30 de julio de 2008

A.54, el espía que surgió del frío

Son célebres las historias de los grandes espías de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo las de dos muy conocidos: Richard Sorge (1895-1944), que actuó en Japón, y Rudolf Roessler (1897-1958), quien lo hizo en Suiza. Se les ha consagrado libros y pelícu­las. Pero hay un tercero cuya historia vio la luz mucho después de terminada la guerra; la historia del más audaz de los espías aliados, el agente A.54, que provocó la admiración de Winston Churchill (1874-1965) y que desapa­reció en 1942, sin que su nombre fuera conocido durante muchísimo tiempo.
Nadie había tenido noticias del caso más singular dentro del espionaje internacional. Durante treinta años, desde 1936 (fecha de sus comienzos) hasta 1966, todo se había ignorado de él; hasta su verdadero nombre. Gracias a las investigaciones pacientes y empeñosas de tres checos (Cestnür Amort, I.M. Jedlicka y Rudolf Stroebinger) pudo conocerse toda la verdad sobre la actividad del espía más asombroso del siglo XX: el alemán Paul Thümmel, miembro de la "Vieja Guardia" de Adolf Hitler (1889-1945), amigo íntimo del jefe de las S.S. Heinrich Himmler (1900-1945), a quien tuteaba y jefe de una central de la Abwehr (Servicio de Informaciones del ejército alemán) bajo las órdenes directas del almirante Wilhelm Canaris (1887-1945).
En la mañana del lunes 10 de febrero de 1936, el mayor Josef Bartik, del ser­vicio de informaciones checo en Praga, recibió una carta diri­gida a la Oficina de Informaciones del Ministerio de la Defensa Nacional. Instantes más tarde, el coronel Beck, jefe de la sección operaciones del contraespionaje, y el teniente coronel Moravec, jefe del grupo de investigaciones, se reunieron con el mayor Bartik, dando comienzo a la más fabulosa historia de espionaje de la Segunda Guerra Mundial. El autor de la carta ofrecía sus servicios al contraespionaje checoslovaco. No era el prime­ro, desde que el nazismo estaba en el poder en Alemania. El remitente decía: "Si supieran ustedes de qué se trata, sacrificarían una suma enorme para obtener todo eso". Subrayaba que disponía, no solamente de las informaciones ofre­cidas en su carta, sino de muchos elementos más. Solicitaba la compra de una máquina fotográfica (a comprar en Alemania por motivos de seguridad) y planteaba sus condiciones: "Jamás conocerán mi nombre; nunca me encontraré con ustedes sobre te­rritorio checo; solicito la suma de 15.000 marcos alemanes en billetes usados (de esta suma, 4.000 marcos me deben llegar antes de las tres se­manas)".
La carta continuaba textualmente: "Espero que me contesten a poste restante, cada vez a una aldea diferente de Sajonia o Baviera. De vuestra respuesta depende que les dé estas informaciones o que las ofrezca al servicio de investigaciones francés. Igualmente espero re­cibir, con su primera respuesta, el adelanto solicitado para comprar el aparato fotográfico y para disponer los gastos necesarios. Mi ofrecimiento es real, y no deben ustedes temer el gastar inútilmente este dinero. Les ruego que envíen su primera respuesta a la dirección si­guiente, el 14 de febrero a más tardar. Suyo: F.M.". Y en la posdata decía: "F.M. 137, Poste Restante, Annaberg (Erzgebirge). Envíen la carta desde una oficina de correos en Alemania".
Ese mismo día, el mayor Bartik contestó a esa carta. Se intercambiaron tres cartas; luego, el 28 de marzo de 1936, el corresponsal alemán fijó un encuentro para el 6 de abril en la ruta de Karlovy Vary. La respuesta del Servicio de Informaciones checoslovaco fue positiva; la contraseña: "Altvater". Y el lunes 6 de abril de 1936, a las 20,30 horas, los oficiales Fryc y Rybar, del S.I. checoslovaco, llegaron al cruce indicado por F.M. Tras el encuentro, el mayor Bartik -que esperaba en el auto- vio al hombre que, hasta ese mo­mento y para él, no vivía más que en su ima­ginación: "Era un hombre de 32 a 35 años, estatura me­diana y aspecto completamente común. Tenía el cráneo afeitado a la prusiana; tenía ojos grandes, penetrantes. Un hombre tranquilo, sereno, que hablaba poco. Conversamos en ale­mán. Entre otras cosas, le pregunté por qué motivos nos ofrecía su colaboración, pre­firiéndonos al Servicio de Informaciones francés. Me respondió que no le habría gustado ofrecer sus servicios a los franceses, pues éstos eran aturdidos por naturaleza y tomaban las cosas a la ligera. Con ellos, el peligro de ser desenmas­carado amenazaba constantemente".
Los primeros documentos suministrados por F.M., sin ser sensacionales, eran muy importantes. En efecto, entre otras cosas, entregó la nómina detallada de los agentes que proporcionaban a la Abwehrstelle (oficina de inteligencia) de Dresden, informaciones milita­res sobre Checoslovaquia. En la conversación con el mayor Bartik, F.M. declaró que la Alemania nazi preparaba "una guerra de agresión, no solamente contra Che­coslovaquia, que será el primer objetivo, sino también contra Polonia y, probablemente, la Unión Soviética". Lo notable de la información era que anticipaba los hechos tres años antes de que estallara la guerra. Cuando se le pagó su remuneración, F.M. firmó un recibo con el que decía ser su nombre verdadero: Jochen Breitner, pero el Servicio de Informaciones che­coslovaco ya lo había bautizado con otro: A.54.
En el transcurso del año 1937, A.54 -que ahora firmaba sus informes con un nuevo nombre: Voral-, no cesó de suministrar valiosas infor­maciones al S.I. checoslovaco. En la noche del 12 al 13 de mayo de 1938, Voral fijó una cita con los oficiales del 2º Bureau Checoslovaco, para revelarles que Alemania preparaba una intensa agitación en los Sudetes, y que el 22 de mayo las tropas alemanas inva­dirían el territorio checoslovaco en el espacio situado entre las aldeas de Decin y Bilina. Se desencadenó la agitación, pero, adecuada­mente prevenido, el gobierno de Praga había dado la orden de cerrar las fronteras y llamado a las armas a sus reservistas, así como a sus tropas regulares. El 20 de mayo, por la noche, se decretó el estado de alerta y al día siguiente, la infantería y la artillería ocupaban sus posiciones en las líneas fortificadas de de­fensa. Esta movilización por parte de Checoslovaquia, sorprendió a la opinión pública y el 22 de mayo no pasó na­sa: Hitler tuvo una rabieta memorable. La república checoslovaca había ganado esa batalla en el frente secreto gracias a A.54.
En setiembre de 1938, A.54 fijó una nueva entrevista, a la cual acudieron el mayor Frank y el capitán Fryc. Entre otras cosas, A.54 entregó informaciones deta­lladas sobre las nuevas armas fabricadas en Ale­mania, de las cuales llevó incluso algunas (entre ellas, un prototipo de gra­nada con un nuevo explosivo, de gran eficacia y origen desconocido). El siguiente encuentro ocurrió en la estación de trenes de Turnov el 11 de marzo de 1939, a las 7 de la mañana, entre el capitán Fryc y quien nuevamente había cambiado de nombre: ahora se llamaba Paul Hans Steinberg. A.54 informó que Bohemia y Moravia serían invadidas el 15 de marzo y que, en la misma fecha, Eslovaquia sería proclamada Estado indepen­diente. El programa de los preparativos alema­nes para las jornadas del 12 al 14 de marzo fue expuesto en detalle y sus informaciones, muy precisas, coincidían con ciertos datos comunicados por el contra­espionaje francés. Cuando los datos llegaron al Estado Mayor checo, su supe­rior, el coronel Frantisek Moravec (1895-1966) dio aviso a su gobierno; el presidente Emil Hácha (1872-1945) no tomó en serio la información y se negó a alertar a la opinión mundial e impartir al ejército alguna consigna especial. Por su parte, el coronel Moravec estaba convencido de que el agente A.54 había dicho la verdad. Durante la noche del 13 al 14 de marzo de 1939, montones de documentos im­portantes ardieron en el patio del Estado Mayor General de Praga. Los oficiales embalaron los legajos de mayor valor, entre ellos, claro está, el del agente A.54, y prepararon el traslado a Gran Bretaña del valioso material.
El representante del Sevicio de Inteligencia inglés en Praga era el agregado del cónsul británico en la sección pasaportes, el comandante Harold Gibson (1892-1960), quien prometió a Moravec conseguirle ayuda. El 14 de marzo, por la tarde, un avión Douglas de la K.L.M. se posó en el aeropuerto de Ruzyne, cerca de Praga, y em­barcó a doce hombres, entre ellos el coronel Moravec, con los cajones que éstos llevaban a Londres. El 15 de marzo, al alba, un comando especial (Einsatzkommando) de la Abwehr de Dresden, penetró en las oficinas del estado mayor checoslovaco y las encontró vacías. Poco después llegó el jefe supremo de la Abwehr, el enigmático almiran­te Canaris, acompañado por uno de los jefes más importantes del S.I. alemán: era Paul Thümmel, alias F.M., alias Jochen Breitner, alias Voral, alias Paul Hans Steinberg, el agente secreto checo A.54, al que treinta años más tarde se llamaría "el espía de tres caras".
Paul Thümmel pertenecía a una familia de origen modesto. Nació el 15 de enero de 1902 en Neuhausen (Erzgebirge), hijo de un panadero. Nazi de la primera hora -poseía la matrícula nº 61.574 del N.S.D.A.P. (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei -Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán), apenas un poco menos antigua que la Martin Bormann (1900-1945), el jefe de la Cancille­ría del Reich que tenía el carnet nº 60.508- fun­dó en 1927 una filial del partido en su ciudad natal. En 1928, ingresó de manera honoraria en el Servicio de Informaciones del ejército alemán. En ocasión del primer acto organizado por él, fue a dirigir la palabra Heinrich Himmler, jefe de los S.S. Los dos nazis, que tenían dos años de diferencia (Himmler 28 y Thümmel 26) simpatizaron, y Himmler pasó la noche en la casa de la familia Thümmel. Después de ese primer encuentro, entablaron una gran amistad. Cuando el 6 de enero de 1929, Hitler nombró a Himmler Reichsführer (Comandante en Jefe) de las S.S. en reemplazo del comandante Erhard Heiden (1901-1933), el viejo amigo le propuso ingresar en el Schwarze Korps, un grupo de elite de las S.S. En abril de 1934, Himmler quedó al frente de la Gestapo y citó a Thümmel para explicarle que era necesaria una depuración del partido ya que Hitler estaba decidido a pasar rápidamente a la acción y eliminar físicamente a todos los S.A. que complotaban contra él. Dos meses después (el 30 de junio), ocurrió la "noche de los cuchillos largos", la purga sangrienta que desembarazó a Hitler del jefe de las S.A. Ernst Röhm (1887-1934), en la que no existe certeza de que haya participado el futuro A.54. Según el testimonio -durante el pro­ceso de Nuremberg- de Friedrich Eberstein (1894-1979), jefe supremo de las S.S. y de la policía en Baviera, Paul Thümmel estaba en Dresden en compañía del coronel de las S.S. Lothar Beutel (1902-1986), quien hizo ejecutar por la Kriminalpolizei (Departamento de Investigación del Crimen) a ocho miembros de las S.A. y del N.S.D.A.P.
Cuando el 1º de enero de 1935 el coronel Canaris fue nombrado jefe de la Abwehr, Himmler le recomendó caluro­samente a su amigo Paul Thümmel. Este no tardó en llegar a ser uno de los hombres de confianza del misterioso almirante que convirtió a Dresden en el cuartel general de los servicios de espionaje en el centro de Europa. Por consiguiente, desde fines de 1935, Thümmel ocupó un puesto clave y sus relaciones privadas con Himmler y Canaris le per­mitieron estar al corriente de ciertos secretos clasificados. Bajo la autoridad del coronel Hans Günter von Kornatzki (1906-1944), Thümmel tuvo la misión de centrali­zar en Praga el espionaje en los Balcanes, Europa central, Turquía y Medio Oriente.
La noche del 3 de agosto de 1939 en La Haya, el mayor Aloïs Frank del S.I. checoslovaco, recibió de manos de A.54 un informe explosivo: Alemania, con más de 450 divisiones, atacaría a Polonia antes de un mes. Hitler no esperaba una intervención activa de Francia e Inglaterra. Si, contra toda previ­sión, éstas entraran en guerra, no serían atacadas por Alemania. Hitler contaba, no sólo con la neutralidad bene­volente de la Unión Soviética, sino incluso con una probable colaboración. También entregó informes sobre el accionar nazi en Checoslovaquia, sobre los preparativos militares en las fronteras polacas y sobre la actividad de las redes de la Abwehr en el extranjero.
Invadida Polonia, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, A.54 no disminuyó su actividad. En noviembre de 1939 hizo llegar a Londres la primera información sobre las armas secretas que preparaba Alemania: los cohetes V-1. La información, clasificada con el número 26 en los archivos del S.I. checoslovaco en Londres, especificaba: "Se trata de un torpedo que después de ser arrojado al aire se convierte en avión. La precisión del tiro al objetivo no es grande por el momento". El 28 de enero de 1940, A.54 comunicó a Lon­dres: "Será franqueada la frontera entre Francia y Bélgica (Ardennes) en dirección a la Mancha, con invasión de los territorios belga y holan­dés". El 9 de marzo de 1940 informó: "Ribbentrop irá pronto a entrevistarse con Mussolini... Se fabrican intensamente bombas de unos 5.000 kg... No habrá ataque en el Oeste antes del 17 de mar­zo... Cuidado en Suecia y Holanda, el Sicherheitsdienst (S.D., Servicio de Seguridad) despliega gran actividad... Importantes centrales del S.D. se insta­lan en Zagreb, Atenas, Bucarest y Dubrovnik". Una semana más tarde, A.54 informó a Londres que Hitler había decidido atacar a Ho­landa, Bélgica y Francia. El 29 de abril de 1940 avisó: "Febriles preparativos para el ataque en el Oeste". Al día siguiente: "Alemania atacará el 10 de mayo".
En sus "Memorias", el presidente Edvard Benes (1884-1948), jefe del gobierno checo exiliado en Londres, hizo alu­sión varias veces al misterioso A.54, escribiendo: "Son las informaciones proporcionadas por A.54 las que me han permitido confiar al presidente Roosevelt todos los proyectos de Hitler relativos a la guerra relámpago contra Polonia, seguida de una invasión a Francia a través de Bélgica y Holanda". El Primer Ministro británico Churchill le dijo al coronel Moravec, jefe del S.I. checoslovaco que permanecía en Londres: "¡Es el agente más fantástico de todos los tiempos! ¿Se conoce su nombre? ¿Se sabe por qué tra­baja para nosotros?". Moravec no tenía la respuesta. Fue también A.54 quien anunció a Londres que Ale­mania preparaba la invasión de Islandia. Hitler quedó trastornado al enterarse de que los ingleses se le habían adelantado al tomar pose­sión militar de la isla, pero jamás sospechó cómo se podían haber divulgado sus prepara­tivos tan secretos.
El 4 de octubre de 1940, tuvo lugar en Brenner una entrevista entre Hitler, el Primer Ministro italiano Benito Mussolini (1883-1945), su Ministro de Asuntos Exteriores Galeazzo Ciano (1903-1944) y su colega alemán Joachim von Ribbentrop (1893-1946). Una semana más tarde, A.54 comu­nicó a Londres que Hitler hacía preparar al alto mando de la Wehrmacht (Fuerzas Armadas) un nuevo proyecto: el de la operación "Barbarossa". El 27 de octubre indicó que se trataba del plan de agresión contra la Unión Soviética. El 18 de diciembre, Hitler firmaba el plan Barbarossa, del cual existían solamente nueve ejemplares, uno de los cuales fue para el almirante Canaris. Seis días más tarde, A.54 anun­ció lacónicamente a Londres: "La operación Barbarossa debe comenzar el 15 de mayo de 1941". Más tarde, y poco a poco, logró transmitir una multitud de detalles relativos a ese plan ultrasecreto.
El presidente checo dice en el libro citado que transmitió sin demora esta información a Chur­chill. Como se sabe, Churchill le escribió perso­nalmente al líder soviético Iósif Stalin (1878-1953) para prevenirle del peligro. En su informe secreto del 25 de febrero de 1956 ante el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS, el nuevo secretario Nikita Jruschov (1894-1971) declaró: "Churchill insistió varias veces sobre este pun­to (el ataque a la URSS por parte del III Reich). Sin embargo, Stalin no prestó aten­ción a estos avisos. Más aún; dio orden de no prestar fe a indicaciones de esta clase, a fin de no provocar el desencadenamiento de opera­ciones militares".
El valor e importancia de la información de A.54 no quedaron disminuidos por el hecho de que Hitler no atacó a la Unión Soviética hasta el 22 de junio de 1941 a las tres de la madrugada, una demora que se produjo porque invadió primero Yugoslavia y Grecia. El 20 de mayo de 1941, otro de los célebres espías, Richard Sorge, advirtió al Kremlin que el ataque se desencadenaría el 20 de junio, acercándose más a la fecha definitiva.
El agente A.54 habría podi­do seguir hasta el fin de la guerra, informando tan impune y perfectamente a los aliados, si no hubiera sido perseguido por el brazo derecho de Himmler y uno de los responsables de la "Solución final", el plan para la aniquilación de judíos, gitanos y prisioneros de guerra soviéticos, el temible Reinhard Heydrich (1904-1942). Durante el día, bajo otro de sus múltiples nombres -esta vez Paul Holm- coordinaba la actividad de la Abwehr, no sólo en Checoslovaquia, sino en todo el centro de Europa, los Balcanes y Turquía, haciendo el viaje Praga-Berlín-Praga dos o tres veces por semana. Permanecía en estrecho contacto con el almirante Canaris y con su amigo Himmler cuando éste se hallaba en Berlín. También visitaba a menudo a la amante del ministro de propaganda nazi, el doctor Joseph Goebbels (1897-1945), la actriz checa Lida Baarova (1914-2000), de quien, según parece, estaba profundamente enamorado. Por la noche volvía a ser A.54, actuando -con el nombre de Rene- muy estrechamente con los jefes de la resistencia checa: el teniente coronel Josef Masín (1896-1942), el te­niente coronel Josef Balabán (1894-1941) y el capitán Václav Moravek (1904-1942).
El 22 de abril de 1941, la Gestapo logró apo­derarse del teniente coronel Balabán en uno de los departamentos donde se ocultaba Moravek, pero éste, advertido por A.54, ya no estaba allí. El 13 de mayo de 1941, la Gestapo descubrió al teniente coronel Masín y al capitán Moravek. Masín fue herido y apresado, mien­tras Moravek logró escapar. Ni Balabán ni Masín, torturados, hablaron an­tes de morir, pero el círculo de la Gestapo se cerraba alrededor de Moravek, que escapó por poco de los policías alemanes el 22 de junio y nuevamente el 20 de diciembre de 1941. Entre ambas fechas se había producido un suceso importante: el 27 de setiembre, Heydrich fue nombrado Viceprotector de Bohemia y Moravia con la intención de intensi­ficar la lucha contra la resistencia checa.
La Gestapo conocía desde mucho tiempo atrás la existencia de A.54. Ya desde 1939, procuraba identificar al misterioso personaje que traicionaba los secretos más importantes del Tercer Reich. La hipótesis admitida era que el traidor debía contarse entre los personajes que ocupaban funciones importan­tes en el seno del sistema nazi, pero ninguna prueba sustentaba esta suposición de Heydrich, quien había formado un grupo especial al mando del S.S. Willi Abendschön (1905-1959) para descubrir la identidad del traidor. Pese a su experiencia y audacia, A. 54 no podía escapar indefinidamente. Ya en el transcurso del verano de 1941, unos agentes del S.D. expulsados de Turquía e interrogados por la Gestapo pronunciaron el nombre de Thümmel. Este nom­bre recordó un hecho reciente al grupo espe­cial de investigaciones de la Gestapo: en el mes de abril de 1941, cuando Yugoslavia fue vencida y ocu­pada, los investigadores de la S.D. encontraron, en la oficina del agregado militar inglés en Belgrado, la copia de un despacho reciente que ponía de relieve informaciones militares muy importantes, provenientes de Praga. Ahora bien, en esa ciudad, solamente tres personas po­dían estar en conocimiento de dichas informa­ciones militares: el comandante de la Abwehr, su agregado y Paul Thümmel. Como en esa época, los dos oficiales superiores se hallaban ausentes de Praga, las sospechas cayeron sobre Thüm­mel. Abendschön dirigió un informe a Berlín. La respuesta fue categórica: "Paul Thümmel, an­tiguo miembro del N.S.D.A.P., poseedor de la insignia de oro del partido, asignado a los ser­vicios de espionaje desde 1928, cuenta con la confianza plena y entera del partido y del alto mando de la Wehrmacht".
El 4 de octubre de 1941, Abendschön condujo una acción exitosa contra una estación transmisora clandestina instalada en los suburbios de Praga. Fueron capturados una cantidad de despachos listos para ser transmi­tidos. En todos ellos figuraba el nombre Rene. Las informaciones emanadas de Rene eran de un carácter tan particularmente secreto que la cantidad de personas que podían conocerlas en Praga era limitada. Estaba el gene­ral S.S. Karl Hermann Frank (1898-1946), secretario de Estado para el protectorado de Bohemia y Moravia; el Standartenführer S.S. (oficial de segundo rango) Otto Geschke (1907-1959), jefe de la Gestapo en Praga, y el jefe de la red de la Abwehr, Paul Thümmel. Abendschön confió su informe a Geschke, quien lo transmitió a Heydrich. El 13 de octubre de 1941, Paul Thümmel fue arrestado en su oficina por la Gestapo. Thüm­mel, por supuesto, negó ser Rene.
Días más tarde, se desencadenó una tempestad en Ber­lín. Los más altos dignatarios del partido pro­testaron con Himmler a la cabeza, pero también Goebbels y Bormann. El almirante Canaris tuvo una violenta entrevista sobre este tema con Heydrich. Abendschön tuvo que volver a poner en libertad a Thümmel el 25 de noviem­bre de 1941 pidiéndole disculpas. El juego de Thümmel como A.54 se había vuelto particu­larmente peligroso. Abendschön -que no estaba convencido de la inocencia de Thümmel- condujo una minuciosa investigación sobre su pasado y obtuvo algunos indicios en Berlín y Dresden. El 22 de febrero de 1942, Thümmel fue arrestado nueva­mente por la Gestapo. Abendschön había descubierto sus entrevistas en secreto con los jefes de la resistencia checa.
Paul Thümmel se justificó diciendo que era el modo de atraerlos para poder detenerlos a todos juntos, y esa firme declaración -subrayada por los éxitos indiscu­tibles obtenidos hasta entonces por la Abwehr de Praga- hizo vacilar a la Gestapo. Por su lado, Canaris, desde Berlín, protestó enérgicamente ante Heydrich por el arresto de Thümmel y amenazó con informar al mismo Hitler. Heydrich capituló e hizo poner en libertad a Thümmel por segunda vez, pero subordinó esta actitud a la condición de obtener su ayuda para atra­par al capitán Moravek. El 2 de marzo de 1942, Thümmel fue puesto en libertad, pero no por mucho tiempo: el día en que debía tener lugar el arresto del capitán Moravek, Thümmel lo previno, de modo que la Gestapo no encontró a nadie en la residencia indicada.
Abendschön se puso insistente: era necesario atrapar al líder de la resistencia inmediatamente, para lo que ordenó a Thümmel fijar una entrevista con Mora­vek para el 21 de marzo a las 19 horas en un pequeño parque de Praga, cercano al castillo y al antiguo Puente de las Polvaredas. Thümmel contaba con poder dar la contraorden a Moravek, pero Abendschön, que desconfiaba, arrestó por tercera vez a Thümmel; esta vez definitivamente. Moravek acudió a la cita y antes de entregarse vivo a los agentes de la Gestapo se suicidó con un disparo en la cabeza.
Paul Thümmel esperaba ser liquidado sin jui­cio, después de algunas sesiones de tortura, pero no las hubo. Thümmel habría debido ser entrega­do al tribunal del Pueblo; Himmler y Bormann se negaron. En su calidad de agente de la Abwehr, Thümmel podía ser juzgado por el tribunal de la Wehrmacht. Canaris intercedió ante el mariscal Wilhelm Keitel (1882-1946), que se negó a hacer comparecer a Thümmel ante un consejo de guerra. Abendschön retuvo entonces el legajo en su po­der y Thümmel fue enviado sin compa­recer ante ninguna jurisdicción a Theresienstadt, donde fue registrado bajo una identidad falsa: "Petr Tooman, subdito holandés, ex agregado militar".
El almirante Canaris, arrestado luego del atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944, fue ahorcado el 9 de abril de 1945 en un patio del campo de concentración de Flossenburg. Su protegido, Paul Thümmel, finalmente fue fusilado por los nazis el 27 de abril de 1945, en el patio de la prisión de Theresienstadt, apenas tres días antes de la caída del Führer.
Indiscutiblemente, Paul Thümmel poseía una personalidad compleja. Según las informacio­nes de origen alemán, Thümmel, al principio nazi convencido y muy activo, parece haber tenido muchas dificultades con los jefes de la S.S. luego de la purga de los S.A. en 1934. Sólo la amistad de Himmler lo protegió con eficacia. En cuanto a los motivos inmediatos de su po­derosa ayuda a la resistencia interna checos­lovaca, son desconocidos. Lo que sí es seguro es que Thümmel era un doble agente. Por un lado prestó inmensos servicios a los checoslovacos y dio informaciones de im­portancia considerable a Londres; por otro, su actividad a la cabeza de su servicio de espionaje de la Abwehr en Praga fue muy positiva. Algunos historiadores opinan que el origen de su traición al nazismo hay que buscarlo en el plano político-filosófico, en la elección entre el partido o la patria. Una cuestión que A.54 pudo haber vivido como un auténtico drama, inclinándose, en definitiva, por su patria.