Anna
Andréyevna Gorenko (1889-1966) forma parte de la constelación mayor de la
poesía de todas las épocas. Nacida en Bolshoj Fontan, un pueblo cercano a
Odessa, pasó una infancia no muy feliz en Tsarkoe Selo y, al divorciarse sus
padres en 1905, se trasladó con su madre a Crimea, de donde partió a su vez
para Kiev con el objetivo de terminar sus estudios secundarios y estudiar Derecho.
Se familiarizó con la poesía escuchando a su madre recitar de memoria cantos
populares, y comenzó a escribir poemas a la edad de once años, pero como su
padre no quería ver ningún verso impreso bajo su apellido, ella decidió adoptar
el de su abuela tártara, Ajmátova, como seudónimo. Luego, en San Petersburgo seguiría
los cursos de altos estudios de Latín, Literatura e Historia.
Sus primeros escritos parecen intuir la gran soledad en la que se vería sumergida años más tarde, después de las trágicas consecuencias de la llegada del estalinismo al poder. Su primer marido, Nikolái Gumiliov (1886-1921), fue acusado de conspiración y fusilado. Más tarde, su hijo sería también arrestado y deportado a Siberia y su último marido moriría en un campo de concentración en 1938. Los poemas de Anna se prohibieron, fue acusada de traición y deportada. Por temor a que fusilaran a su hijo quemó todos sus papeles personales.
Su nombre es inseparable al de Osip Mandelstam (1891-1938), el poeta arrestado y condenado a trabajos forzados que murió en un campo de trabajo cercano a Vladivostok. Junto a éste y Serguéi Gorodetsky (1884-1967) encabezó el acmeísmo, un movimiento artístico de principios del siglo XX que, en oposición al misticismo del simbolismo, preconizaba el uso de un lenguaje poético que contuviera significados exactos en favor de la realidad inmediata. De métrica conservadora, su concepción de la rima era enteramente clásica, herencia directa de Alexander Pushkin (1799-1837), su gran maestro, quien cien años antes había formado parte de un círculo literario y político que se oponía al régimen zarista.
Sus primeros escritos parecen intuir la gran soledad en la que se vería sumergida años más tarde, después de las trágicas consecuencias de la llegada del estalinismo al poder. Su primer marido, Nikolái Gumiliov (1886-1921), fue acusado de conspiración y fusilado. Más tarde, su hijo sería también arrestado y deportado a Siberia y su último marido moriría en un campo de concentración en 1938. Los poemas de Anna se prohibieron, fue acusada de traición y deportada. Por temor a que fusilaran a su hijo quemó todos sus papeles personales.
Su nombre es inseparable al de Osip Mandelstam (1891-1938), el poeta arrestado y condenado a trabajos forzados que murió en un campo de trabajo cercano a Vladivostok. Junto a éste y Serguéi Gorodetsky (1884-1967) encabezó el acmeísmo, un movimiento artístico de principios del siglo XX que, en oposición al misticismo del simbolismo, preconizaba el uso de un lenguaje poético que contuviera significados exactos en favor de la realidad inmediata. De métrica conservadora, su concepción de la rima era enteramente clásica, herencia directa de Alexander Pushkin (1799-1837), su gran maestro, quien cien años antes había formado parte de un círculo literario y político que se oponía al régimen zarista.
En sus primeras composiciones líricas utilizó imágenes concretas para presentar detalles íntimos. Tras la revolución bolchevique de 1917, en su obra aparecieron motivos cívicos, patrióticos y religiosos, sin que ello incidiera en la intensidad y originalidad de su voz. De este período se destacan sus poemarios “Chyotki” (El rosario), “U sámogo mórya” (Junto al mar), “Bélaya staya” (Rebaño blanco), “Podorózhnik” (El llantén) y “Anno Domini MLMXXI” (El año del Señor 1921). Estas primeras ediciones recibieron una gran acogida por parte de la crítica y la hicieron famosa desde el principio de su carrera. Contenían piezas breves y psicológicamente tensas, en su mayoría sobre el tema del amor atravesado por la tristeza.
A mediados
de la década de los años ’20, años políticamente convulsos en la Unión
Soviética, catalogada de burguesa y aristocrática fue expulsada de la Unión de
Escritores, entidad que consideraba a los poetas acmeístas demasiado
personalistas, y finalmente fue censurada por orden del dictador Iósif Stalin (1878-1953),
algo que ya les había ocurrido a otros escritores como Boris Pasternak (1890-1960),
Mijail Zóschencko (1894-1958), Andréi Platónov (1899-1951) y Vassili Grossman (1905-1964).
Su obra poética, por entonces, fue calificada por el régimen de subversiva y
peligrosa. El terror estalinista decretó “instrucciones especiales” para que no
se publicara ningún verso de ella, razón por la que pronto sus publicaciones
fueron retiradas de las librerías y las bibliotecas.
Durante la
Segunda Guerra Mundial, ante el bloqueo nazi en 1941, fue virtualmente
rescatada de una Leningrado (la antes llamada San Petersburgo) en llamas por un
avión dispuesto por el propio Stalin y trasladada a la ciudad de Tashkent,
donde su principal ocupación consistió en leerle poemas a los heridos y
escribir el borrador de “Poema
bez gueróya” (Poema sin héroe). Cuando retornó a su ciudad en ruinas, acaso
avergonzada por aceptar la providencial ayuda de su enemigo, se recluyó en su
casa y comenzó a ganarse la vida traduciendo al poeta italiano Giacomo Leopardi
(1798-1837) y publicando ensayos, entre los que destacan los dedicados al poeta,
dramaturgo y novelista ruso Aleksander Pushkin (1799-1837) en periódicos
escolares. También sobrevivió gracias a la caridad de los pocos amigos que se
atrevían a cuidarla.
"Réquiem" se publicó en 1963 en Múnich sin su conocimiento ni consentimiento. En la antigua Unión Soviética no se publicó hasta 1987 cuando gobernaba Mijaíl Gorbachov (1931-2022), ya que por su temática -una elegía por los prisioneros de Stalin-, fue considerado demasiado polémico. Recién después del “óttepel” (deshielo) de 1956, en el que la represión política y la censura cultural fueron parcialmente relajadas debido a las políticas de desestalinización implementadas por el entonces nuevo líder soviético Nikita Jrushchov (1894-1971), Ajmátova fue hasta cierto punto rehabilitada permitiéndole su incorporación a la Unión de Escritores de la cual había sido expulsada años antes. Se la autorizó a publicar, cosa que hizo con sus libros de poemas “Beg vrémen” (El correr del tiempo), “Iva” (Sauce), “Néchet” (Nones) y “Russki trianón” (Trianón ruso), y se le entregó una pequeña “dacha” (casa de campo) en Komanovo.
A pesar de
la censura y el hostigamiento, a Anna Ajmátova no le tembló nunca la mano para
seguir escribiendo y por ello es considerada una de las voces más representativas
de la poesía rusa del siglo XX. En 1964 recibió el premio internacional de
poesía “Etna-Taormina” en Sicilia, Italia, y al año siguiente fue nombrada “Doctora
Honoris Causa” por la Oxford University de Inglaterra. “Beg vrémeni” (El correr
del tiempo), su última obra, es un balance de su trayectoria de 1910 a 1965.
Su vida terminó el 5 de marzo de 1966 en el sanatorio Domodedovo de Moscú a causa de un infarto, pero su voz fue imposible de callar. Si bien había sido silenciada por mucho tiempo, su poesía halló un eco sustancial en quienes en épocas posteriores encontraron en ella su inspiración. Su funeral, celebrado en la catedral de San Nicolás de los Marinos, en San Petersburgo, fue multitudinario. Fue enterrada en Komarovo, cerca de la “dacha” en la que había pasado sus últimos años de vida. Anna Ajmátova fue una poetisa que escribió con la insistencia de quien vive y quiere vivir, a pesar del infierno por el que pasó buena parte de su vida. Su obra, traducida a un sinnúmero de lenguas, sólo aparecería íntegra en Rusia en 1990.