Mariano
Massone (1985) es un escritor argentino licenciado en Letras por la Universidad
de Buenos Aires. Nacido en Luján, provincia de Buenos Aires, es profesor de Lengua
y Literatura en varios colegios públicos. Ha participado con artículos en la
revistas de arte y literatura “Plebella”, “No-Retornable”, “Maten al mensajero”,
“Corresponsales Clave”, “Exlibris” y “Último Round” de Argentina, “Resonancias”
de Chile, “Leteo” de México y “Revista de la Asociación Latinoamericana de Estudios
del Discurso” de Venezuela. También publicó artículos en el portal de noticias “Ladran
Sancho” de la Cooperativa de Trabajadoras y Trabajadores de la Comunicación,
una asociación compuesta por jóvenes profesionales y estudiantes de la ciudad
de Luján.
Entre sus numerosos artículos pueden mencionarse “Ameghino, Darío, Lugones. La fe en el progreso científico y los bordes del positivismo”, “Palabras y cartografías. Tensiones glotopolíticas en torno a la lexicografía y la filología de Argentina y Perú (1880-1930)”, “Principios de siglo XX. La dicotomía vanguardia-realismo”, “Florentino Ameghino y la cosmovisión naturalista”, “No todo es tan color de rosa”, “La imposibilidad de enseñar”, “La teoría literaria en las aulas del secundario”, “La tarea del archivista y el hipervínculo. Aproximación a una enseñanza de las artes en la era digital”, “Caminar para atrás como los cangrejos” y “Situación latinoamericana de los derechos sexuales y reproductivos”.
Entre sus numerosos artículos pueden mencionarse “Ameghino, Darío, Lugones. La fe en el progreso científico y los bordes del positivismo”, “Palabras y cartografías. Tensiones glotopolíticas en torno a la lexicografía y la filología de Argentina y Perú (1880-1930)”, “Principios de siglo XX. La dicotomía vanguardia-realismo”, “Florentino Ameghino y la cosmovisión naturalista”, “No todo es tan color de rosa”, “La imposibilidad de enseñar”, “La teoría literaria en las aulas del secundario”, “La tarea del archivista y el hipervínculo. Aproximación a una enseñanza de las artes en la era digital”, “Caminar para atrás como los cangrejos” y “Situación latinoamericana de los derechos sexuales y reproductivos”.
Defensor de los derechos de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales, en 2014 en un colegio de Open Door, una localidad cercana a Luján, fue discriminado por otros profesores y se le labró un acta por dar clases con perspectiva de género y diversidad, hecho por el cual presentó una denuncia por persecución ideológica ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Hasta el momento ha publicado los minilibros “Fractales i” y “Diario íntimo”, y los libros de poemas: “Libro de sombras” (2010), “El gaucho celeste” (2015) y “Veinte poemas malos y una canción alucinada” (2021). Su cuento “No es católico de mi parte” apareció en la antología de narrativa contemporánea “Marañas”, publicada por la editorial La Parte Maldita en junio de 2013.
Sé que no es católico de mi parte lo que le voy a decir pero necesito que se siente. Vamos, usted sabe… Hace quince años que la conozco, cuando se murió mi marido la única que entendió esa pérdida fue usted. Marta, no me mire así. Hace cuatro años que estamos solas, la casa es grande. Usted limpia, lava, plancha, me hace la comida. Sabe que con este dolor de huesos que me agarra cada tanto no puedo ni moverme, son dolores fuertes, como si fuesen espinas que se me clavan en todo el cuerpo. Yo la considero mucho a usted, la considero mi par. Las dos nos quedamos solas, ancladas en viejas costumbres.
Cuando se murió Rodolfo yo sentía que no iba a poder vivir más. Todavía me acuerdo el velorio, cuando llegaron mis sobrinos, Ismael y Marco ¿Se acuerda? Ismael llegó con su mujer y sus dos hijas, preciosas las nenas, abrió el paquete de sanguchitos de miga que compró en la mitad de la sala como si fuese un cumpleaños de quince. Se reía, su sonrisa y su falta de dolor me hicieron pedazos. Hablaba mucho, me aturdía. Parecía como que estaba esperando que pase otra tragedia más. Hacía años que no lo veía, no recuerdo cuántos, pero eran muchísimos. Creo que no lo veía desde que se murió su padre, el finado Raúl, hermano de Rodolfo. La empresa que ellos tuvieron le dejó una gran herencia. Es más, creo que ahora Ismael se dedica a alquilar caserones que compró con esa plata. No sé muy bien.
La cuestión es que me aturdía con sus historias de viajes a Europa, con su soberbia. Pensar que cuando era chico era mi preferido. Usted sabe que nosotros, con Rodolfo, nunca pudimos tener hijos. En verdad tuvimos uno pero lo perdí. Cosas de la vida. Estuve internada dos meses en terapia intensiva, hinchada como un globo, a punto de la muerte, hasta que el nene también se terminó asfixiando en mi vientre. Ya sé, no le gusta que le cuente esa parte de mi vida. Éramos jóvenes y todo era diferente. La medicina también era diferente. Rodolfo fumaba mucho. ¿Se acuerda? Nunca vi fumar a nadie igual. Nunca amé a nadie tanto como a él.
Teníamos peleas, usted nos escuchaba. Seguro que nos escuchaba, pero no decía nada. Si hay algo que rescato de usted, además de su honestidad, es su silencio. Nunca la escuche decir una palabra de más, siempre tan… tan justa. Me acuerdo cuando en el velorio de Rodolfo, usted, con sólo levemente apoyar su mano sobre mi hombro me dijo todo lo que me quiso decir. Usted sabe, no me sentía bien. Pero era peor ver esa comedia que se daba entre Ismael y Marco, comiendo sanguchitos de miga y charlando como si estuviesen en un bar. Pensar que cuando su tío se estaba muriendo ninguno de los dos lo fueron a visitar, ni siquiera me llamaban. Es más, todavía no sé cómo se enteraron de la muerte. Yo siempre fui muy reservada pero en este pueblo las noticias vuelan y uno nunca sabe.
Marta, ayúdeme en algo, escuche bien, me quiero casar con usted. No es que la ame ni nada de eso. No se vaya, espere. Sé que no es católico de mi parte pero me quiero casar con usted. No le voy a dar el gusto a Marco y a Ismael. Usted fue la persona con la que padecimos todo, Rodolfo y yo. Usted se merece pasar bien sus últimos años cuando ya me estén comiendo los gusanos, muy probablemente cerca de mi esposo, cuatro metros bajo tierra. Hijos no tengo y no les quiero dar el gusto. Por favor, no me reproche. Yo sé que es un tema que hay que tomar con cuidado pero no me queda otra. Una vez que nos casemos le voy a decir cómo funciona todo lo relacionado al dinero, a las cuentas bancarias. No es difícil. Si se cuida tiene para vivir hasta que se muera. ¿O acaso a usted no le gustaban esos bombones que varias veces le traje de París? Por favor Marta, usted se tiene que casar conmigo.