27 de abril de 2014

Elfriede Jelinek: "Habría que revisar la ley de propiedad intelectual, adaptándola a lo que es posible hoy y encontrando la manera de que a los escritores se les siga pagando"

Autora teatral, novelista y ensayista, la austríaca Elfriede Jelinek (1946) ha sido tachada de misteriosa e impenetrable, izquierdista escandalosa y moralista despiadada. La polémica autora, ganadora del premio Nobel en 2004, vive aislada entre Viena y Munich y apenas concede entrevistas. Desde muy joven aprendió música y estudió composición en el Conservatorio de Música de Viena. Tras diplomarse en 1964, realizó cursos de teatro e historia del arte, mientras continuaba con sus estudios musicales. Obtuvo popularidad en 1975 con su novela "Die liebhaberinnen" (Las amantes), a la que seguirían, entre otras, "Die ausgesperrten" (Los excluidos), "Die klavierspielerin" (La pianista) y "Lust" (Deseo). También ha escrito el libro de poemas "Lisas schatten" (Las sombras de Lisa), obras teatrales entre las que sobresale "Der tod und das mädchen" (La muerte y la doncella) y el ensayo "Die kinder der toten" (Los hijos de los muertos). Considerada como una de las autoras contemporáneas de habla alemana más importantes, Jelinek ha repudiado a su país, al que reprocha seguir anclado en su pasado nazi. Aclamada y controvertida, poco después de ser galardonada con el Nobel anunció que escribiría para sí y dejaría de publicar, lo que resonó con estridencia en el mundo literario. "¿Para qué necesito la asistencia de una editorial cuando yo misma puedo volcar mi novela en la Red y hacerla accesible a todos mis lectores de forma gratuita?" declaró en aquella oportunidad. Hoy, Jelinek forma parte de Fiktion, una plataforma gratuita de obras en alemán e inglés que trabaja por la circulación electrónica de literatura de calidad y ha anunciado que su nueva novela, "Neid" (Envidia), podrá leerse en la Red en su propia página web. La noticia marca, sin dudas, un antes y un después en el negocio de editar libros ya que es una de las escasas ocasiones en que un escritor vierte directamente en internet una novela sin haberla publicado antes en papel. Una iniciativa generosa o ajuste de cuentas con una sociedad que la autora calificó de capitalista, o tal vez el deseo de una misántropa convencida de que sus textos alcancen al gran público y no únicamente a algunos exquisitos con pretensiones literarias. Explica Jelinek que, de esta manera, todos y cada uno de sus lectores "podrán disfrutar de mis textos y copiarlos sin que les cueste un céntimo". En esta entrevista realizada por Ingo Nierman y publicada en el nº 546 de la revista "Ñ" del 15 de marzo de 2014, la escritora habla de su relación con las nuevas tecnologías y el impacto en su escritura. "Reescribo todo el texto, y es como si la computadora hubiera sido inventada para mi manera de trabajar. Una se siente como un dios que puede crear algo y después eliminarlo en una misma operación. Hago eso hasta saber que puedo dejarlo tal cual está. Entonces lo tomo y me aferro con fuerza", afirma Jelinek.


¿Empezó a publicar su novela "Envidia" en su sitio en 2007. ¿Ya había leído una novela entera en la computadora? o ¿la imprimía?

No me gusta leer en la computadora. Tengo más flexibilidad cuando puedo tomar notas en papel. Nunca imprimí un libro entero. Me asusta tanto papel. Pero sigo comprando libros.

Dijo que "Envidia" se había publicado "virtualmente", que no era una publicación "real". ¿Sigue pensando así? ¿No cambió nada con los lectores de libros electrónicos?

Es virtual en el sentido de que es la versión en software de un objeto real, término que para mí quiere decir un libro de papel. Pero el factor decisivo es algo muy distinto: si publico algo online, el texto me pertenece y sigue siendo mío. Hay algo muy íntimo en ese diálogo entre la tecnología y yo. Al mismo tiempo, todo el que necesita acceder a él puede hacerlo. Esa mezcla de privado y público me resultó muy atractiva desde un inicio. En el fondo, no quiero abandonar mis cosas en manos del mundo y por eso esto me da la sensación de que puedo tener el oro y el moro.

¿Cambió algo de la novela desde que la publicó online? ¿Sigue pensando que es menos definitiva que la de papel?

Sí, cambio cosas cada tanto. Como mi escritura a menudo trata sobre acontecimientos políticos y otro tipo de información sobre hechos, esto funciona muy bien, porque los hechos cambian y puedo introducir esos cambios en cualquier momento. Nada de lo que está online está grabado en piedra. Sin embargo, nunca pondría online borradores de un texto; todo eso lo destruyo. No me gustaría que alguien pudiera rastrear el proceso que hago (algo que, después de todo, no sería difícil de hacer, dada mi forma de trabajar). Lo que pongo online es siempre una versión definitiva y, si cambio algo, hay una nueva versión definitiva. Obviamente, es menos "definitiva" que la de papel. Pero es precisamente por eso que me gusta. El libro impreso es un ladrillo. Cuando se lo reimprime, uno puede corregir errores, pero no más que eso.

También planea seguir publicando prosa sólo en su sitio. ¿Se debe a la forma en que evoluciona su trabajo o a que le gustaría tomar distancia del mundo de la publicación comercial?

No sólo del mundo editorial (en el que, dicho sea de paso, he tenido pocas malas experiencias) sino también de la escena literaria en lengua alemana, que me parece corrupta y nepotista. Es curioso ver quién es amigo de quién y quién debe un favor. No quiero tener nada que ver con eso. Y también es cierto que rara vez, o nunca, se reseñan libros que sólo se publican online. Eso es bueno... o al menos lo es para mí. Me gusta que sea así.

¿Por qué publica sus libros exclusivamente en su página y no, por ejemplo, a través de Amazon, también sin costo para el lector?

¿Por qué los ofrecería gratis en Amazon? Si me las arreglo sin editorial, también puedo arreglármelas sin Amazon. Habría que revisar la ley de propiedad intelectual, adaptándola a lo que es posible hoy y encontrando la manera de que a los escritores se les siga pagando, pero esa es una tarea para las organizaciones profesionales y los grupos de defensa de los escritores. Yo ya no quiero tener nada que ver con eso. Si a alguien le interesan mis cosas, tiene que entrar a mi página. No le impongo nada a nadie... no es que pudiera hacerlo, aun cuando quisiera.

Usted es un nombre importante y financió la publicación de "Envidia". ¿Qué deberían hacer los que aún no tienen ni nombre ni dinero?

Sí, ese va a ser nuestro problema: cómo pueden llamar la atención todos los escritores, incluso aquellos de los que nadie ha oído hablar. Quizá a través de agencias independientes en la web, que también podrían ofrecer servicios de edición y publicidad. Como la Verlag der Autoren -una editorial de teatro literario- y otros modelos cooperativos, podrían estar controladas y dirigidas por los escritores mismos. Lamentablemente, esos modelos no suelen funcionar, pero es importante trabajar en el desarrollo de algo de ese tipo. Naturalmente, después del Nobel, yo pude darme el lujo de regalar mi siguiente novela. No todos están en esa situación.

¿El modelo del autor profesional está llegando a su fin?

No, decididamente no. No habrá más editoriales pero siempre habrá escritores. El problema es sólo encontrar la forma justa de pagarles. ¿Quizá con peajes en las autopistas de la información?

En los '70 formó parte del Círculo de Escritores Austríacos, que publicaba sus propios libros. ¿Proyectos así pueden tener futuro en el mundo digital?

El Edition Literaturproduzenten fue un sello dentro de una editorial más grande. Pero era una época muy distinta. Estábamos más politizados, aun cuando eso tampoco funcionó. El problema de esas soluciones es que los escritores cuya obra los ha hecho más famosos quieren una tajada más grande de la torta. Ahí se termina la solidaridad...

Sin embargo, usted forma parte del comité editorial de Fiktion. ¿Podemos hacer algo distinto o estamos condenados al fracaso tarde o temprano?

No tengo idea. Probablemente cometamos tamaños errores nuevos. Pero es imperioso que tratemos de encontrar nuevas posibilidades para publicar hoy.