16 de diciembre de 2009

Lorrie Moore: "Me preocupa pensar que la gente no sabe leer ficción en absoluto"

Lorrie Moore (1957) nació en Glen Falls, estado de Nueva York, y estudió en las universidades de Saint Lawrence y Cornell. En la actualidad es profesora de Inglés en la Universidad de Wisconsin en Madison. Tras haber publicado sus primeros cuentos en conocidas publicaciones literarias como "Paris Review" y "The New Yorker", en 1985 apareció su primer libro de cuentos, "Self help" (Autoayuda), al que siguieron las novelas "Anagrams" (Anagramas) y "The forgotten helper" (El ayudante olvidado), esta última destinada al público infantil. Luego siguieron la novela "Who will run the frog hospital?" (Hospital de ranas) y los libros de cuentos "Like life" (Como la vida) y "Birds of America" (Es más de lo que puedo decir de cierta gente). En 2009, luego de once años sin publicar, apareció su nueva novela "A gate at the stairs" (Al pie de la escalera) en la que narra la historia de una chica de campo que, con sus veinte años, llega a la ciudad para estudiar en la universidad mientras trabaja como niñera de una familia que ha adoptado una niña de origen afroamericano. Con el telón de fondo de un Estados Unidos en guerra con Irak, la escritora examina con maestría el racismo latente en la sociedad de su país. Con respecto a esta novela, en la revista "Ñ" nº 323 del 5 de diciembre de 2009 apareció la siguiente entrevista realizada por Valeria Meiller.


¿Cómo fueron sus primeras incursiones en el mundo de las letras?

Si bien en mi casa familiar había muchos libros, no fueron mis padres sino mis maestras del colegio las que me estimularon a escribir. Hice muchas cosas artísticas durante la infancia, pero mis padres se mantenían en una posición neutral respecto de todas ellas. Ellos también eran literarios y musicales en varios aspectos, pero no apostaban a eso como a una posible carrera profesional. Es llamativo porque la bisabuela de mi padre había sido cantante en la Opera Real Danesa y mi padre no dejaba de contar eso, siempre con muchísimo orgullo.

Como lectora y escritora de ficción, ¿quiénes han influenciado su obra?

Uno espera que todo se convierta en influencias, que la gran literatura sea como la comida y entre y nutra la propia mente y la escritura. A veces, el escritor es el último en darse cuenta y en ser capaz de ver todo lo que lo traspasa. Siempre existe esa pizca de vanidad que lleva a pensar que, de algún modo u otro, uno siempre está escribiendo algo completamente original. Hay casos en los que es esa vanidad la que me impulsa, pero hay otros en los que la energía creativa viene de lugares más simples: una taza de café, la observación entusiasta, una buena memoria.

¿Cómo piensa el mapa de la literatura norteamericana contemporánea?

Es una pregunta muy vasta. No creo que haya una sola respuesta posible y me genera duda tener que hacer generalizaciones porque sé que siempre estaría dejando algo afuera. Me parece que la literatura norteamericana que se está escribiendo es vital y es diversa.

El humor y el sarcasmo aparecen de varias formas a lo largo de su obra y eso no es distinto en esta última novela. ¿Qué rol consciente tienen en su escritura?

Creo que el humor es parte de la textura de la vida humana y la conversación. Algo gracioso siempre emerge, se me ocurre. Y aunque el humor puede provenir de la mayor desolación de una persona es algo que se tiende como una escalera momentánea hacia afuera de la soledad, como un puente entre las personas.

"Al pie de la escalera" es su primera novela después de un hiato de once años. ¿Cómo fue el trabajo en ella?

El trabajo en la novela fue, sobre todo, intermitente. Eso se debe a que soy madre y también profesora y a que, durante ese período, también escribí otras cosas: cuentos, ensayos y reseñas.

¿Cómo surge la decisión de crear un personaje principal que sea una chica joven?

Primero porque el personaje principal es una niñera, y entonces, ella tiene la edad perfecta de la institutriz, como en "Jane Eyre". Además, está suspendida, a punto de saltar hacia dentro de la adultez norteamericana oficial. Se dijo que Tassie, la narradora de "Al pie de la escalera", alcanza el balance perfecto entre la tendencia de sus personajes a jugar "trucos de lenguaje y hacer pequeños chistes tontos" y "una capacidad emocional más profunda para abrirse a experiencias emocionales más intensas".

¿Cuál es su opinión al respecto?

Yo la veo como una verdadera persona de su edad, en el filo de su propia inteligencia, y con su pequeña alienación personal en el mundo.

La novela se desarrolla en el año después del 11-S. ¿Por qué eligió ese momento? ¿Cuál es su opinión sobre el trabajo del gobierno en ese asunto internacional?

La novela se desarrolla en el período que va de diciembre del 2001 a diciembre del 2002, que fue un tiempo de mucha convulsión nacional y al mismo tiempo de mucha pasividad. Es interesante recordar cuál era la aquiescencia del país en ese momento, mientras Bush se preparaba para construir la guerra con Irak. La pasividad como la forma que toman las malas decisiones es un tema en el libro. Por otra parte, también es cierto que termina con una protesta pública de estudiantes norteamericanos que repudian las políticas internacionales de Bush.

La guerra de Irak interviene en su argumento y eso coloca a la novela en la categoría de "ficción post 11-S".

No lo pensé mientras escribía, aunque en la solapilla de la edición norteamericana lo apuntaron automáticamente. No me preocupan las categorías y no me preocupa evitarlas. Si alguien cree que las repercusiones del 11-S no se han sentido en el Medio Oeste o en una gran Universidad norteamericana, se equivoca.

"Al pie de la escalera" es una novela acerca de crecer en un mundo de pérdidas y dolor, que son, ambos, temas que aparecen en su obra desde su primer libro de cuentos, "Autoayuda". ¿De qué manera evolucionaron sus ideas al respecto de esos mismos temas desde entonces?

¿Las ideas evolucionan? No estoy segura de eso. Al menos no la mayoría de ellas.

En una entrevista en "The Believer" usted dijo que publicar en vida era permitir que el lector asistiera al "proceso de cómo aprender a escribir". ¿Cuán lejos la lleva esta novela en el camino de ese proceso?

Cuando dije eso, en su momento, lo hice pensando en que publicar es ir creando un archivo o muestrario de "ir aprendiendo a escribir". Es eso: las obras más tempranas nunca parecen tan buenas como las últimas, esa es la manera en que el proceso de aprendizaje se pone de manifiesto para el autor.

Ya que muchos de sus libros han sido traducidos al español, es pregunta de rigor saber cuál es su acercamiento con la literatura en esa lengua.

Mi hijo está aprendiendo español en el colegio y yo trato de que me enseñe lo que va aprendiendo; lamentablemente nunca estudié el idioma. He leído los escritores de culto, como Borges por ejemplo, siempre en traducciones, pero me gustaría poder hacerlo en versión original. Lamentablemente, mi español es muy pobre; se reduce, en su mayoría, a gritos deportivos como "¡Acá! ¡Acá!" y eso, claro, porque mi hijo juega mucho al fútbol.

Ha dicho que nunca escribiría unas memorias, y aún así los críticos y los lectores siempre están buscando "Lorrie Moores" en sus ficciones...

Antes lo comprendía porque pensaba que era sólo una consecuencia natural, aunque desafortunada, de leer literatura. Pero ahora me preocupa pensar que la gente no sabe leer ficción en absoluto. Me topé con eso en la gira norteamericana de este libro y fue un poco descorazonador.

¿Resulta más fácil conseguir algo cercano a la "perfección" en el relato corto?

En teoría sí. Muy pocos escritores creen que lo han logrado, y yo desde luego no.

Ha admitido que lloró mientras escribía algunos pasajes de la novela.

Suena estúpido, ¿no? Lo que escribía era a veces tan triste, que, de alguna manera, me convertí en una espectadora de los acontecimientos.

¿Cuáles su relación con Tassie, la protagonista?

Me sentí muy cercana a ella mientras escribía y la echo de menos de alguna manera. La novela no es muy optimista respecto a la armonía racial en Estados Unidos. Seguimos siendo un país muy segregado. Incluso los Obama lo podrían suscribir. También añadiría que sólo en Norteamérica podrían elegir a Barack Obama presidente, y por eso el año pasado fue tan emocionante para los norteamericanos.

Pero, ¿sigue habiendo racismo?

Desde luego.

¿Hay barreras y disparidades entre las razas?

Enormes barreras. Y la novela lo refleja. Justo este verano un distinguido profesor de Harvard fue detenido en su propia casa. Es afroamericano y lo confundieron con un ladrón.

El "New York Times" dice que sus fans son "fervorosos, casi una secta".

Si son una secta, son una secta con buenos modales. Mayoritariamente.