Juan Carlos Indart fundó, en 1974, junto a otros destacados semiólogos argentinos, la
revista "LENGUAjes", una revista-libro de lingüística y semiología, pionera de la
disciplina en América Latina. Fue, además, presidente de la Escuela de
Orientación Lacaniana y de la Fundación del Campo Freudiano en Argentina. Raúl Cerdeiras, por su parte, desde que fue expulsado de la
Universidad de Buenos Aires en 1974, se dedicó a la docencia fuera de los
claustros. En ese marco, fundó en 1991 el grupo Acontecimiento, que edita
semestralmente una publicación homónima dedicada a analizar la coyuntura
política. Reunidos por la revista "Lamujerdemivida", ambos pensadores se dedicaron en esta tercera y última parte de la charla a sostener un interesantísimo debate sobre dos de los campos intelectuales más importantes: el psicoanálisis y la filosofía. ¿Es el primero una herramienta crítica de la segunda o constituye un punto de vista filosófico por sí mismo? Sigmund Freud (1856-1939) no
lo pensaba así, aunque es cierto que puede considerarse al psicoanálisis no solamente como una
teoría, una práctica clínica o un método de investigación; también puede calificárselo como un legítimo pensamiento filosófico. Jacques Alain Miller (1944), en una conferencia que dictó en noviembre de 2001 en Lille, Francia, examinó las relaciones
entre filosofía y psicoanálisis comenzando por la filosofía antigua hasta llegar
al existencialismo, el estructuralismo, el
deconstruccionismo y la filosofía analítica contemporáneos. Para el psicoanalista francés, el psicoanálisis vino
a ocupar el lugar dejado vacío por la filosofía antigua y tuvo, más adelante, una función decisiva en la constitución del
sujeto moderno. Miller sostiene que la filosofía
misma ha sido traumatizada por el psicoanálisis.
R.C.: Me preocupa este tema: en su
operación, ¿produce el psicoanálisis una nueva subjetividad, una nueva forma de
sentir, o sólo reacomoda algo que antes estaba desacomodado? Aunque el
psicoanálisis no normaliza en el sentido clásico del término -adaptarse a una
situación ya aceptada socialmente-, normaliza, en cambio, al hacer que una
estructura fallada se ponga en funcionamiento. Desde un punto de vista
filosófico, la pregunta podría plantearse así: dado que el psicoanálisis parte
de que hay una estructura cuyos efectos analiza, ¿podría decirse que su
"ontología" es la estructura? Primero está la estructura y después
hablamos.
J.C.I.: En primer lugar, lo que hizo Lacan
fue probar que para cada sujeto hay una invariante leída como determinación. Se nota en él una insistencia para verificarla.
Cada sujeto tiene una posición frente a esa invariante y es necesario inventar
algo para resolverla. Lacan abre un camino sorpresivo, imprevisible; saber
hacer con eso, con esa invariante, algo diferente a someterse a ella con
sentido fatalista. Pero, ¿qué es "eso", esa invariante? Para
entenderlo no hay que olvidar que "eso" está determinado para cada
cual mucho más allá de lo que cada uno cree. Pero en Lacan hay una novedad
clave: que pase algo cuando el sujeto se encuentre con esa invariante. Esto
supone toda una apertura a la novedad, una apertura de invención, cuyas
consecuencias siempre están por verse.
R.C.: Lo que me parece es que para el
psicoanálisis el sujeto es efecto de esa invariante y nada podría tener la
entidad suficiente como para destrabar esa invariante y poder abrir otra. ¿Por
qué el sujeto tiene que estar regido por esa invariante? Me pregunto si el inconsciente existe desde
siempre o existe desde Freud. ¿Operaba el inconsciente ya en los griegos, por
ejemplo? ¿Opera recién a partir de Freud? Si el inconsciente operó desde
siempre lo podemos considerar como una invariante estructural, algo que siempre
estuvo allí. Voy a dar un ejemplo concreto: hoy hablamos de representación en
política pero representación es una palabra que se volvió clave recién a partir
del 1600, nadie la nombraba con anterioridad. Por mi parte, saco una revista, "Acontecimiento", cuya premisa es subvertir la idea de representación en
política, lo que traería un cambio radical en la subjetividad política. Mi
pregunta es si el psicoanálisis considera que la estructura, la constitución
del sujeto, el inconsciente mismo o lo que uno quiera definir como matriz de la
subjetividad, son invariantes. Creo que con Freud la subjetividad quedó total y
absolutamente transformada. La subjetividad, tal como fue pensada antes de
1890, fue destrozada. Freud la tiró abajo y creó algo diferente. Creó una nueva
subjetividad. Antes de Freud a nadie se le hubiera dado por pensar cosas que
hoy en día piensan todos. "Lo traicionó el inconsciente", por
ejemplo. Se trata, sin dudas, de un cambio sorprendente, de algo fundamental.
Ahora, ¿esto es así para siempre o corresponde a un momento histórico? Es dable
preguntarse si con el tiempo el sujeto del inconsciente puede llegar a ser de
una manera distinta a como la plantea Lacan, si no puede cambiar como cambió la
física de Arquímedes en comparación con la actual.
J.C.I.: Habría que ver en qué plano se producen
esos cambios, habría que ver si se produce una nueva función del sujeto, de
real, de verdad. El psicoanálisis apuesta a una indagación de la sexualidad y
nada más. La indagación de la sexualidad se dirigió a localizar una invariante.
Las representaciones políticas pueden cambiarse. El arte también. Puede
cambiarse lo que se quiera pero en la sexualidad no cambia nada.
R.C.: Ése es el tema.
J.C.I.: Es decir, hay esa invariante y
ningún cambio histórico ha modificado las formas. El arte cambia, la sociedad
cambia, la política cambia, pero todo el mundo coge mal desde que el mundo es
mundo. Y eso da síntomas, y eso da toda una serie de suplencias de goce,
arreglos, etc., que el psicoanálisis estudia. Eso me parece importante, porque
limita mucho al psicoanálisis. Al mismo tiempo es el campo que había quedado
sin reflexión alguna. Si hablamos del sacudimiento, Freud les diría que es un
sacudimiento vinculado a una indagación sobre la sexualidad. Veremos si pueden
darse novedades en este punto. Los datos, hasta ahora, lo señalan como una
invariante.
R.C.: Desde la filosofía a eso lo
llamamos imposible estructural y se diferencia de otro que es el imposible
histórico. Si el problema se presenta por la imposibilidad de encuentro entre
los sexos, eso es un imposible estructural. Eso implica, desde una mirada
filosófica, una dificultad para el psicoanálisis en cuanto efectos de ruptura.
Como trabaja sobre una invariante estructural, cualquier modificación queda
atrapada por ese núcleo. Semejante posición emparenta al psicoanálisis con
ciertas maneras de pensar en filosofía, maneras sustancialistas, metafísicas,
que son dadoras de sentido. Lo que da sentido a una situación ahora no es Dios,
no es el proletariado, no es la salvación de la humanidad, no es la materia; es
la imposibilidad de la relación sexual. Para la filosofía de Badiou, las
verdades trabajan sobre imposibles históricos. No porque no haya de los otros; la vida cotidiana está basada en un imposible estructural, es siempre la misma,
repite la producción y reproducción, la repite bajo distintas formas, pero
siempre repite. En la ciencia, por ejemplo, sus conceptos, incluso la idea misma
de ciencia, son invariantes históricas que en algún momento estallan y
subvierten lo que se consideraba, hasta ese momento, válido. Ésta es la gran diferencia. La gran discusión es
si el psicoanálisis subvierte o no subvierte una verdad. Si el psicoanálisis se
arrogó -como yo sostengo- tareas propias de la filosofía, es porque justamente
considera que en la sexualidad, en el goce, encontró una invariante estructural
y con ella tiene la capacidad de atravesar todas las otras actividades humanas.
Es como si dijeran "acá está la clave". La clave de la cultura es el
sujeto, no es el ser. Y si el sujeto es como es, con sus invariantes sin
posibilidad de modificación, no cabe más que pensar que cada doscientos años la
pulsión de muerte va a soltarse otra vez, el ciclo se repetirá y Auschwitz va a
ser un juego de niños. Esto es lo que nunca el psicoanálisis se abrió a discutir,
porque es en esa zona donde se encuentra con la filosofía. Ésos son los núcleos
filosóficos del psicoanálisis, sus fundamentos. Abrir una discusión acerca de
sus fundamentos es lo que hizo Lacan y eso le trajo un rédito extraordinario.
Pero cuando uno va a los fundamentos ya está utilizando una palabra filosófica.
J.C.I.: Ese camino me parece que nos
enredaría. ¿Por qué la palabra "fundamento" es filosófica? La palabra
fundamento es una palabra de la lengua. Y la filosofía es una construcción a
partir del lenguaje. No creo que el psicoanálisis pueda decir si algo fue
siempre, lo es y lo será. No sé si el psicoanálisis puede determinar
invariantes estructurales, eso sería convertirnos en filósofos. Lo que puedo
decir es que ese algo se encuentra en un caso, y en otro y en otro más, y que
el análisis de cada caso conduce a esa dirección. En los observados hasta
ahora, el método de Freud de análisis del síntoma conduce inevitablemente a un
punto al que aluden todos los síntomas constantemente y es el de que no hay
saber inscripto en la relación sexual. Pero no hay manera para nosotros de
decir qué consecuencia general se saca de eso. Creo que no estamos preparados
para una reflexión de ese tipo.
R.C.: Eso implica que no hay verdadero
cambio, subversión o ruptura en la operación analítica. Sólo reorganización de
la invariante.
J.C.I.: Voy a aportar a esa cuestión con
Alain Badiou.
R.C.: Me pagás con mi propia medicina.
J.C.I.: Lo saqué de su "Breve tratado de
ontología transitoria". Eso me divirtió, porque explica muy bien que en realidad
las discusiones vinculadas a los atributos -yo digo que es colorado, vos decís
que es verde- son totalmente secundarias. El asunto es: ¿qué es lo que existe
para cada cual? Ahí están las verdaderas diferencias. Eso toca un punto que es
de decisión íntima, como él dice, el juicio de existencia es lo más íntimo del
pensamiento y lo que no puede compartirse. Me parece importante llegar a eso.
Seguramente no compartimos juicios de existencia, entonces por ahí todas las
discusiones son un poco en el aire por esa diferencia. Todo pensamiento es
polémico, pero es diferente que el conflicto se plantee entre interpretaciones
a que se plantee entre juicios de existencia. Sigo con Badiou: "justo en el
momento en que decides lo que existe estás anudando tu pensamiento en
ser". Hay una singularidad, esto lo digo porque se dirige a un tú. Y
sigue, "pero entonces te encuentras, de manera inconsciente, sujeto al
imperativo de una orientación". De manera que articula una ética en eso.
La ética me parece suficiente para sacar un poco el tema de estructura
necesaria fatalista de si siempre se repetirá lo mismo, si hay o no subversión.
Lo uso para hablar de estructura, de la no relación sexual como invariante en
la estructura, porque en un punto uno decide darle existencia a la no
existencia de la relación sexual. Lo que Badiou dice es que eso es una
orientación, que la decisión de que no existe relación sexual, da una
orientación al pensamiento, una orientación que se impone, un imperativo. Pero
fijate en la importancia de lo que él dice: "entonces te encuentras de
manera inconsciente sujeto al imperativo de una orientación". ¿Cómo usa
inconsciente acá Badiou? ¿Por qué dice que es inconsciente y no
consciente?
R.C.: Cuando uno decide algo y saca
las consecuencias de eso, automáticamente está inscripto en una orientación
ontológica.
J.C.I.: Pero, ¿por qué se le impone de
manera inconsciente?
R.C.: ¿Cómo por qué se le impone de
manera inconsciente? Está por fuera de su saber "consciente". Es el
problema de la relación entre el ámbito del ser y del existir. Pero
"inconsciente" en ese texto no remite al dispositivo del inconsciente
freudiano.
J.C.I.: Pero dice: "Cuando tú decides
un juicio de existencia". Badiou lo sabe muy bien: el caso de la "no
relación sexual" tiene una vuelta complicada. A diferencia de las
invariantes que se pueden formular de una manera positiva, en el caso de la
"no relación sexual" no se afirma una existencia sino una
inexistencia: no hay relación sexual. Eso tiene sus problemas, sin duda. Pero
es en ese "tú decides", en ese punto justo, efectivamente...
R.C.: Yo creo que tu ejemplo es
redondo, porque desde la perspectiva de Badiou que no haya relación
sexual es una decisión, no una invariante. Es una decisión de la que quedás
atrapado.
J.C.I.: De manera inconsciente.
R.C.: No, la ontología se te impone de
manera inconsciente. Porque siempre uno piensa en el horizonte de una ontología,
es decir si yo digo que eso es, alguna concepción de qué significa ser debo
tener. ¿Qué quiere decir ser? Porque "ser" es el problema ontológico
y "ser tal cosa" es un problema de existencia u óntico, como dicen
los filósofos. Es más, para nuestra cultura "ser" significa
"existir". Vos preguntale espontáneamente a cualquier persona: "¿qué es para vos ser? Para que contesten: "Y, que está ahí, que
existe". Eso es inconsciente, confundir ser con existir es inconsciente.
Nos movemos en el interior de estructuras que operan independientemente de la
conciencia. Por eso, como estamos operando en estructuras independientemente
del sujeto consciente, la pregunta clave de Badiou, por la cual él comienza a
revisar todo su pasado filosófico e incluso político, es si en algún punto el
hombre decide algo. Si aunque sea en algún punto podemos decidir algo o no
podemos decidir nada. Si somos siempre muñecos de las invariantes estructurales
que nos operan, como por ejemplo el inconsciente. Él dice: "No. Hay un
punto de decisión y es ahí donde se juega la cuestión del sujeto, etc.".
J.C.I.: El psicoanálisis de Lacan ha tocado
exactamente ese punto de decisión. También es cierto que en Badiou la decisión
pareciera estar anudada a algo que llama inconsciente.
R.C.: No, lo que significa es que en
la decisión no hay un saber previo acerca de lo que se decide. Vos podés estar
decidiendo algo sin saber que estás decidiendo; solamente en los efectos y en
las consecuencias se valorará el verdadero alcance y significado de lo
decidido.
J.C.I.: Sí, pero el imperativo, las
consecuencias de esa decisión las menciona. No es gratuita esa decisión. Esa
decisión ata y lo hace de una manera inconsciente. Como imperativo. Dice
palabras que al psicoanálisis le interesan mucho. Habita en el inconsciente un
imperativo. Yo creo que generalmente llegamos más o menos al mismo punto, pero
creo que se podría despejar de esa manera algo de la pregunta inicial. En eso
me parece que la práctica analítica en Lacan es una cosa que está referida a la
decisión.
R.C.: Yo estoy de acuerdo, pero el
psicoanálisis arriesgaría la tesis siguiente: no hay relación sexual. ¿Es una
decisión?
J.C.I.: Sostener ese juicio es una
decisión.
R.C.: Yo creo que el psicoanálisis no
puede decir que eso es una decisión, porque la decisión es un problema central
de la subjetividad. Es decir, que solamente puede entenderse la decisión a
partir de ese principio invariante. Pero si ese principio invariante al mismo
tiempo es una decisión, es una decisión que se basa en una decisión. Yo creo
que el psicoanálisis al decir "partimos de tal o cual cosa", no dice
que se trata de una decisión, sino que es el inconsciente mismo que operó para
que yo pueda decidir de esa manera. "Cuando yo hablo -dice Lacan-,
escúchenme como si estuviera hablando otro, que es el inconsciente". Entonces, ¿qué decisión hay ahí?
J.C.I.: Creo que debemos retornar a la
referencia que dan las prácticas. La frase "no hay relación sexual"
como tal, como noción, que la discutan los filósofos, los sociólogos, a
nosotros no nos interesa... El tema es si a través de un análisis en ese punto, un sujeto puede decidir eso (que no hay relación sexual) y hacer de eso una
orientación en su vida. La abstracción general de "no hay relación
sexual" no nos interesa para nada. El asunto pasa por si un sujeto la
asume en la singularidad de su juicio. Es interesante, sí, pero Badiou admite
que ahí se anuda con algo que va a empezar a exigir, a ser un imperativo que
trasciende la dimensión consciente de la propia decisión.
R.C.: ¡Qué lío que hicimos!