18 de agosto de 2009

Annie Proulx: "Estados Unidos tiene una historia muy larga de violencia"

La escritora Annie Proulx (1935), calificada como una de las mejores cronistas de la vida en los rincones menos afortunados y menos conocidos del interior estadounidense, se presentó el sábado 25 de abril de 2009 en la 35º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Dos días después ofreció una conferencia sobre "La literatura como modo de vida" en el MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. Proulx, nacida en Norwich, Connecticut, comenzó su carrera como periodista para luego dedicarse a escribir novelas y cuentos cortos. En 1988 se publicó su primer libro, "Heartsongs and other stories" (Canciones del corazón), al que le siguieron "Postcards" (Postales), "The shipping news" (Atando cabos), "Accordion crimes" (Los crímenes del acordeón) y tres volúmenes de "Wyoming stories" (Historias de Wyoming). Su salto a la popularidad se debió al cuento "Brokeback mountain" (Secreto en la montaña), publicado en la revista "The New Yorker" el 13 de octubre de 1997 y llevado al cine por Ang Lee (1954) ocho años más tarde. Recibió los premios literarios más importantes de los Estados Unidos por sus novelas y cuentos cortos, entre ellos el PEN/Faulkner Award (la primera mujer en ganarlo), el National Book Award, el Pulitzer, el Dos Passos Prize, el National Magazine Award y el O. Henry Prize. La autora habló telefónicamente con Márgara Averbach unos días antes de llegar al país para participar en la Feria del Libro. Dicha entrevista se publicó en el nº 290 de la revista "Ñ" que apareció el 18 de abril de 2009.
En sus libros, usted explora Texas, Wyoming... ¿Qué función tiene la geografía en ellos?

La geografía es muy importante para mí. Es el principio de la historia. Sobre todo si estoy trabajando en una novela, lo primero que hago es estudiar el paisaje, estar en él, viajar por él, averiguar sobre el clima, la geología, el agua. Las vidas de los personajes tienen que ver con la geografía. Es de suma importancia saber qué come la gente ahí, qué hace para vivir, cómo se comporta, sus horarios...

Entonces, ¿usted viaja a los lugares sobre los que escribe?

Sí. Cuando quiero escribir sobre un lugar, voy y me quedo un tiempo. En general, es un lugar que visité antes. Por ejemplo, en "Un as en la manga", yo había estado viajando por el país y había cruzado esa zona de Texas. Me interesó que hubiera muchas casas viejas medio derruidas, muchos árboles rotos, maquinaria agrícola abandonada..., y también molinos abandonados. Decidí que quería escribir una historia sobre ese lugar, alquilé una casa a un ranchero y me quedé unos seis meses.

Usted estudia el dialecto local y me parece que sus libros trazan un mapa de su país...

Muchas veces, hasta hago un mapita del área...

En "Atando cabos" y "Un as en la manga", los protagonistas son personas que llegan a un lugar y se adaptan lentamente... ¿Es ésa una historia en la que usted está especialmente interesada?

Creo que tal vez está relacionada con mi familia. La familia de mi padre bajó desde el Canadá francés a los Estados Unidos. Conseguir que la aceptaran aquí fue un proceso de generaciones así que soy sensible a los problemas y dificultades de los inmigrantes.

¿Cuán importante es el tema de la inmigración?

Es muy importante. En "Los crímenes del acordeón" hay siete, ocho, nueve personajes que vienen desde diferentes países a los Estados Unidos.

Otro de los problemas mundiales es la ecología. En "Un as en la manga", se manipula a los cerdos para que aumenten de peso hasta que se les quiebran las patas. ¿Le interesa la ecología?

Sí, claro, pero usted apunta a algo interesante... Yo soy muy consciente de la variedad tremenda que hay entre los lectores. Dependo de que ellos traigan sus propias experiencias, observaciones e intereses a la historia, de que la completen con cosas que no se dicen tan abiertamente. Así que sí, ahí se sugiere que ya destruimos grandes espacios de América del Norte y el mundo..., pero yo dejo que los lectores sigan por sí mismos ese tema. Así que si usted ve en mis libros un interés en la ecología, eso me dice que usted está interesada en eso.

Sí, claro, pero las escenas están ahí... Creo que algo parecido pasa con otra característica de su ficción: esas pequeñas historias que nunca se completan, que no terminan... ¿Las escribe conscientemente?

Sí, es un proceso consciente porque creo que es un reflejo de nuestras vidas... Todos tenemos encuentros y hacemos amigos y conocemos gente cuyas historias no terminan, desaparecen frente a nosotros, especialmente si uno se está moviendo. Y sí, eso también queda en manos de los lectores. Además, para mí es realmente divertido no terminar las historias...

Sus libros tienen detalles muy exactos de tecnología y se preocupan por problemas prácticos y soluciones prácticas...

Me gusta leer libros que explican cómo se arreglan las cosas o cómo funcionan. Estoy muy interesada en el trabajo físico.

Cuando usted escribe sobre algo..., digamos, sobre barcos en "Atando cabos", ¿investiga al respecto o elige el tema porque ya lo conoce?

No, yo investigo... Nunca me gustó el consejo que le dio esa profesora a Hemingway, cuando le dijo que hay que escribir siempre sobre lo que se conoce. Para mí tiene que ser al revés: hay que conocer lo que se escribe.

¿Hay alguna razón por la que sus personajes viven en el campo o en pueblos chicos?

Hasta hace muy poco, yo viví casi siempre en lugares rurales. Solamente viví dos veces en ciudades grandes a los veintitantos, más o menos, durante un año en cada caso... Y siempre sentí que los centros de poder, donde está la gente que toma las decisiones, son muy crueles con los lugares rurales. Yo trato de explicar cómo son las cosas en el campo a un noventa por ciento de los lectores, porque los lectores son urbanos en un noventa por ciento. No hay mucha gente que escriba sobre lo rural.

La ciudad es el sitio de los siglos XX y XXI.

Sí, el campo es exótico para nosotros...

Exótico es la palabra perfecta, pero hay algo que une lo rural y lo urbano en sus libros y es el dinero.

Bueno, yo escribo sobre los Estados Unidos, ¿no? Donde el dinero es muy importante.

¿Y la violencia? Es fundamental en muchos de sus libros. En el Wyoming de "Secreto en la montaña", por ejemplo...

De nuevo, este país tiene una historia muy larga de violencia, sobre todo en el Oeste. El Oeste no está totalmente civilizado... La gente de Wyoming sigue orgullosa de su pasado violento, cuando gobernaban los fuera de la ley, los violentos, los que hacían justicia por mano propia... Habría sido muy raro que no hubiera violencia... Está ahí en la vida así que está ahí en el libro.

Sí, pero también hay violencia en "Atando cabos" y en "Los crímenes del acordeón", que no transcurren en el Oeste.

Esa es la violencia de la gente que llegó primero contra los que vinieron después... Son los crímenes contra los recién llegados...

Y es la historia de los inmigrantes en todas partes. Ya que hablamos de discriminación, ¿qué piensa de Obama en la presidencia? ¿Esperaba algo así en los Estados Unidos?

No. Lo deseaba pero no lo esperaba. Para nada. Creo que hubo una cantidad de personas que empezó a creer que podía pasar y pasó... No parecía posible. De todos modos, no sabemos si es sólo una anomalía o algo permanente...

Para volver a la literatura, "Los crímenes del acordeón" es una novela distinta en su literatura. Lo que está en el centro es el tiempo y no el espacio. Es casi una historia de los Estados Unidos en el siglo XX... ¿La pensó de esa forma?

En cierta forma, lo que usted dice es absolutamente exacto... No creo que lo haya notado nadie, además de mí misma.

Si es una historia del último siglo en los Estados Unidos, tiene sentido que muchos relatos queden sin terminar..., todo está inacabado todavía.

Totalmente cierto.

Hay otra razón por la que esa novela es distinta de las demás y es la reflexión sobre el arte. ¿Escribió usted sobre arte en otros libros?

Sí, publiqué una serie de ensayos sobre fotografía y pintores estadounidenses en "The Guardian". Mi madre era pintora y siempre me pareció que la vida es más deliciosa si se sabe algo sobre su lado creativo.

Pero en su ficción no es común encontrar personajes con tendencias artísticas, excepto los músicos del acordeón.

Tiene razón. En esa novela, yo tenía una buena oportunidad para mencionar a los músicos y asociarlos con el instrumento.

¿Cree que el arte es una forma de explorar la historia, la geografía, la identidad, la violencia...?

Creo que sí, si se cuenta a la literatura como una de las artes...

Contémosla.

Estoy pensando que se puede hacer mucho, y sin demasiado ruido, cuando se usa la narración de historias para hablar de cosas que son incómodas para la gente. Muchos temas de "Los crímenes del acordeón" son desagradables para los estadounidenses, no quieren hablar de ellos, pero si los leen en una historia, es más fácil para ellos cambiar de punto de vista.

¿Lo que me está diciendo es que usted trata de hablar oblícuamente sobre temas que otros se niegan a discutir para que así se vuelvan más aceptables?

Mmm, sí, en cierto modo. Pero quiero aclarar que ése no es mi principal objetivo. Es algo secundario, y muy difícil de describir para mí porque nunca lo pensé.

Claro, pero está ahí. Por ejemplo en "Secreto en la montaña", cuando se habla de la discriminación contra los vaqueros... A propósito, ¿qué siente usted con respecto a la forma en que el cine trata sus historias?

Al principio, me intrigaba lo que podía pasar con una historia que había salido de mi cabeza en otro medio, con el trabajo de otra gente. Me interesaba pero tampoco me hice ilusiones... Con "Atando cabos", lo que pasa es que convertir una novela en una película es un proceso destructivo. Se corta y se aprieta y se reduce y lo que queda al final no siempre es hermoso. Pero la cosa es al revés cuando se trabaja con un cuento como "Secreto en la montaña". Ahí se pudieron poner escenas nuevas y los guionistas no estuvieron restringidos a la corta extensión del cuento, pudieron ser muy creativos. Y creo que lo hicieron.

¿Y qué siente usted con respecto a la traducción?

Bueno... Hay un viejo dicho que dice que siempre se pierde algo en la traducción... Hago esto: a veces leo un libro primero en la traducción al inglés, después lo consigo en el original, abro los dos libros y los leo uno junto al otro... Lleva mucho tiempo...

Sí, y es un proceso cruel para los traductores. Porque se ve el esfuerzo pero también todo lo que no se pudo resolver...

Yo creo que mi escritura es complicada para los traductores: hay muchas expresiones populares que son difíciles de entender hasta para la gente de este país. Los que viven en las ciudades no saben lo que significan... Por eso siempre me gusta que los traductores me hagan preguntas.