18 de noviembre de 2014

Miquel Bassols: "Cuando uno se detiene y escucha el malestar de cada persona se da cuenta muy pronto de que no hay un malestar igual a otro, que el malestar, el síntoma, el sufrimiento, es lo más singular que hay en cada sujeto" (2)

Cuando Miquel Bassols tenía quince años, una hermana le regaló un libro de Sigmund Freud (1856-1939). Por entonces el psicoanalista argentino Oscar Masotta (1930-1979), pionero en la transmisión del psicoanálisis lacaniano y fundador en Buenos Aires de la Escuela Freudiana, se instalaba en Barcelona y dictaba una serie de conferencias sobre introducción al psicoanálisis en la Fundación Miró, fundaba la Biblioteca Freudiana de Barcelona y promovía la fundación de la Biblioteca Galega de Estudios Freudianos. También traducía los textos "Radiophonie" (Radiofonía) y "Télévision" (Televisión), y prologaba "La famille" (La familia) de Jacques Lacan (1901-1981), convirtiéndose así en el introductor de la enseñanza y la práctica de Lacan al idioma castellano. Así llegó Bassols a interesarse por el controvertido médico psiquiatra y psicoanalista francés, llegando con el correr de los años a convertirse en uno de sus más distinguidos discípulos. El actual presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis habla en esta segunda parte del compendio de entrevistas, entre otros temas, de su encuentro con esta práctica, del diagnóstico actual del psicoanálisis lacaniano y de algunos de los retos a los que se enfrenta el mundo contemporáneo.


Usted cuenta en el libro "La regla del juego" que su encuentro con el texto del psicoanalista Jacques Lacan fue lo más parecido a una experiencia traumática: el encuentro de algo que no se comprende pero que a la vez toca lo más íntimo del ser. ¿Cómo percibe ahora después de tantos años ese cruce con el psicoanálisis?

Sigo recibiendo los ecos, las resonancias de ese encuentro. El encuentro con Lacan para mí fue, en efecto, el encuentro con un texto. En el contexto de la Barcelona de los años '75, '76 en la universidad casi no se hablaba de psicoanálisis, o muy poco, menos todavía de Lacan, por lo que el encuentro con ese texto -después del de Freud- tuvo para mí un efecto muy fuerte, muy disruptivo que tocó algo de mi experiencia de adolescente. En ese momento yo tenía quince o dieciséis años y la dificultad para comprender el texto me hizo entender que ahí había algo por descifrar y que valía la pena descifrarlo. Funcionó como una interpretación muy enigmática sobre puntos que en mi experiencia subjetiva eran también centrales. Visto en perspectiva con lo que ahora sabemos y elaboramos sobre el trauma en Lacan, decir que el encuentro con su texto fue traumático no es nada excesivo. Puede parecer excesivo en el sentido común de la palabra pero si entendemos el trauma como el encuentro con lo más inesperado, con un real vehiculizado por el lenguaje -como puede ser a veces la lectura de un poema, de una novela o de una frase dicha en la vida de una persona que ha marcado su destino- no lo es. Para mí ese encuentro fue algo de un orden radicalmente nuevo, inédito. El texto de Lacan no vino de cualquier manera, ya había una cierta pre lectura de lo que él abordaba. Por supuesto que eso tenía su contexto también en otras lecturas como las de Freud. Pero así como Freud formaba parte del campo del saber, aunque fuera incluso del saber universitario, el texto de Lacan vino desde otro lugar, un lugar radicalmente distinto, para mí tuvo el efecto de una verdadera interpretación. Esto necesitó de un acompañamiento después con muchos colegas y con personas que me orientaron en la lectura de Lacan.

Supongo que Oscar Masotta tuvo un papel importante en ese descubrimiento. ¿Actuó de mediador del texto de Lacan? ¿Cómo fue ese encuentro?

Me parece bien la expresión "mediador" porque para muchos de nosotros, aquellos que en esa época nos encontramos con el psicoanálisis lacaniano, fue exactamente eso. Nos puso en contacto con un texto que había tenido un efecto muy fuerte para él mismo y nos permitió empezar a trabajarlo, a elaborarlo, a leerlo con un estilo muy particular de Masotta quien tenía una formación muy amplia desde la filosofía, la lingüística o el mismo psicoanálisis. Nos lograba transmitir un discurso totalmente distinto a lo que podíamos encontrar en la universidad. Nada que ver con la exposición de un saber sino con causar un deseo de descifrar el texto. En ese sentido podríamos decir que Masotta fue mediador de la transferencia con el texto de Lacan, de mostrar que en el texto de Lacan había algo muy valioso que había que descifrar. De 1975 a 1979 un grupo de gente estuvimos alrededor de Masotta. Fueron pocos años, ya que en el '79 murió, pero eso bastó para que dejara una marca indeleble de esa transferencia con el texto de Lacan. Como ha dicho alguna vez Jacques Alain Miller, Masotta es el punto cero del lacanismo en lengua castellana. Realmente, se puede considerar así para muchos de nosotros.

¿Para qué diría usted que puede servir a alguien pasar por una experiencia de análisis?

Una primera respuesta muy general: para llegar a saber algo de aquello que lo determina en su vida. Para llegar a saber algo de lo que llamamos el inconsciente y que supone una serie de enigmas para cada sujeto. En ese sentido somos un poco como los egipcios, para quienes sus enigmas lo eran en primer lugar para ellos mismos. El inconsciente es el enigma que atraviesa la vida para cada sujeto y que, según el aforismo de Lacan, está estructurado como un lenguaje. Eso permite leerlo y descifrarlo. La experiencia analítica no es solo una experiencia de desciframiento también es una experiencia libidinal donde se juega el deseo, el goce, la satisfacción pulsional de cada sujeto y que modifica de manera radical la relación que uno tiene con esa instancia libidinal, con la pulsión y con el lenguaje mismo. Diría que es en este sentido una de las experiencias éticas más radicales que pueden hacerse. El nacimiento del psicoanálisis es sobre todo el nacimiento de una experiencia ética de la relación del sujeto con su deseo, con los otros, con el goce, con su satisfacción, con su síntoma y con su sufrimiento para hacer con él algo más que querer, simplemente, borrarlo del mapa como si fuera algo inútil. En todo caso se trata de saber encontrar la utilidad de lo que parece más inútil. La extraña satisfacción que habita en el síntoma puede parecernos inútil pero sin duda encierra algo que, una vez descifrado, se nos muestra como muy útil para poder vivir mejor.

Eric Laurent relata también en su testimonio en "La regla del juego" una definición de Lacan del inconsciente como una ciudad. Lacan trabajaba al alba y dijo esto: "Podía ver Baltimore por la ventana y era un instante muy interesante, todavía no había amanecido. Un letrero de neón me indicaba a cada minuto el cambio de hora; naturalmente había mucho tránsito y yo observaba que todo lo que podía ver, excepto algunos árboles lejanos, era el resultado de pensamientos, de pensamientos activamente pensantes, de allí que el rol que interpretan los sujetos no era completamente claro. La mejor imagen para resumir el inconsciente es Baltimore al alba". ¿Dónde está el sujeto? ¿Es necesario colocar al sujeto como objeto perdido? ¿Lacan era un poeta?

Cuando a Lacan le dijeron que era un poeta dijo que no, que él era más bien un poema. Es una muy buena manera de responder porque quiere decir que un poema hay que leerlo y descifrarlo. Uno, en cualquier caso, es el efecto de ese poema y Lacan, cuando decía eso, se captaba a él mismo como el efecto del poema que transmitía en su relación con el lenguaje. Hay momentos en Lacan que tienen esa fuerza poética, en el sentido de creación, que son realmente impresionantes. Me he referido algunas veces a este párrafo porque me ha parecido muy enigmático. Por un lado porque sitúa al inconsciente en el exterior; no lo sitúa en el interior, mucho menos en el cerebro ni en ninguna parte del organismo. El inconsciente finalmente tiene poco que ver con lo que llamamos "lo psíquico". Sé que esta afirmación puede parecer muy extraña pero es una fórmula para empezar a introducirse en el inconsciente tal como Lacan lo sitúa: el inconsciente tiene que ver con la lógica y con el lenguaje que, de entrada, nos vienen del exterior. Sin duda una de las formaciones más importantes de la civilización es lo que llamamos la ciudad. Una ciudad es también un conjunto de sueños, de fantasmas, de producciones del lenguaje, de órdenes y desórdenes del goce operados por el significante. De modo que situar al inconsciente en Baltimore de buena mañana es ya una manera de situarlo en aquello que nos es exterior pero que nos toca en lo más interior de nosotros mismos. En este párrafo hay, a la vez, la idea de las luces que están parpadeando, tintineando, en el alba y que hacen presente una discontinuidad. No es una foto fija, es algo que introduce una aparición y una desaparición que nos acerca a la idea lacaniana de sujeto. Un sujeto que en relación al inconsciente aparece y desaparece, que está "disuelto" para tomar el término que Lacan utiliza algunas veces. Es cierto que el momento del alba, como el del atardecer, pueden ser momentos muy propicios para la poesía, y a la vez son momentos muy impactantes en algunas culturas. Son incluso momentos de caída depresiva o de gran exaltación porque en esos momentos aparece y desaparece esa representación del sujeto, algo se desvanece o algo reaparece; se da ahí una suerte de aparición-desaparición del sujeto en el lenguaje. No es casual que esa frase Lacan la diga en Baltimore, en Estados Unidos, una cultura que encontró muy cerrada a la dimensión del inconsciente que él quería transmitir y que estaba elaborando. Su definición del inconsciente es una manera de introducir algo de la división subjetiva en el corazón mismo de la civilización y de las ciudades en las que vivimos. Generalmente pasamos sin percibirla, vivimos durmiendo ante esa dimensión del inconsciente pero de repente nos encontramos con síntomas, con momentos de malestar, momentos en los que aparece algo inesperado, momentos traumáticos donde algo de esa dimensión del inconsciente se nos hace presente. Pues bien, uno puede dejarlos pasar de largo o puede interesarse un buen día en descifrar qué es Baltimore al alba para él mismo.

Lacan decía que "las mejores psicoanalistas eran mujeres. También las peores". ¿La mujer será importante para sostener, ya no sólo la práctica analítica, sino también otros discursos del siglo XXI?

Con respecto al psicoanálisis está clarísimo: el propio lugar del psicoanalista fue indicado por Lacan como un lugar más bien femenino. Digamos que los tres lugares que han sufrido la mayor segregación en nuestra cultura: la infancia, la locura y la feminidad, han ido cambiando de lugar. En el siglo XX el lugar de la mujer ha cambiado no sólo en la familia, sino en todo el ámbito social, en la cultura, en la ciencia. La feminización del mundo contemporáneo es un tema de trabajo recurrente para nosotros y es algo que alcanza todos los ámbitos de la realidad. Hay una feminización que, leída según la lógica de la sexuación elaborada por Lacan, da cuenta de este cambio, entendiendo lo femenino como aquello que introduce en el discurso contemporáneo una lógica no fálica. La feminización introduce una nueva lógica que tiene que ver también con lo que hablábamos ahora sobre lo Uno y lo Múltiple. Es una forma de reintroducción de lo Múltiple en lo homogéneo. Y estamos viendo múltiples fenómenos en la actualidad de la dificultad que tenemos hombres y mujeres para entender y hacer algo con la feminización del mundo contemporáneo. Uno de los temas sobre el que últimamente ha intervenido la AMP en el marco de la ONU ha sido el de la violencia contra las mujeres, un tema que preocupa internacionalmente como una verdadera epidemia. No hablo ya de España donde es un tema de primera página de los periódicos de cada día. Es un fenómeno que toma un carácter nuevo precisamente por las dificultades que los vínculos sociales, familiares, y también profesionales, tienen con la aparición del fenómeno de la feminización del mundo. Estamos en un momento donde la presencia de lo femenino y de la mujer cambia los ejes de coordenadas del sujeto contemporáneo en su relación con el goce. Lo femenino no importa ni está solo en las mujeres, toca los vínculos entre los sexos y los de la relación de cada sujeto consigo mismo. En ese sentido, hay que recordar el lugar que Lacan encontraba en la mujer como Otra, no sólo para el hombre, sino también como Otra para sí misma. Dicho de otra manera, el lugar de lo femenino se está revelando como un lugar fundamental donde cada sujeto se convierte en una alteridad para sí mismo, lo que no siempre es fácil de soportar. ¿Qué es lo que hay de femenino en cada sujeto que lo convierte en otro para sí mismo? Del lado masculino las cosas se plantean de manera distinta. En la historia del patriarcado, en la tradición más edípica y patriarcal, lo fálico, lo paterno, lo masculino imperaba con una homogeneización que implicaba una segregación de ese lugar de lo femenino. Es el psicoanálisis, en contra de lo que muchas veces se dice, el primero que se dio cuenta de eso. Freud entendió enseguida que ahí había algo que se cruzaba en la tradición patriarcal. Aunque no supiera muy bien cómo localizarlo, lo llamó "el continente negro", dio cuenta ya de esta nueva geografía que se abría paso en el siglo XX.

¿Cuál sería el mapa de lo femenino en el siglo XXI?

Con el declive de la "imago" paterna y con la pluralización de los Nombres del Padre anunciada por Lacan más allá del Edipo freudiano, la geografía ha cambiado y seguirá cambiando. Cada vez existe menos la figura del padre como representante de la ley y de la autoridad simbólica, la ley del todo o nada, sostenida en la lógica binaria del uno y del cero. Si seguimos con la metáfora geográfica, el "continente negro" se va revelando hoy como un lugar que descompleta a cada país en sus fronteras simbólicas, por otro lado cada vez menos seguras y precisas. Inútil poner puertas al campo. Lo Otro penetra en lo Uno y el nuevo lugar de la feminidad y de la mujer, tanto en la familia como en los distintos ámbitos sociales, se hace absolutamente imprescindible para entender las nuevas coordenadas de la cultura contemporánea. La no paridad entre lo sexos es ya impensable en lo "políticamente correcto". Para decirlo con los términos de la lógica lacaniana, nos introducimos en la lógica del no todo más allá de la lógica del todo. Eso plantea problemas muy nuevos porque a la vez persiste una inercia donde el discurso de la homogeneización, el discurso fálico, aprieta por otro lado de manera persistente. Algunas religiones, también algunas políticas identitarias, y muy especialmente las culturas islámicas reaccionan de modo cada vez más radicalizado. La añoranza del padre, que Freud igualó a la idea de Dios, no anuncia nada bueno. De modo que este es ya un tema fundamental, tanto en la clínica como en la política, y va a serlo cada vez más. Depende de cómo hombres y mujeres entendamos ese nuevo lugar de lo femenino en la experiencia subjetiva que podremos darle un destino u otro. Digamos que un análisis se puede definir también como la exploración en cada sujeto de esa zona del no todo, de esa zona de lo femenino en su vida, en su experiencia y en su vínculo con los otros. En ese punto la experiencia analítica es un laboratorio de investigación crucial para situarse frente a estas nuevas formaciones de la feminización del mundo contemporáneo. El inconsciente en el siglo XXI es eminentemente femenino, Eurídice dos veces perdida para Orfeo, para seguir el mito que Lacan retomó en su Seminario.