(1724-1804), Karl Marx (1818-1883) o Gilles Deleuze (1925-1995). Raúl Cerdeiras cuenta en sus espaldas con una enorme trayectoria. Sus primeros pasos en la política y la reflexión teórica los dio hacia fines de la década del ’60 junto al abogado y docente universitario argentino Silvio Frondizi (1907-1974). De allí en más participó de grupos marxistas ("no estalinistas", aclara) y luego se vinculó a la corriente estructuralista. Destaca que la introducción por parte de Masotta del pensamiento de Lacan le resultó decisiva para su formación y rescata a las figuras de Gaston Bachelard (1884-1962) y Louis Althusser (1918-1990) como los otros dos grandes íconos de esa época. Juan Carlos Indart, quien fuera profesor de Metodología de la Ciencia y la Investigación Social y de Semiótica Arquitectónica en la Universidad de Buenos Aires, ha publicado, entre otros, los ensayos "La pirámide obsesiva", "Vigencia de las formaciones del inconsciente", "Neurosis obsesiva. Compulsión y femineidad" e "Histeria. Triángulo, discurso y nudo". Sigue a continuación la segunda parte de la reunión entre el psicoanalista Indart y el filosófo Cerdeiras en donde intercambian ideas y conceptos provenientes de los distintos saberes tanto del campo del psicoanálisis como del de la filosofía.
J.C.I.: Me interesaba, al menos en el mismo nivel en que vos ejemplificabas, las subversiones de cosas que en una época se creían inmodificables. Lacan parece haber intentado algo que no es exactamente teoría de conjuntos sino sus referencias al nudo. Intentó con la topología del nudo sostener una consistencia. No tenemos un punto de vista más arriba desde el cual elegir si es mejor una consistencia matemática que otra. El nudo es débil, no en el sentido de pensamiento débil; se necesita un pensamiento muy fuerte para sostenerlo. El tema inicial lo hemos transformado en la necesidad de una consistencia para que funcione como ancla frente a la decadencia del nombre del padre. Hemos tenido que ir haciendo aclaraciones pero un nudo, un ancla, una consistencia, parece decisiva tanto en una práctica como en otra. Por eso nosotros sabemos que clínicamente también se puede romper. No es imposible que esa consistencia se destruya con efectos de disolución de la armadura subjetiva humana. El psicoanálisis es una terapia y su práctica se confronta con eso, así que también volvería a destacar este punto: la emergencia de lo inconsistente tiene entre sus consecuencias un aumento creciente de la debilidad mental.
R.C.: Yo trabajo con esta idea: para
el psicoanálisis no hay ontología.
J.C.I.: De acuerdo.
R.C.: Creo que el psicoanálisis, sobre
todo el de Lacan, barre con el discurso filosófico-ontológico quitándole toda
autonomía. ¿Y los problemas que siempre trató la filosofía? ¿Quién se hace
cargo? Así como, por ejemplo, la ontología de Badíou dice: "el ser de
todo lo que es es inconsistente", el psicoanálisis parte de otro principio
que es el principio estructural. Es decir: en vez de partir de un ser
inconsistente, el psicoanálisis afirmaría: "nosotros partimos de una
estructura constitutiva y esa estructura está fallada". Y es diferente,
para discurrir sobre la condición del hombre, partir de que "el ser de todo
lo que es es inconsistente" que partir de "hay una estructura
fallada". La inconsistencia es diferente a una estructura
incompleta, carente.
J.C.I.: ¿Cómo llega la palabra inconsistencia al psicoanálisis? La inconsistencia
nunca había sido una noción psicoanalítica, y es introducida por Lacan distinguiendo incompletitud de inconsistencia. Lo hace por razones clínicas,
para dar cuenta de la angustia. Si en el armado subjetivo de una persona
aparece inconsistencia, la señal es angustia. En cambio la incompletitud es
pacificante, nadie se angustia porque haya una falta que le motive un deseo.
Son nociones que Lacan adquiere de la lógica matemática, no de la filosofía. Una cosa es tomar esas nociones rumbo a una
definición ontológica y otra muy distinta es tomar esa noción para entender
ciertos hechos clínicos.
R.C.: Los que nos dedicamos a la
filosofía nos sentimos molestos cuando desde otra disciplina se critica a la
filosofía, cuando se la cuestiona desde "afuera" sin oponerle otra
postura filosófica, sin hacerse cargo del material propio que hay que discutir,
sino desde una trinchera exterior desde la que se minan sus bases. Para la
ontología, ser y pensar es lo mismo. Por ejemplo, cuando uno dice: "el ser
de todo lo que es es inconsistente", dice: "el pensamiento
es inconsistente". Se es lo que se piensa, se piensa lo que se es. No se puede
poner el pensamiento por un lado y el ser por el otro. El pensamiento lo que
piensa es siempre a otro pensamiento, no piensa otra cosa que al pensamiento
mismo. Para poder entender esto hay que partir de la afirmación de que el ser
no es un ente, no es algo del cual podamos hablar como se habla de cualquier
otro tema. Entonces, como el ser no es "algo" resulta que ser y
pensar es lo mismo. Aquí tenemos un problema estrictamente ontológico; ver qué significan estos tres términos: ser, pensar y mismo. Pero el psicoanálisis
no entra en esta discusión; descalifica la cuestión diciendo que todo esto
pertenece al campo de lo imaginario o del discurso universitario y/o del amo...
J.C.I.: En este punto es preciso
esclarecer la diferencia entre psicoanálisis y filosofía. Lacan en la búsqueda
de fundamentos para la práctica analítica utilizó infinidad de recursos sin
especial respeto por el lugar del que provenían. Él mismo lo dijo. Durante un periodo de su enseñanza hubo mucha
utilización de la palabra ser, falta de ser, falta en ser, etc. Pero siempre
insistió en que hay una hiancia (espacio vacío) entre pensamiento y ser. Si la filosofía dice
que hay una conexión entre pensar y ser, tenemos allí un debate posible. Tengamos en cuenta además que, pasada la estrategia
de transmisión, esos términos retornan a un contexto psicoanalítico y la
palabra ser es sustituida por goce y la palabra pensar por hablar. Cuando leo filosofía y leo ser, lo que en realidad
leo es goce y a pensar lo leo como hablar. Para el psicoanálisis, ¿hay una
articulación armónica entre pensar y gozar? Todos los datos indican que no.
R.C.: Esa sustitución que te permite
a vos decir: "cuando yo leo ser, leo goce, y cuando leo pensamiento, leo
hablar", ese tipo de operación que hace el psicoanálisis es para mí el tema
más ríspido que tiene con la filosofía.
J.C.I.: Podría no ser ríspido.
R.C.: Ríspido, en un buen sentido.
Porque señala exactamente lo que quiero decir: una crítica no inmanente sino
desde afuera por sustitución de términos. Pero la fortaleza de la filosofía
consiste en que todos esos intentos no hacen sino generar una especie de
filosofía encubierta. Por ejemplo, sustituir pensamiento por habla, es una
postura filosófica que empieza a tomar cuerpo alrededor de los años veinte y
que termina en lo que hoy se conoce como "el giro lingüístico". Por
eso estoy convencido de que hay una masa enorme de producción de psicoanálisis
de Lacan, que no creo que esté destinada a la practica clínica y que, con el
tiempo, servirá para enriquecer al pensamiento filosófico y ontológico. Yo creo
que hay más filosofía en Lacan que lo que el propio Lacan podía imaginar.
J.C.I.: Eso me parece un ejemplo de
lo que vos llamabas prácticas autónomas y de cuáles son
los bordes entre ellas. Siempre habrá artistas que dirán que lo único
importante de la filosofía es lo que hay de artístico en ella. Espero traten de
demostrarlo. Los psicoanalistas siempre van a leer a los filósofos
como síntomas, no pueden hacerlo de otra manera desde su práctica así como los
filósofos siempre van a estar interesados en ubicar la práctica del
psicoanálisis dentro de su visión ontológica. Me parece legítimo eso. Hablar en
esos bordes es un cruce de lecturas.
R.C.: Eso marca un tema crucial porque
creo que esas operaciones empobrecen tanto a la filosofía como a las prácticas
con las que se cruza. Los ejemplos clásicos de un empobrecimiento
de la filosofía son los que Badiou llama precisamente "suturas" a la
filosofía. Él dice que han existido tres grandes suturas de la filosofía en el siglo XX y que por eso la filosofía tiende a desaparecer. Una sutura es una operación
por medio de la cual un procedimiento de verdad somete a la filosofía y termina
ocupando su lugar. Cabe recordar que Badiou reconoce cuatro procedimientos de
verdad: el amor, la ciencia, la política y el arte. La primera sutura: el
positivismo lógico. La concepción de la ciencia intenta capturar a todo
pensamiento posible. Todo pensamiento debe estructurarse de acuerdo al modelo
de la ciencia, y eso trae un empobrecimiento de la filosofía y, a su vez, un
empobrecimiento de la ciencia. La otra sutura fue la de la política, con el marxismo
como estandarte. Pensar que la política es el lugar desde donde se puede juzgar
a la filosofía, que toda filosofía expresa los intereses de clase y que todo
pensamiento es una superestructura de la infraestructura económico-social
también trajo aparejado el empobrecimiento de la filosofía y de la política. Badiou dice que la última gran sutura fue, con
Heidegger, la de la poesía o la del arce con la filosofía. Él dice que la
tarea de los filósofos es "desmurar" nuevamente a la filosofía del
arte; de esa manera el arte no tiene que hacerse cargo de los grandes problemas
filosóficos y volver a su campo específico. Creo que tiene razón por que, si
vemos la literatura y el arte del siglo XX, es fácil comprobar que fueron los
que mejor pensaron un montón de problemas filosóficos debido a que la filosofía
no los podía pensar porque estaba capturada por la visión política y por la
visión científica. A esto yo le agrego una cuarta sutura, la que
realiza el psicoanálisis. Si tengo que ubicar al psicoanálisis en uno de los
cuatro procedimientos de verdad, hay que ubicarlo en el campo del amor. Si la
cuestión del amor tiene realmente una revolución en el siglo que pasó es por la
aparición de la obra de Freud. Yo digo que el psicoanálisis hizo una
cuasi-sutura; es decir, mientras critica a la filosofía, insensiblemente va
ocupando su lugar. Obviamente, las observaciones que se hacen desde el
psicoanálisis a la filosofía no son disparates ni muchos menos. Son
operaciones de un rigor muy importante pero que no tendrían que descalificar a
la filosofía o anularla como discurso; tendrían que ser una intervención
crítica y reconocer que sus aportes forman parte de ella. Entonces, el movimiento por el cual el psicoanálisis
hace una cuarta sutura, que yo llamo cuasi-sutura, es cuando sin dialogar desde
el interior mismo de la filosofía pretende sustituirla. Y si no, preguntémonos:
¿cuál es el fundamento por el cual el psicoanálisis se legitima como lugar desde donde puede distribuir todos los discursos
de la cultura? Ése es precisamente el papel de la filosofía tradicional, no de
la mejor filosofía, sino de la tradicional, aquella que tenía una estética
para decidir qué es el arte, tenía una epistemología para decidir qué es el
saber, tenía una teoría de la historia para saber qué es la política y tenía
una moral para saber qué es lo que teníamos que hacer. El psicoanálisis viene a decir que es la única
práctica que tiene una ética y que no hay ética en las otras prácticas. Son
afirmaciones demoledoras. ¿Qué tiene que ver eso con la cura de la neurosis
de un paciente? ¿Qué tiene que ver con la clínica esa estructura que objeta la
cuestión del ser, de la verdad, del sujeto, de la multiplicidad, de la
matemática, de la ciencia, del sujeto de la ciencia, del arte, etc.? ¿De dónde
viene esa capacidad de poder opinar con ese rigor? ¿De dónde viene esa
capacidad para ordenar una visión general sino de haber desalojado a la
filosofía y de querer, confusamente, ocupar su lugar?
J.C.I.: Escucho eso teniendo que
diferenciar epígonos, difusores, repetidores. Todo produce sus pasiones. Si la
"filosofía del acontecimiento" de Alain Badiou genera cada vez más
adeptos, seguramente con el tiempo aparecerán discursos que la simplifiquen;
conocemos esos fenómenos. No me da la misma impresión el empleo de las
referencias filosóficas en Lacan. No son referencias a la filosofía en general,
han sido análisis de pequeños puntos precisos de filosofía, de arte, muchas
cosas que pueden permitir entender algo para nosotros siempre a nivel del campo
específico del psicoanálisis. Se puede encontrar un fragmento de Hegel que a
uno lo ilumina sobre cómo está caracterizado cierto pensamiento obsesivo. Bueno, y como eso muchos otros ejemplos. El seminario de Lacan sobre la ética se llama
"La ética del psicoanálisis". El psicoanálisis tiene todo el derecho
del mundo a plantearse cuál es su ética. Si así no fuera tendría que adoptar
otra y ya no sería una práctica autónoma, en cuyo caso podríamos decir que los
únicos que pueden pensar la ética son los filósofos. El psicoanálisis se hizo
su propia problemática ética vinculada a una práctica específica que sólo se
tiene si se es psicoanalista. Es el problema de la ética para los psicoanalistas
en su práctica. No hay porque pensar esto en términos de dominación de otros
territorios. Una cosa es Lacan y otra muy diferente son los
lacanianos. La soberbia a la que puede llegar cualquier mozalbete psicólogo
que ha leído algo de Lacan en los años setenta y con lo que podían dirigirse
a los otros pensadores, sociólogos, filósofos, etc. Fue un fenómeno muy
conocido en Buenos Aires y en toda la Argentina que no dejó mas que confusión. Yo no
creo que el psicoanálisis consiga dominar ningún campo artístico, ni filosófico, ni político,
ni nada por el estilo. Si se entiende esto, y Lacan lo repite hasta el
cansancio, veremos que son sólo elucubraciones para psicoanalistas, relacionadas
a su práctica.
R.C.: ¿Vos pensás que no hay en el
propio Lacan opiniones que van más allá de una cosa puntual? Por ejemplo,
cuando decía que la filosofía, salvo en Heidegger, no tenía la dignidad
necesaria. Su autoproclamación de ser antifilósofo. El hecho de que el discurso
filosófico quede dentro del discurso universitario o del discurso del amo
-esto yo mismo se lo escuché decir a Lacan-. La ontología como la vergüenza de
la familia no es algo menor. ¿Dónde queda el
discurso filosófico en la distribución de los discursos? Para mí eso es juzgar
en bloque. Así y todo creo que no está mal porque es el esfuerzo filosófico de
Lacan. Es como empieza todo gran filósofo, como lo hizo Descartes, como lo hizo
Spinoza y el propio Hegel: barriendo con todos los principios de donde se sostenía la filosofía anterior. Lacan cuando
se mete en ese campo -al que insisto no le veo operatividad clínica alguna-,
prepara su aporte a la filosofía. No puedo dejar de reconocer que en el psicoanálisis
hay un amor a la filosofía, un ocuparse de la filosofía bajo la forma de un
rechazo de la filosofía. La pregunta sería, ¿qué valor le da el psicoanálisis a
la filosofía?
J.C.I.: Sigo insistiendo en que es importantísimo arrancar de la singularidad de
cada práctica. Tanto en el ejercicio del psicoanálisis como en su transmisión
hay que orientar al psicoanalista a despejarse de la filosofía. Me parece
también legítimo orientar a los filósofos a despejarse del psicoanálisis. Lo que ha dicho Lacan estuvo dirigido a la
formación de los analistas. La palabra antifilosofía fue utilizada en un
programa de formación de analistas. Lacan pensó, en ese momento, un programa de
formación en un contexto universitario, y entre temas de lógica y de
lingüística, colocó la lectura de la filosofía con el término "antifilosofía". Seguro, y va por definición,
en la posición del analista no se puede ser filósofo. Pero es necesario tratar
de saber todo lo que se pueda de filosofía desde una posición que no es la del
filósofo. Los problemas conceptuales de alta filosofía, los trae el paciente.
R.C.: ¿La operación analítica produce
realmente un cambio?
J.C.I.: Podría ocurrir que un
paciente advenga a filósofo.
R.C.: Eso no sería un cambio, sería
una desgracia... para el psicoanálisis.