12 de septiembre de 2025

Argentina, septiembre de 2025: elecciones letales, malhumor social y cambios cosméticos

El escritor inglés D. H. Lawrence (1885-1930) dijo alguna vez que había “que creerle siempre a la narración, nunca al narrador”, dando por sentado que lo que era importante no era estimar al escritor sino al contenido de su obra. Autor de una prolífica y diversa obra que incluyó novelas, cuentos, poemas, obras de teatro, ensayos y críticas literarias, durante el primer cuarto del siglo XX -en novelas como “Sons and lovers” (Hijos y amantes), “The rainbow” “El arco iris” y “Lady Chatterley's lover” (El amante de Lady Chatterley)-, criticó a la moral burguesa y al capitalismo desenfrenado de la sociedad de su época dada su deshumanización, la excesiva racionalización, la obsesión por el dinero y la dependencia de la tecnología. Un siglo después, sus ideas parecen tener una notable relevancia en buena parte del mundo y en la Argentina son más que apreciables. Si se toma por “narrador” al actual presidente argentino y por “narración” al presente caos económico y social que vive el país, es fácil advertir que es mucho más creíble la alarmante situación de la mayoría de los argentinos que las promesas, los embustes, las falsedades y las hipocresías de su presidente. La “narración” de este “narrador” se circunscribe al desfinanciamiento de la ciencia, la salud y la educación pública, al congelamiento de las jubilaciones, a la reducción de los medicamentos gratuitos que ofrecía la obra social estatal de los jubilados y pensionados, a la apertura importadora que afecta a las economías provinciales, al freno a las subas salariales mediante el sistema de paritarias que permitía la negociación entre la patronal y los trabajadores, a la paralización de las obras públicas, a la promoción de la especulación financiera, a la gobernanza a través de decretos de necesidad y urgencia, al veto de los proyectos de leyes aprobados por el Congreso, a la suspensión de miles de pensiones por discapacidad… La lista es larga.
Varias encuestas de alcance nacional, de reciente aparición, coinciden en señalar que prácticamente dos tercios de la población siente que su situación personal ha empeorado, que sus ingresos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, que teme perder su empleo, que cada vez les cuesta más llegar a fin de mes, que la corrupción es uno de los mayores problemas que enfrenta el país, etc. Todos estos datos revelan una tendencia dominante en la opinión pública marcada por el descreimiento, la desconfianza, un creciente malestar y un gran descontento. Y, sin dudas, esta percepción de la situación actual del país fue un factor determinante en el resultado de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires que tuvieron lugar el pasado domingo 7 de septiembre, en las cuales el oficialismo sufrió una contundente derrota a manos del peronismo. Este hecho llevó a dos de las más grandes empresas internacionales especialistas en inversiones financieras -Bloomberg y Morgan Stanley- a resaltar que la “humillante derrota electoral obliga al presidente argentino a enfrentar una serie de errores políticos” y que el “fuerte revés electoral recibido por el gobierno en la provincia de Buenos Aires incrementa la probabilidad de un escenario central negativo”. Esa señal de alerta volcada en las urnas, que está directamente relacionada con los efectos negativos que tiene sobre la población un programa económico de ajuste estructural, parece no haber afectado al presidente (o por lo menos así intenta demostrarlo) quien, en su primer discurso después de las elecciones, declaró sin ruborizarse que “más allá de este resultado electoral, quiero señalarle a todos los argentinos que el rumbo por el que fuimos elegidos en el año 2023 no se va a modificar, sino que se va a redoblar. No se retrocede ni un milímetro en la política del gobierno, el rumbo no sólo se confirma, sino que lo vamos a acelerar y profundizar más”. Y al día siguiente lanzó “una mesa política nacional” conformada por quienes, menos uno, ya eran parte de la primera línea de gobierno, esto es, los mismos funcionarios de siempre, los que, tras su primera reunión, ratificaron el rumbo del gobierno, criticaron a opositores, medios periodísticos y empresarios, anunciaron que “no habrá cambios de gabinete, así como tampoco se cambiará el rumbo económico” y afirmaron que están dispuestos “defender el proyecto con uñas y dientes”.


La prensa internacional no fue ajena al resultado de las elecciones de la provincia de Buenos Aires, una provincia que concentra a casi el 40% de la población nacional y es fundamental para la economía argentina por su alto peso en el PBI, concentrando una gran parte de la actividad industrial y agropecuaria, y canalizando más de un tercio de las exportaciones nacionales. En España, por ejemplo, el diario “El País” tituló: “El peronismo arrasa en Buenos Aires”, agregó que ese partido superó por más de trece puntos “a los candidatos ultraderechistas en la elección para legisladores provinciales”, y concluyó que “es mala idea en Argentina dar por muerto al peronismo antes de tiempo”. También en España, el diario “El Mundo” tituló: “Contundente victoria del peronismo sobre los candidatos de Milei en Buenos Aires” y opinó que fue “un duro golpe para el presidente al frente de un gobierno que se hunde en la incertidumbre”. Por su parte, en Italia el diario “La Repubblica” tituló: “El partido de Milei sufre una derrota mientras los peronistas ganan las elecciones provinciales de Buenos Aires”. Además, hizo hincapié en que “el resultado de las elecciones llega en un momento particularmente difícil para el gobierno”, al hacer referencia al escándalo de las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). Y en otro artículo dijo: “Derrota de Milei: los peronistas ganan las elecciones provinciales de Buenos Aires”. Y agregó que el resultado llegó en medio de un escándalo de corrupción que involucra a la hermana del presidente y comparó, además, el contraste con su triunfo de 2023: “Entonces prometió sacar al país de la crisis con recortes radicales del gasto público; hoy esa promesa empieza a flaquear”.
Por otro lado, en Estados Unidos el “Financial Times” tituló que el mandatario nacional sufrió “un duro revés en las elecciones de Buenos Aires” y lo atribuyó a la caída de la popularidad del mandatario tras el escándalo de las coimas. Además, consideró que “el resultado también reavivó las dudas sobre el programa de reformas del presidente, quien esperaba que las elecciones intermedias ampliaran su base en el Congreso e impulsaran las reformas”. Mientras tanto, “El País” de Uruguay resaltó: “Contundente derrota del gobierno argentino frente al peronismo” y afirmó que la diferencia fue “más dura de lo esperado” por la Casa Rosada. En Paraguay, el diario “ABC” publicó: “El peronismo aplasta al partido de Milei en el mayor distrito electoral del país, clave para las elecciones nacionales de octubre”. En Chile, “El Mercurio” tituló: “El oficialismo sufre una paliza en Buenos Aires” y comentó que “los resultados fueron un balde de agua fría para el oficialismo”. En tanto “La Tercera” encabezó: “Oficialismo sufre paliza en legislativas de la provincia de Buenos Aires y Milei ve amenazado el rumbo de la economía”, y puntualizó que el peronismo logró “un triunfo histórico”. En Brasil, “O Globo” hizo foco en el discurso del presidente: “Milei admite la clara derrota en Buenos Aires, pero promete acelerar reformas”. Y agregó que el voto actuó como “termómetro de las legislativas nacionales de octubre”. Y “Folha de S. Paulo”, por su parte, publicó: “Milei sufre derrotas en Buenos Aires en medio de la crisis de su gobierno”, señalando también que “la imagen presidencial quedó golpeada tras los audios de presunta corrupción de su hermana, la secretaria general de la presidencia”.


Pero no solamente los medios periodísticos opinaron sobre el resultado de las elecciones bonaerenses, también lo hicieron empresarios libertarios argentinos. El ejecutivo de una asesoría financiera Miguel Boggiano, por ejemplo, manifestó que “no hay caso. La gente de La Matanza ama cagar en un tacho y caminar en calles de barro”. Se refirió al municipio más poblado de la provincia en donde el peronismo obtuvo una de las mayores diferencias porcentuales de votos. Por su parte Lucas Salim, vicepresidente de la Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos de Córdoba, opinó sobre los votantes bonaerenses: “Es oficial que uno de cada dos bonaerenses vive de la teta del Estado. Cagan en un balde y votan a los que les roban en la cara. Son burros, son brutos, son pobres por como votan, pero están acostumbrados a que ‘el patrón’ político les regale una chapa y con eso les alcanza. El conurbano bonaerense es una cloaca en todo sentido, hoy gana la casta, los medios, los curros y el choreo. Y bueno, a tomar decisiones se ha dicho. Esto es la Argentina que nunca entenderías... Le deseo a los bonaerenses 25% de inflación, desabastecimiento y más desnutrición infantil, así la próxima aprenden a votar”. Y el ministro de Economía Luis Caputo afirmó: “que haya elecciones cada dos años en nuestro país es una ridiculez. Más allá de si es plan de estabilización o no, es un costo altísimo, a la sociedad no le interesa y es algo que para mí habría que revisar”. Y adelantó que “las reformas que vamos a implementar van a ser espectaculares”, ya que “son todas esas cosas que la gente pide”.
Un dato llamativo de lo ocurrido en estas elecciones tiene que ver con los jóvenes menores de treinta años. Ellos fueron el motor del crecimiento de La Libertad Avanza y decisivos para el triunfo en las elecciones del año 2023. Sin embargo, ese fervor se licuó. Fueron los jóvenes los que tuvieron menor predisposición a ir a votar y sólo una cuarta parte de los que lo hicieron votaron por el oficialismo. De manera creciente su escepticismo ha ido aumentando. Así como hace un par de años sostenían las políticas del gobierno libertario e identificaban a los gobiernos anteriores como los principales responsables del malestar socio-económico, hoy en día los integrantes de este grupo etario están muy preocupados por el desempleo, el aumento de los precios y el endeudamiento personal y familiar. Así como se disparó el desempleo en el sector privado registrado, para los jóvenes parece ser que la única posibilidad de conseguir un empleo es la economía informal haciendo repartos a domicilio con motos o bicicletas mediante plataformas digitales, una tarea que limita enormemente sus oportunidades de crecimiento profesional y personal ya que no es más que una relación intermitente, fragmentaria y desprotegida de un marco regulatorio que proteja sus derechos laborales básicos. Para ellos, el individualismo se convirtió en una forma de supervivencia. Tal vez esta precariedad laboral y la incertidumbre sobre su futuro es lo que los lleva a tomar drásticas decisiones. Según un informe elaborado por la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, en los últimos dos años se notificaron alrededor de cinco mil intentos de suicidio en jóvenes menores de treinta años, especialmente varones.
A todo esto, el presidente libertario a pesar de la contundente derrota en las elecciones bonaerenses, realizó una escenificación de cambios en su organización interna, con el lanzamiento de la nueva “mesa política nacional” que incluyó a todos los integrantes, menos uno, de su círculo más íntimo. Los “cambios” incluyeron un rumbo económico que se repite a sí mismo y continúa inalterado, y el habitual refugio en el FMI. En esa línea, vetó primero las leyes de financiamiento universitario y de emergencia pediátrica, que implicaba más fondos para el Hospital Garrahan, y al día siguiente hizo lo mismo con el proyecto de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) a las provincias. Tras la toma de estas medidas, el vocero presidencial declaró en una entrevista que todas esas leyes eran “delirios populistas” o iniciativas “inviables”. “No vamos a entrar en el juego populista, no vamos a dejar que el Congreso haga desastres en pos de tener un voto más en la elección”, argumentó. Y también posteó: “Sabemos que es difícil, pero este es el único camino posible para salir del pozo en el que nos dejaron. Nos metimos en esto para cambiar de raíz este país. Es lo que estamos haciendo y lo que vamos a seguir haciendo, aunque los medios, los políticos, los empresarios, y todos los que quieren detener el cambio nos ataquen”. Ante la continuidad de estas decisiones parece inevitable recordar la sentencia “cambiar todo para que nada cambie”, una frase popularizada por la novela “Il gatopardo” (El gatopardo) de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957). Publicada en póstumamente en 1959, en ella el escritor italiano describió la adaptación de las clases dirigentes para conservar su posición frente a las transformaciones sociales y políticas. De allí surgió el aforismo “gatopardismo” para definir la estrategia que, a través de cambios superficiales o aparentes, busca mantener la posición y las estructuras de poder existentes.


En medio de una situación social en la cual miles de familias viven endeudadas con sus tarjetas de crédito para cubrir gastos básicos como alimentos debido a la pérdida del poder adquisitivo y los salarios estancados, también se podría comparar las políticas del gobierno de La Libertad Avanza con las conocidas como “bonapartismo”, la ideología política surgida de la figura del emperador francés Napoleón Bonaparte (1769-1821), quien ejerció un gobierno autoritario y personalista con apoyo popular, emitiendo decretos y eludiendo el poder parlamentario. ¿Esto por qué? Porque a pesar de la calamitosa situación provocada por este gobierno personalista y autoritario que elude sistemáticamente los derechos democráticos, su gestión aún cuenta con casi un 40% de la población que lo apoya. Estos seguidores parecen ignorar que el presidente argentino es un fervoroso creyente de las teorías desarrolladas por los economistas de la Escuela Austríaca, una corriente de pensamiento económico que enfatiza la importancia de las decisiones individuales impulsadas por el interés propio y el predominio del libre mercado como motor de la economía. Esta doctrina económica se originó en Viena a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, de la mano de, entre otros, los economistas Carl Menger (1840-1921), Eugen von Böhm Bawerk (1851-1914) y Friedrich von Wieser (1851-1926). Tras su declive luego de la Segunda Guerra Mundial, atrajo un renovado interés en la década de 1970 cuando Friedrich von Hayek (1899-1992) ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas de 1974. En esa misma década nació el anarcocapitalismo fundado por el economista estadounidense Murray Rothbard (1926-1995) quien no sólo propuso someter toda la vida social a la magia de los mercados manejados por las grandes empresas multinacionales oligopólicas, sino que también propuso la lisa y llana abolición del Estado, propuestas todas ellas a las que el presidente argentino manifestó adherir fervorosamente desde la campaña electoral en 2023.
En fin, luego de recibir un apoyo explícito del Fondo Monetario Internacional, el presidente anarcocapitalista ratificó los lineamientos centrales de la política económica de su gobierno y enumeró los tres ejes centrales de su plan: equilibrio fiscal, mercado monetario ajustado y el mantenimiento las bandas cambiarias en la cotización del dólar. Además, prometió que seguirá el proceso de desregulación que incluye una reforma laboral y una reforma previsional. Una reciente encuesta realizada por la Universidad de San Andrés revela que sólo el 37% de los encuestados se muestra satisfecho con la marcha general del país, mientras que el nivel de insatisfacción alcanzó el 63%. Ante el evidente cambio del humor social que no sólo se muestra en las calles y en las urnas sino también en las redes sociales, la pregunta que surge es la siguiente: ¿seguirá gobernando de espaldas al pueblo? Todo parece indicar que sí.