El poeta y
narrador italiano Aldo Palazzeschi (1885-1974) supo decir en 1914: "El
Futurismo sólo podía nacer en Italia, país vuelto hacia el pasado de la manera
más exclusiva y absoluta, y en el cual sólo tiene actualidad el pasado".
Estas palabras explican la aparición del extravagante e ingenioso Filippo
Tommaso Marinetti y el movimiento futurista, aquel movimiento iniciador de las
vanguardias europeas del siglo XX.
Marinetti nació en Alejandría, Egipto, el 22 de diciembre de 1876, segundo hijo de una familia italiana de ricos comerciantes. En 1899 se recibió de abogado en Genova, y a partir de 1902 publicó sus primeros libros en francés: "La conquéte des étoiles" (La conquista de las estrellas), "Gabriele D'Annunzio intime" (D'Annunzio íntimo), "La momie sanglante" (La momia sangrienta) y "La ville charnelle" (La ciudad carnal). En 1909 aparecieron, también en francés, los primeros textos futuristas: "Manifeste du futurisme" (Manifiesto del futurismo), "Tuons le clair de lune" (Matemos el claro de luna), "Poupées électriques" (Muñecas eléctricas) y "Mafarka le futuriste" (Mafarka el futurista). En 1911 fue corresponsal de guerra en Libia y, a su regreso a Italia, organizó una exposición futurista viajera que recorrió diversas ciudades europeas. Partidario entusiasta de la participación italiana en la Primera Guerra Mundial, estuvo en sus campos de batalla y resultó herido en 1917. De ese período son sus obras en italiano "Guerra sola igiene del mondo" (La guerra única higiene del mundo) y "Come si seducono le donne" (Como se seduce a las mujeres).
El Futurismo fue un movimiento artístico que surgió en Italia mientras el Cubismo lo hacía en Francia. Se considera su fecha de nacimiento el 20 de febrero de 1909 cuando Marinetti publicó en el periódico parisiense "Le Figaro" el "Manifiesto Futurista", proclamando el rechazo frontal al pasado y a la tradición, defendiendo un arte anticlasicista orientado hacia el futuro y que respondiese en sus formas expresivas al espíritu dinámico de la técnica moderna y de la sociedad masificada de las grandes ciudades. Postulando la exaltación de lo porvenir en abierta oposición a cualquier actitud de respeto y conservación del pasado, el Futurismo enaltecía la belleza de la velocidad, el peligro, el deporte, la guerra, la violencia, el militarismo, el patriotismo, el tecnicismo industrial, la adoración de la máquina y el desprecio a la mujer. Con este manojo de ideas "revolucionarias", pretendía transformar no sólo al arte, sino también la vida entera del hombre.
Marinetti nació en Alejandría, Egipto, el 22 de diciembre de 1876, segundo hijo de una familia italiana de ricos comerciantes. En 1899 se recibió de abogado en Genova, y a partir de 1902 publicó sus primeros libros en francés: "La conquéte des étoiles" (La conquista de las estrellas), "Gabriele D'Annunzio intime" (D'Annunzio íntimo), "La momie sanglante" (La momia sangrienta) y "La ville charnelle" (La ciudad carnal). En 1909 aparecieron, también en francés, los primeros textos futuristas: "Manifeste du futurisme" (Manifiesto del futurismo), "Tuons le clair de lune" (Matemos el claro de luna), "Poupées électriques" (Muñecas eléctricas) y "Mafarka le futuriste" (Mafarka el futurista). En 1911 fue corresponsal de guerra en Libia y, a su regreso a Italia, organizó una exposición futurista viajera que recorrió diversas ciudades europeas. Partidario entusiasta de la participación italiana en la Primera Guerra Mundial, estuvo en sus campos de batalla y resultó herido en 1917. De ese período son sus obras en italiano "Guerra sola igiene del mondo" (La guerra única higiene del mundo) y "Come si seducono le donne" (Como se seduce a las mujeres).
El Futurismo fue un movimiento artístico que surgió en Italia mientras el Cubismo lo hacía en Francia. Se considera su fecha de nacimiento el 20 de febrero de 1909 cuando Marinetti publicó en el periódico parisiense "Le Figaro" el "Manifiesto Futurista", proclamando el rechazo frontal al pasado y a la tradición, defendiendo un arte anticlasicista orientado hacia el futuro y que respondiese en sus formas expresivas al espíritu dinámico de la técnica moderna y de la sociedad masificada de las grandes ciudades. Postulando la exaltación de lo porvenir en abierta oposición a cualquier actitud de respeto y conservación del pasado, el Futurismo enaltecía la belleza de la velocidad, el peligro, el deporte, la guerra, la violencia, el militarismo, el patriotismo, el tecnicismo industrial, la adoración de la máquina y el desprecio a la mujer. Con este manojo de ideas "revolucionarias", pretendía transformar no sólo al arte, sino también la vida entera del hombre.
Seguramente Marinetti no fue el inventor de las vanguardias, pero es innegable que se trata de su primer enunciador. Por esa razón se señala el día en que apareció el "Manifiesto Futurista" como el momento en que la vanguardia, como fenómeno característico de producción de arte en el siglo XX, nació de una manera explícita. La palabra "manifiesto", que será infaltable en todo vanguardismo posterior, apunta al hecho de poner "de manifiesto" algo que antes sólo existió de forma larvada y potencial.
Textualmente escribió Marinetti en el "Manifiesto Futurista": “Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad. El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía. La literatura ha magnificado hasta hoy la inmovilidad del pensamiento, el éxtasis y el sueño, nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo. Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo... un automóvil rugiente que parece que corre sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia. Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita”.
“Hace falta que el poeta se prodigue con ardor, fausto y esplendor para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales. No hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra de arte sin carácter agresivo puede ser considerada una obra maestra. La poesía ha de ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para reducirlas a postrarse delante del hombre. ¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del Imposible? El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creamos la eterna velocidad omnipresente”.
“Queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas para las cuales se muere y el desprecio de la mujer. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias. Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes; en los barcos de vapor aventureros que huelen el horizonte, en las locomotoras de pecho ancho que pisan los raíles como enormes caballos de acero embridados de tubos y al vuelo resbaladizo de los aviones cuya hélice cruje al viento como una bandera y parece que aplauda como una loca demasiado entusiasta”.
Y concluyó: “Es desde Italia donde lanzaremos al mundo este manifiesto nuestro de violencia atropelladora e incendiaria, con el cual fundamos hoy el ‘futurismo’, porque queremos liberar este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios. Ya durante demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de antiguallas. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren toda de cementerios innumerables”.
"Es cierto que algunos elementos del futurismo estaban anunciados ya en elaboraciones más antiguas -dice el escritor Blas Matamoro (1942) en 'La revolución futurista', un artículo de 1976-. En primer término, en las dificultosas profecías poéticas de Mallarmé, estudiado, traducido y censurado por Marinetti. Luego, en la propia Italia, a través de la 'estética de la máquina' propuesta por Mario Morasso, el verso libre defendido por Gian Pietro Lucini y la tarea precursora de la revista 'Leonardo', dirigida por Papini y Prezzolini entre 1903 y 1907. Pero es en la fecha antes citada que la vanguardia llena su partida de nacimiento".
Si se piensa que el surgimiento histórico de las vanguardias se produce en la década de 1910 y extiende su acción de ruptura hasta 1930, se advierte que el mismo coincide con la culminación del ciclo capitalista signado por la proliferación de los monopolios y la máxima extensión de los imperios coloniales. "La gran concentración de materias primas en las metrópolis imperiales alimenta a la gran industria -continúa Matamoro-, que progresa con una velocidad antes desconocida. Se produce así, un marcado desfasaje entre el estado evolutivo de las artes, vinculado a los modelos clásicos, y la actualidad tecnológica. En esencia, lo que propone la vanguardia es una armonía entre arte y técnicas industriales, de manera que aquél no aparezca como el resto anacrónico de un pasado definitivamente cerrado".
Para los futuristas, las artes debían romper con las bibliotecas, las academias, los museos y las ciudades históricas turísticamente conservadas. La literatura, por ejemplo, debía asimilar al psicoanálisis, la pintura al cine y la arquitectura al cemento, el acero y el cristal. Con "Parole in libertà" (Palabras en libertad), un manifiesto de la literatura futurista, Marinetti propuso la abolición de la sintaxis, de la puntuación, de los adjetivos y de los adverbios. En sucesivos manifiestos, también arremetió con la pintura, la música, la escultura y el teatro. Y como broche oro, en 1925 redactó y publicó el manifiesto que le faltaba: "Manifesto degli intellettuale fascisti" (Manifiesto del intelectual fascista).
Marinetti había ingresado en 1919 en el grupo "Fasci di combattimento", germen del futuro Partido Nacional Fascista, del que no se cansó de aclamar que era la extensión natural del Futurismo, sobre todo en su libro "Futurismo e fascismo" (Futurismo y fascismo) de 1924, y llegó a ser miembro de la Academia de Italia, fundada por los fascistas, a la vez que era designado poeta oficial del régimen de Benito Amilcare Andrea Mussolini (1883-1945).
En 1926 el caudillo futurista realizó una gira de propaganda con su mujer -la pintora Benedetta Cappa (1897-1977)- por Argentina y Brasil. En la Argentina conoció al tango del que -en otro manifiesto, cuando no- denunció su "veneno reblandeciente". Textualmente dijo Marinetti: "Este balanceo epidémico se difunde poco a poco en el mundo entero y amenaza pudrir a todas las razas, gelatinizándolas. Por eso nos vemos, una vez más, constreñidos a chocar contra la imbecilidad de la moda y a desviar la corriente ovina del snobismo... Deseos y espasmos mecanizados en los huesos y en los fracs que no pueden manifestar su sensibilidad... Parejas-moluscos, felinidad salvaje de la raza argentina, estúpidamente domesticada, drogada y empolvada... Poseer una mujer no es apretarse contra ella, sino penetrarla... ¿Una rodilla entre los muslos? Vamos, hacen falta dos... ¿Les parece muy divertido mirarse la boca, el uno al otro como dos dentistas alucinados?... ¿Apretarse? ¿Caer a plomo?... ¿Les parece muy divertido enarcarse desesperadamente el uno sobre el otro para descorchar la botella del espasmo, sin llegar nunca a él?... Cuentagotas del amor. Miniatura de las angustias sexuales. Almíbar del deseo. Lujuria al aire libre. Manos y pies de alcohólicos. Mímica del coito para el cine. Vals masturbado ¡puaj! ¡Abajo la diplomacia de la piel! ¡Viva la brutalidad de una posesión violenta y la bella furia de una danza muscular exaltante y fortificante!... Tango, tango a la deriva hasta el vómito. Tango, lentos y pacientes funerales del sexo muerto. Oh, no, ciertamente, no se trata de religión, de moral ni de pudor. Estas tres palabras, para nosotros, no tienen sentido. Nosotros gritamos ¡Abajo el tango en nombre de la Salud, de la Fuerza, de la Voluntad y de la Virilidad!".
Todavía le quedó tiempo para hacerse presente -aunque fugazmente- en la aventura bélica de Etiopía en 1935 y renovar su higiénico amor por la guerra. Además siguió escribiendo panfletos del tipo "La cucina futurista" (La cocina futurista) en el que proponía hacer una revolución a partir del cambio de los ingredientes gastronómicos y las maneras de comer; "Patriottismo insetticida" (Patriotismo insecticida) un ejemplo de la novela de síntesis, el nuevo género literario de su invención, y el autobiográfico "Una sensibilitá italiana nata in Egitto" (Una sensibilidad italiana nacida en Egipto).
Siempre fiel a su ideología, en 1942 marchó al frente ruso, pero volvió de allí seriamente enfermo y ya no se repuso. Durante la Resistencia, su éxito y su protagonismo decayeron casi totalmente y murió olvidado el 2 de diciembre de 1944 en Bellagio, Lombardía, al norte de Italia.