NOCHE DE EPIFANÍA
Abelardo Castillo
Argentina
(1935)
Querido
querido Jesús dios mío, perdóname que te lo cuente a vos justamente esta noche
que debe ser un lío con todo lo de los chicos pobres y del África pero como ya
escribí la carta de Matías no creo que esto lo pueda arreglar otra persona
porque recién oí dar las doce y ellos ya deben andar por acá y capaz que lo
traen, perdóname también que te diga de vos y no de tú como cuando rezo, pero
si me pongo a pensar las palabras finas con el sueño que tengo voy a hacerme
un matete o voy a parecer la tía Elvirita cuando se las quiere dar de educada.
Me imagino que sabes que te habla Carola, la hermana de Matías, pero por si
acaso te lo cuento como le dice papá a mamá que hay que contarles las cosas a
los hombres, como si fueran tarados, vos contame las cosas como si yo fuera
tarado y no me vengas con sobrentendidos. Matías vos sabes que es medio loco
pero yo lo quiero porque tiene cinco y es lindísimo y es mi hermano, aunque al
principio lo quería menos porque se hacía pis encima y se cagaba todo, vos
perdóname pero no te voy a decir que se hacía popó, como la tilinga de
Elvirita, y de todas maneras ahora apenas se caga de vez en cuando porque ya
aprendió a sacarse los pantalones solo. Lo que más me gusta son los ojos que
tiene, que parecen
esos papeles celestes medio plateados de los ramos de flores, y también me
gustan esos dientes parejitos que la verdad no sé para qué te salen tan
parejos si después se te caen y te vuelven a salir y encima te crecen para
cualquier lado y parecen serrucho, pero cuando se te caen éstos sí que estás
frita como la abuela que se olvida la dentadura en cualquier parte y cuando yo
era más chica y no sabía cómo era ese asunto de los dientes postizos casi me
muero de la impresión cuando me los encontré en la pileta del baño. No sé cómo vine
a parar acá pero lo que quería decirte es que a Matías yo no le puedo negar
nada, y por eso escribí la carta. Ese chico la tiene completamente dominada,
dice mamá, ese chico es la piel de Judas pero su hermana es el brazo ejecutor.
Y siempre cuenta la vez que él me hizo quemar los zapatos de presillas. Como a
lo mejor es un pecado y nunca lo confesé te lo digo a vos directamente para que
me perdones directamente. Matías odiaba esos zapatos de presillas que son
iguales para nosotras y para los varones, y tenía razón, si no me gustaban ni
a mí, y como el pobre tenía cuatro y era tan chico que ni sabía prender un
fósforo me hizo traer alcohol fino, o lo del alcohol fue una idea mía, no sé,
y me dijo Carolita linda, quemalos. Lo que pasa es que te mira con esos ojos redondos
y celestes que parecen bolillones y quién le niega nada, cómo te vas a negar a
escribirle una carta a un chico que no sabe escribir y que se empaca en no
decirle a nadie lo que quiere para el día de los reyes ni nunca pensó que a lo
mejor los reyes son los padres. No es que yo esté muy segura, pero si no son
los padres para qué necesitan saber qué pedís, y lo malo es eso, Jesús querido
querido, lo malo es que ahora no estoy nada segura, porque si los reyes no son
una de esas macanas que inventan los grandes para que después la vida te desilusione,
como dice Elvirita que tiene como veinticinco años y ya se quedó soltera, si
los reyes son los reyes y son magos, vos no sabes, Jesús querido hijo de la
santísima Virgen, lo que va a pasar en esta casa mañana a la mañana cuando se
despierten, o dentro de un rato, porque a mí me parece que ya se lo trajeron. Y
ahora que lo pienso esto tendría que estar contándoselo a la Virgen, que como
es mujer y madre por ahí entiende mejor que vos este tipo de problemas de
familia, pero ya que empecé no puedo cambiar de caballo en la mitad del río,
como dice papá. Hace una semana que le andan dando vueltas, qué vas a pedir
para el día de los reyes, Matías, qué te gusta, un trencito, un videojuego, uno
de ésos para armar casitas. Matías nada. Decinos qué pediste, Matías, querés
un triciclo. Nada. Los reyes saben lo que quiero. Sí, Matías, pero igual tenes
que contarnos para que te ayudemos a pedir nosotros. Matías nada y que si el
regalo es para él no precisa que nadie se meta, y ellos mira cómo Carolita nos
dijo que pidió una bicicleta para que nosotros también pidamos con ella, y él
a mí qué me importa Carolita el regalo es para mí y ellos son magos y saben
todo. Y yo creo que es cierto que saben todo, porque desde hace un rato tengo
la impresión de que ya se lo trajeron pero no pienso prender la luz ni abrir
los ojos, debe medir como siete metros, y lo peor es que la carta de Matías la
escribí yo. Pero no sólo a mí me tiene dominada, también a la abuela y a mamá.
Me acuerdo la vez que me vio sin bombachas y
se puso a llorar y a gritar como desesperado que yo no tenía pito, que lo había
perdido o me lo habían cortado o qué sé yo qué burradas y mamá casi se desnuda
para mostrarle que las mujeres no necesitamos ningún pito, hasta que papá le
dijo pero qué estas haciendo, Mecha, te volviste loca. Y mamá dijo qué le va a
pasar al chico si me mira, degenerado, o no te das cuenta que cree que han
mutilado a la nena. Pero se va a impresionar Mecha, decía papá. Cómo se va
impresionar a los cinco años, cómo un inocente de cinco años se va a impresionar
de su propia madre. Entonces la abuela dijo algo del bello público y ahí medio
que me perdí. Tu marido lo dice por el bello público, dijo la abuela, y mamá
se calmó de golpe, pero Matías seguía llorando como un huérfano y no había
modo de convencerlo, o sea que los tiene dominados a todos, no a mí sola. Mamá
dijo me depilo, y papá dijo ¡Mecha! y la abuela que es viejísima y por eso sabe
más dijo hace que te toque y listo, con los pantalones que usas se va a dar
cuenta enseguida, y la verdad que no me acuerdo cómo terminó porque cada vez
tengo más sueño. Sí, Jesús querido de mi corazón, ya sé que estás esperando que
te cuente lo de la carta, pero si no te explico los pormenores, como dice papá
cuando discute con mamá, vos, Mecha, explícame bien los pormenores y no me
andes con evasivas, si no te explico sin evasivas los pormenores de mi casa y
cómo es mi hermano Matías cuando se empaca, cómo te explico lo de la carta.
Porque al final le dijeron que escribiera una carta, y él que cómo iba a
escribir una carta, tiene razón el pobre chico, si apenas cumplió cinco y es
analfabeto, y ellos vos dictanos Matías y mamita o la
abuela o Elvirita la escriben, y él que le compren un mecano y se vayan todos
a la mierda, vos perdóname Jesús pero Matías no tiene mucho vocabulario, no
como yo que todos se admiran del vocabulario que tengo y a lo mejor fue por eso
que él me lo pidió a mí. Escribime la carta, Carolita linda, y me hizo jurar
con los dedos en cruz que no se lo diga a nadie o me caigo muerta y cómo le
voy a negar nada cuando me mira con esos ojos o será que salí a mi madre, como
dice papá, y tengo el sí fácil. Sí, le dije, dictame. Vos pone señores reyes magos,
y yo le dije mejor pongo queridos, y Matías vos pone señores y que lo quiero a
rayas. Pero mira que yo leí en Lo sé todo que algunos miden como siete metros,
contando la cola miden como siete metros. Fenómeno, dijo Matías, cuáles son los
mejores. Los de Bengala, dije yo. Entonces pone queridos y que lo quiero de
Bengala y pone que sea de verdad, dijo Matías, a ver si me traen uno de esos de
paño lenci para tarados, y lo que yo creo Jesús de mi corazón es que ya se lo
trajeron, lo oigo respirar entre mi cama y la de Matías, debe ser afelpado,
debe ser tan hermoso, oigo cómo abanica suavemente su cola sobre la alfombra,
ay lo que va ser mañana esta casa, lo que va a ser dentro de un rato cuando yo
me duerma y papá entre a dejar mi bicicleta y el mecano de Matías, y por
favor, cuando me castigues, acordate que me acordé de los chicos pobres y del
África.
DELIBERACIONES DE ALTURA
Paz Monserrat Revillo
España
(1962)
No
se ponen de acuerdo. Unos hablan de una mutación del cromosoma Y. Otros de
una rara anomalía genética que provoca ambigüedad en los genitales. Se han
aportado pruebas sobre un tipo de hermafroditismo que vuelve delicados y
livianos a quienes lo sufren. En los pasillos se cruzan expertos y
asesores procedentes de todas las disciplinas: políticos, economistas,
especialistas en arte antiguo y rabinos estudiosos de la cábala. Mientras en
las comisiones de la Cumbre Internacional representantes de todos los países
deliberan sobre el sexo de los ángeles, yo intento llenar el carro de la compra
familiar con veinte euros.
EL MIEDO
Nicasio Urbina
Nicaragua
(1958)
Nadie
podrá decirte que no temas. El miedo y la soledad son todos tuyos. Ni la multitud
vibrante ni la bulla te acompañan, solamente amplifican tu tristeza. Goza los
momentos de alegría; tañe las campanas, suéltate el pelo, abre los brazos y
deja que la poesía viva en tus entrañas, más no dejes que los pájaros te
engañen. Las arpías siguen de cerca tus pasos, la nostalgia y la tristeza
siempre acechan, y el temor volverá a roerte en la vigilia. Nadie podrá decirte
que no temas. Deja que el miedo te penetre lentamente; algo está tratando de
decirte.
LA PROMESA
Asun Gárate
España
(1964)
Cuando
mis ocho hermanos y yo éramos pequeños nuestra madre falleció de repente,
quizás de cansancio. En el entierro, mientras el ataúd desaparecía bajo las paladas
del sepulturero, nosotros nos sentíamos muy huérfanos y llorábamos
escandalosamente. Para consolarnos, papá hizo una promesa: él estaría siempre a
nuestro lado, nunca nos abandonaría. Fiel a su palabra, ha cumplido cien años y
aún sigue aquí. A veces coge una pulmonía, sufre de ciática o lo atropella un
tranvía. Nada grave. Pasa una temporadita en la cama y se levanta como nuevo.
Un poco resignado tal vez, algo más encorvado. Mis hermanos y yo hace mucho que
no le necesitamos, pero qué orgullosos estamos de él. Un hombre capaz de mantener
lo que prometió, un caballero. Mamá no piensa igual. Vino a casa el domingo por
la tarde, tan guapa como la recordábamos. Nos preparó la cena y charlamos hasta
que anocheció. Se lamentaba de llevar demasiado tiempo sola en el cielo. Antes
de irse le agarró del brazo a papá, le acarició las arrugas del rostro y le
dijo que todo tiene un límite, que se muriera de una vez. Él nos contó con los
dedos de la mano: todavía quedan cinco...
UN SOL MENOS
Patricia Nasello
Argentina
(1959)
Es
raro volver sola con papá a casa, tan raro que no me animo a decirle que tengo
hambre. Tomo una hoja blanca y el primer lápiz de color que veo. Dibujo un sol
con una panza grandota.
-
Mírame -dice.
Sigo
dibujando.
-
Mírame -grita. Los dos tiramos de la hoja, el sol se rompe.
Aprieta
los brazos alrededor de mí muy fuerte. Su camisa huele a líquido de planchar.
-
Mamá se tiene que quedar ahí -repito para él lo que me explicó la abuela a la tarde-
porque hace frío y necesita el abrigo de la tierra.
-
Voy a preparar la cena -contesta. Parece que no escuchó lo que dije.
Además
no prepara nada, se queda así, quieto. Ni siquiera enciende la luz y está oscuro.
Esta noche da miedo.
A CARA O CRUZ
Beatriz
Alonso Aranzábal
España
(1963)
De
ser una gran ejecutiva a dormir en el coche reclinando el asiento. De los
buenos días protocolarios a las miradas insustanciales. De la despedida fría de
sus colegas a la sonrisa compasiva de la controladora del aparcamiento. De las
vistas de su dormitorio al reflejo del sol en el salpicadero. Ha sido un paso.
El breve trayecto entre jugar y perderlo todo. Jugar sin límites, como cuando
era niña. El motor encendido. Por delante, el largo viaje de la recuperación.
Detrás, un escaso equipaje. El freno de mano puesto. El tubo de escape
liberando gases. La moneda en el aire.
LOS MONOS
Juan José Arreola
México
(1918-2001)
Wolfgang
Köhler perdió cinco años en Tetuán tratando de hacer pensar a un chimpancé. Le
propuso, como buen alemán, toda una serie de trampas mentales. Lo obligó a
encontrar la salida de complicados laberintos; lo hizo alcanzar difíciles
golosinas, valiéndose de escaleras, puertas, perchas y bastones. Después de
semejante entrenamiento, Momo llegó a ser el simio más inteligente del mundo;
pero fiel a su especie distrajo todos los ocios del psicólogo y obtuvo sus raciones
sin trasponer el umbral de la conciencia. Le ofrecían la libertad, pero prefirió
quedarse en la jaula. Ya muchos milenios antes (¿cuántos?), los monos decidieron
acerca de su destino oponiéndose a la tentación de ser hombres. No cayeron en
la empresa racional y siguen todavía en el paraíso: caricaturales, obscenos y
libres a su manera. Los vemos ahora en el zoológico, como un espejo depresivo:
nos miran con sarcasmo y con pena, porque seguimos observando su conducta
animal. Atados a una dependencia invisible, danzamos al son que nos tocan, como
el mono de organillo. Buscamos sin hallar las salidas del laberinto en que
caímos, y la razón fracasa en la captura de inalcanzables frutas metafísicas. La
dilatada entrevista de Momo y Wolfgang Köhler ha cancelado para siempre toda
esperanza y acabó en otra despedida melancólica que suena a fracaso. El homo
sapiens se fue a la universidad alemana para redactar el célebre tratado sobre
la inteligencia de los antropoides, que le dio fama y fortuna, mientras Momo se
quedaba para siempre en Tetuán, gozando una pensión vitalicia de frutas al
alcance de su mano.
AGENTES DEL ORDEN
Javier Ximens
España (1953)
Oí
sonidos suaves que procedían del salón, me asusté y desperté a mi marido. Juan
cogió el calzador dispuesto a defender nuestro hogar y nuestras vidas. Allí
abajo estaba el policía, con un plumero en la mano derecha y colocando los
cacharros con la izquierda, la linterna en la boca. Llamé al servicio de
alerta. Cuando oyó el ruido de cadenas saltó por la ventana, pero aún le dio
tiempo de sacudir el polvo del ficus. Al instante hizo presencia un grupo de
ladrones con modernos medios de desorden, desbarataron los cajones, repartieron
los platos sucios por los muebles, borraron las pistas impolutas e incluso hubo
algún buen ladrón que sacó los restos de tortilla del cubo de la basura y los
puso encima del televisor. Uno, posiblemente el más cobarde, saltó por la
ventana persiguiendo al agente. Después de dejar la casa patas arriba, el capo
nos dijo que parecía que no sobraba ningún objeto, que le detendrían pero que
no serviría de nada, a las veinticuatro horas estaría volviendo a poner orden
en las casas. Esta mañana, Juan y yo llegamos temprano al trabajo y con el
temor de que cualquier día los policías puedan entrar en casa y recoger el
cuarto de los niños.
PARPADEOS
Eugenio
Mandrini
Argentina
(1936)
Sólo
hay tres clases de ciegos, ¿o tres no es el número perfecto? Está ese al que no
hay explosión ni asamblea de luciérnagas que lo saquen de la sombra profunda.
Está el otro, el que aun ciego, conserva un esbozo de penumbra y al resplandor
de un fósforo queda de pronto en éxtasis y bajo la luz furiosa del mediodía
cree que los ojos le vuelan. Y finalmente está aquel, el ciego que palpa
afanoso los contornos y las grietas, los movimientos y temblores de los breves
mundos. Ese, el tercero, es el amante.
CELOS
Paloma Casado
España
(1957)
Que le perdone, me ruega. Que nunca más me será infiel. Que ni siquiera mirará
a ninguna otra mujer. Que le permita volver. No para de mandarme mensajes
desde el móvil que le regalé en su último cumpleaños para que estuviéramos
siempre conectados. Y fue gracias a las nuevas tecnologías que le descubrí las
fotos con esas amiguitas. Me llamaba celosa y controladora y, en sus reproches,
le intuí las ganas de abandonarme. Pero no soy capaz de dejarle y pasar página.
Cuando me lo planteo, siento un abismo bajo mis pies, como si el mundo
desapareciera y solo quedara un agujero negro. He decidido darle otra
oportunidad. Esta misma noche, me pondré ese vestido escotado que tanto le
gusta, prepararé una cena especial con cava, abriré el candado de la puerta del
sótano y le dejaré subir a casa. Pero la cadena con que le he amarrado no, esa
se la voy a dejar puesta porque, como dice mi madre: "el que evita la ocasión,
evita el peligro".