16 de julio de 2025

Gabriel Di Meglio: “Hacer la historia de las clases populares es casi imposible. Son personajes muy olvidados porque no son los grandes próceres escolares y, sin embargo, son tan importantes como ellos, tanto para entender el pasado como para pensar el presente” (2/2)

Gabriel Di Meglio ha publicado varios libros sobre la historia política y social de Argentina en el siglo XIX, particularmente sobre la actividad política de las clases populares en la ciudad de Buenos Aires. Entre ellos pueden citarse “¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la Revolución de Mayo y el rosismo”, “¡Mueran los salvajes unitarios! La Mazorca y la política en tiempos de Rosas”, “Historia de las clases populares en la Argentina desde 1516 hasta 1880”, “Manuel Dorrego. Vida y muerte de un líder popular” y “1816. La trama de la independencia”. Sobre el mismo tema ha publicado capítulos en antologías y numerosos artículos en medios periodísticos culturales, entre los que destacan “La participación popular en las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1816. Un ensayo sobre sus rasgos y causas”, “Chaquetas y ponchos frente a levitas. La participación política del bajo pueblo de la ciudad de Buenos Aires a partir de la Revolución de 1810”, “La participación política popular en la ciudad de Buenos Aires durante el siglo XIX. Algunas claves”, “El saqueo y la muerte. El día después de la batalla de Caseros en Buenos Aires” y “La guerra de independencia en la historiografía argentina”.


A renglón seguido, la segunda parte de los fragmentos seleccionados de las entrevistas publicadas en la página web “elDiarioAR”, en la revista “Noticias” y en la revista “Sudestada el 12 de abril de 2024, y el 9 y 12 julio de 2025 realizadas por Diego Genoud, Adriana Lorusso y Emilio Mendoza respectivamente.
 
¿Cuáles son los argumentos que esgrimió el gobierno para realizar tu desplazamiento del cargo?

No hubo motivos explícitos, todo queda un poco en el terreno de lo especulativo. Lo que me dijeron primero fue que julio era mi último mes, por decisión política, pero no explicitaron nada más. Después, “off the record”, me dijeron que, como yo en algunas notas sobre otra temática había dicho que, ante una pregunta puntual, si teníamos presupuesto en los museos, dije que no hay presupuesto alguno, esa puede haber sido la razón. Después también se especuló con una discusión sobre el sable de San Martín, porque yo estuve en varios medios hablando de por qué el sable, que es la pieza principal del Histórico Nacional, tiene que estar ahí, porque le pertenece legítimamente, ante un pedido que hubo del Ministerio de Defensa de llevarse el sable otra vez al Regimiento Granaderos. Y después, puede ser que justo desplazaron a la directora nacional de museos y le dieron mi cargo. Lo cierto es que después, yo decidí adelantar una visita que iba a hacer en agosto, sobre historia popular, que serviría de despedida. Mucha gente confirmó su asistencia y a raíz de eso me adelantaron el despido. El martes 8 de julio, me dijeron que ese era el último día y eso evidentemente fue para anular la visita, dado que al rato llamaron a bajar de las redes el “flyer” de la visita del sábado 12, que al final voy a hacer de todos modos del lado afuera de la reja, porque hay mucha gente que igualmente quiere ir y me parece justo poder hacer una despedida.

¿Cómo fue trabajar con las diferentes gestiones?

Yo he estado en el Cabildo y después en el Histórico, estuve con cuatro gestiones diferentes más allá de mis propias posiciones. En ese sentido, yo pude seguir trabajando con este gobierno con el problemita nada menor del maltrato hacia los empleados públicos por el tema de las contrataciones, cada tres meses, más el examen de idoneidad al que sometían a los trabajadores del museo, que obviamente no es el mejor humor para la gente que trabaja allí. Es un destrato como si fueran personas no idóneas.

¿Qué importancia crees que le damos a los argentinos a la historia?

Mucha. La historia acá está permanentemente en el debate público, porque cada gobierno tiene su mirada histórica, pero también porque hay mucho interés, sobre todo en ciertos periodos, y bueno, no sólo a través del debate político sino también a través del interés por el mito de origen, el 25 de mayo, el 9 de julio, San Martín, Belgrano. Esos son temas que están siempre presentes, más las historias de discusiones sobre personajes, sobre supuestas conspiraciones que a mucha gente les gusta.

¿Qué procesos crees que son los más importantes que está tomando este gobierno para intentar reinterpretarlos, o acomodarlos para justificar la retórica con la que se viene llevando adelante las políticas de ajuste? Y a la par, ¿qué conceptos te duelen más que se hayan apropiado por este gobierno? No sé, si pienso que esta pregunta se la hago a Osvaldo Bayer, seguramente me diría el término “libertario”.

Sí, ese es muy llamativo. Lo del libertario, sin duda. Hay una novedad en Milei, que no ocurrió por ejemplo con el macrismo y un momento también con Menem. Menem se dejaba las patillas como Facundo Quiroga, tenía una reivindicación histórica fuerte que después en su gobierno intenta abandonar con esta idea de “ni vencedores ni vencidos”, miremos para adelante, no importa el pasado, por eso pudo hacer el indulto, por eso trajo a Rosas, y abrazó al contraalmirante Rojas que bombardeó Plaza de Mayo, es decir, generar una idea de cerrar las heridas y solo mirar el futuro. Eso no funcionó, pero fue una intención y el macrismo, por ejemplo, intentó no hablar de historia, en los billetes puso animales, porque para ellos la historia es algo que atrasa. Ahí el mileismo es distinto, porque sí da una disputa histórica, que tiene algunas novedades fuertes, en época de democracia. Una es la reivindicación abierta de la conquista del desierto de Roca, la masacre indígena, que justamente fue una fecha muy celebrada por la última dictadura militar en el centenario de 1979, pero desde entonces en general no hubo una reivindicación, incluso aquellos que defienden la figura de Roca no defienden esa parte y ahora lo más importante para este gobierno parece ser la matanza indígena y eso va de la mano con el negacionismo de la dictadura, que también en democracia era algo que no pasaba, es decir, que un poco condenaba a quien defendía la dictadura, a una marginalidad política total en el sistema argentino post ´83 y eso ahora cambió, ahora alguien puede reivindicar abiertamente a la dictadura sin que eso implique una condena social, eso no quiere decir que todo el mundo esté a favor de eso, que el gobierno pueda desde la red de Casa Rosada hacer negacionismo, o la vicepresidenta, por más que esté peleada con el presidente, ser abiertamente reivindicativa de lo actuado por la dictadura me parece una novedad histórica, porque es una revisión de la historia muy fuerte.

¿Qué personajes crees que se nos están escapando y necesitamos releerlos, estudiarlos en profundidad?

Hay un montón de personajes, los que trabajamos historia popular, encontramos pequeños fragmentos de sus vidas, no podemos hacer sus biografías enteras. Si uno quiere hacer la biografía de Belgrano o San Martín y todos los que son de clase alta, tiene un montón de elementos para hacerlo. Pero hacer la historia de la gente común es casi imposible, porque en general en tiempos lejanos la gran mayoría de la población eran analfabetos, no dejaron sus testimonios y nos aparecen en los documentos fragmentariamente, pero ahí uno puede a veces recuperar pedacitos de vidas. A mí hay un personaje que encontré una vez en el archivo que me encanta, se llama Santiago Manul, que era un soldado negro de Buenos Aires, que organiza un motín indignado por el maltrato de las autoridades a sus derechos, y que solo tengo de él ese pequeño testimonio que da arengando a sus compañeros a revelarse en nombre de lo que es justo, y me parece un personaje fabuloso, pero bueno, no aparece más en el archivo. Lo mismo María Remedios del Valle, que ahora se ha convertido en una figura pública importante, lo cual celebro. Sabemos muy poquito de ella, porque claro, también era afrodescendiente, estuvo en la Guerra de la Independencia, pero bueno, esas vidas son difíciles de seguir, personajes como Pancho el Ñato o el Indio Molina, que eran personajes que organizaron el levantamiento cuando matan a Dorrego en 1829 y que después termina con Rosas en el poder, ellos son organizadores de montoneras, etc. Encarnación Benítez, que era un oficial pardo de Artigas que lo presionaba para que hiciera más cambios o Vicente Panana en Salta, hacía lo mismo con Güemes. Son personajes mucho más olvidados porque justamente no son los grandes próceres escolares y, sin embargo, son tan importantes como ellos para entender el pasado.

¿Qué personajes también crees que hoy están en el bronce y no les gustaría estar ahí, por una cuestión de que renegaban del protagonismo, o porque han sido mal leídos?

En general creo que pocos personajes reniegan del bronce, en el sentido de que no conozco ninguna figura que no les guste que la celebren, pese a que muchos personajes históricos eran muy modestos. Quizás Artigas, me parece un personaje muy despojado, un personaje que siempre fue y que siempre hay que recordar, un personaje rioplatense, más allá de que después se convierta en el padre de la patria uruguaya, equivalente a San Martín en Argentina, es un personaje que fue fundamental en todo el litoral. Y creo que es un personaje quizás de los más sencillos en el sentido de sus aspiraciones, no porque no fuera alguien que ejerciera poder, porque fue protector de los pueblos libres, no era una figura ingenua en lo más mínimo, pero que sí parecía alguien realmente muy modesto a nivel de pretensiones de recuerdo. También hay figuras como Belgrano y San Martín, que en ese sentido han sido bien elegidas como referentes porque, aunque no tuvieran perfiles bajos, sí es cierto que todos los documentos los muestran como personajes no muy subidos al caballo. Creo que esos personajes son sin duda buenos referentes históricos, no son artificialmente construidos, sino que realmente son figuras que vale la pena recordar.

¿Podes vislumbrar por dónde será la salida a este modelo político económico? ¿Será durante estos años? ¿Por dónde viene?

Los historiadores somos mejores para hablar del pasado que del futuro. Claramente hay antecedentes de esto, la Argentina tiene muchísimos gobiernos de derecha en la historia, con apoyo popular. Siempre recuerdo que, en 1995, después de seis años de destrucción del Estado y de muchas cosas, el menemismo obtuvo el 52% de los votos. Creo que lamentablemente los cambios no son tan rápidos como uno quisiera, a veces hay mucha ansiedad porque las cosas se resuelven rápido, por los niveles de destrucción que estamos sufriendo. Pero los cambios históricos requieren tiempo, y hay algo que es real, que no se puede pensar en términos argentinos, que es un avance de la ultraderecha a nivel internacional, porque esto que está pasando acá está calcado, con lógicas locales también, pero hay cosas que uno ve o ha visto en otros lugares, y quizá lo más trágico es el hecho de cómo tanta gente del universo popular reivindica políticas que objetivamente lo van a perjudicar, o que un personaje tan particular como Milei haya podido convertirse en un símbolo del hartazgo, con un montón de cosas que efectivamente no funcionan bien en Argentina. Creo que la gran disputa va a ser justamente por los proyectos sobre el futuro, que se puede ofrecer como alternativa a este plan que lo único que propone es destruir, suponiendo que esa destrucción, que además no se ve de inmediato, que no es sólo la baja de la jubilación, sino que si vos no tenés hospitales, no te vas a dar cuenta mañana, sino que en cuatro años decís ¿qué pasó? ¿por qué hay tantos accidentes viales? ¿por qué los narcos han tomado tantos barrios? La respuesta será, fue en los años de Milei en que esa destrucción del Estado se realizó desde adentro. Él dijo que lo iba a hacer, y lo está haciendo. Es peligrosísimo, pero creo que hay salida, obviamente la resistencia siempre sirve, pero no alcanza, como no alcanzó en los ‘90, pero no se puede hacer nada sin ella. Creo que esto no puede caer por una pueblada, como pasó en el 2001, eso es muy raro en la historia, pasa muy poco. Esas cosas no se piensan, ocurren, no se planean. Hoy el contexto es muy distinto y hay más contención social en las bases populares, con los planes, la Asignación Universal por Hijo, que no existía por ejemplo en los ‘90, que hace que la situación sea muy diferente. Ahora bien, creo que, en buena medida, y es una pena que sea solamente por eso, todo está muy atado al resultado económico de lo que este gobierno obtenga. Este país es tan frágil que ahora con una corrida del dólar puede cambiar todo, y creo que hay una distancia entre expectativas y realidad material. Ya hemos visto los que somos más grandes otros procesos muy similares a este, y en general siempre han terminado mal para las masas y este también lo va a hacer. Eso puede pasar no de inmediato, puede tardar unos años, porque puede haber ciertos pedaleos en base a endeudamiento, en base a un proyecto de un país minero, petrolero, sojero, que sólo funciona con la mitad de la población yéndose a otro lado, o muriendo. Creo que estos cambios llevan tiempo, porque es innegable que esta idea del outsider que vino a cambiar cosas ha logrado un éxito importante, sobre todo en el interior del país, lo cual a mí sí me llamó la atención. El mundo que hemos conocido ya no es el mismo, tampoco es enteramente distinto. Así que yo creo que hay que tener paciencia, pero no una paciencia pasiva, sino una paciencia activa de intentar defender todos los espacios que se puedan. Pero obviamente, en Argentina, quien detenta el poder del Estado, que, si además tiene el apoyo del establishment económico y de las potencias extranjeras, es fuerte. Además, si a eso se le suma voto popular es complicado, hasta que un día se desmorone, porque todo se desmorona. Así que, tarde o temprano va a ocurrir. Probablemente no este año, donde todavía parece sólido, pero desde el año que viene, hay que empezar a ver qué ocurre. Digo esto no como historiador, sino como persona.

¿Dónde te vamos a poder encontrar a partir de ahora? ¿qué se viene?

Esto me tomó un poco abruptamente, porque no esperaba el despido. Así que no tengo muy claro. Estoy escribiendo un libro sobre la divulgación histórica del que me dediqué muchos años. Voy a trabajar sobre el federalismo argentino. Es un tema que me interesa mucho. Continuaré en el CONICET, mientras subsista el CONICET, y dando clases en la universidad.

15 de julio de 2025

Gabriel Di Meglio: “Hacer la historia de las clases populares es casi imposible. Son personajes muy olvidados porque no son los grandes próceres escolares y, sin embargo, son tan importantes como ellos, tanto para entender el pasado como para pensar el presente” (1/2)

El pasado sábado 12 de julio, el historiador argentino Gabriel Di Meglio (1973) brindó una charla titulada “La historia popular” ante una multitud en el Parque Lezama a pocos metros del Museo Histórico Nacional, la institución cultural que dirigió desde abril de 2020 hasta hace pocos días cuando fue despedido por orden del presidente libertario, un mandatario que se caracteriza por su sistemático ataque a la cultura y a las instituciones estatales en el marco de lo que denomina “batalla cultural”. Nacido en Buenos Aires, Di Meglio realizó sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde recibió los títulos de Profesor de Enseñanza Media y Superior en Historia, Licenciado y Doctor en Historia. Ha dictado cursos y seminarios de grado y posgrado en esta universidad y en la Universidad Nacional de Quilmes, la Universidad Nacional de Luj
án, la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires y la Universidad de la República (Uruguay). Además, ha participado como conferencista y expositor en numerosos eventos académicos en varias universidades de Austria, Brasil, Colombia, Chile, España, Estados Unidos, Francia, México, Perú y Uruguay. Actualmente es profesor en la Universidad Nacional de San Martín e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), otro organismo estatal perseguido y desfinanciado por el patético gobierno neoliberal. 


Lo que sigue a continuación son fragmentos de las entrevistas publicadas en la página web “elDiarioAR” el 12 de abril de 2024, en la revista “Noticias” el 9 de julio de 2025 y en la revista “Sudestada” el 12 julio de 2025, realizadas por Diego Genoud, Adriana Lorusso y Emilio Mendoza respectivamente.

Javier Milei es presidente desde el 10 de diciembre. Un personaje que era un “outsider”, que muy rápido llegó al poder. ¿Qué tiene de nuevo Milei? ¿Qué tiene de exótico si uno lo mira con perspectiva histórica? ¿Y qué tiene de recurrente en la historia argentina el proyecto de Milei?

Tiene un poco de todo. Hay ríos profundos que llevan a las dictaduras del siglo XX, es decir, cuando ciertos proyectos políticos y económicos tenían que recurrir a las Fuerzas Armadas para llegar al poder porque no eran populares. Hay un cambio que uno podría decir que ya está en el segundo gobierno de Menem, en el ‘95. Es un momento clave de la historia, porque es cuando por primera vez hay un voto popular masivo a un plan que era ostensiblemente antipopular, por más que uno puede entender razones de por qué la gente lo votó en el ‘95. No en el ‘89, donde Menem decía otras cosas. Pasó con Macri de nuevo. En ese sentido ya ahí hay la aparición de algo nuevo, que no había en el siglo XX argentino, que es que las mayorías no apoyaban los proyectos conservadores, que favorecen sobre todo al capital, a los sectores financieros más fuertes, al campo, a los sectores industriales más fuertes, etc. que no siempre tienen los mismos intereses, con lo cual eso generó muchos problemas. En ese sentido, uno podría poner a Milei en una serie de cosas donde no hay tanta novedad. Pero sí creo que hay algo bastante novedoso que es esto de venir sin partido. Uno podría decir el PRO también era un no partido que se hizo partido, pero jugó un estilo político más convencional.
 
Hay un discurso que busca abrevar en raíces históricas. Milei y su grupo reivindican mucho a Alberdi, a un Alberdi, quizá, que aparece en contraposición, obviamente, en la historia argentina, con el revisionismo, con la figura de Rosas. Y hace poco el presidente de la Corte Suprema de Justicia, en un escenario llamativo, quizá para ese discurso, porque era un encuentro de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Buenos Aires, dijo: a Alberdi se lo cita mucho y se lo lee poco. ¿Cómo interpretás la apropiación de Alberdi que hace Milei en este contexto y dentro de este proyecto?
 
Primero, una cosa que sí diferencia a Milei por ejemplo de la experiencia macrista anterior es que el macrismo intentó no hablar de historia. Le molestaba la historia. Puso billetes con animalitos. Cuando fue el 2016 y el Bicentenario, claramente no tenían ganas de estar ahí. Es decir, un poco la idea de mirar hacia adelante y refundar hacia adelante, que el pasado no tiene sentido. Y, en cambio, entre las cosas que Milei quiere disputar fuertemente está el pasado. Cuál es el pasado adecuado. Y, claro, Alberdi ahí es una figura central. Es cierto que Alberdi es una figura que da para muchas cosas porque tuvo una trayectoria, como muchos políticos e intelectuales, muy sinuosa. Y hay Alberdis diferentes. Hay uno que siempre fue reivindicado por la tradición liberal, como justamente el que propuso un Estado liberal a mediados del siglo XIX y que en buena medida también armó la Constitución Nacional. Sin duda, es un personaje central. Después, el revisionismo, al que le molesta ese Alberdi, rescata el Alberdi posterior, que se opone a la guerra del Paraguay y que es anti Buenos Aires. Es decir, Alberdi tuvo momentos. Es un personaje fascinante y claramente uno de los grandes intelectuales argentinos. Y sus disputas con Sarmiento son buenísimas para leer. Efectivamente, estoy de acuerdo con que se lo lee poco. Y en general lo que hace cualquier dirigente es tomar lo que le conviene y cambiar ese personaje.
 
En la historia, obviamente, en la historia argentina se discute siempre el panteón liberal, por un lado, el panteón revisionista, la operación que viene a hacer Milei en esa historia, ¿cómo la ves? ¿Viene a sumar algo nuevo?
 
Así como la dictadura se llamó Proceso de Reorganización Nacional, aludiendo al Proceso de Organización Nacional, que justamente es el periodo para ellos en esa época post-Caseros y que se termina de cuajar en torno a 1880, con la consolidación del Estado nacional, al tomar a Alberdi, a Roca, vuelve un poco a lo mismo. O sea, vuelve a decir: el momento ideal es ese momento en el cual se empieza a construir el Estado y alguna gente señala con realidad y previo a todos los derechos posteriores a partir de toda la conflictividad social y política con Argentina. Entonces, es un momento en el cual efectivamente hubo un gran progreso económico, pero también no había nada de las cosas que después, contra los efectos de ese progreso económico, se consiguieron a través de distintos tipos de conflictos.
 
Hay uno de tus libros, quizá uno de los más conocidos, que es “Viva el bajo pueblo. La plebe urbana en la política”. Y me interesa muchísimo ese libro porque decís que aparece poco explorada la relación entre los sectores populares, la plebe, vos los llamás en ese momento, los sectores plebeyos y la política. ¿Por qué pensás que en el origen quizá de nuestra historia se pierde la participación de los sectores populares, plebeyos? Vos los denominás en algún momento “los no considerados” en el libro.
 
Porque cuando hice ese libro, hace muchos años, estaba pensando en de dónde viene esta tradición argentina de mucha presencia popular en la política. En ese momento no lo tenía tan claro. A mí me interesaba la época de la Revolución de Mayo, el Rosismo, etcétera, donde efectivamente hay mucha participación. Y yo lo trabajé en Buenos Aires, otros lo trabajaron en otras provincias y es un momento de mucha politización. Y entonces en un punto cosas que yo, cuando era más chico, pensaba que empezaban con el peronismo, con el primer radicalismo, en realidad vienen de muchísimo antes, en otras formas. Y Argentina tiene una tradición larguísima, de una política muy policlasista, de mucha presencia popular. Efectivamente, en torno al momento que le gusta a Milei o el momento que celebraba la dictadura, en torno a 1880 hay un momento de derrota popular. Es decir, hay como una consolidación de un proyecto oligárquico muy fuerte, que obviamente genera mucha riqueza también, porque también hay condiciones muy favorables para Argentina en el mundo.
 
En “Viva el bajo pueblo” vos decís que los sectores populares, los sectores plebeyos, no fueron una caja de resonancia o un coro de la elite porteña, sino que también contribuyeron a ese proceso revolucionario. ¿En qué se distinguía esa intervención de la plebe, como vos la llamás, o del bajo pueblo en ese momento, que es medio fundacional también, y qué nos dice o qué nos puede llegar a decir aquella intervención distinta que contrastaba con lo que planteaba la elite porteña de los sectores populares?
 
Ahí lo que ocurría es que yo trataba de decir que no solamente hace falta estudiar a los grandes personajes de un momento y ver un poco cómo repercuten sus hechos en sectores masivos, sino que también esos sectores, por su propia acción, van moldeando una realidad. Y que no hay que pensar también a los sectores populares como que simplemente resisten cosas que vienen de arriba, sino que, y esto lo ha trabajado mucha gente, la sociedad está mucho más integrada en ese sentido y hay una circulación entre el arriba social y el abajo, en ideas, en prácticas, etcétera, que es bastante común y que hoy, que es un mundo distinto totalmente, eso ocurre también. Decir que las clases populares están a favor o en contra de Milei es algo imposible de saber. Necesitamos datos, necesitamos trabajos bien hechos. Probablemente en un mismo barrio hay gente que está muy a favor y gente que está muy en contra.
 
Hay que ver qué tan sólido es ese apoyo o ese rechazo.
 
Para mí es una carrera contra el tiempo. O sea, porque si este gobierno logra bajar la inflación, que es una un gran problema en los últimos años y tienen la meta del Plan Cavallo, me parece, claramente en la cabeza y la popularidad que logró Menem a raíz de ahí, quizá logra un apoyo popular más duradero. A la vez, si estás generando una mega recesión en la capacidad de compra, etcétera, de las personas y no llegan esos resultados muy rápido, puede generar en la misma gente, porque sus expectativas no se cumplan, incluso empeoraron, por lo cual lo votaron un rechazo absoluto. Entonces realmente cuando alguien juega muy fuerte se apuesta mucho, puede perder mucho o puede ganar mucho, y Milei evidentemente va a apostar hasta el final todo. Es todo lo contrario a la moderación de sus dos antecesores para hacer política en un punto.
 
El rechazo al kirchnerismo, el agotamiento del kirchnerismo, la larga experiencia kirchnerista, distintos motivos llevaron a que hubiera una nostalgia menemista, si querés, previa a la irrupción de Milei, una nostalgia menemista dentro del peronismo. ¿Cómo la interpretás vos? Yo creo que todavía existe y que incluso hasta podría ser la oposición a Milei, muy impregnada por una nostalgia menemista.
 
Sí, yo he visto incluso sectores, gente que había sido kirchnerista, que estaba muy fascinada con el menemismo. La verdad que yo viví el menemismo y me pareció tremendo, terrible, porque la marca que dejó el menemismo la estamos pagando ahora, es decir, el Estado precarizado que permite, por ejemplo, despidos porque la gente no está en planta, etcétera, tiene que ver con todas las reformas de Menem que realmente cambiaron la Argentina de manera brutal.
 
Y están vigentes.
 
Y están vigentes y nadie logró revertir o no quiso. Yo tenía dieciséis años cuando empezó el gobierno de Menem y tengo momentos de “déjà vu” enormes de esa época. Sólo que ahora todo es mucho más rápido, como es la época en general. Porque hay momentos de esto de los despidos, de decir no hay presupuesto para la universidad. Yo estudiaba en esa época ese tipo de cuestiones que realmente se parecen... Ramal que para, ramal que cierra, o cerrar SOMISA, una empresa gigante. Toda esa cosa de gobernar para los grandes grupos económicos, ya pasó. De eso sí que tenemos antecedentes. Menem también sorprendió muchísimo porque era un peronista y de golpe fue una especie como de cimbronazo absoluto. En ese sentido, Milei no tiene ese partido detrás. Sí tiene esto del jugar fuerte, que también tienen otros dirigentes de derecha, de la audacia para hacer política. Y eso puede salir para cualquier lado. Es obvio decir esto, pero en todo caso realmente es un momento de mucha incertidumbre, porque realmente parece una carrera contra el tiempo entre las expectativas y la realidad material.
 
Has declarado en los medios que el Museo Histórico Nacional no recibe recursos. ¿Qué implica esto?

El Estado paga la luz, internet, el agua, los sueldos del personal y las empresas tercerizadas de seguridad y limpieza. Y nada más. Recién el mes pasado recibimos la primera caja chica desde que subió este gobierno. Nosotros tenemos una Asociación de Amigos del Museo que tiene una urna en la puerta y nos compra cosas con lo que la gente deja voluntariamente allí. Gracias a eso pudimos sobrevivir.

¿Cómo se manejaba el presupuesto con otros gobiernos?

Los recursos nunca fueron muy abundantes. Pero sí había cajas chicas para hacer funcionar el museo. Además, licitaciones generales. Por ejemplo, se licita para todos los museos acrílico. Con el acrílico se hacen vitrinas para las exhibiciones. Esto se repartía entre distintos museos. Si no, no se pueden pagar todos los insumos que se necesitan. Y el Museo Histórico Nacional es un privilegio comparado con otros museos nacionales. Hay un personal calificado que puede construir las propias exhibiciones. Eso nos permitió seguir haciendo exhibiciones. Otros museos quedaron paralizados.

¿Esta es la situación de todos los museos nacionales?

Por ejemplo, el Museo Nacional de Bellas Artes tiene una Asociación de Amigos con muchos recursos. No es nuestro caso. Y hay museos que no tienen Asociación de Amigos, con lo cual están literalmente “en la lona”. Es un poco lo que pasa en el Estado en general. Hay un recorte muy brusco. Realmente es una situación difícil. Pese a eso pudimos construir nuestras muestras. Superamos el año pasado y este año estábamos bien. Hace dos meses inauguramos una exhibición sobre la primera mitad del siglo XX que está yendo muy bien. Estamos trabajando ahora en una muestra sobre la segunda mitad del siglo XIX. Y mi plan era, el año que viene, hacer la etapa prehispánica y colonial. Lo que más me duele es dejar el proyecto inconcluso.

¿El Museo Histórico Nacional es el museo más importante del país?

De los museos históricos es el más importante y el más antiguo. Pero por su colección, en lo que tiene de sanmartiniano, belgraniano, de la Revolución de Mayo y la Independencia es el Museo Histórico Nacional. La colección del siglo XIX es fabulosa. Lo que nosotros hicimos, que para mí fue lo mejor de la gestión, fue incorporar el siglo XX. Hicimos campañas de donaciones hablando con gente de sectores políticos distintos, de sectores sindicales, culturales. La muestra del siglo XX se nutrió de un montón de objetos de personajes famosos: de Ricardo Balbín, de Eva Perón, de Federico Pinedo, de Lencina de Mendoza. Y por campañas en las redes, la gente donó carnets sindicales, de vacunación, libretas de enrolamiento, libretas cívicas. Eso dio lugar a una colección que nos permitió hacer la primera muestra en la historia de este museo sobre el siglo XX.

Como historiador, ¿qué otro momento histórico del país te recuerda a esta época?

En parte como historiador y en parte como propia vivencia, hay muchos momentos de los '90 que me recuerdan a esta época. Por supuesto, nunca la historia se repite igual, pero hay algo ahí que tiene muchos paralelos, en un contexto mundial diferente. Si bien este gobierno se filia con la historia liberal, muchas de las figuras que reivindican construían, no destruían Estados. Alberdi o Roca son figuras que le gustan a este gobierno, sin embargo, hacen una lectura muy sesgada de ellas. Todos los gobiernos hacen usos políticos del pasado. Eso está en la definición de política. Quizás la gran excepción fue el gobierno de Macri que intentó no hablar del pasado. También el gobierno de Menem, que se dejaba las patillas de Quiroga, pero una vez en el poder se enfocó en el futuro. El macrismo era muy parecido. Los billetes tenían figuras de animales no de próceres. Este gobierno en cambio disputa pasado con la línea más peronista y con otras. Pero los gobiernos hacen una lectura muy particular del pasado para su uso político.