
Homero Nicolás Manzione Prestera nació el 1° de noviembre de 1907 en Añatuya, Santiago del Estero, provincia en la que vivió su infancia. Luego viajó a Buenos Aires con su familia y comenzó a estudiar en una escuela del barrio de Nueva Pompeya.

Los Manzione eran radicales; inclusive tíos suyos ejercieron cargos provinciales de importancia en Santiago del Estero. Por eso no extraña que a los 17 años comenzara a interesarse por la política, abriendo un ateneo de la Unión Cívica Radical. Dos años más tarde ingresó a la Facultad de Derecho, en la que los estudiantes que adherían a la Reforma Universitaria nacida en las aulas cordobesas unos años antes (y cuyos ecos sacudieron a toda Latinoamérica, en especial Perú y México) postulaban la autonomía, el cogobierno, concursos para designar a los mejores profesores, la gratuidad de los cursos y la investigación como misión universitaria.
"Fueron días difíciles en los claustros -dice su biógrafo, el poeta y ensayista Horacio Salas, en "Conspirador y militante" (Revista Nómada, 2007)-.

Manzi integraba el Centro de Izquierda Reformista junto al futuro ensayista y escritor Arturo Jauretche (1901-1974). Esta agrupación combatía la contrarreforma que era alentada por los profesores conservadores. En 1930, lideró a punta de pistola la ocupación de la Facultad de Derecho en repudio al golpe militar del 6 de septiembre que derrocó al presidente radical Hipólito Yrigoyen (1852-1933), actitud que le valió la expulsión de dicha facultad.
Por esos días, Manzi publicó su poema "42 versos a la Facultad de Derecho" en el que sintetizó el espíritu estudiantil:
La Facultad de Derecho es una casa vieja.
La trajeron -pretendo- de Lovaina o de Lieja
en una tarde fría y otoñal,
y en la ciudad ruidosa fue un asombro ojival.
En su torre, doliente como un sueño inconcluso,
dialogaron sus noches porteñas y los vientos
con silbidos de jarcias y con lamentos
de gatos lunáticos y confusos.
Una luna porteña, que remontó en la esquina,
barrilete nocturno de arrabal,
caloteó dos palomas en Puente Alsina
y las tiró por su ventanal.
Palomas proletarias
que hicieron nido con sus ladrillos,
igual que en los tejados de las aldeas,
igual que en la techumbre del conventillo.
Y la extranjera consistorial
ensayó un paso en la cuerda floja de la emoción,
cuando la plateada galleta marinera
con corazón de pan
le tiró las monedas de su amor,
y en la resurrección sensiblera le brotó un corazón
que en sístoles de huelgas
y en diástoles de gritas
efectúa la cardíaca revolución.
Corazón que practica
la leyenda hipocrática de dormir a la izquierda,
hecho con las estrías de cien muchachos locos
que sueñan con la paz
y que hacen la simbiosis
-pampeanamente rara-
de Yrigoyen y Marx.
Pero está cerca el día de los tejados muertos,
el día de la buena ración,
cuando se vuelen las palomas
y se detenga el corazón.
Entonces esa luna de arrabal
se quedará en el cielo del almacén,
y la extranjera consistorial
volverá a ser un asombro municipal.
Que así no sea.
Amén.
Tras la muerte de Hipólito Yrigoyen en 1933, y desilusionado con la Unión Cívica Radical que -a esa altura de la historia- había abandonado las viejas banderas antimperialistas, a fines de junio de 1935 -en un sótano de la calle Lavalle-, Manzi, Jauretche y otros jóvenes fundaron la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), que diez años después se disolvió para apoyar al naciente peronismo.
Manzi nunca se afilió al peronismo: prefirió mantener su independencia y conservar su visión nacional, popular y antiimperialista.
Poeta por naturaleza, comenzó a escribir tangos, valses y milongas, y de a poco empezó a ser conocido dentro de los círculos relacionados con esa industria naciente. También comenzó su prolífica labor como guionista de cine y su actividad en radio.

Poeta por naturaleza, comenzó a escribir tangos, valses y milongas, y de a poco empezó a ser conocido dentro de los círculos relacionados con esa industria naciente. También comenzó su prolífica labor como guionista de cine y su actividad en radio.
Entre sus poemas musicalizados se destacan: "Viejo ciego", "Milonga sentimental", "Milonga del 900", "El pescante", "Milonga de Puente Alsina", "Sur", "Discepolín", "Malena", "Barrio de tango" y "Che, bandoneón". Con respecto a su incursión en la industria cinematográfica, como libretista y argumentista figura en veinte producciones, entre las que sobresalen: "La guerra gaucha" (Lucas Demare, 1942), "Su mejor alumno" (Lucas Demare, 1944), "Pampa Bárbara" (Lucas Demare y Hugo Fregonese, 1945) y "Escuela de campeones" (Ralph Pappier, 1950); como director: "Pobre mi madre querida" (1948) y "El último payador" (1950) con la colaboración de Ralph Pappier.

También fue fundador de la productora independiente "Artistas Argentinos Asociados" (AAA), junto a artistas como Enrique Muiño (1881-1956), Elías Alippi (1883-1942), Francisco Petrone (1904-1967), Angel Magaña (1915-1982) y Sebastián Chiola (1902-1950). En esa organización se realizó la mayor parte del cine argentino de aquella época.
Víctima de un cáncer, falleció el 3 de mayo de 1951 cuando tenía sólo 44 años, dejando algunas piezas inéditas, listas para musicalizar ("Magdalena", "Canto viejo", "Reminiscencias" y "Elegía"), además de poemas y varios proyectos cinematográficos inconclusos.
Una semana después de su muerte, la Cámara de Diputados, presidida por Héctor J. Cámpora (1909-1980), antiguo compañero de las luchas universitarias y futuro presidente de la Nación, homenajeó a Manzi. Por su parte, el político más representativo del ala izquierda del peronismo, John William Cooke (1920-1968) hizo el elogio más encendido. La bancada radical, en cambio, en la que se encontraban varios ex correligionarios e íntimos de los viejos días de lucha yrigoyenista, optó por el silencio.
