La
publicación de "Liquid modernity" (Modernidad líquida) en el año 2000, le brindó
a Bauman un gran reconocimiento mundial. En esa obra, el sociólogo polaco explora
cuáles son los atributos y las características de la sociedad capitalista que
han permanecido en el tiempo y cuáles han cambiado. La modernidad líquida se
caracteriza por la transitoriedad, la precariedad y la volatilidad de las relaciones
sociales, sean éstas políticas, económicas, afectivas o existenciales. La modernidad líquida es un tiempo sin certezas; los hombres habitan
un mundo globalizado en el que millones
de acontecimientos simultáneos y decisiones espontáneas cambian sus vidas a
gran velocidad sin que se pueda ejercer ningún tipo de control. Bauman ha
profundizado en ese tema en varias obras posteriores tales como "Liquid times.
Living in an age of uncertainty" (Tiempos líquidos. Vivir en una época de
incertidumbres), "Liquid fear" (Miedo líquido) y "Liquid life" (Vida líquida),
entre varias otras, haciendo hincapié en la forma que han adoptado las relaciones
personales a través de las redes sociales. "Nunca en la historia humana -dice- hubo
tanta comunicación como hoy, pero esta comunicación no desemboca en el diálogo,
que es el desafío cultural más importante de nuestro tiempo. Nadie realmente
habla. En Facebook jamás puede suceder que alguien se sienta rechazado o
excluido. Siempre, veinticuatro horas al día, los siete días de la semana,
habrá alguien dispuesto a recibir un mensaje o a responderlo. Todo es más fácil
en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la
amistad". Sobre este aspecto de la modernidad líquida se explaya Bauman en la segunda
parte del resumen editado de entrevistas concedidas a medios periodísticos
españoles y argentinos.
¿Por qué los individuos cooperan voluntariamente compartiendo información acerca de su vida personal, hábitos de consumo, relaciones a través de las redes sociales?
¿Por qué los individuos cooperan voluntariamente compartiendo información acerca de su vida personal, hábitos de consumo, relaciones a través de las redes sociales?
Es asombroso para
mí. Todos los servicios secretos de la modernidad sólida, la CIA, la KGB, la Stasi
de la República Democrática Alemana disuelta en 1989, no son capaces de juntar
tanta información sobre nosotros como la que voluntariamente les ofrecemos. Las
sociedades totalitarias eran usualmente sociedades pobres, ya que gastaban
mucho dinero para que los espías recaudaran información, tenían que pagar por
esto. Nosotros estamos brindando nuestra información personal, por la cual no
sólo no tienen que pagarnos sino que estamos nosotros pagando el privilegio de
ser espiados. Es asombroso cómo ha cambiado la mentalidad a lo largo de mi
vida. Ahora la gente provee información de manera voluntaria.
¿Por qué?
Me lo explico a mí
mismo por el hecho de que uno de los mayores temores en la época contemporánea,
que atormenta a las personas, que causa pesadillas, es el miedo a ser excluido,
abandonado, a quedarse solo, ser dejado en la oscuridad. Mark Zuckerberg
capitalizó sobre este miedo 50.000 millones de dólares. Creó Facebook, y
Facebook significa que nunca estás solo. Se puede contactar con personas las veinticuatro
horas del día, los siete días de la semana. Eso aplica también a esta pregunta
que plantea, ya que el precio que se paga por eso es que cada momento que se
pasa en Facebook es registrado, de la misma manera en que es registrado cuando
se usa un teléfono celular. En algún lugar, en un gran banco de datos eso está
siendo registrado.
Ese es el precio.
Estamos dispuestos
a sacrificarnos para escapar a la amenaza de ser abandonados, excluidos, para
ser reconocidos. Estamos viviendo a través de esto, no como un acto de
esclavitud o represión sino, por el contrario, como un acto que hace posible
que nos liberemos. Ahora tenemos la posibilidad de estar constantemente en
compañía, podemos dejar de temer a ser abandonados.
¿Es correcto hablar de comunidades en las redes sociales?
Existe una
diferencia entre una comunidad y una red. Usted pertenece a una comunidad. La
red le pertenece a usted. Esa es la diferencia. Cuando ingresa a una comunidad,
sin importar si ha nacido en una comunidad, tiene que jurar fidelidad y
lealtad, tiene que seguir las reglas. La comunidad tiene sus propios rituales,
sus propios principios de conducta, y la comunidad ya sabía que usted era uno
de sus miembros. Si se aparta de las formas prescritas, se lo declara traidor,
podría ser desterrado, pasar por todo tipo de castigos por haber sido desleal.
Por lo tanto, la comunidad le dio seguridad. Lo emancipó de las necesidades de armar
con mucho esfuerzo su propia identidad. La identidad ya estaba lista. Soy
miembro de esta comunidad, pertenezco a ella, estoy en casa, está todo bien.
Y no estoy solo.
Pero a un alto
precio, porque usted no tenía muchas opciones. Usted debe ser obediente,
disciplinado. Incluso si a usted no le gusta lo que se le pide que haga, no
importa, usted debe hacerlo. La red es exactamente lo opuesto a eso, ya que se
encuentra bajo su control. No existe a menos que usted la mantenga con vida.
Consta de dos actividades: conectar y desconectar. En el caso de la comunidad,
ambas acciones son extremadamente difíciles. Conectar con una comunidad,
introducirse en una comunidad establecida puede ser difícil. Lo revisarán, lo
pondrán a prueba, lo espiarán. En el caso de una red es ridículamente fácil:
presiona el botón y está dentro. Desconectarse es de igual forma extremadamente
complicado cuando se trata de una comunidad, no así en una red. Sólo es una
cara, un nombre de su red. Allí se termina. Usted deja de modificar Twitter, de
mandar mensajes, y eso es todo. La gente, especialmente los jóvenes, aprovecha
esta oportunidad para ser libre de entrar y salir de una compañía. Ingresan
cuando lo desean y se van cuando pierden el interés. Tan simple como eso, y lo
que se pueda lograr constituye la mayor atracción de la red. El precio, todo
tiene un precio, es que las conexiones que usted establezca en línea a menudo
son temporales y frágiles, de modo que no puede confiar en ellas. Nunca estará
seguro de que perduren.
Marshall McLuhan predijo en los años ‘60
el final de la galaxia Gutenberg. Usted habló de pantallas. ¿Qué opina acerca
del futuro del papel como medio para transmitir información y cultura?
¿Desaparecerá o no?
John
Thompson, profesor en Cambridge, se pasó la vida sin dar clase, investigando
una cuestión. Es el director de Polity Press, pero también es un teórico, un
empirista que estudia la industria editorial. Todas sus vacaciones se las
pasaba entrevistando a los jefes de las principales editoriales del mundo,
intentando averiguar qué buscaban. Lo que averiguó lo publicó en un libro, se
lo recomiendo, es fascinante, titulado “Mercaderes de cultura”, y lo que
descubrió, entre otras cosas, es que a los grandes editores no les importa si
publican libros en papel o en formato electrónico. Su objetivo no son los
libros en el sentido material, si no el contenido. Son dueños de contenidos, y
el medio en que lo distribuyen no tiene mayor importancia. Yo vuelo a menudo,
viajo con conferencias por toda Europa. Hay personas sentadas en el tren,
algunos llevan el Kindle, otros el periódico y otros libros impresos que han
comprado en la estación y tirarán a la basura en cuanto termine el vuelo. Pero
muchas, muchas personas están jugando a juegos de computadora, una actividad
totalmente diferente. Ellos ya no consideran el contenido fijo como la fuente
de una ilustración importante, como la necesidad de comunicar. Nos encontramos
en una transición. Las generaciones de jóvenes son las primeras en la historia
en dividir sus vidas entre dos universos diferentes: conectado y desconectado.
En cada uno de los cuales se procede de una manera totalmente distinta. Qué ha
surgido de ahí es difícil de decir, yo sé lo mismo que usted, no poseo el
privilegio de adivinar lo que va a ocurrir. Sin embargo, en este momento hay un
enfrentamiento dinámico entre dos formas de existir en el mundo y dos formas de
obtener información. El impacto sobre nuestras habilidades mentales es
diferente del que deriva del conocimiento de los libros, simplemente porque
devalúa la importancia de retener cosas en el cerebro, en la memoria. Degrada
el esfuerzo de memorizar a largo plazo, a prestar atención porque todo es tan
accesible que basta con pulsar un botón y se obtiene toda la información que
uno necesita. Ya no sólo no es necesario ir a librerías, o a la biblioteca,
sino que no hay ni que pagar por ello en muchas ocasiones.
¿La pérdida de la memoria cambiará
nuestra mente?
Sí.
Antes, el esfuerzo de aprender a largo plazo, de asimilar conocimientos y
mantenerlos allí, tenía un valor de supervivencia. Ya no es más así porque la
información está disponible en cualquier momento.
En la modernidad líquida, ¿la identidad se define a partir de la
creación de redes y de la interacción? ¿De máscaras? ¿Cuáles serían las
consecuencias de esto?
La identidad no es
algo que uno construye de una vez y para siempre ya que pertenece de manera
simultánea a distintos círculos, y cada uno de ellos posee su propia demanda.
No es una cuestión de elección, es una cuestión de necesidad. Más que
identidad, es un proceso de identificación porque éste nunca termina. La
persona es guiada de manera simultánea por el deseo de autodeterminación y, por
otro lado, es guiada simultáneamente por el deseo de no construir una
identificación demasiado inalterable, ya que las circunstancias podrían
cambiar, podría encontrarse bajo condiciones diferentes y, por consiguiente,
querrá ajustar su identidad a esas nuevas condiciones, nuevas oportunidades,
nuevas promesas. Pero si la identidad previa es demasiado inalterable, la
persona queda fijada y ya no podrá hacerlo. Por lo tanto, hay un miedo a la
fijación y al deseo de dejar sus opciones abiertas al futuro que transforma el
proceso de la identidad con el proceso de identificación.
¿Esa sobreproducción de máscaras genera angustia existencial?
No sé a qué se
refiere con sobreproducción. El conflicto básico es entre dos valores que son
equitativamente deseados, pero muy difíciles de reconciliar. Uno de los valores
es la estabilidad, la seguridad y la certeza; el otro valor es la libertad. La
libertad de poder experimentar, cambiar algo en la vida, mejorarla, criticar la
condición alcanzada y querer modificarla. Ambos valores son necesarios porque
la seguridad sin libertad es simple esclavitud, y la libertad sin seguridad es
absoluto caos, la imposibilidad de hacer algo. La libertad absoluta es una
pesadilla. Por lo que se necesita de ambas, pero la pregunta es cómo
reconciliarlas, cuál es la medida, cuánta seguridad y cuánta libertad.
En "La era del vacío", Lipovetsky afirmó que la nueva estrategia que
reemplazó la supremacía de la relación de producción a favor de la apoteosis de
la relación de seducción dirige la vida en la actualidad. ¿Qué opina de esto?
Estoy de acuerdo
con eso. Es un poco más amplio. El poder en la actualidad está siguiendo lo que
no hemos mencionado aquí. El pensador Joseph Nye, politólogo y filósofo
estadounidense, articula cómo el pasaje del poder duro al poder blando está
determinando nuestra existencia en el mundo. El poder duro opera por
imposición, el poder blando opera por tentación y seducción. Eso es la
transición de una sociedad industrial a una sociedad de consumo. Estamos definiéndonos
a nosotros mismos y buscando las herramientas adecuadas para organizar nuestras
vidas, no en la esfera laboral, no en el trabajo estático, sino en la esfera
del consumo. Eso también aplica a la otra cuestión, la privacidad de las
relaciones de producción y la privacidad de las relaciones de seducción. Así
que, a grandes rasgos, empleo diferentes términos que los de Lipovetsky, pero
creo en este diagnóstico.
En una sociedad del espectáculo, con disolución de las instituciones
sociales, preponderancia del relativismo ético y cierta hegemonía de una
cultura nihilista, ¿es posible alcanzar un individualismo responsable?
Llámese la pérdida
del arte del diálogo, dado que la ruta desde el individualismo ético a un
individualismo responsable se alcanza mediante el diálogo. Los individuos
necesitamos ser individuales a fin de preservar nuestra libertad. Ya he
mencionado que no se puede imaginar una vida digna y decente sin un alto grado
de libertad. A fin de ser libres, la otra manera de expresar dicha libertad es
decir “eres un individuo”. Ser individual significa que se es autoresponsable y
autoasertivo, y que también se nos reconoce por lo que somos: una persona
única. Eso es un requerimiento. Pero, al mismo tiempo, no debería llevar a un
nihilismo sino a un individualismo responsable. Individualismo responsable ya
que se alcanza mediante, repito, el diálogo. ¿Qué se entiende por diálogo?
Richard Sennett señaló que un verdadero diálogo deber ser informal, abierto y
cooperativo. Informal significa sin un plan preacordado: comienza con audacia,
coraje, tomando riesgos. Se aborda el diálogo con la sincera intención de
llegar a un acuerdo. No se decide por adelantado que hablaré solamente de eso y
que no incluiré otras cosas, otros asuntos de importancia y otros
procedimientos. Eso es la informalidad. Dejar las reglas y procedimientos para
dar paso al diálogo puro. Además debe ser abierto, lo que significa que usted
no se acerca sólo con el deseo de probar que tiene razón y que todos los demás
son estúpidos, sino que comienza el diálogo con un doble papel: como maestro
debe aportar algo, debe traer un conocimiento, de lo contrario su participación
en el diálogo es inútil; por ende, debe ser maestro para los otros, pero también
discípulo. Debe aceptar la posibilidad de que durante el diálogo se demostrará
que está equivocado. Los discípulos quieren aprender, así que aceptan la
posibilidad de que lo que creían como verdadero no lo sea, de que otros conocen
verdades superiores a las suyas. Y por último, se debe cooperar, y por esto
entiéndase que no es el propósito del diálogo separar a los participantes entre
ganadores y perdedores, sino hacer de todos ganadores. Al final del diálogo,
todos sabrán más de lo que sabían antes, simplemente por haber compartido
experiencias.