¿Qué son las pseudociencias y por qué les ha dedicado usted tanto tiempo y esfuerzo?
Una pseudociencia es un cuerpo de creencias incompatibles con el fondo de
conocimiento científico. Le he dedicado mucho tiempo a esta cuestión porque me
asombra y alarma el que haya tantos científicos y filósofos crédulos. Creo que
es un indicador de que se puede ser muy competente en un rincón del saber y
tonto en cuestiones fundamentales, porque los conocimientos científicos suelen
enseñarse de a uno, y porque no se los acompaña de reflexión metodológica, o
sea, no se habitúa al estudiante a preguntarse cómo se sabe tal o cual cosa.
En su último libro dice que el psicoanálisis viola la
ontología y la metodología de toda ciencia genuina. "No está calificado
para considerarse una ciencia. Contrariamente a la creencia general, no es
siquiera una ciencia fallida, puesto que prescinde del método científico e
ignora los contraejemplos. Se trata simplemente de charlatanería psicológica". ¿De qué nace su aversión al psicoanálisis?
Es que son puros mitos, puros cuentos. Nunca se ha visto un psicoanalista
haciendo experimentos, ni a Freud. En las ciencias que estudian hechos se hacen
experimentos. La psicología hace experimentos hace siglo y medio. Los
psicoanalistas no estudian ciencia, estudian fantasías.
¿Por
qué considera usted que el psicoanálisis es una pseudociencia?
Porque hace afirmaciones gratuitas y nunca pone a prueba lo que dice. En más
de un siglo de psicoanálisis no ha habido un solo laboratorio psicoanalítico,
ni un solo experimento psicoanalítico; son afirmaciones de tipo literario, completamente
arbitrarias, totalmente fantásticas.
El
psicoanálisis es, en su opinión, una pseudociencia, pero muchos
psicoanalistas le dirían que no puede serlo, por definición, porque no pretende
vestirse con ropajes científicos. Es un error considerarlo así. Tampoco lo
hace, por ejemplo, la crítica literaria y no es un saber que usted desprecie.
Todos los psicoanalistas, con la excepción de los adeptos de Lacan, pretenden
hacer ciencia de la mente. Pero no la hacen puesto que ignoran al cerebro y no
ponen sus especulaciones a la prueba experimental. La psicología científica
existe desde hace casi dos siglos, y se ha reforzado enormemente en el curso
del último medio siglo al unirse con la neurociencia. Gracias a esta unión, sabemos ahora que las enfermedades mentales son desarreglos cerebrales, por lo
cual pueden tratarse con mayor o menor éxito mediante píldoras o cirugía. La
critica literaria, que usted menciona, puede ser correcta sin ser
experimental, pero todo crítico literario responsable prueba sus hipótesis y
al hacerlo obra científicamente.
¿Por qué afirma que "el psicoanálisis es tan pseudocientífico como la
parapsicología"?
Porque ambos rehúyen la contrastación experimental y son incompatibles con la
neurociencia cognitiva, que enseña que los procesos mentales son cerebrales.
El doctor Gregorio Klimovsky, sin ser un defensor del psicoanálisis,
proponía considerarlo como una protociencia antes que como una pseudociencia, y
esperar que los psicoanalistas lograsen la sistematización de la teoría psicoanalítica para convertirla así en científica. ¿Usted opina que no hay nada
rescatable en el psicoanálisis?
No, no
hay nada rescatable. Lo que pasa es que Klimovsky era un matemático, y tenía la visión de la ciencia que es común a los matemáticos. Creo entender que su
posición era la de que si se axiomatizara y se formalizara correctamente el
psicoanálisis, ya se convertiría en ciencia. En mi libro "La investigación
científica" desarrollé un contra ejemplo; doy allí una "axiomática de los
fantasmas", una teoría matemática de los fantasmas. Matemáticamente es
correcta… ¡pero los fantasmas no existen!. La matematización es necesaria para
hacer avanzar una ciencia más allá de cierto límite, para aumentar la precisión
y la profundidad, pero no es imprescindible para hacer ciencia, y menos aún
suficiente. Se puede macanear matemáticamente. La matemática no nos da más que
formas; si usted llena las formas con basura, sigue siendo basura. Si en vez de
descartar la basura la pone en un paquete lindo, con un moño rosa, sigue siendo
basura. Yo estoy en desacuerdo con el doctor Klimovsky; el psicoanálisis no es
científico, es una pseudociencia. Hace dos tipos de afirmaciones gratuitas: las
comprobables y las no comprobables. Las no comprobables son no científicas
desde el vamos. Las comprobables se dividen a su vez en dos grupos: las que nunca fueron puestas a prueba -y aún así son sostenidas por los
psicoanalistas- y las que sí lo fueron y resultaron ser falsas. Estas últimas nunca fueron ensayadas por psicoanalistas, quienes jamás se anduvieron tomando
ese tipo de molestias. Entonces, el carácter pseudocientífico del psicoanálisis es evidente.
Martin
Gardner, en uno de sus últimos libros, sostiene que una buena forma de aprender
ciencia es viendo en qué se equivocan sus chiflados. Esa parece una frase suya.
¿De qué chiflados, de que pseudociencias cree usted haber aprendido más?
Del
psicoanálisis, claro. ¡Ah! también algo de la parapsicología. El motivo fue que
algunos colegas físicos y matemáticos creían en la parapsicología. En la Universidad , la
creencia en la parapsicología está muy difundida. Alrededor del 50% de la gente
cree en la posibilidad de la telepatía, no tanto ya en la telekinesis. Para
hacer la crítica uno necesita argumentos, y así lee artículos del "Journal of
Parapsychology", analiza los experimentos, trata de ver qué es lo que falla, y hace además una crítica
psicológica, desde el punto de vista de la filosofía de la mente. Como dice
Gardner, se puede aprender mucho sobre el método científico leyendo a los
macaneadores. Pero yo no creo que sean chiflados de la ciencia, ni que estas
creencias sean ciencias patológicas, como alguien las llamó; son simplemente no-ciencia. Ni siquiera se
toman mucho trabajo para aparentar ser ciencias, cualquiera puede entenderlas.
Los únicos pseudocientíficos que hacen experimentos son los parapsicólogos. Del
mismo modo, la única pseudociencia que se apoya en una ciencia es la
astrología; son los únicos que consultan a la astronomía, los demás se valen
solos. Son independientes. Justamente Freud insistía con el tema de la
independencia del psicoanálisis con respecto a la neurofisiología, y Lacan aún
más. Lacan quiso rescatar un proyecto de Facultad de Psicología esbozado por
Freud. Los estudiantes deberían aprender literatura, mitología, y por supuesto,
psicoanálisis I, II, etc. Tenían que tener cultura literaria y humanística pero
ninguna cultura científica. En particular no se aprendía psicología
experimental, nada que oliera a laboratorio. ¡Que contentos se pondrían al
saber que su proyecto se realizó aquí, en el Tercer Mundo!
¿Cree usted que el psicoanálisis es la pseudociencia que, por dictarse en la Universidad , más
influye sobre el estudiante?
Sí, sí.
En la Universidad
argentina ¿eh?; en mi Universidad y en las demás de Norteamérica no se enseña
psicoanálisis, y menos que menos psicoanálisis lacaniano. Con alguna que otra excepción, y siempre en los departamentos de psiquiatría,
no en los de psicología. Está en plena decadencia. A partir de los años '70 -o
tal vez un poco antes- la cultura argentina ha sido barrida por los militares y
por el irracionalismo. Es uno de los tantos componentes del esoterismo, del macaneo. ¿Cómo no va a
invadir la Universidad ?.
La Universidad
ha sido destruida en 1966 por la dictadura militar. Luego vino un intento de
recuperación, después fue vuelta a destruir, y todavía no se ha recuperado. Es
un escándalo que no haya epistemólogos que hagan la crítica de esta macana por
falta total de preparación científica y filosófica. Hay que combinar las dos cosas. Una
forma de ganarle terreno a los psicoanalistas sería disponer de un buen
presupuesto, porque la psicobiología necesita laboratorios e instrumental,
mientras que el psicoanálisis es barato para quienes lo practican. Por
supuesto, es más fácil escribir un artículo psicoanalítico que una contribución
seria a la psicología científica. Pero en el país existen –por suerte-
psicólogos biológicos; los he encontrado en Mendoza y en Rosario. En España y
México, invadidos por psicoanalistas argentinos, me he encontrado con algunos.
Esta gente ha invertido años en adquirir esta preparación. La psicología
moderna con laboratorios es la única que está haciendo avances espectaculares.
Por eso es que se interesan por ella muchos médicos, psiquiatras y estudiosos
de las afasias, de las perturbaciones del habla y de la comprensión del habla.
En el prefacio de su libro "Pseudociencia e ideología" usted relata que cuando era adolescente tenía en su estudio tres retratos: el de Einstein, el de Marx y el de Freud. Dice que el primero en caer fue el de Freud. Nos gustaría saber cómo, cuando y por qué cayó. ¿Fue algo paulatino?
En el prefacio de su libro "Pseudociencia e ideología" usted relata que cuando era adolescente tenía en su estudio tres retratos: el de Einstein, el de Marx y el de Freud. Dice que el primero en caer fue el de Freud. Nos gustaría saber cómo, cuando y por qué cayó. ¿Fue algo paulatino?
No, fue
bastante súbito. Fueron dos experiencias. Una con un psicoanalista amigo que me
hizo uno de esos psicoanálisis instantáneos: "sí, lo que pasa es que vos tenés
problemas de amor y de trabajo". Yo tenía dieciséis o diecisiete años. Al principio pensaba: ¿como se habrá enterado? Después empecé a recapacitar: "todos los adolescentes
tenemos problemas de ese tipo". Y poco después este hombre enloqueció
completamente: se quería tirar de una ventana porque decía que iba a salir
volando. Entonces me dije: "bueno, por lo menos a la locura el psicoanálisis no
la trata". Segundo, leí un libro de Bertrand Russell que se llamaba algo así
como "Introducción a la
Filosofía" , de 1914. Y ahí tiene un largo capítulo sobre la
psicología más avanzada de aquel tiempo: la reflexología y el conductismo, que
habían nacido de Pavlov por una parte y de Watson por otra. Y, como todos
saben, Russell se reía del psicoanálisis. Entonces pensé: "¡Ah! esta gente
tratará de explicar las cosas de un modo materialista, recurriendo al sistema
nervioso". Eso me abrió los ojos. Y tengo que recordar un tercer motivo: en
aquella época yo me consideraba marxista. Leí un libro de Reuben Osborne -quien
era freudomarxista- que expresaba la combinación o síntesis entre el marxismo y
el freudismo, una corriente que nació en Viena y se propagó enseguida. El libro
me indignó tanto que escribí un libro en contra. Y a medida que lo iba
escribiendo me iba volviendo más y más anti psicoanalítico. Antes de
estas tres experiencias yo creía en el psicoanálisis, desde luego, como
adolescente porteño que ve los libros de Freud en los quioscos del subterráneo
a 50 centavos cada uno, al alcance de todo el pueblo, de cualquiera que sepa
leer y escribir; esto me convenció de que el psicoanálisis no era
científico. Desde entonces, no he hecho más que continuar en esta opinión. Al
estudiar psicología moderna, en particular psicología fisiológica, uno se da
cuenta de que Freud, entre otras cosas, adopta una posición dualista frente al
problema mente-cuerpo. Posición que no es original de Freud: es tan vieja como la religión, pero él la
tomó del neurólogo inglés Hughlings Jackson, quien a su vez adoptó una posición
propuesta por primera vez por el gran filósofo y matemático Leibniz, quien
sostenía que los procesos mentales y los procesos biológicos eran paralelos
entre sí. Cada vez que uno pensaba una idea, ocurría algo en el cerebro, pero
era una sincronización: la mente iba por su lado y el cerebro por el suyo. Eran
paralelos. Como dos relojes independientes pero sincronizados. Es la hipótesis
del paralelismo psicofísico. Y bueno, es muy insatisfactorio. No se entiende
por qué diablos son sincrónicos. Tampoco se entiende por qué un cerebro con muchas circunvoluciones nos confiere
alguna superioridad. Si la mente no necesitara del cerebro, nos convendría
tener un cerebro chiquito, que se ocupara de regular los movimientos y la
temperatura, en lugar de tener una caja craneana tan incómoda que nos obliga,
entre otras cosas, a la confección de sombreros.
En su libro "El problema mente-cerebro", usted hace una crítica a la postura de que los predicados mentalistas no son reductibles a predicados neurofisiológicos. Está claro que su concepción de la mente es la de una colección de procesos cerebrales. ¿Qué me dice de Russell cuando afirma que esos predicados son sintéticos y no analizables?
Sí, pero tenga en cuenta que Russell escribió esto en 1921, cuando casi toda la psicología fisiológica que había trataba sobre el problema de la percepción. Se ha avanzado muchísimo en estos tres cuartos de siglo. Le voy a dar un ejemplo. Usted puede decir que Fulano está hablando. Una manera neurofisiológica de decirlo es afirmar "las áreas de Wernicke y de Broca de Fulano están activas". Otra: "Fulano está viendo", es como decir "la corteza estriada de Fulano está activa en este momento". A primera vista pareciera que no tienen nada que ver. Eso ocurre porque no nos hemos acostumbrado. Es como si un dualista le dijese a un físico que el predicado brillante no tiene nada que ver con los que intervienen en la teoría del estado sólido, que analizan el proceso de reflexión de un rayo luminoso por los átomos que componen la superficie del objeto brillante, y sin embargo es la misma cosa. Los primeros en darse cuenta de que podemos deducir o definir los predicados que usamos para describir nuestras percepciones en términos de predicados que definen cosas invisibles fueron los atomistas griegos. Claro que ellos no tenían toda la teoría que ahora tenemos. Hoy se puede. El paso que la Física dio en el siglo XX tendrá que hacerlo la psicología en el próximo.
¿Podemos decir que hay un vacío a nivel psicoterapéutico en las corrientes psicológicas que tratan de enfocar científicamente su campo de interés?
Lo había hasta que nació la terapia de la conducta, que se ocupa de los casos tratables por medios sencillos, sin drogas. Lo hubo en el caso de la depresión y la esquizofrenia hasta 1955, cuando por primera vez se descubrieron neurolépticos eficaces. Es cierto que tienen efectos secundarios muy desagradables de tipo dermatológico y pérdida de memoria, aunque no una pérdida definitiva. También es verdad que tales dolencias no se pueden curar definitivamente, pero sabemos controlarlas con drogas. Hoy día se puede llevar una vida casi normal con problemas depresivos que, no tratados, probablemente llevarían al suicidio. Pero hay mucho por hacer todavía, no hay suficiente gente ocupándose de estas cosas y hay demasiada creyendo que la magia de la palabra puede suplir a las drogas, porque ignora que, entre otras cosas, el cerebro es un sistema químico. Basta cambiar la química del cerebro para modificar la forma de sentir o incluso de pensar. Y en realidad todos nosotros tenemos experiencias en ese sentido. Cuando estamos adormilados tomamos una taza de café; hay una droga llamada cafeína que nos da lucidez. Por eso no tendría que ser tan difícil de comprender.
Esto es una grave objeción al dualismo, el cual sin embargo persiste.
Persiste entre otras cosas porque estamos atados a la religión, porque tenemos resabios de una filosofía anticuada. Todavía la mayor parte de los cursos de psicología no son cursos de psicología biológica. El estudio de lo mental no se encara desde una perspectiva biológica.
¿Cree usted sinceramente que es posible aplicar metodología propia de la ciencía física o matemática al análisis de los distintos ámbitos de las ciencias humanas?
Así lo creo. Yo soy contrario a la llamada escuela Histórico-Cultural, según la cual las ciencias sociales son radicalmente diferentes de las naturales. Desde luego que son objetos diferentes y las técnicas son diferentes, pero creo que sí, que se puede, y además hay ciencias híbridas, ciencias mixtas que son a la vez naturales y sociales; la bioeconomía une ciertos aspectos de la biología con otros de la economía, la sociología de sociedades de animales es a la vez ciencia social y ciencia natural. Todos estos son ejemplo de ciencias híbridas y refutan la dicotomía entre ciencias naturales y sociales. Hay diferencias, pero no hay separación, hay unión, del mismo modo que los esposos o el matrimonio son diferentes pero están unidos.
En su libro "El problema mente-cerebro", usted hace una crítica a la postura de que los predicados mentalistas no son reductibles a predicados neurofisiológicos. Está claro que su concepción de la mente es la de una colección de procesos cerebrales. ¿Qué me dice de Russell cuando afirma que esos predicados son sintéticos y no analizables?
Sí, pero tenga en cuenta que Russell escribió esto en 1921, cuando casi toda la psicología fisiológica que había trataba sobre el problema de la percepción. Se ha avanzado muchísimo en estos tres cuartos de siglo. Le voy a dar un ejemplo. Usted puede decir que Fulano está hablando. Una manera neurofisiológica de decirlo es afirmar "las áreas de Wernicke y de Broca de Fulano están activas". Otra: "Fulano está viendo", es como decir "la corteza estriada de Fulano está activa en este momento". A primera vista pareciera que no tienen nada que ver. Eso ocurre porque no nos hemos acostumbrado. Es como si un dualista le dijese a un físico que el predicado brillante no tiene nada que ver con los que intervienen en la teoría del estado sólido, que analizan el proceso de reflexión de un rayo luminoso por los átomos que componen la superficie del objeto brillante, y sin embargo es la misma cosa. Los primeros en darse cuenta de que podemos deducir o definir los predicados que usamos para describir nuestras percepciones en términos de predicados que definen cosas invisibles fueron los atomistas griegos. Claro que ellos no tenían toda la teoría que ahora tenemos. Hoy se puede. El paso que la Física dio en el siglo XX tendrá que hacerlo la psicología en el próximo.
¿Podemos decir que hay un vacío a nivel psicoterapéutico en las corrientes psicológicas que tratan de enfocar científicamente su campo de interés?
Lo había hasta que nació la terapia de la conducta, que se ocupa de los casos tratables por medios sencillos, sin drogas. Lo hubo en el caso de la depresión y la esquizofrenia hasta 1955, cuando por primera vez se descubrieron neurolépticos eficaces. Es cierto que tienen efectos secundarios muy desagradables de tipo dermatológico y pérdida de memoria, aunque no una pérdida definitiva. También es verdad que tales dolencias no se pueden curar definitivamente, pero sabemos controlarlas con drogas. Hoy día se puede llevar una vida casi normal con problemas depresivos que, no tratados, probablemente llevarían al suicidio. Pero hay mucho por hacer todavía, no hay suficiente gente ocupándose de estas cosas y hay demasiada creyendo que la magia de la palabra puede suplir a las drogas, porque ignora que, entre otras cosas, el cerebro es un sistema químico. Basta cambiar la química del cerebro para modificar la forma de sentir o incluso de pensar. Y en realidad todos nosotros tenemos experiencias en ese sentido. Cuando estamos adormilados tomamos una taza de café; hay una droga llamada cafeína que nos da lucidez. Por eso no tendría que ser tan difícil de comprender.
Esto es una grave objeción al dualismo, el cual sin embargo persiste.
Persiste entre otras cosas porque estamos atados a la religión, porque tenemos resabios de una filosofía anticuada. Todavía la mayor parte de los cursos de psicología no son cursos de psicología biológica. El estudio de lo mental no se encara desde una perspectiva biológica.
¿Cree usted sinceramente que es posible aplicar metodología propia de la ciencía física o matemática al análisis de los distintos ámbitos de las ciencias humanas?
Así lo creo. Yo soy contrario a la llamada escuela Histórico-Cultural, según la cual las ciencias sociales son radicalmente diferentes de las naturales. Desde luego que son objetos diferentes y las técnicas son diferentes, pero creo que sí, que se puede, y además hay ciencias híbridas, ciencias mixtas que son a la vez naturales y sociales; la bioeconomía une ciertos aspectos de la biología con otros de la economía, la sociología de sociedades de animales es a la vez ciencia social y ciencia natural. Todos estos son ejemplo de ciencias híbridas y refutan la dicotomía entre ciencias naturales y sociales. Hay diferencias, pero no hay separación, hay unión, del mismo modo que los esposos o el matrimonio son diferentes pero están unidos.