Enrique Carpintero: “Hoy el neoliberalismo funciona como un sentido de vida donde vale el ‘sálvese quien pueda’, desarrollando así la violencia destructiva y autodestructiva” (2/2)
Enrique Carpintero fue
docente en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y participa frecuentemente
en congresos, seminarios y charlas sobre salud mental y psicoanálisis. Ha
escrito numerosos artículos en diferentes publicaciones. Entre ellos pueden
citarse “El traumatismo social generalizado”, “Contra el negacionismo, una
memoria colectiva”, “El Cordobazo en la salud mental” y “Los nuevos modos del
fascismo en las democracias occidentales” en el diario “Página/12”; “La cultura
del miedo legitima al poder (Violencia e inseguridad en un mundo inseguro)” y “Las
fuerzas del cielo se afirman en sus propuestas neofascistas” en la revista
digital “La Tecl@ Eñe”; “Primer Congreso Virtual de Psicoanálisis” y “Actualidad
de ‘El Fetichismo de la mercancía’” en la revista “Herramienta”; y “‘El
Eternauta’ y la importancia del héroe colectivo luchando contra el opresor”, “La
conspiración en la literatura de Roberto Arlt”, “La cólera neofascista y la
trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo”, “La época de un traumatismo
generalizado que abarca al conjunto de la sociedad”, “Un fin de época
atravesado por claroscuros del que surgen monstruos”, “Poder y subjetividad:
las formas actuales de control” y “Patologías del neoliberalismo” en la revista
“Topía”. En coautoría con el psicoanalista y editor de la revista “Topía”
Alejandro Vainer (1965) ha publicado “Psicología. Entre la represión y la
resistencia”, “Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y salud mental en la
Argentina de los ‘60 y ’70. Tomo I (1957-1969)” y “Las huellas de la memoria.
Psicoanálisis y salud mental en la Argentina de los ‘60 y ’70. Tomo II
(1970-1983)”. Gran defensor de los derechos humanos y destacado estudioso de la
obra del filósofo neerlandés Baruch Spinoza (1632-1677), es también un mayúsculo
analista del totalitarismo del Siglo XXI marcado por el neoliberalismo extremo y
el ascenso de los modelos neofascistas apoyados por el capital financiero.
A continuación, la segunda
parte de la combinación de fragmentos de las entrevistas publicadas en el sitio
web de “Radio Perfil” el 7 de agosto de 2025, en el diario “Página/12” el 10 de
noviembre de 2025 y en el medio de información digital “Tinku” el 1 de
noviembre de 2022, a cargo de Jorge Fontevecchia, Oscar Ranzani y Mario Hernández
respectivamente.
¿Cuáles son, según su
criterio, las principales diferencias entre el fascismo clásico y los
neofascistas contemporáneos?
En primer lugar, en el
libro hablo de la tentación neofascista, hay una tentación. No podemos decir que
este sea un gobierno neofascista. Sí es un gobierno que está compuesto por
muchas personas neofascistas de diferentes características ¿Por qué hablo de
neofascismo? En primer lugar, porque el neofascismo implica poder diferenciar
ciertas cuestiones que se practican inclusive desde el gobierno, donde ellos
hablan de anarcocapitalismo. Me parece una falta de respeto hacia las
posiciones anarquistas, que no tienen nada que ver, porque el gobierno de Milei
utiliza el Estado en su beneficio o para ser más preciso en beneficio de
ciertos sectores económicos. Básica y fundamentalmente de los sectores
económicos del capital financiero. Y es donde aparecen las contradicciones
entre los sectores del capital financiero y aquellos sectores del capital
agrario, industrial y comercial que quieren también tener sus beneficios y creo
que este es un poco el juego que hoy se está haciendo donde le están marcando
un poco la cancha. El gobierno de Trump manda una ayuda a Milei, pero
fundamentalmente a estos sectores del capital financiero que corren peligro sus
intereses.
¿Este es el punto
fundamental para diferenciarlo con el fascismo clásico?
Sí, el fascismo clásico se
caracterizaba por ser un gobierno -hablemos de Mussolini, básicamente, y de
Hitler-, estatista, nacionalista, era un gobierno donde su planteo era
desarrollar básicamente el capital industrial. Fundamentalmente, era un
gobierno donde el autoritarismo estaba basado en desarrollar las fuerzas
productivas en función de los intereses de las burguesías de cada país. Desde
allí usaban una violencia explícita -los camisas pardas en Alemania; los
camisas negras en Italia- contra las fuerzas socialistas, comunistas,
anarquistas que tenían un predominio muy grande. Esto es una diferencia
fundamental en relación a este fascismo. Por eso, lo llamo neofascismo, en
tanto este neofascismo se apoya en el neoliberalismo. Este neofascismo se apoya
en un liberalismo del miedo. Este es un punto que para mí es central. Es un
liberalismo donde el miedo es lo que está permanentemente presente: el miedo a
no conseguir trabajo, el miedo si tengo trabajo a perderlo, el miedo a no
llegar a fin de mes, el miedo al otro humano que me puede atacar, que me puede
limitar en mis intereses, en tanto lo que predomina -y lo que plantea- es un individualismo
darwiniano todos contra todos.
¿La principal consecuencia
psicológica a nivel social que provocó el gobierno de Milei es la ruptura de
lazo social?
Hay varias cuestiones. Yo
diría que Milei -y todos estos liberalismos porque esto ocurre no solamente
acá, sino en el mundo también, pero vamos a ir a la particularidad acá-, se
apoya en esta ruptura del lazo social que venía previamente. Acá hay lo que yo
llamo un traumatismo social generalizado que, en todo caso, lo que hace Milei
es agudizarlo, pero ya estaba previamente este traumatismo social generalizado.
Traumatismo social generalizado donde lo que predominan son lo que en el
psicoanálisis llamamos los efectos de la pulsión de muerte. Es decir, la
violencia destructiva, la violencia autodestructiva. Es así que nos encontramos
con patologías muy graves que predominan como depresiones, adicciones,
ansiedad. Y fundamentalmente algo que aparece, pero no se habla mucho porque es
un problema muy grave, que es el tema de los suicidios e intentos de suicidios,
especialmente en la población joven y los adolescentes, en tanto se encuentran
con un mundo del cual no tienen salida.
Usted brinda un dato
espeluznante en el libro: cada noventa segundos se suicida una persona en el
planeta. ¿Cuáles son las principales causas más allá de la singularidad de cada
caso?
Claro, esto es un dato de
la Organización Mundial de la Salud. Si hablamos en el mundo hay un montón de
factores: guerras, situaciones económicas espeluznantes en determinado tipo de
países. Pero en general, si tomamos nuestro país, Europa, Estados Unidos, lo
que aparece es un fracaso de ciertas políticas que intentaban atenuar los
efectos del neoliberalismo y que han llevado a esta situación de la sensación
de que no hay salida, no hay proyecto, no hay futuro. Hay muchos datos para ver
esto. Uno de ellos son los suicidios y los intentos de suicidios, pero también
hay un dato que salió hace unas semanas que es llamativo: el 40% de las parejas
en la ciudad de Buenos Aires no quieren tener hijos, pero además es un fenómeno
que se repite en todo el mundo, en tanto la sensación que tienen es que les
están dejando un mundo que es peor que el que estamos viviendo. Esto también es
una situación inédita.
Y en relación con esto que
está diciendo, ¿se puede decir que la principal consecuencia social del
neoliberalismo extremo es que busca imponer un modo de vida y no solo un modelo
económico?
Exacto, exacto. Acá hay
una cuestión. No nos tenemos que olvidar que el neoliberalismo surge bajo un
modelo de fuerza. En primer lugar, aparecen Margaret Thatcher y Ronald Reagan.
Lo primero que hizo Thatcher para imponer su modelo no solamente económico,
sino como ella decía, un modelo social, una forma de vida, fue doblarle el
brazo a las huelgas fundamentalmente mineras. Finalmente, lo logró hacer.
Margaret Thatcher dejó morir a tres o cuatro mineros en la huelga de hambre, no
le importó hasta que levantaron la huelga. Y después, acá en América Latina, el
neoliberalismo se inició y se apoyó primero en el gobierno de Pinochet. Fue en
la dictadura de Pinochet y segundo acá con el modelo de Videla y compañía con
Martínez de Hoz. En estos dos países, el neoliberalismo se apoyó y se sostuvo
en dos gobiernos autoritarios. Y hoy -y éste es el punto-, el neofascismo se
monta sobre una sensación de desesperanza de grandes sectores de la población,
una sensación de no salida de este traumatismo social generalizado para generar
una falsa ilusión de que nos podemos salvar solos, que en la medida en que
somos emprendedores, que podemos emprender determinados tipos de cosas, podemos
llegar a conseguir nuestros objetivos. Esta ilusión es la que se sostiene en
ciertos sectores que le ha permitido a Milei ganar la elección. Es cierto que
Milei recibió varios cachetazos y los va a seguir recibiendo, pero lo que no
debemos dejar de lado es que este neofascismo, estas posiciones de ultraderecha
han prendido en cierto sector de la población.
En relación a eso que está
diciendo, ¿cree que es posible cambiar la cultura de una sociedad cuando el
neoliberalismo extremo inoculó el odio hacia lo ajeno? Parte de la sociedad que
mamó ese odio y parece ser que forma parte de una cultura, no solo de una
política.
Sí, creo que el
neofascismo llevó adelante una perspectiva y generó ciertas expectativas de una
gran parte de la población de ideas conservadoras, de derecha, autoritarias; o
sea, fascistas, pero que también permitió que volviera una memoria histórica,
que acá nos olvidamos. Nuestro país siempre ha tenido fuerzas de derecha muy
importantes. Voy a recordar dos hechos que han quedado en la historia, pero que
están en la memoria de nuestro país. Uno, en la época del nazismo, acá en la
Argentina: en el Luna Park se hizo el acto nazi más importante en el mundo
fuera de Alemania. Uno ve las fotos y dice: ¿Qué pasó? ¿Esto es de acá,
Argentina? ¿Esto es el Luna Park? Y segundo, la época de la Semana Trágica acá,
cuando se hizo el primer y único “pogrom” contra los judíos en el barrio del Once.
Es decir, estas posiciones de ultraderecha forman parte de nuestra historia. Si
bien esto siempre ha quedado en la historia como algo que producía cierta
vergüenza y se ha tapado, creo que hoy esto es lo que aparece como una forma de
manifestarse públicamente.
Pero, por otro lado, si
bien existía lo que usted dice, era una cuestión marginal. Hoy alcanzó una
masividad que no era la de aquellos tiempos.
Exactamente, ahí está el
punto. Hoy ser ultraconservador, hoy ser de derecha, hoy ser fascista no da
vergüenza, como daba hace no mucho tiempo atrás. Al contrario, se lo vive como
una posibilidad. Esto pasa hoy acá, en la Argentina y en el mundo. Entonces, de
ahí está el cómo enfrentamos a esta cultura de derecha, a esta cultura del
neofascismo, con una cultura que nos plantee otro tipo de perspectiva, una
perspectiva de relación con el otro, de poder generar una posibilidad de
encontrarnos con los otros en función de un bienestar común. Esta es la lucha.
Acá hay una complejidad de fenómenos, porque no podemos decir dos más dos son
cuatro. Por otro lado, aparece lo que yo llamo acá como una cultura donde lo
que predomina es un exceso de realidad.
¿Qué quiere decir con el
exceso de realidad?
Cuando hablo de un exceso
de realidad no es que se ha perdido la forma de entender, sino que aparece una
realidad, y nos encontramos con una sobrecarga sensorial y emocional que el
aparato psíquico no puede procesarla simbólicamente. Desde allí nos encontramos
con varias cuestiones. Una es un desbordamiento del aparato psíquico. Los
dispositivos actuales nos bombardean sin cesar con noticias, imágenes u
opiniones, lo cual nos lleva a una indigestión psíquica, por decirlo de alguna
manera. Por otro lado, aparece esta dificultad de elaboración donde el trauma
para ser elaborado requiere un tiempo de reflexión, un tiempo y un espacio para
ser procesado simbólicamente. Este exceso de realidad dificulta este proceso de
simbolización. Esto tiene un impacto en la subjetividad, lo cual plantea una
desvitalización del sujeto, una sensación de impotencia y una dificultad de
poder diferenciar muchas veces dónde está lo real, dónde está lo imaginario,
dónde está lo virtual.
Usted encuentra muy actual
la filosofía de Spinoza, sobre todo cuando intenta responder por qué los
sujetos apoyan a quienes los esclavizan y los someten...
Sí la encuentro. Spinoza
lo planteó en el siglo XVI, atravesó diferentes siglos esta exposición y de
diferentes maneras. Hoy aparece con una complejidad que es diferente a otras
épocas, en la cual vamos a encontrar dispositivos sociales y la cual produce
procesos de desidentificación y desubjetivación que deja inerme al sujeto ante
la sensación de fragmentación de las relaciones sociales. Esta civilización,
como yo decía, o esta cultura, está atrapada por la pulsión de muerte, por la
violencia destructiva, autodestructiva, la sensación de vacío, la nada. De allí
que nos encontramos con la fragmentación de las afecciones comunes, por
ejemplo, de los trabajadores en este proceso de desidentificación. Como
siempre, el principal problema de nuestra sociedad es el problema de la
alteridad. O sea, del reconocimiento del otro. Este neofascismo apunta a que el
otro no solamente no existe, sino que el otro es un enemigo al cual yo tengo
que combatir. De allí, la necesidad de generar espacios individuales,
familiares, sociales y políticos, donde podamos encontrarnos con los otros.
Así como hay una
desidentificación, como dice usted, también hay una fuerte identificación por
parte de otro sector de la sociedad en lo que tiene que ver con la crueldad y
en destruir y, si es posible, al otro o al diferente, ¿no?
Acá hay otro tema que yo
diferencio. Es válido y es cierto poder entender esta crueldad, pero yo discuto
mucho cuando se plantea que Milei está loco -que puede ser-, o que es cruel
-cosa que es cierto-, pero para no caer en una psicologización tenemos que
entender que esto es efecto o consecuencia de defender determinado tipo de
intereses económicos que hace que genere sacar lo peor del ser humano. Todos
los seres humanos tenemos esta crueldad, así como tenemos esta ternura. Ahora
de ahí es que nos encontramos con una cultura que lo que nos saca es la parte
más negra, más siniestra nuestra, que estaría ligado a la crueldad o una
cultura que lo que nos saca es el amor, la soledad, la ternura. Esto es el
planteo spinoceano. Spinoza plantea la forma de luchar contra las pasiones
tristes (el odio, la violencia, la crueldad) y que predominen las pasiones
alegres (el amor y la solidaridad). Y no para que esta desaparezca porque
siempre está en el ser humano.