Un día como hoy, hace
noventa años, fallecía quien fuera considerado el mejor cantante de tango de
todos los tiempos: Carlos Gardel. Sobre su lugar de nacimiento aún existen controversias.
Algunas investigaciones sostienen que nació en Tacuarembó, Uruguay, el 11 de
diciembre de 1887; otras afirman que nació en Toulouse, Francia, el 11 de
diciembre de 1890. Ésta última, la más reconocida, está basada en la existencia
en la ciudad francesa de su partida de nacimiento y su fe de bautismo con el
nombre Charles Romuald Gardès.
De la misma ciudad era oriunda su madre, Marie Berthe Gardès (1865-1943), una mujer de origen muy humilde que, siendo veinteañera, mantuvo una relación amorosa con un hombre casado, producto de la cual quedó embarazada y a sus veinticinco años tuvo a su único hijo. Este hecho la convirtió en la vergüenza de la familia y su vida se transformó en un verdadero tormento, por lo cual, con el apoyo de algunos amigos franceses, se embarcó hacia Buenos Aires, ciudad a la que llegó el 13 de marzo de 1893, hecho del cual existe una constancia en los archivos del Hotel de Inmigrantes, un espacio que funcionaba como centro de registro y alojamiento temporal. En la capital argentina se instaló en distintos conventillos del barrio de San Nicolás -primero en Uruguay 162 y luego en Corrientes 1553- y comenzó a trabajar en un taller de planchado con una remuneración que apenas le alcanzaba para subsistir.
También existe una constancia de la trayectoria escolar del niño a quien ya se le llamaba Carlos. Entre 1897 y 1904 estudió en el Colegio Salesiano Pío IX, donde permaneció pupilo en 1901 y 1902 y fue compañero de coro de Ceferino Namuncurá (1886-1905), el joven que en 2007 sería proclamado beato por la Iglesia católica. Dadas las condiciones paupérrimas y degradantes signadas por una pobreza extrema (existen hipótesis de que el joven pudo haber frecuentado ámbitos ubicados en los márgenes de la legalidad), en septiembre de 1904 se escapó del inquilinato y poco después fue detenido por la policía. En el registro de la comisaría este suceso quedó registrado como que el detenido era “Carlos Gardes, de 14 años, de nacionalidad francesa”, algo de lo que darían cuanta distintos prontuarios policiales que lo mencionan desde 1904 hasta 1915 con el abal de sus huellas digitales, tal como se pudo comprobar en investigaciones realizadas años más tarde por criminólogos y médicos forenses.
Como tantos otros hijos de inmigrantes, desde su niñez y adolescencia tuvo que empezar a trabajar. Lo hizo en los teatros de la calle Corrientes en los cuales ofició de aplaudidor, tramoyista, utilero, comparsista, y hasta de extra, trabajos por los cuales algunos se le retribuían con dinero y otros a cambio de entradas. Él mismo reconocería años después que, gracias a ese contacto con actores y cantantes, de quienes imitó los ejercicios de vocalización, fue que consiguió la “voz blanca” con la cual se dio a conocer.
Inducido por algunos de integrantes de la “troupe de animadores” (tal como se conocía a quienes hacían esas tareas), comenzó a vagar por las calles del barrio del Abasto donde conoció a algunos “caudillos de barrio”, tal como se conocía a los miembros del Partido Autonomista Nacional (PAN), un partido político liberal conservador que había nacido en 1874 tras la fusión de los partidos Autonomista de Adolfo Alsina (1829-1877) y Nacional de Nicolás Avellaneda (1837- 1885). En el comité del PAN ubicado en la calle Anchorena 666 cantó zambas y otras canciones del género folklórico.
Poco después conoció en la
casa de un amigo ubicada en la calle Guardia Vieja en el mismo barrio, al cantante,
guitarrista y compositor uruguayo José Razzano (1887-1960), con quien dos años
después formó un dúo y comenzó a cantar en bares para ayudar a su madre con lo
poco que ganaba. Pronto, su voz comenzó a ser familiar para toda la gente del
barrio. Fue así que, en 1914, empezó a cantar en el Café O’Rondemán, ubicado en
la esquina de Agüero y Humahuaca frente al Mercado del Abasto y, dado el éxito
obtenido, con sus ingresos pudo alquilar un modesto departamento en la calle
Corrientes 1714 al que se mudó con su madre.
Bastante cerca de su nueva vivienda, en el Teatro Esmeralda, cantó “Mi noche triste”, el tango compuesto por Samuel Castriota (1885-1932) y Pascual Contursi (1888-1932), lo que constituyó un éxito consagratorio. Por entonces había modificado su apellido substituyendo la “s” final por la “l”, y ya todos lo conocían como “El Morocho del Abasto”. Más adelante, en 1923, además se nacionalizó argentino.
La primera grabación del dúo Gardel-Razzano se realizó el 9 de abril de 1917 en un caserón al lado del hotel Savoy, en la calle Cangallo (hoy Presidente Perón), cerca de la esquina con avenida Callao. Allí grabaron “Cantar eterno”, un tango del compositor argentino Ángel Villoldo (1861-1919) -quien es considerado como uno de los pioneros del tango en Buenos Aires-, acompañados por los guitarristas Ángel Domingo Riverol (1893-1935), Guillermo Barbieri (1894-1935) y Domingo Julio Vivas (1895-1952). La aparición de los discos de Gardel-Razzano marcó el inicio de una demanda creciente de esas reproducciones e implicó a su vez el florecimiento de la industria discográfica. Asimismo, en la época inicial de la radiotelefonía, el dúo realizó la primera transmisión desde una radio. Fue en Radio Splendid, una emisora en la cual Gardel también cantó
acompañado por la orquesta del compositor de tangos uruguayo Francisco Canaro (1888-1964), algo que contribuyó a promover la afición del público por la radio.
Así, la popularidad del dúo fue creciendo, traspuso los límites del Abasto y se hizo conocer en otros barrios de la ciudad. Tras su presentación en el Armenonville, uno de los cabarés más lujosos de Buenos Aires ubicado en el barrio de la Recoleta -donde cobraban $ 70 por noche, una importante suma para esa época- la fama del dúo fue acrecentándose noche tras noche y derivó en una agitada actividad que los llevó a presentarse en diversos teatros en la capital porteña y en varias provincias acompañados de artistas de primera magnitud. Actuaron incansablemente viajando a Uruguay, Brasil, España y Francia hasta que, en 1925, debido a problemas en sus cuerdas vocales, Razzano tuvo que dejar de cantar. A partir de entonces pasó a ser responsable de los negocios de Gardel, cuando éste se lanzó como solista. Pronto se convirtió en el máximo exponente del tango y su éxito trascendió las fronteras. Gracias a ello, en 1927 el “Zorzal Criollo”, tal el apodo con el que se lo conocía en el mundo de la música, compró una casona en la calle Jean Jaurès 735 en su querido barrio del Abasto, a la cual se mudó junto con su madre.
De la misma ciudad era oriunda su madre, Marie Berthe Gardès (1865-1943), una mujer de origen muy humilde que, siendo veinteañera, mantuvo una relación amorosa con un hombre casado, producto de la cual quedó embarazada y a sus veinticinco años tuvo a su único hijo. Este hecho la convirtió en la vergüenza de la familia y su vida se transformó en un verdadero tormento, por lo cual, con el apoyo de algunos amigos franceses, se embarcó hacia Buenos Aires, ciudad a la que llegó el 13 de marzo de 1893, hecho del cual existe una constancia en los archivos del Hotel de Inmigrantes, un espacio que funcionaba como centro de registro y alojamiento temporal. En la capital argentina se instaló en distintos conventillos del barrio de San Nicolás -primero en Uruguay 162 y luego en Corrientes 1553- y comenzó a trabajar en un taller de planchado con una remuneración que apenas le alcanzaba para subsistir.
También existe una constancia de la trayectoria escolar del niño a quien ya se le llamaba Carlos. Entre 1897 y 1904 estudió en el Colegio Salesiano Pío IX, donde permaneció pupilo en 1901 y 1902 y fue compañero de coro de Ceferino Namuncurá (1886-1905), el joven que en 2007 sería proclamado beato por la Iglesia católica. Dadas las condiciones paupérrimas y degradantes signadas por una pobreza extrema (existen hipótesis de que el joven pudo haber frecuentado ámbitos ubicados en los márgenes de la legalidad), en septiembre de 1904 se escapó del inquilinato y poco después fue detenido por la policía. En el registro de la comisaría este suceso quedó registrado como que el detenido era “Carlos Gardes, de 14 años, de nacionalidad francesa”, algo de lo que darían cuanta distintos prontuarios policiales que lo mencionan desde 1904 hasta 1915 con el abal de sus huellas digitales, tal como se pudo comprobar en investigaciones realizadas años más tarde por criminólogos y médicos forenses.
Como tantos otros hijos de inmigrantes, desde su niñez y adolescencia tuvo que empezar a trabajar. Lo hizo en los teatros de la calle Corrientes en los cuales ofició de aplaudidor, tramoyista, utilero, comparsista, y hasta de extra, trabajos por los cuales algunos se le retribuían con dinero y otros a cambio de entradas. Él mismo reconocería años después que, gracias a ese contacto con actores y cantantes, de quienes imitó los ejercicios de vocalización, fue que consiguió la “voz blanca” con la cual se dio a conocer.
Inducido por algunos de integrantes de la “troupe de animadores” (tal como se conocía a quienes hacían esas tareas), comenzó a vagar por las calles del barrio del Abasto donde conoció a algunos “caudillos de barrio”, tal como se conocía a los miembros del Partido Autonomista Nacional (PAN), un partido político liberal conservador que había nacido en 1874 tras la fusión de los partidos Autonomista de Adolfo Alsina (1829-1877) y Nacional de Nicolás Avellaneda (1837- 1885). En el comité del PAN ubicado en la calle Anchorena 666 cantó zambas y otras canciones del género folklórico.
Bastante cerca de su nueva vivienda, en el Teatro Esmeralda, cantó “Mi noche triste”, el tango compuesto por Samuel Castriota (1885-1932) y Pascual Contursi (1888-1932), lo que constituyó un éxito consagratorio. Por entonces había modificado su apellido substituyendo la “s” final por la “l”, y ya todos lo conocían como “El Morocho del Abasto”. Más adelante, en 1923, además se nacionalizó argentino.
La primera grabación del dúo Gardel-Razzano se realizó el 9 de abril de 1917 en un caserón al lado del hotel Savoy, en la calle Cangallo (hoy Presidente Perón), cerca de la esquina con avenida Callao. Allí grabaron “Cantar eterno”, un tango del compositor argentino Ángel Villoldo (1861-1919) -quien es considerado como uno de los pioneros del tango en Buenos Aires-, acompañados por los guitarristas Ángel Domingo Riverol (1893-1935), Guillermo Barbieri (1894-1935) y Domingo Julio Vivas (1895-1952). La aparición de los discos de Gardel-Razzano marcó el inicio de una demanda creciente de esas reproducciones e implicó a su vez el florecimiento de la industria discográfica. Asimismo, en la época inicial de la radiotelefonía, el dúo realizó la primera transmisión desde una radio. Fue en Radio Splendid, una emisora en la cual Gardel también cantó
acompañado por la orquesta del compositor de tangos uruguayo Francisco Canaro (1888-1964), algo que contribuyó a promover la afición del público por la radio.
Así, la popularidad del dúo fue creciendo, traspuso los límites del Abasto y se hizo conocer en otros barrios de la ciudad. Tras su presentación en el Armenonville, uno de los cabarés más lujosos de Buenos Aires ubicado en el barrio de la Recoleta -donde cobraban $ 70 por noche, una importante suma para esa época- la fama del dúo fue acrecentándose noche tras noche y derivó en una agitada actividad que los llevó a presentarse en diversos teatros en la capital porteña y en varias provincias acompañados de artistas de primera magnitud. Actuaron incansablemente viajando a Uruguay, Brasil, España y Francia hasta que, en 1925, debido a problemas en sus cuerdas vocales, Razzano tuvo que dejar de cantar. A partir de entonces pasó a ser responsable de los negocios de Gardel, cuando éste se lanzó como solista. Pronto se convirtió en el máximo exponente del tango y su éxito trascendió las fronteras. Gracias a ello, en 1927 el “Zorzal Criollo”, tal el apodo con el que se lo conocía en el mundo de la música, compró una casona en la calle Jean Jaurès 735 en su querido barrio del Abasto, a la cual se mudó junto con su madre.
En 1932 la misma empresa
lo contrató para tres producciones más. En los mismos estudios filmó “Melodía
de arrabal”, película dirigida por el francés Louis Gasnier (1875-1963) en la
que cantó los tangos “Melodía de arrabal”, “Silencio”, “Cuando tú no estás” y “Mañanita
de sol”, este último a dúo con Imperio Argentina (1910-2003), la actriz y
cantante hispano-argentina que coprotagonizó la película, y el cortometraje “La
casa es seria” dirigido por Lucien Jaquelux (1894-1946), en la que cantó
“Recuerdo malevo” y “Quiéreme”.
A fines de ese año viajó a Toulouse para visitar a su madre y a toda la familia francesa. Luego regresó a Astoria y comenzó a trabajar en los preparativos de las próximas películas. El 28 de marzo de 1935 se embarcó en el puerto de Nueva York, dando así inicio a la que sería su última gira, la cual comprendió Puerto Rico, Aruba, Curazao, Venezuela y Colombia. La misma debía continuar en Panamá y Cuba para concluir finalmente en México antes de emprender el regreso a Estados Unidos. La gira se desarrolló con un enorme éxito, realizando presentaciones en teatros colmados de admiradores en todas las ciudades que visitó y donde fue apodado el “Rey del Tango”.
Tal como lo contaría en 1947 José Razzano, su ex compañero en el dúo que conformaron entre 1911 y 1925, en el libro “Vida de Gardel” escrito por el escritor y comediógrafo argentino Francisco García Jiménez (1899-1983), a las 11 de la mañana del lunes 24 de junio de 1935, Gardel y sus compañeros de viaje se reunieron en las habitaciones del Hotel Granada de Bogotá para bajar luego al comedor para almorzar. Allí firmó fotos, posó para las cámaras, charló con un grupo de admiradoras, empresarios y periodistas, y recibió al director de orquesta colombiano Efraín Orozco (1897-1975). A las 13:15 salieron del hotel. Tuvieron que hacerlo por la puerta trasera, para esquivar a la multitud que bloqueaba la salida principal para despedir a su ídolo. El grupo partió hacia el aeropuerto para tomar el Ford trimotor F-31 de la empresa Servicio Aéreo Colombiano (SACO). A pesar de los oscuros nubarrones, el vuelo a Cali no se canceló. Gardel esperaba ansioso el fin de esa gira para regresar a la Argentina, donde quería formar una productora propia.
Fueron diecisiete los muertos. Además de Gardel también fallecieron los antes mencionados Lepera, Barbieri y Riverol, y José Corpas Moreno (1907-1935), el secretario del cantor. Fue así como se apagó la voz de quien fuera reconocido como el máximo exponente del tango. Fue enterrado primero en Medellín, pero luego Armando Defino (1890-1962) -su albacea- logró la repatriación del cuerpo. “A las seis de la tarde del 18 de diciembre fue exhumado el cadáver de Carlos Gardel”, decía la edición del 19 de diciembre de 1935 del diario colombiano “El Tiempo”. Para salir de Medellín, el ataúd fue cargado en un tren que pasó por Amagá y llegó a La Pintada. Allí fue cargado en una pequeña berlina para ser transportado hasta Valparaíso. Como allí no había rutas, el féretro fue cargado a lomo de mula recorriendo angostos senderos del cerro de Caramanta al borde de precipicios. El cortejo fúnebre pasó por Marmato y llegó a Supía, donde los habitantes de la ciudad rindieron un homenaje a los restos mortales. Desde allí hasta la ciudad de Pereira el trayecto continuó en berlina. En Pereira se realizó el transbordo a un tren que llevó los restos hasta el Puerto de Buenaventura, adonde llegó el 29 de diciembre. Allí fueron embarcados en el vapor Santa Mónica para ser llevado hasta Panamá, donde fueron transbordados al vapor Santa Rita para cruzar el Canal y seguir hasta Nueva York, a donde llegaron el 7 de enero de 1936. En esa ciudad, Gardel fue velado por más de una semana en una casa funeraria del Barrio Latino. Luego fue embarcado en el vapor Panamerican y llegó a Rio de Janeiro el 31 de enero. Tras un homenaje del pueblo con ofrendas florales, los restos mortales llegaron pocos días después al puerto de Montevideo donde, por pedido de los admiradores uruguayos, se realizó un desembarco transitorio y durante toda la noche fueron velados en dependencias de la Aduana.
Finalmente, los restos de Gardel llegaron a Buenos Aires a las 10 de la mañana del 5 de febrero. En la Dársena Norte del puerto fueron recibidos por una impresionante multitud que acompañó luego la procesión hacia el estadio Luna Park ubicado en el barrio de San Nicolás, donde se realizó el velatorio final. En definitiva, el viaje desde Medellín hasta Buenos Aires duró cincuenta y un días y recorriendo 18.000 kilómetros. Después de ese multitudinario funeral, a las 10 de la mañana del día siguiente, recubierto por el poncho que Gardel usaba en sus viajes, el ataúd fue llevado en un carruaje tirado por seis caballos a lo largo de la avenida Corrientes hasta el Cementerio de la Chacarita acompañado por miles de personas que caminaron bajo los rayos de sol. El recorrido llevó casi cuatro horas y en las esquinas y desde los balcones, la gente arrojaba flores ante el paso de los restos de su ídolo.