18 de noviembre de 2025

Enrique Carpintero: “Hoy el neoliberalismo funciona como un sentido de vida donde vale el ‘sálvese quien pueda’, desarrollando así la violencia destructiva y autodestructiva” (2/2)

Enrique Carpintero fue docente en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y participa frecuentemente en congresos, seminarios y charlas sobre salud mental y psicoanálisis. Ha escrito numerosos artículos en diferentes publicaciones. Entre ellos pueden citarse “El traumatismo social generalizado”, “Contra el negacionismo, una memoria colectiva”, “El Cordobazo en la salud mental” y “Los nuevos modos del fascismo en las democracias occidentales” en el diario “Página/12”; “La cultura del miedo legitima al poder (Violencia e inseguridad en un mundo inseguro)” y “Las fuerzas del cielo se afirman en sus propuestas neofascistas” en la revista digital “La Tecl@ Eñe”; “Primer Congreso Virtual de Psicoanálisis” y “Actualidad de ‘El Fetichismo de la mercancía’” en la revista “Herramienta”; y “‘El Eternauta’ y la importancia del héroe colectivo luchando contra el opresor”, “La conspiración en la literatura de Roberto Arlt”, “La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo”, “La época de un traumatismo generalizado que abarca al conjunto de la sociedad”, “Un fin de época atravesado por claroscuros del que surgen monstruos”, “Poder y subjetividad: las formas actuales de control” y “Patologías del neoliberalismo” en la revista “Topía”. En coautoría con el psicoanalista y editor de la revista “Topía” Alejandro Vainer (1965) ha publicado “Psicología. Entre la represión y la resistencia”, “Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y salud mental en la Argentina de los ‘60 y ’70. Tomo I (1957-1969)” y “Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y salud mental en la Argentina de los ‘60 y ’70. Tomo II (1970-1983)”. Gran defensor de los derechos humanos y destacado estudioso de la obra del filósofo neerlandés Baruch Spinoza (1632-1677), es también un mayúsculo analista del totalitarismo del Siglo XXI marcado por el neoliberalismo extremo y el ascenso de los modelos neofascistas apoyados por el capital financiero.


A continuación, la segunda parte de la combinación de fragmentos de las entrevistas publicadas en el sitio web de “Radio Perfil” el 7 de agosto de 2025, en el diario “Página/12” el 10 de noviembre de 2025 y en el medio de información digital “Tinku” el 1 de noviembre de 2022, a cargo de Jorge Fontevecchia, Oscar Ranzani y Mario Hernández respectivamente.
 
¿Cuáles son, según su criterio, las principales diferencias entre el fascismo clásico y los neofascistas contemporáneos?
 
En primer lugar, en el libro hablo de la tentación neofascista, hay una tentación. No podemos decir que este sea un gobierno neofascista. Sí es un gobierno que está compuesto por muchas personas neofascistas de diferentes características ¿Por qué hablo de neofascismo? En primer lugar, porque el neofascismo implica poder diferenciar ciertas cuestiones que se practican inclusive desde el gobierno, donde ellos hablan de anarcocapitalismo. Me parece una falta de respeto hacia las posiciones anarquistas, que no tienen nada que ver, porque el gobierno de Milei utiliza el Estado en su beneficio o para ser más preciso en beneficio de ciertos sectores económicos. Básica y fundamentalmente de los sectores económicos del capital financiero. Y es donde aparecen las contradicciones entre los sectores del capital financiero y aquellos sectores del capital agrario, industrial y comercial que quieren también tener sus beneficios y creo que este es un poco el juego que hoy se está haciendo donde le están marcando un poco la cancha. El gobierno de Trump manda una ayuda a Milei, pero fundamentalmente a estos sectores del capital financiero que corren peligro sus intereses.
 
¿Este es el punto fundamental para diferenciarlo con el fascismo clásico?
 
Sí, el fascismo clásico se caracterizaba por ser un gobierno -hablemos de Mussolini, básicamente, y de Hitler-, estatista, nacionalista, era un gobierno donde su planteo era desarrollar básicamente el capital industrial. Fundamentalmente, era un gobierno donde el autoritarismo estaba basado en desarrollar las fuerzas productivas en función de los intereses de las burguesías de cada país. Desde allí usaban una violencia explícita -los camisas pardas en Alemania; los camisas negras en Italia- contra las fuerzas socialistas, comunistas, anarquistas que tenían un predominio muy grande. Esto es una diferencia fundamental en relación a este fascismo. Por eso, lo llamo neofascismo, en tanto este neofascismo se apoya en el neoliberalismo. Este neofascismo se apoya en un liberalismo del miedo. Este es un punto que para mí es central. Es un liberalismo donde el miedo es lo que está permanentemente presente: el miedo a no conseguir trabajo, el miedo si tengo trabajo a perderlo, el miedo a no llegar a fin de mes, el miedo al otro humano que me puede atacar, que me puede limitar en mis intereses, en tanto lo que predomina -y lo que plantea- es un individualismo darwiniano todos contra todos.
 
¿La principal consecuencia psicológica a nivel social que provocó el gobierno de Milei es la ruptura de lazo social?
 
Hay varias cuestiones. Yo diría que Milei -y todos estos liberalismos porque esto ocurre no solamente acá, sino en el mundo también, pero vamos a ir a la particularidad acá-, se apoya en esta ruptura del lazo social que venía previamente. Acá hay lo que yo llamo un traumatismo social generalizado que, en todo caso, lo que hace Milei es agudizarlo, pero ya estaba previamente este traumatismo social generalizado. Traumatismo social generalizado donde lo que predominan son lo que en el psicoanálisis llamamos los efectos de la pulsión de muerte. Es decir, la violencia destructiva, la violencia autodestructiva. Es así que nos encontramos con patologías muy graves que predominan como depresiones, adicciones, ansiedad. Y fundamentalmente algo que aparece, pero no se habla mucho porque es un problema muy grave, que es el tema de los suicidios e intentos de suicidios, especialmente en la población joven y los adolescentes, en tanto se encuentran con un mundo del cual no tienen salida.
 
Usted brinda un dato espeluznante en el libro: cada noventa segundos se suicida una persona en el planeta. ¿Cuáles son las principales causas más allá de la singularidad de cada caso?
 
Claro, esto es un dato de la Organización Mundial de la Salud. Si hablamos en el mundo hay un montón de factores: guerras, situaciones económicas espeluznantes en determinado tipo de países. Pero en general, si tomamos nuestro país, Europa, Estados Unidos, lo que aparece es un fracaso de ciertas políticas que intentaban atenuar los efectos del neoliberalismo y que han llevado a esta situación de la sensación de que no hay salida, no hay proyecto, no hay futuro. Hay muchos datos para ver esto. Uno de ellos son los suicidios y los intentos de suicidios, pero también hay un dato que salió hace unas semanas que es llamativo: el 40% de las parejas en la ciudad de Buenos Aires no quieren tener hijos, pero además es un fenómeno que se repite en todo el mundo, en tanto la sensación que tienen es que les están dejando un mundo que es peor que el que estamos viviendo. Esto también es una situación inédita.
 
Y en relación con esto que está diciendo, ¿se puede decir que la principal consecuencia social del neoliberalismo extremo es que busca imponer un modo de vida y no solo un modelo económico?
 
Exacto, exacto. Acá hay una cuestión. No nos tenemos que olvidar que el neoliberalismo surge bajo un modelo de fuerza. En primer lugar, aparecen Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Lo primero que hizo Thatcher para imponer su modelo no solamente económico, sino como ella decía, un modelo social, una forma de vida, fue doblarle el brazo a las huelgas fundamentalmente mineras. Finalmente, lo logró hacer. Margaret Thatcher dejó morir a tres o cuatro mineros en la huelga de hambre, no le importó hasta que levantaron la huelga. Y después, acá en América Latina, el neoliberalismo se inició y se apoyó primero en el gobierno de Pinochet. Fue en la dictadura de Pinochet y segundo acá con el modelo de Videla y compañía con Martínez de Hoz. En estos dos países, el neoliberalismo se apoyó y se sostuvo en dos gobiernos autoritarios. Y hoy -y éste es el punto-, el neofascismo se monta sobre una sensación de desesperanza de grandes sectores de la población, una sensación de no salida de este traumatismo social generalizado para generar una falsa ilusión de que nos podemos salvar solos, que en la medida en que somos emprendedores, que podemos emprender determinados tipos de cosas, podemos llegar a conseguir nuestros objetivos. Esta ilusión es la que se sostiene en ciertos sectores que le ha permitido a Milei ganar la elección. Es cierto que Milei recibió varios cachetazos y los va a seguir recibiendo, pero lo que no debemos dejar de lado es que este neofascismo, estas posiciones de ultraderecha han prendido en cierto sector de la población.
 
En relación a eso que está diciendo, ¿cree que es posible cambiar la cultura de una sociedad cuando el neoliberalismo extremo inoculó el odio hacia lo ajeno? Parte de la sociedad que mamó ese odio y parece ser que forma parte de una cultura, no solo de una política.
 
Sí, creo que el neofascismo llevó adelante una perspectiva y generó ciertas expectativas de una gran parte de la población de ideas conservadoras, de derecha, autoritarias; o sea, fascistas, pero que también permitió que volviera una memoria histórica, que acá nos olvidamos. Nuestro país siempre ha tenido fuerzas de derecha muy importantes. Voy a recordar dos hechos que han quedado en la historia, pero que están en la memoria de nuestro país. Uno, en la época del nazismo, acá en la Argentina: en el Luna Park se hizo el acto nazi más importante en el mundo fuera de Alemania. Uno ve las fotos y dice: ¿Qué pasó? ¿Esto es de acá, Argentina? ¿Esto es el Luna Park? Y segundo, la época de la Semana Trágica acá, cuando se hizo el primer y único “pogrom” contra los judíos en el barrio del Once. Es decir, estas posiciones de ultraderecha forman parte de nuestra historia. Si bien esto siempre ha quedado en la historia como algo que producía cierta vergüenza y se ha tapado, creo que hoy esto es lo que aparece como una forma de manifestarse públicamente.
 
Pero, por otro lado, si bien existía lo que usted dice, era una cuestión marginal. Hoy alcanzó una masividad que no era la de aquellos tiempos.
 
Exactamente, ahí está el punto. Hoy ser ultraconservador, hoy ser de derecha, hoy ser fascista no da vergüenza, como daba hace no mucho tiempo atrás. Al contrario, se lo vive como una posibilidad. Esto pasa hoy acá, en la Argentina y en el mundo. Entonces, de ahí está el cómo enfrentamos a esta cultura de derecha, a esta cultura del neofascismo, con una cultura que nos plantee otro tipo de perspectiva, una perspectiva de relación con el otro, de poder generar una posibilidad de encontrarnos con los otros en función de un bienestar común. Esta es la lucha. Acá hay una complejidad de fenómenos, porque no podemos decir dos más dos son cuatro. Por otro lado, aparece lo que yo llamo acá como una cultura donde lo que predomina es un exceso de realidad.
 
¿Qué quiere decir con el exceso de realidad?
 
Cuando hablo de un exceso de realidad no es que se ha perdido la forma de entender, sino que aparece una realidad, y nos encontramos con una sobrecarga sensorial y emocional que el aparato psíquico no puede procesarla simbólicamente. Desde allí nos encontramos con varias cuestiones. Una es un desbordamiento del aparato psíquico. Los dispositivos actuales nos bombardean sin cesar con noticias, imágenes u opiniones, lo cual nos lleva a una indigestión psíquica, por decirlo de alguna manera. Por otro lado, aparece esta dificultad de elaboración donde el trauma para ser elaborado requiere un tiempo de reflexión, un tiempo y un espacio para ser procesado simbólicamente. Este exceso de realidad dificulta este proceso de simbolización. Esto tiene un impacto en la subjetividad, lo cual plantea una desvitalización del sujeto, una sensación de impotencia y una dificultad de poder diferenciar muchas veces dónde está lo real, dónde está lo imaginario, dónde está lo virtual.
 
Usted encuentra muy actual la filosofía de Spinoza, sobre todo cuando intenta responder por qué los sujetos apoyan a quienes los esclavizan y los someten...
 
Sí la encuentro. Spinoza lo planteó en el siglo XVI, atravesó diferentes siglos esta exposición y de diferentes maneras. Hoy aparece con una complejidad que es diferente a otras épocas, en la cual vamos a encontrar dispositivos sociales y la cual produce procesos de desidentificación y desubjetivación que deja inerme al sujeto ante la sensación de fragmentación de las relaciones sociales. Esta civilización, como yo decía, o esta cultura, está atrapada por la pulsión de muerte, por la violencia destructiva, autodestructiva, la sensación de vacío, la nada. De allí que nos encontramos con la fragmentación de las afecciones comunes, por ejemplo, de los trabajadores en este proceso de desidentificación. Como siempre, el principal problema de nuestra sociedad es el problema de la alteridad. O sea, del reconocimiento del otro. Este neofascismo apunta a que el otro no solamente no existe, sino que el otro es un enemigo al cual yo tengo que combatir. De allí, la necesidad de generar espacios individuales, familiares, sociales y políticos, donde podamos encontrarnos con los otros.
 
Así como hay una desidentificación, como dice usted, también hay una fuerte identificación por parte de otro sector de la sociedad en lo que tiene que ver con la crueldad y en destruir y, si es posible, al otro o al diferente, ¿no?
 
Acá hay otro tema que yo diferencio. Es válido y es cierto poder entender esta crueldad, pero yo discuto mucho cuando se plantea que Milei está loco -que puede ser-, o que es cruel -cosa que es cierto-, pero para no caer en una psicologización tenemos que entender que esto es efecto o consecuencia de defender determinado tipo de intereses económicos que hace que genere sacar lo peor del ser humano. Todos los seres humanos tenemos esta crueldad, así como tenemos esta ternura. Ahora de ahí es que nos encontramos con una cultura que lo que nos saca es la parte más negra, más siniestra nuestra, que estaría ligado a la crueldad o una cultura que lo que nos saca es el amor, la soledad, la ternura. Esto es el planteo spinoceano. Spinoza plantea la forma de luchar contra las pasiones tristes (el odio, la violencia, la crueldad) y que predominen las pasiones alegres (el amor y la solidaridad). Y no para que esta desaparezca porque siempre está en el ser humano.