9 de diciembre de 2023

Claudia Piñeiro: “Escribir es dar voz a lo que no se ha dicho”.

La escritora, dramaturga y guionista argentina Claudia Piñeiro (1960) ha explorado a lo largo de su trayectoria literaria diversas facetas de la vida, la sociedad y la política a través de sus novelas, cuentos y obras teatrales. Han sido temas frecuentes en sus obras las mentiras, la hipocresía, la violencia y los secretos familiares, temas todos ellos tratados muchas veces con humor negro e ironía.
  Reconocida como una figura destacada en cuestiones relacionadas al feminismo, a los derechos de los escritores y la crítica social como postura ética y vital, cuando finalizó sus estudios secundarios en el Colegio San José de Burzaco en 1978, tuvo la intención de estudiar Sociología en la Universidad de Buenos Aires, algo que se vio frustrado porque la genocida dictadura cívico-militar-clerical que gobernaba al país por entonces había cerrado el ingreso a las carreras que consideraba “sospechosas”. Entonces ingresó en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad y allí se recibió de Contadora Pública en 1983, una profesión que ejercería hasta 1992.
Según ella misma contó en una entrevista, tremendamente aburrida de su trabajo se decidió por la literatura al leer en un diario que la editorial “Tusquets” lanzaba un concurso, al cual decidió inscribirse porque, aunque desde hacía tiempo escribía, abocada a su empleo esa vocación había quedado en un segundo plano y la oportunidad de participar en el certamen de la editorial española se le presentó como un salvavidas. Fue así que escribió la novela “El secreto de las rubias”, la cual quedó entre las diez finalistas aunque luego no se publicó. Fue sólo el comienzo de su larga y exitosa trayectoria como escritora. Sus primeras obras publicadas fueron las novelas juveniles “Serafín, el escritor y la bruja” y “Un ladrón entre nosotros”.
Luego se dedicó especialmente a las novelas del género de suspenso psicológico en las que sus personajes viven diversos conflictos en el ámbito de una traumática sociedad colmada de injusticias sociales. A partir de 2005 fueron publicándose las novelas “Tuya”, “Las viudas de los jueves”, “Elena sabe”, “Las grietas de Jara”, “Betibú”, “Un comunista en calzoncillos”, “Una suerte pequeña”, “Las maldiciones”, “Catedrales” y “El tiempo de las moscas”. También es autora de las obras teatrales “Cuánto vale una heladera”, “Un mismo árbol verde”, “Verona”, “Morite, gordo” y “Tres viejas plumas”, y del libro de cuentos “Quién no”, un volumen que reúne cuentos basados en breves escenas cotidianas y en pequeñas obsesiones que hacen su juego en medio de la rutina de los días y situaciones que anidan en lo más secreto de las personas.


Habitual colaboradora en distintos medios gráficos y radiales de Argentina, por su obra literaria, teatral y periodística ha obtenido diversos premios nacionales e internacionales en Alemania, España y México. Asimismo, varias de sus novelas han sido llevadas al cine y su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas. En el corriente año ha publicado “Escribir un silencio”, su primer libro de no ficción, obra que recopila varios de los discursos que dio en ferias, festivales, universidades y en el Congreso de la Nación e incluye una amplia selección de notas periodísticas que publicó en distintos medios en las cuales, dentro de un amplio arco temático, además de reflexiones literarias fusionó cuestiones personales con temas sociales y políticos.
Al comienzo del libro, la escritora explica cómo pasó de ser Contadora a una de las escritoras argentinas más leídas, y cuenta su primera experiencia con la terapia, en la que un silencio que parecía no llevar a ningún lado la llevó a la escritura. Entre otras cosas dice: “Sospecho que lo que escribo nace del silencio. Porque así fue desde mi niñez, del silencio a la escritura. De la resistencia a hablar al placer de construir un texto. (…) Luego de una discusión de cualquier tipo, mi propia queja nunca era ‘por qué no le habré dicho tal o cual cosa’, sino ‘por qué no me habré callado a tiempo’. Para mí, la palabra era (es) un arma siempre lista, y si pasaba un límite, que no podía ver hasta después de haber hablado, el otro salía lastimado. Yo también. Así empezó todo: por temor a que mis palabras hicieran daño. Y ese temor no me conducía a otra manera de decir, sino al silencio. El silencio no siempre es un refugio agradable. (…) La escritura me ayudó a salir del silencio sin correr el riesgo de la palabra pronunciada, de lo dicho sin control. Y, mejor aún, sin asumir los riesgos del silencio. También se paga un precio por el silencio. Lo que no se debe, no se puede o no se quiere decir, se esconde en una zona oscura, indeterminada, donde poco a poco se hace callo. Y el callo crece hasta convertirse en un volcán que un día, irremediablemente, entra en erupción. (…) Escribo para encontrar palabras que cuenten esos silencios, silencios anteriores, los que duelen, los que pueden convertirse en volcán. Escribo las historias que se esconden debajo de él”.


Luego, en los capítulos “De lo que soy” y “De dónde vengo” aborda aspectos autobiográficos como su infancia, su familia y los maestros que moldearon su escritura. En “De hijos, madres y otros amores” se centra en las relaciones interpersonales y dinámicas familiares, así como sus experiencias de maternidad. Y en “De otros intereses y preocupaciones” presenta textos sobre cuestiones políticas y sociales, incluyendo su apoyo a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, cuyo tratamiento en el Poder Legislativo acompañó fervientemente. En la sección “De los años que vivimos en peligro” se enfoca en el impacto de la pandemia de COVID-19, mientras que en “De la escritura”, “De la lectura” y “De viajes y de ferias” explora aspectos literarios, incluyendo la práctica de la escritura, autores influyentes y experiencias en festivales literarios. Finalmente en “De lo dicho” ofrece observaciones sobre el compromiso del escritor.
Lo que sigue es un extracto editado de las entrevistas publicadas en la página web del Ente Cultural de Tucumán el 18 de mayo de 2020, en el diario peruano “Correo” el 24 de julio de 2023 a cargo de Antonella Cazorla Reyes, y en la página web de la agencia de noticias argentina “Telam” el 3 de noviembre de 2023 a cargo de Carlos Daniel Aletto.
 
¿Qué podemos hacer como sociedad para mejorar?
 
Uno de los grandes debates que tenemos que dar en la sociedad son las leyes de cuidado; en Argentina el 20% del PBI es trabajo gratuito hecho por las mujeres.  Quiere decir que algo está mal, nosotras no tenemos por qué trabajar gratis, pero nos han convencido de que ese trabajo es por amor y porque es el rol de la mujer. Esto va a llevar mucho tiempo de educación, intervención del estado para apoyar a la mujer y que se reparta por igual las tareas entre todos.
 
¿Nos encontramos con estos temas en la literatura?
 
Creo que el entorno literario tiene los mismos prejuicios que otros ambientes y digamos que también tiene menos que otros; porque una mujer puede escribir un libro y una editorial se lo puede publicar e incluso puede vender muchos más libros que un varón por el motivo que sea. Sin embargo, cuando aparecen extraordinarias mujeres que ganan todos los premios, que aparecen por todos lados en distintas partes siempre está puesto en duda sino habrá sido porque está de moda o porque en el jurado hay mujeres y entonces le van a dar el premio a una mujer.
 
¿Ello tiene que ver con las temáticas que abordan las escritoras mujeres?
 
Hay mujeres que escriben cosas que no tienen nada que ver con los mundos de las mujeres, pero si escriben temas relacionados con lo femenino a veces se les baja de categoría. Creo que en el tema de ese desprecio por la literatura femenina hay, por un lado, una sombra de lo qué pasó ella y después está esta cosa de pensar que algunas temáticas no son de la literatura universal, que yo creo que es un error.
 
Es una escritora prolífica, ¿cómo opera en usted el proceso de la escritura? ¿Qué situaciones la inspiran?
 
Todo lo que escribo arranca con una imagen disparadora, se instala en la cabeza y a partir de ahí la dejo que macere. Si hay personajes, espero que hablen y que muestren cuál es su conflicto. Le doy un tiempo para que se vaya completando, al principio es una imagen más estática. Luego esa misma imagen me va contando cosas, voy tirando de ese amasijo, donde está todo lo que será una novela o un cuento, pero que hay que ir tirando para sacarlo. Ese proceso puede llevar meses hasta que me pongo a escribir la primera página. Pero confío mucho en esa primera imagen disparadora que tiene algo de la materia de los sueños. Uno a veces no sabe por qué sueña lo que soñó. Puedo encontrar algún resto diurno como alguna película, un libro que leí, algo que disparó ese sueño. Y estas imágenes que me disparan la escritura tampoco sé bien por qué son lo que son. Las dejo estar ahí, las alojo en mi cabeza y cuando entiendo de qué van, empiezo a buscar la forma de encontrar las palabras para escribirlo.
 
¿Es un ejercicio que surge de la inspiración o es una búsqueda?
 
No es una búsqueda. No me pongo a buscar, por caso, en el diario un hecho que me dé tema para escribir.  En general hasta ahora siempre apareció la imagen antes de necesitar buscarla. Sí busco cuando me piden un encargo, un cuento para determinada antología, ahí hay una búsqueda. Nunca tuve mucho problema con respecto a que me aparezcan estas imágenes y empezar a escribir. Tampoco tuve mucho problema con la hoja en blanco, por ahora.
 
Desde el primer día hasta ahora, ¿cómo analiza el hecho de ser exitosa?
 
Habría que definir primero qué es ser exitoso porque hay muchas maneras de entender lo que es un escritor exitoso. Lo que sí sé es que soy una escritora que tiene muchos lectores, que a los lectores les gusta esperar mi próximo libro, entonces tengo la posibilidad de que la editorial me vuelva a editar porque los lectores son fieles y siguen toda una trayectoria, no solamente el libro en cuestión, sino el que viene. Eso también te genera la responsabilidad de que el próximo esté a la altura del anterior, y si es posible que sea mejor.
 
¿Qué le permitió llegar al lector?
 
Creo que parte de esa complicidad que se da entre lo que escribo entre mi persona como escritora y narradora y los lectores, hay una comunicación. Para mí escribir es un acto de comunicación. Yo no sé quién está del otro lado, si es hombre o mujer, qué edad tiene. No escribo para un tipo de persona en particular, pero sí sé que hay otro, entonces escribo como un acto de comunicación, sé que hay otro que va a recibir ese mensaje, que lo va a leer y le va a pasar algo con eso. Va a entrar a su cuerpo y va a salir distinto eso que yo escribí. Entonces, tener en cuenta todo eso puede ser que me permita establecer una comunicación  particular con los lectores. También creo que hay una búsqueda de historia, y en lo que escribo hay generalmente historia, una narración de una historia. Mucha gente necesita que se le cuente un cuento, una historia.
 
¿Por qué eligió el título “Escribir un silencio” para su último libro? ¿Cuál es el significado detrás de esta metáfora?
 
“Escribir un silencio” es, en realidad, el título de uno de los textos que están incluidos en el libro y que considero fundamental para el conjunto. Tiene que ver con mi motivación para escribir, con la necesidad de poner palabras a cosas que han quedado sin expresar. Reinaldo Arenas, un autor al que admiro, habló de esto y me identifiqué con esa idea de poner palabras a silencios anteriores. Escribir es dar voz a lo que no se ha dicho. Con el tiempo, he llegado a definir mi escritura de esta manera, y eso se refleja en el título. En cada texto que escribimos, en cada decisión de escritura, siento que estamos abordando un silencio previo, y por eso el título y la dedicatoria del libro, que es un homenaje a los silencios que mi padre no pudo expresar.
 
¿Cómo llevó a cabo la selección de los materiales que aparecen en este libro?
 
La selección fue un proceso que involucró revisar y evaluar todos los textos que pude encontrar. Algunos se perdieron debido a la transición entre computadoras y la disponibilidad en línea, pero seleccioné aquellos que sentí que seguían siendo relevantes. No me preocupé por la fecha de publicación original, ya que algunos textos trataban cuestiones que siguen siendo actuales hoy. De todos modos, algunos textos fueron excluidos, especialmente los muy circunstanciales o específicos de ciertos momentos. La elección se basó en cuál tenía algo importante que decir en el presente. Además, algunos se escribieron bajo presión y esa urgencia no siempre permitía la calidad que buscaba. Otro criterio de selección fue qué textos me gustaban más o menos, ya que con algunos me sentía más satisfecha con su contenido.
 
¿Cómo cree que estos textos se relacionan con el resto de su obra y sus lectores?
 
En estos textos, los lectores pueden descubrir muchos temas que se presentan de diferentes maneras en mis novelas. Aunque no escribí mis novelas específicamente para tratar ciertos temas, es innegable que mis valores y perspectivas personales se reflejan en mi obra literaria. Algunos personajes y situaciones de mis novelas pueden relacionarse con lo que presento en estos textos no ficcionales. También menciono mis lecturas favoritas y autores en algunos textos, lo que permite a los lectores conocer mejor mi influencia literaria. Creo que los lectores encontrarán conexiones entre estos textos y mis novelas, revelando la intersección de mi vida personal y mi obra literaria.