20 de junio de 2023

Entremeses literarios (CCXII)

CRIANZAS
Cristina Peri Rossi
Uruguay (1941)
 
Siempre imagino que mi madre tiene nada más que veinticinco años (la edad que ella tenía cuando yo nací), de ahí que me enfurezca si la oigo arrastrar los pies, cloquear, toser, pensar como una vieja. No entiendo por qué a los veinticinco años le han salido arrugas ni me explico cómo siendo tan joven se acuesta tan temprano.
Si en algún momento de pavorosa lucidez advierto que es una vieja, tal descubrimiento me llena de horror, por lo cual trato inmediatamente de expulsar dicho conocimiento de la luz de mi conciencia, de manera que en seguida recupera sus veinticinco años.
Ella me trata a mí continuamente como si yo fuera una niña, por lo cual nos entendemos perfectamente. No insisto en crecer, porque sé que es inútil: para nosotras dos, el tiempo se ha estacionado y ninguna cosa en el mundo podría hacerlo correr. Moriré de cinco años y ella de veinticinco: a nuestros funerales asistirá una muchedumbre de ancianos niños y de niños que jamás llegaron a crecer.
 
 
ASALTANTES
Lucía Pena Giudice
Chile (1933)
 
Los tres niños estaban decididos: asaltarían a la vieja del kiosko. Bastaba llevar las mascarillas bien puestas y así no los reconocerían. Salieron de la escuela sin que los vieran y el más alto se asomó a la ventanilla del kiosko: amenazó a la mujer con una pistola de juguete, exigiendo chocolates. La mujer le entregó un puñado y dijo: “Ten cuidado, Jorgito, recuerda que estás a dieta”.
 
 
PÉRDIDAS
Ángeles Mastretta
México (1949)
 
A  veces el rumor de la nostalgia le subía desde los pies hasta la frente. Y desde las orejas hasta el ombligo algo ardiente le iba corriendo bajo la piel hasta que le brotaba un sudor tibio que en lugar de  aliviarla la ponía al borde de un ataque de llanto. Todo eso empezó a pasarle cuando un hombre que era dos al mismo tiempo desapareció de su vera como de pronto amaina un temporal.
- Eso es la menopausia -le dijo su hermana tras oírla describir aquella sensación  de angustia repentina-. No tiene nada que ver con la pérdida del animal esquizofrénico que se te fue. Por drástica que te parezca la pérdida de un marido, nunca devasta como la pérdida del estradiol.
 
 
INICIO
Luisa Valenzuela
Argentina (1938)
 
En el silencio absoluto tronó la voz estremecedora:
- ¡Hágase la luz!
Las partículas de oscuridad, flotando en el infinito espacio, percibieron una vibración y se miraron entre sí, azoradas. Aún no existía la palabra luz, ni la palabra hágase, ni siquiera el concepto palabra. Y la noche perduró inconmovida.
- ¡Hágase la luz! -volvió a ordenar la voz, perentoria.
Sin resultado alguno.
Entonces, en la opacidad reinante. Aquel de las palabras recién estrenadas hubo de concentrar su esencia hasta producir algo como un punto protuberante que al ser oprimido hizo clic. Y cundió la claridad como un destello. Y se pudo oír la queja de ese Alguien:
- ¡Ufa! ¡Tengo que hacerlo todo Yo!
 
 
PELO DE PERRO
Lydia Davis
Estados Unidos (1947)
 
El perro se ha ido. Lo echamos de menos. Cuando suena el timbre, nadie ladra. Cuando volvemos tarde a casa, no hay nadie esperándonos. Seguimos encontrándonos pelos blancos aquí y allí por toda la casa y en nuestra ropa. Los recogemos. Deberíamos tirarlos. Pero es lo único que nos queda de él. No los tiramos. Tenemos la esperanza de que si recogemos suficiente pelo, seremos capaces de recomponer al perro.
 
 
LOS SUEÑOS DE ESTEBAN
Yenitza Anseume
Venezuela (1978)
 
Esteban tenía la facultad de soñar cosas que al día siguiente sucedían. Esta vez soñó que andaba sobre la cabeza de un hombre elegante pero sencillo. A su paso las mujeres miraban y de inmediato sentían esa química que les atraía de aquel caballero. En las calles se escuchaban rumores y susurros de las féminas que le miraban caminar de lejos. “¡Qué elegante! ¡Qué bien le luce su sombrero! ¡Creo que sin el sombrero no se vería tan interesante!” comentaban. El caballero elegante se paró frente a una vitrina de sombreros y en ese momento Esteban se vio reflejado en el cristal, posado en la cabeza canosa de aquel hombre. Era un sombrero de copa negro, realmente hermoso. Así pasó la noche. Al despertar no podía creerlo. Su sueño una vez más sería un milagro. Estaba en la sombrerería de Albiñana, justo para ser comprado por un caballero sencillo pero elegante.
 
 
PUESTA A PUNTO
María Carvajal
España (1977)
 
Todos estábamos nerviosos aquel día. Había tres personas con ella. Le dieron un baño de agua de rosas. Le pusieron el vestido de novia y los zapatos blancos de tacón. Adornaron su cuello con la gargantilla de perlas engarzadas que había heredado de su madre. Tras secar sus cabellos, los rizos dorados y perfectos caían bailando sobre sus hombros. Pintaron sus ojos de miel con tonos ocres y peinaron sus pestañas con rimel. Maquillaron sus mejillas con colorete y pusieron un poco de gloss rosado sobre sus labios carnosos.
Estaba preciosa. Nunca había visto a una mujer tan bella el día de su entierro.
 
 
ESTADOS  
Susana Sánchez Bravo
Chile (1944)
 
Cinco mujeres, en el vestidor de la piscina municipal, constatan que todas tienen cicatrices en sus cuerpos.
- Mi padre -dice la del vientre quemado- por demorar con el agua para el té.
Nadie dijo nada.
La del pecho mutilado agrega:
- Marido maltratador. Libre.
Avergonzada, la del meñique faltante, cuenta:
- Hijo drogadicto, vive conmigo.
- Mi supervisor me partió la rodilla con un fierro por sumarme a la huelga de la fábrica. Ni siquiera lo encarcelaron -agrega la de la pierna tiesa.
La última se gira y muestra la espalda quemada del cuello a los tobillos, en un patrón de rayas:
- Ejército de Chile -dice-. Parrilla eléctrica, cinco años presa, golpeada y violada. Ellos siguen donde mismo.
 
 
CIERTOS PESCADORES SACARON DEL FONDO UNA BOTELLA
Wislawa Szymborska
Polonia (1923-2012)
 
Ciertos pescadores sacaron del fondo una botella. Había en la botella un papel, y en el papel estas palabras: “¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó a una isla desierta. Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense prisa. Estoy aquí!”
- No tiene fecha. Seguramente es ya demasiado tarde. La botella pudo haber flotado mucho tiempo -dijo el pescador primero.
- Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano -dijo el pescador segundo.
- Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La isla “Aquí” está en todos lados -dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó el silencio. Las verdades generales tienen ese problema.
 
 
TRABAJO INFANTIL
Paula Mandiola
Chile (1974)
 
- El viejo del último auto me ofreció un billete -dijo a su hermano menor, quien todavía tenía en sus manos las pelotas que alzaba al aire todas las tardes en ese semáforo.
- Espérame aquí, ya vuelvo -y se perdió en la esquina donde una camioneta doble cabina, aún en marcha esperaba por ella.
Al atardecer, luego de varios semáforos en rojo y en vista de que su hermana no volvía, el pequeño regresó a su casa.
Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando vio el pollo asado sobre la mesa, su hermana sonriendo, la madre también. Una arcada le llenó la boca de saliva al comerlo; pese a esto, apenas conteniendo las lágrimas, continuó. El asco todavía no lograba quitarle el hambre.