nuevas generaciones y el objetivo es exterminar hasta la tercera generación. El objetivo fundamental son las mujeres y los niños, es escalofriante, pero es así. Recuerdo una vez en el Líbano a un niño y dos niñas que explotaron cuando fueron a agarrar una pelotita y dos muñecas y eran bombas de racimo en forma de juguetes. Pero, además, lo que mata también es la radiactividad que queda en el cuerpo. Hay niñas de nueve años, que todavía no tienen desarrolladas las mamas, que tienen cáncer de mamas. Las niñas son utilizadas además como esclavas sexuales y en muchas oportunidades a esas niñas se las usa para convertirlas en niñas bomba, eso se ha visto en muchas oportunidades, sobre todo en África cuando son secuestradas en masa. Niñas de diferentes edades, a las que se las envuelve en explosivos y se las envía para convertirse en suicidas. Y muchos medios de comunicación o periodistas, o autodenominados analistas internacionales, que en realidad responden a ideologías perversas y macabras, encima de ser las víctimas entre las víctimas, las señalan como las niñas suicidas, o las mujeres suicidas, cuando en realidad han sido víctimas, a las que han empujado, arrastrado a una muerte que no querían. La situación es brutal para las víctimas civiles de todos los genocidios y de los conflictos en todas sus manifestaciones.

¿El cuerpo de las mujeres y niños es el campo de batalla?

Sí, totalmente. En la Guerra de los Balcanes se violaba especialmente a las mujeres del bando contrario para dejar su semen en las mujeres para que en sus vientres creciera el fruto de, obviamente un niño o una niña inocente, pero el fruto del enemigo. Eso no solamente sucedió en Sarajevo, sino que es una práctica consecutiva en muchos conflictos en África. Desde la violación hasta la ablación de los genitales y hasta abrir a machetazos el vientre de las mujeres para que pierdan a sus hijos, o cortarles las mamas, desgarrarlas para que queden marcadas para siempre. Pero también cuando se producen ataques, los sonidos estremecedores (que los he evidenciado), de los aviones volando a baja altura y a alta velocidad, desestabilizan. Eso se ha utilizado muchísimo en el Líbano y en Gaza: desestabilizan directamente el sistema nervioso central y las mamás embarazadas pierden sus embarazos o hay nacimientos prematuros. Es un sufrimiento atroz y es irrecuperable por el trastorno corporal, emocional, psicológico y espiritual que reciben esas mujeres y esos bebés, muchos de los cuales mueren por el terror que han sentido esas madres.

7 de agosto de 2025

La paciencia de los argentinos (3/3)

Cuando asumió el presidente “liberal libertario” -tal como él mismo se define-, mucha gente se sintió seducida por sus propuestas. Posiblemente a sus votantes no los unió el amor sino el espanto -como decía Jorge Luis Borges (1899-1986) en su poema “Buenos Aires”- ante el descrédito del sistema político tradicional y la crítica situación socioeconómica resultado de las políticas aplicadas a lo largo de los últimos años por gobiernos populistas, neoliberales y desarrollistas por igual. Pero cuando el gobierno comenzó a aplicar un muy fuerte ajuste ortodoxo para ordenar algunas variables macroeconómicas, lo que afectó la realidad cotidiana de todos los habitantes, muchos de ellos se sintieron defraudados y abandonados. Fue necesario que transcurrieran varios meses para que advirtieran que el discurso presidencial se sustentaba en falacias y argumentos engañosos y burdos, cuando no falsos. Así, mientras algunos entendían que el sacrificio tenía sentido porque la orientación político-económica era diferente, buena parte de la población -como ya se dijo- empezó a mostrar claros signos de pesimismo y de agotamiento. Sin embargo, para muchos de ellos era necesario tener paciencia. Pareciera ser que cuando alguien demuestra gran resistencia frente a todo tipo de contrariedades o desazones, suele decirse que tiene la “paciencia de Job”, una expresión que describe a quienes perseveran con estoicismo ante las dificultades abrumadoras. Job era, según se cuenta en uno de los libros del Antiguo Testamento de la Biblia, un hombre casado, padre de diez hijos, próspero y rico ganadero, respetado por su generosidad con los pobres y su protección a los indefensos, por lo que Dios lo había bendecido.
Satanás, el “príncipe de los demonios”, desconfiaba sobre la bondad de Job por lo que se presentó ante Dios, quien decía que no había nadie en la tierra tan bueno como él, y le pidió permiso para someterlo a todo tipo de desgracias para demostrarle lo contrario. Autorizado por Dios, Satanás puso en marcha su cruel plan sometiendo a Job a terribles tragedias: la pérdida de sus propiedades y ganado, la muerte de sus siervos y de sus diez hijos, así como el repudio de su esposa, tras lo cual le provocó una enfermedad. A pesar de estar completamente destruido por tantos estragos, no culpó a Dios por sus desgracias, sino que pensó que, así como le había dado todo lo que tenía, ahora se lo había quitado. Satisfecho con su comportamiento y ante la desazón de Satanás, Dios lo bendijo y le concedió el doble de bienes de los que antes había tenido. Volvió a casarse, tuvo diez hijos y vivió hasta los ciento cuarenta años, lo que le permitió conocer a sus nietos, biznietos y tataranietos, y morir feliz lleno de alegría y paz. Desde entonces, para los creyentes, la paciencia de Job es también sinónimo de fortaleza. Dentro de esa suposición, habría que pensar si el presidente, un “predicador mesiánico” como se autodefine, no está permitiendo la catástrofe que padecen los argentinos para demostrarles la “satánica” actuación de lo que llama la “casta”, esto es, ciertos políticos, empresarios, sindicalistas y periodistas que suelen defender sus propios intereses sin tener en cuenta la situación de la sociedad argentina en general. O sea que, tal como hizo Job, “hay que tener paciencia y perseverancia porque los procesos de convergencia llevan su tiempo”, según dijo el “elegido de Dios”.
Lo cierto es que la convergencia entre las personas se ha embarullado bastante. Las agresiones y los insultos se multiplican día tras día en las redes sociales. En los tiempos que corren la construcción de un enemigo funciona como la herramienta central de la narrativa polarizadora de La Libertad Avanza, y el presidente es el principal impulsor de ese modelo de violencia. Además, la situación económica de las familias se ha complicado notoriamente. Basta ver las entrevistas que hacen los reporteros de la televisión o charlar con algún vecino para encontrarse con un testimonio que se repite de boca en boca: “no llego a fin de mes”. Ha crecido el nivel de endeudamiento con las tarjetas de crédito, la cantidad de personas que concurren a algún comedor comunitario que se mantiene en base a donaciones, el número de jubilados que deben elegir entre comprar remedios o comida, la informalidad laboral en detrimento de la creación de empleos formales, la multitud de niños que se van a dormir sin cenar, el achicamiento de la clase media que históricamente sostuvo al país, el cierre de comercios, etc. etc. A esto se le suma otro mal que se repite en el tiempo: la corrupción. Una vez más, el poder se ha convertido en un privilegio para unos pocos. En la mayoría de los hogares abundan la angustia, la desilusión y la incertidumbre. Apenas un par de meses después de la asunción del gobierno libertario, el periodista argentino Luis Bruschtein (1954) publicaba en el diario “Página/12” el artículo “El límite de la paciencia”, en el cual, entre otras cosas, afirmó que “este gobierno llevó a la mayoría de los argentinos a la pobreza y los trató como vagos que no trabajan y viven del Estado. Nadie puede predecir en qué momento el humor social llegará a su punto de hervor. Pero este gobierno está haciendo todo lo posible para que sea lo antes posible. La sociedad está sufriendo y la paciencia tiene un límite, cualquiera lo sabe”. Y citó a la subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional Gita Gopinath (1971) quien, en su visita al presidente en la Casa Rosada, le expresó su preocupación por esa situación.


Unos meses después, la directora de comunicaciones del FMI Julie Kozack (1972), luego de los reiterados elogios que el organismo financiero internacional había expresado hacia las políticas económicas del gobierno argentino, declaró que la organización de la que era su portavoz seguía de cerca la “delicada situación social de Argentina” y enfatizó en la “necesidad de aumentar la asistencia social para apoyar a los pobres” y asegurar que “la carga del ajuste no recaiga de manera desproporcionada sobre las familias trabajadoras”. Por la misma época William Maloney (1959), economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, otro los grandes acreedores de la Argentina, en una conferencia advirtió por el deterioro de las condiciones sociales y que en el organismo “estamos muy preocupados con el hecho de que la pobreza creció vertiginosamente en la Argentina”. Y agregó: “en los últimos años, las economías más grandes de América Laina han experimentado un crecimiento débil del crédito. Todas las economías grandes, excepto Argentina, mostraron leves mejoras”. Ciertamente, cuando esas evaluaciones provienen de estas grandes instituciones financieras internacionales, deberían causar alguna preocupación en el gobierno. Sin embargo, el presidente agradeció durante un discurso transmitido en cadena nacional a todo el país los nuevos créditos recibidos diciendo que venían para “respaldar un plan económico que ya ha rendido sus frutos”. Parece que se olvidó de las declaraciones que hizo en 2019 en su propio programa de radio semanal llamado “Demoliendo mitos”, en el aseguró que “tomar deuda no sólo no es de liberal, sino que lo consideramos inmoral por implicar el robo a generaciones futuras”. Y poco después, quien sería su vocero presidencial cuestionaba a los gobiernos que pedían créditos diciendo que “tener que recurrir al FMI sólo deja en evidencia el rotundo fracaso del gobierno”. Otra de las tantas mentiras y contradicciones que propagan cotidianamente el presidente y sus funcionarios.
A todo esto, una reciente encuesta de la consultora Analogías confirmó lo que ya se percibe en las calles, los comercios y los barrios populares: la paciencia social con el experimento libertario está llegando a su fin. Aunque el gobierno insiste en mostrar como logros la inflación en baja o el dólar planchado, para la mayoría de la población la situación económica personal empeoró drásticamente en el último año. Otra realizada por la consultora Demokratia, dice que más de la mitad de los argentinos ha perdido la paciencia con el presidente. Y una hecha por la consultora Proyección Consultores afirma que seis de cada diez argentinos consideran que la situación del país es un “desastre” y que aumentó la cantidad de personas que manifiesta “no llegar a fin de mes”, que tienen que achicar los gastos y que creen que la economía de sus hogares en los próximos meses va a estar “peor” o “mucho peor”. La imagen del presidente atraviesa su peor momento desde el inicio de su gestión, con un 58% de rechazo a sus medidas, según los últimos relevamientos. Analistas políticos coinciden en que el escándalo cripto ligado a la moneda $LIBRA fue un golpe directo a la credibilidad del oficialismo, en un contexto donde la economía no mejora y la inseguridad sigue sin resolverse. Hoy en día, los argentinos sostienen que sus principales problemas son la corrupción, el desempleo y el aumento de los precios. Así, quien inició su carrera política prometiendo ser algo diferente, que iba hacer un verdadero cambio, que iba a terminar con los privilegios de los políticos, etc. etc., día tras día se está acercando en la opinión pública a ser más de lo mismo: un gobernante corrupto y sin capacidad para resolver los problemas de la gente. Como era de esperarse, el libertario salió a cuestionar esas encuestas diciendo “déjense de hablar pavadas y aguanten, las cosas van a mejorar, de hecho, ya están bien mejor, tengan paciencia”.
Hace unos pocos días, el presidente encabezó una cena de recaudación de fondos para la causa libertaria. La misma fue organizada por la Fundación Faro, una institución ultraliberal, ultraconservadora y de ultraderecha que busca formar cuadros técnicos y políticos para expandir la doctrina del gobierno. El evento, cerrado para la prensa y sólo para invitados de la élite acomodada, se realizó en el lujoso Yacht Club de Puerto Madero. Allí, el presidente habló sobre el “ajuste más grande de la historia” que está llevando a cabo, volvió a negar que los argentinos tengan problemas económicos y minimizó las quejas sobre la falta de ingresos. También defendió su veto al aumento de las jubilaciones y las pensiones por discapacidad, y volvió a pedir “paciencia” a los argentinos. En concreto, volvió a burlarse de la pobreza e hizo gala de su desprecio por los que menos tienen. Todos los funcionarios y los grandes empresarios concurrentes aplaudieron con entusiasmo estas afirmaciones sin tener en cuenta, porque no les interesa en absoluto, que quienes pagan ese ajuste son los jubilados, los docentes, los enfermeros, los trabajadores despedidos, los jóvenes sin futuro y las familias que no pueden pagar la canasta básica, esto es, cubrir los gastos necesarios para adquirir los alimentos y los bienes esenciales para su mantenimiento.


Ante esta situación cabe volverse a preguntar: ¿se puede seguir teniendo paciencia? A lo mejor tenía razón el científico estadounidense Benjamin Franklin (1706-1790) cuando aseguraba en su “Poor Richard’s almanac” (Almanaque del pobre Richard) que “el que tiene paciencia logrará lo que desea”. O el filósofo suizo francófono Jean Jacques Rousseau (1712-1778) quien afirmaba en su “Émile, ou De l’éducation” (Emilio, o De la educación) que “la paciencia es amarga pero su fruto es dulce”. ¿Tener paciencia será un talento?, como escribió el físico y matemático inglés Isaac Newton (1643-1727) en “The mathematical principles of natural philosophy” (Principios matemáticos de la filosofía natural). Vaya uno a saber. Y a todo esto, ¿es posible tener paciencia ante el alineamiento del presidente argentino con “Estados Unidos, Israel y las democracias del mundo libre” como declara sin ruborizarse? Está a punto de viajar a Estados Unidos para reforzar los frutos de su “amistad” con Donald Trump (1946), quien no hace mucho sugirió que había que hacer una limpieza étnica para convertir la Franja de Gaza en una especie de paraíso turístico. Y también invitó a Benjamín Netanyahu (1949) a que viaje a la Argentina para declararlo “residente de honor”. Admira a Trump y Netanyahu, dos personajes siniestros. Uno, el presidente de Estados Unidos que ha adoptado una serie de decisiones como la de abandonar la lucha global contra el calentamiento global, la de proponer la pena de muerte ya que es una “herramienta para disuadir los crímenes más atroces”, la de llevar adelante una deportación masiva de inmigrantes, la de prohibir la “ideología de género”, la de ejecutar un bombardeo sin precedentes contra tres sitios que se presumen claves para el programa nuclear de Irán, en fin, todas políticas basadas en la intolerancia y el odio. El otro, el primer ministro de Israel quien está provocando una catástrofe humanitaria sin precedentes contra el pueblo palestino al ejecutar una campaña militar genocida e imponer una hambruna generalizada que ha provocado la muerte de miles de niños y adultos por causas relacionadas con la desnutrición. En fin, una política basada en un racismo flagrante y discriminatorio.
Y como si no fuera suficiente, el presidente argentino también admira y se considera amigo del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán (1963), un personaje xenófobo que llegó al poder con un programa de reformas hiper liberales que finalmente derivaron en una autocracia. Fue uno de los gobernantes que acompañó la asunción presidencial en la Argentina y que poco después declaró que el presidente argentino era “una figura sobresaliente que está salvando al país”. Asimismo, esa “figura sobresaliente” calificó de “querido amigo” a Santiago Abascal (1976), el líder del partido político ultra derechista Vox, otro dirigente político xenófobo y abiertamente adepto a la aporofobia que propone las deportaciones masivas, incluidos los hijos de inmigrantes nacidos en España, y reforzar sus fronteras con muros. También, además de los antes citados, el innombrable presidente argentino mantiene seguidos contactos con otros notorios exponentes de la extrema derecha como lo son el brasileño Jair Bolsonaro (1955), la italiana Giorgia Meloni (1977), el salvadoreño Nayib Bukele (1981) y los chilenos José Antonio Kast (1966), Johannes Kaiser (1976) y Axel Kaiser (1981). Después de todas las peripecias narradas es lógico preguntarse si los argentinos pueden seguir teniendo paciencia. Todo parece indicar que no, pero a lo mejor les conviene recordar algunas de las palabras que el poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973) dijo en 1971 en Estocolmo en ocasión de ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura: “Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres”. ¿Será realmente así? O tal vez hacerle escuchar al presidente a la banda británica Deep Purple cantando “All the time in the world” (Todo el tiempo del mundo), en cuyo estribillo dicen “Don't worry, there's no hurry, here we are, with all the time in the world” (No te preocupes, no hay prisa, aquí estamos, con todo el tiempo del mundo). A lo mejor se tranquiliza y deja de gritar, de insultar y de agredir a los argentinos.